41 - No olvides cómo respirar
Marina recordó cada momento que había pasado en Ritma, desde que tuvo memoria y a la fecha los eventos que en su vida marcaron una diferencia. El hecho de no haber tenido padres nunca la hizo sentir mal, pero tampoco un afecto muy grande por alguien en especial, siempre fue ella y su sistema en la ciudad. La culpa fue uno de los factores importantes por los cuales siguió a Iván y confió en él, sin embargo, decidió soltarlo, dejar a un lado ese irracional gusto por un muchacho desubicado. Marina aceptó con dolor que ese joven fue el aliciente para dejar atrás a la Junta, renunciar al sistema y alejarse de todos los lujos. Ahora su motivación era pertenecer a algo, y si Geral se lo estaba ofreciendo, no lo desaprovecharía, tomaría su lugar como renegada y ayudaría a romper con la anarquía que Feiro quiere imponer y las injusticias que la Junta decreta, si ella podía hacer la diferencia cooperaria, y con esa idea se dirigía hacia el coliseo de Nitel, no tenía idea de por qué dos capitanas tan importantes se reunirían ahí.
Se corría el rumor de que después de la muerte de Nitel y Amec, Linna quedó encerrada, Krisal desterrada y Jaime a un lado de los gobernantes. Marina sintió un poco de envidia, ni ella en todo su tiempo pudo acercarse tanto a los Primeros como su suplente, pero algo le decía que esa nueva Jaime era una mujer con un as bajo la manga, pues si se atrevía a ir con Krisal era por dos cosas, estaba traicionando a la Junta o intentaría llevar a la capitana ante ellos. Poco le importaba, su plan era sencillo y no pensaba estropearlo por nada del mundo.
Cuando llegó a la entrada del coliseo, recordó el día en que de verdad dejó de ser la capitana Jaime, ese día en que tomó la mano de Iván.
El mal sabor de boca la embriagó, pero continuó. Desenfundó su arma y con sigilo penetró el lugar, para su sorpresa todo estaba en silencio, no había el usual grito de los presos o aullidos de dolor. Solo la nada a su lado.
Las paredes húmedas le recordaron lo aterrador que es estar encerrado, el hedor fue penetrante al grado de causarle una arcada; Marina apresuró el paso y aunque con eso ella pretendía dejar ese nauseabundo olor, solo se acostumbró.
El quejido de un ser humano la detuvo. Algo parecido a un gruñido. La piel se le puso de punta pues de entre las paredes mugrientas una mujer con la cara desgarrada se arrastraba hacia ella. De primer impulso Marina retrocedió, pero en cuanto identificó que era una joven se acercó hasta ella sosteniendo su cabeza entre sus manos, la sangre brotaba de su garganta al intentar hablar y por más esfuerzo que la excapitana puso, no logró descifrar más que un por favor, me duele. Marina endureció su rostro, sentía compasión, pero sabía que si la sacaba del lugar perdería tiempo y la probabilidad de que sobreviviera era muy baja. El arma lo dirigió a la cabeza de la mujer, y ella, como si suplicara por ese acto, cerró los ojos y dejó que la bala acabara con su vida.
La mujer siguió su camino, maldijo un par de veces por el total silencio que la atemorizaba, hasta que el ruido de unos pasos la detuvo. Claramente pudo ver a un animal a cuatro patas que masticaba con ímpetu a un hombre muerto. Se tapó la boca para evitar alertar al animal, lo miró detenidamente y cuando reconoció al espécimen pensó en mil escenarios para que ese engendro llegara al coliseo, quizá era uno de los tantos clones de Krisal, un preso del Sótano con tan mala suerte para haber terminado siendo un animal, pero lo alarmante es que estaba ahí, en el coliseo devorándose a la gente sin piedad.
Marina estaba tan embelesada con la escena que no notó cuando un hombre se le acercó por la espalda y de un movimiento certero le tapó la boca y la arrastró a una celda contigua desde donde no se podía ver el animal. Cuando logró zafarse del agarre observó el mismo rostro que hacía ya más de un mes que no veía. Su pecho latió con extremada fuerza que tuvo miedo que el engendro lo escuchara y fuera tras ellos. Él la miró con ternura y gran admiración, lentamente su mano recorrió su rostro manchándolo de lodo, y entre susurros pronunció su nombre, como si de un encantamiento se tratase.
