Capítulo 11: Fin del mundo (Parte 2)
La relatividad especial de Einstein muestra que el tiempo es relativo en el mismo sentido en que lo es el espacio.
¿Suena complicado?
Para explicar brevemente, si viajamos en un vagón de tren a velocidad constante y hacemos rebotar una pelota verticalmente contra el suelo, respecto al vagón la pelota cae siempre en el mismo lugar del piso, en cambio respecto a tierra, la pelota avanza con el vagón y cada vez que cae al piso lo hace en un lugar diferente del espacio porque el piso del tren ha cambiado de posición.
Una cosa similar ocurre con el tiempo. Lo que ocurre es que estamos acostumbrados a la relatividad del espacio y no a la del tiempo por eso esta última nos parece tan difícil de asimilar.
-Extracto de artículo universitario de introducción a la relatividad-
JIN
Fecha: 10 mayo 2018
La última caja parecía pesarle 10 veces más que la anteriores. Con un gruñido de molestia y un preocupante tirón en la espalda baja, Jin la dejó en el suelo a escasos metros del umbral de entrada, incapaz de cargarla un paso más. La punzada en su cintura no menguaba, y no pudo evitar maldecir, aunque en voz baja por temor a que lo oiga el niño. Miró dudoso a la puerta, pero no había señales de él. Había entrado corriendo con sus juguetes y probablemente estaba muy entretenido ordenándolos.
Maldijo nuevamente, masajeando con algo de torpeza la zona buscando aliviar los músculos. Era consciente de que su cuerpo estaba cada día más débil, pero sólo caía en la cuenta de la gravedad de su salud cuando intentaba hacer esfuerzos o actividades como esas.
La mudanza había sido apresurada, mal organizada y por supuesto que había sido llevada a cabo prácticamente por él solo cargando y descargando las pertenencias de la casa en un camión de mudanzas barato que consiguió a último momento en Internet.
No le gustaba manejarse así, ni le agradaba irse. Pero tampoco podía explicarle a nadie lo que podría suceder si se quedaba en su antiguo hogar y algún vecino llegara a notar las obvias diferencias que se verían en él. Una sonrisa amarga se asomó por las comisuras de sus labios resecos. No podía hablar con nadie sobre nada. Su enfermedad había sido, sin embargo, una excelente excusa. Una desgracia , por supuesto, pero que le había dado la fuerza suficiente a su alegato: este nuevo departamento quedaba cerca del hospital.
Sus ojos se cerraron cansados mientras intentaba en vano recuperar la fuerza necesaria para agacharse, tomar la maldita caja llena de chucherías que probablemente no usaría jamás, e ingresar de una maldita vez para poder ducharse. El sudor perlaba su frente y los tendones de sus brazos ardían incómodamente. Necesitaría tomar analgésicos si no quería preocupar al niño.
Sus facciones empezaron a agriarse con el pensamiento que lo llevó a pensar en el pequeño y en las palabras del abogado Kim justo antes de intervenir para que le dieran la tutela a una velocidad absurdamente rápida.
«—¿Está seguro de que puede hacerse cargo de él?»
Su cuerpo se tensó, Incómodo con el rumbo de sus dudas. No había planeado enfermar, pero no podía darse por vencido luego de tanto. Había llegado demasiado lejos como para permitirse sentir arrepentimiento.
—¿Lo ayudo, señor?— Una voz grave lo sacó de su mar turbulento de pensamientos y situaciones hipotéticas.
Jin se giró buscando a quien le hablaba, y vio a unos pasos a un adolescente de unos 18 o 19 años que lo observaba con una sonrisa cuadrada bastante peculiar.
—Por favor—le respondió con una amabilidad que esperaba que oculte los sombrío de sus cavilaciones.— Necesito entrar esta última caja... Pero creo que me estoy volviendo más viejo de lo que creía.
—No se preocupe, señor...ehmm...
—Kim Seok Jin— le ayudó a completar con una sonrisa.— Como habrás notado, me mudaré aquí.
—Eso es fantástico, hace tiempo que nadie vivía en esta casa—le contestó el jovencito esbozando nuevamente ese rectángulo sobre su rostro.— Mi nombre es Taehyung, vivo al lado.
HOSEOK
Fecha: 04 de abril 2020
Despertó agitado, mareado y cubierto de una helada capa de sudor. Su cabeza giraba a una velocidad vertiginosa que lo obligaba a sujetarse con fuerza de la camilla donde lo habían dejado, incapaz de abrir sus ojos.
