Capítulo 36
Abby
Primero sólo fue oscuridad y luego estaban sus ojos verdes, mirándome llorosos y preocupados, a través de nuestro vínculo podía sentir su miedo, su tristeza y dolor.
Me tomó mucho tiempo acostumbrarme a mi entorno. ¿Qué había pasado? Yo no recordaba nada.
-¿Pastelito?
Me quedé sin aliento, no, en realidad fue demasiado aire el que estaba conteniendo, cuando lo dejé salir movió varias hebras de mi cabello. Yo seguía entre sus brazos sin moverme y mi espalda estaba pegada a su pecho, él me sostenía con tanta fuerza que parecía tener miedo de que saliera corriendo.
¿Había escuchado bien? ¿Acaso me había llamado Pastelito?
-¿Sam? ¿Me recuerdas?
Una sonrisa empezó a expandirse por su rostro mientras que las lágrimas empezaron a llenar nuevamente sus ojos.
Se movió tan rápido que ni siquiera lo vi venir.
Planteando un beso en mi frente y luego otro en mi nariz hasta llegar a mi boca.
Oh sus labios eran exquisitos. Tan suaves contra mis resecos labios.
Saboreé la sensación con mis ojos cerrados.
Estaba viva.
Cuando se separó de mí juntó nuestras frentes.
-Te recuerdo con cada latido de mi corazón.
-Te amo. - Mi voz se rompió.
-Te amo incluso más que a mí mismo.
-Me alegra escucharlo, no sabes cuanto...
Mi mirada se dirigió a la sangre en la pared y luego al suelo donde un rostro familiar me regresaba la mirada vacía.
-Oh por Dios, esa es Isabel.
-No, no, Isabel está muerta, lo estuvo por mucho tiempo, este es sólo su cuerpo, una de los Primeros, Ravena ocupó su cuerpo.
Isabel estaba muerta, Cody había estado diciendo la verdad.
-¿Qué está pasando Sam? ¿Y los soldados que estaban invadiendo el lugar? ¿Logramos ganar?
-Pastelito, te lo explicaré luego pero en estos momentos debes a ayudar a mucha gente, los congeló, no sé cuantos se salvarán y tus padres...
-¿Mis padres? - Dije preocupada.-¿Mis padres qué?
Sam me ayudó a levantarme con cuidado, todas mis extremidades estaban doloridas por la falta de uso.
Vuando los vi, tirados en el piso, corrí hacia ellos con Sam detrás.
-Oh no, no, no...
-Puedes ayudarlos, tu fuego...
Sabía lo que tenía qué hacer, pero no sabía si funcionaría, si habían pasado demasiado tiempo así entonces sería demasiado tarde para ellos.
Me concentré en descongelar el hielo que los envolvía mientras Sam reunía mantas.
Los trozos de hielo fueron cayendo mientras que el agua se empezaba a reunir debajo de sus cuerpos.
Sam regresó justo cuando sus cuerpos quedaron libres. Me preocupé al ver que los labios de ambos estaban azules.
Sam y yo los llevamos a las duchas y sin quitar sus ropas los metimos bajo el agua, la calenté con mi don hasta que el lugar se llenó de vapor.
Mi madre fue la primera en abrir sus ojos, le costó hacerlo ya que sus pestañas estaban pegadas, me arrodillé frente a ella sin importar toda el agua que me caía encima.
Mi madre me miró sin habla y sus brazos le temblaron mientras acercaba sus manos a mi rostro.
-Bebé.- Sollozó. - Estás viva, estás despierta.
Me envolvió en sus brazos.
La apreté con fuerza.
No sabía qué me había pasado, ni cómo es que estaba viva, Sam no tuvo tiempo de explicarlo pero aquí estaba.
Vestida con un camisón que empezaba a transparentarse.
-Estoy bien mamá, no volveré a irme.
-Mi vida, estuve tan aterrada de perderte... Y esa bruja vino y tratamos de evitar que te quitara el respirador...
¿Respirador?
-No tenemos mucho tiempo.-Nos advirtió Sam mientras nos ayudaba a levantarnos, envolvió a mi madre en una manta y a mi en otra.
Luego él cerró la llave de agua de James y se acuclilló frente a él.
-Abby deberías darle más calor.
-Hay que llevarlo a una habitación, yo me encargo.-Lo interrumpió mi madre.
Entre Sam y yo llevamos a James a una habitación limpia, pasamos en la que yo estaba y traté de ignorar el cuerpo que yacía ahí sin vida.
Isabel había sido mi amiga y estaba muerta, debió sufrir antes de morir, esos monstruos se han de haber encargado de que lo hiciera.
Envolvimos a James en mantas y luego pusimos más mantas sobre las que ya estaban y mi madre se encargó de emanar el suficiente calor para hacer que la habitación pareciera un sauna.
-Hay más que están en la misma situación, debemos ayudarlos. Ve con ellos, están en el área de la tarima, yo iré a ver a los niños, debieron estar en las aulas.
¿Aulas? ¿Qué aulas?
Estaba demasiado confundida. Prácticamente caminando con los ojos vendados, pero habían personas que me necesitaban, me tragué mis preguntas y besé a Sam en los labios antes de correr hacia donde me indicó.
No todos sobrevivieron, para algunos fue demasiado tarde, habían muerto congelados.
Sam regresó tiempo después de que terminé de descongelarlos a todos.
Una docena muertos y más de veinticinco vivos.
Me sentía realmente mal, no había podido ayudarlos a tiempo. Ellos estaban muertos ahora y la mayoría eran ancianos.
-Los niños están bien, todos estaban en las aulas donde antes estaban las celdas.
-¿Alguien más murió abajo?- Quería que su respuesta fuera que no.
-Unos cuántos más en el área de enfermería, los pocos que quisieron detenerla, el mayor daño estuvo aquí. También había gente refugiada en sus habitaciones.
Dios, esto fue una masacre, tanta gente inocente muerta por una sola persona.
Una de los Primeros.
Sentí a Sam abrazarme, yo no dejaba de ver a los sobrevivientes acurrucados en mantas todavía temblando por el frío.
Me abracé a él con fuerza y fue entonces cuando empezaron a salir chispas de la nada, todos nos giramos a ver el portal que se abrió en segundos y luego una silueta pasó por la abertura como un rayo.
Ruidos como de disparos y gritos hicieron eco en el búnker y luego el portal se cerró.
Lukas cayó al suelo como un peso muerto.
-Oh por Dios.-Murmuré antes de salir de los cálidos brazos de Sam e ir hacia Lukas. Me arrodillé a su lado y le di vuelta ya que había caído boca abajo.
Aprestaba a sangre y plomo, su rostro estaba sucio con algo parecido a cenizas y esta se embadurnaba con la sangre de sus cortes. Pero respiraba, estaba respirando y mirándome con los ojos entrecerrados.
-Estás viva... - Parecía sorprendido y al mismo tiempo alegre. Su labio inferior tembló y se curvó.-Y yo que estaba listo para traerte de la muerte.
Lo abracé sin importarme toda esa sangre.
-Oh Lukas...
-Te necesitamos Abby.
Sam llegó hasta nosotros y se arrodilló a un lado.
-¿Lograron escapar?
Al hacer aquella pregunta, giré hacia Sam.
-¿Escapar de qué? ¿Dónde están todos?
-Oh ella no sabe nada... - Lukas miró entre Sam y yo.-Pero respondiendo a tu pregunta Sam, sí, lo logramos pero sólo escapamos de una trampa para meternos en otra. Luego de salir de la prisión fuimos a ayudar al grupo que estaba en el pueblo abandonado porque los estaban masacrado, todo fue un desastre, al grupo que le tocaba estar allá se le superó en número así que los que sobrevivimos a los Caníbales nos dirigimos ahí directamente, usando portales de los diferentes hechiceros, otros volaron y bueno... Logramos llegar pero no teníamos un plan de ataque y sólo... Bueno, sólo atacamos. La cuestión es que ahí estaba Mauro y mientras luchábamos y tratamos de destruir los experimentos que los Primeros tenían en su laboratorio, él hizo un trato con Caín.
En cuanto terminó de mencionarlo supe que él había hecho una estupidez.
-¿Qué trato?- Pregunté con los dientes apretados.
-Mauro iba a dejarnos ir a todos, les daría la orden a sus soldados de que detuvieran el fuego contra nosotros si Caín se entregaba.
Llevé mi mano a mi frente.-No.
Eso sólo significa una cosa. Caín se entregó.
-Lukas ¿Qué pasó con Caín?- Sam hizo la pregunta que yo no pude hacer, mi garganta se sentía demasiado apretada.
-Mauro piensa que Abby está muerta porque mandó a su hermana a asesinarla así que quiso que Caín, nuestro líder estuviera en su poder porque sin él y sin Abby, nosotros estamos jodidos. Mauro sabe que sin ambos no habrá quien nos guíe por un tiempo, eso le daría tiempo de huir y hacer nuevos planes. Pero para Caín fue una oportunidad de retirada. Incluso llegando nosotros al pueblo, eran demasiados soldados contra nosotros, que nos doblaban la fuerza y la velocidad, algunos fueron partidos en dos tan sólo por las manos de los soldados... Se lo llevaron frente a todos, lo hizo arrodillarse frente a él y Caín no titubeó porque sabía que sí él no se entregaba, muchos de nosotros estaríamos muertos. No tenemos oportunidad contra tantos soldados. Nos dejó ir... Y aún así no quisimos irnos así que le ordenó a los Soldados que se agruparan hasta empujarnos a la salida. No podemos entrar ahí, los soldados rodean el edificio y los que están fuera del pueblo a sus alrededores corren riesgos de ser blanco fácil de ellos.
-No puede ser.- Sam se pasa la mano por la cara.-Parecíamos ser tantos... Nos unimos más de dos grupos de sobrevivientes ¿Y aún así fuimos pocos para los soldados de Mauro?
-Mauro tiene reunidos a soldados de todo el mundo aquí, créeme Sam, nos doblan en número.
-¿Dónde están todos ahora? - Pregunta James.
-Vienen para acá, otros se han rendido del todo y los otros están muertos.
-Debe haber alguna forma de recuperarlo, sabemos que hará Mauro con Caín.- Dice mi madre con urgencia.- Sabe que Caín sería un villano letal contra nosotros, es demasiado poderoso.
-Justo por eso lo ha hecho, él es arma perfecta.- digo yo pensativa.- Él es quien podría unirnos o separarnos.
Maldición, Mauro hizo su mejor jugada. Sabía que el corazón de Caín estaba lejos de ser oscuro y utilizó su humanidad contra él. Caín se sacrificó por su pueblo sin saber que con eso se convertiría en el arma que podría destruirlo.
-Necesitamos movernos ahora, no le daremos tiempo de hacerle algo.-Miro a Sam.- No podemos vacilar, sólo atacar y debe ser...
-Ahora.
Termina por mi.
-¿Pero crees que estás lista para hacerlo?
Pueden llamarme loca pero creo que Caín sabía lo que hacía.
Él sabía que Sam no me dejaría morir incluso si hubiera tenido que dar su vida por mí.
Él sabía que al entregarse su pueblo quedaría libre, con la oportunidad de escapar y ganar tiempo.
Y también sabía que su amiga, en cuanto despertara iría por él.
Caín me está esperando, está esperando que lo salve.
-Estoy lista.
Él es alguien por el cual vale la pena arriesgarse.
Sam me mira vacilante. Sé que tiene miedo, que después de todo lo que nos ha pasado, tanta sangre y sustos, teme perderme. Pero es algo que debo hacer, Caín es mi amigo, mi hermano.
Además, todavía debemos salvar a los que están siendo controlados por por Mauro.
