Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo #13

Las bombas que caían sobre nosotros hacían temblar la estructura. Pequeñas piedras porosas caían sobre nuestras cabezas. La bombilla parpadeaba intermitentemente, dando la impresión que en algún momento estallaría. O bien, que fallaría la electricidad.

-¿Creen que la Ratonera aguantará? – preguntó David.

-Aguantará, estoy seguro.

El camino hacia acá fue difícil. Sara estuvo cerca de que una bomba le arrancase la pierna derecha. El pueblo estaba sumido en el caos: más de alguna familia tuvo que haber perdido algo. No quería ni siquiera pensar en los que perdieron a algún familiar o a alguien cercano.

-Esto está matándome – suspiró Juliana.

Tomé de su mano, la cual apretaba con fuerza con cada explosión que retumbaba nuestras cabezas.

-Lo que daría por un juego de mesas, estaría feliz con el maldito Monopoly – dije.

-¿Para qué? ¿Para que Sara conquiste las primeras casillas? ¡No gracias! – dijo David.

Afuera seguían retumbando las bombas contra el suelo. No quería ni siquiera pensar en lo que debía estar haciendo el papá de Juliana. Ella estaba preocupada, podía notarlo en sus ojos. Además de que se estaba comiendo las uñas. La última vez que la vi así fue cuando estaba haciendo su examen de matemáticas.

-Tu papá estará bien, Juliana – interrumpí sus pensamientos. – Es un tipo duro, seguro no le pasará nada.

Juliana me observó durante unos segundos. Intentó sonreír.

-Tal vez tienes razón.

-¿"Tal vez"? ¡No lo creo! En otras circunstancias sería considerado un héroe de guerra.

-¿"De guerra"? ¡Esto no es una guerra, Sam! – gritó Juliana. - ¡Dejó de ser una guerra hace mucho tiempo! ¡Esto se está volviendo una exterminación!

-Para que sea una exterminación deben aniquilar a todos, y no lo harán.

-¿No? ¡Están destruyendo Dantop, Samuel! ¡Lo dejarán como si fuesen cenizas!

-Pero no a nosotros. Sobreviviremos a esto, y cuando sea su momento le vamos a partir la madre a los sovs – sonreí levemente.

-¿Sólo 4 contra todo el Ejército Rojo? ¿Estás seguro de lo que hablas, Sam? – preguntó David.

Fue en ese preciso momento que recordé a Gabriel y a Thomas. Si ellos estuvieran aquí, seguramente me apoyarían.

-¡Mierda! – exclamé.

-¿Qué sucede? – se preocupó Sara.

-Falta Gabriel y Thomas. ¡Olvidamos decirles que estaríamos aquí!

-No sobrevivirán allá afuera – dijo David. - ¡Tenemos que salir!

-No, no tenemos que salir. Tengo que salir. Ustedes se quedarán aquí.

-¿Qué? ¡No! ¡Yo te acompañaré! – dijeron los tres al mismo tiempo.

-Ustedes tienen que obedecerme – volteé a ver a mis hermanos. – Así que se quedarán aquí.

-¡¿Qué?! ¡¿Por qué?! – gritaron los dos, enérgicos.

-Porque soy el hermano mayor y tengo poder absoluto sobre ustedes. Además, mamá dijo que los protegiera, y eso es lo que pretendo hacer.

-¿Y tú si te puedes exponer? – me vio Juliana.

-Son Gabriel y Thomas. Esos hijos de puta harían lo que fuese por nosotros, y lo sabes perfectamente.

Juliana se quedó un rato pensativa.

-Déjame ir al menos contigo.

-No, tu papá me pidió que te cuidase. Así que te quedarás aquí vigilando a David y a Sara.

Juliana bajó la cabeza.

-¿Por qué haces eso? ¿Por qué me alejas?

-No te estoy alejando, Juliana – la tomé de las mejillas y la vi a los ojos. – Te necesito a salvo. Más que cualquier cosa.

Me le acerqué aún más.

-Si algo te pasara, Juliana... si algo llegase a pasarte... simplemente no podría, ¿sí? No encontraría fuerzas de ningún lado para seguir.

