Capitulo 7. El ascensor
Jose llegó a su casa, depositó la mochila en el suelo y esperó en la silla de cocina a que su padre le hiciese la comida.
— ¿Qué tal el día? ―le preguntó su padre mientras troceaba una zanahoria.
— Genial.―contestó Jose con sarcasmo, su padre sonrió y siguió cocinando.
—Ves, te dije que te acostumbrarías; seguramente Góngora no es ni la mitad de horrible de lo que tú creías. ―añadió su padre alegremente. Jose puso los ojos en blanco, al parecer el convertirse en amo de casa le había arruinado la capacidad de reconocer el sarcasmo.
—Avísame cuando la comida esté lista.―pidió Jose saliendo de la cocina y dirigiéndose al salón, se sentó en el sofá y se puso a cambiar de canales.
Cerró los ojos e intentó pensar qué hacer ahora; Nora era la hermana de Dafne y Matt era el hermano de An; los dos eran los hermanos mayores de las jefas del instituto. Recordó las palabras de Matt, resultaba que al final tenía razón, Nora lo estaba protegiendo, sonaba surrealista pero sí, ella lo estaba protegiendo de eso estaba bastante seguro. La cuestión ahora era por qué, hubiera sido bastante sencillo decirle a su hermana que lo matase nada más pisar Góngora pero no fue así. Agg... Estúpida Nora, porque tenía que hacer esas cosas que no comprendía.
* * * *
Metió la cabeza debajo de la almohada intentando buscar ahí las respuestas que tanto necesitaba. Por un lado deseaba fastidiar a Nora pero no estaba dispuesto a arriesgar su vida para conseguirlo, ¿por qué tenía que tener de hermana a Dafne? Maldita sea. Seguramente a estas alturas Cris estaba en su casa descojonándose de la risa y pensando que se lo tenía bien merecido, mientras que Evan ya debía de tener el símbolo del euro en sus ojos. Apretó la almohada contra su cabeza y gritó de frustración, quería regresar a su viejo instituto ¡ya! Ahí estaba seguro, nadie lo odiaba y nadie intentaría matarlo. Oyó como la puerta se abría y alguien entraba en su dormitorio, sacó la cabeza de debajo de la almohada y miró hacia su visitante. Evan lo miraba sonriente con los brazos cruzados sobre el pecho.
—¿Qué haces? Parecía como si quisieras asfixiarte.―comentó su amigo sentándose sobre la silla del escritorio, él lo fulminó con la mirada.
—¿Qué haces tú aquí? Podías haberme llamado para decir que venías.―se quejó Jose colocando la almohada entre la pared y él y luego echándose encima de ella.
—Te lo dije en clase pero estabas en tu mundo y te llamé cuando salí de mi casa pero no lo cogiste. Menos mal que tu padre estaba aquí y me dejo entrar. ―explicó Evan dando vueltas sobre sí mismo con la silla, Jose se sacó el móvil del bolsillo y vio la llamada perdida de su amigo, ni siquiera se había dado cuenta de que el móvil había vibrado. ― Llevas desde que te rescatamos de los niños-indios en las nubes.
Jose se recostó sobre la almohada y miró hacia Evan que ya había dejado de dar vueltas y lo observaba con curiosidad.
—Tú también lo estarías al descubrir que la chica que tanto te odia tiene por hermana menor a la jefa del instituto de Góngora.―explicó Jose como si fuera lo más simple del mundo.
—No veo cuál es el problema.
— ¡¿Qué no ves cuál es el problema?!―Jose se puso en pie sobre la cama y agarró a Evan por el cuello de la camisa y comenzó a agitarlo. ― El problema, chalado de la vida, es que Nora puede hacerme desaparecer del mapa con sólo chasquear los dedos, me tiene totalmente en sus manos.
—Si aún no ha comentado nada a su hermana, ¿por qué iba a hacerlo precisamente ahora? Tú mismo dijiste que según Matt ella te estaba protegiendo, aunque personalmente creo que está protegiendo al rubio y a su hermana. ―según iba hablando Evan; Jose fue relajándose soltando el cuello de la camisa de su amigo. ― Además si entablas amistad con ella o te llevas bien no tienen por qué hacerte nada.