Lo tomo del rostro y se lo acaricio con delicadeza.-No volverás a perderme.-Le aseguro.
Nuestras manos se entrelazan.
-Más te vale, porque es hora de atacar.
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Lukas fue por el grupo. Nuestro grupo, mientras que Sam y yo nos alistábamos con nuestros trajes.
El cuero se sintió tan bien en mi piel, podría incluso decir que extrañaba usar el traje.
Sam se encargó de ponerme al tanto lo más rápido que pudo.
Las cosas empezaron a cobrar sentido.
Varias cosas me golpearon y me dejaron con frío en los huesos.
Como el saber quien era el verdadero asesino de mi padre, saber por todo lo que Jesse tuvo que pasar. Su madre murió, no lo sabía, incluso me sentí mal por haberlo tratado mal todo el tiempo que pude.
Lo del C-15 y la manera en que los chips pueden quitarse sin ellos.
Todo, en minutos lo sé todo.
Ni siquiera he tenido de abrazar bien a Sam, de mantenerlo pegado a mi y decirle cuanto lo extrañé, cuantas noches lloré por sus recuerdos y cuán doloroso fue para mi saber que no me recordaba.
Pero habrá tiempo para eso más tarde, porque sí, tenía esperanza de que habría un después.
Algo en mi cabeza me decía que no era mi hora aún. Tal vez el destino estaba empezando a estar de mi lado.
Apenas tuvimos tiempo de vestirnos y hablar antes de que Lukas apareciera con el grupo.
Natalia, Zack, Jesse, Maggie, Jordy, Devon....
Todos excepto Cam y Caín.
No habían podido recuperar a Cam hasta ahora Caín tampoco estaba.
Cuando me vieron me abrazaron, sus rostros parecían estar pálidos si no fuera por la mugre que los cubría y sus ojos estaban asustados.
Jesse no se acercó mucho pero lo miré mientras los demás me abrazaban y murmuraban cosas lindas en mis oídos.
Lo miré y pude ver que parecía aliviado.
Me separé del grupo, se hicieron a un lado en el pasillo, incluso Sam me dio espacio mientras hacía un camino hacia Jesse. Sus ojos azules estaban acristalados y estaban tan abiertos que el color que me había gustado por tanto tiempo me saludó.
Llegué hasta él, quedando frente a frente. Nuestros brazos rígidos a nuestros lados.
Mis labios estaban firmemente cerrados mientras que los de él estaban entre abiertos.
No lo odiaba en absoluto.
No le guardaba rencor. No más.
Y ahora que no había nada de eso en mi imagen de él, pude admitir lo mucho que me hizo falta.
No como amante, sino como amigo.
Y es que Jesse fue una parte importante en mi vida, uno de mis mayores dolores y la persona que en el pasado me conocía tan bien como mi propia madre, y sus decisiones nos separaron tan abruptamente que todos esos sentimientos quedaron en el aire.
No lo amo, mi corazón le pertenece y le pertenecerá siempre a Sam pero Jesse estaba perdonado.
-Sé que estás enojada, sé que debí decirte la verdad sobre mi padre pero estaba tan asustado de que lo asesinaras... - Todo eso Sam me lo había explicado y así que levanto una mano, interrupiéndolo completamente.
Él se calla y baja la mirada.
Y entonces lo tomo del hombro para que me vea y cuando lo hace, sonrío.
-No tienes por qué disculparte Jesse.
-Pero te guardé ese importante secreto, te traicioné...
-No más, todo eso quedó en el pasado ¿Entiendes? Estás perdonado, ahora sigue adelante.
Muerde su labio inferior que había estado temblando y asiente.
-Gracias yo... Yo necesitaba escucharlo. No sabes cuánto.
Y lo abrazo, lo abrazo con fuerza, al principio se queda inmóvil y tenso pero luego asimila lo que pasa y me devuelve el abrazo.
Su piel fría me da la bienvenida.
Tanto tiempo...
Por fin pudimos darnos el cierre que necesitábamos.
Cuando nos separamos me sonríe.
-Gracias.
Y entonces voy a los brazos de Sam.
-Ahora, tenemos a gente que recuperar. Lo que hagamos definirá nuestro futuro y el de Cam y Caín, debemos arriesgarnos una última vez.
¿Están dispuestos a ello?
-Ya sabes nuestra respuesta.- Murmura Sabrina. -Somos una familia
Y ahora dos de los nuestros están en manos enemigas, por supuesto que iremos por ellos, la pregunta es ¿Cuál es el plan?
-Este es el plan...
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-No estás bien ¿Cierto?
Sam me agarra con la guardia baja mientras nos mantenemos escondidos entre la maleza del bosque, en los alrededores del pueblo.
Estamos camuflados para que los soldados que rondan cerca no nos atrapen.
Lukas y Sabrina habían ido por la gente que estaba huyendo de aquí, el grupo de gente había estado dividido, muy pocos regresaron para una tercera ronda contra Mauro, muchos habían declinado seguir luchando.
Seguíamos siendo cientos pero no como antes.
Miré a Sam a mi lado y no pude evitar curvar mis labios.
Me conocía, me conocía mejor que nadie.
No lo había dicho pero no estaba del todo bien.
Mi cuerpo estaba dolorido, me imagino que se debe al tiempo que estuve en coma, ya que mis miembros no pudieron estirarse se han entumido.
Me sentía más lenta de lo normal, sé que no debería estar aquí, que no estaba del todo repuesta y que lo mejor era estar en cama.
Sin embargo no podía dejar a mis amigos a mereced de Mauro.
Lo peligroso era que en mi estado no pudiera esquivar los golpes como debería, podría poner la misión en peligro, eso era lo que más me preocupaba.
Sólo pude negar con la cabeza e incluso ese movimiento me provocó ligeras punzadas en la zona, él se colocó más cerca y dejando caer sus manos sobre mis hombros, empezó a masajearlos.
Incliné la cabeza a un lado y cerré los ojos ante la sensación deliciosa.
Estaba tensa, demasiado tensa y él podía sentirlo en mis hombros.
Pero pronto terminaría.
Sólo estábamos aguardando la señal.
-No he podido abrazarte ni besarte como se debe.-Murmuré de espaldas a él. Sus manos no pararon en ningún segundo pero sabía que me escuchaba.-Lo lamento, quisiera detener todo y sólo quedarme a tu lado. No sabes cuantas cosas tengo que decirte o las cosas que quiero hacerte.
Sentí su aliento contra mi oreja cuando acercó su rostro a mi, sus manos se posaron en mi cadera y sus labios depositaron un beso en la parte baja de mi oreja. Me estremecí.
-Podría decir lo mismo pastelito, pero ya habrá tiempo para eso, para absolutamente todo lo que tenemos en mente.
Me giré en sus brazos, desearía no portar este traje, así podría sentir sus brazos contra mi piel. Pero tenía todo mi cuerpo cubierto por kevlar, cuero y armas.
Habían tantas cosas que necesitaban ser dichas, actos que deberían ser cumplidos y momentos que necesitamos rebobinar.
Él y yo no hemos podido tener nuestro momento y después de tanto tiempo, después de tantos obstáculos, los dos lo merecíamos.
-Prométeme una cosa.-Murmuró con los ojos fijos en los míos. Parecía preocupado, no me gustaba ver si ceño fruncido. Asentí en busca de información para calmarlo.- Prométene que después de esto, no volveremos a arriesgar nuestras vidas de esta forma. Estoy tan cansado de casi perderte, no quiero más tiempo desperdiciado sin ti a mi lado y el pensamiento de que un día no puedas sobrevivir a nuestros enemigos me vuelve loco. No quiero volver a verte inconsciente y pensar que puede que no vuelvas a abrir tus ojos, no quiero pasar por eso otra vez pastelito.- Sus manos toman fuertemente las mías en un contacto desesperado.- Prométemelo, por favor.
