
♡₊˚🌷.୧﹕14
Cuando Gulf ve a Mew lo rodea casi instantáneamente con sus brazos en un cálido abrazo y el ojinegro lo corresponde abrazándolo como si de un niño pequeño se tratase.
Están así unos segundos hasta que Gulf decide separarse y le sonríe invitándolo a pasar al departamento.
Mew gustoso se adentra y ambos caminan hasta la sala.
Gulf busca unos bocadillos y los deja sobre la mesita del living, y luego se sienta junto a Mew en el sofá.
Pasan un largo rato hablando entre uno que otro coqueteo de parte del azabache y luego deciden jugar a la play.
Gulf amaba jugar y era muy bueno. Y Mew no tanto, pero si eso quería el castaño no se negaría nunca.
Habían jugado ya unas cinco veces de las cuales cuatro había ganado Gulf. El ojicafe se reía inocente cada vez que ganaba y Mew fingía molestia cruzándose de brazos. Estaban terminando la sexta partida cuando el azabache deja el control sobre la mesa.
— Me rindo.— bufa mirando a Gulf con fingido enojo.
— Pero...— el menor hace puchero y mira al otro reprimiendo una risita. — No es mi culpa ser tan bueno, Mew.
— Al menos déjame ganar una, cariño.— eleva una ceja sin dejar el mismo tono enojado.
— Ya ganaste una.— ahora es Gulf quien se cruza de brazos.
— Pues, quiero ganar otra.— desvía la mirada ahora siendo caprichoso.
Y es cuando Gulf no reprime más su risa y muerde su labio amando la actitud de niño enojado que estaba teniendo.
— Oh, de paso te ríes en mi cara.— lo mira indignado.
— No me río en tu cara, ni siquiera estoy cerca de ella.— menciona viéndolo.
— Buen punto.— le da la razón desviando la mirada para no sonreír.— Pero podrías estarlo.— Le guiña un ojo.
— ¿Ah, sí?— murmura y sin darse cuenta, de un momento a otro yacía sobre el regazo de Mew.
Luego ríe nervioso pero aprovecha para ocultarlo en una broma.
— Ahora si me río en tu cara, amor.— muerde su labio.
— Eres un bebé malo y travieso.— lo mira con una pequeña sonrisa.
— No soy un bebé.— hace un pucherito y casi por instinto se acerca un poco más a él.
— Para mí si lo eres.— murmura contra sus labios.
Gulf no vuelve a protestar si no que roza su nariz con la contraria creando así un beso esquimal.
Las manos de Mew viajan hasta las caderas de Gulf, ambos estaban dejándose llevar y no sabían lo que hacían con claridad.
El más bajo no protesta en ningún momento, ni siquiera se inmuta ante el toque de Mew, porque lo disfruta. Enreda sus piernas en la cadera contraria e inconsistentemente hace fricción con ambos miembros.
El azabache muerde su labio para no jadear y se controla para no repetir él mismo, el movimiento.
Ambos se miran por unos segundos hasta que el ojinegro rompe el poco espacio que queda entre sus labios uniéndolos en un beso lento.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro