Capitulo 8. Claustrofobia
—Hay qué tranquilizarla como sea. ―comentó Jose a Angy, la chica se puso de rodillas y sacó una vela negra y un cuchillo.
—Haré un ritual que traiga a un demonio que sea capaz de tranquilizarla. ―le comentó la chica que cerró los ojos y se puso a recitar un cantico satánico.
Jose la miro estupefacto, ¡¿pero qué coño?! ¿¡A quién se le ocurre invocar a un demonio en un momento así?! La chica se hizo un corte en el dedo y vertió su sangre sobre la vela; empezaba a entender porque Evan le tenía tanto miedo. Apartó la mirada de Angy, al parecer no iba a servirle de gran ayuda. Decidió ignorar a Angy y que hiciera lo que le diera la gana, volteó hacia Nora y se la encontró golpeando la puerta con fuerza mientras suplicaba ayuda. Jose se acercó a ella.
—Nora, trata de calmarte. No va a pasarte nada. ―intentó relajarla pero ella siguió golpeando la puerta.
—¡Socorro! ¡Sáquenme por favor! ―chilló Nora completamente histérica. ― ¡Socorro! ¡Por favor, quiero salir! ¡Nos vamos a quedar sin aire! ¡Ayúdennos!
—Nora.―Jose se colocó delante de ella y le sujetó las manos, pero ella se deshizo de él y siguió aporreando las puertas. Sin embargo no se dio por vencido y la sujetó por los hombros obligándola a mirarlo a la cara, Jose se fijó en que tenía los ojos llorosos. ― No va a pasarte nada.
—Mentira, ¡nos vamos a quedar sin aire! ¡Moriremos aquí asfixiados! ¡Socorro! ¡Ayuda por favor! ―gritó Nora de nuevo apartando a Jose y golpeando la puerta, él suspiro resignado.
No sabía qué hacer para tranquilizarla, y se estaba empezando a desesperar. Vio como Nora dejó de aporrear la puerta y se dejaba caer de rodillas en el suelo mientras sollozaba en silencio. Se acercó a ella de nuevo y se agachó a su lado.
— ¿Estás bien?
—¡Claro que no! Cada vez me falta más el aire, y estoy empezando a marearme. ―se quejó Nora con los ojos cerrados llorando en silencio, Jose apoyó su mano en el hombro de ella.―Ojalá Matt estuviese aquí.
Jose la fulminó con la mirada, estaba haciendo su mejor esfuerzo por tratar de relajarla y encima ella se quejaba y reclamaba al rubio. Se fijó en que Nora respiraba cada vez más agitadamente y se había llevado las manos a la cabeza. Estaba empezando a hiperventilar, necesita que se relajase como fuese.
— Nora. ―llamó pero ella no le hizo caso, así que la cogió por los hombros y la obligó a mirarle a los ojos.―Mírame, no va a pasarte nada. No voy a dejar que te pase nada.
Nora lo miró a los ojos y Jose apretó sus manos sobre sus hombros y trató de mostrarse seguro; sin embargo, ella seguía respirando irregularmente, muy nerviosa y con claros signos de estar a punto de perder el conocimiento. Pensó todo lo rápido que los nervios le permitían, tenía que hacer algo y tenía que hacerlo ya.
—Tengo que hacer que te relajes antes de que colapses.―murmuró Jose buscando inspiración por el ascensor, se fijo en que Angy había dibujado un pentágono en el suelo y estaba en el centro de él rezando a un tal Azazel. Definitivamente esa chica había perdido el juicio; Nora se echó hacia adelante y apoyó la cabeza en su pecho lo que lo preocupó enormemente.
— No puedo respirar. ―susurró Nora limpiándose las lágrimas con las manos.
Definitivamente tenía que hacer algo ahora mismo, no podía permitir que Nora se desmayase delante de él. Bel lo mataría, Evan lo mataría, Matt lo mataría, Sonia lo destrozaría, lo poco que quedase de él sería incendiado por Dafne y quizás los indios de primero de la E.S.O correrían sobre sus cenizas.