Una punzada de culpa me golpea. Lo había hecho sufrir, y no fue el único que lastimé al quedar en coma. Muchos se preocuparon por mi.
Yo pude haber muerto ese día y jamás volverlo a ver.
Sus palabras sólo reafirmaron lo que yo quería.
Una vida tranquila, libre de plomo y sangre.
Una vida sensilla y normal.
Sí, lo quería.
-Prometo que esta vez será la última, prometo que luego de esto podremos descansar y vivir como merecemos. No me arriesgaré otra vez de esa forma, quiero tenerte a mi lado por otro largo, largo tiempo y estar consiente de ello.
Había algo de lo que Sam y yo nunca tuvimos tiempo de hablar.
Y era sobre lo que pasaría luego de esto.
¿Qué pasaría con nosotros? ¿Viviríamos juntos? ¿Sam querría hacer su vida en otro lado?
Dudas, cientos de dudas y preguntas sin responder.
Pero él lo dijo, habría tiempo y eso sólo puede prometerme que habrá un después para nosotros.
Sam queda complacido con mi respuesta y me abraza de frente. Su mentón queda encima de mi cabeza y me mejilla contra su pecho.
Y entonces se escuchan disparos a la distancia, la señal del inicio de la batalla.
Lukas aparece de la nada.
-Estamos listos para entrar, el grupo se está encargando de despejar el edificio, los estamos llevando lejos como distracción.
-¿Lograron rodearlos?-Le pregunta Sam.
-En eso están, los están llevando al área más devastada del pueblo para llevarlos lo más lejos posibles de donde estaremos nosotros.
Sam guardaba recuerdos de este lugar, recuerdos feos y no era el único, yo también lo hacía.
Aquí empezó una guerra, la misma que terminará hoy aquí.
Isak murió aquí por mi culpa, Jesse me traicionó aquí y asesinó a Natasha, Sebas murió...
Tantos malos recuerdos.
Nuestras miradas se encuentran y no sé si he transmitido ese pensamiento a él.
Sus ojos se vuelven más cálidos y eso es una señal de que así ha sido.
Aprieta nuestro agarre y murmura un corto mensaje en mi cabeza.
Está bien.
Asiento.
-¿Una última vez? - Le pregunto.
-Una última vez.-Me contesta.
Le doy una última mirada al cielo nocturno. Por si no vuelvo a tener la oportunidad de ello.
Y entonces nos reunimos, nuestro grupo íntimo y nos dirigimos directamente a la batalla.
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Caín Warner
Desde que acepté someterme sabía cual iba a ser mi destino.
Vi la mirada triunfal de Mauro cuando me arrodillé a sus pies y cuando no hice nada para detenerlo cuando me golpeó una y otra vez hasta hacerme sangrar.
Fue cuando vi a mi gente irse, huir de los que los superaban en número.
Pero lo sabía, sabía que ellos no iban a estar sólos.
Abby despertará , algún día lo hará y lo primero que hará será liderar al grupo que nos queda y venir por mi.
Ella va a venir por mi y no importa si ya es tarde para cuando venga, al menos sé que lo habrá intentado.
Han pasado un par de horas, pero no sé cuantas.
Estoy colgado de un gancho, las cuerdas que me rodean las muñecas está enganchada haciéndome levitar.
Mis brazos duelen, estirados hasta el límite y mi cuerpo está húmedo por la sangre y el agua con sal que han derramado sobre mis heridas.
Mauro acaba de irse, había estado terminado su serie de golpes otra vez.
Me golpeó hasta que me cabeza cayó hacia adelante y no tuve la fuerza de levantarla. Entonces lanzó otro balde con agua y sal sobre mi.
-Para limpiarte para la siguiente ronda.-Había dicho él.
Ni siquiera lo intenté.
No intenté liberarme, o matar a Mauro cuando estuvo distraído.
No incendié el lugar a pesar de que quería hacerlo.
