epílogo
Y por fin lo que todos habían esperado... espero que les guste <3
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Esa noche el cielo estaba completamente despejado, dejando a la vista los hermosos cuerpos celestes.
Regulus Black estaba afuera, a las orillas del mar cargando a su hija de ocho meses mostrándole las constelaciones y diciéndole el nombre de cada estrella. Elina no entendía ni una sola palabra pero Regulus estaba muy emocionado por contarle todo lo que sabía sobre constelaciones a su hija. La pequeña lo miraba con curiosidad y luego dirigía su vista al cielo cuando su padre lo señalaba.
Por otra parte, Jane los miraba con una sonrisa desde la entrada trasera de la casa. Pero pese a que los miraba con atención, su mente estaba en un lugar completamente diferente.
Ahora que su vida tenía más estabilidad y sus traumas ya no la perseguían a cada momento, no pudo evitar pensar en su sobrino. Harry. Estaba muy preocupado por él, para ser sinceros. No sabía mucho sobre la hermana muggle de Lily pero James le había contado algunas cosas muy poco agradables del esposo y lo groseros que habían sido cuando se conocieron. Ni siquiera se presentaron a su boda.
¿Y si lo trataban mal? ¿Y si no le daban el amor que merecía? Harry había perdido a sus padres a una edad muy corta y no necesitaba que un par de muggles desagradables lo trataran mal. Pero Jane tenía la esperanza de que Harry estuviera en buenas manos aunque a veces olvidaba que no todo el mundo eran tan buenas personas como ella.
—Se quedó dormida —regresó a la realidad cuando escuchó a Regulus— la acostaré en su cuna —besó la frente de su esposa y siguió con su camino.
Jane suspiró profundamente antes de dar media vuelta y cerrar la puerta detrás de ella. Luego caminó a su habitación y comenzó a cambiarse con su pijama. Un minuto después entró Regulus, que también comenzó a cambiarse.
—¿Qué sucede? —preguntó el hombre sin mirarla.
Jane se acomodó en su lado de la cama.
—¿Qué sucede de qué? —lo miró confundida desde su lugar.
Regulus apagó la luz y se acosto junto a la chica.
—Parece que estás pensando mucho en algo... algo que te molesta. ¿Qué es?
Se acomodó sobre el pecho de Regulus y él comenzó a acariciar con suavidad el hombro de su esposa. Hubo un momento de silencio.
—Pensaba en Harry, el hijo de James —suspiró— estoy preocupada por él.
—¿Por qué estás preocupada?
—No lo sé, es como un mal presentimiento. Cuando James y Lily murieron me pidieron hacerme cargo de Harry pero en ese momento mi vida era un completo caos. Sólo supe que Harry había sido llevado con sus tíos... la familia de Lily. Y James me contó hace tiempo que no eran las personas más amables del mundo.
Hubo otro largo momento de silencio.
—Podemos traerlo a la casa —habló Regulus en voz baja— creo que puedo cuidar de un par de niños mientras tú trabajas.
Jane se levantó un poco para ver a su esposo.
—¿Lo dices enserio? —sonrió.
Regulus sonrió sólo un poco y se acercó para besar los labios de la chica.
—Muy enserio. Si eso es lo que quieres. Después de todo, es tu sobrino y sé que no estarás tranquila.
—Te amo, Reg.
—Y yo te amo a ti, Jane.
La chica volvió a acostarse sobre el pecho de su esposo y cerró los ojos.
—¿Podemos ir mañana?
Regulus rió. Jane no tenía absolutamente nada de paciencia, pero así la amaba.
—Claro, cariño.
A la mañana siguiente Jane se encargaba de vestir a su hija mientras Regulus preparaba el desayuno. Jane se sentía muy nerviosa e impaciente pero ya había esperado casi dos años y un minuto más no sería la gran cosa.
Cargó a la niña en sus brazos y se dirigió al comedor, donde vio a Regulus muy concentrado en su tarea. Probablemente ya se había acostumbrado a todo aquello pues él era el encargado del mantenimiento del hogar mientras que Jane era la encargada de trabajar para mantener el hogar.
