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Capítulo 1: Tarde

El tiempo es una ilusión.
No tenemos ninguna evidencia del pasado
más allá de nuestra memoria de él,
ni evidencia de un futuro
que no sea nuestra creencia en el mismo

-JULIAN BARBOUR -

NAMJOON
Fecha: 28 de marzo de 2020

Esa mañana húmeda y nublada ya había iniciado mal para Namjoon desde el momento en que abrió los ojos.

Para empezar, su alarma no sonó, haciendo que se despertara tarde.
Una vez levantado y sin poder tomarse una ducha como acostumbraba, descubrió en un agrio primer trago que la leche que usó en su café estaba vencida.
Y como si no fuera suficiente, el reloj de su cocina resultó estar atrasado pero no lo notó hasta ver la hora distraídamente en el celular —con poca bateria— y entonces descubrir que ya estaba por empezar su clase.

Así fue como el joven pelinegro de 26 años Kim Namjoon tuvo que salir corriendo, sin haber desayunado siquiera y aún con el estómago algo revuelto por el fatídico sorbo de café.

Parecía que el tiempo estaba empeñado en ser su enemigo ese día.


Aminoró su paso a medida que el edificio de su universidad se hacía más grande e imponente: ya estaba allí —aunque tarde, por supuesto—.

Hizo una mueca de disgusto al ver nuevamente la hora, y comenzó a avanzar por el amplio campus con un caminar que se iba poniendo cada vez más nervioso.

Claro que él era un muchacho de pensamiento lógico, podría sencillamente haber considerado que ese lunes había sufrido una cadena de eventos desafortunados aleatorios... Pero desde que abrió los ojos, Nam tenía en el centro de su pecho una sensación espantosa y constante de que algo estaba mal.

Mientras cruzaba la entrada con pasos poco seguros, sacudió su cabeza tratando de convencerse de que todo era una sensación pasajera: quizás un resfrío que le iba a agarrar en breve o incluso los efectos del hambre y no haber podido comer nada apropiadamente..

"Sí. Eso debe de ser..." pensó.

La idea de un posible ataque de pánico se quiso instalar en su mente, pero se esforzó por ignorarlo. Hacía más de dos años que no tenía uno y se negaba incluso a pensar en la posibilidad de tener otro nuevamente, por lo que apurando sus pasos avanzó por el corredor de su pabellón y subió las escaleras sin frenar para tomar aire.


Agitado pero pronto, Nam se encontró frente a la puerta del salón 102 , donde se dictaba la maldita materia optativa que tomó por aburrimiento en verano.

"Maldita seas Namjoon del pasado" se reprochó mientras se disponía a abrir.

O al menos eso quiso. Pero no pudo ingresar.

La sensación de incomodidad se hizo tan intensa que antes de poder ser consciente de lo que hacía, su mano había soltado el picaporte como si éste tuviera electricidad y estaba huyendo a la cafetería del mismo piso.

Fue casi un acto reflejo, que fue incapaz de controlar hasta hayarse conaiderablemente lejos.

"Genial. Estoy huyendo de un salón.
¿Es quizás un buen momento para retomar con la psiquiatra de hace unos años?..." dudó mientras se frenaba a unos pasos de la puerta que accedía a la sala de la cafetería universitaria.

Trató de recordar los ejercicios de respiración que le había enseñado aquella profesional, e ignorando las miradas extrañas de los otros estudiantes que debían apartarse para entrar y salir, trató de concentrarse:

Inhalar..

Alguien lo empujó levemente en el hombro al pasar.

Exhalar...

"RARO" le susurró una chica a la otra.

Inhalar...

Intentó secarse el sudor frío de las manos en su pantalón.

Exhalar...

—¿Namjoon..?

El muchacho abrió los ojos al reconocer la voz que se dirigió a él a unos metros de distancia.

—Hoseok... Hola.—Le respondió con la garganta algo seca a causa de toda la ansiedad.

El muchacho le sonrió con los labios en una característica forma de corazón mientras se acercaba al pálido Nam que seguía parado a escasos pasos de la entrada del comedor.

—¿Qué haces por aquí, querido vecino?— preguntó una vez que estuvo de frente a él, mientras movía animadamente sus brazos y manos de una forma muy efusiva.—Estás de suerte porque si me acompañas, ¡yo te invito el café!-.

El mayor se quedó un instante observando al enérgico pelirrojo de ropa colorida: jamás terminaría de acostumbrarse a ese muchacho de batería inagotable que se había mudado a una pensión de estudiantes frente del departamento suyo hacía un año atrás.

No habían cruzado muchas palabras, como era de esperarse en alguien introvertido como Namjoon, sólo las suficientes para notar que compartían carrera, que era un poco menor que él y que por supuesto eran muy opuestos.

Sin embargo, su calidez lograba generar en él una cierta calma y una sensación de amistad que le invitaba a ser honesto así que rascando su nuca se animó a confesarse a medias

—En realidad debería estar en clase optativa IV, pero llegaba tarde así que vine aquí.

"Eso es Namjoon, evita hablar de la parte del casi ataque de pánico..." se recordó mentalmente en un tono de auto-reproche.
Hoseok cambió su sonrisa-corazón por una perfecta "O" y lo señaló con un dedo acusador que le tocó el pecho

—¿Estás rateandote?—preguntó con un tono sorprendido.— Jamás lo hubiera imaginado.

—Bueno... uhm..  no, o sea... yo... — Por alguna razón, la sentencia del otro lo ponía incómodo y nuevamente se rascaba la nuca falto de palabras.
Él no era un muchacho que se rateaba, siempre había sido un auténtico chico de diez, él había adelantado años en el colegio y entró más joven a la universidad...
Él no se rateaba... ¿O sí?...

—Sh sh sh sh-—lo calló Hoseok tomándolo de la mano sin permiso mientras lo arrastraba por el pasillo— ¡No dejaré que mi vecino sea un vago!

"¿Vago?" Se repitió ofendido, pero antes de poder abrir la boca para quejarse el pelirrojo volvió a interrumpirlo.
—No tengo esa clase hasta el año que viene, pero me sirve de todas formas. ¿Qué salón es?

Nam no pudo evitar preguntarse por qué entonces el menor estaba allí, ¿No tenía clase? ¿Se le había suspendido? ¿Por qué no quedarse tomando un café? ¿Desde cuándo lo trataba con tanta confianza?

Más cuando se frenaron y el enérgico jóven lo miró a espera de una respuesta, al abrir la boca sólo salió un tímido "Salón 102".

La radiante sonrisa regresó al rostro del menor y volvió a arrastrarlo con determinación. "Maldición, me siento como en la secundaria otra vez..." pensó con tono amargo mientras recordaba lo difícil que era hacerse oír o respetar en aquellas épocas.

—Nos está mirando, lo conoces?—
La voz de Hoseok lo sacó de sus desagradables recuerdos y lo hizo notar que habían frenado nuevamente.

Estaban a unos metros del salón 102, y recostado contra el marco de la puerta (de la misma de la que había huido minutos atrás) había un chico que jamás había visto.
Pero a pesar de no ubicar su rostro, con sus ojos gatunos lo miraba con una ira tan profunda que lo hacía achicarse a espaldas de Jung.

Ese muchacho estaba cabreado, no había dudas, ¿Pero por qué parecía que su enojo estaba dirigido a él?

—Lo conoces?...—repitió nuevamente Hoseok, un poco más a la defensiva.

—No... Yo... —Nam miró confundido al jóven de ropas oscuras y descuidadas, pelo rojo-cereza intenso y una piel tan pálida que parecía algo enfermo.
Nadie de ese aspecto venía a su mente.

—No sé quién es—murmuró como si temiera que lo oiga.

Pero lo hizo, o eso pareció, porque automáticamente el misterioso chico dio un par de pasos firmes para acortar la poca distancia que lo separaba de ellos dos y se detuvo cruzando los brazos con la expresión rígida.

La diferencia de alturas —y de edad— se hizo evidente, pero a pesar de ser más pequeño no le quitaba en absoluto lo intimidante.

—Veo que ya conseguiste el desayuno— dijo con los dientes apretados y voz grave, desconcertado totalmente al moreno con aquella sentencia tan extraña.

El chiquillo parecía estar conteniendo sus ganas de abalanzarse sobre ambos y molerlos a golpes. Namjoon sintió un genuino miedo de que suceda, incapaz de poder emitir palabra con la boca abierta.

—¿Sabes qué? Olvídalo.— Dijo finalmente el adolescente escupiendo cada palabra como si todo lo que representara Joon le generara un profundo odio y rechazo.

Miró de soslayo a un desconcertado Hoseok, y luego de una mueca de desagrado los pasó de largo no sin antes empujar con su cuerpo de lado al mayor, que casi cae al suelo —cosa que no sucedió gracias a que Jung fue lo suficientemente rápido para sostenerlo antes de hacer el ridículo desparramado en el piso—.

Se giró hacia donde se estaba yendo el pálido y enano matón, confundido y molesto en iguales proporciones.

"¡¿Pero qué carajo le pasa a este niño?!".

Para su sorpresa, antes de poder siquiera pensar un insulto apropiado para gritarle a la distancia, el jóven paró su retirada y sin siquiera molestarse en mirarlos volvió a hablar.

—"Namjoonie", cuando sepas quien soy, voy a estar acá para que descubramos qué pasa.

Los ojos de Namjoon se abrieron tan grandes como pudieron y nuevamente se quedó abriendo y cerrando la boca sin que salga sonido. No llegó a recomponerse de la sorpresa para llegar a preguntar de dónde sacó su nombre, porque al instante el peli-cereza continuó su camino con pasos rápidos y firmes, perdiéndose rápido de la vista.

—¿Namjoonie?— repitió su vecino mirándolo con una expresión seria que jamás había visto.—A mí sí me parece que te conoce.

"¿Pero qué demonios?"

No entendía qué estaba pasando. Estaba seguro de no haber visto jamás ese rostro. ¿Y qué con ese trato de tanta confianza, como si se conocieran de toda la vida? ¿Estaba loco acaso? ¿Cómo averiguó su nombre?

—¿Namjoon?

—No tengo idea... Está loco— balbuceó sin estar muy convencido de lo que él mismo decía.

La sensación de que algo estaba mal volvió a instalarse en su pecho.
Sin mediar palabra se soltó del agarre de Hoseok y entró al salón aún pensando en lo que el extraño niño le dijo como si supiera quien es y dónde encontrarlo.

—Que mañana más extraña...— murmuró abriendo la puerta mientras intentaba sacudirse de la mente todos los pensamientos que se agolpaban en su cabeza sin ser ninguno muy claro.

Algo dentro le estaba avisando, quizás: ese no iba a ser un día normal.

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