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20 - Cambio de bandos


Iván y Krisal llegan a Amec, pero ya no tienen nada que hacer, el lugar está desierto. Todas las casas vacías y las personas que podían ayudarlo se han ido. No hay aliados.

—Tu hermano debió irse. —Dice la mujer al ver el rostro del muchacho.

—Cállate, él jamás se daría por vencido. Tú no lo conoces.

—¿De verdad? Pues fue él quien rogó por una oportunidad. Yo solo se lo di. Pero tranquilo, sé que nos buscará. —Krisal no lo soporta, se irrita porque le parece incompetente. Lo necesita, sola le será imposible llevar a cabo sus planes—. ¿No te gustaría que él se sienta orgulloso de ti? —Continúo al ver que el chico no respondió—. ¿Que al verte descubra que su pequeño hermano es ya un hombre?

—No hay nada que me importe más que ver a Oscar. No intentes jugar conmigo.

—Eres un chico inteligente, Iván. Por eso te conté todo sobre Ángela, esa niña pensó que darme la información le serviría para después usarme, pero las dos perdimos cuando Marina decidió ser Marina.

Y los ojos de la mujer brillaron, empezó a reír sin parar por el comentario. Sentía una gran impotencia; una contrariedad en su interior, la odia, pero también la desea, como se desea a ese juguete que sabes que es prohibido, pero te gusta tanto que hasta sueñas que juegas con él.

—Has perdido la razón.

—Sí, no lo niego, pero no pierdo mis objetivos.

Él la miró con repudio. Entendió muy bien la indirecta, pero no pretende caer en provocaciones.

—En Ritma parece que tu pellejo vale oro —dijo al ver el rostro de la capitana en varios anuncios luminosos—, me alegra, ahora sabrás lo que se siente ser perseguida.

Krisal no tiene planes de darse por vencida, su orgullo le impide mostrarse vulnerable.

—¿Creíste que me olvidarán? Esos idiotas me necesitan, necesitan mis huellas, mi sangre, mi cerebro, de lo contrario tendrían que empezar todo y no hay tiempo para eso. Tenemos ventaja. Iván, deja de resistirte, ahora yo soy tu única aliada.

Pero el joven está molesto consigo mismo, se incomoda por lo que sea, piensa que todo es una porqueria, no debieron ser las cosas así. Agacha la cabeza, está muy cansado. Krisal aprovecha, se acerca hasta él para acariciarle el rostro.

—No me toques —sostiene su muñeca con fuerza para alejarla—. No olvido que fuiste tú quien expulsó a Oscar y ayudó a matar a mis padres. No te equivoques, tú eres mi prisionera y si no quieres podemos arreglar esto ahora mismo.

Krisal empezó un ataque de risa histérica, no podía creer lo que veía. El tipo tiene agallas, si midieran sus fuerzas ella fácilmente podría matarlo, pero eso le gustó, no es tan inútil como pensó, si tiene orgullo. Oscar se comportó igual, aunque estuviera en desventaja siempre la retó, pero le gusta más el humor del mayor, Iván le resulta muy susceptible.

—Muy bien. Parece que quieres que te trate como un adulto. Juguemos otro juego. Yo no soy tu prisionera, vamos, no seas tan egocéntrico —su cara se tornó sombría—. Así que te daré una oportunidad de oro. Vete. —Iván abrió los ojos como platos—, no me mires con tu cara de niño bonito como si no entendieras. ¡Lárgate!

Iván se descolocó, pensó que realmente Krisal estaba loca.

—¿Qué dices?

—Ve por tu camino, enfréntate tú solo a este hostil mundo. Ya no está Marina para que te cuide como tu madre, ni está Angela que te de el calor de su cuerpo. ¡Despierta! El mundo es cruel, no tienes un techo donde dormir y ahora ya no hay sectores seguros, si te atrapa la Junta morirás, si te atrapa Feiro igual te matará.

El chico tragó saliva, centró su mirada en la oscuridad de la noche. En algún momento salió de su casa, pero había seguridad, ahora Ritma se convirtió en una jungla con la ley del más fuerte, él sabe que no podría luchar contra ningún bando.

—Déjate de estupideces.

—No, no son estupideces. ¿Te crees valiente? No tienes idea, Iván. Yo soy una sobreviviente, Ángela también, pero tú, no eres más que un niño llorón. —Él tensó la mandíbula, odiaba que lo trataran como a un menor—. Busca por tus propios medios a tu hermano, puedo apostar a que no pasarás de una noche.

—¡Basta! —Gritó.

Pero ella negó con la cabeza.

—Tengo razón. Lo sabes. Yo puedo ocultarme, matar sin sentir remordimiento. Iván, le he quitado la vida con mis propias manos a mucha gente, fui capitana, soy inteligente y te ofrezco todo esto a cambio de una sola cosa. Además, te voy a ayudar a encontrar a tu hermano.

Ella había conseguido ganar terreno, Iván se sentía cada vez más indefenso. ¿Qué podría decirle si ella tiene razón? No se siente capaz de irse solo.

—No confío en ti.

—No lo necesitas. Ansío tanto como tú ver a Oscar, tengo ambición de mostrar mis logros. Nos ayudaremos mutuamente.

—No —negó ante la idea de que pudiera hacerle algo a Oscar—. Tú eres el mismo demonio. —Iván se debilitó antes sus propias palabras.

—Yo te ayudo y tú me ayudas.

Los ojos de la mujer, semejantes a los de una víbora, seguían cada movimiento. Ya estaba entre sus manos.

—¿Y de qué se trata? —Preguntó rendido—. No quiero trucos, porque también sé hacerlos.

—Pero esos son los más divertidos. Serás testigo de los descubrimientos más grandes que ha hecho esta ciudad. Encontraremos esa nave, pero sobre todo, le demostraremos a la Junta que siempre he tenido razón gracias a tu hermano.

Aquello no le hacía feliz a Iván, está dando un paso atrás sin darse cuenta, tiene miedo de quedarse solo que prefiere seguir a Krisal, ella es una mujer imponente y si sigue con vida él podría hacer lo mismo. Mantenerse a salvo y ayudarse.

Caminaron, pero ahora guiados por Krisal. Recorrieron Amec sin ver a un guardia, solo uno que otro hombre que poco les importaba quienes eran. Iván sintió su pecho comprimirse, todo su hogar reducido a la nada, tierra muerta, casas vacías, pero poco importaba, sus padres hacía mucho que habían muerto. Se trago una ola de lágrimas, no podía recargarse en el hombro de Krisal, no podría humillarse más.

El lugar al que se dirige él lo conoce, un riachuelo artificial en donde de niños su grupo de amigos jugaban, pero ahí no hay nada que parezca importante. Entonces Krisal, descaradamente, se quita la ropa, se sumerge para darse un baño, no le importa que el muchacho la mire desnuda.

Él deja escapar un bufido para después unirse, se desviste para bañarse. Hacía tanto que no tocaba el agua. La mujer se asegura de no tener ojos a su alrededor y entonces se sumerge en la parte profunda del río. Pasan algunos segundo y ella no sale del agua, Iván se asusta, espera y espera, pero al ver que no emerge la imita. El lugar es más profundo de lo que imaginó, está en la zona prohibida porque es propiedad de la capitana Amec. En la profundidad se ve una luz, nada lo más rápido. En el fondo hay una construcción cubierta por rocas, todo artificial. Iván observa a Krisal entrar y no duda en seguirla.

Por fin respira.

El lugar es metálico, estable, de aproximadamente 20 metros cúbicos, y lo más importante resguarda cinco cápsulas.

—¡Qué diablos es esto! —dijo horrorizado.

—Son mis bebés —respondió muy contenta—. Es hora de despertar, mis pequeños.

Iván se aproximó para observar mejor, eran niños durmiendo con la cara tan pálida que parecían haberles drenado cada gota de sangre.



Angela despertó después de unos días, a su lado estaba su padre, velando sus sueños y esperando este preciado momento. Ella recobró cada recuerdo en un instante al grado de que la cabeza le duele. Iván sigue afuera con Krisal.

—Sabía que regresarías.

Ángela lo mira con desconcierto. Hubo un momento en que deseó no seguir al lado de Iván, pero no de esta manera. Odia la idea de que Feiro le quitara su libertad.

—Te dije que no eres mi padre.

Él niega con la cabeza.

—Somos un equipo y en ocasiones los integrantes del equipo se pelean, pero hija siempre voy a cuidarte, igual que la primera vez que te encontré. —Ella se levantó de la cama, buscó sus zapatos con la intención de marcharse. No quiere seguir con él—. Con el tiempo nos transformamos, Ángela. Nuestro pasado es lo que nos hace lo que somos ahora. No importa a donde vayas, si no estás dispuesta a renunciar al significado de tus ancestros, siempre te perseguirá. Date cuenta, que la guerra ha comenzado, estamos en medio de una lucha en donde un bando ganará y te aseguro que no quieres ser la perdedora.

No hay nadie mejor que la conozca, él la ayudó, la rescató del sótano. No le da miedo quedarse sin comodidades o no tener un pan sobre la mesa, le da miedo su pasado, lo que su familia hizo por ocultar la verdad.

—Dime, ¿qué pasó? ¿Por qué decidiste irte?

El hombre se acerca a ella, le acaricia la espalda, recarga su cabeza sobre su hombro para sentir que aún es suya. Si Ángela se lo pide, está dispuesto a dejar todo.

—Cuando sea el momento, yo asesinaré a Dan. Ahora, no quiero que Luis me siga. Yo aun no olvido que estoy aquí a la fuerza. —Intentó abrir la puerta, pero descubrió que estaba asegurado—. ¿Qué diablos es esto? —De sus ojos desprendió odio—. Estás bromeando, ¿no? Yo soy capaz de abrir esta puerta, esto para mi no es una barrera.

—Puedes salir en cuanto te dejes colocar el rastreador. Además, Luis ha sido capturado, no te seguirá más.

—¿Y el equipo? —Dijo con burla al saber que él pretendía mantenerla vigilada—. Luis era un buen elemento, pero parece que no te importa el equipo.

—Lo somos, pero necesito saber que estamos jugando el mismo juego. No tienes idea de cuanto te necesito. Es decir, nos necesitamos. No me hagas recordarte que en esta historia no eres completamente una víctima, tú eres una asesina diestra.

La chica es capaz de pelear, pero luchar sola hasta alcanzar el cuello de Dan es muy difícil, hay muchos obstáculos. Después de todo, Feiro es su aliado y ella tiene un paso adelante de él; entre ellos hay un lazo que formaron el día en que se conocieron. Está consciente de que ni Feiro ni los primeros están peleando por los débiles, cada uno ve por sí mismo, entonces, ella qué lugar tiene en toda la guerra. ¿Qué ganará?

—Me niego a ser capitana... Padre —Feiro sintió su corazón latir—, permíteme ser libre, decidir. Quiero tener poder.

Él sonrió. Iba por buen camino.

—Lo tendrás, te lo prometo, pero primero necesitamos dominar toda ciudad Ritma.

Ángela tiene presente dos cosas: la primera, en no dejar solo a Iván; y la segunda, que Feiro no es confiable para saber sobre Oscar. Jugará sus propias cartas a su beneficio, no está dispuesta a ser la perdedora en esta guerra.



Marina tenía la guardia cuando las luces de toda la ciudad tuvieron un descenso, el generador principal en el sector Krisal debía tener un desperfecto, sin embargo, la ciudad cuenta con diferentes puntos de los cuales puede auxiliarse. Ella pensó en que no tardarían en volver a la normalidad, pero se equivocó. Con tales condiciones todos los sistemas están indefensos.

—¿Qué pasa? —Le preguntó Rafael, al ver que ella estaba por dejar su lugar.

—Necesito ver a Bolívar.

El hombre hizo una mueca de desagrado, sintió un visceral sentimiento surgir de su estómago, no le agradó el pensamiento que tenía de ambos, por qué Bolívar escogería a Marina habiendo tantas mujeres en Ritma.

—Solo es un apagón, pronto se reestablecerá.

Ella quiso contradecirlo, pero alegar con Rafael solo provocaría una pérdida de tiempo. Pasó de burlarse de ella a ser frío e indiferente, pensó erróneamente en la posibilidad de llevarse bien pues lo defendió, pero su actitud la desconcierta. Geral le pidió que hiciera aliados, sola no podrá sobrevivir.

—Tienes razón, Rafael. Debe ser solo un apagón.

Él bajó la guardia, por primera vez le estaba dando la razón. No sintió la hostilidad de la mujer, por el contrario, pareció seguir con su deber sin intentar buscar alguna manera de librarse de Rafael. Se quedaron en silencio por un rato más, pero las ideas en la cabeza del hombre no lo dejaban. Había intentado que Bolívar le dijera sobre ellos, pero fue en vano, y Marina le dejó muy en claro que ellos no son amigos.

—Es muy raro —interrumpió sus pensamientos la mujer—, ya deberían haber encendido uno de los generadores. —Rafael dejó a un lado todas sus dudas para concentrarse en la falta de electricidad.

—Debe provenir del sector Krisal, solo ahí cuentan con la potencia para dejar a la ciudad desprotegida. —El líder miró en dirección al domo, la nada se levanta sobre su cabeza, ni siquiera el parpadeo constante que emite. —Desactivaron toda la seguridad...

—Están intentando entrar al sector Jaime —lo interrumpió Marina—. ¿Para qué? Todo el lugar está rodeado de guardias, no hay nada ahí que puedan usar.

—También debemos aprovechar —se miraron y en una sincronía invisible entendieron a qué se refería Rafael. Jaime está vulnerable, pero también lo está Krisal, deben aprovechar para sacar la ubicación del túnel que conecta ambos sectores.

Por el comunicador del líder se escuchó una voz dándole la orden de dirigirse a Linna.

—...Han matado a la capitana, repito... la capitana Linna fue asesinada.


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