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treinta y tres

ADVERTENCIA: CONTENIDO SENSIBLE

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Jane caminaba por mera inercia. Hacía días que no dormía, que no comía y que no lograba encontrar un pensamiento claro. Cada día era más o menos la misma rutina.

Cuando amanecía, ella ya estaba despierta y miraba hacia la ventana desde la cama, siempre con lágrimas en los ojos. Ya nada tenía sentido para ella y ni siquiera luchaba por tratar de sobrevivir.

A las ocho en punto, Tom entraba a la habitación y subía a la cama junto a ella para comenzar a besar su cuerpo. Ella sólo volteaba la mirada y se centraba en la vista hacia el exterior.

No estaba muy segura de cuanto tiempo llevaba sin salir de aquel lugar, pero en ese momento, ni siquiera el tiempo tenía sentido para ella.

Más tarde, se vestía para acompañar al hombre a donde quiera que fuera a menos que él le ordenara lo contrario. Lo seguía a todas partes y siempre permanecía detrás de él.

Ella no entendía exactamente por qué lo hacía, pero era como si ya no tuviera ningún tipo de control sobre sus acciones. Acompañaba al hombre a todas sus reuniones y a tomar sus alimentos pero ella parecía muerta, una sombra sin vida que rondaba por ahí.

Por supuesto que a Voldemort no le importaba, mientras ella siguiera siéndole útil para lo que él quisiera.

Los días transcurrían exactamente igual para Jane. A veces ese hombre le daba extravagantes obsequios, principalmente joyas extrañas o a veces vestidos particulares a su gusto.

Jane se sentía encadenada pero vacía por dentro. Simplemente existía.

Era extraño, todos identificaban a Jane por ser una chica increíblemente risueña y amable, una chica que nunca dejaba de hablar. Pero justo ahora parecía un ser completamente diferente, sin rastro alguno de lo que antes era.

Incluso Lucius, que no le agradaba para nada esa chica, sentía un poco de pena por ella.

Jane no lo sabía, pero habían pasado poco más de cinco meses. Cinco meses de vivir en el infierno.

Esa mañana, Jane no se sentía muy bien. Estaba mareada y con un fuerte dolor de cabeza y de cuerpo. Cuando ese hombre llegó, se dio cuenta de inmediato que Jane no se encontraba bien, pero no era su malestar habitual.

—Le diré a Narcissa que venga a verte —dijo con voz cortante.

Ella lo miró por un momento pero enseguida desvió la mirada hacia la ventana. El hombre salió de la habitación y no regresó.

Narcissa apareció sólo unos minutos más tarde con expresión preocupada. Cuando vio a Jane, sintió muchísima pena. Realmente se veía enferma, estaba tan delgada que se le marcaban los huesos de una manera desagradable, sus ojos estaban rodeados por unas negras ojeras y además estaba tan pálida que daba un poco de miedo.

—Jane, cariño —la mujer se acercó a la cama— ¿te encuentras bien?

Pero Jane no respondió y permaneció con la mirada fija en el exterior.

—Tal vez debas comer algo o si sientes algún dolor puedo llamar a un sanador. El señor quiere que te atiendan.

Jane dejó salir una risa sarcástica.

—Déjame morir. Eso es lo que quiero.

Narcissa se sentó en el borde de la cama junto a Jane y la miró con tristeza.

—En realidad no me puedo ni imaginar por lo que estás pasando. Pero sé que eres una chica fuerte, Jane —se acercó a ella un poco más y luego susurró— te puedo ayudar a escapar.

Pero Jane ni siquiera se inmutó ante las palabras de la mujer.

—Él me va a encontrar... a donde sea que vaya —las lágrimas se deslizaron en completo silencio— y todo fue mi culpa. Sólo quería recuperar a Regulus y si no hubiera venido a este lugar... estaba tan cegada en mi rabia que ni siquiera lo pensé con claridad.

Narcissa tomó la mano de Jane con muchísimo cuido y luego se aclaró la garganta.

—Jane, cariño... ¿te has cuidado? —preguntó con precaución.

La nombrada miró a su contraria con el ceño fruncido pero de pronto algo hizo click en su cerebro y por poco siente que se desmaya.

—Es imposible —negó con la cabeza y un nudo se formó en su garganta— No, no, no, no. Yo no... él no.

—Jane, tranquila.

—Narcissa, por favor. Dime que esto es una pesadilla. Dime que no es cierto.

Narcissa se quedó cayada y esperó a que la chica se tranquilizara. Jane llevó la mano que no sostenía Narcissa hacia su vientre y comenzó a llorar con mayor intensidad.

Gritó.

—No le digas, Narcissa. Por favor, no le digas.

—Tranquila, Jane. Esto se quedará entre nosotras.

De pronto fue como si Jane regresara a la realidad y por primera vez en meses se diera cuenta de lo que ocurría en realidad.

Regulus estaba muerto y ahora estaba embarazada del hombre más temido del mundo mágico.

