Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

14 - La otra cara del Jefe


Amílcar la contempló mientras comía, Spíti estaba mucho mejor que después del ataque de los Destripadores. Realmente se había asustado, cuando vio el humo rojo en el cielo ese día, supo que algo estaba mal, ese aviso solo significaba que alguno de ellos estaba en peligro. Y luego de revisar el listado de los guardias, supo que en ese horario los encargados de vigilar el perímetro en la zona norte eran Spíti y Cinco.

Entró en pánico y se volvió loco dando órdenes y movilizando a todos para rastrearlos y cuando la encontró, solo sintió terror.

Los siguientes días pasaron en una bruma de incertidumbre. Nunca se separó del lado de Spíti, mientras amenazaba a Dimitri para que la salvara. Al quinto día, por fin pudo respirar cuando ella abrió los ojos. Luego, todo fue mejorando y el antídoto que el doctor había preparado, parecía haber funcionado.

—¿Vas a dejar de mirarme? Me estás incomodando —dijo la chica con la boca llena. Amílcar negó mientras una sonrisa se formaba en su rostro.

—¿Sabes por qué te puse el nombre de Spíti? —preguntó el hombre.

Spíti lo miró extrañada, él nunca había mencionado eso. Cuando se conocieron, ese día que Amílcar la salvó, ella era como Cinco, Siete o Diez, simples huérfanos que habían nacido en estas tierras inhóspitas y casi carentes de vida. Vagaban intentando sobrevivir cada día, sin un nombre, sin nada.

Amílcar había aparecido de la nada para salvarla de lo peor de este mundo, y no eran los Destripadores, sino de los humanos. Humanos con demasiado tiempo, sin nada que perder y con oscuridad dentro de ellos. Y desde ese día ninguno de los dos se había separado del otro.

—Nunca me lo contaste —dijo tranquila, sin un toque de burla o sarcasmo en su voz.

Estaba dispuesta a escucharlo y dejar que él se abriera, así que dejó el tazón con comida en el suelo, y se acomodó en la cama de tal forma que él se pudiera acostar con ella. Pero Amílcar no se movió, solo la miró.

—Mi madre se esforzó mucho para que aprendiera su lengua materna, un idioma llamado griego y que ya no existe hace siglos, y me costó, pero lo logré —dijo, mientras ella le daba el tiempo que necesitaba. —Cuando te conocí, ya no me quedaba nada, solo tenía este puesto como jefe de la Frontera, pero tú, tú hiciste que sintiera algo que creía muerto dentro de mí —respiró profundo para poder calmarse porque su voz comenzaba fallar. —Me hiciste sentir que recuperé lo que había perdido cuando mis padres murieron, un hogar. Por eso te llamé así, Spíti significa hogar y tú eres eso para mí.

Ella lo miró totalmente emocionada, entendía muy bien lo que significaba la palabra hogar, y era demasiado que esas palabras salieran de Amílcar.

—Cuando te vi agonizando en los brazos de Oscar, me quebré —intentó contener las lágrimas, pero fue inútil. —Mi mundo se derrumbó ante la posibilidad de perderte y me asusté.

Esta vez no dudó en ir hasta la cama de la joven y acostarse junto a ella. Abrazó su cintura y apoyó su cabeza en el vientre de Spíti y, comenzó a llorar.

—No soportaría perderte —murmuró entre el llanto.

Spíti pasó su mano por su cabello oscuro y lo apretó con fuerza para reducir las distancias. Y ahí se quedaron los dos, porque ella sabía muy bien que el resto de las personas solo veían las cicatrices del rostro de Amílcar, esas que le daban el aspecto de alguien duro y temible. Pero Spíti era capaz de ver el otro lado del rostro, ese que todavía no había sido destruido por este mundo cruel y que guardaba todas sus debilidades, sus sentimientos, sus miedos y su niño interior.

Ese lado sensible y bondadoso que tuvo que ocultarse cuando fue expulsado de Ritma.



Oscar tamborileaba los dedos sobre su cama, mientras esperaba que pasara el tiempo. Estaba seguro que ya habían pasado como dos días desde la última vez que vio a Dimitri, y el hombre le había prometido que le contaría todo. Pero seguía sin aparecer.

Durante este tiempo, había descubierto que el niño escuálido se llamaba Siete, pero nada había cambiado ya que seguía pareciendo que lo odiaba. También le habían dado la oportunidad de cambiarse el asqueroso overol verde y bañarse, si bien el agua era un asco, para él seguía siendo un lujo. Así que ahora se había desecho de ese overol y llevaba una simple remera blanca que estaba lejos de sus tiempos de gloria, junto con un jean que le hacía juego.

—Creo que debemos volver a hablar —dijo Amílcar salido de la nada.

Oscar hubiera querido negar que se asustó, pero eso era demasiado difícil, así que optó por mirarlo de forma interrogativa.

—Dimitri te prometió respuestas, pero él aún se está recuperando, así que yo seré el encargado de echar un poco de luz en la oscuridad de tu ignorancia —dijo mientras le lanzaba una bandana para cubrirse el rostro. —Sígueme, daremos un paseo.

Oscar quería seguir preguntando, pero prefirió obedecer y ser paciente como pocas veces en su vida.

Al final, volvieron a salir al exterior y el clima era realmente pesado e insoportable. El calor era extremo y era difícil respirar, ya no tanto como la primera vez, pero sus pulmones aún ardían. Sin contar que todavía tenía la sensación de que los Destripadores aparecerían en cualquier momento y los matarían. Por eso, estaba en constante alarma, mirando para todos lados.

Amílcar lo notó y trató de tranquilizarlo.

