Capítulo 13
Caín Warner
El último grupo se encuentra casi en los límites de Londres, hemos pasado los límites que me puse al alejarme tanto. Pero creo que valió la pena porque cuando llegamos al lugar y hablamos con el líder del lugar, la gente enloqueció de alegría.
Esta vez, el lugar en donde nos hemos quedado es diferente, pareciera incluso otro mundo.
El grupo se encuentra en una residencial, hay altos muros que protegen los de dentro de los peligros de afuera, hay guardias en cada punto de entrada y salida, y por guardias no me refiero a los de Mauro sino a gente común y corriente que ha tenido los pantalones de proteger el lugar en donde vive.
Al ver el lugar a mi alrededor al principio pude creer que era un sueño, por el aspecto de las casas en perfecto estado, nada de pintura descascarándose o las ventanas rotas o el peligro de que alguien o algo viva dentro y tener que luchar para conseguir una esquina en donde dormir, no, aquí las casas son hermosas, con jardines y barandales de madera, y la gente anda libremente por las aceras, riegan su patio, siembran sus plantas y los niños pueden ir al pequeño parque a unas calles de donde la casa que me han reservado, se encuentra.
Todo es increíble pero soy incapaz de disfrutar al cien por ciento de la suave y cómoda cama ya que pienso en las personas que en estos momentos duermen en la calle o encima de cosas extrañas pero lo hacen solamente para traer calor a sus cuerpos.
Pienso en mi familia que está dividida, no todos gozamos con lujos como estos. No he sabido nada de Abby, ella no contestó mi mensaje de fuego cuando le informé que ya habíamos llegado. Seguramente está afuera a estas altas horas de la noche buscando la manera de encontrar a Sam, es terca, no hace caso cuando le decimos que tiene que descansar, pero supongo que lo entiendo, es lo mismo que haría si alguien que amo desaparece.
El reloj de la pared dan las diez y media de la noche, la casa está vacía además de mi aquí adentro, pero sé que si miro por la ventana de la cocina miraré gente afuera caminando tranquilamente.
Abro la lata de cerveza fría, se siente bien poder sostener algo frío en mis manos y saber que el líquido dentro no estará rancio y caliente por el sol.
Se supone que mañana tendremos la respuesta del líder, en estos momentos él debe estarlo pensando o hablando con sus hombres de confianza. Sólo espero que acepten la alianza.
Tanto su gente como la mía lo necesita.
Justo cuando me empino la cerveza alguien toca la puerta, alcanzo a saborear sólo unas gotas de la fría bebida antes de bajar la botella. Suelto un gemido cargado de histeria y corro a abrir la puerta, mi humor empeora cuando me encuentro con ella.
-Elis.- Digo su nombre en voz alta, probablemente porque me gusta su nombre no porque fuera necesario pronunciarlo.
Cuando me mira a través de sus mechones dorados me doy cuenta de que ella no está enojada como suele estarlo todo el tiempo, sino más bien nerviosa.-¿Todo está bien?
Ella mira hacia atrás antes de señalar la puerta con la cabeza.-¿Puedo pasar?
Quiero preguntar por qué, agregar que no es una buena idea pero mi cabeza no parece darle las órdenes correctas a mi cuerpo porque de momento a otro, estoy abriendo la puerta para ella.
La dejo pasar, ella parece tan pequeña en su sudadera gris que hacen que sus ojos azul cielo parezcan más claros que lo normal.
Le doy una mirada antes de cerrar la puerta. Ella mira la casa, suelta un suspiro y luego llega a la cocina donde encuentra la cerveza (Mí cerveza) y la toma como si fuera suya.
-Así que... ¿Superaremos lo sucedido?
-¿Te refieres al cansancio del viaje?- Pregunto para no apostar y perder. Cuando se trata de ella nunca sé lo que piensa o quiere decir.
La veo poner los ojos en blanco.- No, me refiero a nosotros, lo sucedido en ese callejón.
-Que yo sepa, dejaste todo en claro.- Le arrebato la botella y tomo un trago antes de devolvérsela.
Sus dedos rozan los míos brevemente.
-Creo que en vez de decir lo que realmente quería, salieron otras cosas de mi boca.
