Capitulo 38. El plan de Evan
Nora lo saludó con un ligero movimiento de cabeza y él se quedó paralizado sin saber qué hacer. ¿Debía saludarla o huir del lugar para que no le gritase que lo odiaba? Finalmente se decantó por inclinar levemente la cabeza a modo de saludo.
― ¿Y para quién es la tarta? ―preguntó su padre con interés.
― Para mi hermana.―contestó Nora con timidez.
Jose la observó en silencio y se quedó embobado mirándola.
― Bueno, yo me voy que tengo que...― dijo Nora en voz baja.
― ¡No!―exclamó Jose levantando la voz más de la cuenta por lo que su padre enarcó una ceja y Nora lo miró de forma rara. El castaño tragó saliva y se mordió el labio, ¿y ahora qué? ―Tú... esto...¿por qué no vienes a casa a comer los bocaditos de coco que hizo mi padre?
¿La acababa de invitar a ir a su casa? Si, era una idea pésima; pero o se iba con ellos en el coche o los alumnos de Quevedo la capturarían. Y sinceramente, prefería que ella lo odiase a dejarla pasar una sola tarde en casa de Will.
― ¡Buena idea! Me salieron riquísimos, te van a encantar, ya verás.―habló su padre con ilusión mirando a Nora; Jose suspiró, a partir de ahora su padre se encargaría de convencer a la morena.
― Gracias, pero no quisiera causar molestias.... Además, tengo que...―intentó explicar Nora pero su padre ya negaba con la cabeza.
― ¡No acepto un no por respuesta!―exclamó su padre interrumpiendo a Nora que le lanzó una mirada asesina a Jose, el castaño sonrió con nerviosismo y trató de esconderse tras el carrito de la compra.―Además, Jose seguro que se pondría triste si no vienes.
― ¡Papá!―exclamó el aludido con vergüenza.
Su padre como ya iba siendo habitual hizo oídos sordos y le pegó un fuerte empujón para separarlo del carrito y colocarse él. Luego cogió carrerilla y se fue en busca del pescado. Jose volteó con miedo hacia Nora y se encontró a la chica cruzada de brazos y con la mirada sombría. Estaba claro que estaba bastante enfadada con él; aunque eso no era nada nuevo.
― Puedo explicarlo, de verdad.―dijo Jose viendo como los alumnos de Quevedo asomaban las cabezas por el pasillo, así que sin pensarlo dos veces tomó a la morena del brazo y la arrastró a la pescadería donde estaba su padre examinando las gambas. Ella trató en todo momento de zafarse de él pero no la soltó hasta que ambos estuvieron al lado del carrito de la compra.―Cuando buscaba a mi padre me crucé con varios alumnos de Quevedo.
― No necesito tu ayuda.―masculló la morena mirándolo fijamente.
― Claro que la necesitas.―contradijo Jose entre dientes.
― No la necesito y tampoco la quiero.―indicó Nora en voz baja.
― Bloquearon las entradas a los baños, también colocaron gente en las tres entradas y pensaban evitar que fueras a los baños superiores.―respondió él en voz baja con una sonrisa triunfal al ver como Nora iba comprendiendo la situación y que él era su salvación.―La única forma de salir de aquí sana y salva es conmigo y mi padre en nuestro coche.
La morena entrecerró los ojos molesta antes de darle una patada en la espinilla.
― ¡Ay! ¿A qué ha venido eso?―preguntó con cierto rencor.
― Por entrometerte, mis problemas no son asunto tuyo.―contestó Nora de mal humor, Jose resopló y se acarició la espinilla con fastidio.
― Tienes una forma muy extraña de agradecerme las cosas.―murmuró Jose mirándola fijamente, ella enarcó las cejas y se cruzó de brazos.
― No tengo nada que agradecerte.―negó ella, esta vez fue Jose el que frunció el ceño.
¿¡Qué no tenía nada que agradecerle?! Miró su brazo en cabestrillo y luego a ella, ¡vale! le perdonaba que no quisiera reconocer su último rescate (en parte fue por su culpa) pero se había pasado todo el curso rescatándola. ¡Merecía un reconocimiento!
― Llevo todo el maldito curso salvándote.―murmuró entre dientes acercándose a ella, Nora negó con la cabeza.
― Porque te da la gana, ni necesitaba ni quería tu ayuda.―añadió ella mirándolo fijamente a los ojos.
