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13 - Decisiones


Feiro mantiene sobre sus manos un transmisor, le muestra los límites de Nitel que colindan con Lina, se observa un desfile de guardias del sector Jaime recorrer el lugar, incluso la capitana a dejado su hogar para inspeccionar cada detalle de la última ubicación de Iván.

—Qué descuidada, dejar solo a su sector implica que podemos atacarlo.

—Quizá eso es lo que espera que hagamos —respondió Feiro a su hija.

Nana mantiene su cuerpo ejercitado, practica sus movimientos de artes marciales.

Cuando la reunión terminó, un comentario de Nitel detuvo a Feiro para dar la orden de dejar ir al nuevo recluta hacia el sector Jaime, ella les mostró a todos sus guardias que había un hombre al que debían capturar vivo o muerto. El rostro de Iván ya era público en todos los sectores y no podría caminar libremente buscando a la capitana. Feiro, como mano de derecha de Nitel, no pudo ocultar su sorpresa al escuchar la noticia de la expulsión completa de los delincuentes.

—Significa que no podrás cumplir con tu palabra.

Ferio mira despectivamente a su hija, es un hombre de palabra y que el asunto se le haya ido de las manos no es su culpa, pero debe enfrentar las responsabilidades.

—Ese muchacho es demasiado voluble, su objetivo es muy personal, dudo incluso si puede ser de ayuda.

Nana deja sus actividades, reconoce que su padre tiene razón, sin embargo, Iván le agrada, le parece una pérdida que tan pronto quieran desecharlo.

—Nosotros somos mejores que esas mujeres queriendo contener lo inevitable. Estamos organizados y es cuestión de tiempo para atacar el sótano.

—Ahí está el verdadero problema. Quieren sacar de Ritma a todos los presos. Pero, ¿en realidad se atreverán? Debemos averiguar la fecha de expulsión, evitar que se lleven a todos los nivel cinco.

La chica se acuesta sobre el piso, la decisión de las capitanas es drástica y supone son ideas de Krisal, duda en que todas llegaran al mismo acuerdo.

—Pienso —continua Feiro—, que Krisal y Nitel pudieron estar de acuerdo, Amec y Lina lo dudo —se toca las cejas masajeando la cabeza para pensar—. Jaime es la guardiana del sótano, ¿por qué querría echar a todos de su sector?

—Te enojaras —interrumpe sus pensamientos Nana—, pero fui yo quien le envió el video a Jaime. Esa perra le puso un localizador a Iván, lo dejó ir y aun deseaba saber dónde se encontraba, solo fue un plan para saber si el muchacho decía o no la verdad.

—Lo dejó ir. Entonces, la pregunta correcta es: ¿Jaime sabía que vendría a nosotros?

La hija de Feiro se levanta de un salto, cruza sus brazos y mira con burla a su padre.

—Has dicho que Nitel irá a Amec para arrestar a los padres de Iván. Hagamos que él vaya a su sector, vamos a decirle que sus padres corren peligro y dejemos que presencie su muerte, ¿a quién crees que culpará? Una vez toda su familia este muerta él no tendrá piedad por Jaime y podremos enviarlo a matarla.

Feiro no duda en el plan de su hija, igual que los cinco, él desea el dominio de Ritma, quiere el sometimiento de las capitanas, pero por sobre todas las cosas anhela usar el talento de cada uno de los que en el sótano se encuentra.

—Corremos el riesgo de que lo atrapen, pero qué más da, él no nos sirve para nada.



Iván siente que el corazón va a explotarle, recuerda las últimas palabras con las que se despidió de su hermano: no te preocupes, todo se solucionará. Y entonces Oscar murió, su hermano mayor se fue de Ritma. Y ahora, por su culpa sus padres corren el mismo peligro, los conoce y sabe que darían su vida para protegerlos, ¿qué culpa tienen dos simples campesinos en todo este enredo? Quizá el simple hecho de existir, su mera existencia es un pecado para las capitanas pues son los padres de dos ladrones, dos hombres que han irrumpido el orden de su ciudad.

Agradece a Nana haberle avisado sobre la decisión de Jaime. El muchacho se dirige a su antigua casa lo más rápido que puede, es de noche y los granjeros no tienen actividad. No tiene tiempo de pensar en que pueden tenderle una trampa, daría su propia vida para salvar la de sus padres, ya perdió a su hermano y no se permitirá perder a otra persona.

—Por favor —de sus labios escapa una súplica.

Su pecho le indica que el miedo empieza su trabajo, de su mente las ideas catastróficas tambalean su paso, Iván se traga el nudo en la garganta al tiempo que se da valor para continuar, un paso más, un poco más, tan solo unos minutos más y podrá sacar a sus padres de Amec.