Jose se alejó de su amigo y se sentó en la cama, tratando de analizar sus palabras. Evan sonrió y encendió el ordenador.
—Entras en pánico demasiado pronto, todavía no entiendo cómo podías ser el capitán del equipo de fútbol.
— Porque era el mejor. ―contestó Jose con soberbia tumbándose sobre la cama. ― Sabes, tal vez tengas razón... no debería preocuparme tanto, idear un plan y acercarme a ella.
— Si, cuanto antes te lo tomes enserio antes conseguiré mis ciento cincuenta euros.―dijo Evan sin apartar la mirada de la pantalla del ordenador, Jose se giró hacia él y lo fulminó con la mirada.
— Debes estar feliz ¿no? Estabas empeñado en ver a las mandamás del instituto.―recordó Jose ignorando el comentario anterior de su amigo, Evan giró la silla hacia él con los ojos brillantes. ― ¿Cómo conseguiste que fueran a rescatarnos? Tú no sabías que era su hermana.
— Yo fui a buscar a Sonia, pero ella dijo "Ese no es mi territorio, tenemos que avisar a las chicas" , entonces fuimos a buscar a Matt que estaba en la última planta, en una clase llena de ordenadores. En cuanto Sonia le dijo que a Nora se la habían llevado los de primero salimos corriendo hacia el edificio central donde encontramos a Dafne y An en una de las clases rodeadas de golosinas y comida, agarraron los bates de béisbol y fuimos a por vosotros.―explicó Evan sacando el móvil de su bolsillo y mirando la hora.―Tengo que irme, quedé con Bel para merendar algo.
—¿Cómo la aguantas? Habla y habla y habla.―dijo Jose que se puso a mover la mano como si fuera la boca de Bel. ― Y habla y habla y habla.
—No habla tanto, estás muy quejica últimamente.―comentó Evan apagando el monitor y poniéndose en pie. ―¿Te vienes? Un poco contacto humano no te vendría mal, llevas unas semanas que pareces un cangrejo ermitaño.
— No, ya tuve suficientes gritos de Bel por hoy.―dijo Jose recordando como la chica se había puesto histérica al ser atada a la silla, Evan se encogió de hombros y caminó hacia la puerta. ―Nos vemos mañana.
El resto de la tarde se la paso ideando un plan de conquista en el ordenador pero al cabo de tres horas se aburrió y se fue al salón a ver una película con su padre. Evan le mandó varios mensajes animándolo a ir al cine con ellos pero ya estaba en pijama y volver a vestirse le daba pereza así que le mandó un sms contestándole que no podía.
A la mañana siguiente se levantó tarde por lo que tuvo que salir de su casa a toda prisa y sin desayunar para poder subir por los pelos al autobús. Se había pasado toda la noche dándole vueltas al tema de Nora pero todavía no había logrado sacar nada en claro. Buscó a Evan en la entrada, pero al no verlo subió corriendo hacia la clase; una vez allí depositó sus cosas sobre la mesa y vio a Evan hablando animadamente con Bel, Helena y Cris. ¡Qué bien! Ahora también su mejor amigo lo dejaba de lado y prefería la compañía de esas chicas. Se apoyó en la mesa y miró hacia la pizarra, a los pocos minutos sonó el timbre y la profesora de Historia entró en clase.
—Nora vaya a por la televisión que está en la sala de audiovisuales.―pidió la profesora sorprendiendo a toda la clase, Nora se puso en pie mientras la profesora escribía una nota.
—Esto... alguien tiene que venir conmigo.―murmuró Nora, la profesora le entregó la nota.
—Jose vaya con ella, os quiero aquí en menos de diez minutos.―ordenó la profesora.
Nora salió de clase sin esperar a que Jose se pusiese en pie; él se giró hacia Evan que le guiñó un ojo y abandonó la clase. Fuera se encontraba Nora que nada más verlo comenzó a caminar sin decirle nada.
—¿Tenemos sala de audiovisuales?―preguntó Jose, Nora asintió pero no dijo nada.
