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05




¿Qué va a pasar?












Y hoy, por fin el último día de la semana en donde los estudiantes asisten a clases, los rumores que tanto han alborotado por los pasillos terminaron desconcertando a cientos de ellos. Nadie sabía lo que sucedería de aquí al lunes.



¿Hyunjin en serio es Gay?

¿Jeongin va a corresponderlo?

¿Sus padres lo aceptarán?

¿Qué hará su hermano mayor en Corea?





Dudas e incertidumbres sobre el que va a pasar y nadie sabía la respuesta de ello, ni el mismo Yang.

Cabizbajo camina entre el montón de estudiantes que murmuran a su alrededor, de pronto siente que alguien lo jala del brazo y es ocultado en el cuarto del conserje. Levanta la vista asustado pero se relaja al instante al ver a su amigo rubio.



—¡Hyung!

—Lo siento por tomarte desprevenido pero no soporte dejarte allá. Esperemos a que esas fieras entren a clase y luego nosotros salimos —explicó rápido, recibiendo un tierno asentimiento de cabeza del menor, lo cual lo enterneció y acaricio su cabecita. —¿Cómo lo has estado llevando?

—Mejor, Hyung y todo gracias a usted. De verdad me encuentro muy agradecido, tal vez aún no esté del todo bien pero estoy consciente que me rodean personas buenas y maravillosas que siempre me ayudarán a salir adelante —dijo suavemente para al final esbozar una genuina sonrisa.

En eso, alguien toca la puerta, asustandolo inmediatamente.

—Tranquilo, debe ser Seungmin, yo le dije que estamos aquí —sonrió de lado y con tranquilidad abre la puerta y en efecto, es el castaño, el cual entró rápido y cerró la puerta detrás de si, temiendo.

Hyung, hola.

—Hola, pequeño y Felix. ¿Qué pasó para que estén aquí? —los miro a ambos y luego ojeo el pequeño lugar lleno de utensilios de limpieza.

—Están mirando mucho a nuestro Innie.

—¿Crearon otro rumor? —cuestionó ahora si más preocupado.

—No, pero están hablando de todo lo que pasó en la semana y tratando de "adivinar" lo que pasará el lunes. ¿Qué pasará el lunes? No lo sé, ¿a ellos qué les importa la vida de nuestro pequeño?

Seungmin asiente de acuerdo. —Hyunjin es una celebridad, claramente les va a importar la vida de Jeonginnie.

—Bueno si, tienes razón. Ahora me apiado del pobre príncipe que debe soportar todo esto —suspira con tristeza dramática el rubio.

—Por cierto, Innie —de pronto recordó algo Seungmin notándose en su expresión —¿Por qué nunca nos presentaste a Bang Chan?

—Si, si lo ha hecho —contestó Felix.

—¿Qué? Claro que no, yo ayer lo vi por primera vez.

—Hace ocho meses cuando Innie nos invito al recital, nos lo presentó.

—No fui porque tenía Varicela.

—¿Y cuándo fuimos a ver Avengers: Infinity World? Ahí también estaba Chan.

—Fui a un viaje familiar a la Isla Jeju.

—¿Y en la apertura de la Heladería que queda a la vuelta de la esquina?

—Mi madre estaba en el hospital.

—¿Y para ver el partido de los Futbolistas hace dos semanas? ¡Nos sentamos al lado de Chan!

—Tenía examen y no pude ir.

—¡No puede ser! ¿En serio? —exclamó totalmente sorprendido tomando de los hombros al castaño para agitarlo.

—Si, de verdad.

—El mundo y el destino no quería que se encontrarán —asumió Jeongin en un murmuro, asintiendo. —Pero lo hicieron ayer, así que no se si es bueno o malo.

—Yo digo que es un buen presagio, ya que si apenas se conocieron ayer, significa que debía ser ayer. ¿Algo diferente paso ayer? —aseguró Felix con una mano en su mandíbula pensativo.

—Seungmin-Hyung fue atrapado en mi salón de Música y para que no se metiera en problemas, una cosa llevó a la otra entonces audicionó y terminó entrando al Club.

—¿¡Qué!? ¿¡En serio!?

—¡Si y Hyung canta muy hermoso! ¡De verdad, se lo juro!

—No puedo creerlo —fija su vista en el castaño para preguntarle —¿Y tus plantas?

