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❝A Hwang Hyunjin le gustan las personas tiernas y con aegyo ❞
Después de que revelarán tal dato del hermoso chico de último año de preparatoria, conocido por su infragante belleza y porte, inmediatamente puedes ver a las personas más sexys de toda la institución vistiendo de colores pasteles y con lindos labios cereza, logrando frustar aún más al pequeño quinceañero de cabellos castaños y rasgos de un pequeño zorro.
Yang Jeongin es sin duda una de las personas más tiernas de toda la escuela. Sus cabellos cayendo de forma desordenada en su frente, dulce sonrisa con oyuelos en cada mejilla, sus pequeños y felinos ojos, además de que no se puede dejar atrás su eyesmile.
Es un chico bastante amado por las personas pero también un fácil blanco de todos los males del mundo, por ello, sus mejores amigos Felix y Seungmin tratan de protegerlo de todo lo que busque dañarlo.
Él guarda un secreto desde hace años que solo esas dos personas más allegadas conocen, está irrefutablemente enamorado del rompe corazones Hwang Hyunjin. La primera vez que lo vio en segundo grado, aún recuerda como unos niños que le hacían bullying lo empujaron y lo lastimaron, de pronto su salvador llegó gritándole a los otros y hechándolos. Su corazoncito dió un vuelco cuando el contrario lo acunó en sus brazos llevándolo a la enfermería. Siempre ha sido de contextura pequeña pero con un niño tan grande y alto como Hwang, se sintió aún más chiquito. Las lágrimas habían caído de sus mejillas y el contrario con sus delicadas largas manitas se las limpio.
Nunca olvidará ese día cuando conoció al verdadero Hwang Hyunjin, de corazón amable y compasivo, él no es malo ni frío como todos cuentan, tampoco posee el ego alto, ni es un mujeriego, muchas chicas crean chismes falsos solo para ganar algo de atención. Él sabe y está plenamente seguro de que Hwang es todo menos una mala persona.
Por su timidez nunca se acercó, nunca le habló y cuando están cerca evita hacer contacto visual. Teme ser descubierto, no quiere estar en la larga lista de los enamorados del príncipe, le da vergüenza. Pero todo parece ir por la borda cuando un día viernes estando en su Club de Música de pronto aquel pelinegro entro presentándose "Hola, soy Hwang Hyunjin, por favor cuidenme bien a partir de ahora".
Sí, el gran príncipe de la Preparatoria, el alto y curpulento chico que debería de estar jugando fútbol en campeonatos escolares de pronto se cambió de club.
Jeongin se sintió morir, ¿Es verdad? ¿Hwang Hyunjin estará en su club? ¿Lo verá todas las tardes? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Cuándo?
Y como si sus dilemas mentales fueran pocos, ahora, un día lunes apenas entra y escucha diversos cuchicheos. Un nuevo chisme desconocido acecha los pasillos de la institución.
—¡Innie! —su amigo australiano llegó corriendo a sus brazos, dándole un fuerte abrazo que casi le deja sin aire.
—Hola, Hyung —saludo esbozando una tímida sonrisa achicando sus ojitos.
—Innie, que bueno que llegaste —ahora es Seungmin quien habla, ambos parecen felices y eso desconcertó a nuestro bebé zorro.
—¿Sucede algo? Tienen muy buenas caras.
—¿Dijiste que Hwang Hyunjin se cambió a tu club, no? —un brillo se asoma en los ojos de Lee, el menor asiente confundido. —Bueno, eso no es todo. Si no que, a él le gustan las personas tiernas como tú.
—¿Qué? —frunce su ceño.
—Todo el mundo está hablando de lo que Minho reveló, todos sabemos que es un bocón y le encanta hablar.
—¿Qué dijo? —mira insistente esperando que prosiguiera.
—Revelo que a Hyunjin le gustan las personas tiernas y con aegyo, pero hablo de forma tan específica que parece no es que le gustan las personas así sino que le gusta en este momento alguien así, ¿Me entiendes, Innie? —Felix chilló de emoción dando saltitos.
—Debe ser lindo, que persona tan afortunada —pone ojitos tristes y fuerza una sonrisa.
—¿Eres estúpido o qué? —Seungmin le da un zape. —De un momento a otro él se pasó a tu club, es obvio, no hay nadie tan tierno de ahí como tú. Estoy seguro que le gustas, tu le gus...
—¡Cállate! —le susurró/gritó el australiano tapándole la boca y mirando a los lados temiendo que alguien los haya escuchado. —La gente puede escuchar.
—Tienes razón, tienes razón... —murmura con una risa nerviosa.
—Su chiste no es para nada gracioso —arrojó Jeongin mirando con puchero a sus mayores. —Estamos en niveles diferentes, yo nunca, nunca podría gustarle a alguien como él.
—¡Maldición! —murmura Hyunjin entredientes buscando desesperadamente por los pasillos al culpable de que su mañana no sea para nada tranquila. Usualmente está acostumbrado a que creen y cuchicheen sobre él cada vez que pone un pie en la Preparatoria pero está vez, es totalmente diferente.
Despertó feliz, realmente feliz y emocionado. Madrugo y le tomó tres horas prepararse para poder ir lo más lindo y presentable a la escuela. Todo para que cierto chico zorro le mirara aunque sea solo una vez. Pero todo se fue a la mierda cuando va hacia su casillero tomando unos libros y escucho el revuelo.
«Maldito Minho, te sacaré la lengua»
Después de recorrer prácticamente como un loco por los pasillos se encuentra al culpable de todas las miradas y del cambio radical de un montón de sus admiradores. No le gustan las personas tiernas, en realidad odia los colores pasteles y las cosas bonitas que te hacen vomitar arcoiris. Hyunjin siempre ha sido un chico bastante varonil y hasta a veces intimidante por su altura y cuerpo ejercitado, tiene piercings en las orejas, uno que otro tatuaje, cabello negro y mirada como dos vórtices oscuros. Adora la ropa negra y los deportes. Y odia con toda su alma el color rosa.
Pero, algo totalmente contradictorio es que ama ver todos los días a Yang Jeongin, al chico de primero. Se derrite de amor cada vez que lo ve haciendo algún puchero, sonriendo mostrando sus brackets, su eyesmile que más de una vez hizo que se perdiera en algún mundo paralelo y hasta, sin poder contenerlo, adora sus suéteres de colores pasteles.
Solo a Jeongin soporta esa faceta porque el color rosado fue creado para él y nadie más.
Ver a tantas personas vestidas como niñas de primaria, le marea y casi siente las arcadas para ir a vomitar.
—Con que aquí estabas, pequeño demonio.
Hyunjin hayando al culpable se acerca casi corriendo y nota como el castaño trata de escapar pero es más rápido y lo toma del cuello de su camisa para jalarlo bruscamente hasta una puerta y adentrarlo a ella.
—Jinnie, sueltalo —un chico de complejo de ardilla se acerca a estos y entra al salón vacío justo antes de que el más alto aventara la puerta.
—¿Por qué? ¿Por qué lo divulgaste por toda la escuela, eh? ¿Ahora qué haré? ¿Cómo lo miraré a la cara? ¡Sabrá que estás hablando de él! —exclama rojo de la ira. Todo su plan para mantener su amor en secreto durante tantos años se fueron por la borda de un día para otro por su amigo charlatán, claro que está molesto, muy molesto.
—Por lo que sé, Yang Jeongin es tan bruto y vive en el mundo de las estrellas que nunca se dará cuenta de que un tonto como tú le besa sus pies desde hace años —Minho contestó en tono alto, alarmando al menor.
—¿Qué haces? ¡No lo digas en voz alta!
—Llevas años enamorado de un chiquillo, no seas cobarde y enfrentalo.