― ¿¡Qué no necesitabas mi ayuda?!―casi gritó Jose, ella asintió rotundamente y él chasqueó la lengua con irritación, a continuación dio un par de vueltas sobre sí mismo antes de encararla de nuevo.―¿Cómo puedes ser tan terca? Eres... eres...eres...¡desquiciante! ¡sí, eres desquiciante! Eres la chica más desquiciante que he conocido en mi vida.
― Me voy a mi casa, no tengo por qué soportarte.―dijo Nora con voz relajada cogiendo su cesto del suelo, no obstante antes de marcharse se dio la vuelta.―Dile a tu padre que tuve que marcharme.
Jose se puso a refunfuñar unos segundos antes derecordar que los alumnos de Quevedo estaban planeando capturarla, rodó los ojosy corrió tras ella. La tomó del brazo por la fuerza y la obligó a dar marchaatrás y regresar a su carrito mientras a lo lejos veía a los alumnos de Quevedoesconderse de nuevo mientras protestaban.
―Quizás debería dejarmecapturar― dijo Nora separándose de él.
― ¿¡Estás loca?!―gritó Jose haciendo que todas las personas del pasillo lo observaran, incluido su padre que negó con la cabeza antes de sonreír y seguir hablando con el pescadero. Jose tosió avergonzado y miró a Nora con furia, ¡ella no iba a dejarse capturar! ¡y si tenía que encadenarla al carrito de la compra o a él lo haría!
― No grites, y es una buena idea... me llevan con Will y dejarían de intentar capturarme para siempre.―expuso Nora con seriedad mirando al final del pasillo por lo que Jose se puso en medio y la miró fijamente.
― ¿Desde cuándo que te lleven con Will es buena idea?―preguntó Jose agitando las manos de forma desmesurada lo que le provocó un fuerte dolor en el hombro derecho. Se relajó y miró a Nora con una seriedad y preocupación palpable.―Ese tío intenta por todos los medios enrollarse contigo. No vas a hacerlo, ¿me escuchaste? No vas a dejarte capturar.
No estoy pidiendo tu opinión.―respondióNora secamente.
Jose bufó con fastidio, ¿por qué tenía que ser así? ¿¡Es que no veía lo peligroso que era dejarse atrapar y que la llevaran con Will?! ¡Con Will! El mismo chico que llevaba años intentando tirársela, ah no, de eso nada. Ese tipejo no iba a tocarla y recurriría a cualquier truco con tal de detenerla. Vio a la morena acercarse al carrito y extender la mano para sacar de allí su cesta de la compra, por lo que Jose hizo lo mismo y ambos sostuvieron la cesta por las asas mientras se miraban fijamente.
― Deja de entrometerte, si me capturan es asunto mío.―dijo la morena tirando con fuerza hacia ella pero Jose negó con la cabeza y tiró hacia él.
―Y mío... no voy a dejarte ir a su casa, Will está empeñado en enrollarsecontigo y no pienso permitirlo y nada más de pensar que puede poner un dedo sobre ti me vuelve loco. Que sepas que el único que puede enrollarse contigo y besarte y hacerte sonrojar y besarte soy yo.―Jose se calló de golpe al ser consciente de lo que acaba de decir, ¿por qué diablos no pensaba antes de hablar? No hacía sino meter la pata.
De reojo vio como Nora estaba paralizada y su rostro completamente rojo, la morena agitó la cabeza con fuerza tratando de ignorar la burrada que acababa de decir.
―¡Da igual! He dicho que no vas a ir con Will y no vas y punto―ordenó Jose con voz enérgica ignorando también su declaración anterior, ella entrecerró los ojos con enfado y él tiró del cesto con fuerza consiguiendo arrebatárselo de las manos.
―Haré lo que quiera―indicó ella, Jose depositó el cesto dentro del carro y la miró con irritación.
― Harás lo que yo te diga.
―¿O sino qué?―preguntó Nora sonando fría.
―Te besaré y mi padre nos verá y creerá que eres mi novia y entonces te obligará a ir a mi casa para interrogarnos durante horas pero al menos estarás a salvo.―aseguró no muy convencido, no obstante, sus palabras tuvieron el efecto esperado y Nora se sonrojó rápidamente.
―No lo harías. ―murmuró ella, Jose enarcó la ceja y la contempló con diversión.
―Claro que lo haría, y lo sabes.―dijo Jose intentando sonar seductor y acercándose a ella, Nora abrió los ojos con sorpresa y comenzó a dar pequeños pasitos hacia atrás.