-Elis no entiendo a qué juego juegas pero no quiero estar dentro, no cuando estaremos yendo y viniendo de la deriva. Tienes que ser sincera y decirme lo que realmente te pasa, no me creo eso de tus celos por Abigail, ella es una amiga, mi familia y lo dejé en claro antes de acostarnos y luego me vienes con que cuando estoy contigo pienso en ella. ¿Estás loca? ¿Por qué lo haría teniéndote frente y lista para mí?
-Yo realmente tenía celos.- Dice como en un gruñido.- Y sigo... teniéndolos pero hay algo más que no me deja avanzar, algo que hace que no pueda tenerte como quiero.
Mi boca se entreabre y no puedo evitar ver los suyos.-¿Tú... quieres tenerme?
Ella me mira, con la abundante confianza en su mirada, esa que nunca la abandona.
-¿Lo dudas?
-Tu actitud me hace dudar.- Ella se muerde los labios y mira hacia la cerveza.
-Las cosas son complicadas Caín, tú ya estás lleno de sombras, todos tenemos sombras, la diferencia entre las tuyas y las mías es que las tuyas pueden o no afectar a los que te rodean, pero las mías...— Se ríe sin diversión, parece más bien despreciar las palabras que salen de su boca, por la manera en que tuerce el gesto y entrecierra los ojos a la nada.- Mis sombras pueden destruir a los que están a mi alrededor.- Cuando me mira, creo que puedo rendirme ahí mismo.- Tú no podrías con ello.
-¿Eso es lo que pasa?- Me acerco a ella, en un movimiento ágil estoy entre sus piernas y ella sentada en el comedor, jadea por la sorpresa pero se sostiene en mis hombros.-¿Te preocupan tus sombras, cariño?- Acaricio su rostro, tan suave y lento, como si yo mismo temiera que se asustara y huyera. Pero sé que si se marcha no sería por temor, no, ella no teme, ella es Elis.- Yo he vivido con ellas tanto tiempo que no creo que las tuyas me asusten.
-Eso no lo sabes aún.- Dice en voz baja.- Pero me temo que lo harás.
-¿Es un reto Elis?
-No Caín, no es un resto sino la realidad y temo que me odies cuando lo sepas, cuando sepas la verdad.- Cuando sus ojos me gritan "corre" es cuando me doy cuenta de que ese algo, esas sombras pueden realmente pesar sobre sus hombros.
Una parte de mí, la posesiva quiere rodearla con mis brazos para evitar que cualquier cosa o cualquiera se acerque a herirla, la otra parte de mí... ¿A quién engaño? Todas las partes mías quieren hacer eso.
-Dime lo que sucede.- Le pido.- Quizá podamos arreglarlo.
Ella niega con la cabeza, aprieta sus labios y junta su frente con la mía.
Es estúpido, no, yo soy el estúpido pero dejo que mi corazón se abra, dejo que la sensación de su piel contra la mía se quede y esconda debajo de mis sentidos. La dejo instalarse en mí y tal vez sea un error pero por ahora se siente bien.
-Quiero que sepas Caín, que cuando llegue la hora... No dejaré que nadie te haga daño pero... me temo que ya será tarde para nosotros.- Su voz tiembla y me hace alejarme para mirarla a los ojos.
-No Elis, dime ahora qué sucede.
-No.- Dice con voz neutral, es cuando su voz cambia, cuando su mirada se vuelve distante, incluso me parece que sus ojos que apenas se volvían brillosos ahora se apagan. Se ha cerrado, no hablará.- Debo irme, le prometí a Alexander que lo ayudaría con algo.
Se baja del comedor y empieza a alejarse, la tomo del brazo porque no puedo permitirlo.
-No lo hagas, no otra vez.- Se lo pido pero será la última vez que lo haga.
Cielos. ¿Cuántas veces me diré lo mismo? Soy patético, ella me ha vuelto patético.
-Buenas noches, Caín.
Mi agarre se suelta de su brazo y la veo alejarse, con cada paso que da yo quiero seguirla. ¿Cuán dañino es eso?
Cuando me quedo a solas de nuevo, estoy demasiado aturdido.
Elis parece temerle a algo pero me parece que a lo que más le teme, es a ella misma.
Quisiera ir tras ella pero por experiencia sé que no es buena idea.
Porque aunque ella quiso quedarse, aunque sea un poco, hay algo que se lo impide y no sé si es ella misma lo que lo hace pero la mirada que me dio antes de irse me ordenó no seguirla, no ir tras ella.
En otras palabras, ella no me quiere ahí.
