17 - Un trato
Sobre la silla, con la mejilla enrojecida y sollozando, se encuentra Nitel.
—Eres más estúpida de lo que pensaba. Y no, no tienes derecho a ir a llorarle a la Junta, ¿sabes lo que te harán? —La furia de Krisal es imparable.
—No sabía que Jaime sería secuestrada —Chilla la capitana.
—¿Crees que ese es nuestro principal problema? —La colérica cara de Krisal se aproxima a Nitel, sus ojos reflejan las ganas de volver a golpearla—. Si Jaime decide hablar será el principio de nuestro final.
—Pues asesinamos a todos.
La risa de la capitana mayor se escucha en toda la habitación. Nitel mantiene su peluche muy cerca, lo abraza para no ver la expresión reprobatoria de su colega. Durante su tiempo como parte de la organización nadie le había llamado la atención, y sus sangrientos métodos de callar a la gente siempre le han funcionado, pero en esta ocasión no puede comprarse a Krisal.
—De todas maneras —continúa Nitel— ya he mandado localizar a Jaime. Se encuentra cerca de los desechos del sótano, ahí hay solo muertos de hambre, los criminales que no puedes atrapar.
Krisal relaja los músculos de su rostro, la noticia no le agrada pues ella misma lo había pensado; no tomó acción por esperar a que Jaime regresara, porque en el fondo pensaba que sería mejor que ella volviera por sus propios medios en vez de lanzarla directo a las capitanas que la juzgarían sin piedad.
Sin embargo, pese a todo los problemas, el día de que otra expulsión se lleve a cabo estaba próximo, y ante la ausencia de una capitana la Junta haría preguntas, los planes estaban yendo mal. La noticia sobre expulsar a todos los criminales no había surtido efecto, todo seguía igual o en apariencia nada cambiaba. La ausencia de Jaime solo lo sabían las dos que ahora debatían sobre lo sucedido, y la resolución fue ocultarlo hasta la siguiente expulsión, ambas se harían cargo de la lista de parte del sector Jaime.
—Yo misma iré por ella, en tanto vuelvo pon en marcha los acuerdos sobre los presos, esta noche el sótano deja de estar en el sector Jaime —respondió Krisal tomando el localizador de Nitel.
Lo que Krisal no sabía es que la capitana Jaime acaba de terminar un combate a muerte con su captor, el chico que por segunda vez la atacaba yace sobre el suelo muerto por un estrangulamiento.
Jaime, impávida, observa su cadáver mientras escanea con la mirada cada parte de él, reconoce el logo del sector Nitel y sabe que es uno de sus guardias, solo a ella le gusta tener jóvenes a su merced.
A la distancia Iván observa el aspecto tan diferente de la capitana, era él quien vigilaba y fue atacado por sorpresa, estuvo a punto de ser asesinado, pero para su buena fortuna Jaime estaba cerca. Se siente impotente, su mente vaga sin objetivo, tan desesperado se encuentra que fue fácilmente manipulado por Nana, ahora él le debe su lealtad a Feiro y hace lo que él diga.
—¿Te encuentras bien? —le pregunta Jaime al ver su aspecto asustadizo.
La capitana le tiende la mano para ayudarlo a levantarse. Él no responde, se sacude la tierra de sus prendas.
—Este hombre no podrá ser llevado a la cripta de Ritma —respondió sin mirarla.
—¿Alguna vez leíste los escritos de la tierra? —El muchacho se rehúsa a entablar una conversación con ella—. Es verdad, los campesinos de Amec no leen.
Iván la mira con desagrado. Ella entiende que esa es la única manera de que le preste atención, siempre que se ofende reacciona. El joven recuerda el espíritu de su hermano, aunque sus padres no fueron el mejor ejemplo les dieron lo que pudieron, pero fue Oscar a quien se esmeró por darle lo mejor.
—Hay un apartado en donde dice que a los muertos se les hace un rito. No solo se queman y sus cenizas son acumuladas en una cripta para después usarlos como abono.
Iván relaja los brazos.
—Si, el cuerpo es enterrado.
Jaime le agradeció el sonido de sus palabras neutras, no con ese constante odio con la que la miraba.
—Démosle sepultura al cuerpo. Él solo es una pieza más de este sistema. En Nitel, los niños con aptitudes agresivas son enviados a la academia para servir, y les han dicho que su vida se la deben a las capitanas.
Jaime sabe que estas personas son manipuladas, y muy pocos renuncian a ese puesto que tantas comodidades les da. Ella, incluso, estuvo tentada a abandonar su puesto por los ideales de un amor.
—Lamento mucho lo que pasó con tu familia.
Iván le da la espalda, es ella la que menos tiene derecho a hablar sobre sus seres queridos.
—No quito parte de mi culpa —continua—, tampoco tenía idea de que terminaría aquí.
—Quizá solo una consecuencia de tus actos.
—O de los tuyos —deja que el silencio los abrace por un segundo—. Tú sigues con vida, has perdido a tus seres queridos y yo he perdido mi vida entera en Ritma. No tengo ganas de volver, pero tampoco te voy a ayudar. No seré partícipe de esto que ustedes llaman revolución, y desearía escapar, pero tu novia me colocó un rastreador capaz de matarme si dejo el área por más de cien metros.