—Jaime, ¿eres tú? —Dijo tratando de aclararse la vista.
Pero la mujer paró sus emociones, dejó que ese momento se convirtiera en una pesadilla, lo que menos esperaba era encontrarse con Iván. El solo nombre de Jaime lo odiaba.
—Mi nombre es Marina —y su expresión delató su desagrado.
Entonces el pecho de Iván se oprimió, algo dentro de él se rompió y con toda la carga que sus hombros sostenían comenzó a llorar. Acercó su frente al de la mujer y pidió suplicante que ella no le diera la espalda. Sin embargo, Marina no cambió de opinión. El joven acercó su rostro al de ella, obteniendo un desplante.
—Necesito saber qué pasó.
Iván se sintió desdichado, poco importaba a Marina el estado del joven, solo quería terminar su misión y regresar a salvo.
—Hay un animal que se está comiendo a las personas, vino en compañía de Krisal y la nueva, los que no pudieron escapar están muertos. Yo me escondí. —Dijo limpiándose las lágrimas.
Marina vio por primera vez a un hombre débil y no le gustó. Iván despreció la mirada que le había dedicado y endureció su semblante. Lo que ninguno de los dos había notado era a la persona que los estaba escuchando. De manera silenciosa ella se acercó y con el arma apuntando directo a su corazón amenazó a Marina.
—Tanto tiempo sin verte.
La mujer reaccionó demasiado tarde, cuando observó sus ojos esmeraldas la reconoció inmediatamente. Era ella, la misma mujer que le tendió la mano y ayudó a salir del laboratorio de Krisal. Imposible, pensó, pero ahí estaba de nuevo con ese mismo semblante de autoritarismo y calma. En seguida Krisal apareció y con una resplandeciente sonrisa recibió a su excolega.
—Vine con el propósito de demostrarle a la Junta lo poderosa que soy y te encuentro aquí. Marina, mi Marina. —krisal se aproximó a su excompañera, se interpuso entre el arma y ella probando la autoridad que tenía sobre Jaime. —Te irás conmigo y entonces podremos charlar. —El animal se sentó a un lado de Jaime, a su orden Nitel parecía un gato indefenso— y cuando hayamos resuelto nuestras diferencia mi mascota te comerá lentamente.
—Vine a verte Krisal, deseo que ambas hagamos un trato y de negarte voy a arrancarte la cabeza.
—No podrás lastimarla si estoy aquí —Iván dijo seguro de defender a Marina.
Pero la risa de Krisal inundó la oscuridad.
—Creo —dijo limpiándose la mugre de sus manos— que deberías empezar a correr. —Acto seguido miró directo a Jaime y ella con un solo movimiento de cabeza ordenó al engendro atacar a Marina.
La excapitana vio las intenciones del animal y no dudó en retroceder. Iván se interpuso, pero solo provocó que el destripador se enfadara mostrando los dientes.
—¡Corre! —gritó.
Ambos emprendieron la marcha, Iván tomó la mano de Marina para guiarla por los pasillos que Luis le había enseñado. Sentían los pasos del animal pisándole los talones y a lo lejos las carcajadas de ambas mujeres. Marina maldijo por no prevenir tal escenario, pero tampoco imaginó que Krisal hubiera perdido la cabeza por completo, adiestrar a un destripador y tenerlo como mascota y tampoco entendía por qué esa mujer estaba a su lado si ella la sacó del laboratorio. Sus corazones latían con intensidad que pensaron que en cualquier momento explotaría y los obligaría a detenerse.
—Tenemos que separarnos —sugirió Iván—. De esa manera el animal sólo podrá seguir a uno, y haré que sea yo.
—No es seguro que seas tú al que siga.
—Debemos intentarlo, necesitamos engañarlo.
Iván sentía las piernas adoloridas y no tenía idea de qué era la cosa que los seguía, estuvo cuando ambas mujeres llegaron y ordenaron que matara a todos, Luis logró salir y dejó a Iván solo, se sintió estúpido, pero no tenía nada que reclamar, si le salvó la vida una vez fue con la intención de que regresara al lado de Nana, pero eso se había acabado.