Al día siguiente, a las cinco seis y media de la mañana estoy listo para la reunión, no puedo evitar sentir nostalgia al recordar la comunidad que formé durante años y que se vino abajo en pocos minutos, la gente de aquí vive igual de tranquila que todos aquellos.
Camino por la acera, levanto la mirada y me alegro al ver que el sol ha salido. En la casa de al lado Jesse sale, al parecer está molesto, me doy cuenta de que está molesto con Elías porque luego de unos segundos este sale de la misma casa y le lanza un zapato. Llego hasta ellos, conteniendo una risa estridente.
-¿Qué? ¿La cama no era lo suficientemente grande para dos?- Me burlo de ambos, Elías toma otro zapato y apunta a mi cabeza.
-No, idiota, tuve que venir a ducharme a la casa de este porque en la que me dieron a mi no había agua y este se acabó tooooda el agua.- Me dice Elías con tono enfadado.
-Se suponía que era mi casa temporal, lo que significa mi agua también.- Se le burla Jesse.
-¡Pero tú no necesitas agua caliente! ¡Eres un maldito origen de hielo!
Jesse rueda los ojos.- Ya hablé. Mi casa. Mi agua.
-Como sea, niños, la gente está mirando y se supone que somos gente seria.- Les digo en voz baja y sonriendo a la pareja de ancianos que nos miran raro.
-Buuuh, nos creen aburridos entonces.- Dice Elías.
Cuando veo venir a Alexander y el otro junto con Elis, mi sonrisa se borra. Su visita anoche me dejó un mal sabor de boca.
Entre enojado y confundido me desperté esta mañana y lo primero en lo que pensé fue en ella.
-El líder está listo, nos espera en el comedor principal.- Nos avisa Elis, su tono neutral y lejano. Nos da la espalda antes de que pueda o podamos decir algo más.
Los seguimos a distancia.
-Diablos, esa chica es ardiente.- Murmura Jesse en voz alta, yo le lanzo una mirada.
Oh no Thompson, no otra vez.
El comedor es como nuestra cafetería en el búnker pero la gente aquí parece más feliz, incluso hay música y no temen que los caníbales puedan pasar esas barreras atraídos por el ruido.
El líder se encuentra sentado en la mesa del centro con cuatro hombres en su mesa se ríen, golpean con el puño la madera haciendo temblar los trastos. Es prácticamente un anciano.
Su cabello es gris por los años y sus ojos alguna vez fueron de un gris intenso, ahora, a pesar de reírse, lucen apagados.
-Oh, bienvenidos caballeros y dama. Tomen asiento por favor.
Lo hacemos, frente a nosotros hay un banquete, desde huevo revueltos a tocino fresco. Los chicos se sirven como desquiciados y no los detengo, hoy regresamos, con una buena o mala noticia pero lo haremos y probablemente no probemos algo tan delicioso en meses o quizá nunca más. Me sirvo mi propia torre de huevos y tocino.
Mientras los hombres continúan con su plática, nosotros comemos en silencio, eso hasta que Alexander habla.
-Caín, ¿Has recibido noticias de los otros grupos?
-La última vez que recibí mensajes de ellos me avisaban que ya estaban de camino al búnker, supongo que para hoy o mañana ya lo estarán.
Alexander asiente.- Oh, pero qué buenas noticias.- Dice en tono cantarín, al parecer alguien amaneció de buenas.
Terminamos de comer, aprovechando que los tipos siguen en su plática tomo el jugo que me sirven ¡Dos veces! Y luego le contesto a la mujer que ha retirado los platos que no quiero más comida ¡Dos veces!
Cuando ya ha transcurrido demasiado tiempo decido interrumpir.
-Disculpen...- Llamo la atención de los hombres.- Señor, le agradecemos la comida y el alojamiento perro necesitamos una respuesta.
El hombre se acoda en su silla con aire vacilante.
-Debo decir que con toda la charla que nos has dado nos has convencido. Sinceramente no sabía que eras el chico que lideró aquella batalla contra los cazadores, yo, como muchos aquí, les temíamos y ahora, gracias a ti, estamos todos unidos, gracias a ti, sabemos cuál es nuestro verdadero enemigo. Le das esperanza a la gente, hijo, tú y todo tu grupo pero hay un problema.- Lo supuse en cuanto empezó a elogiarnos, siempre hay un "Pero" Creo que esa es la palabra que más odio. "Pero"- Y es que si ves bien a tu alrededor, te darás cuenta de que aquí no hay guerreros, somos solamente gente que cultiva, ordeña y sobrevive a su día a día, en vez de ayudarte en la batalla que se aproxima creo que más bien haríamos bulto. Hay niños y ancianos aquí que por suerte consiguieron llegar aquí con sus dos padres. ¿No crees que sería injusto arrebatárselos?