Inmediatamente, me abrazó lo más fuerte que pudo.

-Y por eso te necesito a salvo. Los necesito a todos a salvo, ¿sí? No tardaré mucho, lo prometo.

Juliana me dio un beso; bueno, no fue sólo un beso. Ese beso, bajo esas circunstancias, significó para mí un "Más te vale volver a salvo, Sam". Pude sentir solamente el golpe leve de su cabello sobre mi cara, y el roce de sus labios con los míos. De verdad que amaba a esa chica, y esa era tal vez la última vez que la vería.

-Antes de irme, quiero que sepas algo – le dije a Juliana. – Te amo. En serio. Y no me importa si es muy pronto para pensarlo, o siquiera para decirlo, pero te amo. Y si muero allá afuera, por una bomba, capturado o lo que fuese, quiero que lo sepas. ¿Entiendes bien?

Asombrada, Juliana se me quedó viendo sin poder decir algo.

-Ta-también te amo, Sam. Siempre fue así, y siempre será así. Desde el primer momento en el que vi. Regresa con nosotros, por favor.

Lo haré. Claro que lo haría. Abracé a mis hermanos durante unos segundos y me dirigí a la salida de la Ratonera. Sólo espero que ellos estén bien, espero que Gabriel y Thomas estén bien, espero que Brad esté bien. Mierda, espero que todos estén bien.

El bosque que protegía al escondite fue también víctima de los intensos bombardeos que parecían haber cesado por el momento. Grandes cráteres se habían formado en el suelo del bosque, y algunos árboles estaban en llamas. El fuego se propagaría por todo el bosque. Al menos no caían sobre mí toneladas de metal rellenado con explosivos y material incendiario, supongo que era un avance. Corría lo más rápido que podía, pero el terreno me lo hacía cada vez más complicado. Casi tropiezo en un enorme cráter, lo que me provocó voltear a ver hacia atrás y me di cuenta que alguien me seguía.

-¡Sara! ¡Maldita sea, te dije que te quedaras en la Ratonera!

-Necesitas mi ayuda, Sam. No podrás sólo en esto.

-¡No quiero que me ayudes! ¡Te quiero a salvo, Sara!

-Sé que lo haces por mamá, pero no hay nada en este mundo que evitará que ayude a mi hermano mayor cuando más lo necesitaba.

Me le quedé viendo durante unos segundos.

-La casa de Gabriel está a un par de cientos de metros. ¿Crees que podrás aguantarlo?

-¡Claro que no! ¿Qué es lo que esperamos?

Por mucho que odiaba admitirlo, Sara tenía razón: necesitaba ayuda. Necesitaba advertirles tanto a Thomas como a Gabriel que estábamos resguardándonos en la Ratonera, y que había suficiente espacio para ellos y para sus familias.

-El plan es simple: iremos con Gabriel, y tú los llevarás a la Ratonera. Yo iré con Thomas, que es el que está más alejado.

-Está bien – contestó Sara.

Veíamos cómo el fuego consumía las casas de nuestros vecinos. El pueblo de Dantop, orgulloso por sus casas construidas hace siglos, ahora se estaba quemando. Veíamos a todos lados gente corriendo intentando ponerse a salvo, otros estaban tan asombrados por la escena que simplemente se sentaron en el suelo a ver cómo el lugar se quemaba.

-¡No podemos dejarlos aquí! – le grité a Sara, apenas si podía escuchar mis propios pensamientos con tantos gritos. - ¿Recuerdas dónde queda la casa de Gabriel?

-¡Creo que sí! ¡Nos vemos en la Ratonera!

No hubo tiempo para despedirme de ella. Sara salió corriendo e inmediatamente se perdió en la lejanía. Yo, por mi parte, intenté llamar la atención de todos.

-¡Escúchenme! ¡Diríjanse a los drenajes! ¡Están lo suficientemente abajo del suelo como para que resistan los impactos de las bombas! ¡El jefe de policías estará allí!

-¡¿Cómo sabemos que estaremos seguros allí?!

Una bomba explotó justo detrás de nosotros, haciendo volar por los aires a la casa que estaba situada allí.