El ruido de un niño lo obliga a detenerse, recarga su cuerpo contra la pared de la casa más cercana, conoce bien su zona y sabe que las personas suelen salir a caminar. Aunque este en su sector nadie es confiable, ha visto en los otros sectores el despiadado corazón de su gente, la pobreza no está en Amec, allá afuera la gente se mata por banalidades.

Despacio intenta alejarse, a la distancia localiza su casa; la luz está encendida y por un breve segundo siente tranquilidad, seguro sus padres están dando gracias por la comida. Oscar era el hermano rebelde, pero siempre fue agradecido con las bondades de la naturaleza, su fortaleza iba más allá de su aspecto rudo, lo tenía en su alma.

—Por favor —vuelve a suplicar.

Avanza por la parte trasera de su casa y penetra su habitación, siente un aura demasiado quieta, no es habitual en su casa, pero claro, ninguno de los traviesos hijos está, solo dos personas grandes en espera a que alguno de ellos regrese y le de vida de nuevo a su hogar.

Despacio recorre el pequeño pasillo que da al comedor, sus manos le sudan y su vista se nubla.

—Mamá —sisea.

No hay respuesta.

—Papá —susurra casi a punto de llorar.

Sobre la mesa hay platos sin usar, en la puerta la huella con sangre de una mano y sobre el piso el cuerpo de su madre sin vida.

Iván cae de rodillas, se lleva las manos a la cabeza y cierra los ojos con la intención de que aquella escena sea falsa.

—No, por favor. No es verdad.

El muchacho se acerca para abrazar el cuerpo de su madre, ahoga un grito en su cabellera y llora sintiendo atravesar su cuerpo por el dolor. La mujer ya no puede darle la bienvenida a su pequeño, ya no le servirá comida caliente después de un caluroso día de trabajo y tampoco volverá a tocar sus cabellos color fuego igual que los de ella. Iván golpea el piso como si aquel acto le devolviera a su madre; si no se hubiera ido ella estaría con vida.



Jaime siente que cada paso la llevan a un pozo profundo, haber estado en el sector Lina la asqueó de sobre manera. La capitana de ese sector le mostró sus preciados experimentos con clones, cada detalle de sus investigaciones para alargar la vida de los primeros y las de ellas también, usa animales y plantas del sector Amec que después desecha para alimentar a los presos exponiéndolos a mutaciones o enfermedades dolorosas.

No bastó con conocer los secretos de Krisal, ahora también acompaña a Nitel quien acomedida toma la mano de Jaime y la abraza para conducirla a su sala de juegos. Ha preparado una pelea exclusiva para la llegada de Jaime.

—Va a gustarte —dice al tiempo que sonríe.

La mujer se limita a verla, no puede levantarle la voz como a las otras, ella es más pequeña y malcriada, además de contar con el respaldo de la Junta. La sigue en silencio.

—Colócate tu capa Jaime, no queremos que la gente sepa quienes somos.

Cuando Nitel le pidió ir vestida igual que en su sector y portar una capa de colores no le pareció extraño, ya había visto suficiente como para asustarse por parecer un payaso caminando por una calle solitaria y derruida.

Una vez atravesado un puente solitario, ambas bajan una escalera larga para llegar a un cráter, han acondicionado el lugar para simular un coliseo terrícola, pero con un nivel más bajo que el del terreno natural.

—Ese tipo, ¿siempre te sigue?

—Por supuesto Jaime, eres la única que no tiene guardia, pero él es mi perro, daría la vida por mí.

Nitel suelta una pequeña risa y se tapa la boca al referirse de esa manera de Feiro.

—Creo que solo necesitas un guardia cuando tienes que temer de algo, y mi sector no lo requiere.

—No querida, lo necesitas por el simple hecho de ser capitana.

Ambas se detienen para sentarse sobre las gradas. Jaime observa al público hambriento de sangre, con los pies golpean el concreto para que los luchadores salgan y se enfrenten a muerte.

—Aquí los ladrones luchan por su vida —la capitana más pequeña habla muy cerca del oído de Jaime—, interesante ¿verdad?

—Los ladrones deberían estar en el sótano, o fuera de Ritma, deberían morir al instante y no torturarlos de esta manera.

—Pero... si sacarlos del domo es más cruel que darles la oportunidad de vivir.

El ruido de la gente provoca que ambas dejen el discurso, los peleadores han salido. Uno de ellos da un grito para motivarse, mientras que el otro parece demasiado asustado, tiene la cabeza baja y sobre sus temblorosas manos apenas si mantiene un arma láser.

El de robusto cuerpo se lanza al combate, embiste a su contrincante obligándolo a caer al suelo. Ruge como una fiera, quiere arrancarle la cabeza; pese a que su enemigo puede de un solo disparo acabar con su vida, se siente confiado pues no le parece que sea capaz de levantar el arma.