Todos en la mesa se tensan ante la respuesta inminente.
-Lo lamento chico, pero la respuesta es no.
Trato de controlarme, de entender las razones.
Tiene razón, la gente de aquí es pacífica, cultiva, cosecha, no están listos para enfrentarse cara a cara con los malos y eso es un punto a favor para nosotros porque nosotros si lo estamos.
Me levanto de la mesa con total compostura y trato de darle una de mis mejores sonrisas y de todo corazón le digo:- Que Dios los bendiga. Gracias por darnos un lugar para quedarnos pero debemos irnos antes de que el sol se ponga.
El hombre también se levanta y desde el otro lado de la mesa me tiende la mano.
-Si alguna vez necesitan comida extra o un lugar para quedarse...— Abre sus brazos.- Entonces son bienvenidos.
Los seis nos movemos como uno fuera del comedor, Alexander, Elis y el otro chico Anthony murmuran enojados pero yo estoy neutral. Que ellos se negaran no significa nuestra derrota. Hay otros grupos que ya han aceptado unírsenos, tenemos gente, tenemos esperanza.
Entramos a las casas para recoger nuestras cosas, cuando tengo todo listo me doy un minuto para mirar mi entorno.
-Algún día todo volverá a ser así.- Me hago la promesa a mí mismo.
Caminamos los seis hasta la salida, la gente se agrupa a los lados de la calle, nos despiden con sonrisas y uno que otro abrazo, una niña le regala flores a Elis y ella cambia su mala cara por breves segundos cuando toma el ramo de margaritas.
El líder nos espera en la salida con unas mochilas recargadas de alimento, agua y mantas.
-Muchas gracias.- Le digo de corazón.- Si llega a cambiar de opinión, solamente dígale a uno de los brujos que contacte conmigo.- Le pongo en la palma una moneda hechizada, sólo tendrá que tocarlo para percibir la conexión, le he dado monedas como esta a los otros grupos.
Cambiamos las mochilas viejas por las nuevas, traspasando las pocas cosas servibles que nos quedan.
Y luego nos largamos.
No caminamos ni un kilómetro cuando uno de nosotros murmura:- ¡Esto es una mierda!
-Seeeh.- Concuerda alguien más.- Justo para este último viaje nos dilatamos días por esa maldita lluvia.
-Y pudimos haber regresado hace rato al búnker.- Reconozco la voz de Elías, su quejido cansado mejor dicho.
-Es una lástima.- Murmura Alexander.- Una pérdida de tiempo sin duda.- Veo a Elis mirarlo, una mirada rápida.
-¿Y ahora?- Pregunta Jesse.
-Ahora es hora de volver.- Murmura Anthony.
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Las horas pasan, no tardo en extrañar la sensación de mirar el reloj y saber qué hora es.
Ahora el sol es nuestro guía, nuestro reloj y brújula.
Ahora las personas que poseen un reloj son escasas, una vez que se paran ya no hay dónde repararlos, por eso mismo los celulares, computadoras y otras cosas electrónicas ya no sea usan más. Porque las casas con electricidad son diez en un millón. Además, la mayoría dejó sus pertenencias para huir de lo que sucedía en las calles, como las bombas que fueron tiradas, los chips que fueron implantados, las turbas de policías que asesinaban a la gente en las calles porque desobedecían el toque de queda, todo eso sólo fue el principio del fin de ese mundo.
El mundo sufrió su tercera guerra mundial y murió y aunque muchos crean que esta es una nueva era, se equivocan, esto sólo son los destrozos que la guerra dejó, la gente aún no se ha levantado, no de la manera en que se espera, el nuevo mundo, el que todos anhelan empezará cuando los Primeros estén muertos y con ellos, toda la gente que los seguía.
Cuando todos ellos estén muertos, la gente podrá salir libre de sus casas, podrán empezar a investigar el virus y crear una cura, la población podrá volver a sus vidas de tranquilidad. Mientras, ninguno de nosotros vive realmente, sólo despierta y espera no morir.
