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004: worry

Observando a Jungkook en medio del descanso, caigo en la cuenta de que se ha dejado el cabello suelto sobre la frente, especialmente donde está la herida cubierta por una curita en forma circular.

—Me gusta tu nuevo estilo, pero... —suelto en voz alta, sin apartar la vista de él—. ¿Te avergüenzas de tu marca de superviviente?

Sonríe, meneando la cabeza en negación. Sus mejillas se tiñen de un rosa pálido y me humedezco los labios mientras busco otra curita en mi mochila. La que lleva él es la que le puso mi hermana ayer y eso no es bueno. La que tengo se la he robado... Bueno, tomado prestado de su habitación. Es colorida y tiene figuras curiosas, como olas y ¿estrellas de mar aplastadas?

—Deberías cambiarte la curita —le sugiero, ofreciéndosela. Me mira de una forma extraña y contrariada, tal vez temeroso—. Es por tu bien.

La toma entre sus trémulos dedos y la escudriña como si fuera la cosa más extraña.

—Tae, esto es como de niña, ¿no crees? —dice y me rio bajito. Tomo la bandita de su mano y le quito una parte del pagamento. Al acercarme a su rostro, puedo capturar su olor y la escena tierna e inocente refugiada en sus mejillas. Sonrío como un tonto enamorado y le quito la bandita antigua con mucho cuidado—. Uh... ¿Se ve muy mal?

Cierro la bandita que he saco y niego con la cabeza.

—No, pero está un poco acalorada. Esperemos un momento.

—Ok —asiente, con las manos cruzadas sobre su regazo y la espalda recta. ¿Qué pasa con esa tensión? Peor aún, el silencio prologado.

—¿Y como está tu madre? ¿Ha regresado? —curioseo, haciendo bolita la cura anterior. Como no me responde, lo interrogo con la mirada, luego con las palabras—. ¿No ha vuelto?

—Es complicado.

—¿Lo es?

Se mordisquea el labio inferior y evita mi mirada.

—Volverá el sábado —me informa con cuidado, consciente de que eso podría preocuparme—. No falta mucho.

—¿Y te ha visitado al menos?

—Quiere un tiempo a solas. Tampoco debería de molestarla.

Tuerzo el gesto y me levanto de la banca de un salto, un poco eufórico por sus palabras. ¿No debería molestarla? ¿Qué pasa con eso? Irritado, comienzo a mover mis manos como si intentara trazar un mapa en el aire al mismo tiempo que hablo.

—¿Estás hablando en serio? Vi tu dispensa el sábado y para hoy deberías de tener mucho menos. Entiendo que quieras darle su espacio, pero ya fue suficiente, ¿no crees? La necesitas y la quieres contigo, lo que no es egoísta... —Inspiro profundo, notando que se encoge—. Jungkook, ambos la están pasando mal con esto y tienen maneras diferentes de sobrellevarlo, pero separarse no es lo indicado. Ni siquiera eres mayor de edad y no me importa lo que digas.

—No puedo pedirle que vuelva —dice escuetamente.

Un gruñido me raspa la garganta y lo siguiente que hace es juguetear con sus manos, evitando mirarme. Exhaló con fuerza, volviendo a su lado.

—Jungkook, mírame —le pido, pero no lo hace, permaneciendo con la cabeza hacia el otro lado, haciéndome sentir culpable por querer golpearlo y luego mimarlo—. Deberías de llamarla, al menos para decirle que te dé más dinero. Necesitas comer bien.

Inesperadamente, su cuerpo se convulsiona un microsegundo, como si el viento gélido le hubiera estremecido con violencia. Es entonces que me doy cuenta de su esfuerzo para no llorar, constándole su respiración. Sus labios rojos siendo mordidos con fuerza me hace sentir débil y furioso conmigo mismo. Suelto el aire retenido lentamente, pasando mis brazos por sus hombros, anclándome en su brazo para empujarlo hacia mi pecho. Al principio se resiste, no durando más que tres segundos antes de dejarse llevar.