Vieron una bifurcación y sin decir palabra sabían que era el momento de separarse. El destripador siguió a la mujer. Iván se detuvo, sabía desde el principio que eso pasaría porque vio a Jaime dar las órdenes. Así que detuvo sus pasos, respiró profundo y continuó su marcha en dirección donde ambos se habían encontrado. Podía escuchar el rugido del animal acercándose a Mariana y por un instante pensó en la posibilidad de que ella muriera, la idea no le dolió como esperaba, sus dudas se expandieron lo suficiente como meterse la idea de que estar con ella ya no valía tanto la pena.
Cuando por fin pudo verla, ella estaba de frente al animal, su muñeca derecha goteaba sangre y el engendro se relamía y preparaba otro ataque. Entonces el joven corrió hasta alcanzar el cuerpo del destripador y patearlo para que le prestara atención. Marina no perdió el tiempo y logró hacerse de su arma, disparó y la bala no surtió efecto, sólo provocó un aullido seguido de una embestida, ella cayó al suelo.
—¡Maldita sea! Eso me dolió. —Marina rodó por el suelo para esquivar el ataque.
Iván se lanzó para atrapar el cuello del animal y darle repetidos golpes, Marina recargó de nuevo el arma pero no tenía una buena posición para hacer el tiro. La mano le dolía en sobre manera y temblaba, blasfemó de nuevo y controlando sus movimientos dejó que la bala de plasma perforara un costado del enemigo. Iván lo soltó para dejar campo libre y entonces lo que antes fue Nitel, gruñó y Marina aprovechó para disparar directo a su boca abierta. Descargó todo y el animal cayó muerto al piso.
—¿Estás bien? —Preguntó Iván.
—Si, solo choqué contra algo en la pared que me abrió la mano.
—Menos mal, debemos salir de aquí.
Pero ella se negó, se soltó de sus manos y sin decir más palabras caminó de regreso a donde se encontraba Krisal, no tuvo que andar mucho para encontrarlas besandose.
—Tu mascota está muerta y ahora sigues tú, quiero tu cabeza para hacer un intercambio con los Primeros.
—Estás aprendiendo a defenderte, demasiado tarde diría, ya me eres inservible.
—¿En algún momento te serví? Solo cumplía con mi función. —dijo Marina conteniendo su coraje.
Iván tuvo el suficiente tiempo para observarlos y en el Coliseo obtener información.
—Aquí —interrumpió— las paredes hablan, te cuentan historias muy curiosas. —Las tres mujeres voltearon a verlo—, dicen que hay un hombre poderoso capaz de infiltrar a los mejores espías a su conveniencia, un empresario que trata con la escoria de Ritma. Por supuesto yo no pude creerle, pero los del coliseo conocieron a Cristela, su amor. —Aunque Krisal intentó disimular, no pudo evitar recordar el nombre—, pero como todo tiene un final, Cristela fue expulsada y la sustituyó por una mujer diestra en el engaño.
Jaime tragó saliva.
—¿De qué estás hablando? —Marina no entendía.
—Cuando Nana me ordenó entregar un paquete llegué al escondite de Cristela, y aunque fue poco el tiempo que pase ahí pude observar sus decoraciones, las mismas que después vi en el anuncio que la capitana Jaime dio desde su casa cuando asumió su puesto.
—No sabes lo que dices —respondió la aludida.
Krisal empezó a conectar algunos eventos, como el caso de que alguien reveló la información sobre la muerte de Nitel, nadie más que Marina sabía que ella prefería a las mujeres y entonces se dio cuenta que fue una manera sencilla de tenerla, la nueva Jaime conocía las reglas y aún así se acostaron. Krisal dio por hecho que fue por la atracción, pero no, eso fue demasiado rápido y fácil.
—Después de la muerte de Nitel, fuiste tú la que tomó su lugar aquí. —continúo Iván—, la nueva Jaime juntando gente en el Coliseo, te recuerdo del día que llegué. ¿Para qué? ¿Te gustó verlos morir? Tú diste la señal para que esa bestia se devorará a los presos.
