Tema #3 Enfermedades mentales
Ficha de personaje:
Nombre: Ayrton Black
Edad: 17 años
Altura: 1,50
Color de ojos: Marrones
Enfermedad mental: Licantropía Clínica (Avanzada)
Familiares: Madre
Estado de la enfermedad. Avanzada, alto riesgo.
El aullar de la luna, una y otra vez.
Narrador testigo
Silencio.
No había nadie por los pasillos, y sinceramente los comprendo. A mi tampoco me gusta estar de noche en un lugar así, pero es el trabajo. Me dirijo a la oficina del doctor Rodríguez, eran apenas las 6:00am, y nuestra noche ya había sido un caos.
Me sorprendió cuándo no lo encontré en la oficina, y supuse que estaría con él, por lo que realice dos o tres pasos más y allí lo halle. De pie mirando por aquella ventana, la habitación y a la persona que se encontraba del otro lado.
—Doctor, debe descansar, fue un día agotador.
Me miro por apenas unos segundos, y tan solo asintió con su cabeza. Se fue dejándome solo, mire por la ventana al joven que se encontraba ahí, y no podía creer que el hubiera cometido tantas locuras, de no haber sido que lo presencie todo.
Tres horas antes (Psiquiátrico de California)
Miraba el techo de la oficina del señor Rodríguez, un reconocido psiquiátra de treinta y nueve años, muy comprometido con su oficio. Yo tan solo era un simple asistente, y aunque este lugar lograba ponerme los pelos de puntas, debía mantener la cordura porqué necesito el empleo. Hoy era mi tercer, y tal parecía que seria una noche tranquila. Pero me equivoque.
Por el pasillo, venían corriendo una mujer y un hombre, con la mirada llena de terror por parte del hombre, y por parte de la mujer, tristeza; miedo; y angustia.
—¡Ayuda!, por favor, alguien que nos ayude. —escuche los gritos, desde el marco de la puerta de la oficina, en donde me encontraba parado.
—¡Ey! —grite, para que me escucharan, ambos giraron su cabeza hacía mi direccion —señores, por favor, no se puede gritar aquí, irrumpiran la tanquilidad de los pacientes.
—Por favor, ayudenos, doctor. —me rogó la mujer.— Debe salvarlo.
— Espere señora, por favor. Yo no soy el doctor, el esta ocupado con un paciente ¿Qué ocurre?
—Mi hijo... Él, ayudelo por favor...
Entré la desesperación, y sus sollozos no lograba comprender que le pasaba.
—Ire por el doctor... —deje la frase suspendida, ya que el doctor apareció detrás de mí.
—¿Qué ocurre, señora? —le preguntó.
—Mi hijo, doctor, debe salvarlo, el está como loco.
—De acuerdo, necesito saber como se llaman ¿Usted es su esposo? —se dirigió al señor, que aguardaba impaciente a un lado.
—No, el es el taxista que me trajo hasta aquí. —explicó la mujer, temblando.
—Muy bien, yo soy el doctor Rodríguez y el es mí asistente el señor Darwin. Ahora ¿Puede decirnos que ocurre?
La señora comenzó a explicarnos lo que sucedía.
—¿Cómo dice? ¿Cree que es un animal? —interrogue.
—Asi es, no sabemos porqué o que lo provoca, me recomendaron al doctor pero no había sucedido hasta hace una hora.
—Por lo que nos cuenta, al parecer estábamos ante un caso de licantropía clínica. ¿Qué es? Lo que su nombre indica, es una condición psicológica en la cuál la persona cree que puede transformarse en un animal. Adopta los gestos y comportamientos de un animal salvaje, señora ¿Cómo era el comportamiento de su hijo?
—Nos gruñía y se retorcía complementa. Al principio, solo eran aullidos y gruñidos, que fue cuándo decidí traerlo aquí. Al llegar, no se que fue lo que le ocurrió, pero salió corriendo en cuatro patas y gruñendo, como un autentico lobo.
Vaya, eso suena como una autentica locura, estaba por emitir sonido cuándo vemos una sombra doblar la esquina del pasillo 14
Era un joven, de apenas unos 17 años, el cuál se encontraba con la cabeza agacha. En su hombro tenia ¿Un oso de peluche?
—¿Qué dices, Jack. —comenzó a decir, mirándonos.—Son simples humanos, pero creo que saben riquísimos, desearía probarlos —Seguía hablando con el peluche, mirándonos con ojos de psicópata
—¿Doctor, esta seguro de es el diagnostico indicado? —interrogue, esto parecía ser más un ataque de esquizofrenia con un poco de demencia.
—Darwin, el joven esta actuando como un autentico lobo salvaje, créame es eso.
Veo que el joven comenzó a incarse en modo de quedar en cuatro patas. Dios, ¿Acaso no vendrá hacia nosotros o si'
Y la respuesta, es si.
De repente, corrió en forma de lobo hacia nuestra dirección. Corrimos con todas nuestras fuerzas hasta entrar de vuelta a la oficina y atrancamos la puerta con los muebles que estaban ahí.
El joven, golpeaba la puerta, rapaba y hasta algunas veces aullaba.
—Señora, debo sedar a su hijo, es la única forma.
La mujer, miraba asustada al doctor, pero el tenía razón. Si no lo tranquilizamos sólo nos haría daño.
—¿Pero el estará bien? —interrogó asustada.
—Lo sedaremos, y lo internaremos para estudiar su condición.
—De acuerdo, doctor. Haga lo que tenga que hacer para salvar a mí hijo.
El doctor rebusco entre los cajones de su gran armario en donde contenía sus cosas; jeringas, medicación, experimentos, etc
Agarró dos tarros de sedante y dos jeringas.
—Darwin, usted me ayudara, vamos.
Me entrego las cosas, y sacamos los muebles con mucho cuidado de no anunciar nuestra salida.
Al sacar todo, abrimos la puerta y observamos el lugar. Los pasillos estaban vacíos y no había rastros del joven.
—Ustedes se quedan aquí —dijo con determinación el doctor.— Sera más seguro que afuera.
Cerramos la puerta, y comenzamos a buscar al joven para poder sedarlo. Dios, me temblaban las manos, y me sudaba la frente a n frío. Sentía las gotas de transpiración bajar por mí nuca.
—Doctor ¿Y si está armado?
—¿A qué le tenes, Darwin?
—Sin dudas, a qué nos mate doctor.
—Procuremos en sedarlo rápido ¿Si? Nos ahorraremos mucho papeleo.
Buscamos en todas partes, pero nada, ni rastros del joven. Estábamos por volver, cuando vimos que estaba intentando entrar a la oficina en donde dejamos al hombre y a su madre.
—Doctor, hay que hacer algo —susurre, el aún no se había percatado de nuestra presencia.
—Debemos acercarnos lento, o se nos irá.
De pronto, se me ocurrió una idea, que nos podría funcionar.
—Tengo una idea, solo haga lo que yo le diga.
Llevábamos a cabo nuestro plan, el cuál consistía en que yo lo tenía que atraer hacia mí mientras el doctor debía taclearlo y ponerle la jeringa en el cuello.
Hicimos lo pactado, y cuándo me deje ver, enseguida vino corriendo hacia donde estaba. El doctor, lo tacleo hasta quedar los dos desplomados en el suelo, agarre la jeringa y se la inyecte en el cuello dejándolo completamente dormido.
—¿Qué está pasando aquí? —escuche la voz de un hombre a nuestras espaldas.
Era un hombre de al menos unos 54 años de edad, llevaba puesto un abrigo enorme. Tenía los ojos azules y cabello rojizo
—¿Quién es usted?
El señor, estaba por hablar cuándo fue interrupido por una voz femenina.
—¿Alfredo? —era la madre del joven.
—Ana, que gustó verte. ¿Cómo sigue mí sobrino?
—Bueno, al parece lograron dormirlo. —dijo mirando el cuerpo del chico a nuestro lado.
—Disculpen, me presento mí nombre es Alfredo Dalas y soy el hermano de la señorita acá presente. ¿Ustedes quienes son?
—Doctor Rodríguez y mí asistente Darwin. Mucho gusto.
Estrechamos su mano y procedimos a llevar al joven a realizar estudios y por último a su habitación. El hombre nos dijo que era juez de California, y que luego de hablar con su hermana había quedado preocupado por la segura de ella y de su sobrino.
Era gracioso, porqué terminamos siendo: Un enfermo, un psiquiatra, un taxista, un asistente, y un juez junto a su hermana.
Fue una noche de completa locura, y eso que es mí primer día.
Presente.
Estaba por irme, cuándo el paciente había despertado. Miraba la habitación con desesperación y miedo. Parecía otro joven distinto, este el natural y original.
Me fui de ahí antes de que me viera, ingresé a la oficina y ahí se encontraba el doctor. Realizando las pruebas de las muestras extraídas del ADN del joven.
—¿Los familiares se fueron? —me preguntó el doctor.
—Si, los llevo el taxista. La mujer le quiso pagar extra por todas las molestias, pero él se negó. —me reí en secó al recordar la escena.—¿Usted cree que ya terminó todo?
Intentó responderme pero un aullido opacó sus palabras. Cambió su semblante para decirme:
—Temo que esto seguirá, una y otra vez.
#bloodynithsawards
TheAlphaGroup
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