13 - Escape
Iván.
La ex capitana había dicho el nombre de Iván.
Su hermano se llama así, pero no puede ser porque Iván es incapaz de matar a alguien. Siempre fue el niño inocente y obediente, el hijo perfecto para sus padres granjeros. El hijo que obedecía sin contestar y que siempre veía lo positivo de todas las situaciones. El hombre que nunca abandonaría Amec para ir a recorrer Ritma solo porque se sentía sofocado e infeliz viviendo en su sector de vacas y estiércol.
Iván es una buena persona, en cambio él, siempre fue la oveja negra de la familia.
"Fue un muchacho del sector Amec quien asesinó a Jaime".
"Díganle a Geral que no pude salvar a Iván".
Su hermano se llama Iván, pero no puede ser este Iván, este Iván es un asesino. Se niega a creerlo.
La necesidad de encontrar a su familia llega a un límite. Crece dentro suyo la ansiedad de saber qué pasó.
La ex capitana Jaime todavía sujeta su muñeca, y él la mira como si acabara de ver un fantasma.
—¿Qué has dicho? —pregunta casi desesperado.
Marina frunce el ceño, desconcertada ante el cambio total de actitud del hombre frente a ella. Estuvo todo el tiempo relajado y parecía desinteresado, pero fue mencionar la muerte de la capitana Jaime y se le transformó la cara. Marina sospecha que tal vez eran amantes o algo así, porque puede asegurar que tanto la capitana muerta, Geral, este joven y la mujer que habla en su oído, están todos juntos, trabajando para alguien que ella todavía no conoce.
Se siente incómoda, hay una parte que ella no conoce y eso la pone nerviosa. Suelta la muñeca del joven y da un paso atrás, pero parece que fue la acción equivocada porque él parece sobresaltarse y avanza hacia ella. Intenta sujetarla otra vez.
—¿Qué has dicho? —repite, pero parece más alarmado.
Ninguno de los dos llega a decir ni hacer algo más.
—¡Gómez! —interrumpe Lila—. Debes marcharte ahora mismo, el tiempo corre y se nos hace tarde —regaña la mujer. El joven parece vacilar, está entre obedecer o no hacerlo—. Ahora —insiste con más autoridad.
Marina ve el momento en que todo el estrés y la ansiedad abandonan su cuerpo, Gómez solo asiente.
—Solo guíame —termina diciendo el hombre, pero parece derrotado.
Marina asiente, aunque Gómez ya no le presta atención y en cambio avanza hacia el jardín personal de Linna.
Cuando Oscar abandona el garaje y entra al jardín, se da cuenta de cuán artificial es. A simple vista es bello, un hermoso y frondoso árbol se eleva en una esquina, el césped verde recubre todo el lugar, hay algunas flores desperdigadas aleatoriamente por ahí, pero es falso. Antes no podría haber notado la diferencia, pero él estuvo afuera, vio los árboles y las plantas que crecían en el sector de los Jaguares, eso era una verdadera naturaleza, no esto.
—Sigue, no te detengas —regaña Lila.
Eso lo saca de su ensoñación, mira a todos lados y no ve ningún guardia. Marina había dicho que debido a que seguramente este era el lugar donde Linna hacía sus experimentos, no habría muchos guardias vigilando el lugar. Le recorre un escalofrío al recordar a los destripadores, las capitanas eran unos verdaderos monstruos, ¿quién podría crear algo así solo por placer?
—Está despejado, avanza —dice Lila.
Oscar obedece y atraviesa el lugar, no voltea a ver a Marina, no quiere hacerlo porque se le vendrá a la mente lo que dijo. Y ahora necesita concentrarse en su misión porque si falla estará muerto, y nunca podrá saber dónde está su familia.
Llega a una puerta pero la encuentra cerrada, ahí es donde entra Lila.
—El código es 12914141 —pronuncia la mujer.
Oscar coloca los números en la pantalla y escucha el click característico cuando se abre. Sonríe, al menos algo está yendo bien. Un pequeño bosque lo recibe y aquí supuestamente tiene que estar su medio de transporte.
