Sarocha estaba cubriendo su rostro para no ser reconocida por los estudiantes y los familiares de estos. Aquel día sería la graduación de su osita y le prometió asistir.

Se acercó a los padres de Becky y los tres fueron a sentarse juntos.

Después de casi dos horas la entrega de certificados dio fin, Becky buscaba a su novia y a sus papás. Sonrió en grande cuando los vio sentados juntos y con ramos de flores, se despidió de sus compañeros y corrió hacia donde estaban las personas que más quería.

—¡Mi pequeña ya se graduó, soy tan feliz!

—Becca. —Sarocha le dio un gran ramo de flores.

—Saro, que bueno que viniste... Pensé que no llegarías ya que trabajas. —Rio nerviosa mientras agarraba el ramo.

—Tu novia estuvo desde el inicio aquí con nosotros. —Habló su padre.

Becky abrazó a su pareja mientras sonreía.

—Eres la mejor.

—¡Invitaré la comida! ¿Qué les gustaría comer? —Cuestionó la pelinegra.

—No es necesario.

Estuvieron discutiendo unos momentos sobre lo que comerían ese día y quien pagaría, al final terminaron comiendo pizza. Obviamente en su casa ya que Sarocha no podía ser vista en lugares públicos.

Cuando cayó la noche, Becky estaba en su habitación preparando algunas cosas para irse a dormir con Sarocha. Sus padres accedieron a qué su hija tuviera una pijamada con la pelinegra. Pasaron algunos minutos para que Becky bajara por las escaleras ya cambiada junto con su mochila.

—Adiós, papás. —Besó las mejillas de sus papás.

—Cuídala mucho, Sarocha.

—Lo haré, señor. —Dijo la pelinegra mientras cargaba la mochila de su novia.

La pareja salió agarrada de la mano, subieron al auto de la mayor. La pelinegra puso las cosas de su tierna osita en los asientos traseros.

—Te tengo una sorpresa, osita. —Comentó Sarocha, prendió el auto y lo puso en marcha.

—¿Qué sorpresa? —Cuestionó con una pequeña sonrisa.

—Vamos a ir a un centro comercial y te voy a comprar todo lo que tú quieras. —Respondió con una sonrisa.

—Freenky... No quiero que gastes, no me gusta que gastes tu dinero en mí. —Hizo un mohín.

—Es que quiero darte un regalo, aunque sea deja que te compre algo. —Habló.

—Mmm... Hace una semana vi unos pijamas para pareja y no son muy costosas.

—Si eso quieres las compraré.

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—¿Cómo me veo? —Cuestionó la castaña mientras caminaba por toda la habitación con el pijama recién comprado.

—Te ves muy tierna. —Respondió con una sonrisa. —¿Como me veo yo?

—Muy guapa... Oh, ya sé. Una chica ruda, pero linda a la vez. —Respondió acercándose a la cama donde su novia estaba sentada.

—Sabes, te mentí. Si tenía un regalo para ti, pero aun así quería comprarte algo que quisieras. —Se levantó de la gran cama y fue a su closet dónde sacó un gran peluche de oso. —¡Felicidades por graduarte, osita!

Becky abrazó el oso mientras sonreía en grande.

—¡Es muy lindo! Pero no debiste mentir.

—Perdón. —Se disculpó mientras besaba las mejillas de su novia. —Mi tierna osita... Te ves muy bonita.

—¿Soy una tierna osita? —Cuestionó abrazando el gran oso de felpa.

—Sí. Ahora déjame tomarte una foto, realmente te ves muy linda. —Se levantó de la cama en busca de su teléfono para tomarle una fotografía a su novia. —Sonríe. —Pidió mientras abría la cámara de su teléfono.

Becky sonrió mientras veía hacía la cámara, vio como Sarocha seguía tomándole fotos así que hizo un mohín.

—Freenky, ya acuéstate. Quiero que me abraces mientras me das besitos en mi cara.

—Está bien, ya voy. —Dejó su teléfono en el buró mientras se acostaba a un lado de su pareja. —Osita caprichosa.

—Aun así, me quieres. —Abrazo a su novia mientras se acurrucaba.

—Te amo, eres mi tierna osita. —Beso la frente de la castaña.

Pasaron algunos minutos para que al final ambas cayeran profundamente dormidas.

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Sarocha fue la primera en despertarse y porque su teléfono estaba sonando desde hace varios minutos. Agarro el teléfono del buró y vio que eran demasiadas llamadas perdidas de diferentes números y de Charlotte. Le devolvió la llamada a su amiga, tal vez ocurrió algo importante en la empresa.

—Sarocha, al fin respondes.

—¿Qué pasó Charlotte? —Bostezó un poco mientras acariciaba el cabello de su osita.

—¿No has visto las noticias? ¿El periódico?

—Estaba dormida apenas desperté ¿Qué ocurre?

—¡Sarocha te tomaron fotos comprando un maldito oso!

—¿Y qué? Ese oso lo compré para mi Becca. —Depositó un pequeño beso en la frente de la castaña.

—¿Estás con ella?

—Sí, ¿Algún problema?

—Te tomaron fotos con tu osita en tu carro y entrando a tú departamento. No vengas a la empresa y no sé cómo le vas hacer para salir de tu departamento, los reporteros están como locos.

—Pero tengo que llevar a mi osita a su casa ¿Qué hago?

—Eso lo resuelves tú, adiós.

—¡Espera! ¿La cara de Becca se ve?

—Afortunadamente no, se ve borrosa. Adiós.

La llamada terminó y Sarocha aventó su teléfono. Por sus descuidos ahora ya sabían de su relación con su osita.

—Soy una tonta. —Murmuró mientras soltaba un suspiro.

—¿Saro? —La castaña talló sus ojos mientras se estiraba.

—Cariño.

—¿Sucede algo? Te ves enojada. —Se recostó en los muslos de su novia. —¿Acaso te di patadas?

—No. Lo que pasa es que... Nos tomaron fotos juntas y ahora hay reporteros tanto aquí afuera como en mi empresa.

—¿Cómo saldremos? —Cuestionó.

—No lo sé, pero te voy a proteger. —Agarró la mano de la castaña.

—Se que vas a cuidar de mí... —Abrazó a la pelinegra con fuerza.

—Tal vez deberíamos quedarnos un día más ¿Crees que tus padres tengan problema? —Acarició la espalda de la menor.

—Los llamaré más al rato.

—Todo estará bien, voy a arreglar esto lo más pronto posible. —Se aferró más a la castaña. —Te prometo que nada te va a pasar, osita.