𝟎𝟖 | Perdóname
La pareja seguía en el departamento, Sarocha estaba sentada en una orilla de la cama pensando como salir de su departamento y llevar a su osita con sus padres. Por otro lado, Becky estaba abrazando por la espalda a la mayor, como un koala.
—Saro...
—¿Qué sucede, osita? —Cuestionó mientras posaba una de sus manos en las de la menor, las cuales estaban en su abdomen.
—Te invito a mi casa y te traes un Tupper, porque te voy a dar hasta para llevar. —Dijo con una sonrisa.
Sarocha se separó de la menor y observó a su tierna novia como si no hubiera dicho algo atrevido. Becky ladeó su cabeza un poco, estaba confundida por la reacción de su novia.
"Según Gemini a Sarocha le iba encantar que le dijera eso".
—Te invito a mi casa... Te traes un tupper... Te voy a dar hasta llevar. —Murmuró, después se sonrojó mucho al darse cuenta de lo que dijo. —¡No, No! ¡Olvida lo que dije! Es que Gemini, él. ¡Ahhh!
La castaña enterró su cabeza en el gran oso de felpa que le había dado su novia. Sarocha soltó una risita, se acercó a la castaña y acarició la suave cabellera.
—Tranquila, Becca...
—Perdóname. —Habló de manera avergonzada.
—Quien fuera el sol, para abrazarte y llenarte de calidez. —Dijo mientras abrazaba a su novia.
—Ya no hay que decir piropos...
—Tú empezaste.
—No sabía, Freenky. Mejor dame un besito por favor. —Levantó su rostro del oso de felpa para darle un beso a la pelinegra.
Sarocha empezó un tierno beso, poco a poco los besos fueron bajando hasta la parte de su cuello y clavículas.
—Saro... No hagas marcas. —Pidió cuando sintió como la mayor empezaba a succionar levemente en algunas zonas.
—Solo es para que vean que tienes dueña.
—Papá me puede regañar... Haz marcas en otra parte. —Dijo desabrochando su suéter.
La pelinegra se separó un poco, para ver como la menor empezaba a quitarse su suéter con muchos nervios.
—Si no te sientes cómoda no lo hagas. —Detuvo los movimientos de la castaña. —No quiero que te sientas incómoda u obligada a hacer esto.
—Perdóname... —Tenía muchas ganas de llorar.
—Hey. No tengo nada que perdonarte, más bien perdóname tu a mí.
—Mejor veamos una película.
—¿Cuál quieres ver? —Cuestionó acariciando la mejilla de la castaña.
—La que sea, solo quiero que me abraces mientras vemos una película.
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—Bien, así no se verá tu linda cara. —Dijo mientras le ponía un sombrero a la castaña.
—Siento mucho calor con esto. —Comentó.
—Solo es en lo que llegamos al carro, no quiero que la prensa vea tu rostro. —Habló mientras cargaba la mochila de Becky.
—¿Me vas a proteger? —Cuestionó.
—Por supuesto, siempre lo haré. Ahora vámonos, no quiero que tus padres piensen que te secuestré.
Ambas salieron del departamento y fueron al ascensor para bajar a la planta baja, pudo ver que había un montón de reporteros afuera, soltó un pequeño suspiro antes de avanzar, su carro estaba en el estacionamiento.
Cuando las vieron, los reporteros se acercaron haciendo preguntas, habían miles de cámaras; Becky se aferró más a la pelinegra, esta la abrazaba y trataba de que nadie le hiciera daño.
Todo era un escándalo, veía como esas personas se amontonaban y no dejaban pasar.
—¡Hey! ¡No la toques! —Gritó cuando un reportero jaló muy bruscamente a su osita.
Sarocha ya estaba bastante enojada, no la dejaban pasar y lo peor es que jalaban de una manera brusca a Becky.
Finalmente llegaron al auto, Sarocha abrió la puerta del vehículo para que Becky se subiera, cerró la puerta y después se subió en el asiento del conductor. La pelinegra puso la mochila de la menor en los asientos traseros.
Puso en marcha el auto alejándose de los reporteros.
—Perdóname. ¿No te hicieron nada malo?
—Estoy bien. —Respondió mientras se quitaba el cubrebocas, los lentes y el sombrero. —Oh, no. Olvidé mi oso.
—Tranquila, Becca. Te lo puedo llevar alguno de estos días. —Posó su mano en los muslos de la menor. —Compré chocolates para ti, los guardé por ahí.
—¿Estos? —Cuestionó agarrando una bolsa de plástico.
—Sí. Los compré para ti.
Al llegar a casa de Becky se encontró con los padres de la menor a quienes les pidió disculpas.
—Lo siento mucho, señores. —Sarocha hizo una reverencia.
—Tranquila, Sarocha. —La señora dio unas suaves palmaditas en la espalda de la pelinegra.
—Lo mejor será que mi hija y tú no se vean por un tiempo. —Habló el señor Armstrong.
—Pero... No quiero. Prometo que seré más cuidadosa.
—Sarocha, mi esposo tiene razón. Solo será por un tiempo en lo que la situación se calma...
—Está bien. —Hizo un pequeño mohín. —Te voy a extrañar, Becca.
—Te mandaré mensaje todos los días, Freenky. —Dijo.
La castaña fue y abrazó a la pelinegra, después se separó de ella dedicándole una pequeña sonrisa tierna.
Sarocha se despidió de los padres de Becky antes de salir de la vivienda. Subió a su carro mientras sacaba su teléfono y revisaba las noticias, necesitaba saber que tanto habían dicho de su osita.
Le entró una llamada de Charlotte e inmediatamente le respondió.
—¿Qué pasó, Charlotte?
—Sarocha, no sé cómo te vayas a tomar la noticia que te voy a dar.
—¿Tiene que ver con Becky o mi empresa?
—No. Ninguno de los dos, es algo más...
—Entonces no me importa.
—¡Sarocha!
—No grites.
—Prométeme que está noticia no te va a afectar. Eres muy feliz con Becky, pero sin embargo tienes que saberlo...
—Sin rodeos, Charlotte.
—Ella... Ella vino a buscarte, también me preguntó si conocía a Becky.
Sarocha no sabía que decir ante la noticia. Ya no la amaba, pero aun así seguía doliendo recordar todo lo sucedido con ella. Inmediatamente varias preguntas llegaron a su cabeza ¿Vino por su dinero? ¿Le quiere hacer daño a Becky? No, eso sí que no. Con su Becca no se va a meter.
—¿Que le dijiste? No le dijiste nada de Becky ¿Cierto?
—Claro que no, no iba a decir información sobre tu noviazgo.
—¿No te dijo que quiere?
—Solo dijo tonterías, dijo que ella es tu prometida y que tú la sigues amando.
—Si le dice algo a los medios no tendré opción y vamos a tener que hacer una conferencia...
—¿Vas a revelar tu relación?
—Si quiero, por supuesto que quiero, pero Becky es menor de edad eso nos va a traer muchos problemas. Tal vez solo diga que estoy en una relación.
—Mejor ven a tu oficina para hablar de esto.
—Llego en treinta minutos.
—Sarocha.
—¿Sí?
—No te dejes engañar por ella, no cometas ninguna tontería... No cambies a Becky por alguien que solo busca tu dinero.
—Amo a Becky y jamás la cambiaré por alguien como ella.
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