No tarda tanto en encontrarlo. Una pequeña camioneta con el logo del sector Linna está estacionada a unos metros. El acero que lo recubre es fuerte y Oscar distingue un armamento importante en su parte trasera.
—En su interior hay un traje de guardia, póntelo porque lo necesitarás —ordena Lila.
Oscar no rechista mucho mientras obedece, solo vigila para que no haya nadie observándolo mientras se desnuda.
—De todos modos, nadie quisiera verte —responde Lila, casi como si le leyera el pensamiento.
Oscar suelta una carcajada.
—Estoy seguro que ahora estás acariciando la pantalla mientras me observas como vine al mundo —menciona con altanería y diversión.
—Eres repugnante —contesta Lila con desagrado—. Prefiero quedarme ciega y terminar expulsada.
—Sí, sigue mintiéndote a ti misma —Oscar sigue burlándose de ella.
Mientras tanto, Marina los escucha y no lo puede creer. Pensó que eran profesionales, pero este tal Gómez, solo parece un niño egocéntrico. Decide no intervenir.
Oscar termina montado en la camioneta y se dirige al centro de comando donde supuestamente está Geral. El plan es entrar simulando ser un guardia, espera que funcione. Otra idea había sido usar un conducto de ventilación, pero no tenían los planos del lugar. La única persona que conoce el lugar es Marina y ella entró por la puerta principal, así que Oscar tendría que hacer lo mismo.
Está nervioso cuando detiene el motor, no está seguro de que esto funcione y no quiere morir. No después de todo lo que ha vivido, no cuando está cerca de encontrar a su familia.
—¿Cómo conseguiste todas estas cosas? —interroga, refiriéndose a la camioneta y al traje de guardia.
Ambos son idénticos a los que usan en el sector Linna y no son fáciles de conseguir, solo los que son verdaderos guardias tienen acceso, sino cualquier ladrón podría falsificarlos.
—Ese es mi trabajo, tú has el tuyo —responde Lila.
Oscar rueda los ojos, siempre tan antipática. Se obliga a tranquilizarse y se dirige a la entrada. Hay cuatro guardias custodiando.
—Identifícate —dice uno.
Oscar ensayó esta parte tantas veces, no debe ponerse nervioso, actuar como lo haría un guardia. Saca una tarjeta de su bolsillo delantero y se lo entrega al hombre. Éste enseguida lo apoya sobre el dispositivo de identificación, siente un sudor frío correrle por el cuerpo en los segundos que pasan hasta que la luz se pone verde.
—Bienvenido agente Bianchi —se escucha la voz robótica de la máquina.
Él se queda estoico, el guardia le devuelve la tarjeta y hace una pequeña inclinación de cabeza, Oscar lo imita e ingresa al comando cuando las puertas se abren, actúa con normalidad hasta que siente que las puertas se cierran detrás de él. Respira tranquilo, esto recién empieza, pero ya entró, eso lo alivia.
—Recuerda no hablar con nadie, tú continúa como si fueras el rey del lugar —Marina habla por primera vez.
Oscar asiente aunque sea estúpido y avanza con la seguridad que siempre lo caracterizó, esa máscara le encajaba perfectamente. El lugar está relativamente vacío, de todos modos hay guardias que caminan de un lugar a otro, nadie le presta atención a nadie.
—No creo que haya muchos guardias a esta hora del día, la mayoría está vigilando los sectores o custodiando la reunión, pero no bajes la guardia —recuerda Marina. —Dobla a la derecha.
Es una construcción metálica, no hay muchas ventanas, parece sombrío y desprovisto de vida. Se supone que nadie espera que los guardias sean felices, solo que vivan en este lugar. Los Primeros no gastarían dinero en darle muchas comodidades, solo lo justo y necesario para que no se revelen.
Hay demasiados pasillos, casi parece un laberinto. Oscar dobla a la derecha, aquí el diseño cambia un poco, ya que cada diez pasos hay un cubículo. Oscar puede adivinar que son los dormitorios de los líderes y guardias de más alto rango, los inferiores estarán en otra parte.
Se cruza con uno que otro guardia, pero nadie le presta atención. Algunos hacen un pequeño saludo, pero nada más. Oscar no sabe si el traje que le dieron corresponde a un líder, pero supone que sí, por eso lo saludan con respeto.