No es que no tuvieran más que suficiente entre la bóveda de los dos para toda una vida, pero el dinero se acaba tarde o temprano y debían aprender a ganar sus propios ingresos. Aunque en varias ocasiones había pensado seriamente quedarse en casa junto a su esposo e hija.
Elina gritó para llamar la atención de su padre, Regulus dio media vuelta para mirarla con una gran sonrisa y cuando la niña estiró sus brazos en su dirección, se apresuró a cargarla.
Jane pensó qué tal vez la preferencia que Elina tenía por Regulus, era porque ese par pasaba todo el día juntos.
Fue un desayuno tranquilo con Elina tratando de llamar la atención de su padre a cada instante y normalmente Jane estaría haciendo todo lo posible por llamar la atención de su hija pero ahora sólo pensaba en el pequeño Harry.
Ahora mismo debería tener tres años más o menos.
Fue casi al medio día cuando la pequeña familia de tres salió de la casa. Regulus normalmente no salía más allá de unos cuantos metros pero esta vez quería darle todo su apoyo a Jane, además, luego de que ella le dijo que la familia que tenía a Harry eran poco agradables, no quería que hicieran pasar un mal rato a su esposa.
Jane dejó salir un fuerte suspiro. Estaba en la dirección que Dumbledore le había dado años atrás pero aún estaba muy asustada. Regulus cargaba a Elina mientras miraba a Jane con una mirada que le indicaba que todo estaría bien.
Conocía a Harry solo por fotos que James le había mandado pero nunca lo conoció en persona. Pero ahora que toda su vida había tomado estabilidad estaba completamente segura que podría hacerse cargo de Harry, sólo esperaba que no fuera muy tarde.
Sacudió su saco un poco y finalmente caminó a paso rápido. Nunca había estado en una casa muggle de verdad. Miró hacia atrás donde Regulus asintió con una sonrisa para darle ánimos.
Llamó un par de veces y esperó con paciencia. Fue un hombre grande y redondo el que abrió la puerta. Ni si quiera se le veía el cuello a ese señor, además, un feo bigote le estaba creciendo.
—Si vendes algo, no me interesa —habló de mala gana y fastidiado.
Jane se sintió nerviosa e intimidada.
—No, yo no vendo nada.
El hombre frunció el ceño.
—¿Qué quieres entonces?
—Me llamo Jane —extendió la mano, el hombre la miró rápidamente pero no la tomó.
—¿Y?
Apartó la mano, el estómago le comenzó a doler y se sintió muy incómoda. Regulus miraba desde su lugar con el ceño fruncido.
—Soy Jane Potter. Quisiera ver a Harry, es mi sobrino.
El hombre se puso blanco, un ojo le tembló y le cerró la puerta en la cara.
—¡Largo de aquí! —gritó desde el otro lado.
La chica frunció el ceño y volvió a tocar la puerta un par de veces. Esperó algunos segundos antes de que se volviera a abrir y apareciera esta vez una mujer delgada de cuello muy largo. Jane le sonrió con amabilidad.
—Hola, mi nombre es Jane Potter. Quisiera ver a Harry.
—No está —contestó fríamente.
—¿Disculpe? —miró la carta para asegurarse de que estaba en el lugar indicado— ¿no es este el domicilio de los Dursley?
—Sí, lo es. Pero aquí no recibimos a... la gente como ustedes —la miró despectivamente— no puedes ver a Harry, así que mejor retírate o llamaré a la policía.
—¿Policía? ¿Es eso algo malo?
—¡Demente!
Le cerró la puerta en la cara. Jane miró la puerta por un momento, bastante confundida y mirando hacia atrás, Regulus ya estaba caminando muy molesto hacia su dirección. Nadie trataba de esa manera a su esposa y se salía con la suya.
—Carga a Elina —Jane lo hizo, cargó a su hija y miró preocupada a su esposo.
—Reg... no es necesario.
—Tranquila, no los voy a hechizar si eso es lo que te preocupa. Aunque eso me encantaría en este momento.