—Por eso decidí entrar al Club de Música, podré hablar con él —resopla avergonzado. Se rasca la nuca y suspira. —No debí de haberte confiado este secreto, eres un hablador. Jisung, yo no quería decírselo.
—Minho solo quiere ayudarte, además ni siquiera reveló el nombre del muchacho —habló el nombrado acercándose al castaño para darle caricias.
—Claro, porque es tu novio lo defiendes —rueda los ojos hastiado.
—Que bueno que sabes, Hannie siempre estará de mi lado —arrojó con una pequeña sonrisa orgullosa. —Si quieres uno así, pues al menos dile un "Hola" al tuyo.
Hyunjin pensó en responder algo contra eso pero su cara se vuelve un poema cuando ve como el castaño besa ferozmente al más bajito.
—Ahrg, estamos en la escuela —hace una mueca de asco. —Haganlo en su casa o donde sea, no aquí.
—Papá me prohibió dejarlo entrar a la casa y yo ir a la suya —comentó Han rompiendo su beso, pero su novio sediento de más le da besitos por todo su cuello succionando. —¡Minho, deja! ¡Hyunjin está aquí!
—Pues que se largue —esboza una genuina sonrisa y se dirige al más alto. —A menos que quieras aprender como hacer disfrutar a tu futuro novio.
Alza las cejas subjetivamente y Hyunjin rueda los ojos.
—Me largo —toma su mochila y deja ambos muchachos hacer sus cosas en el salón.
La campana suena indicando que ya es hora de empezar las clases.
«Será un día agotador» Suspiró.
Después de una larga mañana llena de rumores sobre el príncipe, nuestro bebé zorro no ha dejado de estar nervioso. El pensar que al final de las clases se encontrará con su amor platónico en el Club lo hace sentir en las nubes. Tristemente no lo ha visto en todo el día y espera tampoco verlo mucho, ya que podría darse cuenta de sus sentimientos.
—Nos vemos —se despide de sus amigos y se encamina hacia el salón del tercer piso. Hay pocas personas y suspira aliviado al no ver al alto pelinegro. Se supone que hoy le toca cantar, tiene miedo, mucho miedo de hacerlo mal. Solo espera no pasar pena, o bueno, siempre lo hace.
A pesar de ser un amante vivaz de la música, su debilidad es la confianza. Siempre que le toca recitar alguna canción se queda trabado, llora y le da un ataque de ansiedad o simplemente desafina. Siempre se burlan de él por ello, pero gracias a Chan-hyung ha podido mantenerse de pie ahí. Le protege de las risas y es muy agradable con él, no son tan cercanos pero sabe que puede contar con el australiano pelirubio.
Se sienta en una banca en la esquina un tanto cohibido. Sus compañeros llegan y nota como la gran mayoría vienen vestidos casi igual a él. Por un breve momento se sintió feliz al pensar en que a Hyunjin le gustan las personas tiernas, todo el mundo dice que él es como un terrón de azúcar que desean morder. ¿Su mayor habrá pensando algo lindo de él? Tal vez ni sepa de su existencia y ahora menos con tantas personas de colores claros.
De pronto se entristece y pierde las ganas de moverse, quedando quieto con su cabeza recargada en la ventana.
—Buenas tardes —la voz gruesa y reconocida de Hyunjin sonríe a cada persona del salón, inclusive a Jeongin pero aquel es el único que no le mira ni le responde el saludo. Traga duro con desilución, ¿Al menos no debería de saludarle? ¿Ni siquiera le parece un poco lindo? Se esforzó tanto en vestirse presentable y espera que en algún momento de la hora el menor le dedique aunque sea una mirada.
—Sientate aquí.
—No, ven aquí.
—Hyunjin-Oppa, aquí está libre.
Las melosas voces de las personas que tratan de hablarle con ternura fingida hace que quiera rodar los ojos pero se contiene por ser respetuoso. ¿Acaso no tienen personalidad? ¿Le van a creer a Minho ante tal estupidez? Hyunjin odia a las personas tiernas pero lo hecho, hecho esta y espera que pronto lo olviden todo.
Evitando a sus compañeros se sienta casi a lo último a unos pasos cerca del menor distraído.
La profesora de música llega, la sonriente y amable Park Jihyo.
—Buenas tardes, alumnos. Que bueno verlos a todos hoy —saludo y mira a cada rostro conocido dándose cuenta de que uno faltó hoy. —O bueno, a casi todos.
—Chan-Oppa está enfermo, tuvo que retirarse a la mitad del día —comentó una alumna y la docente asiente.
—Espero que se recupere pronto.
Jeongin por fin levantó la vista y mira a los alrededores con preocupación. Su amado rubio Hyung no vino hoy. Ahora definitivamente está solo, ¿Cómo cantará enfrente de todos sin temer? Además Hyunjin...
—Yang Jeongin, deberíamos de empezar contigo, ¿no?
La voz de la morena llama su atención logrando erizar todo su cuerpo. No, no está listo para cantar. No puede hacerlo sin Chan-hyung y menos con Hyunjin-hyung como espectador. Lleva semanas atrasando lo inevitable pero es que realmente no puede hacerlo, las miradas ajenas siempre le causa incomodidad.
—Sí, eres el único que no ha cantado.
—Párate.
Sus compañeros lo alientan y nota algunas miradas maliciosas que lo hacen querer cohibirse a si mismo.
—Jeongin, aquí estoy. No te pasará nada, ven aquí muchacho —Jihyo se acerca al menor y lo toma de la mano dándole caricias. —Tienes que hacerlo, vamos, tú puedes.
Con temor el castaño se levanta y camina cabizbajo hacia el centro, sus manos tiemblan y sus piernas se sienten como gelatinas, en un punto se tropieza con sus pies y casi se cae al suelo. Sus compañeros ríen, e incluso apostaría a que Hyunjin también lo hizo. Quiere llorar pero ahora que está en el centro de atención no puede hacerlo. Sus manos arrugan la tela de su suéter y da grandes bocanadas de aire.
—Oh, va a llorar. El zorrito llorara —un exclamo junto a carcajadas de burla lo hieren.
—Yuna, no te rías —la reta la docente. —Tomate todo tu tiempo, Yang. Cuando te sientas listo canta.
—Entonces esperaremos un milenio profesora —se quejó otro alumno.
—Él no sabe cantar, saquelo de ahí, está haciendo que perdamos el tiempo.
—Jeongin es demasiado tímido y estúpido, la música no es lo suyo.
—Al menos déjenlo cantar —Hyunjin alzó la voz llamando la atención de todos, quienes lo miraron con sorpresa al notar su rudeza y porte firme. —¿Qué van a saber de él si no dejan que muestre tranquilo sus talentos? Jeongin sabe cantar y es muy talentoso, estoy muy seguro de ello.
—Bien dicho —Jihyo le sonríe agradecida.
«Sabe mi nombre. Hyunjin-hyung sabe mi nombre»
Si antes se sentía inestable ahora aún más, una grata felicidad cubrió su cuerpo y sin evitarlo mira por primera vez en todo ese rato al causante de dicho alboroto en su ser. Sus miradas chocan, pero rápidamente el menor baja la vista avergonzado y con su rostro ruborizado. Ahora más que nunca teme, teme decepcionar a su mayor y que se de cuenta de que no es tan talentoso como dijo que sería.
Abre la boca y trata de sacar a relucir su voz, pero solo sale un bajo sonido lastimero que logró hacer reír a medio salón de clases.
A Hyunjin le dolió el corazón.
Ahora lo entiende, entiende porqué siempre su pequeño bebé zorro camina cabizbajo temiendo de todo y todos, su tímido e inestable hablar, su torpeza y vergüenza, su inseguridad y baja autoestima. ¿Por qué no puede alzar la voz y decir que "si puede"? ¿Por qué tiene que verse como un frágil cristal en medio de feroces ladrones que solo buscan tomarlo a su antojo?
Quiso levantarse y alzar la voz por el pequeño pero se detuvo, por más sorprendente que fuera, lo soporto. Si defiende a Jeongin las personas podrían empezar a crear nuevos rumores y ahora si, su menor sería un exótico animal del zoológico.
La razón principal por la nunca se acercó a hablar con Yang, es porque tiene una vaga idea de su problema social. Cuando lo salvó aquella vez en cuarto grado, se enamoró a primera vista y siempre ha estado atento a sus pasos, cuidándolo en silencio sin que se diera cuenta. Todo de lejos, temiendo que su estatus lastimara al menor.
No quiere que él esté en el ojo del huracán, que sea el nuevo tema candente de la escuela ni de su prestigiosa familia. Jeongin es demasiado inocente y sensible para ese mundo que destruye con solo palabras. Hyunjin aprendió a sobrellevarlo, duramente lo hizo y sabe que no será nada fácil para el menor.
Las lágrimas caen de los tiernos ojitos del chico, el cual las seca con la manga de su suéter.
—Otra vez llorando, Yang, ¿Por qué no es raro?
—Parece una cascada.
—¿Crees que te vez lindo haciendo eso?
—Ay, otra vez la marica está llorando.
—Los hombres también pueden llorar, cavernícola —Hyunjin mira feo a aquel moreno que nunca ha visto en toda su vida, ahora lo tiene en la mira, definitivamente le dirá a su asistente que lo investigue.
—Ya, ya, dejen de reírse —Jihyo se ve enojada. —Ahora todos ustedes tendrán que escribir una caligrafía más de cien veces si quieren entrar al Club de Música mañana.
—¿¡Qué!?
—¡No puede hacernos esto!
—¡Si, si puedo! A menos que quieran que llame a sus representantes para una junta por sus malas conductas.
—Y eso que me caía bien —rodó los ojos una chica fastidiada.
—Yang, siéntese, por favor.
La hora transcurrió de forma torturosa y lenta para nuestro zorrito que solo desea irse de ahí. Vagamente prestó atención a las explicaciones ya que estuvo todo este rato pensando en lo tonto y débil que se comportó. Es cierto lo que dicen de él, no es bueno en la música, canta feo y si toca medianamente bien los instrumentos es gracias a Chan-hyung. No sabe hacer nada, solo es un tonto.
«Hyunjin-hyung debe de pensar que soy estúpido, ¿No?»
La campana volvió a sonar por última vez y la docente algo apresurada se despide de todos sin olvidar decirles que limpiaran, deja el salón a la encargada Yeji y se disculpa diciendo que tiene algo importante que hacer.
—Bueno, se supone que a los que le tocan limpiar son a Yuna, Yeonjun, Wooyoung y Lia pero... —empezó hablando la también apellidada Hwang.
—Pero, el corderito favorito puede hacerlo, ¿verdad? —el pelimorado se gira y mira al castaño, el cual está ordenando sus cosas distraídamente.
Yeonjun toma un palo de batería y se lo avienta al menor, chocando fuerte contra su cabeza.
—Auch... —hace un puchero y sus ojos se llenan de lágrimas.
—Te estamos hablando a ti, tonto. Te toca limpiar —dicho esto él toma su bolso y con una risa burlesca se larga chocando los cinco con Wooyoung.
Hyunjin mira perplejo a ambos muchachos que alguna vez vio con buenos ojos, además de haber charlado en varias ocasiones animadamente en una banca. Ahora se arrepiente de haber sido tan amable con ellos, pero aún más por no haber evitado que lastimasen físicamente al menor.
—Primito, ¿vendrás con nosotras?
—Ve primero, ya saldré.
Yeji asiente de forma desinteresada y sigue su camino con sus amigas desilusionadas ya que querían una oportunidad para hablar con el tremendo bombón de la preparatoria.