Seungmin se secó una lágrima imaginaria. —Toda acción conlleva sus consecuencias, tomaré este como un sacrificio de mi vida pero solo estaré a lo máximo uno o dos meses y me saldré.

—¿Con qué excusa?

—De "no era lo que pensaba" ¿es convincente, no?

—Usted tiene muchísimo talento, se que le gustará el Club —comentó Innie con esperanza.

—Eso espero...

—¿Y tu? ¿Cómo te va con Hyunjin? ¿Lo has visto? —le pregunto de pronto el australiano cambiando de tema.

El menor se ruboriza y asiente —A-Ayer hablamos...

—¿Y....? —alargaron la pregunta curiosos ambos muchachos.

Juguetea con sus dedos y sonríe sin evitarlo —Le gusto, parece que realmente le gusto...

—¡Eso te dije! —con emoción el rubio le revuelve su cabello —Es imposible resistirse a tus dulces encantos.

—Gracias...

—¿Y le dijiste que también lo quieres?


Ante la pregunta de Kim, esto dejo pensando al menor, el cual con su expresión alarmada se dio cuenta de que no.

—¡Dios, Jeongin! ¡Tienes que decir que sus sentimientos también son correspondidos, después andará creyendo que no le gustas!

—S-Si, si. Es que se me olvido... —se rasca su nuca apenado.

—¡Tienes que declararte hoy, ¿entiendes?!

Y así el pequeño Yang, asintió mientras infla sus mejillas. Es ahora o nunca.








Tal vez, el ahora será para más tarde.

Con su itinerario lleno en el día de hoy y con muchos ojos puesto encima suyo, no pudo entablar conversación con el pelinegro, lo máximo que pudo hacer es saludarlo, además de regalarse sonrisas discretas mutuamente, algo que lo hacía ruborizarse a mil.

Con la última campana sonada, las clases dieron por culminada aquella semana.

Mientras Jeongin camina hacia la salida, está atento mirando a todas partes, buscando al alto pelinegro. Al salir se sintió un poco triste ya que no se lo topó nunca.

Pensando que es mejor que vaya a su casa ya que le toca limpiarla, sigue su camino por la acera.

De pronto un oscuro auto moderno completamente negro se aparca a su lado y antes de que pudiera reaccionar, unos hombres de traje oscuro salieron de éste tomándolo bruscamente y adentrandolo contra su propia voluntad mientras le tapan la boca.

Sus ojitos se llenaron de lágrimas cuando lo sentaron en el centro con ambos lados rodeándolo, altos y fornidos hombres desconocidos.

—¿Q-Quiénes son u-ustedes? —cuestionó en un hilo de voz, con sus piernas unidas y sus manos en su regazo temblando del miedo. Nunca antes vivió una experiencia así, ¿lo están secuestrando? ¿A dónde lo llevan? ¿Por qué a él? ¿Alguien logró verlos?

Nadie respondió su pregunta. En cambio, en pocos minutos llegaron enfrente de un gran portón dorado, casi como el oro. Ésta se abre de forma eléctrica y se adentran a una pequeña calle de cerámica con pastos y flores que rodean los alrededores. Al final de la calle está la enorme y hermosa casa más un manantial celestial que dejo boquiabierto al pequeño, y aun más asustado.

Lo tomaron bruscamente y sacaron del auto, intentó forcejear pero le es imposible con aquellos hombres. Lágrimas empapan sus mejillas y su labio inferior temblando del miedo. ¿Así acabará su vida? ¿Lo están secuestrando para vender sus órganos?

Lo adentraron a la casa y un hermoso gran espacio con escaleras en el centro lo dejaron sorprendido, todo tan lindo, moderno, pulcro y brillante. ¿Por qué tenían que secuestrarlo a él si no tiene nada de especial?

Cerró los ojos esperando el duro final que le espera viendo como su vida pasa delante de sí, va a extrañar tanto, a pesar de no tener una vida perfecta aún así está agradecido de poder estudiar, de que su madre tenga un trabajo y de tener un pequeño círculo de maravillosos amigos que siempre estarán ahí para él.

Los hombres se detienen y lo tiran al suelo, ocasionando que cayera de rodillas.