Bajaron caminando hasta la planta baja y de ahí caminaron hacia el edificio principal; una vez en éste tomaron uno de los pasillos de la izquierda y caminaron hasta una puerta de madera. Jose se detuvo delante de la puerta y trató de abrirla pero estaba bloqueada, miró a su alrededor y a la derecha había un panel con números. ¡Vaya, eso sí que era guardar las cosas con seguridad! Nora se sacó la nota del bolsillo y comenzó a teclear los números; cuando acabó le dio a la tecla verde y la puerta se abrió automáticamente.
—Tenéis mejor seguridad que en el banco.―comentó Jose sorprendido entrando a la sala.
Era una pequeña habitación sin ventanas, por lo que tuvo que buscar el interruptor de la luz que estaba al lado de la puerta. Una vez que la luz estuvo encendida pudo ver el contenido de la habitación, había una mesa con ruedas sobre la que había una televisión de plasma; a su lado había un mueble con siete proyectores y cuatro ordenadores portátiles, también habían teclados de ordenador, ratones, pantallas y dvd's.
—Aquí hay de todo, no me extraña que esté bien guardado.―comentó Jose cogiendo uno de los ordenadores portátiles.
—Deja eso y saca la tele.―ordenó Nora desde fuera, Jose depositó el ordenador en su sitio y se giró hacia ella.
—¿No vas a entrar a ayudarme? ―le preguntó, ella miró hacia la puerta y no se movió de su sitio.
— Es una mesa con ruedas, no creo que cueste tanto sacarla de ahí.―comentó ella con su habitual tono de hostilidad; Jose suspiró irritado y comenzó a empujar la mesa poco a poco hasta que consiguió sacarla, una vez que estuvo fuera Nora cerró la puerta.
—¿Y ahora?―preguntó apoyándose sobre la televisión.
Ella comenzó a caminar por el pasillo, Jose se revolvió el pelo desquiciado y la siguió empujando la mesa.
—Al menos podrías contestarme cuando te pregunto algo. ―se quejó Jose, pero Nora siguió andando sin decirle nada; Jose dejó de empujar la mesa y agarró a Nora del brazo. ―¡Oye! Te estoy hablando.
—Vamos hacia el ascensor, ¿¡contento!? ―le chilló Nora con rabia, él le soltó el brazo de mala gana y fue hacia la mesa a la que empujó hasta la puerta del ascensor. Nora apretó el botón y las puertas se abrieron, sin embargo no entró, sino que se apartó de las puertas. ―Entra y pulsa para ir a la segunda planta.
Jose la obedeció y metió la mesa dentro del ascensor, sin embargo impidió que las puertas del ascensor se cerrarán.
—¿No subes?―Ella negó con la cabeza.―No vas a morirte por pasar quince segundos aquí dentro conmigo.
—No es eso, es que iríamos muy apretados.―se excuso ella, Jose levantó una ceja, el espacio del ascensor era suficiente para ambos y para tres personas más.
Nora se marchó y Jose apretó de un puñetazo el botón de la segunda planta. ¿Por qué tenía que ser así con él? El ascensor se abrió y sacó la mesa de allí, miró hacia los laterales pero no vio a Nora por ningún lado así que comenzó a empujar el mueble hacia su clase. Nora lo alcanzó justo antes de entrar a la clase y le abrió la puerta para que entrase.
—¡Al fin!―gritó Sonia, Jose colocó el mueble delante de la pizarra y conectó la televisión a la corriente, luego se sentó. De reojo vio como Nora había tomado asiento nada más llegar a clase y permanecía en silencio.
—Bien chicos, hoy vamos a ver La lista de Schindler. No vamos a poder verla entera debido a que dura mucho más que nuestra hora de clase, por lo que el resto la veréis en casa y con el compañero que os asigné para el otro trabajo me haréis un resumen de cinco páginas que contenga además vuestra opinión. ―explicó la profesora, se oyó un leve murmullo de protestas pero nadie alzó la voz. ―Sonia.
—¿Y eso para cuando es? ―preguntó la pelirroja bajando la mano.
—Para este viernes.―contestó la profesora poniendo el video.
No le hizo falta girarse para conocer la reacción de Nora, obviamente la chica iba a estar maldiciendo su suerte. Y para él tampoco es que fuese la noticia del siglo, hubiera preferido que lo emparejasen con cualquier otra persona, incluso estaba dispuesto a soportar a Bel. Miró hacia Evan, su amigo estaba blanco y había empezado a golpear su cabeza contra la mesa; vaya al parecer no era el único que estaba disgustado.
Una hora más tarde la profesora abandonaba la clase llevándose con ella la televisión, Cris se levantó y se fue a hablar con Sonia. Jose supuso que iría a preguntarle cómo se iban a organizar para ver la película, él debería hacer lo mismo e ir a hablar con Nora; se puso en pie dispuesto a ir hacia ella pero se detuvo al escuchar una voz familiar tras él.
—¿Ahora tenéis filosofía? ―preguntó Matt desde la puerta, Jose se giró hacia él y le asintió. ―Genial, ¡vamos chicos!
Matt volvió a entrar en la clase pero esta vez iba cargando una silla, tras él entraron muchos más alumnos que también cargaban sus sillas. El rubio colocó su silla al lado de la de Nora y otro chico se colocó al lado de Sonia, los demás estudiantes que entraron iban colocándose junto a sus conocidos. ¿Qué pasaba ahora? ¿Qué hacía toda esa gente en su clase?
—¿Y qué hace toda esta gente aquí? ―preguntó Evan, Jose se encogió de hombros y se sentó de nuevo ya que ahora sí que le iba a resultar imposible hablar con Nora.
Cris terminó de hablar con Sonia y se sentó con ellos.
— ¿Y? ―le preguntó Evan
— Dice que veamos la película mañana que hoy no puede. ―comentó Cris ―Sólo tenemos tres días para hacer el trabajo, deberíais apuraros vosotros también.
—Nada mas de pensar que tengo que volver a quedar con la adoradora del diablo me dan escalofríos. ―dijo Evan mientras se abrazaba a sí mismo con miedo.
—¡Joder Dan que te den! ¡Vete a la mierda me oyes! ―gritó Sonia mientras trataba de tirar de la silla a un chico que se agarraba con fuerza a su asiento para evitar caerse.
— Si sigues así no vas a echarte novio nunca.―dijo el chico ganándose una mirada de odio por parte de Sonia que soltó la silla donde estaba el chico sentado para coger la suya propia y levantarla para atizarle pero por suerte Matt, Nora y otros cinco más se levantaron y la agarraron antes de que pudiera hacer nada. ―Ves, qué clase de chica se comporta así.
—¡Soltadme que lo mato! ―chilló Sonia
—¡Buenos días! ―saludó el profesor de filosofía, el hombre miró hacia los siete chicos que sujetaban a Sonia y luego se fijó bien en la clase. ― Pensé que ya habíamos pasado la etapa en la que Sonia trataba de matar a Dan.
— La verdad es que no, pero ahora que no están en la misma clase no pasa tan a menudo. ―añadió Matt. ―Por cierto, tenemos hora libre ¿podemos unirnos a la clase?
El profesor depositó los libros sobre la mesa y sacó un folio.
— Con vosotros tengo a última hora, ¿no?―indicó el profesor, uno de los alumnos le gritó que sí. ―Bien, hoy saldremos todos una hora antes. ¡Deberíais uniros a esta clase más veces!
Jose parpadeó sorprendido, no sólo les permitía quedarse en la clase ―estando ahora su clase masificada— sino que además les animaba a venir más veces. ¡Qué clase de profesor era ese! Los alumnos que sujetaban a Sonia poco a poco se fueron retirando y sentándose en sus "asientos", finalmente Matt y Nora la soltaron y dejaron que la pelirroja colocase su silla en el suelo y se sentase al lado de ese tal Dan.
—¿Es necesario que vosotros dos estéis sentados juntos?―preguntó el profesor a Sonia y Dan. Ellos dos asintieron.―Bien, pero no os emocionéis peleando que os conozco.