«Creo que lo tenían preparado, el salón está bastante sucio, más de lo normal»
El pelinegro mira el desorden y nota al castaño yendo a tomar todos los utensilios de limpieza.
Como si fuese el exclavo de todos, nunca se quejó y solo se dispuso a ordenar.
—¿Qué haces? —bramó de pronto erizando la piel del menor.
—Y-Yo... emm... —intenta decir algo o de al menos levantar la vista pero tiene miedo, su mayor no parece muy contento y teme que le diga algo hiriente.
—¿Por qué limpias? Este no es tu trabajo, es el de ellos.
—N-No importa, e-están ocupados... —arrojó con timidez y toma una escoba para empezar a barrer.
—No limpies.
—P-Pero...
—Te digo que no limpies —soltó con demasiada dureza logrando intimidar al menor, más aún cuando se acerca a este con pasos rápidos.
Jeongin retrocede sin saber qué hacer pero como nada nunca sale como lo planea choca contra la patita de una mesa, tropezándose. Intenta tontamente de agarrarse al aire para no caer pero es inevitable.
Hasta que de pronto, unas manos ajenas toman de su pequeño y delicado cuerpo. Una se funde en su cintura y otra rodea su hombro con delicadeza. Hyunjin lo acerca hacia si y sus rostros quedan a solo centímetros.
«Quiero besarte, ¿Podría hacerlo, Innie?»
Ojalá lo hubiera dicho.
El mayor nota el temblor del cuerpo más pequeño, además de su mandíbula apretada y ojos cristalinos.
«No llores, por favor. Yo te quiero»
Lo suelta dejándolo de pie, otra vez. Yang baja la vista con el rostro ruborizado hasta las orejas.
—G-Gracias... —murmuró entre balbuceos.
—Ten más cuidado —Hwang coloca su mano en el desordenado cabello del menor y lo acaricia. Jeongin levanta la vista con timidez y se encuentra con la dulce sonrisa que le regala el ser más hermoso de todo el mundo. —Bueno, no soy bueno limpiando pero trataré.
—¿Qué?
Hyunjin toma la escoba que el menor había dejado caer al suelo y se dispone a barrer.
Jeongin no supo si admirar lo malditamente hermoso que se ve Hyunjin tomando una escoba con las venas marcando sus brazos y la luz natural que viene de la ventana contrastando su porte místico. Yang casi babea si no fuera por el hecho, de ver como torpemente el mayor limpia.
Es obvio, el gran Príncipe Hwang no limpia y probablememte nunca lo ha hecho en toda su vida. Debe de tener más de una docena de sirvientas y mayordomos en su mansión.
—Esta bien, Hyung. Yo lo hago —se acercó el menor y trató de tomar la escoba.
—No, déjamelo a mí —insistió el pelinegro.
—Usted no sabe limpiar, dejemelo a mi.
—¿Y por qué no me enseñas? Es cierto, no soy muy bueno ya que no acostumbro a hacer estas cosas pero si me enseñas, ¿No crees que podré?
Yang vacila. Tenerlo cerca por un largo rato no es algo que pueda soportar con facilidad. Solo le reza a los cielos que su mayor no se de cuenta de su enamoramiento y le mire con asco.
Asiente y con ello se gana otra dulce sonrisa del más alto.
—Bien, limpiemos, Innie.
Y así fue como pasó, posiblemente, una de las mejores horas de su vida. Intentando explicarle al torpe alto la diferencia del cloro y el desinfectante, como se agarra una escoba y que le hace diferente a un coleto. Genuinas sonrisas, pequeñas carcajadas y una que otra miradita de anhelo hacia el otro.
Pasaron un rato libre de preocupaciones en donde el mundo es solo de y para ellos.
«Ojalá se vuelva a repetir» Pensó Hyunjin teniendo espuma en su mejilla.
Y aquí va otra corta pero muy tierna historia de estos lindos chicos 💕💕
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