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Los adultos por lo general no creen en el amor joven, dicen que sólo son las hormonas y que es algo pasajero. Que pronto te darás cuenta de que no es lo que esperabas.
Pero Jane y Regulus sabían que lo suyo era algo diferente. De alguna manera. Como si fueran almas gemelas destinadas a encontrarse a como diera lugar.
Ambos eran capaces de vivir el uno sin el otro, no dependían del otro, pero sin duda alguna, cuando estaban juntos se complementaban a la perfección. Sentían que podían luchar contra todo y contra todos si sus manos estaban tomadas con fuerza.
Demasiado cliché para una historia que estaba destinada al sufrimiento.
Séptimo año fue el más tranquilo y llevadero de todos. Sin Sirius ni James rondando por los pasillos del colegio, todo era mil veces menos estresante. Principalmente porque ya no se escuchaban los gritos de los estudiantes que habían caído en alguna de sus bromas.
Fue de los mejores años para Jane y Regulus. Sin problemas, sin críticas, sin golpes ni hermanos celosos. Fue el año en que descubrieron que realmente se amaban con cada uno de sus defectos y virtudes, y que sin importar nada, ellos iban a luchar por lo suyo.
Sin embargo, cuando terminaron con su último año, las cosas se pusieron bastante tensas. Regulus pasaba más tiempo junto a Voldemort, Black era un fiel seguidor y Jane en serio trataba de seguir su ritmo pero lo cierto es que estaba aterrada.
Así mismo, Jane había comenzado con su preparación para convertirse en sanadora. Sus padres estaban muy orgullosos de ella, también James, pese a que seguían sin hablarse.
Aquel era un sábado, Jane estaba en la casa de los Black junto a Regulus. Ambos acostados en la cama de este ultimo, mirándose de frente.
La chica acariciaba con suavidad el rostro de su novio, era evidente el cansancio del chico y se sintió un poco mal por ello.
—Pareces cansado, Reg —las yemas de sus dedos recorrieron las marcadas ojeras.
El chico cerró los ojos un momento, sintiendo el suave toque de su novia. Le encantaba la sensación de su piel contra la de él.
—Sí... han sido días complicados —murmuró sin abrir los ojos y dejando salir un profundo pero suave suspiro.
Jane acercó su rostro para besar a su novio, Regulus le rodeo la cintura con su brazo y la acercó a él. Ambos habían cumplido los dieciocho y estaban pensando en buscar un lugar para irse a vivir juntos, lejos de todos, sólo ellos. Pero ese parecía un deseo tan lejano e imposible.
Cuando se separaron, se miraron a los ojos.
—James se va a casar —habló ella con suavidad, volviendo a acariciar el rostro del hombre— Lily me dio la invitación... y le dije que iría. Pero quisiera que fueras conmigo. Tiene que aceptar que tú y yo estamos juntos.
Black la miró por un largo momento en silencio, analizando cada una de sus expresiones y hundiéndose en las caricias de ella.
—Está bien, vamos juntos.
Ella sonrió mostrando los dientes, pero pronto su sonrisa se comenzó a esfumar hasta que pareció ligeramente nerviosa con el ceño fruncido.
—Te amo, Regulus —humedeció sus labios, su mano se quedó quieta sobre la mejilla del hombre— en serio te amo y ahora mismo quiero que sepas que te seguiría hasta el fin del mundo sin importar nada.
Los ojos de Black se cristalizaron, había una cálida sensación en su pecho. Realmente nunca pensó que alguien lo pudiera amar algún día, pero se alegraba tanto de que fuera Jane Potter.
La chica tenía un corazón realmente puro y bondadoso, no se sentía ni un poco merecedor de su amor. Pero allí estaba ella, hablando con auténtica sinceridad, confesando lo que se negaba a creer y jamás pudo haberse sentido más feliz que en ese momento.
Regulus la atrajo más hacia su cuerpo en un abrazo.
—Te amo, Jane. Nunca dudes de eso, haría arder el mundo por ti —la tomó con cuidado de las mejillas para mirarla a los ojos— nadie nunca te hará daño, antes pasarán sobre mi cadáver.
Se quedaron en silencio un largo momento, ambos estaban tan vulnerables en ese momento. Pero estaba bien.
—Promete que nunca te irás —habló la chica, casi en un susurro— que siempre regresarás a mi, pase lo que pase.
La mirada de Jane era suplicante, Regulus sintió que se le partía el corazón. Era una promesa que no podía hacer.
—Lo prometo —contestó luego de un momento.
Pero él haría lo que fuera por ella y no la iba a defraudar.
Sus labios se volvieron a encontrar, la mano de Regulus vagó por debajo de la blusa de la chica, ganándose un suspiro de su parte.
Jane se puso a horcajadas sobre el abdomen de su novio para continuar besándolo con mayor necesidad.
Debía parar.
—Estamos en la casa de tus padres —murmuró la chica a escasos centímetros de los labios de él— no quisiera que me odiaran.
Él rió y levantó la cabeza para volver a encontrar los labios de su amada.
—Está bien, no nos van a escuchar.
Jane dejó salir una suave risa. No podía negar que tenía ganas de más pero no era para nada apropiado. Aunque bueno, la palabra apropiado ya no era parte de su vocabulario, sobretodo cuando habían tenido sus encuentros pasionales en lugares donde no deberían haberlo hecho.
—Regulus —murmuró con advertencia sobre sus labios.
—Mhm.
Pero la poca cordura que Jane tenía, se esfumó por completo cuando escuchó un suave gemido de Regulus sobre sus labios. Era el mejor sonido que hubiera escuchado nunca y entonces ya nada importaba.
Habían dejado de ser unos adolescentes con las hormonas alborotadas pero no dejaban de desear con locura al otro.
Sin separarse del beso, las manos de Black comenzaron a recorrer la cintura de la chica por debajo de su blusa. Jane podía sentir el frío anillo de su novio contra su piel y eso le causó un gran estremecimiento. Se separó un poco de él para comenzar a desabotonar su camisa.
Las manos de Jane eran firmes y seguras pese a la euforia que sentía. Cuando terminó con el último botón, abrió con suavidad la camisa de su novio, acariciando su pecho en el proceso. Regulus dejó caer su cabeza en las suaves almohadas mientras las manos de Jane exploraban cada rincón de su pecho. Jane se inclinó para dejar un camino de besos por todo su cuello y hasta llegar a su pecho.Los dedos de Regulus se enterraron con mayor fuerza en la cintura de la chica.
Las posiciones se invirtieron, Jane quedó con la espalda contra la cama y Regulus sobre ella, acorralando sus manos. La nariz del chico acarició suavemente la mejilla de su novia hasta que encontró lugar en el hueco de su cuello. Sopló suavemente sobre su sensible piel, Jane se retorció debajo de él.
Comenzó a dejar besos, primero por debajo de su oreja, bajando por todo el costado de su cuello e hizo el mismo recorrido del otro lado. Sus labios se dirigieron a su mejilla, a su frente, a su nariz, a su barbilla y finalizó en sus labios donde se tomó su tiempo para disfrutar el delicioso sabor.
Se separó solamente para seguir deleitándose con el resto de su cuerpo. Sus manos liberaron las muñecas de la chica y las dirigió a su cadera para comenzar a deslizar la blusa y sacarla por completo. Miró cómo el pecho de Jane se movía apresuradamente, tratando de recuperar el aliento. Sus dedos comenzaron a recorrer la suave piel de arriba abajo hasta que cada una de sus manos ahuecaron cada pecho con suavidad. Jane arqueo la espalda, Regulus masajeo con suavidad. Siempre siendo tan cuidadoso con ella para no lastimarla.
—Reg... —jadeo.
La delgada tela comenzó a subir, Regulus disfrutaba de ver las expresiones de su chica y que todo fuera gracias a él. El sostén desapareció al instante, liberando los pechos de la chica. Black se tomó su tiempo para sentirlos y descubrir los puntos exactos que hacían estremecer a su novia.
Se inclinó para meter uno a su boca, sin dejar de estimular al otro con su mano. Las manos de Jane se dirigieron a la cabeza de su novio y sus dedos se enredaron en su cabello. Black se separó un poco para dirigirse al otro pecho y hacer el mismo trabajo.
Cuando terminó, los labios del chico comenzaron a bajar dejando suaves besos. Sus boca llegó hasta el pantalón de la chica y la miró antes de hacer cualquier movimiento, Jane asintió, sin dejar de agarrar los cabellos del moreno.
Se dedicó a besar el abdomen bajo de Jane mientras se deshacía de sus pantalones. Los deslizó sin prisa por sus largas piernas y esta vez, le dio toda su atención a sus piernas. Acariciando, dejando un par de besos y mordidas en el interior de su muslo. Era notoria la humedad en la única prenda que Jane aún usaba.
Regulus tomó con cuidado el resorte de las bragas de la chica y lentamente lo comenzó a deslizar por sus piernas, fue por reflejo que Jane apretó las piernas y se cubrió con las manos. El chico le dedicó una sonrisa, indicando que todo estaba bien. Quitó sus manos con cuidado y miró maravillado.
Acercó su rostro, su nariz acarició el montículo con suavidad y luego dejó un par de besos, tuvo que sostener con fuerza las caderas de la chica cuando comenzó a retorcerse.
Comenzó a lamer con suavidad, tentando terreno. Desde su lugar, podía ver las mejillas enrojecidas de la chica y fue simplemente maravilloso.
Los cuerpos de ambos ardían, necesitaban más del otro.
La lengua de Black se comenzó a mover por los lugares indicados, a veces succionando y otras dejando pequeños besos. Cuando encontró el sensible clítoris de la chica, comenzó a estimularlo hasta que escuchó los gritos de Jane. En serio se alegraba de haber puesto un hechizo silenciador y poder deleitarse con esos sonidos sólo para él y por él.
Decidió probar metiendo un dedo, tuvo que poner mayor presión en el agarre de la cintura de la chica y cuando se acopló a la nueva sensación, comenzó a mover su dedo sin dejar de lamer el sensible e hinchado clítoris. Llevó un segundo dedo a su interior, curvando ligeramente para alcanzar esos delicosos puntos.
Sus movimientos se volvieron cada vez más rápidos, le encantaba escuchar los gemidos de Jane diciendo su nombre. Podía sentir que ya estaba cerca, pero él aún no había terminado y finalizó con el estímulo muy repentinamente. Jane se quejó, algo avergonzada. Había estado tan cerca.
Realmente Regulus siempre la sorprendía cada día más.
El chico Black se quitó el cinturón y luego los pantalones junto con su ropa interior, regresó a la cama y se posicionó sobre la chica para atacar sus labios. Jane no perdió la oportunidad de tocar todo lo que podía. Sentir la piel desnuda de Regulus era una sensación inigualable.
La mano de Jane logró alcanzar la longitud de su novio, Black ahogó un gemido. ¿Por qué se sentía tan bien? Las manos de Jane eran tan suaves y se movían de la forma indicada. Su pulgar acarició la cabeza con extrema suavidad, esparciendo el líquido preseminal para usarlo como lubricante. Subió y bajó su mano, primero lento y luego cada vez más rápido.
Regulus la detuvo, pues no aguantaría ni un poco más. Se inclinó sobre ella para volverla a besar con ferocidad.
—¿Estás lista? —preguntó apenas separado de sus labios.
—Sí, Reg. Hazlo, por favor.
Alineó su longitud contra la entrada de la chica y con un suave movimiento comenzó a deslizarlo hasta el fondo. Sus aceleradas respiraciones eran lo único que se escuchaba en la habitación, junto con el fuerte palpitar de sus corazones.
Cuando Jane se acostumbró a la sensación, Regulus comenzó a moverse. La chica envolvió la cintura del chico con sus piernas para acercarlo más a ella.
Ambos eran uno mismo en ese momento, en cuerpo y alma. Black besó el cuello de la chica sin dejar de mover sus caderas y Jane apenas estaba consciente de lo que pasaba. Había tanto éxtasis y euforia recorriendo su cuerpo, que incluso su mente se había nublado. Pero sin duda alguna, era una sensación que le encantaba.
Una fuerte embestida más fue suficiente para ella, había estado tan sensible que no fue capaz de soportarlo más. Su liberación salió junto con un fuerte gemido. Regulus sintió las paredes de la chica contraerse a su alrededor. Dio un par de embestidas más y fue su turno de llegar al cielo.
Su rostro se dirigió al techo mientras cerraba los ojos y dejaba que aquella exquisita sensación le recorriera el cuerpo, luego se dejó caer junto a su novia y la llenó de besos.
Ella comenzó a reír y finalmente se acurrucó a lado de su novio. Estaban hechos todo un lío, pero en ese momento no le importaba a ninguno, más tarde podrían ir a limpiarse.
—En serio te amo, Jane Potter.
La nombrada sonrió mostrando los dientes.
—También te amo, Regulus Black.
Jane tomó su ropa interior desde su lugar y se la colocó sólo para estar un poco más cómoda.
Permanecieron en un agradable silencio durante un momento, Jane acostada sobre el pecho de Regulus, ambos cubiertos hasta la cintura por las cobijas y Black abrazando por los hombros a su novia mientras dejaba suaves caricias con su pulgar.
—¿Jane?
Ella estaba adormilada, pero aún consciente.
—¿Sí?
—¿Te quieres casar conmigo?
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