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cinco

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Después de casi dos meses y medio, se había vuelto algo así como una costumbre para Regulus y Jane reunirse en la biblioteca y hacer sus deberes juntos. 

Era cierto que no habían comenzado con el pie derecho la primera vez que hablaron, aunque ahora, después de poco más de dos meses, Regulus disfrutaba molestar a la menor de los Potter. Le encantaba verla enfada, aunque en realidad no lo estaba. Jane en realidad nunca se enojaba, siempre buscaba lo divertido del asunto y prefería reír. Fue algo que Regulus no tardó en descubrir.

Black era el primero en terminar, pues Jane hablaba tanto que se demoraba muchísimo más. Cuando esto pasaba, el chico acomodaba sus manos y su rostro sobre una pila de libros y la miraba durante horas mientras terminaba sus deberes. 

—Regulus, si me sigues mirando tanto, me voy a desgastar— en algún punto, dejó de llamarlo por su apellido y bromeaban más seguido. 

El azabache mostró una amplia sonrisa ante el comentario. 

—No puedo evitarlo, eres muy fea. 

La chica rió con fuerza pero rápidamente cubrió su boca. Ya la habían regañado muchas veces por ser tan escandalosa y estaba segura que la señora Pince la vetaría de por vida la siguiente vez. 

—Sé que te gusto, mejor que dejes de ocultarlo— le dirigió una sonrisa pícara mientras alzaba y bajaba las cejas. 

—Nunca lo he ocultado— contestó, sin dejar de mirarla a los ojos. 

La sonrisa del Black menor se amplió cuando vio a la chica ponerse nerviosa y regresar a su escrito. 

Había veces en las que se moría por poder acariciar su mejilla o tomarla de la mano. Pero se resistía, realmente lo hacía, no quería invadir su espacio personal y tampoco quería parecer un loco obsesionado. Aunque tal vez ya era tarde para eso último. 

Regulus Black estaba locamente enamorado de Jane Potter y no tenía ninguna intención de ocultarlo. 

Por ahora eran sólo amigos, más o menos. Ambos ocultaban su amistad de sus hermanos mayores. 

Jane sabía que James se pondría histérico si sabía que ella y Regulus se habían vuelto cercanos y Sirius sólo le daría la razón y le daría un sermón de por qué no debería relacionarse con su hermano menor. 

Al menos, todo había vuelto a la normalidad con Sirius. Con la única diferencia de que hablaban un poco más, pero ya no había intentado nada raro. 

Y Regulus, no quería meter en problemas a la chica. Añoraba poder pasear por los pasillos a su lado, pero sabía de primera mano lo que James y Sirius podrían hacer, y en definitiva, no era nada bueno. 

Cuando la morena terminó con sus deberes, guardó todas sus cosas en la mochila y se puso de pie junto a Regulus. Ambos caminaron lentamente y en silencio por el pasillo, a unos metros se tendrían que separar y por ellos caminaban con increíble lentitud, tratando de retrasar su despedida.

El azabache tenía ambas manos metidas en los bolsillos de sus pantalones y su mirada pegada al suelo de piedra. Su corazón palpitaba con fuerza pero trataba de aparentar mucha calma. 
 
A su lado, Jane tenía las ideas revueltas y no era capaz de pensar en algo específico para comenzar a hablar como normalmente lo hacía. Sus dedos jugaban con el borde de su túnica y sus ojos viajan por la paredes.

Detuvieron su andar al llegar al final del pasillo, donde este se dividía en dos; izquierda y derecha. 

—Entonces… nos vemos el lunes en pociones— habló la chica, un tanto nerviosa.

Ambos estaban frente a frente aunque sin mirarse directamente. 

—Seguro. Espero que pases un buen fin de semana— contestó con cordialidad.

Se miraron con precaución, nerviosos, como los adolescentes que eran. 

—Te quería decir...— 

—Te quería decir...— hablaron al mismo tiempo. 

Ambos rieron divertidos. Se sentían más que tontos y avergonzados por sus comportamientos. 

—Habla primero— cedió rápidamente Jane.

—Es extraño que no quieras hablar— bromeó el chico y su contraria no hizo más que encogerse de hombros con diversión— te quería preguntar… bueno, aún faltan algunos meses pero— el chico rascó su nuca nervioso y trató de evitar el contacto visual— la cosa es que… mis padres están organizando un baile de máscaras para la fiesta de navidad— explicó, para este punto, sus mejillas estaban adornadas por un rubor rosa que resaltaba en sus pálidos pómulos— y pensé que tal vez, si tu quieres…— ¿Regulus Black estaba balbuceando? 

—Me encantaría ir contigo— se apresuró a decir la chica mientras daba un salto de felicidad y sonreía ampliamente. 

El azabache le sonrió un poco y asintió. Celebraba internamente pues no era tan expresivo como ella. 

—Perfecto, entonces… haré que te llegue una invitación. 

—Gracias, Regulus— Ambos se miraron con una pequeña sonrisa cómplice—. No tenía idea de que sabías bailar. 

El chico dejó salir una risa. 

—Debo admitir que soy muy bueno— sonó ligeramente egocéntrico pero sin dejar ese porte de elegancia. 

—Ya lo veremos— la chica mordió su labio inferior con ligera fuerza.

—¿Tú qué me querías decir?

—En realidad, no importa— negó, sin dejar de sonreír tontamente.

—¿Segura?

—Completamente.

Jane se despidió moviendo la mano efusivamente y dio media vuelta para irse por el pasillo de la izquierda. Black la miró alejarse y cuando la perdió de vista, dejó salir un suspiro. 

¿Qué rayos le estaba haciendo esa chica?

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