Comenzó a hiperventilar. Narcissa le ayudó a relajarse y a controlar su respiración. Los minutos comenzaron a pasar, ninguna de las dos dijo palabra alguna.

—¿Qué quieres hacer? —preguntó finalmente la rubia.

Jane la miró fijamente.

—No lo quiero —contestó sin ninguna duda— y tampoco quiero que nadie lo sepa, mucho menos él.

—¿Estás segura, Jane? —insistió.

—Completamente —la interrumpió.

—Entiendo. Pero entonces debes irte de aquí cuanto antes.

Jane comenzó a buscar en su memoria. Había estado presente en cada reunión y aunque no había puesto atención a nada, lo había escuchado absolutamente todo.

—Está noche él saldrá.

Narcissa asintió.

—Esta noche será.

Era un plan sencillo, el problema era si funcionaría. Jane estaba muy débil por no haberse alimentado adecuadamente durante meses y hacer una aparición en su estado podría resultar en una catástrofe por lo que debía regresar a casa por otro medio.

Narcissa informó que Jane solamente estaba desnutrida y agotada. Que sólo necesitaba comer bien y descansar mucho, nadie molestó a la chica en todo el día y cuando Voldemort salió de aquella casa, la rubia fue en busca de la chica para sacarla de la casa.

Había mortífagos por todas partes y Lucius resultaba ser un problema pero Narcissa conocía esa mansión a la perfección y logró sacar a Jane sin que nadie la viera.

—¿Tu estarás bien? —le preguntó Jane.

—Tranquila, me las arreglaré. Pero ten mucho cuidado. Escóndete y pase lo que pase no regreses, también recuerda comer bien. Te daré la dirección de alguien que conozco.

—Gracias, Narcissa. Por todo.

—Cissy —dijo de pronto— Puedes llamarme Cissy.

Jane sonrió.

—Cissy.

Jane corrió hacia la oscuridad y Narcissa la vio alejarse. Realmente deseaba que estuviera bien a donde quiera que fuera.

Jane logró llegar a casa, el hogar que alguna vez compartió con Regulus y fue todo tan extraño.

▪︎▪︎▪︎

Un año.

Fue un año más tarde cuando llegó a sus oídos la noticia de que James y Lily Potter habían muerto. De que Sirius fue llevado a Azkaban y de que Peter también había muerto. No había señales de Remus, pero esperaba que estuviera bien.

Le habría encantado haberse reunido con su hermano antes pero debido a que estaban escondidos, nadie tenía ni idea de dónde estaba él y su familia. Además, ella tampoco podía estar libremente por allí, debía permanecer oculta para que Tom no la encontrara. Le dolió el corazón no haber podido comunicarse con James una última vez.

La única buena noticia que escuchó, fue que Voldemort había sido derrotado y gracias a Merlín, en todo este tiempo, ese hombre nunca la encontró y por fin se sentiría completamente segura y no tendría que permanecer oculta.

Jane no conocía a su sobrino, Harry, pero aún así se negó a conocerlo cuando le dieron la oportunidad. La chica estaba en un punto demasiado inestable y no se sentía capaz de conocer o hacerse cargo del hijo de su hermano recién fallecido.

Aún cruzaba por un gran duelo que poco a poco iba superando. No era fácil, a veces, cuando creía que estaba mejor, caía por el precipicio de nuevo y no le era nada sencillo recuperarse.

La única persona en todo el universo que lo sabía aparte de ella, era Narcissa. Pero sabia que no debía preocuparse por ella. Narcissa le ayudó muchísimo y de vez en cuando le mandaba algunas cartas para mencionarle que seguía viva y que lo seguía intentando.

Había noches en que simplemente no podía más, pero realmente se esforzaba. Seguía luchando por seguir adelante.

En sus peores momentos, se repetía que todo era su culpa. Que James, Lily y Regulus murieron por su culpa. A veces se odiaba. Pensaba que si no hubiera estado tan absorta en su propia miseria... tal vez habría podido hacer algo para salvar a su hermano. A veces no podía más. Pero se esforzaba, realmente lo hacía. Había logrado terminar su formación como sandora y tenía un empleo estable en San Mungo.

Orión Black murió antes que su esposa, Wallburga no soportó la pena y murió poco después que su esposo. Ella realmente no soportó la pérdida de su hijo y fue peor cuando su esposo también murió.

Básicamente, la fortuna Black y Potter había caído en las pequeñas manos de Jane. Pero no podía aceptarlo.

El dinero de los Black quedó completamente intacto y el de los Potter, lo dejaría para su sobrino Harry y que estuviera a su disposición cuando llegara el momento oportuno.

Ella realmente deseaba iniciar desde cero su propia vida. En su casa junto a la playa, con un trabajo que adoraba ayudando a los demás. En serio quería ayudar.

Poco a poco, lograba acoplarse a su nueva vida. Pero debía ir paso a paso, con tranquilidad o no llegaría muy lejos.

Después de todo, no se sana una herida de tal magnitud de la noche a la mañana. Un trauma tan grande como el que vivió la pequeña Jane no es fácil de superar.

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