—Necesito que confíes en mí. ―pidió a Nora que separó la cabeza de su pecho y lo miró extrañada. Jose se levantó obligándola a hacer lo mismo, él sostuvo su mano con fuerza y la arrastró hacia la pared; Jose se apoyó contra la pared y se sentó haciendo que Nora se sentase en el suelo y apoyase su espalda sobre su pecho.―Ahora cierra los ojos y cuéntame todo lo que haya pasado en el último libro que hayas leído.
Nora dudó un par de segundos antes de cerrar los ojos y comenzar a narrar con voz temblorosa todo lo que había leído. Jose trató de respirar con tranquilidad, ya que no sólo Nora debía relajarse sino él también o le daría un infarto. Después de pensar y darle vueltas al asunto, recordó que según su madre (que era cirujana) el sonido de los latidos de la madre tranquilizaban a los bebés; vale él no era la madre de Nora, pero esperaba que sus latidos y su calor corporal relajasen a la morena y se sintiese segura; además le había dicho que le hablase sobre los libros que leía y así conseguía distraerla de la situación en la que estaban y se centraba en recordar los detalles de los libros.
Notó como la respiración de Nora se iba normalizando y se iba sincronizando con la suya. Pasó un brazo alrededor de su cintura y enlazó su mano con la de ella que no se resistió para nada, es más ella entrelazó sus dedos y se puso a juguetear con ellos mientras hablaba.
—¿Y qué pasó después? ―le preguntó a Nora haciéndole ver a la chica que le estaba haciendo caso aunque la verdad fuese que la estaba ignorando por completo, con disimuló miró la hora, ya habían pasado más de treinta minutos desde que se quedaron encerrados. Esperaba que el técnico no tardase en llegar.
Nora siguió hablando un buen rato más y cuando terminó de relatar ese libro le pidió que le contase otro, a lo que ella accedió encantada. Jose la escuchó con más atención, por lo que se percató de que le encantaban los libros de asesinatos y crímenes. Ella seguía con los ojos cerrados y por suerte ya respiraba con normalidad, también tenía mejor aspecto y casi se había olvidado por completo de que estaba encerrada en un ascensor. ¡Qué dios bendiga el poder del subconsciente!. Jose pasó su otro brazo alrededor de la cadera de ella y la atrajo más hacia él, Nora se acomodó sobre su pecho y siguió hablando. Jose no pudo evitar sonreír, en lo que lo llevaban de curso nunca la había escuchado hablar tanto como hoy; aunque lamentaba que fuera en esas circunstancias.
—Te encantan los libros de asesinatos. ―interrumpió Jose, ella dio un respingo.
—Si, es divertido tratar de averiguar quién es el asesino. ―Jose se puso a jugar con sus dedos y juntó su cabeza con la de ella; cualquiera que los viese en ese momento pensaría que eran una pareja haciéndose carantoñas. ―Casi siempre acierto.
—¿Ah sí? ―preguntó Jose interesado, por alguna razón sonó un tanto meloso así que se aclaró la garganta. Ella asintió orgullosa y Jose apoyó la cabeza en la pared. ― No estaría mal que me prestases uno de esos libros.
— Quizás...―contestó ella dudando, Jose levantó una ceja ¿cómo que quizás? ¿A qué se refería con "quizás"?. Sintió como Nora empezó a temblar y su pulso se aceleraba; debía de estar empezando a ser consciente de nuevo de dónde estaba, se dispuso a abrazarla con fuerza pero el ascensor hizo un fuerte ruido y comenzó a moverse.
Nora se puso en pie de un salto y se colocó delante de la puerta metálica, esperando con ansía a que ésta se abriese. Jose tardó un poco más en incorporarse y se colocó al lado de ella, de reojo vio como Angy recogía sus artefactos. La puerta se abrió y Jose vio a Evan, Bel, Iván (que era el compañero de trabajo de Bel) y Matt, ¿qué carajos pintaba el rubio ahí?
—¡Matt! ―gritó Nora emocionada saltando sobre el rubio que la abrazó con fuerza, Jose sintió un leve pinchazo en el corazón y salió fuera donde Evan lo esperaba con los brazos abiertos.