—No aparecerán, tenemos guardias alrededor de todo el perímetro. Además, este ambiente no les gusta demasiado, prefieren las noches o los días un poco más fríos.

Eso ayudó un poco, pero no mucho.

—¿Qué son esas cosas? —Oscar se atrevió a preguntar cuando el silencio se había extendido por unos minutos.

—No lo sabemos —contestó Amílcar y Oscar estaba seguro que tenía que ser una broma. —Los Destripadores tienen aspecto humano, pero ya no lo son. Ellos no razonan y lo hemos intentado, pero solo atacan por su necesidad de carne. Solo sabemos que andan en grupos y están en la parte oeste y de vez en cuando, aparecen para convertirnos en su cena. Pero luego, no tenemos nada.

Amílcar parecía molesto por la falta de información y Oscar sospechaba que se estaba volviendo loco al no tener el control de la situación.

—Tal vez este ambiente los vuelve así —expresó Oscar un poco dudoso.

—Puede ser, pero ninguno de los otros que han sobrevivido a la expulsión se han transformado en eso. Sospechamos que pueden llegar a ser producto de lo que hacen las Capitanas en sus salas de experimentos, pero tampoco estamos seguros.

Oscar asintió, esa también podría ser una explicación, pero ¿cómo los sacaban de Ritma sin que nadie los vea? Era extraño, pero al menos estaba agradecido de no haber sido un conejito de india de esas mujeres. Podía estar en el peor lugar del mundo, pero estaba vivo.

—La primera vez que hablamos te dije que este lugar se llama la Frontera, y tú me preguntaste entre quiénes era esa frontera, y yo no te contesté —comenzó Amílcar, decidido a cambiar de tema. —Hoy creo que ya es hora de que lo sepas, has demostrado ser valiente y alguien en quién se puede confiar —siguió, Oscar solo atinó a asentir. —Aquí afuera, además de todas las condiciones extremas del ambiente, también tenemos la amenaza de los Destripadores o de cualquier idiota que no quiera cumplir las leyes, y para eso estamos nosotros. Somos una especie de ejército que patrulla y controla la situación, y mantiene a salvo a los Jaguares —se quedó callado por unos minutos, mientras estudiaba el rostro de Oscar.

Éste último, intentó parecer confiable porque realmente no sabía que estaba buscando el otro, pero luego Amílcar continuó.

—Los Jaguares son quienes habitan el paraíso en este mundo destruido.

—¿El paraíso? —interrogó Oscar confundido.

Amílcar asintió.

—Nosotros los protegemos, por eso debemos estar equipados y construimos nuestras propias armas. Seguramente has estado cerca del lugar de fundición. —Y Oscar recordó el pasillo que era mucho más caliente que los demás cuando Spíti lo llevó a la superficie por primera vez. Asintió de forma silenciosa al otro. —Los protegemos a cambio de medicinas y suministros, y también por lo más importante que todos quieren: un lugar entre los Jaguares en el futuro. Si cumplimos diez años aquí en la Frontera o hacemos un gran descubrimiento para el bien común, nos ganamos el boleto para ingresar.

—¿Y por qué lo llaman el paraíso? —volvió a preguntar Oscar, ya que no había obtenido respuestas la primera vez.

Amílcar sonrió.

—Es el único lugar donde la tierra no está muerta, hay árboles que te protegen de los fuertes rayos del sol, las plantas crecen y hay un poco de viento —dijo alegre. —Hay vida. Es un oasis en este desierto.



Paco iba silbando tranquilamente por los pasillos semi iluminados, relajado y saludando alegremente a cualquiera que se le cruzara.

Entró sin llamar ni anunciarse.

—Te ves totalmente destruida, estás hecha un asco —dijo asombrado al ver el estado de Spíti.

—Claro, porque la mejor idea es confiar en la vista de un tuerto —dijo sarcástica, al mismo tiempo que se burlaba de la pérdida del ojo de su visita.

Paco soltó una carcajada, al mismo tiempo que se tocaba el parche.

—¡Qué bueno que no te perdimos! —contestó alegre mientras se sentaba en la cama de la chica y ella lo miraba con desagrado.

—Mejor dime lo que quiero saber y vete rápido —respondió molesta.

—¿No me vas a dar ni un beso a cambio? —dijo ofendido.

—¿Quieres que yo te corte las bolas o que lo haga Amílcar? —expresó burlona.

Él hizo como si se asustara.

—No te preocupes, aunque no lo creas, quiero ser padre en un futuro. —Spíti solo rodó los ojos por todo el drama. —Pero tranquila, mi vagabunda rabiosa, este bello y encantador damo ha encontrado algo que podría interesarte.

Eso llamó la atención de la chica.

—¿Y qué es? —preguntó demasiado curiosa.

—Mientras revisaba los grilletes de todos los expulsados, encontré un sistema operativo de rastreo diferente en cinco de ellos —dijo haciendo una pausa para agregar suspenso, Spíti solo tenía ganas de matarlo, pero todavía no estaba recuperada del veneno. —Y uno de esos grilletes era el de nuestro queridísimo Oscar.



PROHIBIMOS LA COPIA PARCIAL O TOTAL DE ESTA OBRA. LOS PERSONAJES Y LA HISTORIA NOS PERTENECEN, NO AL PLAGIO.


Les hemos traído un nuevo capítulo amores, espero que les haya gustado. Hoy conocimos un poquito más sobre la Frontera y  los demás habitantes que están en el afuera.

En el próximo capítulo veremos que sucede con Iván y Jaime, ¡no se lo pierdan!


¡Hasta la próxima! seulRN y Dulce-Miyuki


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro