𝟎𝟏 | ¡Freenky!
Gemini miraba como su amiga traía consigo una bolsa de súper mercado, eso se le hizo muy raro, ya que ella nunca traía dinero. Sabía que sus padres no le daban ni un peso porque siempre lo terminaba perdiendo. Solo le daban dinero cuando necesitaba comprar material para la escuela.
—Buenos días, Gem. — Saludó tomando asiento en el pupitre de al lado.
—Buenos días, Bec. —Sonrió —¿Qué es eso? —Apuntó la bolsa que estaba en su mano.
—Oh, esto... Son unos bocadillos para el descanso. —Respondió con una tierna sonrisa.
—¿No trajiste tu almuerzo? —Cuestionó.
—Sí, digo No. Se me olvidó en casa, así que compré esto. —Rió nerviosa.
—¿Cómo lo compraste si nunca traes dinero? —Interrogó.
—Bueno, encontré por casualidad en mi mochila dinero. Deja de preguntar, también traje unos bocadillos para ti. —Sacó de la bolsa unas papas fritas y una leche de banana.
—No te creo... Pero lo dejaré pasar solo por esta vez. —Tomó los bocadillos y los guardó abajo de su pupitre junto a sus libros.
Becky soltó un suspiro de alivio, tenía que ser más cuidadosa o, si no, descubrirían su secreto. Se sentía mal por no contarle esto a su amigo, pero no podía revelar su pequeño secreto, no aún.
A la hora del descanso, los amigos fueron a la azotea para comer. Había uno que otro alumno sentado en las pequeñas bancas que había ahí.
Becky y Gemini decidieron sentarse en el suelo, en una parte donde hubiera sombra, ya que aquel día era caluroso.
—Olvidé mi teléfono en el salón, ¿Qué hora es? — Cuestionó el pelinegro.
La castaña sacó su teléfono y vio la hora.
—Son las dos con diecisiete. —Respondió.
Gemini se sorprendió cuando vio el teléfono de su amiga. Le arrebató el teléfono para verlo y verificar que sus ojos no lo engañaban.
—Becky. ¿En qué andas metida? ¿Por qué tienes un teléfono tan caro y aparte con una funda Gucci? —Interrogó en voz baja, no quería llamar la atención de las pocas personas ahí presentes.
—Yo. Verás... El teléfono es un regalo ¿Si? La funda es falsa. —Respondió, quitándole su teléfono a su amigo.
—Becky, esa funda no es falsa y ese teléfono es de los nuevos. A mí no me engañas. —Habló mirando fijamente a la castaña, la cual evitaba su mirada.
—Puedo explicarlo...
—Acaso... ¿Tienes una sugar mommy? —Preguntó con asombro mientras tapaba su boca con su mano. —Vendes tu cuerpo con viejitas...
—¿Qué? ¡No! No es eso, en este momento no te lo puedo explicar, pero ten por seguro que no es eso, confía en mí.
—Confío en ti, pero no en esos viejos asquerosos rabos verdes. —Sentenció.
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Becky caminaba a paso lento hacia el centro comercial, mirando a todos lados para verificar que ningún conocido la viera.
Se subió al ascensor y presionó el botón que la llevaba al estacionamiento. Hasta el último nivel, varias personas subieron, pero se bajaron algunas plantas más arriba porque nadie estacionaría su carro hasta el último nivel ¿Verdad?
Bajó del ascensor y caminó hasta donde estaba el único carro ahí estacionado, se abrazó a sí misma ya que en ese nivel hacía mucho frio aparte de que le daba miedo ya que no había nadie.
Tocó tres veces el vidrio de la ventana del carro para que le abrieran la puerta, una vez abierta, se adentró al automóvil y soltó un suspiro.
—Te extrañe mucho, Freenky. —Habló mientras besaba la mejilla de la mayor.
—Yo también te extrañé ¿Cómo te fue, osita? —Cuestionó con una sonrisa.
—Bien... Oye. —Empezó a jugar con sus manos.
—Dime. —La pelinegra volteó a ver a su novia.
—¿Le puedo decir a mi amigo que tú y yo somos novias? —Pregunto, evitando la mirada de la pelinegra.
—Le puedes decir a quien sea, que tú y yo somos novias, recuerda que si ocultamos nuestra relación es por tú tienes diecisiete y yo veinticinco. —Respondió.
—Mamá me mataría si se entera de esto. —Hizo un mohín.
—Yo te voy a esperar todo el tiempo que sea necesario. Solo espero que tu madre no se tome muy mal la noticia de que sales con alguien mayor que tú —Encendió el auto para llevar a su pareja a comer. —Casi lo olvido, te tengo un regalo, está allá atrás, agárralo.
—¿Otro? —Murmuró con confusión, su novia siempre le daba regalos muy costosos todos los días, fuera un día especial o no. Agarró la bolsa que estaba en los asientos traseros y la abrió, sacó de ella un abrigo. —Wow... Está muy bonito. Debió costar mucho ¿No es así?
—Nada que no pueda pagar, tranquila. —Sonrió mientras bajaba la ventana del carro para pagar el uso del estacionamiento.
—¿A dónde iremos? —Cuestionó Becky.
—A comer, osita.
—¿Al restaurante de la otra vez? No quiero ir a ese, la muchacha siempre te coquetea.
—No te preocupes, cariño. A ese lugar no volveremos a ir, no después de aquel incidente. —Habló.
Ya no iría ni llevaría a su osita al restaurante donde le dieron carne cruda a su novia y aparte la trataron mal, jamás.
—Ya sé... A comer hamburguesas. —Habló la castaña.
—Comeremos hamburguesas en tu lugar favorito. —Sonrió tiernamente sin quitar su vista del frente.
—¡Eres la mejor, Freen!
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Sarocha estacionó su auto unas casas antes de llegar a la casa de su osita.
—Ya quiero ser mayor... No me gusta estar viéndote a escondidas. —Abrazó a su novia.
—A mí tampoco, pero eres menor de edad y tus padres te pueden alejar de mí si se llegan a enterar. —Acarició con delicadeza la cabellera de la menor.
—Te amo mucho, Freenky. —Dijo.
—Yo te amo más, mi pequeña osita.
Sarocha unió sus labios con los de Becky, iniciando un dulce beso. La pelinegra posó sus manos en la cintura de la menor mientras esta acariciaba su negro cabello y daba caricias en su nuca.
Se tuvieron que separar por falta de aire, Becky abrazó a la pelinegra y recargó su cabeza en el pecho de Sarocha.
—¡Freenky! —Gritó cuando su novia dio un leve apretón a uno de sus glúteos.
—Perdón, perdón. —Soltó una carcajada.
—Yo también te voy a apretar tus pompis. —Habló con un puchero.
—Yo encantada.
—Me tengo que ir o si no mamá se va a preocupar. —Habló mientras dejaba un pequeño beso en los labios de la mayor.
—¿Mañana nos veremos? —Cuestionó.
—No lo creo, mañana tengo curso de repostería. —Respondió con un tono triste, pero sonrió cuando recordó que mañana harían galletas y a su novia le encantaban las galletas. —Pero mañana puedo ir a tu empresa a dejarte unas deliciosas galletas ¿Qué opinas?
—Me parece perfecto, me avisas cuando estés ahí para bajar personalmente yo a recogerte.
—Adiós, Freenky y gracias por el regalo. —Habló y depósito un suave beso antes de irse hacia su casa.
Ya enfrenté de su casa, caminó hasta donde estaba la ventana de su cuarto y aventó la bolsa de regalo. Corrió para adentrarse a su casa.
—Ya llegué, mamá. —Anuncio, quitándose sus zapatos para ponerse unas pantuflas.
—Cámbiate para que vayas a la tienda, se nos acabó la leche. —Habló su madre desde la cocina, donde estaba preparando algo de comer.
—Está bien. —Dijo subiendo las escaleras.
Entró a su cuarto y agarró la bolsa que tenía el abrigo que le dio su novia.
—¿Por qué me das tantos regalos caros? —Se cuestionó en voz baja.
Abrió su closet y metió el abrigo en una maleta donde guardaba más regalos lujosos que le ha dado su novia.
—¿Cómo le voy a explicar a Gemini que mi novia es Sarocha Chankimha?
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Gracias a bear__koo por dejarnos adaptar su obra
Gracias a ustedes bellos lectores por sus comentarios, lecturas y apoyo. Ya somos 1700 y 1300 en Twitter, ustedes hicieron que esta familia creciera
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Saludos y nos leemos pronto
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