—¿Yang Jeongin? —el sonido de la voz de una mujer, lo dejo un tanto desconcertado. Abrió los ojos temeroso y ve delante de sí a una señora, de unos cuarenta años pero aún así hermosa cual ninguna. Pálida, de cabello negro y ojos filosos, un aura dominante y las ropas que viste hacen que te des cuenta de su dinero y estatus.

Se sintió pequeño y cohibido. Unió sus piernas y dejó sus manos en sus rodillas, tenso.

—S-Si —asintió temeroso.

La mujer lo analiza de arriba a abajo con una ceja arqueada —Con que estos son los gustos de mi hijo... —murmuró.

Jeongin se ruboriza mientras se queda perplejo, es la madre de Hyunjin. Nunca ha podido verla en persona pero ha escuchado de otros decir sobre lo hermosa y tenaz que es, y ahora pudo confirmarlo.

—Soy Lee Minha —se presentó la mujer levantándose de su asiento para caminar de forma lenta alrededor del pequeño, rodeándolo. —Creo que ya sabes quien soy yo, pero aun así lo diré, soy la madre de Hyunjin.

—L-Lo sé... —dijo tan bajito que de suerte se logró escuchar.

La mujer suelta una sarcástica risa —Ay, pobrecito, mis guardias debieron haberte asustado mucho —su venenosa voz, hizo que el menor se diera cuenta de que no es bienvenido a esa casa.

Ahora si, empezó a tener miedo del futuro y de lo que pasará.

—Mi hijo es un príncipe, un chico atractivo, de buena familia, buenas notas, casi perfecto y digo "casi" porque solo tiene una pequeña falla que debo de corregir como madre, ¿entiendes? —fingió amabilidad y preocupación. Uno de los guardias le pasó una carpeta, la cual tiene toda la información del chico y ella lo ojea —Según los expedientes, tu no tienes nada bueno que darle a mi hijo, dime, ¿acaso tienes algo escondido por ahí?

Jeongin trago duro y negó a mares de lágrimas. Es cierto, no es especial y no tiene algo diferente que le pueda dar e Hwang. Tristemente negó.

—No te sientas mal, al final no es tu culpa haber nacido plebeyo, es el destino —asumió con pena fingida —Pero como es tu destino, por favor, atina en alguien de tu clase y no aspires a alguien superior, ¿me entiendes, pequeño? —abanico sus pestañas mirando fijamente al menor, el cual asintió cabizbajo. Esboza una sonrisa y se vuelve a sentar en el mueble en silencio, escaneandolo.

En eso, un nuevo cuerpo se adentra a la sala. —Mamá, ¿sucede algo? —la voz de un desconocido llamó la atención de Jeongin, sabiendo inmediatamente que debe de ser el hijo mayor de los Hwang, el principal heredero a la fortuna, Hwang Jinyoung.

—Oh, querido hijo, mira a quien he traído aquí —la mujer le señaló al castaño arrodillado.

—¿Para qué? —frunció el ceño mientras coloca las manos en sus bolsillos. Se acercó a ella para poder ver de frente el rostro húmedo y lamentable del menor. —¿Qué haces?

—Enseñándole a que lugar pertenece y que no debe de aspirar algo superior, parece que ha entendido, ¿verdad, Jeonginnie? —ella espera su respuesta paciente a lo que Yang asiente, pero no satisfecha insiste con expresión un tanto endurecida —Habla.

—S-Si...

La señora Lee mira a su hijo, esperando lo que dirá. Jinyoung queda inexpresivo durante largos segundos que parecen eternos, hasta que por fin hace una expresión para nada agradable, suelta un bufido de entre molestia y burla.

—¿No son cosas del sentido común que ya debería saber?

Minha suelta una risilla. —No me importa explicárselo, a veces es necesario.

—¿Vas alejarte de mi hermano menor? —esta vez, el hijo mayor se dirige directamente al castaño arrodillado.

—¿Cuánto dinero necesitas para que te alejes de Hyunjin?

—¿A-Alejarme? —cuestionó temeroso, hipando. Levanta por primera vez desde hace rato su vista para mirar a la cara a ambos seres, perplejo, dolido, angustiado y lleno de mucho miedo. —N-No quiero, n-no quiero alejarme de H-Hyung, p-por favor —negó entre sollozos cual cachorrito.