La chica sonrió nerviosa mientras daba un par de pasos atrás.
Regulus se aclaró la garganta y tocó la puerta un par de veces aunque con más fuerza de lo que lo haría normalmente. Nadie abrió pero Regulus golpeó con más fuerza y no se detuvo hasta que el hombre de antes volvió a abrir.
Miró con mucha molestia a Regulus pero Regulus era alguien a quien no se podía intimidar con facilidad y un muggle no lo lograría.
—¿Y tu qué quieres?
—Escuche... estoy siendo amable únicamente porque mi esposa e hija están presentes. Así que, ¿por qué no hablamos para llegar a un acuerdo?
Lo miró con curiosidad.
—Habla, muchacho.
—Ustedes no quieren tener nada que ver con nuestro mundo y estoy seguro que tampoco quieren cuidar de Harry. Así que, ¿por qué no lo entregan? Y así olvidaremos todo este asunto. Jamás sabrán nada de nuestro mundo y no tendrán que hacerse cargo de ese niño. Vivirán su estúpida vida muggle, tan común y corriente como siempre.
El hombre no supo si sentirse ofendido o no pues su pequeño cerebro apenas pudo procesar todas las palabras. Miró detrás de Regulus donde Jane cargaba a su hija y luego volvió a mirar a Regulus.
—¿Nos pedirán dinero?
—Para nada. Nosotros nos haremos cargo de Harry y todo lo que necesite.
—¡De acuerdo! —se escuchó la voz de otra mujer que apareció detrás de Vernon.
Seguramente estuvo allí todo el tiempo escuchando.
—No queremos a ese niño cerca de nuestro bebé y más les vale jamás acercarse a nosotros o llamaremos a la policía.
—Tiene mi palabra.
Petunia lo miró con enfado un segundo antes de dar media vuelta y correr por todo el pasillo. Al regresar, llevaba de la mano a un niño aunque lo jaloneaba como si fuera un muñeco de trapo. Además, la ropa que usaba el niño parecía muy grande para él y bastante desgastada, como si alguien se hubiera revolcado en el pasto y luego se la hubieran dado a Harry.
—Ahí tiene, ahora largo y jamás vuelvan —empujó a Harry fuera de la casa y cerró la puerta con fuerza.
Regulus estaba irritado y sólo podía pensar en que quería ahorcarlos con sus propias manos. Pero en su lugar, miró al pobre niño delante de él que parecía muy confundido y asustado. Se puso de cuclillas para estar a su altura y le dirigió una sonrisa.
—Hola, Harry —colocó sus manos en los hombros del niño.
—Hola —saludó con timidez.
—Me llamo Regulus. Soy tu tío y ella es Jane, tú tía —se hizo a un lado para que pudiera mirarla. Jane sonrió mientras saludaba con la mano— la niña se llama Elina y es tu prima. Ahora vivirás con nosotros, ¿estás de acuerdo?
Harry asintió, aún bastante tímido pero por alguna razón sabía que podía confiar en esas personas.
Regulus se puso de pie y extendió su mano, Harry la tomó con gusto.
El viaje de regreso a casa fue largo ya que no podían hacer apariciones con los niños. Pero cuando llegaron, Harry miró fascinado la casa y se sorprendió aún más al darse cuenta que estaban junto a la playa. Sin embargo, aún estaba un poco temeroso ahora que estaba en un lugar completamente nuevo y se mantuvo cerca de las paredes. Regulus se hizo cargo de Elina para que Jane hablara con Harry tranquilamente.
Harry estaba mirando desde la pared que estaba justo junto a la puerta principal. Parecía que iba a comenzar a llorar en cualquier momento.
Jane se acercó con precaución sosteniendo un plato de galletas y un vaso de leche. Se sentó en el suelo frente a Harry y dejó el plato y el vaso frente a él. El niño miró fijamente las galletas pero no se animaba a tomar ninguna, como si lo fueran a reprender por ello. ¿Qué rayos le habían hecho esos horribles muggles?
—Está bien, Harry. Puedes tomar las que quieras.
