Capítulo #12
Eran las diez de la noche, y no parecía que fuese esa hora. Las calles eran iluminadas por el fuego de antorchas y algunas bombas caseras fabricadas con alcohol casero. Thomas y Gabriel ya se habían ido hace horas; Juliana, David, Sara y yo estábamos en la sala, esperando impacientemente al padre de mi novia para saber si él tenía noticias de cómo estaban las cosas allá afuera. Aunque, a juzgar por lo que he visto y oído desde la ventana, todo esto pinta para mal. Muy mal.
Juliana había encendido algunas velas, ya que la luz se había cortado. No sabemos si fue una medida por parte de los soviéticos o incluso la misma revuelta cortó la luz. Estábamos así hace más de media hora.
-Hay algo extraño con el fuego - dijo David mientras acercaba su mano temerosamente a la llama de la vela. - Puedo verlo durante horas y nunca me aburriré de él. Es casi como...
-Mágico - interrumpió Juliana. - Da mucha paz cuando lo estás viendo.
David aún no apartaba las manos del fuego. No las había acercado tanto como para quemarse, pero aún así me daba algo de ansiedad el hecho de que tuviera sus manos tan cerca.
-Recuerdo que fuimos a casa de Alicia a estudiar con unos amigos después de clases - dijo David, sin siquiera ponernos atención. - Jugamos esa estupidez de Verdad o reto.
Todos escuchábamos atentamente a lo que David decía. Era de las pocas veces que él hablaba tan abiertamente.
-Estábamos Alicia, Frank, Carl, Nataly, Stephanie y yo. Dios, Stephanie. Siempre tan linda. Siempre tan amable.
Mi hermano me estaba contando acerca de su interés amoroso y mamá no podía verlo. ¡Diablos! Estoy seguro que lo está disfrutando allá arriba.
-Al principio, nadie se animaba a pedir un reto. Las preguntas de niños de siempre. "¿Qué harías si X chico o Y chica se desnudase en frente tuya?", "¿Qué piensas de Carl, Nataly"?
Juliana me hizo una sonrisa de complicidad. También estaba seguro de lo que estaría a punto de contar.
-Fue en ese momento en el que Frank escogió reto, al igual que Nataly. Tres chicos, tres chicas. Creo que enterado en qué consistían los retos. Stephanie decidió retarlos a que se besaran durante diez segundos en el armario. Nunca supe si lo hicieron o no, pero a juzgar por la cara de orgullo de Frank, estoy seguro que fue así. Después fue el turno de Carl y Alicia. ¡Diablos! ¡Los 10 segundos más eternos de mi puta vida!
Todos soltamos una carcajada. Noté que hasta Sara había esbozado una sonrisa. David podía ser un salvavidas cuando se lo propone.
-Finalmente fue el turno de Stephanie y el mío. Diablos, ¡estaba tan nervioso! Aún puedo recordar cómo se veía ella a la luz del único foco del armario. Su cabello tan brillante, al igual que sus ojos. De un momento a otro, sólo vi cómo sus labios se aproximaban a los míos. Está de más decirles que nos tardamos más de diez segundos allí dentro.
Mi hermano lo contaba con una sonrisa de oreja a oreja. Nunca supe de esta experiencia, y me siento muy bien por él.
-Es extraño. Aún puedo verla mientras bailaba a escondidas en clase de matemáticas - la sonrisa de mi hermano aún no se borraba de su rostro. - Nunca la olvidaré.
-¿Y qué fue lo que le pasó? - preguntó Juliana.
-Los sovs descubrieron que su hermano contrabandeaba armas y suministros a la resistencia. Eso fue hace meses.
-¿Y ese fue tu primer beso? - preguntó Sara.
David asintió con la cabeza.
-El mío fue un chico mayor. Mathew Brooks. ¡Diablos! ¡Eso fue hace unos años! - sonrió Sara mientras lo contaba. - Pedía permiso para ir al baño y me escapaba a escondidas para poderlo ver en el pasillo; era alto y con el cabello negro. Ojos color verde, era todo un cielo conmigo.
-¿Y tú, Juliana? - le preguntó David a mi novia.
-Pues lo tienen aquí en la habitación. Sam fue mi primer beso, mi primer novio y todo eso - sonrió Juliana tiernamente. - Tuvieron que invadir nuestro pequeño pueblo para que ambos nos diéramos cuenta lo que sentíamos por el otro.
-¡Aw! ¡Eso es tan lindo! - exclamó Sara.
Juliana tomó mi mano. Yo la apreté con fuerza. No tenía intención de soltarla nunca.
-¿Y qué tal tú, Sam? ¿Quién fue tu primer beso? - preguntó Sara.
-¡Bah! De seguro fue Juliana, ¿no?
La verdad es que no. No fue Juliana. Antes de que Juliana y yo decidiésemos acelerar nuestra relación, yo había tenido un par de intereses amorosos de primer nivel. Mi primer beso fue Sandy Jenkins. Una chica de un año menor que yo. Fue en una fiesta, en el mundo antiguo. Ambos habíamos bebido un poco, y ya saben lo que pasa cuando bebes y eres un tipo cachondo como yo.