—Mira niño, estamos hablando del estatus de la familia y de lo arruinada que podría estar la Compañía que yo voy a heredar —espetó seco y directo el muchacho.

—S-Solo quiero ser s-su amigo, n-no me alejen de él, ¿n-no puedo ser su a-amigo? —cuestionó con sus tierno ojitos cristalinos. —Y-Yo de verdad...

—¡Mamá, ¿qué esta pasando aquí?! —y después de tanto rato, por fin llegó el protagonista de toda la charla, Hwan Hyunjin, asustado y preocupado por el pequeño bebé zorro. Cuando lo ve arrodillado con lágrimas en sus ojos enfrente de su madre y hermano, sintió como su corazón se rompe a pedazos. No pensó que lo tratarían tan mal, no pensó que el menor sufriría de tales abusos. —¿¡Cómo pueden hacerle esto!? ¡No se metan con Jeongin! —exclamó furioso.

Se acercó al pequeño y tomándolo de las manos lo levantó. Sintió su pequeño cuerpo temblar y tener espasmos debido al llanto. Acaricio su cabecita con añoranza mientras lo mira con culpabilidad.

—Lamento todo esto... —murmuró triste. Luego se gira, enfrenta con rudeza y molestia a sus mayores —Yo quiero a Jeongin y ustedes ni nadie harán que cambie de parecer. Así que a partir de ahora, tienen prohibido llamarlo, insultarlo, agredirlo, chantajearlo o cualquiera de las cosas que tienen planeado de hacer, ¿entiendes?

—¿Hijo...? —su madre se levantó perpleja del sofá. —¿C-Cómo puedes...? ¡Yo soy tu madre!

—¡Y por eso deberías de entenderme, apoyarme! ¡No hacer nada de lo que acabas de hacer! —luego dirigió su vista hacia su hermano mayor, la persona que más respetaba pero que ahora todo desapareció como polvo —Tu eras mi ejemplo a seguir, mi mayor motivación para todo. ¿Por qué, Hyung? ¿Por qué tu? —sin evitarlo, su tono de voz fue dolido y casi al borde del llanto.

Nadie respondió a las palabras del menor de los Hwang, el tenso silencio gobernó el gran salón sin que nada se escuchase durante largos segundos. Hyunjin al ver que no hay nada más que decir, tomó la mano de su pequeño para entrelazar sus dedos y se giro sobre sus talones para darle la espalda a su mayores para irse.

Pero antes de que pudiera salir de la sala, escucho una ruidosa carcajada de su madre que lo desconcertó. Se giro y la miro sin entender.

Allí estaba ella, la poderosa y tenaz mujer desapareció demostrando a una divertida cayendo al sofá de la risa.

Jinyoung en cambio, intento tapar su risa con su mano pero fue inevitable.

—¿Q-Qué esta pasando? —cuestionó perplejo.

En eso, sale Changbin detrás de un sofá sosteniendo una cámara para acercarse a las dos víctimas.

—Dime, Príncipe Hwang ¿cómo se siente haber experimentado una broma de parte de tu madre y hermano? —cuestionó con humor.

—¿¡Qué!? —exclamó totalmente sorprendido —¡Mama! ¡Hyung!

—Ella me obligó —rápidamente Jinyoung señaló a su progenitora —Yo no quería pero si no lo hacía, iba a congelar mi tarjeta de crédito durante dos semanas.

—¿¡Me estas culpando a mi!? ¿A la mujer que soporto nueve meses de embarazo y un doloroso parto que casi me deja al borde de la muerte? —se tocó el pecho con indignación exagerada.

—Fui cesaría, mamá.

—Es lo mismo, igual puse mi vida en riesgo.

—¡Mamá! ¿Cómo pudiste? ¿Y tu Changbin? ¡Se supone que tu trabajo es cuidarme!

—Tus padres son los que me pagan, son mis verdaderos jefes, no tu —se encogió de hombros haciéndose la víctima.

—¿E-Entonces e-esto es una broma? —ahora es Jeongin el que demostró su sorpresa e in-comprensión.

Minha se acercó haciendo una carita apenada y le limpia las lágrimas al menor con ternura. —Eres muy lindo y tierno, ¡no puede ser ¿cómo no podría aceptar una ternurita como tú?! —exclamó para empezar a jalar de las mejillas del menor —Casi siento que me salgo del papel por no soportar verte llorar.

—Sigo sin entender, ¿por qué? —se frustró Hyunjin —Lastimaron a Innie.

—Mi sueño frustrado es hacer papel de suegra malvada así sea por un momento, me quedo maravilloso —contestó su madre mientras su hijo menor se golpeó la frente.

—¿Sólo por eso?

—Sí ¿por qué más? ¿De verdad creíste que no aceptaría esto? ¿Crees que soy tonta? Desde que eras niño me di cuenta de que no tenías interés en ninguna niña, ahí supe que debía prepararme bien —asumió su madre, dejándolo sorprendido.

—¿Qué? ¿Cómo lo supiste?

—Mm... ¿Instinto de madre? De igual forma, no me preocupe mucho, porque todavía me queda Jinyoung, mientras él tenga hijos todo estará bien y no habrá problemas con los herederos.

—Oculte tanto tiempo eso por miedo y ¿ya lo sabían? —murmuró aún ni pudiendo creerlo.

—Aunque tu padre es el único que aún no lo acepta pero tranquilo, con el tiempo lo hará —relajo la mujer, y luego posa su vista en el menor de la sala —Lo lamento, tal vez me pase, pero ahora tendrás una buena suegra. Eres muy bonito y para que mi hijo te haya querido debe ser porque tienes mucho que darle, no puedo creer que no te hayas defendido. ¿Por qué no le haces una cita con el psicólogo Woojin?

Hyunjin asiente penoso. —Se lo recomendé el otro día.










—Esta bien tener miedo, es de humanos y más de haber soportado a un abusador durante los últimos años. Pero lo que no está bien, es seguir estancado. Hay que aprender de ello y seguir adelante, armarse de valor y mirar de frente sin vacilar. Espero que puedas hacerlo el lunes cuando te toque enfrentarlos en Dirección, no tengas miedo, todos te estarán apoyando —fue hablando un hombre no más de veintiséis años, con lentes redondos y bata médica, sentado en una silla viendo a su paciente recostado en el sofá cama. —¿Lo sabes, no?

—Sí, lo sé —asintió tal cual como un niño Jeongin, mientras mira el techo con sus manos unidas encima de su abdomen.

Al final, le terminaron llevando al psicólogo sin siquiera preguntarle pero la verdad, no estaba molesto, realmente sentía que necesitaba desahogarse con alguien que supiera aconsejarle bien.

—Se que tu lunes será muy difícil por lo que me has contado pero podrás con todo, debes de creer que tu puedes. No dejes que las malas habladurías te hunda, siempre habrá gente mala y buena en este mundo, y tú eres el que decide a cual hacerle caso. Recuerdalo siempre, a ti no te falta nada así que nadie tiene el derecho de hacerte sentir inferior. Las clases sociales, los estándares de belleza, y lo denominado "correcto" y lo que no en esta sociedad, no debería de existir. Sólo disfruta como el maravilloso ser humano que eres, ¿crees qué podrás?

Jeongin asiente ante cada palabra propiciada por Woojin tomándolo muy en serio, sabiendo que todo lo que dijo es cierto pero claramente difícil de cumplir. —Voy a intentarlo —vaciló un poco —... Es difícil cuando todos hablan...

—Lo sé y lo será aún más al lado de Hwang.

—Pero voy a intentarlo.

Woojin sonríe, mira el reloj de su muñeca para luego volver a posar su vista en el pequeño que le causa ternura —La cita acabó hace unos diez minutos, bueno, ya sabes lo que debes de hacer. Te recetaré un relajante para que tomes el lunes, ¿te parece bien?

—Esta bien.

El psicólogo se levantó y de una gaveta saca una cajita de pastillas. —Te daré solo siete para que tomes una todos los días de la semana que viene, si crees necesitar más o no has mejorado, ven nuevamente. No quiero darte mucho porque se que puedes hacerlo, solo debes de creer en ti mismo.

Innie acepto la pastilla con una media sonrisa, si ese Hyung cree en él ¿entonces porqué no puede creer en sí mismo?

Despidiéndose del amable hombre, sale de la oficina para encontrarse a un nervioso Hyunjin esperándolo en el pasillo.

Hyung —llamó su atención saludandolo —¿Espero mucho? Le dije que podría irse.

—¿Y dejarte solo? Claro que no, Innie —se apresuró a llegar para colocarse enfrente del pequeño y darle una caricia en el cabello mientras sus ojos irradian preocupación —¿Cómo te fue?

—No es nada grave —respondió un tercero, Woojin llegando detrás del menor. —Solo necesita relajarse, dejar de pensar en los demás y pensar en sí mismo. Es un chico muy bonito y talentoso, con buenos sentimientos, no lo eches a perder, Hyunjin.

El pelinegro asintió mientras el castaño se ruborizo, hablan de él como si no estuviese ahí y eso lo apena demasiado.

—Nos vemos.

Se despidieron del médico y se dieron la vuelta para caminar por los pasillos del hospital.

—Parece un buen sujeto —admitió Jeongin de pronto.

—Si, él es muy bueno. Vengo a menudo para hablarle.

El menor lo mira asombrado —¿De qué hablan tanto?

Hyunjin suelta un suspiro —Cosas, la influencia de mi familia en la industria, mi propia influencia, la presión social de la perfección y todas esas cosas que me aturden.

—Si necesitas otros oídos, yo puedo prestarte los míos, estaré aquí cuando necesite hablar, Hyung —dijo suave y honesto. No le gusta ver a Hwang estar triste, quiere que sea feliz.

—Gracias, la próxima vez no vendré aquí, te iré a visitar a tu casa entonces, ¿prometes que estarás esperándome? —se detuvo para mirar a los ojos al menor, el cual asintió sin pensar.

—Siempre estaré esperándolo, Hyung. Aún si no me lo pida, lo haré —contestó con un rubor involuntario en sus mejillas mientras toma con fuerza la tela de su suéter rosa, debido a los nervios.

Hyunjin se mira a sí mismo, pantalones y camisa negra, hasta inclusive su cabello y sus afilados ojos también. Además de alto, esbelto y atlético. Mientras, Jeongin con su suéter rosita, pantalones claros, cabello castaño y ojos mieles. Tan lindo, pequeño y dulce cual algodón de azúcar irradiando tanta inocencia y belleza para sus ojos.

Por alguna razón, siempre ha odiado a todas las personas tiernas, le parece ilógico que a tal edad sigan comportándose como pequeños indefensos pero Jeongin, él es diferente, tan diferente que logra derretirle y llenarle calidez a su corazoncito.

Al lado de Yang, todo se vuelve un mundo color de rosa y aunque no lo fuera, de alguna manera lo cree. No importa lo que digan los demás, no le importa si su padre no lo acepta, no le importa lo que la puta sociedad quiere de él. Sólo desea preservar el rosa en la vida de Jeongin y hará lo que sea para hacerlo.

Sin evitarlo, como si fuesen dos imanes que necesitan atraerse. Se acercó al menor con lentitud y tomando su caliente rostro con sus largos dedos posa sus labios encima de los contrarios.

Solo es un simple pico inocente que no llegó a más.

Se separo y miró con ternura como la cara de Yang es fácilmente comparable con un tomate.

—Vamos, nos están esperando —dicho esto entrelaza su mano con las pequeñas del menor para llevarlo afuera del hospital.

—¿Q-Quiénes? —cuestionó perplejo, temblando ante el contacto.

Al salir ve un lujoso auto deportivo sin techo aparcado lleno de jóvenes muchachos esperándolos con ansias.

—¡Hyungs! —exclamó Jeongin sorprendido al ver a sus amigos apretados con unos chicos que reconoce también como amigos de Hwang e incluso el australiano compañero de Música. —¿Qué hacen aquí?

—¿¡Por qué mi bebé está rojito!? ¡Veo una mancha de saliva en sus labios! ¡Hwang Hyunjin, explícate! ¡Te dije que no le robarás la inocencia a mi niño! —exclamó Felix desde el asiento trasero con sobreprotección, intentó levantarse pero debido a que están apretados entre ellos, le fue incómodo moverse y cayó encima de Changbin. Su rostro se ruboriza al tenerlo tan cerca y sentir como aquella mano toma de forma fuerte su delgada cintura. Tiembla ante el contacto y se aleja.

—Jeongin puede hacer lo que quiera, en todo caso, su madre es la única que le puede prohibir salir con Hyunjin, no tu —aseguró Seungmin al lado del rubio. —Y por cierto, ¿por qué estás sonrojado?