-¡No pregunten, sólo vayan! – grité para ponerme a salvo.

Pronto, la gran multitud comenzó a dispersarse. Tenía que ir a casa de Thomas cuanto antes, ya que las bombas comenzaban a caer de nuevo.

Justo estaba entrando a la calle dónde vivía Thomas cuando vi ciertas cosas que estaban en la calle. No pude identificar bien qué eran las cosas que se encontraban en toda la calle, incluyendo algunas casas, ya que la iluminación era muy pobre. Todo eso cambió cuando una bengala iluminó el cielo, pero venía con varias sorpresas.

-¡Soldados! – gritó una voz.

Pude ver cómo decenas de tropas se acercaban a mí posición, pero estos soldados eran diferentes. Su uniforme no se podía ver, y en lugar, estaba una extraña armadura completamente negra. Usaban máscaras de gas, al igual que sus pesados rifles de asalto. Venían en una formación intimidante; y cuando nadie se lo esperaba, comenzaron a abrir fuego hacia toda la población que encontraban en su camino. Lo único que me dio tiempo de hacer fue tirarme al piso, cubriéndome la cabeza con mis manos.

Ése sería mi fin. Hasta aquí llegaría la historia de Samuel Trawler, hijo de un padre prisionero y una madre muerta. Hijo de un país en cadenas y de un pueblo en llamas, suplicando por ayuda. Pensé en todas las personas que me importan en ese momento. Pensé en mis amigos. Pensé en mis hermanos, recordé lo mucho que les había fallado en toda mi vida, pero sobretodo, pensé en Juliana. Ella es mi chica para toda la vida. Solía hacer planes imaginarios dónde ella y yo nos veíamos casados, escapando hacia un lugar dónde posiblemente aún haya libertad. Sin importar si eran considerados del tercer mundo. Quería tanto un futuro junto a ella que cualquier lugar sobre la faz de la tierra estaría bien. Incluso si bajaba al mismísimo Hades, cosa que estoy por hacer en unos segundos.

-¡Samuel! – escuché gritos a mi alrededor.

Balas volaban por mi cabeza y a mi costado. Ni siquiera tuve la valentía de levantar la vista para averiguar qué era lo que pasaba.

No fue sino hasta que sentí una mano amiga en mi espalda. Una mano que me alentaba no solamente a levantarme, sino que también me decía que todo estaría bien, y que debía seguir adelante.

-¿Sam? ¿Estás bien? – la mano me ayudó a levantarme.

Cuando levanté la vista, me di cuenta que se trataba de Barba de macho, con un M16 en sus manos y el uniforme de los Marines. Venía con un puñado de hombres. Rudos y con una luz de esperanza que parecía irradiar de sus rostros.

-Eres... ¡Eres tú! – fue lo único que alcancé a decir, no sin antes arrojarme a sus brazos llorando como un niño pequeño.

Pude sentir el peso de sus brazos rodeando mi cuello. Me habían salvado el culo.

-Me alegra ver que estás bien – sonrió Barba de macho.

-Unos minutos después y no la habría contado.

-No pienses en eso – me cortó el soldado. – Nos encontramos cuando tuvimos que encontrarnos, y eso es lo que importa.

Levanté la vista, más tranquilo. Barba de macho esbozaba una sonrisa tranquila en su rostro.

-¿Y tus hermanos? ¿Están bien?

-Sí, lo están. Están escondidos en la Ratonera, dónde hacíamos las transmisiones de radio.

-¿Y por qué no estás con ellos?

-Thomas y Gabriel faltaban, no podía dejarlos.

Barba de macho se quedó callado durante unos segundos.

-¿Y dónde viven? – preguntó una vez más.

-Sara fue a la casa de Gabriel, mientras que yo voy por Thomas – señalé la dirección dónde habían aparecido los soldados.

-Espera, ¿qué? ¿Tu amigo vive allí?

-Sí, ¿qué tiene?

-Niño, venimos de allí – Barba de macho vio a sus hombres. – No hay mucho que quede en pie en esa dirección.

Me quedé callado durante unos segundos. Esto no podía estar pasando.