Miró a Jane y también se sentó en el suelo para tomar una de las galletas. Esperó a que lo regañaran por haber hecho eso, pero nunca pasó y se animó a comer.
—Gracias —murmuró el niño. Pronunciaba bastante bien las palabras para sólo tener tres años.
—No hay de qué.
Esperó a que Harry terminara con sus galletas y su bebida antes de volver a hablarle.
—¿Te gustaron las galletas?
El niño asintió con una pequeña sonrisa.
—Sí.
—Me alegro. Las hizo Regulus —quitó el cabello dela frente del niño.
—Regululus —repitió. Jane rió.
—No, Harry. Es Re-gu-lus.
—Re-gu-lus.
—Eso es. Eres un niño muy inteligente. Yo soy Jane. Tu papá era mi hermano.
—Jane.
—Exacto —le sonrió— Es hora de darse un baño, ¿te parece bien eso, cariño?
Harry puso una expresión de terror pero luego asintió. Jane se puso de pie para luego cargar a Harry en brazos y llevarlo hasta el baño. El niño miraba con interés todo a su alrededor. Al llegar al baño, miró con confusión la tina. Ya había agua allí y alrededor había varios productos.
No puso ninguna resistencia cuando Jane le quitó la ropa y al entrar al agua, se percató de que tenía una temperatura más que agradable. Por su parte, Jane notó un par de marcas moradas en los brazos del niño y eso sólo la enfureció. Ningún niño merecía ser tratado de esa manera.
Lavó su cuerpo con cuidado y luego su cabello. Harry parecía muy contento aunque no dijo nada. Veinte minutos después, el niño estaba enrrollado en una toalla muy suave y Jane lo cargaba por la casa hasta una habitación. Regulus y Elina estaban en esa habitación.
—¿Qué tal estuvo el baño, Harry? —preguntó Regulus que estaba sentado en la cama. Elina estaba acostada mordiendo su pie.
—Bien —el niño se sentía un poco intimidado con Regulus.
—Me alegro.
—Esta es mi habitación y de Regulus —explicó Jane mientras lo sentaba en el borde de la cama y buscaba algo en un cajón— mañana iré a comprarte algo de ropa pero por ahora tengo un par de prendas que te pueden quedar. ¿Ya sabes ir al baño, Harry?
—¡Sí! —contestó muy entusiasmado y bastante orgulloso.
—Muy bien. Oh, aquí está —dio media vuelta con una bolsa en las manos— a veces compro ropa para Elina pero esta es muy grande para ella y seguro que te queda. Es sólo un pantalón y una playera.
Harry se dejó poner la ropa y se quedó quieto cuando Jane le secó el cabello con la toalla. No tenían zapatos de su talla por lo que se tuvo que quedar descalzo pues no le iban a poner de nuevo esos feos zapatos medio rotos con los que había llegado.
Cuando Jane le dijo que habían terminado, Harry se acercó con precaución a la niña que estaba acostada en la cama. Miró a Regulus y él sólo le asintió, Harry se acercó a su prima y sonrió al verla. La tomó de la mano con cuidado. Nunca antes había estado cerca de un bebé.
—Iré a preparar la comida —dijo Jane— Harry, puedes andar por toda la casa sin problema pero no salgas sin supervisión, ¿de acuerdo?
—De acuerdo.
—Si necesitas algo, lo que sea, me lo puedes decir a mi o a Regulus.
Harry asintió sin soltar la mano de Elina.
Los cuatro comieron y se divirtieron. Por la noche, Harry tenía miedo de ir a dormir pues no quería despertar y darse cuenta de que todo había sido un buen sueño. Jane se quedó a su lado hasta que se quedó dormido en su propia cama y descansó como nunca antes.
A Harry le gustaba su nuevo hogar, nadie le gritaba o lo agarraba con mucha fuerza. Estaba muy feliz de haberse alejado de los Dursley y de que Jane y Regulus fueran sus tíos.
Jane estaba feliz de haber rescatado a su sobrino de esas horribles personas y Regulus estaba simplemente feliz si su esposa era feliz.
Ahora los cuatro eran una familia y lo serían siempre.
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