―No te acerques―ordenó la morena completamente roja y dando otro paso hacia atrás cuando él dio uno para acortar la distancia entre ambos.― ¡Está bien! Tú ganas, no iré con Will, así que deja de acercarte.
―Mmmm....
―Jose.―le llamó ella la atención por lo que no pudo evitar sonreir; Nora dio otro paso hacia atrás con los dedos formando una cruz y con la cara extremadamente roja mientras le lanzaba miradas de advertencia.
Jose la observó con interés antes de comenzar a acercarse a ella de nuevo. No iba a besarla, sólo quería atormentarla un poco (hacía tiempo que no lo hacía y era muy divertido); Nora iba dando pasos hacia atrás a medida que él se acercaba hasta que chocó con una pequeña mesa que había con muestras de salmón, Jose al ver que se iba a caer la agarró rápidamente de las manos y tiró hacia él quedando sus rostros a escasos centímetros. Inmediatamente sintió como el corazón se le aceleraba y comenzaba a ponerse cada vez más nervioso, sus ojos tantearon los de la morena dónde pudo ver un pequeño brillo por lo que rápidamente desvió la mirada a sus labios, eran tan apetecibles. ¡No, Jose! ¡Estaban en el supermercado, con su padre a menos de dos metros de ellos! ¡No podía besarla! ¡No podía! Tragó saliva con dificultad y mentalmente le ordenó a todo su cuerpo que se separara de Nora, pero desgraciadamente se negaba a hacerle caso. Volvió a mirar los ojos de la morena y se dio cuenta que ella le miraba los labios también, por lo que inevitablemente comenzó a acercarse a ella lentamente.
― ¡Jose compre aleta de tiburón para hacer sopa! ¿Qué te parece?―preguntó su padre apareciendo de la nada con una bolsa de plástico transparente llena de lo que parecían diferentes tipos de peces.
¡Joder! ¡La madre que lo parió! Jose se llevó la mano al corazón y soltó a Nora a la velocidad de la luz. ¡Pero qué susto! ¿¡De dónde cojones había salido ese hombre?!
― ¿Interrumpo algo? ―curioseó su padre de forma inocente.
Jose soltó a Nora y le dio un empujón alejandola de él. Luego se llevó la mano al corazón y le lanzó una mirada asesina a su padre. ¡Pero qué susto! ¿¡De dónde cojones había salido ese hombre?!
― ¿Interrumpo algo? ―curioseó su padre de forma inocente.
Nora negó con la cabeza y caminó hasta dónde estaba el carro mientras él tuvo que soportar las miradas de su progenitor. Jose tosió con vergüenza antes de caminar él también hacia el carro, dónde Nora lo esperaba completamente sonrojada. Su padre se unió a ellos segundos después con una estúpida y brillante sonrisita, Jose lo miró de reojo con miedo, el interrogatorio de esta tarde iba a ser legendario.
― ¡¿Pero por qué no puedo llevarme un tridente?! Si con eso se puede pescar, además la "Oye, o..." digo Dafne se va a llevar un arco con flechas.―Jose parpadeó con sorpresa cuando vio aparecer por el pasillo a Damien con su padre y... ¡el padre de Nora!―¡Necesito armas para defenderme, que esa mujer chiflada va a intentar cazarme como si fuera un ciervo!
― Damián que exagerado eres, si Dafne se lleva el arco para practicar, no va a hacerle daño a nadie.―expuso su padre con total tranquilidad ante la cara de desesperación de Damien.
― Déjalo que se lleve un tridente, le vendrá bien para pescar y para defenderse de mi hija.―comentó Óscar empujando el carro de la compra.
― ¡Papá!―saludó Nora agitando la mano y llamando a su padre que se acercó a ellos junto con Damien y su padre; el pelirrojo al verla frunció el ceño y corrió a su encuentro.―¿Qué hacéis aquí?
― ¿Te enteraste?―preguntó Damien en susurros, Nora lo miró sin comprender nada y Damien suspiró.―Es una acampada, nos vamos de acampada... no es sólo una tarde.
― No puede ser...―murmuró la morena con pesadumbre mientras Damien a su lado también se lamentaba.
― Estamos comprando provisiones.―dijo el comisario Castillo acercándose hasta ellos, el hombre miró hacia Jose con interés y el castaño tragó saliva con nerviosismo, era la primera vez que lo veía desde que fue a casa de Nora para pedirle perdón. El comisario pareció reconocerlo y sonrió antes de darle una fuerte palmada en la espalda.― Cuanto tiempo chaval, ¿qué tal te va todo?