—Siento haber tardado tanto pero el técnico no hacía sino darnos largas, hemos tenido que amenazarlo diciéndole que somos alumnos de Góngora y que averiguaremos donde vivía y le prenderíamos fuego a su casa, a su coche y a sus hijos. ―explicó Evan mientras le daba palmadas en la espalda, Jose asintió y se giró hacia Nora, ella estaba sonriéndole a Matt mientras Bel le preguntaba una y otra vez cómo estaba.
—Ella está bien, gracias a que el gran demonio Azazel la protegió.―declaró Angy saliendo del ascensor, Jose la miró con los ojos entrecerrados pero no le dijo nada.
—¿Seguro qué estás bien? ―volvió a preguntar Bel
—Sí, pero me gustaría tomar el aire ¿vamos?. ―Nora se giró hacia Matt y el rubio asintió.
—¿Te importa si dejamos el trabajo para otro día? ―le preguntó Bel a Iván, Jose se fijó en él por primera vez. Era más bajo que él y un poco rellenito, tenía el pelo negro y unas grandes gafas tras los cuáles habían unos pequeños ojos oscuros. No era muy agraciado y había algo en él que no le agradaba pero no supo decir el qué.
— No pasa nada, podemos hacerlo mañana. ―ofreció Iván, Bel asintió contenta y entró a casa de Evan corriendo, al cabo de unos segundos volvió a salir con su bolso.
—Entonces hasta mañana. ―exclamó Bel despidiéndose de todos y comenzando a bajar las escaleras; Matt y Nora los saludaron con las manos y siguieron a Bel por las escaleras.
Jose no pudo evitar fijarse en que Matt había agarrado a Nora de la mano y caminaba muy pegado a ella; ladeó la cabeza y se giró hacia Evan, su amigo estaba despidiéndose de Iván que se subió al ascensor y se marchó. Angy por su parte había entrado a casa de Evan.
—Tienes que quedarte, no me dejes solo con esa lunática.―suplicó Evan arrodillándose delante de Jose, el moreno obligó a su amigo a ponerse en pie. ― ¡Por favor!
—Está bien, me quedaré contigo. ―aceptó Jose a regañadientes, Evan respiró aliviado y obligó a Jose a entrar a su casa. Una vez dentro fueron hacia el salón y vieron a Angy sentada en el sofá cambiando los canales de la televisión como si estuviese en su casa. ― Por cierto, ¿qué hacía Matt aquí?
— Lo llamó Bel en cuanto supimos que estabais atrapados, al parecer él consigue tranquilizar a Nora. Tendrías que haberlo visto cuando vino, subió las nueve plantas corriendo, estaba muy preocupado por ella. ―explicó Evan tomando asiento lejos de Angy por lo que Jose se tuvo que sentar entre ambos.
Evan le pidió el mando de la televisión a Angy, la chica se lo dio a regañadientes y el pelinegro puso la película. Evan la avanzó hasta dónde habían visto en clase y la vieron a partir de ahí; Jose agarró el bol de palomitas que su amigo había preparado y se lo colocó sobre las piernas mientras trataba de concentrarse en la película, algo que le resultó más costoso de lo esperado debido a los recientes acontecimientos.
Después de lo que le pareció una eternidad la película terminó, por lo que Evan apagó la televisión. Angy sacó una libreta de su mochila y se puso a escribir en ella sin decir una palabra, luego arrancó el folio y se lo entregó a Evan que lo cogió sorprendido.
—Entonces me voy, nos vemos mañana.―se despidió Angy dirigiéndose hasta la puerta, Jose miró hacia Evan y éste se encogió de hombros, ambos escucharon como la puerta principal se cerraba con un fuerte golpe.
—Supongo que el resumen lo tendré que hacer yo.―comentó Evan distraídamente mientras guardaba el trozo de papel que le entregó Angy en su carpeta de apuntes.― ¿Qué te ha parecido la película? A mí me ha dado mucha pena.
—Supongo... no le estaba prestando mucha atención la verdad. ―Jose depositó el bol ya vacio sobre la mesa; Evan se giró hacia él y lo miró con curiosidad.
—¿No me digas que estás preocupado por Nora? ―inquirió Evan levantando las cejas, Jose negó con la cabeza.
