Capítulo #14
Primero se llevaron a papá. Luego mataron a mamá en nuestra propia casa. Finalmente mataron a uno de mis mejores amigos; eso sin contar que habían convertido a Dantop, mi hogar, en todo un campo de guerra. Una completa tierra de nadie, en todo su esplendor. Los sovs parecía que habían hecho esto completamente personal.
Vi que ya comenzaba a adentrarme al bosque de Dantop. La sangre de Thomas aún ensuciaba mis manos, no se diga mi ropa. No quería que me viesen así, pero no tenía con qué quitármela. Salvo mis lágrimas, pero no alcanzarían.
Al acercarme a nuestro escondite, vi que dos figuras me esperaban con ansias. No tenía el corazón ni el valor para explicarles lo que había pasado con nuestro amigo sin siquiera desmoronarme.
-¡Sam! ¡Sam estás vivo! – gritaron las dos figuras.
Pude ver a Juliana y a Sara salir corriendo para mi encuentro. Pronto, las recibí a las dos con un gran abrazo. Me sentí nuevamente en casa.
-¿Qué fue lo que pasó? ¿Y Thomas? – preguntó Juliana luego de abrazarme.
Solamente pude verla a los ojos y negar con la cabeza. Juliana se llevó las manos a la cara, muy sorprendida. Sara entendió poco tiempo después; y una que otra lágrima logró escapársele por sus ojos.
-¡Mierda! ¡Oh, mierda! – gritó Juliana.
La volví a abrazar después de esto. No volveríamos a ver a Thomas, escuchar sus teorías, sus ideas. No volveríamos a escucharlo reír, o quejarse de lo aburrida que es la vida en Dantop. De haber sabido que hace unas horas sería la última vez que lo vería, no lo hubiese soltado nunca.
-¿Y Gabriel? ¿Está bien? – pregunté a Sara.
-Está herido, pero bien. Una bomba explotó cerca de su casa e hizo estallar los cristales de la ventana, hiriendo su cabeza.
-Será difícil contárselo.
-Tanto a él como a David. Tu hermano lo consideraba un genio – dijo Juliana.
Cuando bajé a la Ratonera me di cuenta que mi hermano y Gabriel no eran los únicos que estaban aquí. Ben y su padre, dos ancianos cuyo nombre desconocía, pero sí sabía dónde vivían, y la maestra de química de David estaban aquí.
-Les dije que aquí estarían a salvo – me susurró Sara. – Lamento haberlo hecho.
-¿Por qué? Hiciste bien, hermanita – la abracé. – Mientras más salvemos más nos estaremos vengando de esos idiotas.
David le estaba vendando la cabeza a Gabriel. Estaba bastante magullado, pero me alegraba verlo sano y salvo. Cuando se dio cuenta que bajé a la Ratonera, se levantó de un instante y me abrazó.
-¿Tus padres...? – pregunté.
-Están bien. Nos dividimos en el bombardeo – dijo Gabriel al hacer una mueca de dolor. – Tuve que regresar a casa por provisiones, y fue cuando la bomba explotó la ventana de mi habitación.
Inmediatamente, Gabriel volteó a ver a mi hermana.
-Sara me despertó justo a tiempo – sonrió. – Tu hermana es como un ángel guardián.
Sara bajó la vista, muy ruborizada.
-Y dime, ¿dónde está Thomas? – preguntó Ben, quien escuchaba atentamente a nuestra atención.
-Sí, ¿dónde está ese idiota?
Bajé la vista inmediatamente y negué con la vista.
-¿"No"? ¿No qué? ¿No vendrá? – preguntó Gabriel.
-Thomas está muerto, Gabriel – dijo Juliana, abrazándome una vez más.
Gabriel abrió muchísimo los ojos. No decía absolutamente, pero sabía que la noticia le impactó muchísimo.
-¿C-cómo fue? – Gabriel apenas si logró hablar.
-Los sovs le dispararon a él y a toda su familia. Fui a buscarlo cuando lo encontré apenas con vida.
-¿Lo viste morir? – a Gabriel se le llenaban los ojos de lágrimas.
Asentí con la cabeza.
-¿Te dijo algo?
Levanté lentamente la mirada y lo vi. Gabriel se desmoronaba de a poco.
-Que los cuidase, a todos. Y que te vigilara a ti.
En ese mismo instante, Gabriel irrumpió en llanto. Era la primera vez que lo veía desmoronarse con algo. Sara rápidamente lo abrazó. Él la rodeó con sus brazos y comenzó a llorar como un niño pequeño. Cuando volteé a ver, David estaba al borde del llanto también. Juliana lo abrazó rápidamente y ambos comenzaron a llorar.