—¿No ves? —le encaro Minho al lado de la ventana con Jisung sentado en su regazo. —Ambos se gustan, ¡Changbin también lo está!

—¡Cállate! —le grito el nombrado pelinegro mirándolo con amenaza. —A menos que quieras que te parta la cara.

—Dios, no asusten al pequeño novio de Hyunjin —puso los ojos en blanco Han fastidiado. Luego mira a los únicos dos que aún no han entrado —Apresurense.

—¿P-Pero dónde nos vamos a sentar? Solo hay un puesto disponible —cuestionó Yang señalando el copiloto, como el único asiento.

Han y Minho lo miran con picardia.

—¿No es obvio?

—También te puedes sentar en mis piernas si te es incómodo con Hwang —apresuró a decir Bangchan genuino, pero de inmediato recibió muchas miradas de odio. —¿Qué pasa?

—Ingenuo... —murmuró Seungmin negando.

—¿Yo? ¿Por qué?

—Vamos, Innie —Hyunjin abre la puerta de copiloto y se sienta —Ven aquí —palmeo sus muslos esperando.

El menor con el rostro hecho un tomatito asintió y con timidez se acercó. Al sentarse siente como el mayor agarra cada lado de su cintura con fuerza, de solo sentir sus largos dedos encima de la tela de su suéter se volvió gelatina.

Jinyoung, el único mayor de edad y por lo tanto el conductor, miró con ternura a la parejita y río por lo bajo enternecido para así arrancar.

—Si nos ve la policía vamos a recibir una multa —puchereteo Innie mientras mira las calles.

—Tranquilo, Hyunjin pagará todo —resto importancia Minho.

—¿Qué soy? ¿Banquero? Nunca les dije que tienen que venir, ustedes vinieron por su propia cuenta —dijo con el ceño fruncido.

—A mi me obligaron a venir —admitió Bangchan —Pero parece divertido.

—Eso es porque a Seungmin le...

El nombrado rápidamente le tapa la boca a su amigo rubio australiano con miedo.  —Yo se lo comente y se lo tomó muy en serio —concluyó con una risa nerviosa.

—¿Y a dónde iremos? —cuestionó el menor de todos confundido.

—A donde nos lleve el viento —dramatizo Felix.

—A una cafetería —contestó Changbin serio.

—En todo caso, la multa la recibiré yo porque soy el único mayor de edad —declaró Jinyoung, recibiendo los asentimientos de los menores al darse cuenta de que es cierto.

Hyunjin se acercó a la radio y la prendió, cambiando diversos canales mientras escucha quejas y pedidos atrás por pasar algunas que eran de sus gustos. Hasta que al fin se detuvo y a todos les pareció gustar la música.

Fancy de Twice.

Sin evitarlo todos se pusieron a cantar, unos armonizando y otros no. Incluso Jeongin a la mitad decidió unirse, al principio algo penoso pero al acostumbrarse siguió cantando con emoción y sentimiento. Así siguieron pasando las canciones en la radio y perdido en ellas, siguió sin detenerse olvidando por completo que todos dejaron de cantar para escuchar la melodiosa voz del menor.

Hyunjin lo miró con fascinación y como si fuera posible, se enamoro otra vez y con mucha más fuerza. Baja la vista en el bolsillo del pantalón del menor y mira el colgante llavero en forma de un bebé Zorro.

No sabe lo que pasará el lunes, nadie lo sabe. Su corazón se agobia de solo pensar que alguien logre lastimar al pequeño pero, no dejara que lo hagan. Lo acompañará al despacho del director para que declare todo lo que pasó con el grupito de Wonyoung, expulsarlos por completo y así que logré vivir aunque sea un poquito más relajado.

En ese instante Hyunjin se prometió deshacerse de todas las personas que vengan en contra de Jeongin. Lo protegerá cual cristal y lo mimara cual príncipe.

Porque a fin de cuentas, a pesar de que le desagrade las personas tiernas de alguna forma, ama a Jeongin y lo seguirá haciendo hasta la muerte.

















Espero que les haya gustado esta corta pero linda historia. Aquí es el final, lo publique todo en un mismo día para terminarlo.

Nos leemos en otras historias🥰❤️

















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