Se cubre el rostro con sus manos, ahogando el llanto. Inspiro el olor de su champú, bajando por su oreja, en la que, incompresiblemente, dejo un beso. Su llanto se detiene un momento, tal vez estupefacto por lo que acabo de hacer, no obstante, no se mueve. Recargo mi frente contra su sien y poco a poco baja sus manos, desnudando sus ojos lagrimosos y rojos. Y es que, no contento con eso, se gira hacia mí, quedando nuestros rostros demasiado cerca, su nariz casi tocando la mía.

Como si un interruptor apagara todo mi sistema, culmino con el espacio entre él y yo. No sé si cierra los ojos o me mira con sorpresa. Yo hago lo primero, sintiendo la humedad y calidez de sus labios bajo los míos. Su mano se hace puño sobre mi pecho y, al abrir los parpados, me doy cuenta de que está asustado e incómodo. Sus labios siempre permanecieron inmóviles mientras yo intentaba aprisionarlos como si fueran míos. Me alejo de golpe, sintiendo el calor asfixiarme rápidamente. Jungkook se remueve a mi lado y luego sale de nuestro lugar.

Quisiera tomar una varilla polvorienta y clavármela en el pecho para matar la vergüenza y la culpa. No podía ser que, otra vez, me dejara llevar por mis hormonas y sus labios. Debería de haberme alejado en cuanto noté la tensión, sin embargo... ¿Esa tensión únicamente la sentí yo?

Ahogo un grito y vuelvo al aula cuando termina el descanso. Yoongi está nuevamente en mi puesto y Jungkook delante de él, con la cabeza baja. Al irse, no se llevó la curita, pero parece que pasó por la enfermería mucho antes porque lleva otra igual a la de ayer.

Soy un idiota.

Yoongi me sonríe con un deje de burla al sentarme atrás de él. Desde mi lugar podría cortarle un mechón de cabello hasta dejarle un calvo bien grande para borrar su estúpida sonrisa, no obstante, me quedo de brazos cruzados sobre mi pupitre porque ya no tengo ganas de nada.

A mi lado —extrañamente— se sienta Jimin, con el ceño fruncido y su cuaderno de matemáticas. Parece que por esta clase se quedará junto a mí.

La profesora entra al salón antes de que él pueda decir una palabra. Y no necesito que lo haga, sé por qué se ha sentado ahí. Saco mi cuaderno y rasgó un pedazo de papel. Hablar de esta forma es mejor que discutir directamente con él.

"¿Guardarás el secreto?"

Doblo el pedazo de hoja y se lo paso rápidamente cuando la profesora se voltea para escribir en el tablero. Jimin siempre está adelantado a la clase, así que no le importa no prestar atención. No sé si es una suerte para mí.

"Obviamente. Solo dime. Es raro que se regrese del descanso solo"

Respiro hondo antes de contestarle:

"Lo besé"

Jimin ahoga un grito y yo tengo que mandarme la mano a la boca para contener la risa, a pesar de que algunos ya nos vieron. Jimin se encoge, sonrojado por llamar la atención, y vuelve a escribir.

"¿Qué tan mal besas?"

"NO BESO MAL"

"¿Entonces?"

"Malinterpreté las cosas y bueno... besarlo fue mala idea"

"Debes disculparte"

"Sí, cuando salgamos lo haré"

"¿Él te correspondió el beso?"

":'c"

Jimin me observa apesadumbrado, reprimiendo una sonrisita. Chasquea la lengua y abre su cuaderno, fingiendo poner atención cuando, en realidad, hace garabatos en la ultima hoja.

Supongo que eso es la peor parte: decir abiertamente que me gusta y ser rechazado de todas las formas posibles. No puedo obligarlo a quererme, aunque sé que lo hace. El problema es que no sé de qué forma me quiere y a veces me confunde, o solamente soy yo.

Al finalizar las clases, guardo rápidamente mis cosas y tomo a Jungkook del brazo para evitar que salga del aula. No obstante, se deshace del agarre tan rápido como ha latido mi corazón. Y, con una mirada ausente y la voz seca, me dice:

—Hablamos luego.

¿Qué significa eso?

¿Hablar en unas horas, mañana, en una semana? ¿Cuánto tiempo es "luego" para él? Porque para mí ya es una eternidad. 

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