Lila realmente hace bien su trabajo, no sabe cómo, pero consigue cosas imposibles.
—Ahora te encontrarás con el área de entrenamiento, seguramente habrá varios guardias, tú sigue. Luego dobla a la izquierda, verás tres pasillos, toma el del centro. Ese te llevará al sector donde están los prisioneros —Marina vuelve a hablar.
Oscar está comenzando a ponerse más nervioso. Le recorre el sudor del estrés que está sintiendo, sabe que un error le costará demasiado caro y no tiene ganas de volver al Sótano. Además, si es expulsado de vuelta, ahora tiene la certeza que ya nadie lo ayudará en el afuera porque Spíti está adentro. Solo están los Jaguares, pero son personas que casi no tienen idea de la realidad del afuera.
Debe concentrarse, no puede fallar. Él no va a fallar.
Definitivamente está lleno de guardias entrenando, pero él sigue de largo, uno que otro le lanza una mirada, pero se muestra indiferente. Toma el pasillo correcto y continúa avanzando.
—¿Tengo que bajar las escaleras? —pregunta cuando el pasillo se interrumpe por dos escaleras.
—Sí, toma la de la derecha —afirma Marina.
Oscar se encuentra en conflicto. Debe seguir las órdenes de Gregorio y él le aseguró que puede confiar en la ex capitana. Pero para Oscar, esta mujer sigue siendo la que lo encerró en el Sótano. Dentro suyo la sigue odiando.
Pero obedece, supone que en este momento están todos del mismo lado.
La oscuridad es mayor en este lugar, le recuerda a cuando vivía en la Frontera, siempre oscuro y apenas iluminado. No sabe cómo sentirse realmente. Cuando la escalera termina, se encuentra con otro pasillo, pero éste está lleno de muchas puertas de vidrio.
—Llegaste —resuena la voz de Marina, parece entre aliviada y nerviosa.
Oscar avanza con precaución, no hay ningún guardia. Supone que todavía no es hora de interrogarlos, pero pueden aparecer en cualquier momento, así que debe apurarse. Pero el miedo hace que le cueste caminar.
Mira hacia cada puerta, pero todas están vacías, el lugar es demasiado silencioso. Tal vez ya no está aquí el prisionero, tal vez ya lo movieron y todo fue por nada.
Se asusta un poco cuando una de las puertas le revela a un hombre, si se lo puede llamar así porque está en un estado lamentable. Su rostro está casi desfigurado por los golpes y no se está moviendo del lugar donde está tirado en el piso, lo único que reconoce es el parche que tiene en el ojo, le recuerda a Paco.
—¿Vienes por la revancha? —resuena una voz seca.
Oscar siente que un día de estos morirá de un infarto. Mira al hombre en cuestión, que parece no estar tan muerto ya que abrió los ojos y parece casi maniático.
—Ese es un hombre que atrapamos el otro día —repite Marina.
—Sigue avanzando, el tiempo se está agotando —recrimina Lila.
No le responde al sujeto y sigue buscando entre las demás celdas.
—¡Cobarde! ¡Eres un cabrón! —grita el otro, mientras comienza a toser.
—Eso no es bueno, será mejor que ese idiota se calle, si no vendrán a revisar y no nos conviene —proporciona Lila.
Oscar no contesta, sigue avanzando. Está poniéndose nervioso otra vez.
—Geral —menciona Marina.
A pesar de que Marina ve a través de la lentilla lo mismo que ve Oscar, es Marina quién encuentra a Geral primero. El hombre está apoyado contra la pared, también está bastante golpeado, pero parece en mejor estado que el anterior.
—¿Geral? —interroga por las dudas.
Está bastante seguro que este es el hombre, pero siempre es bueno asegurarse. El susodicho dirige su vista a la puerta y lo observa con confusión.
—Es tu turno, dime la clave —demanda Oscar a Marina.
Debe darse prisa, ya encontró al hombre, ahora debe sacarlo y huir de este lugar.
Marina no puede salir de su estupor, Geral todavía está vivo. Un poco mal, lo puede deducir por los golpes, pero está vivo. Se siente más tranquila, no se siente así desde hace mucho tiempo, siente que todavía hay esperanza.
—Marina, dime la clave —demanda Oscar y ella intenta recordar.
Estuvo ahí cuando Bolívar la llevó a verlo y prestó atención. Tiene que recordarla, debe salvar a Geral.
—Apoya tu identificación y marca 835 —dice. Espera no equivocarse.
Oscar le obedece y finalmente la puerta se abre. Casi comienza a reír para liberar el estrés, oye como Marina también parece aliviada. Se acerca al tipo rápidamente.
—Muy bien grandote, debes ponerte de pie y saldremos de este lugar que me está poniendo bastante nervioso —dice Oscar sin detenerse a respirar y se acerca a Geral para ayudarle a ponerse de pie.
—¿A dónde me llevas? No diré nada, así que sus torturas son innecesarias y una pérdida de tiempo —se esfuerza por hablar.
—Despejado, sigue sin guardias —menciona Lila.
Así que sale con Geral a cuestas, pero el tipo no parece estar colaborando, aunque tampoco se está resistiendo.
—Mira Geral, estoy aquí para sacarte, así que será mejor que colabores porque soy bello e inteligente, pero la fuerza bruta no es uno de mis mejores atributos y estás bastante pesado —menciona Oscar.
Pasan justo por delante de la puerta del otro prisionero, quién sonríe cuando los ve.
—¡Buena suerte compañero! —exclama casi con diversión.
Oscar siente pena, tal vez sea la última vez que ese sujeto sonría.
—¿Sacarme? ¿De qué lado estás? —interroga ahora un poco más despierto, incluso comienza a arrastrar su propio cuerpo.
—Supongo que del mismo lado que el tuyo, en este momento tengo a Lila de un lado de la oreja y a Marina del otro, así que apúrate si quieres recuperar tu libertad —termina con esfuerzo.
Llegaron a las escaleras y lo incita a apurarse, esto será un martirio. Debería dedicarse a hacer más actividad física.
—¿Marina? —interroga casi esperanzado.
Oscar no le contesta, se mantienen en silencio mientras ascienden.
—Un guardia está bajando —proporciona Lila.
—¡Maldición! —exclama Oscar, pero se oculta rápidamente.
Ruega para que el guardia tome la otra escalera y no la que dirige hacia las celdas, sino tendrá que pelear y está cien por ciento seguro que perderá. La suerte debe estar de su lado porque el guardia toma la escalera de la izquierda, suspira aliviado.
—A unos tres metros, hay una puerta que dice "Limpieza" entra ahí y sube al conducto de ventilación. Te llevará al lado este del comando y de ahí serán libres —dice Marina.
La mujer parece nerviosa y emocionada. Oscar está seguro que hay un tipo de cercanía entre Marina y Geral, sino nunca hubiera ayudado a liberarlo, pero eso ahora no le interesa. Deben salir de aquí.
Le hace caso. El cuarto de limpieza está vacío y encuentran el conducto de ventilación rápidamente. Cuesta un poco que Geral entre, el tipo está bastante golpeado y le duele todo el cuerpo, pero también quiere ser libre y está haciendo un esfuerzo grande.
Parece una eternidad, pero finalmente Geral ve la luz del exterior. Rompe la rejilla y en pocos minutos los dos están afuera. Suspiran aliviados.
—Soy Geral aunque supongo que ya me conoces —ofrece el tipo. Oscar solo asiente.
—Aprecio tus modales, pero aún no estamos fuera de peligro y debemos movernos —reclama Oscar.
—¡Guardias! —grita Lila de repente, pero ya es demasiado tarde.
—¿Qué es esto? —interroga uno de los dos, al mismo tiempo que el par de guardias saca sus armas.
—Calma muchachos, esa es la forma de hablarme, creo que no saben quién soy —dice Oscar con una sonrisa arrogante.
Si él es un guardia debe actuar cómo uno. Geral está totalmente quieto detrás suyo. Las dos mujeres maldicen en su oído, mientras le gritan instrucciones, pero Oscar no las escucha. Aquí debe actuar su instinto, como siempre lo ha hecho.