Jaime había reunido a la gente menos indefensa en el coliseo para protegerlos, pero no imaginó que su colega quisiera atacar el lugar. Krisal la miró con indignación. Cuando propuso matar a los del coliseo ella se negó y solo aceptó después de la Junta con los Primeros. La capitana, herida y traicionada, levantó su arma y de sus ojos la rabia estalló.
—Fuiste tú, todo el tiempo fuiste la informante de ellos y también la que nos está traicionando.
Jaime ya no pudo ocultarlo.
—¿No lo ves mujer? Esto no se trata de mí o de ti, se trata de esas personas que mueren de hambre, ya no más expulsados Krisal, eso queremos.
Marina aprovechó el enredo para atacar a krisal, ahora entendía que Jaime es uno de los aliados de Geral, y a diferencia de ella, la nueva está dispuesta a sacrificar a los que sean necesarios para obtener lo que quieren.
—¿Eres imbécil muchacho? Has arruinado todo.
Antes de que la discusión continuará, Krisal se abalanzó contra Jaime y descargó la furia contenida. Entre gritos y llanto dejó caer toda su fuerza sobre su amante. Marina intentó ayudarla, pero pudo hacer muy poco. Iván parecía disfrutar la disputa, eso quería, verlas matarse entre ellas.
Finalmente Jaime y Marina sometieron a Krisal. Jaime le contó que no había muchas esperanzas con los Primeros, su ejército casi estaba listo y la propuesta de Marina era llevar a Krisal como moneda de cambio para derrocar a Feiro. Mientras ambas conversaban Iván aprovechó para hablar con Krisal.
—Cuando mueras no dejarás de sufrir, todos los fantasmas de los expulsados te atormentaran.
—¿También el de tu hermano? —Iván sonrió. Estaba seguro de que Óscar no estaría en el infierno— ¡Ah! Es verdad, él está en otro tipo de averno. Óscar todavía respira como tú... y como yo.
Los tres miraron intrigados a Krisal.
—No la escuches, solo son sus juegos.
—Él dijo: hay vida, como malditas ratas viviendo bajo el suelo, afuera de Ritma hay vida. —El silencio fue fúnebre—. Sácame de aquí y tú mismo lo comprobaras.
—Claro que no, es solo una forma de manipularte. —Advirtió Marina.
Pero por la cabeza de Iván sólo cabía la pequeña posibilidad de ver a su hermano. Oía a lo lejos la voz de Marina y quizá su mano tocándolo, no entendía nada, pero si tan solo... Se tocó el pecho para asegurarse de que seguía vivo y sin prestar atención a sus actos, tomo el arma de Jaime y disparó directo al corazón de la capitana. Marina la sostuvo para evitar el sangrado, pero la sangre brotaba sin permiso.
—No Iván, por favor detente.
Y el muchacho la miró, a ella y su desesperación, su anhelo frustrado de volver a besarla, y en aquel acto impulsivo, muy en el fondo, supo que ese era el adiós definitivo. Cargó a krisal y dejó a Marina intentado salvar a Jaime.
Al salir del mugroso lugar vio a Nana y a Luis bajando de una nave, pensó que estaba en una encrucijada, pero Nana ordenó a Luis entrar a investigar antes de que pudiera hacer preguntas. Ella vio a Krisal atada y sobre la espalda del muchacho. Él tuvo la idea de suplicarle que los dejara ir, no quería pelear.
—Estás hasta el culo de problemas —dijo Nana y con un movimiento de cabeza le indicó que subiera a la nave—. Si quieres salir rápido debes mover esas piernas, idiota.
Feiro terminó su presentación en todos los medios de difusión para dirigirse al sector Krisal y empezar a tomar la torre de la excapitana, en donde los integrantes de la academia los esperaban para iniciar la guerra.
PROHIBIMOS LA COPIA PARCIAL Y/O TOTAL DE ESTA OBRA, ASÍ COMO TAMBIÉN LAS ADAPTACIONES.
TANTO LA HISTORIA COMO LOS PERSONAJES NOS PERTENECEN, NO AL PLAGIO.
Solo un capítulo más para el final...
Se despiden, seulRN Dulce-Miyuki
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