Iván sonríe, Nana sería una novia mortal. Él vive con el único propósito de vengarse, ya no solo de Jaime, le han vendido la idea de que el sistema no funciona, así que su mejor careta es ser indiferente, pero Jaime tiene el poder de ver detrás de su máscara.
—No soy capaz de cuidarme —responde melancólico—, necesito a estas personas para ver arruinado tu sistema.
—Hagamos un trato muchacho —la capitana le tiende la mano—, no más mentiras. Seamos sinceros, siempre. Te enseñaré a pelear, te diré todo sobre el sótano, pero el trato es solo contigo y será tu decisión si confías o no en ellos.
—A cambio de qué.
Jaime está apostando por qué él le muestre sobre la gente que la mantiene prisionera, quiere conocer el otro lado de la moneda.
—Ellos me matarán, Ritma me matará, ayúdame a encontrar un lugar en donde ninguno pueda tocarme.
En los ojos de Iván se trasluce la duda, ayudarla a sobrevivir saldría de todo lo que desea, pero le ofrece las armas para que él también sobreviva.
—¿Alguna vez has asesinado a una persona? —Pregunta la capitana. El chico mueve la cabeza de manera negativa—. Cada que le arrebatas la vida a una persona, tú mueres en el acto y puede que te conviertas en alguien vacío o en una persona llena de demonios que te ciegan sin distinguir entre el bien o el mal. A mí me ha dejado vacía. Si quieres matarme, deberás practicar antes.
Iván suspira, no sabe ni usar un arma láser que es la más sencilla. La necesita, entonces estrecha su mano.
El parpadeo constante de la luz provocó en su interior un recuerdo de su infancia, de cuando era pulcra y sumisa frente a su madre, una niña llena de lujos, rodeada de interminables clases y sobre todo carente de sueños. Pese a todos los intentos por ser amada, los constantes golpes de sus progenitores le dijeron que nunca lo sería.
—Es hora de despertar linda.
La voz le sonó lejana, aún podía sentir la sangre caliente bajar por su oído derecho; su mente seguía en aquella habitación echa de la mejor cristalería al lado del cuerpo de su madre.
Ella lo vio, estuvo presente cuando la aguja perforó la cabeza de su madre y le arrebató la vida; un arma que cualquier niño podría utilizar, eso le dijeron cuando ni todo el dinero de su padre pudo evitar que la enviaran a la academia.
—Aquí no eres nadie, ni siquiera por el color de tu overol.
Si, por supuesto. Ya no era esa niña tonta y ausente. Solo ella sabía todo el amor que le tenía a su madre, y que ese amor la mató, pero no de su propia mano; sin embargo, la academia le mostró su verdadero ser y cuando pudo tomó la vida de su padre. Sin importar su pasado, ella ya no pertenece a una familia adinerada, es ahora una prisionera más del sótano y su uniforme morado confirma la gravedad de su delito.
Se deja arrastrar, permite que las callosas manos de un descocido lastimen su piel. Se decía que antes de incorporarlos al sótano les daban la oportunidad de confesar sus crímenes, pero esa era otra mentira de las capitanas. Los guardias gustaban de golpearlos hasta dejarlos sin habla.
Entreabre los ojos, el pasillo es blanco, muy adecue a la decoración del sector Jaime; mientras avanza distingue el dispositivo de la puerta principal, reconoce que el sistema operativo no sería fácil de violar, un código diseñado por la Junta.
Pensaba que la entrada al sótano podría ser una construcción más complicada, pero adentro no difiere de un departamento de uno de los Primeros. Ella había crecido entre la Junta, y sabe perfectamente bien que su prioridad es ellos mismos, no el pueblo así que tienen la mejor tecnología para vivir.
—Tu hermoso cabello se irá en este instante bella.
Siente crujir su cuerpo al colocarla en la silla, se reserva su energía para asesinarlo con deleite.
Las tijeras hacen su función, lentamente le arrebatan su cabellera; y para afeitar completamente su cabeza lo hacen con una máquina láser, con eso evitarían que volviera a crecer.
Finalmente, los guardias empujan a la chica dentro, una construcción metálica en forma de cubo con paredes de cristal y en el centro diversos niveles separados solo por escaleras en donde cualquiera podría subir y bajar sin importar el nivel de su delito. Alrededor los guardias observan.
—Una nueva —grita un chico de overol gris.
—Pero si es morada —se deja escuchar otro.
—Pensé que el sótano sería más sofisticado —le dice al compañero más cercano.
—Esto —le responde— no es el sótano querida, nos han movido.
Si, los planes no siempre salen como se piensan, pero jamás imaginó llegar tarde. Nana revisa su nuca en busca del dispositivo localizador que implantó para Feiro, pero solo encuentra una cicatriz pues ya se lo han retirado, se encuentra en un lugar desconocido mientras que su padre prepara la invasión al sótano, confió en la palabra de Nitel sin pensar que le estaba mintiendo, pensó que el expulsar a todos era una estrategia, pero jamás imaginó que fuera una trampa.
PROHIBIMOS LA COPIA PARCIAL O TOTAL DE ESTA OBRA. TANTO LOS PERSONAJES COMO LA HISTORIA NOS PERTENECEN, NO AL PLAGIO.
Se despiden, seulRN Dulce-Miyuki
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