Nos detuvimos dos veces antes de que el sol llegara a la cúspide dando el medio día.
La primera vez fue para descansar y la segunda porque el estómago de Elías le jugó una mala pasada. Todavía está pálido cuando lo miro de reojo.
-Diablos hermano, eso te pasa por comerte todo eso.
-Ay ya déjame Caín.- Se queja con los ojos entrecerrados por el sol, lo bueno es que no hay calor, los vientos fríos siguen abundando las calles.- No me arrepiento, pudo ser mi última comida.
Para cuando la noche nos alcanza, encontramos una casa de dos pisos, estaba habitada por un caníbal que al entrar casi ataca a Elías pero por suerte su malestar no nubló sus reflejos y lo asesinó antes de que este lo mordiera.
Luego de eso corrió a vomitar otra vez.
-Me sorprende que el caníbal no lo confundiera con uno de ellos.- Jesse hace una mueca al escuchar las arcadas.
-Dile eso en la cara y recibirás un zapato en la cara.- Me burlo de él pasándolo para inspeccionar la casa, Alexander me sigue pisándome los talones.
Cuando nos aseguramos que la casa es segura, cada quien busca dónde dormirá, yo elijo hacer guardia por lo que me quedo en el sillón de la sala, o lo que queda de la sala.
La casa está tan desordenada como la habitación de un pre-adolescente.
Muebles volteados, lámparas rotas en el suelo, hay incluso arañazos en las escaleras, no quiero ni imaginar lo que pasó aquí.
Pero fracaso en no hacerlo porque tomo el marco de fotografía que está a mis pies y la observo, reconozco uno de los cuatro rostros en ella. Al parecer el caníbal que Elías asesinó era el padre de dos hermosas niñas y esposo de una mujer con rasgos finos.
No puedo evitar sentirme como un intruso aquí, no puedo evitar sentirme mal por saquear la casa del sujeto. Pero no debo olvidar que era un caníbal, un no vivo y que, por juzgar la apariencia de la casa, hubo pelea aquí, pero no hay rastros de la familia.
Cenamos en el comedor viejo, abrimos las latas de carne seca que el líder del grupo nos dio y saboreamos el bocado con una pizca de sal que encontramos en la alacena.
Alexander pide el primer turno en vigilancia, me niego al principio pero luego me doy cuenta de que tal vez sea lo mejor, necesito estar alerta.
Sin embargo me quedo en el sillón, con el rondando por ahí.
Las cabañas aparecen frente a mi. El olor a bosque húmedo y tierra invaden mi nariz, escucho a niños reír y corretear por el lugar mientras que las personas adultas se entrenan con los gemelos, el sol brilla en Old Town.
Me dirijo a mi cabaña, saludo a Abby y a Sam que están sentados en el porche de su propia cabaña sentados en un columpio de madera que se sostiene del techo.
Cuando Abby me saluda con la mano, veo la sortija en su mano, ella parece tan feliz y por alguna razón, cuando entro a mi cabaña, yo me siento así y con la sensación de querer encontrar a alguien dentro.
Hay ruido en la cocina, el sonido de agua corriendo y alguien cantando una de mis canciones favoritas.
Cuando me escucha acercarse ella se gira sonriente, el cabello rubio lo lleva en un moño alto, sus ojos azul celeste parecen alegres.
-Miren quien decidió regresar.- Me atrae a ella con sus brazos enjabonados, besa mis labios de manera suave.- Te extrañé.- Murmura contra ellos.
La envuelvo en mis brazos, dejándome llevar por la sensación alegre en mi pecho.
Cierro los ojos sintiendo su aroma mientras escucho su respiración y de fondo el agua que aún corre, abro los ojos.
-El agua se rebalsa.- Le digo a Elis.- Deja que la cierre.
Me encamino al lavavajillas y trato de cerrar el grifo, sin embargo este no sede, empleo mi fuerza y nada. Entonces la escucho, el inconfundible sonido de alguien que se ahoga. Al girarme la encuentro sosteniendo su cuello, sus ojos abiertos de par en par con miedo dentro de ellos y las mejillas infladas.
Y luego empieza a vomitar agua.
-¡No!- La tomo en mis brazos antes de que caiga al suelo, caemos los dos pero yo amortiguo su caída, ella sigue ahogándose y el terror que crece dentro de mi hace que quiera gritar.
