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Capítulo 12

He visto cazadores, amigos volverse enemigos, caníbales, he visto guerra y destrucción. 

Y siempre he estado segura de que me encontraría frente a frente con la muerte un día, sin embargo no pensé que aquello sería tan literal y mucho menos que sería tan pronto.

La muerte me persigue en un cuerpo delgado y hermoso, nunca pensé que sería así hasta que la oí gritar tras de mi.

Ella malditamente está enojada¿Y cómo no?  si aquella noche no le permití asesinar a Cody, además de que Lukas prácticamente la noqueó con un hechizo. 

Mis pies chocan contra el pavimento, hacen eco cuando paso  por un callejón, piso un charco y el agua se mete por los agujeros en mis botines, salto por encima de unas bolsas de basura amontonadas, arrugando mi cara al sentir el hedor , exactamente diez segundos se haber cruzado por ahí, escucho cuando ella lo hace, doblo a la izquierda, una calle bloqueada por automóviles, eso sólo significa una cosa. Es territorio de Caníbales.

Aprendí eso en mis horas de vigilancia, la gente los colocó para hacerlos lentos y ahora me hace lenta a mi mientras subo por los techos de estos. Cuando miro hacia atrás la miro pisarme los talones.
Si las balas no la han matado¿Qué puede hacer mi fuego contra ella?
Me doy cuenta de que a los caníbales débiles por la poca alimentación podría matarlos, a los caníbales fuertes no pero los lastima. 

Lo tengo.

Salto de un capó y aterrizo en el techo de otro auto, gano un poco de distancia cuando ella se resbala y aprovecho eso para girarme y lanzar una hermosa ráfaga de fuego hacia ella, alcanzo a ver sus ojos abrirse sorprendidos antes de que caiga de espaldas con la ropa en llamas.

Corro con más velocidad, jadeando por el esfuerzo. 

El cabello se me mete en la boca cuando hago otro salto, por desgracia cuando mis pies tocan el techo del auto se resbalan por el material mojado, suelto un grito mientras mi espalda choca contra el cemento.
El aire abandona mis pulmones pero no me permito estar mucho tiempo acostada y mirando las estrellas, a como puedo me levanto y subo por el capó, cuando miro hacia atrás, con alivio me doy cuenta de que ella me persigue desde lejos, sin duda con más enfado en su mirada que antes.

Trago saliva antes de seguir huyendo.

Y cuando pensé que podría salirme con las mías y dejarla atrás, aparecieron ellos.
Dos caníbales dejaron a una víctima en el suelo,no pude apartar la vista a tiempo para no ver las tripas y la sangre por todo el suelo.
-Mira, mira, parece que tendremos postre.- Se burla uno de ellos, el otro me enseña sus colmillos alargados. Empiezan a correr hacia mi, yo salto del techo y golpeo al más cercano en la cara con mis botas, ambos caemos al suelo. Saco la saga de mi bolsillo y ataco al siguiente en la garganta.

Demonios, apunté mal.

Su sangre me salpica el brazo y sólo rezo porque no tenga heridas en el brazo o sino su sangre contaminada entrará a mis venas.
Lanzo mi cuchillo hacia su frente y este cae hacia atrás.

El otro se levanta a tiempo para recibir otro cuchillazo en el mismo lugar que su amigo.
Los dejo atrás al instante.

Mientras corro me doy cuenta de por qué ambas caídas no habían sido amortiguadas por mi mochila. ¡Y es que ya no la tenía conmigo!

Ahora sólo cuento con el arma en mi cintura y... y so eso porque no tuve tiempo de extraer las dagas.

Corro en zig zag por las calles, estoy del lado opuesto al búnker y tal vez es lo mejor, eso significa que la muerte estará alejada del grupo.

Me limpio la sangre en la camisa mientras continúo corriendo, el único sonido son mis pisadas al toparse con los charcos. Las calles aún están húmedas por la tormenta pasada.
Luego, con horror me doy cuenta de que a mis pisadas las acompaña otras, miro hacia los edificios, buscando una escapada fácil y cuando veo una escalera de incendio intacta, le doy gracias a Dios. 

Oh bueno, no tan intacta.
Me doy cuenta al parar que a la escalera le falta una parte, tendré que impulsarme para subir.

