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seventeen✧

Lorena me compró un vaso de café llegando a la universidad porque le comenté que no había dormido nada, la recompensa fue contarle todo con detalle. Mi amiga casi se cayó de espalda al saber lo que había salido de la boca de Luke.

Le gustas al rubio” fueron sus palabras.

Negué varias veces, porque… no podía ser así, era demasiado pronto para saltar a esa conclusión. De todos modos, lo que dijo se ha queda rondándome durante todo el día, trato de distraerme y ocuparme de mis obligaciones, pero entre más le doy vueltas al asunto, llego a la misma conclusión de mi amiga. ¿Le gusto a Luke? Parece una broma, una broma que decido ignorar y enllavar en lo más recóndito de mi mente.

—Powell, ¿Qué haces? —cuchichea Josh a mi lado, despierto de mi ensoñación y me percato ya muy tarde de que he llenado de más la taza de helado. El líquido espeso rebasa de la taza. Maldigo.

Sí, no he podido estar atenta tampoco en mi trabajo.

—Lo siento —musito con pena. Limpio todo y me encargo de llenar otro adecuadamente para entregárselo al cliente tras el mostrador. Doy lo mejor de mí para mostrar una amplia sonrisa.

El establecimiento se va llenando conforme las horas, a un grado que Regina viene a ayudarnos, lo cual es una sorpresa que haya dejado de leer su libro. Josh se queja porque ella no lleva un gorro como nosotros.

—Solo digo, es por la presentación del local —le dice mi amigo las mismas palabras que nuestra jefa nos dice. La mujer le da una mirada recelosa, pero se dispone a despachar. Veo con advertencia a Josh, este solo me sonríe cómplice.

Una vez nos desahogamos, Regina regresa a su mesa en la esquina del lugar, dejándonos con todo otra vez, pero ya es poco. La peor hora es a las 3, por alguna razón, gente que trabaja cerca de la zona viene acá en sus descansos.

— ¿Qué te sucede hoy, Powell? —cuestiona Josh, desde que descubrió que mi apellido era ese no ha dejado de llamarme por este, según él suena genial.

Me ve curioso, se ha apoyado en los estantes donde están algunos saborizantes y dulces. Me encojo de hombros.

—Solo estoy cansada.

—Lo noto —alza ambas cejas con diversión, lo que provoca que le vea mal, pero no puedo evitar sonreír. A veces deseo que Josh fuese a la misma universidad que yo, pero la cuestión es que él está en un curso en línea de programación.

—Te toca —le tiendo el trapo para limpiar las vitrinas, él asiente, observo cómo sale de la barra para limpiar los vidrios desde el otro lado—. Oye —llamo su atención, inclinándome un poco hacia su dirección, nuestros ojos hacen conexión a través del cristal—. Hipotéticamente hablando-

—Hipotéticamente hablando —concuerda con diversión.

—Si te gustara alguien que sabes que no debería, ¿Qué harías?

Mi pregunta parece sorprenderle, por lo que deja a un lado el limpión para regresar a mi lado. Sus ojos me observan con intriga.

—Percibo drama —es lo que dice, pongo los ojos en blanco y Josh alza sus manos a señal de rendición—. Vale, ya, pues, no sé —frunce su ceño—. Hipotéticamente hablando, es probable que lo reprima y haga como si nada, en plan: de la nada ya ni veo ni oigo.

—Uhm —murmuro, sé que él hará preguntas y para mi suerte, una señora se acerca con dos niños, los cuales se tardan una eternidad para elegir el sabor que quieren.

***

El local ya está cerrando, Josh apaga las luces de atrás, le espero en la entrada, pues, desde ahora él se ha dispuesto a acompañarme a la parada de autobuses luego de aquel incidente con el extraño que me persiguió. Agradezco que aquello viniese de Josh.

—Listo —me avisa, Regina tuvo que irse desde antes por un asunto personal, así que las llaves se las dejó a él.

Salimos por completo del lugar, la noche es fría y el viento roza por mis brazos y rostro. Estamos a punto de comenzar a caminar, cuando una bocina nos sobresalta.

Mi corazón se detiene al ver una camioneta aparcada al lado nuestro. ¿Qué hace aquí?

— ¿Ese no es el tipo de aquella vez? —cuestiona Josh a mi par, pero no le presto atención porque Luke ha bajado del vehículo y viene hacia nosotros, por inercia retrocedo un paso.

—Hola, venía por ti —es lo que dice con vacilación, dirigiéndose a mí, trae una expresión de contrariedad. Luce mejor desde que lo vi en la mañana con resaca, lleva una gorra negra hacia atrás y una camina manga larga gris. Sin embargo, todavía queda rastros de cansancio en su rostro.

—Josh me acompaña —argumento y los ojos de Luke recaen en mi amigo con seriedad.

—Puedes ir con él si quieres —interviene Josh y quisiera pegarle por mandarme con el rubio. Reprimo un gruñido de exasperación y asiento lento.

—Bueno —acepto, me despido de Josh con un abrazo y camino hacia donde está Luke viéndonos de brazos cruzados.

—Hasta mañana, Powell.

— ¿Powell? —oigo preguntar a Luke cuando llego a su lado. Paso de él para subirme de una vez en el asiento copiloto, me pongo el cinturón y espero a que entre también. Si hago esto es para evitar un drama, aunque es probable que esto provoque uno.

Pienso en el consejo de Calum y tomo una gran bocanada de aire.

—No debiste venir a traerme —suelto, sintiéndome un tanto molesta. Luke se coloca el cinturón de seguridad en silencio y prende la luz amarillenta del techo para alumbrarnos mejor, eso me da acceso para verle su expresión con claridad.

—Te debo unas disculpas.

Frunzo el ceño, pues me ha tomado desprevenida, le veo directo a los ojos y espero a que siga hablando.

—No recuerdo mucho, he pasado tratando de recordar todo el día —expresa cansado, me obligo a mantener mi respiración normal, lo único que deseo es que no recuerde lo ocurrido, es mejor de esa manera—. Pero sé, o al menos siento que te causé molestia.

— ¿Por qué sientes eso? —Cuestiono demasiado pronto, maldición. Luke ladea su cabeza, con confusión. Logro ver cómo trata de formular sus pensamientos, el aire se ha vuelto espeso y honestamente solo quiero bajarme.

—Recuerdo tu rostro, es borroso, pero te recuerdo a mi lado en el sillón —confiesa, ambos nos quedamos en silencio y creo que eso solo le confirma a él que lo que dice es cierto. Dirijo la mirada hacia el exterior. No hemos arrancado. Me siento atascada—. Stevie —dice mi nombre en un murmuro, haciendo que le vuelva a ver— ¿Dije algo que te haya molestado?

Retengo mi respiración, aparto la mirada y niego.

—Nada que me molestara.

—Vale, solo quería confirmarlo porque me siento demasiado extraño estando contigo.

— ¿Extraño?

—Como si hubiese arruinado algo, es tonto, lo sé, pero dijiste que seriamos amigos y luego comienzas a actuar raro conmigo, siento que tuve la culpa de eso-

—No, para —le interrumpo, niego varias veces y me cruzo de brazos, encogiéndome en mi asiento—. No tiene nada que ver.

Mentira.

— ¿Seguimos siendo amigos?

Su pregunta por más simple que parezca, se me hace tan compleja de responder y no logro entender el porqué. Una presión se posa en mi pecho y las palabras se atascan en mi garganta.

—Sí, amigos.

Luke me da una última mirada que no logro identificar a la vez que sus comisuras se alzan y asiente lento. Luego enciende su camioneta para llevarnos a casa.

Los dos no decimos nada más, nos mantenemos en silencio durante todo el trayecto, y es extraño, pero el silencio es tranquilo.

Hasta que estamos a una cuadra de la casa, que me pone nerviosa una razón que mi cerebro se ha encargado de recordarme: Lilie.

— ¿Tu novia sabe que has venido a traerme? —Pregunto, muerdo mi labio inferior y observo dudosa la expresión que me da Luke: Un ceño fruncido y sus labios presionados en una fina línea.

—Sí.

— ¿Sí? —frunzo el ceño con demasiada confusión, esto se me hace anómalo.

Luke asiente, como siempre, restándole toda la importancia que posee el asunto.

—Hemos hablado ella y yo —cuenta—. Estamos bien.

No digo nada más, me cruzo de brazos, confundida, no puedo creerlo, se me hace difícil que las cosas se hayan solucionado así por así, como si nada hubiese pasado. Borrón y cuenta nueva.

—Gracias por el viaje —musito de la mala gana una vez ha estacionado frente a la casa, abro la puerta de la camioneta y salgo, seguida por él.

Al ingresar, noto que no hay nadie en la sala o cerca, lo cual me provoca un gigante alivio, lo último que deseo es tener confrontaciones.

No habrán confrontaciones, todo está bien” me recuerda una voz en mi cabeza con burla.

Voy hacia mi habitación, ni siquiera enciendo las luces o me detengo a cambiarme porque lo primero que hago es hundirme en mi cama y soltar un gruñido sobre mi almohada.




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