-T-tengo que estar seguro – dije empezando a caminar. – Es el idiota de Thomas, él daría la vida por mí.

No le di tiempo a Barba de macho de contestar, ya que corrí a toda velocidad en dirección a la casa de mi amigo. Él no podía estar muerto, de seguro se las ingenió para esconderse dentro de su casa.

O eso es lo que quería creer.

El camino hacia la casa de Thomas era caótico. Árboles incendiándose por todos lados, cuerpos apilados y esparcidos a lo largo de las calles, y una nube de humo que se elevaba por los cielos. Tuve que cubrirme la cara para evitar que me quemase, o me lastimase de algún modo.

Justo estaba doblando a la casa de Thomas cuando vi que el cerrojo estaba destruido, como si le hubiesen disparado. Al entrar, me di cuenta que todo estaba completamente desordenado. Cajones tirados por doquier, decenas de hojas en el suelo y muchísima ropa. Me preocupé por Thomas luego de ver una mancha de sangre en el suelo.

-¡¿Tomas?! ¿Hermano? ¿Estás aquí? – pregunté con el corazón en la mano.

Nada. Un silencio absoluto completamente desmoralizante. Sentí un baldazo de agua fría cayendo en mi cabeza. Comencé a explorar toda la casa, empezando por el cuarto de mi amigo. No había absolutamente nadie allí, pero todo estaba desordenado, al igual que el resto de la casa.

Esperé ver solamente la destilería casera de la familia de Thomas cuando bajé al sótano, pero me equivoqué.

Vi cinco bultos en el suelo.

Corrí hasta ver de qué se trataba. Lo único que podía pensar era "Dios, por favor, que no sea mi amigo. Todo menos el idiota de Thomas, por favor Dios", pero todo se fue a la mierda cuando vi los lentes de Thomas en el suelo, junto a su cuerpo inerte, y el de toda su familia. Estaba su madre, su papá y sus dos hermanas; todos presentaban heridas de bala en algún lugar del cuerpo.

Me puse de cuclillas y me acerqué al cuerpo de Thomas. Realmente era él, era mi amigo. Su mismo pelo, su misma nariz. Tenía un enorme agujero en el estómago, como si le hubiesen disparado con una escopeta. Sus anteojos estaban completamente rotos.

-Esos hijos de puta, ¡no! – grité mientras abrazaba el cuerpo de Thomas. - ¡Malditos soviéticos de mierda!

Justo cuando dije eso, el cuerpo de Thomas pareció reaccionar. Abrió los ojos y me miró fijamente.

-¡Thomas! ¡Maldita sea, estarás bien! – grité. - ¡Aguanta un poco, iré por un doctor!

Iba a soltarlo, pero él me tomó de mi camisa con lo que podían ser sus últimas fuerzas.

-Quédate aquí, Sammy – dijo Thomas. Un hilo de sangre salía de su boca. – No me dejes morir solo.

-¡¿"Morir"?! ¡Qué mierdas! ¡Tú no vas a morir! ¡Ven, te llevaré a la Ratonera! – hice un esfuerzo para cargarlo, pero simplemente no pude.

-Es inútil, amigo. Este es el final – sonrió ligeramente. – Afortunadamente, este es el final para mí. A ti todavía te queda una gran vida por delante, hermano. Una vez muerto, vete de aquí. Escóndete y sálvate.

Los dos nos quedamos viendo durante unos segundos que quería convertirlos en siglos.

-Sálvate a ti, a tus hermanos y a Juliana. Y si puedes, vigila al idiota de Gabriel. Ese estúpido estará perdido sin mí – rió finalmente.

Después de unos segundos, Thomas murió. Uno de mis mejores amigos murió en mis manos, y no pude hacer nada para evitarlo. Abracé su cuerpo lo más fuerte que pude y lloré sobre él. Esos idiotas soviéticos me quitaron a mi papá, me quitaron mi casa, se llevaron a mamá y a Thomas, ¡pero con una mierda que nos vamos a rendir!

Lancé un grito de furia y seguí llorando junto al cuerpo de Thomas. Esto estaba realmente mal.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro