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Capitulo 40. Nuestro final feliz

― Y es por eso que corrí desnudo por el instituto.―dijo el castaño finalizando su relato.

Jose miró hacia el director y luego hacia su padre, su progenitor estaba con los brazos cruzados y muy callado, demasiado callado.

 ―¿Por qué en tu relato siempre salgo cocinando dulces?―preguntó su padre, Jose rodó los ojos.―Yo no estoy todo el día haciendo repostería.

― ¿Qué estabas haciendo cuando te llamaron? ―investigó Jose

―Pues estaba coci...¡eso no importa! Estoy aquí porque a mi hijo le dio por correr desnudo por los pasillos del instituto.―exclamó su padre con energía mirándolo severamente aunque enseguida relajó el rostro y se mostró tan afable como siempre.―¿Y se puede saber que te han hecho los pobres patitos para que estés empeñado en liarte a tiros con ellos?

Jose resopló con fastidio y rodó los ojos; lo peor de ser expulsado iba a ser tener que soportar a su padre a todas horas. Miró de reojo al director y lo vio sumido en sus pensamientos, cómo le recordaba ese hombre a alguien...

 ―Sabía que estabas enamorado de Nora, lo supe desde que os vi juntos bajo la lluvia.―comentó su padre en tono jovial guiñándole un ojo.

―¿Sabías que ella me gustaba? ¿Durante todo este tiempo?―preguntó Jose con sorpresa, su padre asintió y levantó el pulgar con emoción.

― Claro que sí, nada se escapa a mi ojo experto.―comentó su padre con alegría para sonreír con emoción.―Además, ya te he dicho un par de veces que eres igualito a mí cuando era joven; yo también era bastante despistado en el amor.

―Yo no soy igual a ti.―masculló Jose con irritación; ellos no se parecían, él no era un paranoico y no pensaba pasarse su madurez cocinando dulces a todas horas.

Su padre sonreía con felicidad mientras ladeaba la cabeza de un lado a otro. Jose suspiró, bueno al menos su padre se había tomado la situación con relativa calma; miró hacia el director con miedo y contempló como el hombre lo examinaba concienzudamente con las manos sobre la mesa.

 ― Entonces, puedo suponer sin temor a equivocarme que usted es el famoso padre que hace galletas.―dijo el director mirando a su padre que infló el pecho con orgullo antes de asentir.

― Mira Jose, soy famoso.―dijo su padre dándole un leve codazo en el brazo, Jose asintió y vio como a su padre le brillaban los ojos con emoción.

Genial, ahora sí que era verdad que nadie iba a moverlo de la cocina.

 ―Y por lo tanto tú eres "el roba-novias", tenías ganas de conocerte.―dijo el director pasando de estar tenso a tomar una postura más relajada, Jose se sintió extraño, ¿lo había llamado "el roba-novias"? frunció el ceño, ¿cómo conocía él ese mote? Así sólo lo llamaban los vecinos gemelos de Nora, ¿el director los conocía?

―¿Conoce a Mario y Miguel?―preguntó Jose, el hombre esbozó una pequeña sonrisa maliciosa.

―Son mis hijos.―declaró el hombre con total tranquilidad.

―¿¡Usted es el vecino de abajo?!―exclamó Jose poniéndose en pie, el director asintió y comenzó a reírse por lo que Jose avergonzado tomó asiento de nuevo.

―Sí, yo soy su vecino...―aseguró el director mirándolo fijamente con ojos brillantes.―Eres muy impulsivo, ¿lo sabías?

Jose asintió en silencio. Así que por eso ese hombre le parecía tan conocido, ¡era el padre de los gemelos demoniacos!

 ―Supongo que eso es bueno para Nora, ella es demasiado tímida.―dijo el director por lo que Jose lo miró sorprendido, ¿le estaba dando su visto bueno? El director se puso en pie y se asomó por la ventana.―Mmm... ¿qué debería hacer contigo?