Trato de convocar un hechizo pero nada parece funcionar. ¿Qué es esto?¿Acaso sigo pagando por mis acciones del pasado?
Cuando los ojos de Elis se quedan sin vida grito de dolor y furia.
¿Por qué?¿Por qué nunca puedo estar realmente feliz sin que eso se me sea arrebatado después?
Cuando la sensación de ahogo llega a mis pulmones, trato de levantarme pero mis piernas temblorosas no me dejan. Me agarro del cuello así como Elis hizo y queriendo toser el agua empiezo a forcejear con mi garganta. Pero lo siento todo, cómo el agua invade mi cuerpo, cómo obstruye mis pulmones y me quita el aire.
Me dejo caer al suelo, convulsionando y dejando que el agua brote de mi boca y nariz.
Miro a mi derecha, Elis está muerta, no se mueve y dentro de poco yo...
Una voz llena mis oídos.
- ¡No!¡Caín, despierta!- Su voz hace eco en mi cabeza a pesar de que esta parece estar llena de agua.-¡Despierta!
Mis ojos se abren y es cuando caigo en la cuenta de que hay agua a mi alrededor, yo estoy en el suelo de la cocina y... me estoy ahogando con agua.
Me giro, apoyándome en mis brazos débiles y escupo agua, cuando levanto la mirada los veo. Elis y Alexander están luchando en el suelo de la sala, hay sangre en la cara de Elis y Alexander no duda en hacerla sangrar más. Un rugido lucha por salir de mi pero lo único que sale es agua.
Miro hacia el grifo, el sonido inconfundible del agua cayendo...
Levanto mi brazo y concentro toda mi atención en la llave.
La cierro pero el agua no deja de salir.
Es Alexander, él está haciendo esto.
Sintiendo cómo mis ojos empiezan a nublarse ocupo toda mi energía en mis manos y con un fuerte golpe de poder en mi pecho, empiezo a escupir toda el agua dentro de mi.
Respiro cansadamente y repetidas veces hasta que caigo el suelo.
Lleno mis pulmones de aire y no de agua, hay lágrimas en la esquina de mis ojos, oh, no, es agua que me escurre por la cara.
Escucho los jadeos de ambos, Alexander levanta a Elis del cuello y la estampa contra la pared, ella choca contra ella y la agrieta. Luego él se gira hacia mi.
-Vas a pagar por esto.- Le advierto con voz entrecortada.
Alexander se ríe.- No lo creo, no vivirás para ello.
Levanta su mano, inmediatamente el agua que corría por el suelo se arrastra hacia él, forma bolas de agua en sus manos y se prepara para lanzarlas hacia mi y entonces...
Una explosión de azul y violeta chocan contra el cuerpo de Alexander y luego tanto él como el agua caen al suelo.
Me levanto del suelo con dificultad y miro a Elis con los ojos llorosos y sus manos apuntando hacia el cuerpo caído.
Ella lo hizo, le dio una fuerte descarga. Alexander se ha ido.
La miro.
No comprendo lo que ha pasado, cuando me acerco a ella, le tiemblan los labios y me aleja.
-No...
Un ruido se escucha desde arriba.
-¿También Anthony?- Le pregunto, ella asiente y corro hacia el segundo piso con las respiraciones todavía desiguales y cansadas.
En la primera habitación no hay nadie y en la siguiente es donde los veo.
Primero el arma, luego la sangre y por último los tres cuerpos.
Me quedo paralizado.
-Qué... bueno que estés vivo.- Murmura Elías agitado, él está al lado de Jesse, un Jesse tremendamente pálido que sangre del tórax, Elías hace lo posible por detener el sangrado.
Se tensa cuando mira detrás de mi.- ¡Maldita perra, voy a matarte!
Se mueve tan rápido como un rayo, toma la pistola del suelo y le apunta directamente a Elis.- Caín, aléjate de ella.- Me advierte mi hermano.
Yo, totalmente confundido miro entre ambos.
-Elías, baja el arma, Elis nos ayudó....
-¡¿Qué?! No, no lo creas, ella planeó esto junto con ellos, maldita sea, todo esto fue una trampa, ahora¡Quítate de en medio!.- Yo me quedo sin habla mientras miro a Elis, ella baja la mirada al piso.
-N-no es lo que crees...- Comienza a decir pero ya es tarde porque la furia en mi hace erupción.
-¡Esto es lo que temías!¡Sabías que ellos nos atacarían y por eso te sentías culpable!- Me acerco a ella con pasos rápidos,d e todas formas no había mucho espacio entre nosotros, ella nota mi ira y por primera vez ella no me corresponde con eso, parece asustada, herida.- Niégalo en este momento Elis.- Le exijo a pesar de que sé la verdad.
-Deja que te explique por favor.- Me pide ella en voz baja.
Un tiro suena en el aire y sobresaltado me giro a Elías que ha hecho un tiro al techo.
-Voy a matarla.- Gruñe entre dientes.
-Baja el arma.- Le pido, pero la ira lo ha segado. Tiro el arma lejos y la hago pedazos con un movimiento de cabeza. Empieza a maldecir.
Y mirando directamente a los ojos mentirosos de Elis le digo a Elías.- Busca una soga.
Usamos una silla para atarla, ella no se resiste ni se queja cuando Elías aprieta de más sus ataduras, yo lo detengo.
Jesse está en uno de los sillones con su herida suturada pero la pérdida de sangre lo ha dopado.
Casi muere esta noche y por primera vez el pensamiento de verlo muerto no me provoca satisfacción.
Elías y yo nos paramos frente a Elis.
-Vas a hablar.- Le exijo ignorando las emociones en mi pecho. Ignorando el dolor de su mentira.
Ella me mira.
-Te lo advertí Caín, te dije que esto iba a jodernos.- Dice en voz baja, casi triste. Tengo que agarrar el brazo de Elías para que no le haga daño con su don.
-No es eso lo que quiero saber.- Le digo con voz como el hielo. Dura, fría.
-No lo sabía.- Murmura.- No hasta que estábamos lejos del búnker, Alexander me lo contó.
-¿Qué fue lo que te dijo?
-Todo era parte del plan de Aaron. Separarlos para así poder atacar a los peces más gordos.- Estoy seguro de que la sangre se ha drenado de mi rostro justo como le pasó a Elías, incluso escucho el jadeo de Jesse detrás de nosotros.- Pero no sólo quería asesinarlos y ya, quería asegurarse de que tanto tú como Abigail cumplieran su propósito. El tuyo era reunir a la gente suficiente como para poder luchar, él sabía... él sabía que si personalemente iba a cada grupo nadie lo escucharía pero tú eres Caín Warner, la gente te conoce, conoce a tu gente y tienen esperanza, fé en ti, tu propósito era ese, reunir a la gente, hacerles creer que tú estarás siempre a cargo y luego eliminarte.
Me giro, dándole la espalda y queriendo romper algo.
-¡Maldición!- Gruñí tirando una de las sillas de la mesa y rompiéndola contra el suelo. ¿Cómo es que no lo vi? ¿Cómo no me di cuenta?
Debí saberlo en cuanto quiso separarnos, demonios, debí saberlo cuando no tuvo problemas en compartir el título de líder.¿Quién lo entrega así por así?
La ira brota de mi, por lo tanto, mi don se enciende.
Los ojos de Elis se abren asustados cuando empiezo a emanar vapor de mi cuerpo.
Ni siquiera puedo verla a los ojos.
Es una mentirosa, me utilizó para ganar confianza.
Qué estúpido fui al creer que alguien podría amarme de esa forma.
Con los dientes apretados por la ira le pregunto:-¿Qué pasa con el resto de mi grupo?
-Los otros grupos que salieron para abarcar más terreno... han sido atacados.- Me mira con ojos suplicantes.- No sé quiénes han sobrevivido y quienes no, las órdenes de Aaron era acabar con todos.
Miedo real me invade. No, no ellos, no mi familia.
Elías suelta un gruñido tembloroso, Jesse incluso llega hasta nosotros cojeando y le apunta con un dedo.
-Te juro que si uno de ellos sale herido por tu culpa, no verás la luz del día de nuevo.- No lo había visto tan asustado, no por la amenaza de que el grupo esté en peligro, eso significa que le importan, que le importamos. Pienso en Maggie, la chica que lo ha querido desde que llegó con él, Jesse nunca la correspondió. ¿Será esa una de las razones por las que está frenético?
Y Elías, puedo ver el miedo en su mirada. Su hermano está ahí, su hermano de sangre y los que no son su sangre pero quiere por igual.
¿Y qué puedo decir yo?
Siento cómo la comida se me revuelve en el estómago de pensar en lo que ha pasado con ellos. Por eso no se han comunicado conmigo, por eso no he recibido mensajes de ninguno, ni siquiera de Abby...