― Bien...―murmuró Jose con timidez, escuchó como su padre carraspeaba para llamar su atención así que muy a su pesar tuvo que presentarlos.―Papá, este es Óscar Castillo, el padre de Nora.
Ambos hombres se saludaron y el comisario le presentó al padre de Damien que se unió rápidamente a la conversación. Jose sintió un nudo en el estómago, que su padre conociese al padre de Nora era una catástrofe mundial; era imposible que se llevasen bien... no se podía ser más contrario. El padre de Nora era duro, serio, preparado para detener delincuentes y entrenado para matar mientras que su padre era un amo de casa paranoico, enganchado a las telenovelas y obsesionado con la repostería. Respiró hondo y se centró en Nora, la morena estaba a su lado hablando con Damien sobre la mejor forma de escaquearse de la acampada.
― ¿La "oye, oye" es alérgica a las picaduras de abejas, verdad? A lo mejor no es tan mala idea ir de acampada. Voy a hacer que esa mujer inútil sufra hasta que me pida clemencia por su vida, muhahaha.―dijo Damien frotándose las manos y con ojos brillantes, Nora rodó los ojos y el pelirrojo siguió a lo suyo.―Tendrá que decir: "Oh Damien tú eres mucho más fuerte e inteligente, me rindo, te cedo el poder sobre Góngora oh señor todopoderoso".
― Dafne nunca dirá eso y lo sabes.―indicó Nora, Jose ladeó la cabeza y trató de imaginarse a Dafne suplicándole a Damien pero le era imposible concebir algo así.
― ¡No! ¡Sé que puedo conseguirlo! La psicópata de su hermana caerá, algún día lo conseguiré, ya verás...―dijo Damien con total convencimiento, Jose puso los ojos en blanco, ni en un millón de años conseguiría que Dafne le implorase. El pelirrojo se puso a divagar y a reírse en voz alta con ojos brillantes hasta que de repente se detuvo y miró a Nora.―Y dile que pienso vengarme por las galletas llenas de laxante, ¡ese atentado contra mi vida no quedará impune!
― ¿Y qué tal te va el instituto chaval?―le preguntó el padre de Nora acercándose a él y dándole una fuerte palmada en la espalda.
Bien.―murmuró Jose connerviosismo.
― Tu padre es muy simpático, nos invitó a vuestra casa para probar los bocaditos de coco que había hecho.―Jose abrió los ojos horrorizado y se golpeó la frente con la palma de la mano, ¡ese hombre! ¿¡es que no tenía dignidad, vergüenza o algo?! Jose miró de reojo a su padre y lo vio explicándole al padre de Damien como se hacían las galletas caseras por lo que rodó los ojos.―Pero como no podemos ir dijo que el lunes tú le entregarías a Nora profiteroles caseros.
Jose puso los ojos en blanco, ¡genial! Con la suerte que tenía más la desastrosa cocina de su padre seguro que mataba a algún miembro de la familia Castillo y luego metían a su padre en la cárcel por asesino y a él por cómplice.
―¿Ricardo seguimos con el aprovisionamiento?―preguntó Óscar Castillo mirando hacia el padre de Damien, el hombre asintió y el padre de Jose le dio un palmada en la espalda a modo de despedida, Nora se despidió de ellos al igual que Damien y todos juntos se marcharon dejándolo solo con su padre.
―Son muy simpáticos, debería invitarlos a pastel alguna tarde.―dijo su padre una vez que los dos hombres salieron de su campo de visión.
―Papá ¡no! Uno es comisario y el otro militar, no creo que quieran ir a casa a comer pastel.―contestó Jose muriéndose de vergüenza nada más de pensarlo, su padre asintió.
―Cierto, pero a lo mejor si que se animan a una barbacoa.―indicó su padre con felicidad por lo que él se golpeó la frente con la palma de la mano.―Este fin de semana vamos a hacer profiteroles, ¿qué te parece?
―¿Qué quieres decir con vamos?Ã―Jose enarcó una ceja, él no iba a hacer profiteroles.
―Tú y yo, con nuestros geniales delantales rosas a juego.―respondió su padre poniéndole la mano en el hombro y mirando con felicidad al horizonte por lo que él hizo una mueca de asco.―Por cierto, tengo que decirle a tu madre que nos tome una foto juntos con nuestros delantales.
―¡De eso nada!―exclamó con vergüenza haciendo que su padre riese.
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Rodó por la cama un par de veces antes de quitarse el cabestrillo y tumbarse bocarriba, el camino de regreso a casa había sido agotador, su incansable padre no paró de hacerle preguntas a cada cual más embarazosa y cuando se cansó tuvo que soportar sus quejas sobre que su madre pasaba demasiado tiempo en el hospital y que eso sólo podía significar una cosa, que le estaba poniendo los cuernos con otro médico. Así que tuvo que hacerlo entrar en razón diciéndole que eso sólo pasaba en las series de televisión y de paso lo amenazó con esconderle el mando de la tele para que dejase de ver tanta telenovela.
Se puso a tamborilear con los dedos sobre su estómago hasta que escuchó el timbre de su casa, Evan acaba de llegar. Siguió tumbado sobre la cama mirando hacia la puerta de su habitación, como era de esperar Evan la abrió de golpe sin llamar.
―¿Qué haces ahí tirado?―preguntó su mejor amigo sentándose él también.
Evan hacía unos días se había quitado la venda de la cabeza y ahora lucía según sus palabras su primera cicatriz de guerra con orgullo. Aunque su padre no se lo tomó a broma y prácticamente lo había obligado a apuntarse a karate con Cris.
―Mañana voy con Bel, Helena, Cris y Angy al cine, ¿te vienes?―preguntó Evan echándose hacia atrás y apoyando la espalda sobre la pared.
―Paso.
―¿Por qué? Será divertido.―agregó Evan mirándolo con ilusión y dándole una leve patada en la pierna para animarlo por lo que Jose le lanzó una mirada asesina.―Pensaba que ya habías dejado atrás tu etapa de cangrejo ermitaño.
―No voy a ir con vosotros al cine, seguro que os empeñareis en ver una estúpida película romántica y las odio―contestó Jose sentándose en la cama y cruzándose de piernas como un indio, aunque pensándolo bien, su alternativa era quedarse en casa y cocinar con su padre ¡Dios que mierda de vida!.
―Que aburrido eres.―criticó Evan colocando las manos tras el cuello.―Deberías salir de casa, así no estarías todo el día suspirando por Nora.
―Hoy la vi.―contó haciendo que Evan abriese los ojos de par en par.
―¿Y?― preguntó el pelinegro apresuradamente, Jose ladeó la cabeza.―¿Qué tal te fue?
―Bueno.... no me gritó mucho pero tampoco es que estuviera muy feliz al verme.―contestó Jose con pesadumbre ―Pero conseguí que se sonrojase, eso es algo ¿no?
Preguntó casi con desesperación por lo que Evan le sonrió con amabilidad.
―Y casi la beso.―murmuró avergonzado.
―¡Jose!―exclamó Evan un poco indignado.―No puedes besarla, podrías arruinarlo todo, tienes que darle espacio...
―¡Lo sé! Pero no sabes lo frustrante que es querer acercarte y no poder, pero es peor no saber qué está pensando.―contestó Jose dejando notar su amargura, Evan se cruzó de brazos y se quedó en silencio algo muy extraño en él.―¿Y si no supera nunca lo que pasó? ¿Y si me odia para siempre? ¿Y si de repente se da cuenta de que está locamente enamorada de Matt?
Evan soltó una fuerte carcajada y él lo fulminó con la mirada.
―Es desesperante, lo entiendo pero deja de darle vueltas o te volverás loco.― opinó Evan
―¡Eso es muy fácil de decir para tí!
― Sólo han pasado dos semanas, tienes que relajarte.―dijo Evan con convencimiento, Jose bufó molesto.―Prometiste que le darías tiempo, así que dale tiempo para que piense.
―¿Cuánto más? ¿Una semana? ¿Un mes? Cuánto más tiempo esté alejado de ella más probabilidades hay de que se enamore de Matt.―expuso Jose con frustración y un poco de desesperación, Evan puso los ojos en blanco y se llevó la mano a la frente para luego mirarlo fijamente.
―Que no van a liarse señor paranoico― habló Evan con una mezcla de cansancio y diversión, Jose bufó molesto y se cruzóde brazos, él no era un paranoico, ¡esos dos podían enamorarse en cualquier momento!―Aunque tengo que reconocer que hacen una pareja estupenda.
―¡Evan no estoy para tus idioteces!― gritó Jose tomando uno de los cojines de su cama y lanzandoselo a su amigo que lo atrapó sin problemas y abrazado a él comenzó a reírse.
