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Capítulo 19: Desgracias

Desgracia:

•Cadena de situaciones o circunstancias, consideradas como fortuitas o casuales, que son negativas o adversas.

•Mala fortuna o suerte en contra


KIM SEOK JIN
Fecha: ?? de Julio de 2008

Podía oír a sus padres gritarle a su hermana menor pero los sonidos llegaban a él amortiguados y difusos, como si tuviera la cabeza hundida en agua, a pesar de estar literalmente en la misma mesa que ellos tres. Estaba tan abrumado como sorprendido, con un nudo en el estómago que le impedía siquiera simular que se encontraba interesado en la cena.

La comida que había preparado horas atrás estaba intacta en los platos de cada uno de ellos, puesto que la noticia que su hermana lanzó como una bomba fue exactamente en el instante en que su madre finalizó la plegaria de las gracias.

—¡ERES UNA ZORRA! ¡UNA PROMISCUA!

La saliva de su padre salía disparada en cada insulto y caía sobre la ensalada del centro de la mesa, mientras que él sólo podía limitarse a apretar con fuerza sus cubiertos y ver las verduras fijamente, incapaz de dirigir sus ojos en la dirección de cualquiera de ellos.

—¡VOY A TENER A MI HIJO IGUAL, CON SU APOYO O NO!

Las palabras de la jovencita sonaban surrealistas, carentes de total sentido. Retumbaban en sus oídos y se repetían en loop dentro de su mente, pero seguía incapaz de creerlas o siquiera entenderlas, como si se tratara de otro idioma que jamás oyó.

—¡OH, NO! ¡POR SUPUESTO QUE NO LO TENDRÁS!— chillaba entonces su madre, dos octavas mas arriba. No la veía, pero sabía que debía estar tan roja como los tomates salpicados de la baba de su progenitor, que golpeaba la mesa encolerizado haciendo bailar los ingredientes de la ensaladera.

Jin no podía hablar, trataba de tragar la saliva espesa de su boca sin alzar la vista.

¿En qué momento la reunión familiar se había convertido en esa escena violenta y llena de odio? ¿En qué demonios estaba pensando su hermana, siendo que acababa de terminar la secundaria?

—¡SIGUE SIENDO EL NIETO DE USTEDES!—gritaba la muchacha levantándose con tanta brusquedad que la silla donde se encontraba sentada segundos antes caía al suelo de forma estrepitosa. El eco de la madera sobre la cerámica parecía amplificado, tanto que lo hizo saltar en su sitio con un respingo que puso su piel de gallina.

—¡NO LO ES! ¡ES UNA VERGÜENZA PARA LA FAMILIA!

Oyó a su hermana huir al cuarto gritando que se iría para jamás volver, a su madre llorar pidiendo que recapacite, y a su padre seguirla a los gritos diciendo que no sería aceptada cuando quiera regresar.

Oyó todo, sí. Pero no tuvo el valor de ver o decir nada.

Quedó solo en la mesa, mirando el plato lleno, sin siquiera saber de qué bando estaba.


KIM SEOK JIN
Fecha: ?? de Julio de 2017

La muchacha sentada en el banco de plaza lo miraba con el ceño fruncido, mas no parecía realmente enfadada, sino confundida.

—No pensé que vendrías.

Sus palabras salieron sin emoción alguna e impactaron en el pecho del científico desgarrándolo un poco con aquella declaración, consiguiendo que su sonrisa tiemble ligeramente. Por supuesto que ella tenía razones para desconfiar de su promesa telefónica hecha el día anterior. Si debía ser honesto, no había hecho las cosas muy bien cuando debió, pero quería redimirse.

—No iba a volver a fallarte.

Los ojos de ella estaban cristalizados sin embargo no cayó ninguna lágrima. Asintió en silencio regresando la vista al frente donde a unos metros se encontraba la zona infantil con columpios y juegos donde varios niños correteaban. No dijo más por unos instantes, donde Jin se sintió absolutamente fuera de lugar e ignorado, parado al costado de la joven que seguía aún sin levantarse de su sitio ni invitándolo a acompañarla.