Maldigo entre dientes mientras corro hacia la pared y tomando impulso agarro las barras metálicas, impulso mi cuerpo hacia arriba subiendo unos centímetros más hasta que mis pies que antes colgaban ahora tocan los peldaños metálicos, a toda velocidad subo la escalera y ahí es donde estuvo mi error.
Por dos razones.
Primero: Las escaleras estaban mojadas y resbalosas.
Y segundo: Al parecer la parte baja de las escaleras no era lo único que faltaba. 

Me resbalé cuando casi llegaba al otro tramo de escaleras y al querer agarrarme de la barandilla, mi mano se topó con un pedazo de metal salido.
El metal atravesó la palma de mi mano y un grito desgarrador salió de mi garganta.
Por acto reflejo logré agarrarme de algo con la otra mano.

El dolor se disparó por toda mi mano, al mirar hacia la herida me di cuenta de lo mal que estaba.
El trozo metálico oxidado estaba lleno de mi sangre. Me mordí los labios para no gritar.

Tomé mi mano con cuidado, lista para librarme de esto y entones...
Y entonces ella apareció, doblando la esquina y alerta en la mirada.
Me quedé quieta y tratando de calmar mis fuertes respiraciones.

Sólo espero que el olfato no lo tenga tan desarrollado o que confunda mi sangre con la de otro.
Ya no corría, como aceptando que me había perdido el rastro. Cuando se detuvo justo debajo de las escaleras sin levantar la mirada quise desaparecer ahí mismo.

Miré hacia abajo, en medio de la oscura noche su cabello y vestimenta no pude reconocerla hasta que se alejó de las escaleras. No me había visto.
Sólo me permití tomar aire cuando dobló la esquina, es más, casi lloro del alivio o tal vez por el dolor sofocante de mi mano.

Fue entonces cuando dirigí mi atención a la mano y el metal sobresaliendo de esta.
Intenté removerme para estar más cómoda al retirar mi mano pero fue un error porque el movimiento sólo provocó más dolor.

Conté hasta tres, en cada pausa tomando aire y soltándolo, al llegar hasta tres contuve la respiración y entonces moví mi mano.
La carne se me abrió incluso más mientras sentía el metal rozar las partes abiertas y en carne viva.
Se me salió un quejido y la vista se me nubló por el dolor.
No me di cuenta, pero me había caído, al parecer no pude sostenerme de nada y ahora yo estaba en la calle, jadeando por aire y sosteniendo mi mano en mi pecho.
-Mierda. Mierda. Mierda, mierda, mierdaaa.

Me senté, de inmediato sentí mis pantalones húmedos, miré a mi alrededor.¡Lo que me faltaba! Caí en un maldito charco.

El dolor agudo de la mano empezó a cesar, pensé que era porque se me había entumido o cortado algún nervio, eso fue antes de que viera la herida, la herida que ahora empezaba a cerrarse.

Se me atoró la respiración en la garganta al verlo. 

Aquello me dejó con la boca abierta.
El agujero en mi mano, en donde antes podía ver hacia el otro lado, ahora cosquillaba mientras la piel se estiraba hasta juntarse, la sangre dejó de brotar y sólo quedó la seca que manchaba mi ropa y ahora la piel sana y sonrosada.

Levanté mi mano a la luz de la luna.
La palabra "Imposible" empezó a brotar de mi boca pero entones me detuve.

Lo imposible empezó a parecerme posible desde el momento en que mi hermano y mi madre me confesaron lo que yo era en realidad. 

Sin embargo no podía  no sorprenderme, he sido herida antes y nunca me había curado tan rápido.

Creo que ahora sería terca si no admitiera que algo me sucedía.

Y justo ahora, en este momento es cuando dejé que la aceptación me golpeara justo en la cara.
Yo había cambiado, realmente cambiado y todo empezó ese día en el que me retorcí de dolor.
Y entonces una pregunta se formó en mi mente junto con el miedo que creció en mi interior por lo nuevo y desconocido. ¿Qué se supone que soy ahora?
Soy más fuerte, tanto como para lograr herir a Cody,
me auto-curación ha evolucionado, ahora es inmediata y sin duda soy más poderosa, una muestra de ello fue la pérdida de control de mis poderes cuando sólo quise descongelar el hielo de Cody y terminé casi asesinándolo.