―¿No va a expulsarme? ―preguntó Jose, el hombre se dio la vuelta y sonrió luego negó con la cabeza.

―Si no he expulsado a Kyle por cargarse el sistema eléctrico y las tuberías de los baños; y a Triz por piratear todos los días la megafonía, ¿por qué iba a expulsarte a ti?―contestó el director, Jose suspiró aliviado al igual que su padre.―Pero te recomiendo que no vengas a clase mañana, ni la semana que viene.

―Entendido.―contestó Jose, no hacía falta que el director lo dijese, después de esa vergüenza no pensaba aparecer por el instituto en una buena temporada.

―Hay algo que no entiendo.―comentó su padre, Jose lo miró con curiosidad y su progenitor lo señaló con el dedo.―Dijiste que no correrías desnudo, ¿qué te hizo cambiar de idea en dos días?

―Bueno, ayer escuché a Ann decirle a Dafne que Matt iba a pedirle salir a Nora porque se había dado cuenta de que estaba enamorado de ella y que Dan y Sonia iban a ayudarlo con su confesión.―contó Jose con vergüenza pensando ahora que quizás aquello había sido un invento de la rubia para hacerlo enojar y que se decidiese a correr desnudo.

―Demasiado impulsivo.―aseguró el director sin esconder su risa, su padre se llevó las manos a la cabeza y luego lo miró con pena.

―Hijo, obviamente sabían que las estabas escuchando. Deberías meditar más las cosas antes de dejarte llevar a lo loco por tus emociones.―le recomendó su padre hablándole con ternura, por lo que el castaño se sintió idiota.

―Bueno, no te culpo... ese par es de armas tomar, y si ellas habían decidido que correrías desnudo ibas a hacerlo; tarde o temprano hubieras caído en alguna de sus artimañas.―trató de consolarlo el director apoyando su mano sobre el hombro de Jose.

Realmente eso no lo reconfortaba, había caído en la trampa de esas dos, bueno más bien se había tirado de cabeza a su trampa y ahora todos lo habían visto desnudo, ¡joder, qué vergüenza! Escucharon un fuerte pitido seguido de un gong por lo que el director suspiró.

 Gutiérrez, hasta estando en clase soy capaz de piratear la megafonía, debería darte vergüenza.

 Sin embargo, antes de que Triz pudiese decir nada más comenzó a sonar la alarma de incendios.

 Por favor mis queridos oyentes evacuad el instituto con calma y tranquilidad, nuestro querido director nos lo agradecerá. Y ahora, ¡las noticias! ¡Tatata...

 Triz déjate noticias y sal del aula.

 ¡No, debo informar al alumnado!

 ¡Dame eso!

 Se escuchó un forcejeo y tras eso la voz de Triz.

 ¡Volveré!

 Y dicho eso se cortó la emisión. El director se dejó caer sobre su sillón y se quitó las gafas para luego masajearse la sien mientras su padre se había puesto en pie y los miraba con estrés. Jose miró la hora, aún quedaba una hora para que acabasen las clases por hoy; vaya, se había pasado toda la mañana contando lo sucedido.

 ―¿Hay un incendio? ―preguntó su padre con preocupación.

―No hay de qué preocuparse, es una falsa alarma.―dijo el director rascándose la barbilla, a continuación tomó las gafas de encima de la mesa y se asomó por la ventana.―Debo reconocer que lo han hecho más rápido de lo que pensaba, tenía la esperanza de que no hubieran conseguido preparar las cosas a tiempo.

― ¿Sabía que iba a saltar la alarma de incendios? ―indagó Jose con sorpresa.

―Me lo imaginé mientras estabas hablando.―comunicó el director por lo que Jose lo observó con curiosidad; el director dejó de mirar el paisaje y se centró en él.―Quieren sacarte para que te encuentres con Nora.

―¿¡Qué?! Pero yo no quiero verla ahora, no... no sé ni cómo la voy a mirar a la cara.―protestó Jose aferrándose a la silla, él no iba a ir a ningún sitio y mucho menos iba a encontrarse con Nora delante de todo el instituto.

―Oh, yo también tengo curiosidad por ver cómo reacciona Nora al verte.―opinó su padre por lo que Jose le lanzó una mirada asesina.―¿Qué? Con todo lo que has contado es normal que quiera saber si tu desnudo ha servido para algo.

―Me da igual lo que tú quieras, no voy a salir de aquí.―se negó Jose cruzándose de brazos, su padre trató de imitar al gato con botas de Shrek pero el castaño negó con la cabeza. ―No.

―¿A qué usted también quiere saber cómo acaba todo esto? ―preguntó su padre volteándose hacia el director.

Jose miró hacia el flamante director, era imposible que ese hombre, director de uno de los institutos más importantes y peligrosos del país tuviese curiosidad por una tontería como esa. Él era una persona seria que llevaba con mano de hierro esa institución.

 ―La verdad es que sí. ―contestó el director.

Jose rodó los ojos, por unos segundos había olvidado que aquello era Góngora y que ese hombre pese a su aspecto de persona seria e imponente era vecino de Nora y Dafne y padre de los gemelos que lo grabaron en vídeo y lo colgaron en youtube.

―Anda Jose, sal y busca a Nora.―pidió su padre amablemente mientras lo tiraba de la silla dónde estaba sentado.

―¡Papá que no voy a ir a buscar a Nora!―exclamó Jose enfadándose con su padre y mirándolo mal, de verdad que hoy lo estaba enojando en serio.

No iba a buscar a Nora, ¿es que era tan difícil de entender? Le daba demasiada vergüenza verla por no mencionar que tenía miedo, ¿y si a pesar de todo ella volvía a rechazarlo? Sinceramente no creía que precisamente hoy pudiese soportar que la morena le dijese que sólo podían ser amigos.

 ―Está bien, como quieras.―murmuró su padre encogiéndose de hombros con tristeza y mirando al director.―Nos quedaremos aquí hasta que quieras salir.

―¡Gracias! ―exclamó el castaño tomando asiento de nuevo en la silla de dónde su padre lo había echado.

―Lástima que las de allí afuera no piensen lo mismo.―indicó el director señalando hacia el sistema de ventilación de dónde comenzaba a salir humo y a oler muy fuerte.―Siempre encuentran la forma de colar algo, y eso que la última vez hasta pusimos un sistema antirrobo.

―Huele a...¿cebolla? ―inquirió su padre

—Han debido sacarla del huerto de los indios.

―¿De verdad tienen un huerto?

―Claro que sí, y cultivan tomates, cebollas, lechugas, zanahorias, patatas y para Halloween calabazas.―enumeró el director con orgullo sacando un pañuelo del bolsillo del pantalón para taparse la nariz.

Jose se cruzó de brazos con fastidio, la garganta estaba comenzando a irritársele al igual que los ojos. Joder, a este paso iba a tener que salir. ¡Malditas Dafne y Ann!

 ― Creo que es mejor que salgamos.―indicó el director, Jose rechinó los dientes y se puso en pie a regañadientes sólo saliendo del despacho tras su padre y el director.

Caminaron por el pequeño pasillo dejando atrás la sala de profesores para llegar al centro del edificio central, a la izquierda de ellos se encontraba la entrada a la cafetería, al frente y a unos metros estaba la máquina expendedora dónde siempre compraba los refrescos y a unos metros de ella se encontraban las escaleras que conectaban con su torre. Jose se detuvo tras su padre y el director, ambos miraban hacia la entrada principal y parecían dispuestos a salir por ella hasta que unos gritos procedentes de su torre llamaron su atención.

 ― ¡Y tú diciendo que ibas a ser el único hombre que viese desnudo, já!