—No, es sólo que... no sé cómo vamos a hacer el trabajo. ―dijo Jose a la defensiva, Evan soltó una carcajada que enfureció al moreno.
Jose se levantó y llevó las cosas a la cocina mientras Evan se reía de él. Una vez que regresó al salón se encontró a Evan con el teléfono móvil en la mano, le indicó que se sentase a lo que Jose accedió a regañadientes. Evan colocó el móvil entre los dos y marcó un número de teléfono, a continuación apretó el botón de manos libres y ambos esperaron a que respondieran.
—¡Holaaa!. ―saludó Bel alegremente al otro lado de la línea. ―¿Ocurrió algo? ¿Se rompió el ascensor de nuevo?
—No, tranquila. Te llamaba porque queremos saber qué tal está Nora, cómo se fue tan rápido no me dio tiempo de disculparme y preguntarle cómo se encontraba. ―contó Evan mientras le guiñaba un ojo a Jose, éste lo fulminó con la mirada.
Si Evan pensaba que le estaba haciendo un favor, se equivocaba totalmente.
—¡Oh! Ella está bien, en cuanto salimos a la calle empezó a recuperar el color y a sentirse mejor.―explicó Bel―Pobre Nora, debe ser horrible ser claustrofóbica. Pero por suerte Matt sabe trucos para mantenerla relajada.
—¿Podrías pasármela? Jose quiere saber cómo van a hacer el trabajo. ―preguntó Evan mientras Jose se negaba mediante gestos y lo fulminaba con la mirada.
—No puedo, nos separamos hace un rato. Matt decía que invitaba a Nora a merendar, a mí también me lo dijo pero mejor me vuelvo a mi casa que tengo que hacer los deberes de matemáticas. Además también tenían que ir a ver que estaban haciendo sus hermanas; no se lo digas, pero a veces me dan miedo. ―expresó Bel diciendo lo último en voz baja, Jose chasqueó la lengua irritado; esa chica hablaba demasiado, se echó hacia atrás y se recostó en el sofá. Evan quitó el manos libres y se colocó el teléfono en la oreja.
Su amigo intercambió un par de frases con Bel antes de colgar el teléfono y girarse hacia él. Jose se encontraba cambiando de canal con cierto malhumor, Evan no pudo evitar mirarlo divertido algo que no pasó desapercibido por el moreno, que le tiró el mando al pecho.
—¿Se puede saber qué te hace tanta gracia?―preguntó Jose entrecerrando los ojos.
—Nada. ―contestó Evan con rapidez. ― ¿Vamos a ver a Cris?
—Paso. ―Jose se puso en pie y caminó hacia la puerta, no obstante notó como Evan corrió junto a él y salió por la puerta primero.
—Deberías venir hace tiempo que no nos juntamos los tres. ―comentó Evan para tratar de animarlo, Jose apretó el botón del ascensor. No estaba muy seguro de querer subirse, pero era eso o bajar nueve plantas andando.
— ¿Y de quién es la culpa? Te la pasas todo el día con el loro de Bel. ―protestó Jose entrando al ascensor, Evan suspiró y entró tras él.
—Si te integrases no tendrías que pasarte todo el día solo, no es culpa mía que te empeñes en aislarte. ―Evan apretó el botón del cero y las puertas se cerraron, Jose lanzó un gruñido de inconformidad pero no dijo nada.
Él no se aislaba, eran sus dos amigos los que se empeñaban en ignorarlo y hacerle más caso a esas chicas. Además, ¿cómo podían soportar a esas chicas? Bel hablaba y hablaba y hablaba; Sonia era la chica más masculina y bruta que conoció jamás; y Nora... ella era la peor de todas. Sinceramente la única que había logrado su simpatía era Helena, la única normal entre todo ese grupo de chalados. Sin embargo, si se juntaba con ellas debía de tener algún oscuro secreto.
Se bajaron del ascensor y salieron del edificio; Evan se despidió de él con la mano y se fue a la parada del autobús mientras Jose siguió caminando. Quizás no era tan mala idea ir a ver a Cris, aunque su amigo últimamente lo estaba poniendo de los nervios con sus burlas sobre que Dafne le iba a patear el trasero. Meneó la cabeza, prefería volver a su casa antes de aguantar más chistes de Cris, ya iría a visitar a su amigo otro día.