Y entonces la sentí, la chica muerte estaba a centímetros de mi. Me tomó unos segundos levantarme y sacar la pistola.

La escuché reírse justo cuando nos miramos frente a frente.

Ella era realmente hermosa, su cabello negro hace juego con sus ojos oscuros, todo en ella grita oscuridad, sus manos por otro lado, gritan muerte.
Y ahora yo le apuntaba directamente a su cabeza, justo con la mano que segundos antes estaba abierta y sangrando.

-Tal vez las balas que esos soldados dispararon no te mataron pero puedo apostar que una en tu cráneo no te salvará.- Le advierto con los dientes apretados.

Ella me mira con la cabeza ladeada desde donde esta.

-Vaya que corres rápido.- Ronronea.- Es así como me gusta cazar a mis víctimas.

Quito el seguro y ella deja de sonreír.

-Ni un paso chica muerte.- Aprieto mi agarre en el arma, tensando mi dedo índice en el gatillo.
-Al parecer ambas nos pusimos sobrenombres chica de fuego.- Cuando no digo nada, ella prosigue.-¿De verdad piensas que tienes alguna oportunidad? He asesinado a diez soldados a la vez, ninguno salió vivo y ninguno saldrá vivo ahora.
-No soy un soldado.- Digo rápidamente.

-¿Por qué he de creerte? has salvado a uno. ¿Quién en su sano juicio lo hace?
-Ese hombre tampoco era un soldado, era mi amigo.

-Pues es curioso.- Se acerca tentándome, yo retrocedo como una cobarde porque vamos,¿Quién no lo haría con tal de no ser tocado por ella?- Porque lo vi uniformado y actuando como uno.
-No avances más, no quiero matarte pero si no me dejas otra opción...

Ella se ríe pero gracias a Dios deja de acercarse, sin embargo empieza a jugar con sus uñas, simula limpiarlas mientras me mira de reojo.
-Mentiras, mentiras y más mentiras...- Ella me mira con acero en su mirada y con voz tan fría como un témpano de hielo murmura:-Las odio.

-Yo también y por eso...- Trago saliva.- Debes escucharme.
-¿Tengo? naaah, a mi nadie me obliga a hacer nada.- Parece haberse enfadado por mis palabras. Santo Dios, esta chica es como una bomba humana, justo lo que en estos momentos yo soy. Sin control sobre lo único que creía controlar. Mis dones.
-Los odias, a los soldados tanto como odias a Mauro.- Eso capta su atención.

-¿Y quién no?

-Pero conoces su nombre, no todos lo hacen, sólo los que lo hemos tenido frente a nosotros y los que hemos perdido algo por él y sus hermanos.

-¿Qué es lo que quieres? - Pregunta con tono desconfiado. Pero en vez de seguir en modo ataque activado, ella saca del bolsillo de sus pantalones sus guantes y se los pone, eso hace que me relaje un poco. Yo bajo el arma pero no la guardo.

-Lo mismo que tú, quiero destruirlos.

Ella se ríe.-¿Y crees que tú puedes hacer la diferencia? No eres la única con esos pensamientos, han muerto varios por ello.

-Yo no estoy sola.
-¿Ah no?- Pregunta ella con aire irónico.- Yo sólo nos veo a nosotras aquí.

-Creo que no sabes mi nombre, muchos lo murmullan por las calles, grupos de sobrevivientes creen en mi y en mi extenso grupo. 
Ella levanta una ceja.-¿Y quién se supone que eres? ¿La Mujer Maravilla?
-No, soy Abigail Williams, soy bastante conocida últimamente.

Ella frunce el ceño.

-¿Eres la que intervino en un ataque de caníbales durante la noche?
Asiento.- Mi grupo y yo intervenimos y alguien murió en el proceso, uno de los nuestros.
Ella niega con la cabeza.- No me lo creo, ella no ayudaría aun soldado.

-Es porque ese no era un soldado, era mi amigo.

-¿Tu amigo? no lo parecía cuando quiso matarte.

-No sé qué le han hecho pero sé que no es él mismo, ahora escúchame, necesito saber si puedes ayudarme con algo.- Me lanza una mirada poco amistosa.

-¿Qué quieres?
-¿Sabes en dónde la ceniza aún ronda por las calles?
-¿Qué? ¿Acaso estás drogada o algo?- Parece molesta, como si acabara de insultarla.