El pobre hombre, que tiene el aspecto de ser ya de edad avanzada, se pone de pie, levanta la vista para observar a todos pedir a gritos su muerte. Clava su mirada en el único par de mujeres que solo miran; Jaime ve a la distancia la angustia de sus ojos, conecta con él y comparte su alma rota.

Vuelve a bajar la mirada, cierra los ojos y espera paciente su muerte. Su contrincante se burla, no hay acción, no hay combate cuerpo a cuerpo, solo un hombre que espera morir. Con toda su fuerza lo empuja.

—Vamos, tienes que hacer algo, ¿no quieres vivir?

El público se silencia, es la primera vez que no hay combate, solo una charla.

—¿Qué gano si te mato? Solo culpa. Si tú quieres vivir, entonces hazlo —el hombre le lanza su arma—. Que sea rápido, sin dolor.

Jaime pretende irse, no le apetece presenciar el asesinato de otro ser humano. Da la espalda y solo escucha cuando el arma se dispara.

—Es una pena, esperaba más acción. ¿Crees que Iván venga a nosotros ahora que matamos a sus padres?

La capitana se queda congelada, sus pies no le responden.

—Caerá, ya lo creo —dice con la intención de que Nitel no note su nerviosismo.

—¿Crees que soy tonta? Te deterioras mujer, mira tu cara, estás pálida. ¿No has dormido? Ya eres demasiado grande como para ser débil en este punto, no puedo creer que de verdad no conocieras nuestras actividades, me das pena Jaime.

La mujer quiere defenderse, pero solo tiene un pensamiento: ya no puede seguir así.

Nitel levanta la mano para estamparse contra el rostro de su colega.

—Reacciona, estamos en crisis y tu no puedes derrumbarte. Maldita estúpida.

Jaime se recupera y mira a la cara a Nitel.

—¿Por qué lo hacen? Ellos también son seres humanos. Yo, quiero seguir con ustedes, pero todo está mal, así no es como debe funcionar las cosas. Mira...

Otro golpe, pero en esta ocasión es Feiro quien la ha golpeado provocando que se mueva de su posición y caiga al suelo con la boca ensangrentada.

—Eres una inútil Jaime, no sé qué ve en ti Krisal, solo porque le gustas no significa que sirvas para algo.

Nitel le da una señal a su guardián para marcharse. Dejan a Jaime sola, tirada en piso con los gritos de descontento de la gente ignorante que de frente tienen a dos capitanas, blancos muy fáciles.

Jaime con dificultad de levanta, le ha dolido más la muerte del padre de Iván que el golpe de Feiro, sacude su ropa intentado tomar un poco de aire para proseguir su camino. La cabeza le duele, su cuerpo pide un poco de descanso.

—Te ves mal. —La voz la reconoce, su entereza se rompe por completo y de sus ojos las lágrimas brotan—. No hagas ningún escándalo, bajo mi saco hay un arma y si intentas huir no tendré piedad y te asesinaré aquí.

Ella obedece, camina a la par que su secuestrador y cuando logran alejarse de toda la gente ella voltea para tenerlo de frente, en sus ojos percibe odio, la inocencia con la que lo conoció ya no existe, su alma se ha roto en mil pedazos y ella sabe que es su culpa. En el fondo desea retroceder el tiempo, se siente débil, quiere volver a los brazos de su amante, pero él —al igual que los familiares de Iván— están muertos. La mujer, con los ojos bañados en lágrimas, se lanza a los brazos del muchacho y en un arrebato lo besa con tal pasión que le duele.

—Perdón, no quise que las cosas terminaran así.

Iván desea arrancarle el corazón con sus propias manos, pero si la mata en este momento no podrá hacerla sufrir y las capitanas solo la reemplazarán, la necesita viva y la necesita de su lado.

—No he venido a lastimarte, sé que tú no tomas las decisiones, son ellos, los de la Junta. Pero Jaime, si algo sé es que tú eres diferente, no tienes porque quedarte, ven conmigo.

Las mismas palabras, la misma historia, no es la primera vez que le piden que renuncie a ser capitana... en esta ocasión pretende ser diferente. Iván le extiende la mano y ella lo coge, lanza a un lado la capa colorida y deja caer su teléfono localizador porque Jaime decide irse con Iván.



¡Nuevo capítulo mis bellos lectores! La vida de Iván ha dado un giro inesperado, sus padres han sido asesinados por las capitanas y ahora él ha decidido secuestrar a Jaime. ¿Quién maneja la vida de quién?

Además, se ha revelado un poco de los verdaderos intereses de Feiro y Nana.


PROHIBIMOS LA COPIA PARCIAL O TOTAL DE ESTA OBRA. TANTO LOS PERSONAJES COMO LA HISTORIA NOS PERTENECEN.


Se despiden, seulRN Dulce-Miyuki

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