Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

011: sincerity

Esta mañana, cuando nos despedimos de mi familia, me entró una sensación de nostalgia que por poco me hace llorar. Jungkook me compró chocolates y me puso un auricular para que escuchara lo mismo que él, distrayéndome de ese sentimiento en todo el camino. Tampoco hablamos de lo nuestro, de lo que fue aquel beso y aquel abrazo. Dijo que lo recordaba cuando me lo encontré afuera de la casa tomando un café recién hecho por mi tía. ¿Qué es lo que pasa por su mente?

Eunwoo casi me lacera los oídos cuando estuve a punto de partir. Al parecer, alguien le contó que me vio a mí y a Jungkook besándonos afuera. Quizás por las cámaras o por mera coincidencia. Al fin y al cabo, Jungkook y yo estábamos demasiado concentrados en el otro como para pensar en alguien más. No sé molestó, pero si se ofendió. Creo que a este punto, toda mi familia debe de saberlo... Pero, ¿saber qué exactamente...? ¿Somos Jungkook y yo novios ahora?

—¿Podemos hablar después? —me pregunta, dándose cuenta de que estoy pensando demasiado. Estamos de pie frente a su casa y frunzo el ceño, porque entre el ajetreo de mi mente, no sé cómo llegamos hasta aquí—. Quiero dormir.

—Está bien. —Me mira un poco dubitativo, como si no supiera qué hacer, pensado que, quizás, estoy esperando algo más—. Llámame cuando estés listo.

Asiente, aliviado. Sonríe y entra a casa, mientras yo me paso la mano temblorosa por el rostro y emprendo mi camino a casa. Mamá salta a darme un abrazo y me besa la mejilla. El cucharón hondo que sostiene en el aire me ensucia sin querer el cabello y arrugo la nariz.

—Perdón, perdón. No lo vi venir —se disculpa mi madre, en un intento fallido por quitarme la comida del cabello—. Apenas escuché la puerta salí corriendo. Una semana sin verte es una eternidad.

—No exageres, mamá.

—¡Hablo en serio! —exclama alegre y cambio mis zapatos por unas chinelas—. ¿Cómo te fue con Jungkook? —curiosea, jugueteando con el cucharón—. Tu tía me ha regañado por no habérselo presentado antes. O más bien tú. Dijo que es un niño muy simpático y le cayó muy bien a todos.

—Estoy cansado, mamá —le digo con voz suave, arrastrándome más adentro de la casa.

—Taehyung.

—¿Sí?

—¿Ahora sales oficialmente con Jungkook? —Me detengo y giro la cabeza lentamente. Mi madre me mira con ojos grandes y dulces mientras aprieta los labios, ansiosa por mi respuesta—. ¿Me he convertido en su suegra?

—Mamá...

—Escucha: las últimas horas me he estado preparando mentalmente para esto y me encantaría saber la verdad. Mi hijo ha estado enamorado de él desde hace un tiempo y... ¿Por qué no estás feliz? —se interrumpe, tal vez al notar el gesto cansino en mi rostro—. ¿Pasó algo más?

—Es que no lo sé.

—Tae...

—Estoy agotado. Hablemos mañana, ¿sí?

Ella asiente y vuelve a la cocina. Inspiro profundo y voy a mi habitación. Mi hermana debe estar en la de ella porque tiene la música alta y, en lugar de cantar, chilla como si le estuvieran abriendo la garganta.

Jungkook dijo que habláramos más tarde, pero ya es demasiado tarde... Tengo miedo por lo que pueda pasar mañana. Me tiro sobre la cama y cierro los parpados, dejándome llevar por el cansancio y menos por la ansiedad.

Al día siguiente recibo un mensaje suyo, solo es un saludo y eso me alegra. Está listo para ir a la escuela y yo para pasar por él.

No sé por qué estoy tan nervioso, o si lo sé, pero quiero ignorar la razón. Me arreglo y salgo de casa tan rápido como un tigre. En menos de diez minutos estoy frente a su puerta y toco varias veces.

—¿Tu madre está en casa? —le pregunto en voz baja y él sonríe, saliendo de casa.

—Regresó desde el viernes. Anoche me acosté hasta tarde porque vimos una película juntos —confiesa con una sonrisa sincera.

—¿Entonces no has descansado?

—No podría, Tae. Hace mucho que no hacíamos algo así. Incluso cocinó lo que más me gusta. —Cierra los ojos y hace un pequeño mohín, como si aun pudiera deleitarse con el sabor de la comida en su paladar—. Extrañaba su sazón.

—Le diré a mamá que no te vuelva a preparar nada.

—¡Sabes a lo que me refiero! —exclama asustado, dándome un golpe seco en el brazo—. Si estuvieras en mi situación también extrañarías la sazón de tu mamá.

Asiento con una sonrisa, porque es cierto y no hay forma de debatirlo. Caminamos en silencio, como si el aire se comiera todas nuestras palabras y, por partes iguales, nuestra comodidad. Al entrar al salón, veo a Yoongi sentado atrás de mi puesto y casi alzo el brazo en victoria. Al parecer solo necesitaba ser amable para que cediera. Jimin nos saluda desde su asiento mientras Jungkook y yo nos sentamos en el nuestro.

—¿Qué haces? —le pregunto a Yoongi, notando que escribe algo en un cuaderno—. La clase ni siquiera ha empezado. ¿Siempre eres así de aplicado?

—Son canciones.

—¿Escribes canciones? —reitero con emoción, prestándole toda mi atención.

—Sí, pero no las comparto con nadie —admite, receloso.