-Es donde los soldados dijeron que se encontrarían con su líder.¿Sabes lo que eso significa? podíamos descubrir en dónde se ocultan Mauro y sus hermanos.

-Creo que estás confundida, Mauro no se oculta ahí.

-¿Entonces sabes la localización?
-Escuché algo sobre un cargamento de armas, cada mes Mauro se reúne con soldados para contar las nuevas armas. Pero no se esconden ahí sólo las guardan y luego se van.

-¿Dónde es?- Pregunto histérica, de la emoción incluso puedo escuchar mi pulso en mis oídos.
-Es en un pueblo, está como a media hora de aquí. El lugar está en ruinas, hace un año hubo una guerra ahí, fue el día en que la maldad de los Primeros salió a a luz.

En un segundo todo cobra sentido.
El lugar perfecto para ocultar algo tan importante como sus armas es un lugar que todos crean destruido, un lugar que dejó a muchos con dolor y sin querer volver a pisar esos suelos.

Un lugar donde los cuerpos de los caídos fueron quemados y las cenizas de estos inundaron sus calles.

Aquel pueblo donde todo empezó.
Oh Dios mío. Estuvo tan cerca de nosotros y no nos dimos cuenta.

-Woah, te has puesto pálida.- Murmura chica muerte, pareciendo confundida por mi reacción.-Te he dicho que sólo ocultan armas en ese lugar.

-¿Cómo lo sabes?- Pregunto a la defensiva.- Podría haber más ahí.

-He estado ahí.- Murmura con los dientes apretados, como si le costara admitirlo.- Los he espiado, pero ni siquiera te atrevas a acercarte sola, son demasiados guardias y más cuando hay cargamento.

-Lo hay en dos semanas¿Sabes qué día exactamente?
-No, siempre varían los días así evitan que gente como tú o como yo interfiera. Mira, tal vez sí seas quien dices ser pero enfrentarte directamente a Mauro es un suicidio.

-Como te dije antes, yo no estoy sola.

Se queda en silencio.

-Entonces tal vez esa sea la única razón por la que no te mataré esta noche.

-¿Porque tengo el valor de enfrentarlo y tú no?- Me atrevo a decir, ella se ríe, sacudiendo su cabeza en negación.

-No, porque quizá me gustaría estar ahí cuando los enfrentes.
-¿Estás tratando de decirme que tenemos una alianza?- Pregunto cautelosa.

-Depende.- Tuerce el gesto.

-¿De qué?

-De que te atrevas a sellar el pacto.- Murmura ella tendiéndome la mano enguantada.

  ¿Es una jodida broma?¿Ella quiere que la toque?
Es una prueba.
Ella quiere saber si tengo el valor de tocarla.
Miro su mano con el guante que sirve como una barrera entre su piel y la mía.

No puede lastimarme, el material no se lo permite.
Reconozco ese material, es el mismo del que está hecho mi traje y el de Sam.
Kevlar.
Tomo su mano sin pasar desapercibida su mirada sorprendida.
-Está hecho entonces. Supongo que nos veremos en dos semanas.
Ella sonríe.

-Ahí estaré, entre las sombras te encontraré.

Mi cuerpo aún no se acostumbra a ella, al imagen tenebrosa de la muerte.

Ni siquiera me ah dicho su nombre, supongo que no quiere que lo sepa.

Ella desaparece en la noche y me quedo sola. 
La noche fría me hace temblar, eso y que he escuchado gruñidos cerca del lugar.
Le doy un último vistazo a mi mano y reaparece aquel sentimiento oscuro dentro de mi.
Soy diferente, he cambiado y no sé si eso es bueno o malo porque eso me deja como al principio.

Sin control, sin conocerme.

Pero me niego a hacer esto un drama mío.

Al fin he encontrado respuestas.
Esas armas son sólo el principio, si logramos tomarlas y desaparecer el resto entonces ellos estarán en desventaja.
La revolución está cerca.
No puedo evitar emocionarme al pensar en que Sam podría estar ahí.
Hay esperanza, todavía lo hay porque estoy segura de que el sol saldrá mañana y mientras eso siga ocurriendo, sigue habiendo esperanza.