Diez minutos, eso fue lo que tardaron en ponerse a gritar el uno al otro y recriminarse asuntos personales. Lejos de mandarlos a callar o a dirección, el profesor aprovechó sus arrebatos de ira para ir poniendo ejemplos sobre cosas dichas por filósofos o sus teorías. Dejando a un lado lo extraño que era todo y la cantidad de insultos que podía soltar Sonia por su boca en menos de un segundo, fue en la clase en la que más había aprendido en toda su vida.
Nora se levantó para despedir a Matt y una vez que el rubio estuvo fuera se acercó a la mesa de Jose, él levantó la mirada sorprendido de que ella fuese hasta él de forma voluntaria.
—¿Cómo vamos a hacer para lo de la película? ―le preguntó Nora
— Puedes venir a mi casa a terminar de verla.―Nora se negó horrorizada. ―Puedo ir yo a tu casa a verla.
— No.
—Si no quieres ir a mi casa y no quieres que vaya a tú casa, ¿¡cómo diablos se supone que vamos a hacer el trabajo?!―preguntó Jose poniéndose en pie y apoyando sus puños sobre la mesa; Jose escrutó los ojos de Nora, ella se mantenía fría.
—Podéis venir a mi casa.―propuso Evan, los dos jóvenes lo miraron interesados. ― Es un terreno neutral y así no estaré a solas con la adoradora del diablo.
— ¿Te refieres a mí?―preguntó una chica con voz sombría, iba vestida completamente de negro y su rostro estaba oculto por el pelo, Evan lanzó un grito al aire y se agarró con fuerza a la silla mientras hacia la señal de la cruz en dirección hacia la chica gótica.―¿Adoradora del diablo? Me gusta.
Para suerte de Evan, la chica tuvo que regresar a su asiento al igual que Nora ya que el profesor de geografía hizo acto de presencia y los mando a sentar a todos.
* * * *
Después de despedirse de Cris y Evan en el instituto se dirigió hasta su casa, una vez allí su padre le preparó una comida "normal", ya que macarrones con espinacas casi crudas no sabía cómo clasificarlos; pero al menos era comestible. Se tumbó un rato en el salón pero a los quince minutos tuvo que levantarse, no podía seguir viendo a su padre frunciendo la ropa y planchando mientras cantaba. Se fue a su dormitorio y sacó todos los libros de la mochila, Evan le podía prestar folios y bolígrafos así que no le hacía falta llevar nada. Miró el reloj, tenía diez minutos para llegar a casa del pelinegro; era más que suficiente; se cepilló los dientes y se revolvió el pelo.
—Me voy.―se despidió de su padre, no esperó su respuesta y cerró la puerta.
Desde su casa hasta la de Evan había unos quince minutos andando así que se lo tomó con tranquilidad. Una vez que llegó al edificio de su amigo se fijó en que Nora iba caminando despacio mientras miraba una nota y luego los edificios; Jose respiró hondo y levantó la mano para llamar su atención, notó que ella lo vio ya que se guardó el papel en el bolsillo y caminó hacia él.
—Hola.―saludó Jose, ella movió la cabeza ligeramente a modo de saludo. Jose respiró hondo por segunda vez, iba a ser una tarde muy larga. Levantó la mano y apretó el timbre que correspondía al piso de Evan.
—¿Sí?
—Yop y Nora. ―se presentó Jose empujando la puerta al escuchar el sonido que le indicaba que debía hacerlo, Nora entró tras él. Ambos caminaron hacia el ascensor y Jose apretó el botón de éste, abriéndose las dos grandes puertas metálicas. Se fijó en que Nora se echó hacia atrás y miraba hacia los lados.
— ¿No se puede subir por las escaleras?―preguntó ella preocupada, Jose se rascó la nuca, ya estaba otra vez quejándose por tener que meterse en un ascensor con él; ¡no iba a violarla ni nada, por dios!
— No digas idioteces, son nueve plantas. ¡No seas quisquillosa y entra de una vez!―le recriminó el moreno cogiéndola del brazo y arrastrándola literalmente dentro del ascensor, pulsó el botón y las puertas empezaron a cerrarse, pero antes de que estas estuviesen totalmente bloqueadas entró la chica gótica.
—Buenas.―saludó la gótica, Jose apretó de nuevo el botón de la novena planta y el ascensor inició su subida.
Los tres iban en completo silencio, miró de reojo hacia Nora, ella estaba frente a la puerta preparada para salir de allí en cuanto se abriese. Se dio cuenta de que la chica estaba con los ojos cerrados mientras daba golpecitos con los dedos en la pierna. Jose se apoyó sobre la pared y suspiró; por mucho que le daba vueltas no sabía cómo comenzar a llevarse bien con ella. Notaron un fuerte ruido y el ascensor se detuvo de golpe, se agarró con fuerza a la barra de la pared y vio como Nora y la gótica habían tenido menos reflejos y las dos estaban en el suelo. Se acercó hacia Nora con cuidado y trató de ayudarla a incorporarse pero ella rechazó su ayuda; sin embargo no se apartó de ella pues parecía confusa y estaba tensa; Jose la examinó bien, estaba de rodillas con la mirada fija en el suelo y los puños cerrados.
—Yo ahí no entro.
— Nunca voy a discotecas.
—Demasiado pequeño, oscuro y sin posibilidad de encontrar la salida con facilidad.
—¿No se puede subir por las escaleras?
Las palabras de Nora invadieron su mente; no quiso entrar en el castillo de terror de la feria, hoy en el instituto no entró a la pequeña sala de audiovisuales en la que no había ventanas al igual que también se negó a entrar en el ascensor con él, y hace menos de un minuto le preguntó por las escaleras. ¡Joder, no! ¡No, no, no! Todas esas señales, sólo podían significar una cosa... ¡Era claustrofóbica! ¡Y él la había obligado a subirse en ese ascensor que ahora mismo estaba parado en vete tú a saber qué planta! ¡Joder, cómo podía haber sido tan estúpido! En ningún momento ella estuvo en contra de subir con él al ascensor, simplemente le aterraba la idea de quedarse encerrada tal y como estaban ahora. Unos gritos lo devolvieron a la realidad, Nora se había puesto en pie y aporreaba la puerta del ascensor.
—¡Socorro! ¡Ayuda por favor!
No pudo evitar mirarla sintiéndose culpable, ella estaba ahí por su culpa. Miró hacia la chica gótica y vio que ésta había sacado el móvil, él hizo lo mismo y tras comprobar que apenas tenía cobertura llamó por teléfono a Evan. Al tercer tono su amigo contestó.
—¿Dónde estáis?
—Evan escúchame bien, el ascensor se ha parado. Estamos encerrados aquí... ―miró hacia la chica gótica esperando a qué esta le dijese su nombre, ella movió los labios indicándole su nombre, dudó ante lo que le decía la chica, ¿cómo una admiradora de Satán podía llamarse Angy? Eso es Ángela; decidió ignorar lo irónico de la situación y habló de nuevo. ―Angy, Nora y yo.
—Está bien llamaré al técnico, pero tardará un buen rato.
— ¡No tenemos un buen rato! Nora es claustrofóbica, se ha puesto a dar golpes por todo el ascensor tratando de buscar una salida mientras grita histérica.―explicó Jose de los nervios, Evan murmuró claustrofobia y notó como le arrebataban el teléfono a su amigo.
— Jose, soy Bel. Nora tiene un ataque de pánico; tienes que intentar como sea que se relaje, si sigue así comenzará a hiperventilar, tendrá nauseas y podría hasta perder el conocimiento. ¡Tienes que hacer todo lo que puedas para tranquilizarla! ¡¿me oyes!?―explicó Bel a gritos y con una notoria preocupación.
—Pero yo no sé qué hacer.―dijo Jose, sin embargo no escuchó respuesta por parte de Bel. ―¿Hola? ¿Bel?
Apartó el móvil de la oreja y lo miró. Sin cobertura. ¡Joder, mierda! Pegó una patada a la pared, ¿cómo cojones se suponía que iba a tranquilizar a Nora?
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