-¿Qué ha pasado con Abby?¿Qué intensiones tenía Aaron con ella?- Veo algo herido en su mirada antes de que se endurezca.
-No lo sé, Alexander sólo me dijo los planes de nosotros, lo que debíamos hacer, dijo que debíamos actuar la noche en que dejáramos el último grupo. Caín, te lo juro, no lo sabía antes...
-Pero lo supiste a tiempo y no hiciste nada par impedirlo.
-¡Asesiné a Alexander! él era como un hermano para mi y lo hice porque sabía lo que era correcto, no pude impedir que Anthony le disparara a Jesse porque tenía que evitar que Alexander te ahogara con su control sobre el agua. Sé que no merezco tu perdón, el de nadie y por eso me preparé por días, supe en el momento en que decidí que no te dejaría morir, a ninguno de ustedes que mi sentencia de muerte estaba firmada. Si ustedes no me asesinan entonces Aaron lo hará.- Me mira, suplicante.- No es a la muerte a lo que le temo.
Aparto la mirada, me paso las manos por la cara para evitar utilizarlas para destruir algo más.
Estamos perdidos.
No sé cuántos de los nuestros siguen con vida, no sé cuántos lograron escapar.
Sólo pienso en Natasha, en cómo me sentí cuando descubrí que había muerto y temo, jodidamente temo llegar a un punto en el que los nombres de aquellos a los que amo estén en la lista de fallecidos. No lo soportaría.
Gente que amo, ella y sus amigos se metieron con la gente que amo y eso no se lo perdono a nadie.
-Aaron te quiere.- Le digo con voz ronca.- Lo suficiente como para no dejar que alguien más que él te quite la vida.- Me acerco a ella, quedamos frente a frente.- Aaron quiso quitarme lo que más amo y yo le quitaré lo que más ama él. A su Elis y a su búnker y tú...- Me río.- Tú serás un cebo.
Me alejo, tensando la mandíbula.
Miro a entre Jesse y Elías.
-Regresaremos al búnker.
-Pero no podremos luchar contra todo ese ejército.
-Aaron no tiene un ejército, no todos lo siguen y estoy seguro que en cuanto se enteren de lo que ha hecho nadie lo seguirá. Buscaremos a los nuestros en el camino.
-¿Y qué haremos con ella y Aaron?- Pregunta Elías con los dientes apretados, puedo sentir las vibras negativas provenientes de él. No le importaría matarlos, se metieron con su gente, lo entiendo perfectamente.
-Se los advertí antes, les advertí que no podían meterse con nosotros y salir ilesos.- Le doy una última mirada a Elis.- Ahora tienen que atenerse a las consecuencias.
Y justo en ese los escuchamos.
Gruñidos a lo largo de la calle, gritos lejanos y luego lo sentimos, el olor a putrefacción, el hedor a carne podrida y sangre coagulada.
Caníbales.
Y venían directo hacia aquí, atraídos por el sonido del disparo y la sangre.
-Tenemos que huir.- Murmura Jesse en voz baja.
-Estás herido.- Le digo yo.- Podría proteger la casa esta noche.
-Es lo mejor.- Murmura Elías, sin que la furia y el desconcierto abandone su un lugar en su mirada.- Pero no podemos dejarla sin vigilancia. Me ofrezco a hacer el primer turno.
Sé dos cosas.
La primera: Si Elis hubiera querido soltarse, ya lo habría hecho porque en un segundo podría tumbar a Elías con una descarga eléctrica y él no lo vería venir por lo segado que está por la ira.
La segunda: Al verla a los ojos me arrepiento una y otra vez por haber llegado a sentir algo por ella.
-Bien, yo me encargaré de las barreras al rededor de la casa, nos iremos en la mañana.- Miro a Jesse.- Tú necesitas descansar, vamos, te acompaño arriba.
Antes de ayudarlo a subir las escaleras le doy un último vistazo a ella, sus ojos no dejan mi recorrido hacia arriba.
Hola mis Orígenes ¿Qué les pareció el capítulo? ¿Ya se esperaban esto?
¿Creen que Elis de verdad está arrepentida o... Tiene otros planes en mente?
Comenten sus respuestas que los estaré leyendo.
En el próximo capítulo habrá una sorpresa que sé que los hará gritar de emoción. ;)
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