Con el corazón en la boca y escalofríos de emoción anticipada empiezo el recorrido al búnker. No puedo esperar para contarle las nueva noticias a Aaron.

Me lleva demasiado tiempo el llegar y para cuando toco tres veces la puerta del búnker ( Nuestra contraseña) estoy arrastrando los pies de puro cansancio.
Los guardias me saludan con un asentimiento.
Yo camino exhausta hasta la habitación de Aaron, el guardia fuera de su puerta se me hace conocido, su rostro demasiado familiar. Pero hay demasiada gente aquí, no he aprendido cada uno de los rostros que me acompañan a diario.
-Necesito darle nuevas noticias.- Le digo a este.- Es urgente.

Me mira de arriba a abajo y luego murmura un "Espera aquí"

Luego él entra a al habitación.

Luego de aquí tendré que ir con Lukas para que le mande un mensaje a Caín, Dios, él estará tan feliz de escuchar las buenas nuevas.
El hombre sale y asiente hacia la puerta.- Aaron dice que entres.

Hago una mueca al sentir el olor a alcohol en él al pasarlo, cuando entro a la habitación, la puerta se cierra detrás de mi.

Miro a mi alrededor, la habitación es el doble de grande que la de todos aquí, no esperaba menos de uno de los líderes.

Pero más que una habitación parece una gran oficina, si no fuera por la cama al fondo y el closet con ropa diría que estoy en otra oficina.
Aaron lleva puesta una pijama de seda y una bata encima, está sentado del otro lado del escritorio y sonríe cuando me ve.

-Oh, hola Abigail no esperaba ser honrado con tu presencia hoy.

Miro hacia sus paredes, atontada por la cantidad de estanterías que hay, pero no están llenas de libros sino de tarros. Dentro de cada tarro hay algo diferente. 
En uno hay madera, en otro se encuentra una llave o un ladrillo, en otro cristal y ¿Oro?

Comprendo de inmediato para qué son.

-Esto es para tus dones ¿Verdad?- Señalo los tarros. Aaron asiente.

Aaron era bastante peculiar, su don consistía en tomar la textura del material que tocara. Por ejemplo, si llegara a tocar el escritorio, él podría copiar la textura en su piel y convertirse en un hombre de madera, así como Pinocho 2.0. Una habilidad muy útil.
-Sí, me ha llevado años recolectar estas cosas.- Se acerca a su colección gigantesca. Hay de todo ahí.- Entonces¿Qué querías contarme?

-Ah, sí. He seguido a unos camiones hoy...- Empiezo a narrar la persecución del camión, quitando de la ecuación a la chica muerte porque no estoy segura de cómo lo tomaría él, sólo Caín sabe de su existencia. Pero le cuento sobre el pueblo y el cargamento de armas.

-Realmente sería útil. Tomando sus armas ellos sólo podrán defenderse con sus dones y sin duda nosotros tendríamos más ventaja. Además de que si ahí tienen la armería, el lugar en donde se esconden no debe estar lejos tampoco.
-Vaya, sin duda es la información que necesitábamos.- Sonríe mientras toma uno de los frascos, reconozco lo que hay dentro. Monedas.- Es un gran paso para el grupo, esto y lo que Caín está haciendo afuera sin duda nos garantiza la victoria.
-Tenemos que avisarle a Caín, decirle que regrese antes de estas dos semanas.- Lo veo abrir el frasco y jugar con las monedas y frunzo el ceño ante eso¿Acaso eso lo ayuda a liberar estrés?
-Me parece perfecto que el grupo esté de regreso.¿Le has contado de esto a alguien más?- Niego con la cabeza.- Bien,¿Me sostienes esto, querida?- Me entrega el frasco de monedas. ¿Qué rayos?- Gracias Abigail, has cumplido tu propósito aquí pero me temo que ya no serás necesaria.

-¿Qué...?

Todo pasa en un segundo. Su mano derecha, la que sostenía un puñado de monedas se torna de Niquel y luego este se estrella contra mi frente.

La cabeza se me va hacia atrás, el golpe me hace caer al suelo y conmigo el tarro de monedas. Eso es lo último que escucho. El tarro al estrellarse contra el suelo y las monedas al salir disparadas.
Su rebote se hace estridente y hacen eco, eco, eco hasta que luego no escucho nada.

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