—Seguramente son oscuras y siniestras, tendrás mucho público si decides mostrarlas al mundo.

Se ríe y noto que todos nos miran, provocándome escalofríos. Sí, incluso yo admito que esto es, en extremo, raro.

—No son oscuros. Según algunos amigos, son malditamente buenos.

—Entonces quiero leerlos.

—Ya dije que no.

—¿Por qué?

Exhala cansino y mira alrededor.

—Deberías de darte la vuelta, no nos quitan la mirada de encima.

No quiero darle importancia a eso, pero ya me imagino a todos sobre mí y Jungkook, preguntándonos que pasó en las vacaciones para que, de repente, Yoongi y yo hayamos dejado de ser enemigos. Le sonrío y me doy la vuelta, encontrándome con los ojos de Jungkook. Ni siquiera alcanzo a hablarle cuando se da la vuelta, con las mejillas arreboladas y la tensión sobre los hombros.

Más tarde, en el descanso, Jimin viene con nosotros a nuestro lugar. Lo imaginé, no podía dejar pasar algo así. Jungkook le contó todo, a excepción de lo nuestro. Le contó sobre la coincidencia de encontrarnos a Yoongi en la fiesta de mi primo, que él se quedó en casa de uno de sus amigos y que, por supuesto, casi perdiéndonos en el bosque, nos hicimos más amigos.

El único momento que tengo para hablar sobre lo nuestro es cuando salimos de clase y vamos a su casa. Él no tiene interés de dejarme pasar y yo no tengo ningún interés en volver a mi casa sin hablarlo primero. Si pasa un día más, juro que enloqueceré.

—Tu mamá no está. Este es buen momento para hablar, ¿no crees?

Se muerde el labio inferior y asiente, despacio. Entramos a su casa y él se encamina a la cocina.

—¿Quieres tomar algo?

No suele preguntar algo así, lo que me confirma que intenta evadir lo inevitable. Me duele el pecho porque no sé qué pueda pasar, sin embargo, estoy excitado al mismo tiempo. Voy a la cocina y abro la nevera. Jungkook permanece taciturno en una esquina, mirándome. Saco una jarra de jugo de mango y sirvo en dos vasos.

—Hablemos ahora —digo, sin poder ocultar mi afán.

Bebe un largo sorbo y juguetea con el vaso, moviéndolo de un lado a otro como una danza. Cada segundo se convierte en horas para mí, y las horas, en una eternidad.

—Podemos olvidar lo que pasó.

Tuerzo el gesto, más por confusión que por molestia. Suena seguro y, aun así, su expresión me muestra otra cosa, como si no lo quisiera. Tomo aire, tembloroso mientras dejo el vaso sobre la encimera.

—No puedo entenderte, Jungkook —murmuro—. ¿Debes creer que me he rendido contigo para que expreses lo que sientes? ¿Debo obligarte a hacerlo? Dijiste que yo te encantaba, lo dijiste claramente, incluso me permitiste darte un beso y abrazarte. ¿Por qué de repente dices eso?

—No creo que pueda ser un buen... Novio —dice, bajando la cabeza—. No creo que debamos salir.

—Cuando te enamoras no te dan un manual sobre como ser un buen novio, Jungkook —alego—. Solamente lo vives y ya. Ambos nos gustamos, ¿no es eso suficiente para ti? Jungkook, mírame. Mírame porque no aceptaré esto.

—Tae...

—Es suficiente. Sé que no estás acostumbrado a las caricias, ni a los besos, ni mucho menos a expresiones románticas. Lo sé todo. Y aun así me gustas. Me gustas por como eres, aunque sé que también te odias por no permitirte algo así. —Alza la mirada, con sus ojos anegados en lágrimas retenidas—. Te gustaría que pudiera tocarte sin sentir que te quema la piel, o que te abrace como algo tan natural como respirar. Sé lo que quieres, Jungkook. Te conozco, conozco todo de ti.

—Yo...

—Te amo. Eso ya lo sabes. —Encrespa sus dedos en el borde de la encimera y respira hondo, trémulo—. No te obligaré a nada, pero sería la persona más feliz del mundo si me concedieras el placer de ser tu novio. Nada tiene por qué cambiar entre nosotros, nada a excepción de los besos, o los abrazos.

Las piernas le flaquean, pero se recupera velozmente. Evade mi mirada y, sin embargo, no temo, porque se lo piensa, reflexiona un rato. Me acerco un poco más, para que me sienta y, si es posible, escuche mi corazón.

—¿Te gusto? —pregunto, caprichoso.

—Si —responde sin titubear, sorprendiéndome—. Me gustas, Tae.

—¿Y quieres salir conmigo?

Finalmente, me mira. En sus ojos ya no hay lágrimas, sino un brillo particular. Un brillo que solo he visto en películas, cuando dicen que estás profundamente enamorado. ¿Él verá el brillo de mis ojos también?

Asiente con la cabeza, apenas aguantando una risa nerviosa.

—¿Puedo abrazarte? —Mira mi pecho, frunciendo el ceño—. Es una de las cosas que haré a menudo. Debes de permitírmelo porque en serio hace mucho que quiero... —Mis palabras no pueden ser terminadas, él me abraza con fuerza y yo me quedo estoico, anonadado. Boto el aire retenido y lo abrazo de vuelta, con más fuerza todavía.

Desde este momento, mi amor ha sido correspondido. Desde este momento, tengo su amor entre mis brazos, mis labios y mi corazón. Y no hay lugar más feliz que este.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro