veintiuno
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Jane regresó a la realidad cuando se dio cuenta de que había llegado a la enfermería. Sabía que no la dejarían estar allí por ser tan tarde, sin embargo, en serio necesitaba ver a Regulus. Entró con precaución, teniendo cuidado para que nadie la viera y cuando lo logró, vio a Regulus en una de las camas, de hecho, era el único.
Se acercó en silencio, el chico tenía los ojos abiertos y miraba el techo con atención pero seguramente estaba perdido en sus pensamientos. La chica notó de inmediato las marcas de los golpes en su lindo rostro y se sintió terrible.
Tenía un pómulo rojo y la mirad de labio roto. Seguramente tendría más marcas en el resto de su cuerpo.
Jane se culpaba de todo lo que le pasaba a Regulus y se odiaba por eso. Se acercó un poco más al chico para acariciar su rostro y retirar un mechón de cabello de su frente. Él la miró y sonrió apenas.
—Hola —habló lo más bajo que pudo.
—Hola —Regulus alzó un poco su mano para acariciar la mejilla de la chica.
Ella cerró los ojos y liberó un suspiro cuando sintió las frías manos del chico sobre su cálida piel. Sintió una fuerte electricidad recorrer todo su cuerpo.
—Estás molesta —notó él. Odiaba que la conociera a la perfección.
Regulus se hizo a un lado en la cama, no sin quejarse un poco por el dolor al moverse. Jane se acostó a su lado y trató de ser cuidadosa con sus movimientos.
—James es un imbécil y Sirius es aún peor.
Black frunció el ceño, molesto. Sabía que no se refería a los golpes de él.
—¿Qué te hicieron?
Dudaba de contarle a su novio lo que había ocurrido hacía tan solo unos minutos. Se iba a molestar y seguramente querría vengarse de esos dos idiotas sin importar que estuviera aún adolorido.
—No quiero hablar de eso ahora —dejó salir un extenso y profundo suspiro a la vez que evitaba el contacto visual.
—Jane... —usó su tono de advertencia.
La chica se acomodó con cuidado entre los brazos de Regulus y se movieron un poco hasta que ambos encontraron una posición más cómoda.
—Te vas a enojar si te lo digo —levantó la mirada para verlo a los ojos.
Él liberó una risa sin gracia.
—Bueno, no creo poder detestarlos más de lo que ya lo hago.
La chica tragó ruidosamente, debatiendo internamente si debía o no decirle. No más mentiras ni engaños, se recordó.
Entonces le contó lo que Remus le había dicho, también le contó sobre el enfrentamiento que tuvo con ellos y todas las cosas desagradables que les había dicho. Se sentía un poco mal por no arrepentirse de sus palabras, estaba tan molesta y tenía la gran necesidad de decirles todo lo que sentía.
El cuerpo del azabache se había tensado y por más que trataba de no pensar en matar a esos dos idiotas, el enojo era mayor. Nadie le hacía daño a su chica y salía ileso. Pero también estaba bastante orgulloso de ella.
Ninguno dijo nada más y cerraron los ojos para dormir. La chica debía levantarse antes de que alguien los descubriera por la mañana pero ahora mismo sólo quería disfrutar de la sensación de dormir junto a su amado.
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La radiante sonrisa de Jane había regresado y ahora iluminaba de nuevo los pasillos del castillo. Sin embargo, las miradas de los estudiantes se dirigían a ella gracias a que la chica tomaba la mano de Regulus con gran orgullo.
Él sonreía con arrogancia mientras caminaba de la mano de su amada y veía las miradas de odio por parte de algunos chicos.
¿Jane Potter y Regulus Black? ¿Era alguna clase de chiste?
No. Por supuesto que no.
A James le hervía la sangre por verlos juntos pero no se atrevía a decir absolutamente nada. Jane ya lo odiaba lo suficiente como para arruinarlo aún más. Y por su parte, Sirius sólo podía pensar en las hirientes palabras que le dirigió Jane. Sólo podía sentirse horrible y completamente culpable.
Él también la había dañado muchísimo y dudaba que alguna vez lo pudiera perdonar.
Por otra parte, cuando Regulus miraba sin querer hacia su hermano o hacia James, parecía que les quería arrancar la garganta. Incluso ellos sentían un fuerte frío recorriendo su nuca cuando los intensos ojos del menor de los Black se dirigían a ellos y parecía que los atravesaba lenta y dolorosamente con una daga.
Y si no les había hecho algo aún, era por Jane. Ya había sufrido lo suficiente como para meterse en más problemas.
Además, adoraba ver a Jane con una deslumbrante sonrisa, saltando por todas partes y sin dejar de hablar. Esa sí era su Jane Potter.
Y la amaba más que a nada en el maldito universo.
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