Jin se permitió ver a su hermana Kim Yong Sun con detenimiento, notándola muchísimo más flaca de lo que recordaba desde la última vez que la vio:  cuando él se graduó con honores de la universidad tan solo unos meses después de esa fatídica cena donde todo salió mal. Aquel lejano día ella se apareció allí  sin avisar a nadie, con una panza enorme que le había impresionado y dejado sin habla. Podría sonar ingenuo, pero no haberla visto desde que ella hizo sus bolsos y se fue a los gritos, había detenido la imagen de su hermana en el tiempo para él, hasta que entró a su salón cargando ocho meses de embarazo que sobresalían de su pequeño cuerpo. Por supuesto que esa imagen congelada a destiempo había sido su culpa, porque ella había querido comunicarse con él repetidas veces durante el año de su partida, pero jamás se sintió con la determinación de atender el bendito celular. No podía enfrentarla. El Jin mas joven no estaba de acuerdo con sus elecciones —al igual que sus padres— y en aquel entonces no se creía capaz de lidiar con ello, así que creyó conveniente no hacerlo directamente. Respondió siempre por mensaje, sí, pero jamás le tendió la mano que sabía que ella estaba esperando en esa etapa de su vida.

Su reaparición aquella tarde mientras se preparaba para su discurso de agradecimiento a minutos antes de que le den su diploma no fue para darle las felicitaciones, sino para exigirle explicaciones. Unas que claramente no supo dar, y que culminó en una discusión que cortó toda comunicación... hasta hacia 24 horas atrás cuando pudo volver a localizarla.

—Pasaron nueve años—murmuró ella, consiguiendo con eso sacarlo de sus recuerdos.

—Lo compensaré.

—Será la primera vez que él te vea.

—Sé me dan bien los niños, Solar. Déjame conocer a mi sobrino.

Ella dejó de observar la zona de juegos para nuevamente centrarse en su rostro, probablemente buscando señales que le demuestren dudas o mentiras. Jin se esforzó con todo su ser para mantener la misma sonrisa cálida sin llorar como un chiquillo.
Tenía los sentimientos demasiado a flor de piel desde la muerte reciente de su padre y las frustraciones de los avances casi nulos en sus investigaciones que parecían no llegar a ningún sitio.

Quizás era egoísta, pero fue gracias a sus desgracias que se decidió a contactar nuevamente con ella, movido por el deseo de redimirse e iniciar de cero.

—No me llamabas así desde que éramos pequeños— susurró ella antes de levantarse para darle un abrazo que rápidamente interpretó como uno de reconciliación.

El científico se sintió por fin bienvenido en ese re-encuentro, y se permitió dejar caer algunas lágrimas con la felicidad en su corazón.

Quizás por culpa de su emoción fue que no reparó en las ojeras de su hermana, los labios resecos, lo amarillento de su piel ni en lo abrigada que estaba para el clima que había esa tarde...

...O la emoción no tenía injerencia, y sólo era que —una vez más— no vio lo que no quería ver.


NAMJOON
Fecha: 3 De abril 2020

Voces distantes hablando entre sí fue lo primero que pudo distinguir entre la oscuridad en la que estaba sumido, aunque se sentía incapaz de comprender las oraciones porque le costaba increíblemente procesar con coherencia cada palabra que llegaba a sus oídos.

Se sentía cansado y aturdido, como si le hubiesen pasado por encima una jodida topadora. Namjoon no podía incorporarse ni abrir sus ojos, lo cual era desesperante. Sin importar lo mucho que trataba con todas sus fuerzas el mover sus párpados, éstos parecían ridículamente pesados, como si en vez de piel hubiera allí kilos de concreto.
No sentía tampoco sus brazos, pero fue consciente de que le estaban tomando una de las manos porque percibía el agarre de forma lejana por culpa de sus extremidades adormecidas.

—¿Cuál dedo?

Fue la primer oración que comprendió, venía de una voz masculina tosca y grave que le dio miedo, encendiendo alguna alarma interna de supervivencia que gritaba que era peligroso a pesar de no poder verlo para comprobar su semblante. Por la proximidad, suponía que era de quien estaba tocando su cuerpo sin permiso, poniéndolo ansioso.

—No importa cuál, no va a usarlos de todos modos.— Quien respondió era una mujer y sonaba igual de cerca, del otro costado de su cuerpo acostado e inmóvil.

—Bien— respondió la primer voz, a la vez que tiraban de su antebrazo, el cual que se sentía extrañamente acolchado, como si su cuerpo fuese gomaespuma.

—Imagino que no piensas amputarle así, animal. ¿No te das cuenta que vas a manchar todo? No voy a limpiarlo.

Amputar”.

El verbo comenzó a cobrar sentido en la anestesiada mente de Namjoon, dando un horrendo significado a la conversación que finalmente pudo comprender:

Le harían daño.

Esas personas querían sacarle el puto dedo.