-Ehm...
De pronto, para fortuna mía, la puerta de la casa se abrió rápidamente. Todos nos levantamos, asustados por la intromisión, pero nos relajamos al ver a papá de Juliana, con el uniforme puesto de "Policía lugareña de Dantop".
-¡Papá! ¡Estás bien! ¡Me tenías tan angustiada! - gritó Juliana. Segundos después, salió corriendo a abrazarlo.
-Oh, mi niña. Lo siento mucho - dijo Brad al abrazarla también. - Ha sido un día de locos.
Luego, el papá de Juliana levantó la vista y nos vio a todos.
-¿Cómo están ustedes? ¿Se sienten mejor?
-Mucho mejor, muchas gracias señor Meyers - contestó David ahora por mí.
-Brad, chicos. Me llamo Brad.
Una ligera risa nos invadió a todos. Sin embargo, el papá de Juliana no estaba del todo bien. Seguía viendo las ventanas. Algo iba a pasar, lo sé. Sino es que ya estaba pasando.
-Afuera es todo un caos, creo que ya se habrán dado cuenta.
-¿Tan mal estamos? - pregunté.
-Muy mal. Incluso, tuvieron que retirar a algunos soldados porque les estaban dando una paliza los lugareños.
Algo no olía bien.
- Su madre fue una de las primeras víctimas: han asesinado a varios civiles inocentes sin tener una maldita prueba. Y por cómo están las cosas, diría que tomará algunas horas para que los sovs restablezcan el control sobre Dantop.
-¡Diablos! ¡Es la primera vez que algo así pasa en el pueblo!
-Sea lo que sea, ustedes necesitan descansar - dijo Brad.
-¡Al igual que tú! ¡Déjanos ayudarte! - exclamó Juliana.
-Podemos hacer turnos por un par de horas cada uno - sugerí. - Así la ventana está cubierta.
Brad lo seguía pensando.
-E-está bien, chicos. Yo tomaré la primera guardia - contestó finalmente. - Despertaré a Sam cuando le toque y él hará lo mismo con ustedes.
Nos habíamos acomodado muy bien en el cuarto de Juliana. Ella y mi hermana dormían en la cama, mientras que yo dormía en el suelo, junto a David. Había quedado cerca de Juliana. Podía verla cómo respiraba, verla tan tranquila me hizo feliz durante unos cuantos segundos. ¿No es eso increíble? Saber que tu propia felicidad pueda depender de la tranquilidad de algunas personas; tal vez suene estúpido, pero estos tres que están aquí conmigo se han convertido en todo mi mundo. Incluyendo a los idiotas de Thomas y Gabriel. Son más que solamente "mis mejores amigos", ahora son mi familia. Y haría cualquier cosa por mantenerlos a salvo.
-¿En qué piensas? - vi que Juliana me estaba observando con esos hermosos cafés.
Me quedé un rato solamente contemplándolos. ¡Sí que era hermosa!
-En nada, particularmente. Sólo que es la primera vez que dormimos juntos.
Susurrábamos el uno al otro. No queríamos hacer ruido para que Sara o David se despertasen. Sin embargo, con ese comentario se le escapó una risita a Juliana.
-Eres un tonto - dijo al final.
-Lo sé - solté otra risita.
Había colocado mi mano en su mejilla durante unos segundos; ella lo había hecho con mi cabello.
-Gracias por todo lo que has hecho por nosotros, Juliana.
-No es nada, en serio.
-¿No es nada? ¡Claro que es algo! ¡Lo es todo para mí! - sonreí. - Nos salvaste la vida, mi amor. Y nos sigues salvando, en especial a mí.
Juliana sonrió de oreja a oreja con lo que le había dicho.
-¿"Mi amor"? - preguntó Juliana. - Es la primera vez que me dices así.
-¿Te molesta?
-Al contrario. Me encanta.
Comenzó a peinarme lentamente. Ése es mi somnífero. Nada mejor que dormirse en los brazos de tu chica y pensar que nada malo podría pasar de ahora en adelante. Lentamente, mis ojos se fueron cerrando. Ni siquiera me resistí.
-Sam. ¡Sam! ¡Sam, despierta!
Abrí mis ojos de un golpe. Todo estaba oscuro. No distinguía absolutamente nada.
-¿Sam? ¡Sam! - me decía una voz en frente mía.
Mis ojos aún no se acostumbraban a la poca luz.
-¿Estás bien? - me preguntó la voz.
-S-sí. Lo estoy. Necesito un solo segundo.
-¡No tenemos un segundo! ¡Quiero que vengas!
Distinguí la figura regordeta de Brad. De pronto, me vino todo de golpe: él estaba de guardia. Y para que me haya llamado es porque es algo serio.
Me levanté de la "cama" dónde estaba. Mis hermanos y Juliana dormían bastante cómodos. Les tuve cierta envidia de verlos dormir. Al menos podían descansar unos minutos más.
-¿Qué pasa? - pregunté cuando salí de la habitación.
-Ven - me ordenó el papá de Juliana.
Me llevó directamente a la ventana principal de la sala, la cual daba con la calle de enfrente. Tuve que restregar mis ojos para aclarar mi visión, ya que no veía muy bien debido al sueño. Sin embargo, pude notar calma en todo el lugar. No había un solo soldado o alguien de Dantop manifestando. Era la primera vez en años que esto pasaba.
-No entiendo, ¿me llamó porque era mi turno de hacer la guardia o...?
-No, Sam. Te llamé porque esto es serio. ¿Ves a algún sólo soldado allí afuera?
-No. Ninguno. No hay nadie. ¿Qué tiene de malo?
-Nunca antes nos habían dejado sin un solo soldado. Jamás.
-¿Y qué significa?
Brad se quedó pensando un rato.
-Puede significar muchas cosas.
-¿La más probable?
-Un bombardeo. A todo el pueblo.
Me quedé completamente mudo. ¿No era un poco exagerado pensar en eso?
-¿Un bombardeo? ¿Está seguro?
-¿Arriesgarías a tus soldados a cuidar un lugar que bombardearías?
Mierda. Esto estaba mal.
-¿Qué hacemos entonces, Brad?
El papá de Juliana se quedó pensando un momento.
-El escondite que tu papá hizo, ¿está muy lejos?
-Está en el bosque, a menos de diez minutos estando a pie.
-¡Mierda! - exclamó Brad. Luego me volteó a ver a mí. - ¿Cuántos pueden caber allí? ¿A cuántos metros está bajo tierra?
-Tal vez quince personas, pero estaríamos muy apretados adentro. Y sino estoy mal, está a unos cinco metros debajo del suelo. Más o menos.
-Bien. Esto es lo que harás: quiero que te lleves a tus hermanos y a mi hija allí adentro. Pase lo que pase, se quedarán allí durante doce horas, ¿entendiste?
-Sí, lo entiendo.
-Empacarán algo de comida y agua para llevar. Sólo lo esencial. Cuando pase...
Antes de poder terminar la oración, escuchamos una gran detonación a unos cientos de metros. Nos acercamos a la ventana y vimos con mucho horror cómo una gran nube de fuego se levantaba varios metros hacia el cielo. Brad tenía razón: nos están bombardeando.
-¡Hijos de puta! ¡Tenemos poco tiempo, Sam! - gritó Brad. - ¡Yo iré a despertarlos! ¡Tú ve por las provisiones y váyanse al maldito refugio!
-¿Qué es lo que hará usted? - pregunté mientras veía cómo una bomba explotaba a tan sólo unos metros de distancia de la casa.
-La gente estará asustada. Intentaré salvar a los que pueda guiándolos al sistema de drenajes de la ciudad.
-¡Es suficiente espacio! ¡Podremos ir con usted!
-¡No, niño! ¡Las alcantarillas están muy lejos de aquí! ¡Necesito que ustedes estén a salvo!
De pronto, vi cómo mis hermanos y Juliana bajaban de las gradas. Asustados por lo que estaba pasando. La verdad es que no sé cómo es que yo no estaba cagándome del miedo.
-¿Qué está pasando allá afuera? - preguntó David.
-¿Papá?
Brad dejó de hacer lo que estaba haciendo y tomó a Juliana por los hombros.
-Hija, quiero que vayas con ellos a su escondite. La tierra de encima será suficiente como para protegerlos de las explosiones.
-¿Vendrás con nosotros, verdad? - se preocupó Juliana.
-Sabes que no puedo, hija. Tengo que salvar a los que puedo. Es parte de mi trabajo.
-¡¿Qué?! ¡No! ¡Papá!
Volteé a ver a mis hermanos inmediatamente.
-Cámbiense en diez segundos. Tráiganme un maldito pantalón y mis zapatos. Yo iré por las provisiones.
-Sí, Sam - afirmó Sara.
Juliana aún no se despegaba de su padre. Lloraba a mares mientras él intentaba desesperadamente consolarla. Yo me dirigí rápidamente a la cocina. Habían varios paquetes de raciones nutricionales como para aguantar una semana completa; sin contar el agua. Supongo que podríamos resistir suficiente tiempo en la Ratonera.
Mis hermanos regresaron listos. Me trajeron el pantalón y la mochila para llevar las cosas. Juliana aún no se despegaba de su padre.
-¡Búsquenme en la entrada a las alcantarillas! - dijo Brad, intentando quitarse a Juliana de encima. - ¡Recuerda, Sam! ¡Después de doce horas!
-¡Sí, señor Meyers! - grité mientras intentaba alejar a Juliana de él.
Las bombas seguían cayendo. La casa de en frente había explotado, esparciendo pedazos por todos lados. Uno de ellos llegó a golpear la ventana que daba con la puerta delantera. Estuvimos cerca.
-¡Váyanse ahora mismo! - ordenó Brad.
David abrió la puerta y fue el primero en salir. Sara después, quien me ayudaba con la mochila llena de provisiones. Yo tuve que jalar a Juliana bruscamente, ya que no se quería apartar de su padre.
-¿Sam? - preguntó David, viendo al cielo.
Decenas de aviones bombarderos rusos surcaban las alturas. Eran suficientes para arrasar todo Dantop.
-Mierda. Estamos jodidos - suspiré.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro