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Jane podía ser muy inocente, pero no tenía ni un pelo de tonta y sabía que James no estaría de acuerdo con —lo que fuera que tuviere— con Regulus.

Ciertamente a ella no le importaba lo que su hermano pensara, ella era capaz de tomar sus propias decisiones sin necesitar algún tipo de autorización por parte de James. 

Pero si temía por la seguridad de Regulus. No quería que James y Sirius le hicieran algo por su culpa, y por eso sabía que debían mantener —lo que fuera que tuvieren— en secreto. 

—¿Qué es lo que te está molestando?— se escuchó la suave voz de Regulus. 

Jane salió de su ensoñación y miró a Regulus sin comprender. La pluma entre sus manos resbaló y manchó un poco el pergamino en el que se suponía debía estar escribiendo. 

—¿De qué hablas? 

El chico sonrió un poco y dejó con cuidado su pluma en la mesa de madera. Ambos estaban en la biblioteca haciendo los deberes. 

—Tenías el ceño fruncido y te mordías el labio— señaló— además… llevas cinco minutos mirando fijamente el libro de encantamientos, que por cierto, sigue cerrado. 

Jane miró el libro y rió un poco. 

—Lo siento, Reg, no es nada— le dirigió una agradable sonrisa. 

Black la miró un instante e inclinó su cabeza a un lado, sabía que la chica le estaba mintiendo pero, ¿sería buena idea insistir? 

—¿Te han dicho que eres realmente mala mintiendo? 

La chica se sonrojó de inmediato y rascó nerviosamente su frente tratando de pensar en alguna excusa, extendió su mano para tomar la de Regulus. Este se lo permitió y la miró expectante, esperando una respuesta.

—Es James— habló con sinceridad aunque en tono preocupado y con el ceño ligeramente fruncido. 

—¿Tu hermano?

Asintió e hizo una mueca, iba a soltar la mano de Black pero él se lo impidió. 

—¿Te hizo algo?— volvió a preguntar, esta vez un tanto alarmado pensando lo peor.

Negó rápidamente y se movió incómoda en su asiento.

—No quiero que te haga nada— dijo finalmente— él… es muy protector conmigo pero a veces se pasa y me da miedo que te pueda hacer algo si…—

—Nos ve juntos— Regulus terminó la frase, su expresión se volvió más seria— Jane, no me importa ni le temo a James. Sólo me importa lo que tú pienses y sientas y si él quiere venir con sus amiguitos y golpearme, que lo intente. Yo no voy a retroceder. 

Jane le dirigió una mirada de sorpresa, Regulus era muy valiente pero eso también podría llegar a un resultado fatal. No quería que se pusiera en peligro por ella.

—Nunca dejaría que James te golpeara, antes lo mato yo misma. 

Ambos rieron un poco. Regulus llevó la mano de su contraria a sus labios para dejar un suave beso. 

—Aún así— volvió a hablar Jane, se encogió en su asiento temiendo que Regulus tomara a mal las palabras que estaba a punto de decir— preferiría que no nos viera juntos. 

Lo miró expectante, esperando que no lo tomara mal. Ella realmente deseaba poder ir a todos lados tomada de la mano del azabache pero aún no era un buen momento.

—Si eso es lo que quieres, está bien— volvió a tomar su pluma y sus ojos viajaron por las páginas del libro frente a él mientras una pequeña sonrisa comenzaba a adornar su rostro— tendré que esperar un poco más para presumir a mi novia. 

Jane no pudo abrir más los ojos. Sus mejillas se calentaron y un cosquilleo golpeó su estómago mientras miraba fijamente a Regulus. 

El azabache la miró de reojo, le parecía adorable cuando se ponía tan nerviosa gracias a sus palabras. Aunque lo cierto era que podía poner nerviosa a Jane con mucha facilidad, la mayoría de las veces sin esforzarse tanto.

—¿Jane?— su nombre sonaba exquisito en sus labios, sentía que se derretía cada vez que lo escuchaba pronunciarlo. 

—¿Soy la novia de Regulus Black?— preguntó divertida. 

—O tal vez yo soy el novio de la hermosa Jane Potter.

Ella sonrió mostrando los dientes, sus ojos se habían hecho más pequeños y hubiera soltado un fuerte grito de emoción si no fuera porque estaban en la biblioteca.

—Regulus, ¿hablas en serio?

Un rosa suave y apenas perceptible iluminó los pómulos del chico. 

—Sólo si tú quieres— murmuró. 

Era extraño ver a Regulus avergonzado, pero Jane no podía negar que le resultaba más que encantador y sumamente adorable.

—Claro que quiero— contestó emocionada, ahogando un grito de emoción al recordar dónde estaban.

Black miró rápidamente alrededor y cuando notó que no había nadie cerca ni mirando a su dirección, tomó a Jane de la barbilla para besarla con muchísima suavidad, como si temiera lastimarla.

Potter se dejó llevar por el momento, aceptando los deliciosos labios de Black que —recientemente había descubierto— le resultaban adictivos. 

Se separaron para continuar con sus deberes, aunque la morena no pudo quitar esa sonrisa estúpida de enamorada de su rostro en ningún momento. 

La novia de Regulus Black… estaba segura de que todo podía salir mal pero en ese momento ni siquiera se lo imaginaba. Sólo deseaba disfrutar del momento todo el tiempo que pudiera.