El moreno inmediatamente pensó en un secuestro o que bien había sido atrapado por un par de psicópatas asesinos. No tenía idea del por qué, ni de donde mierda estaba o como había llegado allí.

Pero no eran preguntas a las que le interesara encontrar respuesta en aquel momento. No. Debía escapar.

Quiso moverse con desesperación, pero sus brazos y piernas parecían seguir negándose a responder, incluso ante el inminente peligro.

—¿Qué demonios están haciendo?

Una tercera persona se unía a la espantosa situación. Era otro hombre que al parecer estaba más lejos, y se oía realmente cabreado.

—Superior Park, buenos días— dijeron los dos primeros a unísono.

—No me han respondido.

—La orden fue comprobar si la ionización es independiente al organismo vivo, señor.

—¿Ustedes…? —Ese tal Park parecía no dar crédito a lo que estaba viendo. Joon no era capaz de verse a sí mismo o a los “secuestradores”, pero suponía que no sería fácil de ocultar un intento de amputación, y agradeció a los cielos que este tipo haya aparecido para detenerlos.—¿Pensaban sacarle la mano?

—Un dedo— objetó la mujer

—¡¿Están dementes?!

—Es necesario comprobar si-

—¡ENTIENDO, CHOI, PERO PUEDEN COMPROBARLO CON UN JODIDO RASPAJE! ¡ES UN HUMANO, POR DIOS!

—Con su debido respeto, señor— habló esta vez el de la voz tosca— un poco de piel puede no arrojar resultados concluy-

—Lo veremos luego de los resultados. —Zanjó el único tipo que parecía no ser un psicópata allí.— O hagan una punción pequeña y tomen muestra de sangre como harían con cualquier persona, deberían tener suficiente con eso para comprobar si se trata de algo externo o si es producido por el mismo sistema nervioso en funcionamiento.

—No son personas. Esto es una pérdida de tiempo y recursos.

—¿Estás negándote a mi orden directa?—Park al parecer no iba a refutar lo anterior.—Te recuerdo que estoy a cargo de este caso en particular, me importar un carajo como se han manejado con los otros.

—No tiene sentido cuidar de él, señor—volvió a hablar la mujer.

—¿Disculpa?

—No dejarán que ninguno de ellos salga de aquí. De este hospital solo saldrá la vacuna para aplicar, y es usted lo suficientemente inteligente para saber que no le darán opción de liberarlos ni aunque lo intente.

Joon quería gritar.
No estaba entendiendo nada del todo, pero sí tenía en claro algo: nada bueno le pasaría si seguía allí. Debía huír o al menos convencer a sus captores de dejarlo en libertad, pero no era capaz aún ni de abrir sus malditos ojos.
Intentar hablar era una tarea titánica, su cuerpo se tensaba pero no parecía querer responder a ninguna de sus órdenes de forma concreta, sino que temblaba sin control, probablemente por la anestesia o la droga en el sistema que tenía.

Un brusco y poco delicado par de manos tomaron su cara, y lo siguiente que supo es que una luz blanca espantosa se introducía por sus pupilas.

—Parece que está despertando— dijo la primer voz masculina, cercana a su cara.

—Duérmelo. Ahora.—Exigió ese tal Park.

Quiso quejarse, más su boca estaba pastosa, tanto que ilógicamente pensó que en vez de saliva tenía litros de pegamento que le adherían la lengua al paladar. Quería pedir clemencia, decir dónde estaba todo el dinero de ahorros de la familia y suplicar que lo dejen ir. Quería jurar que no diría nada si lo dejaban libre.

Pero en vez de eso, solo pudo emitir un patético quejido desde su garganta antes de que una máscara se pusiera sobre la zona de su nariz, haciendo que vuelva a quedar inconsciente.

JIMIN
Fecha: 28 de marzo 2019

La noticia del regreso de su compañero de investigación luego de su desgraciada enfermedad había sido tomado con mucha expectativa por el grupo de trabajo, pero aún más por el mismo JiMin.

JiMin no creía que podía llamarse a sí mismo un íntimo amigo de Jin, pero con tantos años planeando el proyecto descabellado que estaban tratando de concretar ya prácticamente habían desarrollado una relación interpersonal que —al menos él— podía calificar como “amistad”. Sin embargo, contradictoriamente a lo que sentía sobre la relación que ambos llevaban, Park nunca pudo ir a visitarlo al hospital por pedido explícito de Kim ni tampoco obtuvo la nueva dirección a la que su compañero se mudó con “su nueva pequeña responsabilidad” al inicio del desafortunado diagnóstico de salud.

Si lo pensaba, no conocía siquiera el rostro del niño.  Hecho que no hacía mas que generarle el interrogante: ¿Eso no lo colocaba en un escalafón incluso más abajo que un simple conocido?

Cuando esas dudas lo atacaban durante ese largo año de tratamientos, JiMin solía esforzarse por creer que todo había sucedido demasiado pronto y que por ello había quedado fuera de ese capitulo de la vida de SeokJin. Le había parecido una espantosa casualidad de eventos que el cáncer haya llegado prácticamente a la par de los papeles de adopción del pequeño, complicando todo el panorama en la vida del científico con el que compartía aquellas metas delirantes en las que había basado su vida y sus estudios. Pero si era honesto consigo mismo, más espantoso había sido para él el hecho de no ser tomado en cuenta para algún llamado de ayuda en tiempos difíciles, sobre todo teniendo en cuenta que Jin ya sólo tenía viva a su madre con alzheimer.

Sin familia capaz de cumplir el rol de sostén ni amistades (no que él conociera, y realmente pasaban semanas completas juntos en el laboratorio ya que ellos eran la cabeza de todo el proyecto), era llamativo saber que jamás le pidió ni que le alcance unas compras del supermercado a la casa: Kim había hecho todo absolutamente solo, como si Park no existiese.

El cáncer, aparentemente, había generado entre ambos un muro extraño que no comprendía y del que prefería auto convencerse de que se trataba de una “necesidad de espacio” y no de un “distanciamiento adrede”.

Y es que, no era posible. ¿Qué razón habría para alejarlo, si era seguramente con quién más puntos en común tenía en la faz de la tierra?

Y joder, extrañaba a su “hermano en investigación”, un término con el que se habían denominado desde hacía un tiempo considerable (cuando las conversaciones fluían y las cervezas en un bar luego de noches completas en vela por estar estancados en ecuaciones aún sucedían entre ellos).

El reencuentro fue sin embargo corto y meramente profesional, sin tiempo para pedir explicaciones sobre las decisiones de alejarse por parte del castaño. No fue en el sitio designado para los ensayos, sino que se trató de una reunión con posibles inversores del proyecto, lo cual podría ser la clave para concretar sus metas: ser genios no bastaba si no había espacio adecuado y dinero suficiente, y ambos siempre lo supieron. Para su enorme alegría, el mismo Jin se había ofrecido para estar presente, debido a que ya podía hacer su vida con más normalidad que antes siempre y cuando mantenga precauciones por su delicado sistema inmunológico.
Obviamente dijo que sí al ofrecimiento, lo cual los llevaba a ese mismo instante donde ambos hombres estaban de prolijo traje, en las instalaciones de una prestigiosa empresa que se había visto interesada con la idea de “tiempo versátil” que habían postulado.

De hecho la junta iba bien, el tipo puede que haya estado próximo a morir pero no había perdido un ápice de su característico carisma y sabía perfectamente como llevar una conversación por donde quería. JiMin estaba conforme con el desarrollo de los hechos, hasta que el celular del mayor de ellos comenzó a sonar.
Park a penas dio crédito a lo que veía cuando en vez de apagar el bendito aparato, su colega atendió pidiendo unas breves disculpas.

—¿A qué se refiere?—dijo Jin comenzando a caminar lejos de la mesa, ante la mirada atenta de los presentes en aquella sala helada por el aire acondicionado. El enfado se disolvió del organismo del joven de lentes cuando vio el semblante de Jin desmoronarse de un instante a otro, perdiendo todo el color de su piel y luciendo años mayor en un parpadeo.

Antes de darse cuenta, él también estaba caminando hacia allí, tratando de entender qué sucedía.

—¿En qué hospital?—decía el castaño con voz temblorosa.

—¿Jin, todo bien?— se atrevió a murmurar acercándose al hombre que empezaba a desajustarse su corbata como si no pudiera respirar correctamente dentro de ese traje.

—Jeon tuvo un accidente—fue todo lo que dijo mientras iniciaba a correr hacia la salida sin mirar atrás.

—¡JIN!— Jimin dio un rápido vistazo hacia los hombres mayores que mostraban desaprobación en sus facciones, antes de finalmente salir velozmente por donde su compañero acababa de salir.—¿¡JIN QUÉ DEMONIOS PASA!?

Sin embargo su grito no llegó a más que a un par de personas curiosas en el pasillo de oficinas, porque cuando pasó por la puerta dejando atrás toda posibilidad de conseguir la inversión, Jin ya se había marchado y lo había dejado solo.

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