Yo me quedé observando un momento las reacciones de los que estaban allí. Ben y su padre permanecían en silencio, mientras que la maestra de David bajaba la vista. El perder a alguien tan cercano nos hacía vulnerables, nos hacía débiles, pero era algo que no podíamos evitar.
Si tan sólo papá estuviera aquí sabría qué hacer; él era el único preparado para este tipo de cosas, y esos idiotas también se lo llevaron lejos. Se llevaron todo lo que conocía y amaba, nos quitaron todo; estábamos haciendo turno en la fila del matadero.
-¿Qué es lo que haremos? – me preguntó Ben, acercándose con su padre.
-Esperaremos – me senté en el suelo.
-¿Y luego qué?
-N-no sé. No sé, Ben. No sé qué hacer.
-Escúchame, Sam – interrumpió el papá de Ben. – No imagino por lo que tienen que estar pasando, pero no podemos quedarnos aquí.
Tenía razón. Afuera seguía la masacre, debíamos de escondernos lo mejor que podamos y después intentar buscar ayuda. Sobrevivientes, comida, agua, ¡lo que fuese! Teníamos que superar esto, y con una mierda que así lo haríamos.
-Apaguen las velas – le ordené a la pareja de ancianos que también habían venido. – Nos esconderemos aquí hasta que estemos seguros, o al menos unas horas. Después saldremos por recursos, intentaremos buscar al papá de Juliana en todo este caos.
Todos asintieron con sus cabezas. La pareja de ancianos apagaron las velas y quedamos inmersos completamente en la oscuridad de la Ratonera. Curioso nombre, ¿no es así? Un hogar construido por gente y habitado por ratas. No sé cuál de nosotros somos ese lado ahora.
12 horas después
Cenizas. Todo el bosque fue convertido enteramente en cenizas. No observaba ni una sola figura conocida en cientos de metros a la redonda, pero eso no importaba ahora. Estábamos vivos, y debíamos seguir viviendo para escupirles en la cara a esos idiotas que fracasaron todos sus intentos de matarnos.
-Iremos al pueblo – le dije a todos, quienes salían muy tranquilamente de la Ratonera. – Buscaremos provisiones y, con mucha suerte, encontremos sobrevivientes y alguien que nos pueda ayudar.
Nadie hablaba. Todos se limitaron a mover los pies. Ni siquiera Gabriel, quien siempre tenía un comentario que nos hacía levantar el ánimo, o enojarnos con él por decir estupideces.
Sara caminaba junto a Gabriel, y David arrastraba los pies cerca de su maestra de química. Yo iba al frente, con una mochila con muy pocos suministros, intentando ser el "líder". Los ancianos se habían quedado atrás, caminaban con mucho cuidado ya que el suelo estaba muy dañado. Miles de criaturas morirán aquí.
-¿Estás bien? – me preguntó Juliana.
-No. No lo estoy. ¿Y tú?
-Tampoco.
Era difícil mantener la cabeza en alto con tantas bajas. Bueno, sin contar las bajas, las pérdidas de nuestro pueblo fueron casi totales. Pudimos ver realmente lo que habíamos perdido al salir del bosque que nos daba refugio.
-¿Y cuál es el plan? – preguntó Juliana nuevamente.
-Encontrar a Barba de macho, o a tu padre, y que ellos se encarguen del resto.
Sentí sus manos en mi espalda que intentaban darme ánimos.
-No sé ni siquiera cómo decirte esto, Sam, así que sólo lo diré. Sé que es difícil el llevar el peso que tú estás llevando.
-¿A qué peso te refieres?
-Tus hermanos. Tu madre. Ahora lo de Thomas.
Solamente me quedé callado.
-Quería decirte que no tienes que hacerlo tú solo, amor. Yo estoy aquí, contigo.
-Lo sé, gracias.
Seguí caminando sin siquiera voltearla a ver.
-¿Sólo eso dirás? – Juliana me detuvo en seco y me obligó a verla a los ojos.
-Sí. Quiero decir, no. N-no lo sé.
Mi cuerpo estaba exhausto, mi mente estaba completamente desmoronada. Quería que todo esto se acabase, quería que algún adulto solamente me quitara este peso que tengo encima. Ya no quiero ser más el hermano mayor, mucho menos el quarterback, o el líder de algo. Es demasiado para mí.
-Todo esto me está matando, Juliana. Es... es demasiado para mí. ¡Y siento que, cada vez que yo estoy al mando, alguien muere! ¡O algo malo sucede!
Juliana se quedó callada durante.
-¡Así pasó con mamá y por intentar ser el quarterback de la maldita escuela! ¡Pasó con Thomas cuando sólo quise protegerlos!
Juliana corrió hacia mí y me abrazó. Me abrazó lo más fuerte que pudo haberme abrazado alguien.