—¿Por qué el prisionero está afuera de su celda? —menciona el guardia.
Ninguno de los dos baja su arma, tampoco titubean, solo siguen firmes. Oscar sabe que no los podrá engañar, está vencido y muerto en segundos. No tiene escapatoria.
Y cuando Oscar se imagina rodeado de guardias y otra vez en ese estúpido y maloliente Sótano, ambos guardias tienen sangre en su frente y caen al suelo.
—Spíti —pronuncia sorprendido al ver a la mujer.
Ella parece feliz mientras baja el revólver y lo guarda.
—Sigues siendo un inútil —dice mientras se acerca.
Lila no puede creerlo. Llevan tiempo intentando encontrar a la chica y al otro hombre que escapó, pero a pesar de sus mejores esfuerzos, todo resultado fue negativo. Y ahora ella aparece de la nada.
Mientras tanto, Marina observa a esta tal Spíti a través de los ojos de Gómez. Parece que realmente no la esperaban, no sabe si es aliada o enemiga. Pero de repente, algo hace click dentro suyo, ella conoce a esta mujer, ya la vio. Claro que sí, estaba con Sirel y él dijo que era su hija, aunque lo duda. Esta tal Spíti es la mujer que salvó cuando quiso tocar el domo, pero tiene algo diferente. Ya no parece distante ni perdida, sino todo lo contrario, hay una vibra de sed de sangre alrededor de ella.
—Gómez debes moverte, esto atraerá más guardias y todavía debes volver a la reunión con los empresarios para no levantar sospechas —interrumpe Lila.
—¿Y qué hago con Geral? —pregunta sin despegar la vista de la mujer por la cual sigue locamente enamorado.
—Spíti lo llevará a un lugar seguro —responde Lila.
Y Oscar sabe que se está perdiendo algo aquí. Hasta donde sabía, Spíti había escapado del lugar de Gregorio y no pensaba seguir sus reglas. Pero, ¿entonces? No tiene respuestas y tampoco hay tiempo.
—Supongo que hasta aquí llegué —termina él.
Spíti sonríe y se acerca a Geral para agarrarlo del brazo, el hombre hace una mueca de dolor pero ella no le presta atención.
—Es hora de seguir, realmente pareces un muerto viviente y apestas igual que uno —Spíti hace una mueca y comienza a empujar al hombre hacia una nave.
Tiene forma de zapato y Oscar no quiere preguntar de dónde lo sacaron, Chaco los espera en su interior. Luego, los tres desaparecen.
—¿Estará seguro con esa mujer? —la voz de Marina lo devuelve a la realidad.
—Si no hace ninguna locura, estará bien —responde.
La respuesta no tranquiliza a Marina del todo, pero tampoco puede hacer nada. Al menos Geral ya no está en poder de los Primeros, él está vivo y espera volverlo a ver pronto.
Oscar ingresa otra vez por el conducto y hace todo el camino inverso. Termina saludando a los cuatro guardias de la entrada cuando sale y se sube a la camioneta, abandonando el lugar.
No pudo escapar con Geral porque eso resultaría sospechoso para los guardias que lo vieron, ¿cómo era posible que entrara y nunca saliera? Eso los alarmaría mucho más rápido, así que tuvo que seguir fingiendo.
Lila desconectó todas las cámaras y puso imágenes ya filmadas, así que su rostro nunca quedará grabado, pero los guardias de la entrada lo vieron. Y cuando descubran que Geral escapó, todas las sospechas estarán dirigidas a él porque nunca lo vieron salir. En cambio, si actuaba con normalidad y salía por la puerta de entrada, quedaría como un guardia más.
Le da un poco de pena el agente Bianchi, porque el tipo estará en serios problemas cuando descubran que su tarjeta de identificación abrió la puerta del prisionero. Pero en ese momento, Oscar estará lejos, solo espera que ese guardia realmente haya sido un desgraciado y no un chivo expiatorio. Pero conociendo a Gregorio, sabe que no culparía a un inocente, así que ese guardia se merece lo que le está por suceder.
A los pocos minutos, ya está de regreso en la reunión como si nunca se hubiera ido.
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