10 - Primer encuentro
Krisal les mostró la prueba que tanto querían para confiar en que Óscar estaba vivo. Ambos escucharon parte de la conversación que tuvo con su hermano, lo suficiente para que Iván no pusiera en duda que ella decía la verdad.
El muchacho no había estado más feliz en toda su vida, el shock inicial lo dejó sin habla, y por primera vez miró a Krisal como si ella tuviera la clave para salvar su pellejo. Necesitaba saber todos los pormenores, cómo es que Oscar había confiado en ella y la respuesta de Krisal fue puntual: es una rata inmunda, que se arrastra para vivir.
Ángela se sintió frustrada, tenía tantos deseos de matarla, pero pospondría tal acto un poco más, así que no perdía oportunidad para humillarla y la respuesta de la capitana provocó que la chica disfrutara de golpearla lo suficiente para que pudiera seguir caminando. Le habían dado muy poca comida y nada de agua. Quiso castigar a la capitana por el mal trato que recibió en el Sótano.
Habían vagado por diversos lugares entre Nitel y Jaime, se mantenían en movimiento por los constantes cambios que los Primeros y Feiro provocan. Ahora se dirigían al sector Amec pues la excapitana les mintió alegando que ahí verían a Óscar.
—Seré muy honesta —dijo Krisal sentándose en el suelo—, deberían tener un plan. Algo más que solo encontrar a tu hermano. Porque vagar por Ritma torturandome es una estupidez.
—El plan es encontrarlo —cortó el pelirrojo—, después morirás, es simple.
La mujer río como pudo. Llevaba algunos días sintiéndose mal, pero su orgullo le impedía pedir ayuda.
—¿Y entonces qué? ¿Encontrarlo hará que les perdonen la vida?
Angela ya había pensado en eso, y ambos lo hablaron. Le planteó a Iván que una vez encontrado a su hermano irían con Feiro y contarían el hallazgo para usarlo a su favor. Iván dejó claro que solo volvería al lado de ese despreciable hombre si su hermano estaba de acuerdo y si el papá de Ángela lograba destruir a los Primeros.
—Quizá deberías contarle tu verdadero origen, Ángela; dile a Iván que eres descendiente de los Primeros. La capitana pérdida de Nitel. —Krisal le mostró una mueca desagradable.
Si bien en algún momento la chica le contó sobre su verdadero nombre, para Iván Ángela no representaba nada, no es que conociera el árbol genealógico de los Primeros, pero sí sabía sobre el mito de la verdadera capitana de Nitel, pues Marina se lo había contado cuando estaba buscando la manera de salvarla del Sótano. Él arrugó la nariz, supuso que el tiempo de ocultar secretos se había quedado muy atrás.
—Pienso que sería bueno tener algo que intercambiar cuando estemos acorralados. Podría ser que tu nave les salve el cuello. —La mujer perdió las fuerzas de sus piernas pues le temblaban, sus manos estaban sangrando por la atadura—. Tu hermano es un idiota, debió buscarme primero a mí —cambió de tema por su mal estado, quería provocar una disputa entre ellos y su cuerpo no le estaba respondiendo.
Entonces Krisal cayó desmayada.
—Está loca, alucina.
Iván se quedó callado. Tratando de recordar a Marina sin sentir dolor, pero era lo mismo que pedirle que no pensara en elefantes rosas, pues ya lo estaba haciendo.
—Mi hermano está dentro del domo —habló para distraer a Ángela—, pero no ingresó por medio de Krisal, tú no tenías idea de algo relacionado a los expulsados, entonces Óscar ¿qué medios usó para regresar? ¿Regresó solo? ¿Quién y para qué lo rescataron? En eso pienso.
—Creo que alguien más puede estar interesado en los presos. —Sentenció Ángela abrumada.
—Lo dudo —miraba a la excapitana tirada en el suelo, pero pensando en sus palabras—, además ella tiene razón, sea Feiro, los Primeros o este desconocido con quien esta mi hermano, deberíamos ofrecer un trueque.
—¿Qué quieres decir?
—Antes de ir con Oscar, buscaremos la nave de esa capitana perdida, y si no eres tú, tal como dices, no hay nada que temer y mucho que ganar.
—Llegas tarde —dijo Gregorio irritado. Pese a que su estado de ánimo no tenía que ver con el retraso de Óscar, no pudo evitar su tono de voz.
—¿Qué pasa? —respondió tranquilo. Sus pensamientos estaban lejos de la oficina del empresario, pero no quería mostrarse vulnerable.
