01 - Bienvenidos
Dolor.
Ahora que todo había terminado, sentía dolor. Le costaba moverse, pero obligó a su cuerpo a cooperar.
Cayó de rodillas y no tuvo fuerzas para levantarse, pero eso no la detendría así que se arrastró los últimos metros. En la periferia de su visión borrosa captó que varias figuras humanas se acercaban, pero no le importó.
Exhaló un resoplido de alivio cuando finalmente se acostó junto al cuerpo cada vez más frío de Amílcar. Acarició su mejilla de la misma forma que él lo había hecho hace tan solo un instante atrás, ante el recuerdo su garganta se cerró y sentía un nudo que la ahogaba, pero Spíti sabía muy bien que solo era sangre. Se estaba muriendo, pero sonrió.
Sonrió porque los bastardos que le habían arrebatado al amor de su vida ya estaban muertos, del mismo modo que Amílcar y también, como dentro de poco ella estaría. No le temía a la muerte, no tenía sentido vivir en un mundo sin él, así que ella le daba la bienvenida a la muerte con felicidad.
Faltaba poco para que se volvieran a reunir, estaba segura de eso. ¿Dónde sería? Tal vez en una de esas estrellas de las que tanto hablaba él. Sinceramente, no le importaba, mientras siempre estén juntos.
Se acurrucó al cuerpo inmóvil y enterró su rostro en el cuello de Amílcar, suspiró de alivio.
—Mi lugar seguro —susurró con una sonrisa en los labios manchados con sangre.
Ya nada más la lastimaría, estaba en casa. Y se dejó abrazar por la hermosa y cruel oscuridad.
Lila ingresó a la oficina de su jefe dispuesta a ponerlo al tanto de los resultados de la casi perfecta operación. Casi.
—¿Están todos en la casa segura? —interrogó Gregorio mientras observaba los primeros minutos del amanecer.
—Técnicamente sí —respondió lo más tranquila posible.
Eran momentos complicados y decisivos, había que conservar la calma porque el que enloquecía perdía seguro.
—¿Técnicamente? —interrogó otra vez, al mismo tiempo que se olvidaba de mirar por la ventana y se concentraba en la mujer.
Los hombros de ella cayeron, un claro signo de su derrota.
—Están todos, pero debido a que Julio y sus hombres se retrasaron para evitar ser vistos por los guardias de los Primeros, llegaron tarde al punto de encuentro con el último grupo —se queda en silencio por unos segundos, pensando cuál sería la mejor forma de decirlo—. Resulta que los guardias los atraparon antes y hubo en pequeño enfrentamiento —termina lo último casi con un susurro.
Gregorio aprieta los dientes molesto, eso no debía pasar.
—¿Quiénes estaban en ese grupo? —preguntó mordiendo las palabras.
—El líder y su segundo al mando —respondió la mujer.
Gregorio solo asiente al principio, parece casi aliviado.
—¿Qué pasó con ellos?
Esta vez es Lila quien aprieta los dientes, odia fracasar en su trabajo. Tenía una tarea y no salió perfecta.
—Él murió y ella... la encontraron viva, pero no creo que dure —dijo un poco incómoda, más por no haber hecho bien su trabajo y menos por la vida que se había perdido y la que se estaba por perder.
Para ella, solo eran desconocidos, personas que no sabía que existían hasta hace unas semanas atrás. No sentía más que pena por ellos, pero esa especie de sentimiento que tienes cuando te enteras que alguien murió trágicamente, solo piensas "pobre", pero llega hasta ahí nomás. No te duele sinceramente.
Gregorio hace otra mueca, como si de verdad lo lamentaría, Lila no duda que sea cierto.
—¿Y los guardias?
—Muertos, la chica se encargó de asesinarlos cuando se cargaron a su amante. Tienen armas muy antiguas, como esas que se usaban en la Tierra, pero igual son letales —respondió Lila—. Julio ya se encargó de los hombres, dejará sus cuerpos en el sector Krisal y hará parecer que los guardias fueron asesinados por los hombres de Feiro cuando tomó posesión de ese sector.
—Está bien, no puede haber rastros de que personas del afuera ingresaron a Ritma, no por ahora —dijo bastante tenso.
Lila sabía que había algo más, lo conocía hace años.
—¿Qué más pasó? —preguntó ella a su jefe.
Y esta vez fue él quien parecía derrotado.
—Pensé que todo esto sería más pacífico, pero hoy Feiro asesinó a muchos guardias cuando tomó el control del sector Krisal, Jaime fue asesinada por un cómplice de Krisal y estos dos huyeron y para terminarla, los Primeros ordenaron matar a todos los ancianos que habían sobrevivido al ataque en los suburbios —cierra los ojos intentando mantener a raya la angustia—. Mañana todas las mujeres serán ejecutadas y no sé cómo evitarlo —dijo perdido mientras volvía a mirar por la ventana y le daba la espalda a su compañera.
Sabía que esto era difícil para su jefe, así que trató de no sonar tan dura.
—No existen las guerras pacíficas, sabíamos que sería complicado —contestó ella.
Él suspiró sabiendo que era cierto, pero no borraba el hecho de que seguía siendo horrible.
—Lo sé, pero ya se ha derramado demasiada sangre y esto recién comienza... no me quiero imaginar el final.
Lila se quedó callada, ambos lo hicieron. La situación era horrible, pero era casi imposible evitarla. A veces hay que sacrificar muchas cosas para un bien mayor.
Estaba a punto de marcharse y dejar que su jefe medite sobre el siguiente paso a dar, pero él la retuvo con una última pregunta.
—¿Ella está bien? —dudó, a veces temía la respuesta.
Pero Lila sonrió comprensiva.
—Cristela está bien, viva y manejando el lugar —soltó con diversión, Gregorio también rio.
Al menos ella estaba bien, tardaría pero tenía la certeza de que todo mejoraría.
Afuera, la noche se despedía y le daba la bienvenida a un nuevo día.
Las ropas que había traído del afuera estaban manchadas con sangre.
Al principio, todo había sido calma y felicidad, lo habían logrado. Estaban dentro de Ritma, pero en cuestión de segundos se volvió un caos.
Debieron imaginar que algo malo había sucedido, Amílcar y Spíti estaban tardando en volver, pero no se lo esperaron.
Julio entró a la casa de seguridad con una Spíti inconsciente y llena de sangre, parecía muerta. La llevó a la pequeña habitación donde estaba el doctor y dejó que el sujeto se encargue.
Oscar apenas registró que los otros hombres de Julio traían el cuerpo de Amílcar ya sin vida. No lo recordaba bien porque solo podía pensar en que Spíti se estaba muriendo en la otra sala, así que fue para allá.
No le importó que el doctor quisiera correrlo, él se quedó y se obligó a ayudar, aunque presiente que solo estorbó.
Cuando el hombre se rindió y Spíti comenzó a convulsionar antes de tener un paro cardíaco, Cristela llegó con el rostro decidido.
—Hazle una transfusión de sangre —ordenó.
El hombre negó.
—No sé su grupo y tampoco creo que funcione, todos sus órganos están destruidos. Es inútil —dijo con pesar.
Oscar se apoyó contra la pared y se deslizó hasta quedar sentado en el suelo, no podía perderla.
—No pierdes nada con intentarlo si va a morir igual —dijo severa—, y sácame sangre a mí, estoy segura que funcionará.
No dio derecho a réplicas.
Primero fue el silencio y luego algo de bullicio, pero todavía sonaba demasiado lejos. Segundo, se sentía demasiado fría y dura. Había dolor. Entonces, con mucho esfuerzo, abrió los ojos.
Solo vio el rostro sonriente y cansado de Oscar.
—La bella durmiente despertó —dijo con emoción y alegría, recordando las mismas palabras que ella le había dicho hace tanto tiempo—. Bienvenida a Ritma.
Fue ahí cuando Spíti lo entendió. Por alguna extraña razón había sobrevivido, estaba viva en un mundo sin Amílcar y completamente sola.
Lo único que pudo pensar es que no había llegado a Ritma, sino al infierno.
A este capítulo se lo dedico a Nelba, a mi co-capitana, porque si ella nunca me hubiera hablado, no estaría publicando el primer capítulo de esta segunda parte. Así que, GRACIAS mi niña :)
Esta maravillosa historia fue traída a ustedes por seulRN y Dulce-Miyuki.
¡¡¡BIENVENIDOS a esta segunda parte!!!
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