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veintiocho

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Jane se miraba en el espejo de cuerpo completo, Narcissa estaba detrás de ella con una sonrisa mientras le ayudaba a colocarse el velo. Habían pasado un par de meses desde que Jane dio un paseo por el jardín con Tom, sólo lo había visto un par de veces más, sin embargo, ahora frecuentaba muchísimo más la mansión Malfoy. No era algo que le gustara, aunque tampoco era como que tuviera demasiadas opciones. Sólo debía ser paciente y tratar de mantenerse oculta.

Aquel era el día de su boda. Había un sin fin de emociones dentro de ella; estaba triste porque James no estaría presente pero estaba feliz que por fin se casaría con Regulus, aunque también estaba algo asustada. Estaría en un lugar lleno de Mortífagos, personas que sólo conocía de nombre, el ser más aterrador del mundo mágico estaría presente y eso sólo le causaba muchísimas náuseas y un fuerte dolor de cabeza.

—Te ves hermosa, Jane —le dijo Narcissa, mirándola a través del reflejo.

Bueno, eso era cierto. La castaña lucía como una princesa con ese elegantísimo y precioso vestido que se ajustaba perfectamente a ella. Con encaje y mangas largas acompañada de una tiara y unos aretes que parecían valer una fortuna, estos últimos, habían sido un curioso regalo del innombrable. Jane se había negado pero Narcissa le recomendó que mejor los aceptara y los usara ese día.

La nombrada sonrió un poco. Era una boda bastante lujosa, después de todo, la mayoría de los presentes eran familias bien acomodadas, incluyendo a los Black, que fueron los que pagaron absolutamente todo… después de todo, su ahora único hijo estaba a punto de casarse. Al menos, los padres de Regulus estarían presentes.

Sirius se había vuelto un completo desconocido para Walburga y Orión, así que sólo reconocían a Regulus como su único hijo. Por su parte, Regulus no estaba tan feliz con eso, después de la boda de James y Lily, las cosas con su hermano habían mejorado bastante y mantenían comunicación mediante cartas en clave.

Llamaron a la puerta, Narcissa rápidamente corrió a atender y sonrió ampliamente al ver a su esposo. 

—Ya está todo listo —su voz hizo eco en toda la habitación— es hora —Lucius la examinó de pies a cabeza, por primera vez no parecía disgustado.

Sintió un fuerte dolor en el estómago, junto con una sensación parecida al vértigo. Se sintió mejor cuando recordó que vería a Regulus en sólo unos minutos y por fin sería su esposa. 

Caminó junto a Narcissa por los largos pasillos de la mansión. La cola de su vestido se deslizaba con suavidad. Jane nunca se había sentido más hermosa como en ese momento. 

Los nervios dejaron de ser por miedo y se transformaron en nervios de emoción. La guiaron por toda la casa hasta llegar al jardín trasero donde todos esperaban. A la chica ya no le importaba no conocer a nadie y se centró únicamente en Regulus Black. 

El hombre de sus sueños y al único que amaba con locura y gran intensidad.

Bajó los escalones con lentitud, Narcissa y Lucius habían ido a tomar sus asientos y sólo quedaba Jane, mirando con una gran sonrisa en dirección a su futuro esposo. 

Era más que evidente el gran amor que desprendían por el otro, sus ojos brillaban al verse y nada más importaba. 

Regulus suspiró mientras una gran sonrisa se formaba en su rostro. No podía dejar de mirar maravillado a Jane, y estaba seguro de que se pondría a llorar en cualquier momento por la emoción que sentía.

Sus manos se unieron y se miraron a los ojos, una agradable sensación les rodeó el cuerpo. Ya nada más importaba si estaban juntos, podrían luchar contra todo y todos.

El corazón de Jane iba a mil por hora, ponía todas sus fuerzas para no soltarse a llorar o gritar de la emoción en ese momento, Regulus podía notarlo y eso sólo lo hacía sonreír aún más. Jane era tan adorable y estaba a sólo unos minutos de convertirse en la señora Black. En su esposa.

La ceremonia fue corta y pronto estuvieron todos reunidos para celebrar a la pareja. Ese fue el momento más incómodo, pero la chica trató de permanecer en todo momento junto a su ahora esposo para evitar cualquier contacto con alguno de los invitados. 

El señor Tenebroso sólo estuvo presente un momento y luego se marchó, aparentemente los eventos sociales no eran de su agrado y Jane realmente no entendía por qué les había exigido celebrar su boda allí. 

Cuando la reunión terminó (sin ningún tipo de problema o inconveniente), Regulus tomó a su esposa de la mano y se marcharon. 

—¿Confías en mí? —le preguntó el ojigris. 

Ella sonrió antes de besarlo.

—Por supuesto que sí. 

—Haremos una aparición, pero necesito que cierres los ojos y no los abras hasta que te diga. 

Lo miró nerviosa por un momento. 

—De acuerdo. 

Lentamente, sus ojos se cerraron. Se aferró al brazo del hombre y pronto se hizo presente la conocida sensación de hacer una aparición.

Permaneció con los ojos cerrados pese a que la curiosidad le estaba matando, logró sentir una suave brisa acariciando su rostro y luego sintió los labios de Regulus sobre su mejilla. 

Una pequeña risa se le escapó al sentir su cálido aliento que le hacía cosquillas muy cerca del cuello. Caminaron sólo un momento, escuchó al hombre liberar un profundo suspiro.

—Bien, puedes abrir los ojos. 

Ella lo hizo, parpadeando un par de veces para acostumbrarse a la luz del atardecer. Cuando logró enfocar, vio con atención la casa frente a ella. Sonrió emocionada.

—Es… es… —no podía encontrar las palabras.

—Es nuestra casa. 

Junto a la playa, una casa bastante acogedora, con cafés claros y blanco. Justo lo necesario para ellos dos. Sin duda, también había una espectacular vista al mar. 

—Reg, esto es… es… ¡maravilloso! 

Lo abrazó con fuerza, él tuvo que dar un paso atrás para no caer y luego de darle un profundo beso a su esposa la tomó con cuidado de la mano y la guió al interior. 

Todo era simplemente perfecto. 

Jane tomó con fuerza la mano de Regulus cuando llegaron a la que sería su nueva habitación. Ella lo miró con una mirada, algo parecida a tristeza.

Con la mano de Regulus entre las suyas, besó sus nudillos, el hombre sintió una presión en el pecho.

—Promete que nunca me soltaras  —murmuró la chica sin despegar sus labios de la mano de  su contrario.

Los ojos de Regulus se cristalizaron. No fue capaz de contestar, un fuerte nudo se formó en su garganta y se limitó a besar la cabeza de su esposa mientras la abrazaba con fuerza.

Esta vez no podía prometer nada.

N/A: no estoy tan convencida de este capítulo, lo siento si no es muy bueno jaja

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