—Necesito que hagas otro encargo.
—Sabes que sí. ¿De qué se trata?
Gregorio miró con detenimiento a su mano derecha, había tantas cosas que quería decirle, pero ambos estaban ocupados arreglando sus propios asuntos que apenas si se han compartido detalles.
—Hace tiempo, el escolta personal de Linna fue desterrado. La capitana se encargó de demostrarle que ella era dueña de su vida y asesinó a toda su familia —Oscar no entendía a dónde quería llegar, pero tampoco lo interrumpió—. Lo recluté, desde entonces me ha ayudado. Pero lo capturaron.
—¿Quieres que lo rescatemos? —No era la primera vez que Gregorio le pedía algo así, y desde que regresaron, todas las misiones las hacía al lado de Cristela—. ¿A qué sector debemos ir?
El empresario negó con un movimiento de cabeza.
—Esta vez Cristela no irá. Conozco su carácter y no perderá la oportunidad para asesinar a nuestra aliada. —Él ladeó la cabeza como si ese movimiento ayudara a entender mejor. —Este guardia está en este sector, en Linna. Su nombre es Geral.
—¿Hay algún plan o debo utilizar mis propios medios?
Sin importar qué, Óscar ayudará a Gregorio, él lo rescató dos veces. Quiere contarle lo que le está pasando, pero debe ir con cuidado, las cosas han salido mal desde el principio con Spíti y no quiere arruinarlo más.
—Confío en ti muchacho, me has demostrado que eres un hombre valiente, también sé que has pasado por mucho; esto no será fácil, pero no hay nadie más a quien pueda confiar esta misión.
Él entendía sí se trataba de un asunto delicado, algo diferente a un simple encargo.
—Me estás poniendo nervioso.
—No muchos saben de nuestra aliada, decir que ella misma no tiene conocimiento de quién la está ayudando es darte una idea de la importancia del asunto.
—Esto se pone interesante, ¿por qué no le has dicho sobre ti?
Gregorio se recargó sobre su silla, dejó caer su cuerpo con pesadez. Está preocupado y el plan de liberar a Geral no estaba próximo. Desafortunadamente, recién había recibido una notificación de la Junta citando a todos los empresarios de ciudad Ritma de manera urgente y con expedientes en mano. Según su análisis, Los Primeros han mantenido vivo a Geral para que trabaje para ellos, y está preocupado porque lo traicione. Nada es seguro en medio de una guerra.
—Mañana me acompañarás a la torre Linna —Oscar enarcó una ceja, Gregorio no respondió su pregunta—. Irás como uno de mis guaruras, y una vez dentro buscarás la manera de contactarte con Marina.
—No estoy entendiendo, si entro a Linna, ¿no crees que me reconocerán? Soy un expulsado del Sótano.
Gregorio sonrió divertido.
—Esos tipos, piensan que todos deberíamos conocerlos, son tan arrogantes por pertenecer a la alta sociedad de Ritma, por codearse con los Primeros. No tienen idea del rostro de cada expulsado, ni siquiera se molestan en ver sus nombres; creeme, nadie, ni siquiera los guardias, van a reconocerte, además irás conmigo y llevarás un identificador que Lila ha preparado para ti. Si he llegado a este extremo es porque no cualquier puede ver a nuestra aliada y no querer matarla. Pero tú no lo harás.
Oscar se preguntó quién es Marina y por qué los aliados de Gregorio querrían matarla, quizá una persona tan repugnante salida de la cloaca. Y como si el empresario leyera su mente, le dió la respuesta.
—Marina es la excapitana Jaime.
Rafael llegó puntual a la cita, a todos líderes se les ordenó presentarse en la torre Linna; pero al no saber qué hacer con Marina se la llevó consigo, como si la mujer fuera una mascota que presumir entre sus compañeros. Varios hombres vestidos con uniforme color gris, con decoraciones en azul y el emblema de líderes sobre su pecho, se abrazaban y golpeaban la espalda como señal de amistad. En sus varoniles rostros una sonrisa sustituía el esfuerzo realizado durante horas de cansancio por cargar sus armas e ir al combate.
Entre ellos Bolívar mantenía una conversación amena con Tony, él contaba el asalto que sufrió, de forma divertida, realzando la exótica mirada de su adversaria. Se sentía extasiado por la forma en que alguien pudo derribarlo, el golpe que Chaco le dió lo hacía sentir ansioso por volver a verlo. Emitió una alerta por el vehículo, pero ya todo rastro había sido borrado, de cualquier manera no es algo que le preocupara.
A Marina no le es posible entrar hasta la sala donde tendrán su reunión, el rastreador que tiene implantado conecta directamente con el dispositivo de Rafael, así que no tiene muchas opciones. Se queda en el vestíbulo observando el desfile de automóviles último modelo, de dónde los hombres más ricos de la ciudad se bajan, por lo menos con tres guaruras cada uno. Ella conoce a un gran número, en varias ocasiones tuvieron tratos, pero estas personas que desconocen la asociación que tiene con los Primeros, la miran despectivamente. Hasta la fecha, para muchos Marina fue expulsada y quiénes se enteran de que está viva, no la aceptan cordialmente, pues ella es una traidora.
Todos los empresarios son separados de los líderes en salones diferentes. Desde cada uno una pantalla les muestra el rostro de los cinco hombres que se hacen llamar Los Primeros.
Dan, Herb, Nico, Triscal y Mirlo saludan a los principales motores del sistema. Inician con una cálida bienvenida, leen algunas normas básicas dispuestas entre ellos, agradecen y reconocen el esfuerzo de los líderes y entonces inician formalmente la reunión para el beneficio de su sistema en dónde todos los presentes se relacionan entre sí.
De cerca, la excapitana Jaime es más atractiva, balancea su cuerpo en un sutil caminar sensual. Antes fue respetada y sin importar las ganas de cualquier hombre, ninguno se atrevía a faltarle al respeto. Su belleza combinada con su astucia la volvieron irresistible entre los grandes empresarios y sus guaruras.
Pero ahora no tiene ningún cargo, es un fantasma que a nadie le importa.
—Me han dicho que eres la perra de Rafael —Marina reconoció la gruesa voz del hombre moreno. Sin verle la cara sabía que sus ojos oscuros la escaneaban de pies a cabeza. —Divierteme cómo lo haces con él.
Ella continúo su camino, no expresó gestos y odiaría tener que enfrentarlo, si cometía cualquier agravio sería arrestada por el bufón de Rafael.
—Es verdad, a ti te gusta darte tus aires de grandeza —y la mano del hombre golpeó con lujuria el trasero de Marina—. Con la edad te has vuelto más apetecible.
La mujer sintió su sangre hervir, levantó la mirada para encontrarse con los ojos de su agresor, en aquel pequeño acto ella estaba mostrando toda la cólera que sentía, pero no iba a quedarse de brazos cruzados. Levantó la mano para darle una bofetada y el hombre detuvo su movimiento.
Oscar observó todo a la distancia, sintió que aquello no tenía comparación. La gente de Ritma eran todos basura, tanto ella por su insensibilidad por enviar gente fuera del domo como el imbécil que le faltaba el respeto a una mujer. Caminó lo más rápido hacia su dirección. Por sus pensamientos pasaron los breves instantes en qué estuvo en su sector y lo echaron, el día en que pisó el Sótano por un estúpido error. Sí, un poco de justicia en su vida no estaría mal, pero su método no sería agresivo como el guaruara que tiene de frente, Óscar usaría la cabeza antes que los puños para hacerla pagar.
A unos metros de llegar, observó el movimiento certero de la excapitana, un golpe en la entrepierna tan duro que el tipo sintió que veía las galaxias de cerca. No conforme, Marina escupió en su cara.
—No eres una damisela en peligro —dijo con expresión divertida.
Por un breve instante ella pensó que sería un guardia cualquiera con la autoridad de encerrarla, pero vio su oscuro traje sastre confeccionado a mano y lo identificó como a un guardaespaldas. Bastante tuvo con la disputa de querer quedarse y que al final la obligarán a estar cerca de la reunión, pensar en soportar a los guaruras la ponía de malas.
—Que sea un secreto entre nosotros —respondió y luego le dio la espalda.
—Me temo que no será el único. —Tal cuál Gregorio le comentó, parecía que ella no tenía ni un gramo de idea de quién era—. Te estaba buscando, soy un suertudo al encontrarnos aquí.
Y le mostró una sonrisa confianzuda cuando ella le devolvió la mirada. Su rostro se endureció, estaba cansada de esos encuentros con gente que solo quería humillarla, o aquellos que tenían cuentas pendientes por ser excapitana.
—No tengo dinero, no tengo poder aquí y no tengo ganas de hablar contigo.
—Pero yo sí —Asió su muñeca con delicadeza para que le prestará atención—soy amigo de Geral. —Susurro quitándose los lentes oscuros.
Ahora ella tenía toda su atención.
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