Porque sabía que sí intentaba algo, los que saldrían perjudicados serían mis amigos, mi familia. Mi gente.
Así que no hice nada, salvo tragarme los gritos de dolor y guardarme las ganas de decapitar a Mauro.
Sólo podía escuchar mis respiraciones en esta pequeña habitación oscura. El aire acondicionado hacía que el agua y la sangre se me secaran encima.
Me dolía todo el cuerpo, hasta tal punto de que el entumecimiento me hacía no sentir gran parte de mi peso.
Y mis ojos, los bordes estaban tan inflamados que sólo miraba de forma entrecortada.
Cuando la puerta se abrió y hombres con batas me soltaron e inyectaron algo en mi pecho bruscamente supe que era tiempo de la siguiente ronda.
Ella vendrá.
Fue mi último pensamiento antes de quedar inconsciente.
Y entonces volví a abrir los ojos.
Y ya no estaba en un lugar oscuro, tampoco esa banda sólo ni colgando de un gancho.
Estaba en una habitación iluminada, las paredes eran blancas y yo estaba acostado en medio de un alboroto de personas con batas e instrumentos quirúrgicos en las manos, cuando quise mover mis manos las ataduras me lo impidieron.
Me removí hasta que llamé la atención de los doctores.
Supe dónde estaba.
Supe lo que iban a hacerme y el miedo empezó a correrme por las venas.
El laboratorio. Estaba en el laboratorio.
Una risa retumbó en mis oídos, llenó la sala y los doctores se separaron para darle vía al dueño de esta.
Mauro apareció con unos guantes de látex en sus manos, su mirada fría me taladró.
-Caín Warner.-Pronunció mi nombre como una burla.-El salvador del mundo, el líder del famoso grupo de valientes guerreros...- Todos empezaron a reírse, incluyéndolo.- El mestizo, el hijo de una Origen y un hechicero... ¿Se supone que debo temerte?- Se inclina sobre mi y yo hago todo lo posible por no escupirle en la cara. Eso haría las cosas peor, si es que puede ser peor.-No, no te temo niñito, pero tú, tú si deberías temerme. Y ¿Sabes qué? Dentro de poco, los únicos que te temerán serán aquellos que tu tanto deseabas salvar.
No.
Él ve el reflejo de mi horror a través de mis ojos y se ríe con más fuerza.
Me coloca una mascarilla y me la sostiene con fuerza contra el área de la boca y la nariz, tanto que duele, tanto que las heridas se esa zona se vuelven a abrir de los cascarones que se estaban creando.
Saboreo sal y sangre y ni siquiera puedo escupirla.
-Borren su memoria y sus emociones déjenlas en cero. Quiero que lo único que sea capaz de recordar y sentir sea furia y odio. Y luego implanten el chip en él.
Agitó una tableta como si de un salido se trataba. La C-15.
No.
No.
Noooo.
Quiero gritar pero lo que sea que me estén haciendo inhalar me está adormeciendo.
Mis ojos amenazan con cerrarse.
¡Despiertaaa!
Escucho pasos, veo siluetas rodearme, manos en mi piel y agujas siendo insertadas muy profundo en mi carne.
Pitidos, escucho pitidos de mi corazón pero me hacen recordar a los de Abby.
Vamos, despierta. Ven por mi
Tengo que cumplir mi promesa a Elis.
Debo cumplir mi promesa.
Necesito hacerlo.
Escucho unas voces que inician un conteo en reversa.
Cinco
...
Cuatro
...
Tres
...
Empiezo a dormirme, mis párpados caen pero soy consiente de las voces.
Dos
...
Debo soportarlo, debo negarme a dejar ir mis recuerdos.
No pueden eliminarla de mi mente, Elis no puede irse de mi mente. Ella es mi ancla.
Uno
...
Antes de que ya no escuche ni sienta nada, soy consciente de unos disparos a la distancia.
Y sólo un pensamiento queda retumbándome en la cabeza.
Abby ha venido por mi.
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