No tenía la menor idea de cuánto tiempo llevaba inconsciente, luego de la última inyección que los científicos le habían suministrado cada segundo había sido como morirse, hasta que su mente se desconectó. Estaba seguro de que se había desmayado del dolor, si es que eso era posible.
Cada inspiración se sentía como una punzada en el pecho. Si le daban a elegir, elegía sin dudar mil desintoxicaciones de su alcoholismo antes que volver a pasar por otra maldita inyección experimental.
Un quejido doloroso salió de su boca con el amargo sentimiento y la cruel realidad golpeando su ser. Estaba encerrado como una rata de laboratorio. Moriría allí, con alguna porquería en su sistema colocada por el gobierno. Ese cuarto oscuro de hospital sería lo último que sus ojos verían, o quizás el rostro inexpresivo de alguna médica con una jeringa en las manos.
Ruidos confusos y una respiración cercana llegaron a procesarse con dificultad en su nublada mente. Fue consciente de que a acaban de inyectarle algo cuando la presión ejercida en su brazo para marcar la vena desapareció.
Acababan de reanimarlo con algo. Alguien acababa de despertarlo, o revivirlo, ya no estaba seguro.
—Despertaste.
La voz se oía a su lado, y aún sin haber abierto los ojos por su malestar fue perfectamente capaz de reconocer a quien le hablaba. El pelirrojo ahogó un sollozo. Se negaba a mirar, por lo que presionó más fuertemente sus párpados. Era él, no tenía dudas. Creyó que había enloquecido finalmente. El dolor incrementó, ahora como un profundo vacío en su pecho.
La culpa y los recuerdos otra vez.
No sabía qué malestar le dolía más.
"¿Morí? ¿Es esto una tortura del infierno?" se cuestionó intentando contener la humedad en sus lagrimales.
—Sé que despertaste— insistió el hombre a su lado.
Se obligó a intentar enfocar en la oscura habitación donde lo habían recluido contra su voluntad, movido por la esperanza de que se trate de una jugarreta de su mente, como recordar la voz de Jeon. Sin embargo, aún con todo dando vueltas, la figura del hombre alto y de hombros amplios a su lado fue fácil de notar.
—Señor Kim...—murmuró con la voz quebrada y la angustia trepando por su garganta.
—Sí Hoseok, soy yo—respondió con una calma absolutamente fuera de lugar dada la espantosa situación en la que se encontraba el joven atado a la camilla.
Parecía una jodida pesadilla.
Tenía que serlo.
No lo veía desde hacía más de un año.
Desde el día más largo de toda su existencia.
Desde que su vida se había roto en mil pedazos.
Las lágrimas caían sin permiso por sus ojos, estaba cansado, no podía luchar más.
El hombre se inclinó hacia él hasta quedar a pocos centímetros, para que puedan sus desorbitados ojos centrarse en el rostro angular que poseía y le preste completa atención. El muchacho no sabía si era su imaginación pero las facciones estaban desencajada, sus ojeras pronunciadas y parecía estar agitado.
—Hoseok... Necesito que me hables con detalle sobre ese día y ese accidente.— dijo en un susurro cargado de sentimientos que no podía procesar.—Hoseok esto es importante...—El hombre parecía estar asustado.—¿Qué es lo que no me dijiste? ¿Qué me ocultaron?
JIMIN
Fecha: ????
El chico finalmente accedió a seguirlo, y estaba a escasos pasos detrás de él mientras avanzaban por las calles en ruinas.
Si era completamente honesto consigo mismo, dudaba de que algo de todo aquello fuera una buena idea. Vante no podía arriesgarse a una nueva exposición a un atemporal, pero a su vez él no podía dejar a su compañero solo por tanto tiempo. Ya bastante le había tomado irse a explorar a esa zona donde sus improvisados equipos le habían marcado variación anormal en la radiación, y esperaba que nada malo haya sucedido en su ausencia.
JiMin frunció sus facciones faciales ahogándose en sus propios cálculos, intentando pensar las variantes posibles por estar llevando a la guarida al jovencito confundido. Vante no había sufrido una exposición desde El Fin, y no tenía idea de cómo podría ser su reacción.
Suspiró cansado mientras se acomodaba los lentes partidos y entrecerraba con algo de dificultad sus ojos para poder enfocar correctamente. Necesitaba saquear algún local de oftalmología donde consiga cristales en mejor estado. Y necesitaba calmar su acelerado pulso.
Dio un rápido vistazo para comprobar la distancia que mantenía su acompañante, que parecía un cachorro perdido. No parecía ser de la segunda generación porque se veía jodidamente confundido, eso le daba una cierta tranquilidad, aunque tenía un arma a mano en su raído pantalón. Sus sentidos se mantenían alertas, por si el pequeño detrás de él hacía un movimiento brusco que delatara otras intenciones más violentas.
Si bien él no era en absoluto un creyente, prácticamente rezaba que aquel joven sea de la primer generación de atemporales. Quizás era por todo lo vivido, pero una pizca de su ser sentía aquello que normalmente la gente llamsba "Fe". Si el jovencito de cabello cereza era de ellos, quizás sea la carta que esperaba para cambiar el destino fatídico de la humanidad. Quizás.
Frente a él pudo divisar las ruinas del hospital donde se estaban quedando, por lo que aceleró sus pasos entre los escombros y los automóviles estrellados. La imagen del sitio le traía recuerdos espantosos, aunque no se tratara de la sede donde todo había transcurrido. Sacudió su cabeza tratando de despejar sus pensamientos y centrarse únicamente en las variantes reales a las que debía hacer frente. Se recordó internamente que no debía pensar en el pasado, no aún.
—Llegamos— dijo girándose hacia Yoongi a la vez que detenía sus pasos en el derrumbado hall principal. El jovencito recorría con la vista el sitio, deteniéndose en las plantas que cubrían la mayoría de los restos de lo que cierta vez fue un próspero y amplio centro médico.
—Una imagen algo penosa, pero el verde da un dejo de esperanza, ¿no te parece?— Comentó logrando retomar la atención del peli-cereza.—No hubo mucho rato de tiempo "fluyendo" luego Del Fin, pero aún así la naturaleza aprovechó cada segundo para ir creciendo...—agregó casi como una reflexión propia más que algo dirigido al su acompañante quien lo observaba en silencio, confundido y expectante en iguales proporciones.
—Aquí... ¿Vives?—consultó en voz baja, como temiendo preguntar todo lo que probablemente su mente intentaba procesar.
—No es lo más hogareño, pero por el momento me quedo acá—respondió, atento a sus reacciones.
"No es peligroso.." pensó casi al instante, dejándose llevar por su aspecto inofensivo, para luego golpearse internamente por su propio pensamiento.
"No. No debo confiarme.. " se contradijo mientras señalaba con una mano la zona de espera del establecimiento que estaba repleta de sillas, en una silenciosa petición al más pequeño de que tome asiento en la que encuentre más entera.
El adolescente se sentó con cuidado en una de ellas luego de mirar con cierta desconfianza la vieja estructura que se suponía que debía aguantar su peso. Parecía estar dispuesto a seguir sus indicaciones, a pesar de estar claro de que no había entendido ni una sola de sus palabras anteriores. Parecía no tener idea Del Fin. Su fe se hizo más fuerte. Debía ser de la primer generación, no había otra posibilidad.
—Sé que tienes muchas dudas, las iré respondiendo... Pero antes de ir donde está Vante debemos hablar un poco.
Se detuvo un momento, analizando qué era conveniente decir y por dónde comenzar
—Bueno toda conversación debe iniciar por lo básico, ¿no?— Dando una breve inclinación formal, agregó— Mi nombre es Park JiMin. Soy científico del gobierno.
La expresión de Yoongi se transformó a una de sorpresa, con la boca y los ojos tan abiertos como platos. Un intento de sonrisa se asomó en su boca, haciéndole sentir extraño. Hacía tanto que no sonreía que sus músculos faciales parecían estar casi dormidos.
—Bueno no es necesario esa repentina seriedad, ya no hay gobierno.. .Así que ahora sólo soy un científico— comentó con simpleza, aunque su pecho se contrajo con esa terrible afirmación.
El muchacho no dijo nada, lo seguía mirando embobado. Era lógico pensar que no tenía el aspecto de un genio prodigio de joven edad, pero no había tiempo para más charla sobre él.
—Bien, finalizando la presentación el resto no es un tópico tan relajado...— carraspeó algo incomodo por la fascinación con la que el joven lo observaba.—Te noto muy estable. Así que hay solo dos posibilidades lógicas: Sos un atemporal reciente, lo cual descarto porque no tenés idea Del Fin...
Se detuvo un momento para analizar la genuina interrogante que se plasmaba en el rostro del menor.
Claramente no entendía de qué hablaba.
Lamentaba tener que ser quien le de las buenas y malas noticias de su privilegiada condición.
Carraspeó otra vez, antes de ser capaz de encontrar su voz para continuar.
—La segunda posibilidad, que es por la que yo me inclino personalmente... es que no sos reciente, y tu deterioro cerebral no es tan grave... Aún.
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