A Jose no le hizo falta ver a la persona que gritaba, conocía perfectamente esa voz... llevaba todo el curso escuchándola gritar. Con terror vio como su padre caminaba hacia su torre y se detenía al pie de las escaleras, Jose lo siguió mientras rezaba porque Nora no estuviese esta vez con Dan y Sonia. El castaño se asomó por la caja de escaleras y vio las figuras de Dan y Sonia bajando por ellas mientras hablaban, bueno, mientras discutían pero eso para ellos era hablar.

― ¿Crees que Nora algún día dejará de estar sonrojada?―preguntó Sonia, Jose tragó saliva con nerviosismo y su padre miró con expectación hacia las escaleras.―Ya ni me acuerdo de cuál era su color natural de piel.

― Pero está tan linda así tan roja.―comentó Matt; Jose puso los ojos en blanco, eso sólo podía decirlo él.

― Seguro que todavía está pensando en los pectorales de Jose, parecía que estaba escuchimizado pero realmente está muy bien pero que muy bien y también...

― ¡Para! Cielos, no creo que pueda volver a mirarlo a la cara sin recordar lo de hoy.―dijo Nora, Jose tragó saliva... Nora sí que estaba con ellos.

―¿Y no se trataba de eso?―preguntó Sonia. ―De todas formas ahora no creo que nadie pueda mirar a Jose sin recordarlo corriendo en pelotas por ahí jajaja. ¡Joder está para echarle un buen...

―¡Quieres dejarlo ya! ¡Estás haciendo que me enoje de verdad!―gritó Dan con brusquedad.―No deberías hablar de los cuerpos de otros chicos cuando tu novio está delante.

―¡Está bien! ¡Ya me callo, ¿contento?!―gritó Sonia

―No sé que tanto halagas a Jose, yo estoy mucho mejor, incluso Dan tiene mejor cuerpo.―preguntó Matt; Jose bufó molesto, como odiaba a ese chico.

―¿Dan tus padres no se iban hoy a cenar con unos amigos? ―inquirió Sonia.

―Si, por eso me voy a casa de Matt a jugar a la x-box.―declaró el chico con entusiasmo.

― ¡Pero serás idiota! ¡Está visto que contigo no puedo ser sutil! ¿¡Qué demonios tengo que hacer, meterme en tu cama con un picardías para que te des por aludido?!―exclamó la pelirroja con furia haciéndolo sonrojar hasta a él.―¡Con Will seguro que no me pasaría nada de esto!

 La voz de Sonia cada vez sonaba más cerca así que su padre volteó rápidamente hacia él y le pegó una palmada en la espalda obligándolo a avanzar un par de pasos justo cuando Nora, Matt, Dan y Sonia aparecían.

 ―Si quieres hacer "ejercicio" sólo tienes que decirlo, no me estés con indirectas idiotas; pero si quieres meterte en mi cama con un picardías hazlo, ¡no tengo nada en contra de ello señora pulga!―proclamó Dan a los cuatro vientos mientras Sonia se preparaba para gritarle, no obstante la pelirroja se percató de su presencia y sonrió de medio lado.

― ¡Nora mira quién está ahí!―chilló Sonia con emoción señalándolo y haciendo que los cuatro se parasen en mitad de la escalera a unos escasos dos metros de él.

La morena apartó la mirada del libro que estaba leyendo y Jose pudo comprobar cómo efectivamente su rostro estaba completamente rojo. Con nerviosismo levantó la mano y la saludó, ella se quedó unos segundos paralizada antes de esconderse rápidamente tras Matt que comenzó a reírse descaradamente.

 ¿Qué demonios?

 Jose frunció el ceño con enojo, y vio como Dan y Sonia se miraban entre ellos con complicidad.

 ―Al final no nos sirvió de nada quedarnos en clase, os encontrasteis igual.―expresó Sonia mirando a Nora, la morena asomó la cabeza por encima del hombro de Matt y lo observó unos segundos antes de esconderse tras el rubio de nuevo.

Esa actitud estaba empezando a crisparle los nervios, ¿qué le pasaba a esa mujer ahora?

 ―¿No vas a saludar a Gabriel?―curioseó Matt levantando la mano y saludando a su padre que seguía emocionado a su lado.

―Hola.―murmuró Nora en voz baja sin salir de su escondite.

―Pensaba que ya habías pasado tu etapa de esconderte detrás de mí para ocultarte de la gente.―comentó Matt con diversión mirando de reojo hacia atrás, Nora negó con la cabeza y se agarró a la camisa de Matt.

―Ey, esto me recuerda a cuándo éramos pequeños y Nora se escondía detrás de ti cuando íbamos al restaurante de Sonia; qué tiempos aquellos.―recordaba Dan con voz melancólica.

―¿Vas a quedarte para siempre ahí?―preguntó Sonia, Jose no vio a la morena pero supuso que asintió al ver la cara de circunstancias de la pelirroja.―Bien, tú lo has querido...¡Jose atrápala!

Rápidamente Dan apartó a Matt y Sonia le dio un fuerte empujón a Nora haciendo que la morena bajase las escaleras que le quedaban de golpe y a trompicones hasta aterrizar sobre sus brazos. Jose contempló su rostro sonrojado durante apenas una milésima de segundo antes de que ella le diese un fuerte empujón y se apartase de él. Jose rodó los ojos y se rascó la nuca mientras ella evitaba en todo momento mirarlo.

―Tú...¿en qué estabas pensando?―masculló Nora en voz tan bajita que a Jose le costó escucharla.―Corriste desnudo.

―Lo sé...―murmuró él también con vergüenza revolviéndose el pelo.

―Estás loco.―afirmó Nora en susurros levantando al fin la mirada del suelo y clavando sus ojos miel en los suyos; Jose carraspeó y dio un paso adelante acercándose a Nora que al contrario de otras veces no dio un paso hacia atrás sino que se quedó dónde estaba.

―Y es por tu culpa.―aseguró Jose, Nora negó con la cabeza y esbozó una pequeña sonrisa antes de inesperadamente acortar la distancia entre ambos y besarlo.

Ok, estaba soñando. Seguro que estaba soñando, aún así se dejó llevar hasta que la morena decidió darlo por finalizado; sin embargo cuando ambos se separaron pudo ver como los ojos de Nora brillaban y se acariciaba el pelo con nerviosismo. ¡Eso no era un sueño! ¡Ella lo había besado en el mundo real! Pletórico, tomó su rostro entre sus manos y volvió a besarla con pasión. Era increíble como esa chica podía hacerlo tan estúpidamente feliz hasta hacerlo temblar y cómo hacia que su corazón latiese a mil por hora con sólo un leve roce. Ella no iba a volver a separarse de él, nunca.

 Sintió como Nora por primera vez pasaba las manos alrededor de su cuello y le tocaba ligeramente el cabello, algo que por alguna extraña razón lo emocionó y acabó tomándola de la cintura y alzándola por lo que ella enrolló las piernas alrededor de su cadera. Una vez que se separaron ambos respiraban agitadamente; Nora apoyó su frente contra la suya para instantes después separarse y observarlo con curiosidad.

 Jose la admiró en silencio, llevaba el pelo en dos trenzas y una fina diadema violeta a juego con su chaqueta, estaba claramente avergonzada y ruborizada pero sus ojos brillaban con intensidad. Jose sonrió como un gilipollas, ¿había una vista mejor que ella? Lo dudaba.

―Ahora sí que es verdad que no vas a librarte de mí nunca.―afirmó con seriedad depositándola con cuidado en el suelo.

―Y luego dicen que nosotros somos los fogosos.―habló Sonia sacándolo a la fuerza de su burbuja de felicidad.

Jose miró a su padre y lo encontró con una sonrisa gigante y con el director a su lado, al que no paraba de hacerle comentarios mientras lo saludaba con efusividad. ¡Dios mío! ¡Todo eso había pasado delante de su padre, qué vergüenza!

 ― ¿Qué quieres? Lleva diez años esperando por eso.―contestó Dan mientras él, Sonia y Matt bajaban los escalones que les quedaban para llegar hasta ellos.

―¿Qué dices? ―preguntó Nora con interés.

―¡Nada, no dice nada! ¡No le hagas caso!―exclamó Jose mirando amenazadoramente a Dan que fingió cerrarse la boca con una cremallera y tirar la llave muy lejos luego volteó hacia Nora y la tomó de la mano.

―Algún día te lo contaré.―mencionó Matt acercándose a Nora con una sonrisa diabólica que sólo le mostró a Jose.

Rubio odioso.

 ―No me puedo creer que Triz se lo haya perdido.―comentó Sonia mirando a Dan.

―¡Yo no me he perdido nada!―exclamó la peliblanca asomando la cabeza por la entrada principal junto con Dafne, Ann, Evan, Bel, Cris, Helena, los tres jefes indios y muchos más jefes de bandas.―Parece mentira que seas mi amiga, deberías saber que yo siempre me entero de todo. Siempre.

La peliblanca caminó hacia ellos junto con todos los demás espías, Evan rápidamente aligeró el paso para ser el primero en acercarse a él y felicitarlo con entusiasmo mientras a su lado Bel hablaba y hablaba y gesticulaba exageradamente; el castaño se limitó a asentir y desvió la mirada hacia Nora cuando sintió que ella le soltaba la mano. Por suerte, no tenía de que preocuparse... ella lo había soltado porque Triz le estaba dando un abrazo al que rápidamente se unieron Dafne, Ann, Matt, Sonia y Dan.

― Hombre blanco de tierras lejanas, nosotros indios de las tierras del Oeste ofrecerte a nuestros espíritus como ofrenda si tú hacer llorar a Luna Resplandeciente.―dijo el jefe indio de plumas verdes apuntándolo con la lanza al cuello mientras los otros dos lo miraban como si quisieran sacarle las entrañas.

―Entendido, entendido.―masculló Jose, los tres niños se miraron entre ellos antes de pincharle el cuello con la lanza y marcharse a saludar a Nora.

―Nosotros vigilarte siempre.―sentenció el jefe de plumas rojas amenazándolo con la mirada para después pasar sus dedos de forma horizontal por su cuello.

― Oye, oye... se nos adelantaron.―dijo Dafne a Ann apareciendo de la nada y cruzándose de brazos frente a él.―¿Lo amenazamos un poco Ann?

― No, creo que deberíamos esperar a mi hermanito; seguro que no tardará en venir a decirle que cómo haga sufrir a Nora le arrancará el corazón con la mano y luego lo usará de pisapapeles.―comentó Ann mientras se miraba las uñas con tranquilidad, Dafne se cruzó de brazos y asintió.

―¿Lo estáis amenazando sin mí?―preguntó Matt mirando a ambas chicas, ambas negaron con la cabeza y sonrieron con maldad mientras miraban a Jose.

―Si vas a decirme que como haga sufrir a Nora vas a matarme, ponte a la cola. ―indicó Jose señalando a los indios que en esos momentos hablaban con su padre y con Evan por lo que rodó los ojos con irritación. A saber sobre que conversaban todos esos.

―¿Matarte? No, no... eso sería demasiado rápido, si le haces algo a Nora haré de tu vida un infierno y créeme cuándo digo que lo haré.―aseguró el rubio con voz muy seria y grave observándolo con esos enormes ojos azules que brillaban con maldad.

Jose tragó saliva con cierta dificultad y Matt sonrió de medio lado.

―Matt, ¿no estarás amenazando a Jose diciéndole que vas a hacer de su vida un infierno si me hace algo?―preguntó Nora apareciendo de repente, Jose instintivamente la tomó de la mano y entrelazó sus dedos.

― Sólo un poco.―respondió Matt con malicia.―Nada por lo que debas preocuparte.

―Oye, oye... ¿y cómo vas a decirle a papá que tienes novio?―curioseó Dafne haciendo que tanto Nora como él abriesen los ojos con sorpresa.

¡El padre de Nora! Se había olvidado de él. Oh, mierda... ese hombre iba a matarlo por toquetear a su hija. 

 ―Yo puedo aconsejarte sobre lo que tienes que hacer, hace unas semanas conocí a los padres de Bel y me adoran.―dijo Evan acercándose a él, Jose rodó los ojos.

Todos adoraban a Evan, daba igual lo que hiciera en cuanto hablase un poco todos caían rendidos a sus pies. Desgraciadamente nunca se le había pegado nada de su mejor amigo.

―No creo que tus trucos funcionen, papá es muy sobreprotector con nosotras y además tiene acceso a armas, quizás deberíais salir en secreto un tiempo.―propuso Dafne a Nora con seriedad, él asintió por detrás pero luego vio como Matt negaba con la cabeza y sonreía con maldad.

―Verte siendo amenazado de muerte es algo que no pienso perderme.―murmuró Matt con malicia

―Tú...―masculló Jose de mal humor lanzándole una mirada asesina al rubio que lejos de sentirse intimidado comenzó a reírse y se puso a hablar con Sonia y Dan.

―No creo que podamos mantenerlo en secreto, ya lo sabe Triz y el director.―comentó Nora a Dafne, ambas morenas voltearon hacia Triz y la encontraron en el centro de un corrillo con micrófono en mano narrando a los alumnos lo sucedido entre él y Nora a lo largo de estos meses.

―Tienes razón, bueno cuñado fue un placer conocerte; oye, oye...¿podrías darme más galletas antes de que papá te mate?―preguntó Dafne volteando hacia él, Jose asintió lentamente y Dafne y Ann le dieron un abrazo y se despidieron de él con pesar.―Era un buen chico.

―Si, corrió desnudo por tu hermana; es una lástima que vaya a morir tan joven.―aseguró Annalise sacando un pañuelo para despedirlo.

¡Menudo par de chicas!

 ¡Él no iba a morir, convencería al padre de Nora de que era lo suficientemente bueno para su hija, ya verían! ¡ya verían! ¡Ese hombre iba a adorarlo!..... o no.... aún recordaba lo mal que lo había pasado la vez que fue a casa de Nora y su padre se puso a limpiar la pistola delante de sus narices mientras le contaba que era un excelente tirador que no fallaba nunca.

 ―No tienes por qué preocuparte, papá es un pelín sobreprotector pero es buena gente.―dijo Nora con tranquilidad y apretando su mano para luego mirarlo con seguridad y sonreírle con amabilidad.―Eso sí, puede que te amenace un poco, pero tú no le hagas caso. 

Jose asintió no muy convencido.

 ―Y después de que el director cuente tu....mmm.... ya sabes, lo que hiciste a mis padres creo que vas a tener todo el apoyo de mi madre y en mi casa el apoyo de mi madre es lo más importante.―dijo Nora sin poder evitar sonrojarse al recordar su locura.―Cielos, aún no puedo creer que lo hicieras.

― Yo tampoco.―murmuró Jose avergonzado.―Pero funcionó ¿verdad? Ahora ya no piensas en mí como el niño culpable de tu claustrofobia.

―No, ahora pienso en ti como el loco que corrió desnudo por el instituto por mí.―indicó Nora mirándolo fijamente a los ojos.

―Entonces ha merecido la pena.―declaró Jose con media sonrisa, Nora rió y Jose tiró de ella dejando sus bocas a escasos milímetros la una de la otra. Enseguida notó como su pulso se aceleraba y como el olor a naranjas lo envolvía, miró los labios de Nora con deseo y sintió una corriente eléctrica atravesarlo. Era increíble todo lo que ella producía en él.

―¿Seguro?―preguntó Nora pasando los brazos alrededor de su cuello, él asintió.

―Seguro.―sentenció Jose uniendo sus labios disfrutando del primero de muchos besos que iban a darse como novios. 

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