-No es tu culpa, Sammy; y quiero que te grabes eso en la mente. Si estamos vivos aquí es gracias a ti, y a mi papá, pero tú hiciste lo tuyo.
Juliana me logró sacar una sonrisa.
-Vamos, tenemos que encontrar comida por aquí, o lo que sea.
Todo el pueblo estaba completamente quemado. Era un absoluto desastre. Muy pocas casas quedaban en pie, y decenas de cuerpos por todos lados; aunque ver cuerpos completos quemados era el mejor de los casos. Piernas, brazos e incluso cabezas estaban esparcidas sobre lo que solía ser área verde.
-Entren a las casas, lo que sea que consideren útil es bienvenido.
Sin embargo, pude ver que David se quedó viendo algo al horizonte. Tal vez ver todo ese escenario había producido que mi hermano se aislase por completo.
-¿Estás bien? – le pregunté luego de tomarlo por el hombro.
David no me contestó, pero sí me logró ver. Luego de unos segundos, señaló lo que estaba viendo en el horizonte. Entonces lo vi.
Uniformes verde camuflaje. Cascos, lentes oscuros e incluso arnés de seguridad rodeaban su pecho. Tenía muchísimos años de no verlos, y cuando los infelices aparecieron por el horizonte, no pude evitar esbozar una sonrisa. Eran marines. Soldados que peleaban por la libertad. En este caso, eran ángeles de la guardia que nos indicaban que las cosas mejorarían por completo.
Entre todos, pude ver a Barba de macho, encabezándolos. Tenían potentes armas y rifles de asalto consigo. Conté al menos a siete de ellos, pero eran más que suficiente por el momento.
-¿Están bien? – nos preguntó Barba de macho.
No respondimos, absolutamente nadie dijo algo al respecto.
-La mayoría están escondidos en el alcantarillado del pueblo, ¿quieren venir?
-¿Hay un hombre gordo? ¿Un policía?
-¿Brad?
-¡SÍ, ÉL! ¿ESTÁ BIEN? – explotó Juliana.
-Está muy bien. Gracias a él no todo está perdido en Dantop.
-Disculpen, ¿y quiénes son ustedes? – preguntó el papá de Ben.
-Teniente Jacob Shepherd. Vigésimo séptimo Cuerpo de Marines de los Estados Unidos de América.
-¿Marines? Creí que estaban extintos – dijo David.
-¡Eso jamás, niño! – respondió otro de los soldados.
-No extintos. Solamente tuvimos que replegarnos, escondernos para sobrevivir – respondió Barba de... el teniente Shepherd.
Al entrar al sistema de alcantarillado vimos a decenas de personas corriendo de arriba para abajo. Todos llevaban mochilas, incluso algo de medicina para los heridos que descansaban en camas hechas con materiales muy improvisados. Todos estaban muy ocupados como para prestarnos atención, a nosotros, un grupo de chicos que lo había perdido casi todo.
-¿Papá? ¡Papá! – gritó Juliana al salir corriendo.
Pude ver al señor Meyers abrazar a su hija. Gabriel buscó a sus padres, quienes debían estar por algún lado de la alcantarilla. Luego de abrazar a Juliana, Brad se nos acercó.
-¿Ustedes están bien? – nos preguntó a todos.
-No, no lo estamos – dijo David.
-Mataron a Thomas, papi – Juliana irrumpió en llanto.
El señor Meyers bajó la cabeza. Yo no podía de repetir la secuencia de sucesos en mi cabeza. Aún tenía algo de sangre de mi amigo en las manos y en la ropa.
-Lo lamento, chicos. En serio – dijo Brad. – Han perdido mucho durante todo esto, y en serio lo siento.
Ninguno de mis hermanos hablaba, mucho menos yo.
-Pero han hecho un buen trabajo – nos volteó a ver. – Todos. Lograron venir aquí a salvo, y eso es lo que cuenta.
-¿Qué seguirá ahora? – preguntó Sara. Vi que Gabriel se nos había unido, con lágrimas en los ojos.
-Nos iremos de Dantop, los marines nos ayudarán. Hicimos contacto con otro grupo que sublevó desde Dakota del sur; nos iremos a Canadá. Todos juntos.
¿Realmente eso era lo que quería? ¿Huir de un país en cadenas? Después de todo lo que he visto, lo que más quiero es que nada de esto les suceda a más personas. Quiero asegurarme que esto jamás vuelva a pasar.
-Descansen, chicos. Coman algo – sonrió Brad, dándome golpe amistoso en la espalda. Inmediatamente, hizo una señal con la mano para que nos dieran comida.
Pero no era el momento. Teníamos que ponernos a salvo, teníamos que tratar a nuestros enfermos. Luego de eso, ¿quién sabe? Tal vez ya sea hora de que les llueve metal a los infelices soviéticos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro