Inmóvil por las cadenas que lo sujetan, el hechicero se encuentra en medio de la sala principal del palacio de jade negro, es el más preciado trofeo del actual regente de las tierras de norte, la mirada del cautivo se encuentra perdida en sus pensamientos de culpa.  Es prisionero de una terrible cárcel, la desesperación. Encerrado por las invisibles paredes del arrepentimiento sólo puede mirar cada uno de los actos que lo llevaron a este encierro, nada lo puede sacar de este mortal trance en que él mismo se puso cuando vio todos sus esfuerzos por salvar el mundo derrumbarse por su propia ceguera ante lo que creía era lo correcto. Las cadenas que lo aprisionan son nada en comparación de aquellas que aprisiona su corazón, estas últimas son tan pesadas como el tiempo y fuertes como los pesares, exprimen su alma para que cada gota de esperanza que pudiera tener caiga en el profundo pozo del olvido y así además también deje de tener sentimientos.  Sin embargo a pesar de toda su perdición, una joven esclava aun tiene esperanza de que algún día vuelva el maestro hechicero y continúe la labor que dejó inconclusa, esta mujer ha sido la única que día con día le ha llevado de comer  al cautivo, con gran paciencia lo alimenta y antes de despedirse hasta la mañana siguiente le susurra alguna frase cerca del oído del hombre con la esperanza de que algo llegue a su atormentada alma y decida liberarse, así transcurren los días para aquel que un tiempo fue el mejor de su orden.
En la misma sala no muy lejos del hechicero con la mirada fija en sus enemigos, el guerrero, desde el trono de plata mira a los enemigos cautivos, desdichados hombre que pensaron en liberar a su pueblo de la terrible tiranía del autonombrado "rey", para él no existe la compasión ya que nunca se le tuvo cuando la necesito, su mente atormentada solo ve odio y destrucción, sólo escucha la voz de su reflejo que le aconseja desde ese espejo que es su prisión  con la única frase que dice  una y otra vez "muerte a quien no obedezca" , los infelices cautivos piden piedad nuevamente, pero el guerrero sonríe, su único amigo está detrás de ese espejo maldito que una vez le mostró la verdad de su alma, así que decide escucharlo, sin embargo no da la orden a los demonios de matar  a los prisioneros, "no, ellos tampoco son de confianza", repite nuevamente el reflejo "también ellos son traicioneros y muchas veces mienten" escucha atentamente el guerrero "si deseas que todos sepan de lo que eres capaz y que nadie siquiera piense en traicionarte mátalos tú mismo". Lentamente comienza a levantarse de su trono y desenfundando su espada la levanta para cortar de un tajo el cuello de cada uno de los prisioneros, enseguida ordena que los saquen de su presencia  y los demonios obedecen sin decir una sola palabra mientras dejan un rastro de sangre detrás de ellos.
"Vez, todos te temen, nadie tratará de engañarte de nuevo" vuelve a escuchar el guerrero y mira hacia donde el hechicero esta en su cautiverio, "míralo, él no morirá, aun le falta pagar mucho más por lo que te hizo", comienza a caminar hacia el cautivo quien es alimentado por la joven que al ver al regente aproximarse decide irse antes de que piense también a ella asesinarla, el corazón de la mujer ruega por que no le haga daño al hechicero, mas el guerrero sólo se aproxima y lo mira al rostro y comienza a reír retirándose a sus habitaciones, la mujer al ver esto nuevamente se acerca para terminar con su labor mientras la figura del guerrero se pierde entre los oscuros pasillos del palacio.
El escritor, tras escribir la última línea de su historia, se siente satisfecho pensando lo magnifica que está resultando su obra y deja su máquina de escritura para descansar por un momento, sin embargo la maquina continua su trabajo, cada letra es parte de su voluntad y eso lo satisface nunca antes un escritor habia moldeado el mundo de la forma en que él lo ha hecho.
Repentinamente es sorprendido por una extraña presencia, un ser que no es mas que una sombra que aparece de un rincon de la habitación, la entidad parece eterna e infinita, su cuerpo es tan oscuro que parece un simple vacio en el lugar, solo sus ojos se distinguen del resto de su ser, estos son rojos como el mas intenso fuego, queman el alma pero al mismo tiempo son tan frios que paralizan el cuerpo de cualquier ser ordinario, sin embargo el escritor no es un ser como cualquier otro y al ver la terrible sombra solo sonrie.
- Veo que finalmente has vuelto de la misión que te fue encargada  querida Sombra - comenta el escritor al ser.
- En realidad vengo a pedir disculpas, Lovecraft murió antes de que llegará a su biblioteca, aunque he quemado todos sus escritos y ya no representa ningun peligro, sin embargo algunos informantes dijeron que tomó un discipulo unas semanas antes de su muerte, comentaron que era un hombre de las tierras del sur, de la región de Coh, aunque no creo sea un peligro, solo era un principiante mi señor -
-Estupida, un escritor es un peligro sin importar sea solo un principiante, ese hombre debe morir -
- Mil disculpas amo, entonces permitame ir en su busqueda y acabarlo -
- No será necesaria tu presencia allí esta vez, Coh es una region de granjeros y campesinos, ademas hay alguien que estará gustoso de regresar a su tierra y cumplir esta misión -
- Entoces, ¿cuál será mi misión esta vez señor?-
- Los ejercitos  del señor Yohualtecuhtli estan provocando demasiados problemas, quiero que te encargues directamente de ese asunto, y esta vez de manera definitiva -
Al oir la orden la Sombra sonrie y del modo en que entró sale sin dejar un solo rastro, al quedar solo, el escritor revisa las notas en su maquina de escritura mientras en el escritorio descanza su vieja pluma rota y su tintero vacio.