* * * *
Al día siguiente en el instituto intentó acercarse a Nora, pero le resultó imposible. Al igual que en los días posteriores, al final ante la imposibilidad de hablar con ella realizó el trabajo él solo. Aunque estaba realmente extrañado porque la chica no hubiese tratado de entablar contacto con él para hacer el trabajo, ya sabía que le caía mal pero eso no era excusa para no ponerse de acuerdo. Miró la portada del trabajo, había añadido el nombre de ella a pesar de que no había hecho nada, pero en el trabajo anterior él tampoco había hecho gran cosa y ella lo había añadido así que en cierto modo se lo debía.
Miró a su alrededor y se encontró a varios alumnos en pie, entre ellos Evan que estaba asomado al pasillo; la profesora de historia se estaba retrasando y eso no era habitual en ella. No pudo evitar mirar hacia Nora, estaba sentada leyendo un libro con todo el material escolar guardado (algo que le extrañó bastante), delante de ella Bel y Helena hablaban, bueno más bien Bel hablaba y Helena escuchaba.
— ¡Traigo noticias! ―exclamó Sonia entrando en clase a toda prisa empujando a Evan al entrar, el pelinegro entró al igual que el resto de alumnos que estaban por fuera; una vez que todos estuvieron sentados, Sonia se aclaró la garganta. ― La profesora no ha venido hoy, al parecer está enferma en su casa. Por lo que se pospone la entrega del trabajo hasta el viernes que viene.
Los demás alumnos comenzaron a aplaudir y a lanzar los trabajos al aire mientras se levantaban y comenzaban a abandonar la clase.
—¡Hora libre! ―gritó Bel levantando los brazos al cielo y poniéndose en pie.
—Y nosotros desquiciados haciendo el dichoso trabajo. ―dijo Helena a lo que Evan dio la razón.
— Si, ojalá hubiéramos sabido que la profesora iba a enfermar. ―habló Sonia con voz alta, Jose se percató que la chica había mirado de reojo hacia Nora que seguía inmersa en su lectura. ― Así no hubiera pasado toda la tarde del martes viendo esa aburrida película.
—No estaba tan mal.―interrumpió Cris, Sonia lo fulminó con la mirada pero no dijo nada, no obstante a Sonia le brillaron los ojos y le quitó el libro a Nora de las manos.
— ¡Oye!
—¿Qué clase tiene Matt ahora? ―preguntó Sonia con maldad.
—Educación física creo... ¡ah no! ¡No! Deja a Dan en paz. ―contestó Nora pero Sonia ya había salido corriendo de la clase, Nora rodó los ojos y comenzó a caminar tras la pelirroja.
Jose vio como sus amigos comenzaron a salir tras las dos chicas, ¿y ahora qué? Se metió las manos en los bolsillos y salió tras ellos, estaba empezando a añorar los días tranquilos en los que no pasaba nada pero estaba visto que pedir eso en este instituto era como pedir peras al olmo. Una vez que llegaron fuera se encontraron a Sonia gritando a pleno pulmón al tal Dan que hasta una tortuga corría más rápido mientras el profesor de educación física le pedía amablemente que se relajase. Nora estaba sentada a su lado saludando a Matt con la mano mientras éste corría alrededor del campo de fútbol con el resto de sus compañeros. Jose se fijo en que ellos no eran las únicos que estaban en las gradas, ya que allí estaba prácticamente toda su clase.
—Profesor, ¿podemos jugar un partido contra los del C?―preguntó Matt parándose frente al profesor, éste miró hacia las gradas y vio como varios alumnos se ponían en pie y lo miraban suplicantes.
— Está bien. ―dijo el profesor guardando el silbato en el bolsillo y yéndose.― ¡Por favor tomáoslo con calma que luego Maribel me grita si vais todos en tropel a la enfermería!
—¡Si señor! ―exclamaron varios alumnos saludándolo como si fuera un alto cargo del ejército, a continuación salieron corriendo hacia el almacén de donde surgieron con balones de fútbol y baloncesto.
Jose miró el balón de fútbol con ilusión, hacía tiempo que no jugaba. Evan le dio un empujón y lo animó a unirse al grupo de chicos que se estaban reuniendo en la cancha. Él a regañadientes comenzó a bajar las gradas con Evan a su lado; cuando Matt los vio sonrió y los saludó con la mano.
—¿Jugáis? ―les preguntó el rubio, Jose asintió y se colocó con Evan en el lado derecho del campo junto con el resto de los de su clase. Ambos se sorprendieron al ver a Sonia allí junto a ellos recogiéndose el pelo en una coleta alta mientras Dan le hacía burlas. ― ¡Nora, ¿te animas?!
— No gracias, prefiero animarte desde aquí.―contestó Nora desde la grada, Bel que estaba a su lado había conseguido unos pompones y gritaba palabras de ánimo hacia ellos mientras Helena la miraba con vergüenza ajena.
— ¡Nora! ¡No lo animes a él, tienes que estar con tu clase!―recriminó Sonia ofendida cruzándose de brazos. ― ¡Esto es la guerra!
—Ay madre. ―murmuró Jose pensando que no había sido buena idea ponerse a jugar, el lado positivo era que estaba en el equipo de Sonia aunque Matt estuviese en el otro, se percató de que el rubio se colocó bajo la portería. No pudo evitar sonreír, era curioso que Matt fuese el portero; sería un placer marcar los goles.
—¡Que comiencen los partidos! ―gritó el profesor haciendo sonar el silbato.
La clase de Matt fue la que hizo el saque inicial y enseguida invadieron su lado del campo. Corrió hacia ellos para quitarles el balón pero Sonia se le adelantó y le arrebató el balón a los contrarios, Sonia avanzó corriendo y le pasó el balón a Evan, contento siguió corriendo hacia adelante y llamó a Evan que nada más escucharlo lo localizó y le hizo un pase alto, controló la pelota con el pecho y la dejo caer al suelo, comenzando a correr hacia la portería. Los dos defensas trataron de arrebatarle el balón pero les esquivó con suma facilidad así que se centró en la portería y le dio una fuerte patada al balón. Sin embargo, Matt consiguió parar su chute.
—¡Joder Jose! No sabía que jugases tan bien al fútbol.―le comentó Sonia dándole fuertes palmadas en la espalda, la chica salió corriendo rápidamente hacia el otro lado del campo en cuanto Matt lanzó la pelota. ― ¡Muévete!
Después de diez minutos de partido y con todos los jugadores prácticamente exhaustos el marcador seguía a cero y no era porque no hubiesen disparado a puerta, sino porque su defensa era muy buena y Matt era un portero excepcional, no hacía sino parar sus lanzamientos y eso lo estaba empezando a desquiciar. Corría de un campo a otro, aunque la mayor parte del tiempo se lo pasaba en el campo contrario como buen delantero, esperando a que sus compañeros le pasasen el balón ya que no tardaron en darse cuenta de lo bueno que era jugando. Para su desgracia, los del equipo contrario también se habían percatado de ello por lo que estaba constantemente marcado y recibía numerosos empujones cada vez que le pasaban el balón.
— ¡Animo Matt!―gritó Nora, Jose miró de reojo hacia ella. ¿Qué hacía animando al enemigo? Él era de su clase, debía animarlo... bueno animarlos a todos ellos, no al equipo contrario.
— ¡Que te dije de animar al contrario!―chilló Sonia histérica. ― ¡No los animes!
Por una vez y sin que sirviese de precedente estaba de acuerdo con Sonia. Ellos eran el enemigo, no tenía porque animarlos. Se desmarcó del jugador que lo seguía y le hizo una señal al que tenía el balón en ese momento, éste asintió y le pasó la pelota. Corrió a toda prisa hacia la portería haciendo un par de regates y disparó a puerta, pero Matt saltó y atrapó la pelota. Cerró los puños frustrado y se dio la vuelta.
— Vais a perder; tendrás que admitir que soy superior a ti.―dijo un chico que se apoyaba sobre la espalda de Sonia, ella se apartó y le dio un puñetazo en el estómago.― ¡Joder! ¡Eres una bruta!
—¡Cállate Dan! ―Sonia caminó hacia Jose y lo señaló con el dedo.― ¡Tú! Haz el favor de marcar un gol de una puñetera vez.
—Hago lo que puedo, ¿vale? ―protestó Jose viendo como dos jugadores de la otra clase se acercaban peligrosamente a su portería. Esquivaron al primero de los defensas y luego al segundo, pasaron el balón hacia atrás para que otro chico chutase a puerta. Gol.― ¡Mierda!
—Te lo dedico Sonia. ―un chico alto de aproximadamente un metro noventa se acercó a Sonia, tenía el pelo negro y rizado y llevaba una especie de cinta para que los rizos no le tapasen los ojos; por lo que pudo ver tenía los ojos verdes y mostraba una expresión sería. Sonia rodó los ojos y le dio una patada en la entrepierna por lo que no pudo evitar mirar con pena hacia el chico que estaba tirado en el suelo.―¡No todos los días alguien te dedica un gol! ¡Eres una desagradecida!
— ¡Que te den Dan! ―le gritó Sonia, Jose y Evan se acercaron a ella y la alejaron del chico que ya iba a abrir la boca para replicarle pero por suerte la habían alejado lo suficiente como para que no lo oyese.
—Cálmate, tú sólo preocúpate de pasarme la pelota que yo me aseguraré de empatar.―aseguró Jose con seguridad, Sonia asintió y fue corriendo hacia los otros compañeros para idear una estrategia.
Jose suspiró y caminó hacia el centro del campo, una vez que Evan sacó corrió a toda prisa hacia el área contraria, se deshizo del chico que le marcaba y Sonia se apresuró en lanzarle la pelota, le dio un cabezazo y se la envió al chico que estaba a su derecha antes de correr hacia el área, se fijó en que sus compañeros estaban aguantando bastante bien el balón; Evan le hizo una seña con los dos dedos y asintió, su amigo le lanzó un pase alto y no lo dudó, iba a demostrar que era un gran jugador. Así que dio un salto e hizo una chilena, golpeó la pelota con toda la fuerza que pudo y cayó al suelo.
—¡Goooool! ¡Siii! ―gritó Sonia, Jose se giró hacia la portería y vio como Matt golpeaba el suelo con los puños. Se puso en pie y sintió como sus compañeros de clase lo abrazaban y le daban la enhorabuena por el tanto; Evan lo golpeó con fuerza en la espalda y le sonrió con entusiasmo.
—¡Ha sido increíble!―exclamó Evan, Jose asintió satisfecho y orgulloso.
—¡Jose, Jose, Jose!―gritaba Bel mientras movía los pompones de arriba abajo, volteó hacia ella y se encontró con Helena saludándolo efusivamente mientras Bel tarareaba su nombre, le devolvió el saludo a Helena y buscó con la mirada a Nora, ella le devolvió la mirada durante un par de segundos antes apartarla y centrarse en algún punto del campo.
Jose sonrió satisfecho y corrió hacia su campo, debían mantener el empate y si se daba la ocasión podía marcar otro gol. No tardó en darse cuenta de que el partido se había vuelto más duro, ambos equipos trataban con gran esfuerzo mantener la posesión del balón y para ello habían recurrido a todo tipo de juego sucio, además de que los insultos que estaban empezando a surgir no hacían sino caldear el ambiente. Si eso seguía así acabarían a porrazo limpio antes de chasquear los dedos.
—¡Eso ha sido falta!―gritó uno de sus compañeros agarrando del cuello de la camisa a otro.
— ¡Cállate Dan! ¡O te juro que te envió a la enfermería!―chilló Sonia empujando al chico, a su alrededor también se habían puesto a gritar otros tres jugadores.
Jose caminó hacia Evan, ambos vieron como sus compañeros habían pasado de gritarse a pegarse. Se fijaron en que Matt salió de debajo de los postes de portería y corrió hacia Sonia a la que agarró de los brazos para que no le pegara a Dan a pesar de los muchos gritos de ánimo.
—Creo que podemos dar el partido por finalizado.―murmuró Evan rascándose la nuca.
—¡Cuidado!―gritó uno de los pocos jugadores de baloncesto que no estaba zurrándose, al parecer alguien le había pegado una patada al balón y este se dirigía hacia las gradas donde estaban Bel, Helena y Nora.
— ¡Bel cuidado!―bramó Evan viendo como el balón se dirigía hacia ella, Bel lanzó un gritó y se tapó la cara esperando un golpe que nunca llegó puesto que Nora golpeó el balón con el libro y lo lanzó hacia ellos. ―¡Cuida...
Demasiado tarde. El balón golpeó con fuerza el rostro de Jose cayendo posteriormente al suelo, el moreno enseguida notó como un líquido caliente comenzaba a brotar de su dolorida nariz. Se llevó las manos a la nariz para intentar frenar el sangrado mientras caminaba hecho una furia hacia Nora que seguía en pie con el libro.
—¡Se puede saber qué demonios pasa contigo!―gritó Jose totalmente fuera de sí, Evan corrió tras él para intentar calmarlo.
—Jose, trata de relajarte no lo hizo queriendo.―interrumpió Evan con voz tranquila mientras colocaba una mano sobre el hombro del moreno, pero éste se revolvió y se apartó de su amigo.
—No me vengas a gritar a mí cuando eres tú el de reflejos lentos.―murmuró Nora guardando el libro en el bolso bajo las miradas de sorpresa de Bel y Helena; Evan se llevó las manos a la cabeza y Jose se tensó.
—¡Qué yo qué! ¡Mira a la gente cuando te habla!―Jose intentó subir hacia dónde estaba Nora pero Evan lo sujeto de la camisa impidiéndoselo, Nora se giró hacia él con los brazos cruzados sobre el pecho. ―¡Puede que los tengas a todos engañados pareciendo una mojigata pero en realidad no eres más que una niña endemoniada!
—¿Terminaste?
—¡No! ¡Esto no ha hecho sino empezar!―Jose se dio la vuelta obligado por Evan, su amigo lo agarró del brazo y lo arrastró dentro del instituto a pesar de que él trató de soltarse durante todo el camino. ―¡Déjame!
Evan no lo soltó hasta que no estuvo dentro de la enfermería. La enfermera una mujer de unos cuarenta años con el pelo rubio teñido sujeto en un moño corrió hacia ellos, llevaba una bata blanca sobre unos vaqueros y una camiseta azul. La mujer llevó a Jose hasta una de las camillas donde lo acostó y comenzó a examinarlo.
—Has tenido suerte, no está rota. Sólo sangra por el golpe.―la enfermera le colocó la cabeza hacia atrás para que dejase de sangrar y le metió gasas en los dos orificios de la nariz.
Jose protestó pero sus quejidos fueron acallados por el ruido de fuera. La enfermera suspiró consternada y se puso en pie. Evan se asomó y pudo ver como por fuera de la enfermería había dos alumnos de su clase cargando a un tercero que estaba inconsciente, tras ellos había una hilera de estudiantes esperando ser atendidos.
—¿¡Habrá algún día en el que tenga la mañana libre!? ―exclamó la enfermera haciendo pasar a los jóvenes poco a poco.
—¿Pero qué pasa contigo?―le preguntó Evan en voz baja, Jose lo miró irritado pero sin moverse. ―Nora no te golpeó a propósito, en cuanto salgas de aquí vas a tener que ir a disculparte con ella.
—Ni lo sueñes.―masculló Jose sulfurado cerrando los ojos e invitando a Evan a marcharse de allí y dejarlo en paz.
Jose entreabrió los ojos un poco para ver cómo su amigo se marchaba no sin antes dedicarle unos cuantos insultos. Volvió a cerrar los ojos y trató de descansar, cualquier intento de respirar por la nariz le causaba dolor de cabeza lo que no hacía sino aumentar su enfado. Estúpido Evan. Vete y discúlpate con Nora, ¡y una mierda! Que se disculpe ella, ella le dio el balonazo.
Sintió algo frío sobre la frente y abrió los ojos con lentitud, dispuesto a volver a echar a Evan de allí pero no fue a su amigo al que encontró frente a él.
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