El mundo y su gente se iba a la deriva.

La sociedad estaba dictada por dinero, no importaba nada más, como siempre había sido, solo que... en los últimos años, las cosas habían cambiado.

Los últimos avances tecnológicos, contrario a lo que se creía desde un primer lugar, retrasaba el emprendimiento del planeta, la inteligencia y su poder de adquisición. Las maquinas no hacían el suficiente dinero, las personas no se esforzaban en obtenerlo si, en cambio, podrían llorarle un poco al gobierno y recibir una pequeña manutención de su parte.

Todo se estaba yendo a la mierda, y Jimin lo sabía.

Ese chico que incrustaba su tarjeta bancaria en el cajero automático frente a él y la actualizaba una y otra vez en busca de la gran noticia que alegraría su futuro estudiantil. Pero no estaba, aún no había llegado su beca, el gobierno estaba más entretenido en dejar pagas y subvenciones al montón que en esforzarse en crear empleo y estudio destinado al futuro del país y del mundo entero.

Suspiró frustrado y apoyó su cabeza contra el cajero mientras su mano atinaba a su tarjeta y la sacaba, para luego resguardarla en su cartera y separarse lo suficiente.

— Queda una semana para que los plazos de universidad se acaben y aún no entregué mi matrícula, necesito la maldita beca —habló consigo mismo, como estaba acostumbrado—. Esto es una mierda.

Se alejó del lugar, sacando su teléfono de su bolsillo trasero para buscar alguna línea de bus que le llevara a casa, caminando hasta la estación más cercana. Sus pensamientos le carcomían de noche y día, joder, a veces pensaba que era el único ser humano que aún mantenía la lógica y la razón, pues todos a su alrededor parecían carecer de ella.

Tomó asiento en los bancos destinados a ello para amenizar la espera del transporte público, sus ojos desfilaron por la hilera de grafitis que decoraba la cristalera de anuncios, hasta que pudo ver algo bajo ellos.

Timeless, la aplicación del que todo el mundo hablaba.

Su cartel publicitario era verde fuerte y las letras que lo anunciaban en un amarillo limón, de portada un conocido cantante se iluminaba sobre la silueta de un teléfono.

«Todo en esta vida es cuestión de tiempo»

Tenía como lema, nada más ni nada menos de información, Charlie Puth promocionándolo, sonriendo ante la cámara.

Había escuchado mucho sobre esa aplicación en los últimos meses, ¿pero que más daba? Jimin no se interesaba en la tecnología de esa manera, solo era un despilfarro más del dinero en el que la sociedad había decidido malgastar.

En espera del transporte, comenzó a caminar, tal vez llegaría antes que en el mismo bus, así que pensó que podría acercarse a otra estación más cercana. Sus ojos no dejaban ningún lugar de la calle sin ser visto, muchos más de esos carteles repartidos en forma de panfletos o grandes muros publicitarios.

Bruno Mars, Miley Cyrus, Tom Holland, Jay Park, Alex Morgan... todos y cada uno de ellos en diferentes tonalidades y anuncios, la misma aplicación.

Sin embargo, sus ojos se fueron irremediablemente hacia el más desgastado, se acercó al mural y dejó sus manos sobre la figura, observándolo con precaución.

Timeless, una aplicación móvil en la que contratabas a un artista por medio de la misma red social, por tiempo limitado y en gran suma de dinero, con tal de satisfacer sexualmente a la persona demandante.

Definitivamente el mundo se había ido a la mierda.

Y lo descubrió cuando sus ojos ascendieron por el mural y se toparon con los de Jeon Jungkook.

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TIMELESS
«Todo en esta vida es cuestión de tiempo»
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