Jose se puso a refunfuñar insultos mientras se levantaba y buscaba en uno de los cajones de su armario una cartera vieja dónde guardaba el dinero, sacó el único billete de cincuenta euros que tenía y se lo tendió a su amigo.
―Los otros cien euros te los daré cuando los consiga.―Evan dejó de reírse y miró el billete que Jose le tendía.―¿No vas a cogerlo?
―¿Estás reconociendo que estás enamorado de ella?.―habló el pelinegro
―Si.―murmuró en voz muy baja.
Estaba enamorado de ella. De hecho estaba muy pero que muy enamorado de ella.
―¿Cuándo te diste cuenta?―se interesó el pelinegro abrazando el cojín y sin coger el dinero que le tendía.
―Cuando el malnacido de Iván la encerró.―contestço Jose secamente, realmente no le gustaba recordar nada de eso aunque gracias a ello se hubiese dado cuenta de sus sentimientos.―¿Vas a cogerlo o no?
―¿Te enfadarías si te cuento algo?―preguntó Evan mirándolo fijamente, Jose al ver que su amigo no tomaba el billete lo guardó en el bolsillo del pantalón, se sentó en la silla de su escritorio y miró a su amigo indicándole que hablase.―Que conste en acta que era por tu bien.
―¿De qué narices hablas? ―preguntó Jose con intriga.
―De la apuesta sobre enamorar a Nora―respondió Evan en voz baja.
Bien, ahora sí que es verdad que no entendía una mierda. Al ver su cara de confusión Evan se acarició el rostro y respiró hondo.
―La apuesta sobre Nora no existe, sólo fue una farsa, un engaño, una trampa, una excusa, un...
―¡Espera! ¿Qué?¿Cómo que era un engaño?―preguntó casi cayéndose de la silla.
―Pues eso, sólo era una gran estrategia ideada por mi increíble mente para que dejases de patalear y te acercases a Nora de una vez.―explicó Evan, Jose se llevó las manos a la cabeza y miró a su amigo como si fuese idiota.
―¿Y por qué hiciste eso? No entiendo nada.
―Porque tras vuestra primera discusión comencé a observarte y descubrí que sin darte cuenta la buscabas con la mirada a cada rato, además tu comportamiento era bastante particular, te enfadabas enseguida que la veías porque ella no te hacía caso. Por no mencionar que odiaste a Matt a primera vista sólo porque él era la persona más cercana a Nora. Tío, Nora te gustó desde el momento en que la viste, aunque cuando se supo que ella fue tu primer amor todo quedó bastante claro, te habías vuelto a enamorar de tu primer amor, ¡que tierno!―exclamó Evan levantando las manos con emoción.
―Si muy tierno eso de traumatizar a tu amor de la niñez.―masculló Jose con sarcasmo.
―En fin, volviendo al tema, Nora te gustó desde que la viste pero te conozco y sabía que no ibas a reconocerlo fácilmente.―expuso Evan como si fuera un gran investigador orgulloso de su trabajo, Jose rodó los ojos con irritación, ¡ella no le gustaba desde que la vio!― Así que ideé un brillante plan para que te acercases a Nora para que te dieses cuenta de tus sentimientos. Es una suerte que seas tan competitivo, apenas tuve que pincharte un poco y accediste.
―Espera, espera, ¿me estás diciendo que me hiciste creer que hacíamos una apuesta sólo para que me acercase a Nora porque según tú ella me gustaba?―preguntó Jose sorprendiéndose con cada palabra que pronunciaba.
―Según yo no, ella te gustaba y a las pruebas me remito señoría.―dijo Evan con voz solemne e intentando parecer un abogado, Jose se acarició la sien y se recostó hacia atrás en la silla―Y Cris opinaba lo mismo, por eso te ayudó con la cita que tuvisteis.
― ¿¡Cris también?!―exclamó Jose poniéndose en pie y comenzando a dar vueltas por su habitación mientras Evan lo observaba divertido.
Ahora que lo pensaba Cris sólo se había enojado con ellos cuando sellaron el trato, en las conversaciones posteriores le dio ideas varias veces sobre cómo actuar para llamar la atención de Nora e incluso el muy bastardo le había dicho que llevase a Nora a la pista de patinaje y le había insinuado que le comprase un regalo por navidad para mostrarle agradecimiento por lo de Evan. ¡Esto era increíble! ¡Sus dos amigos habían estado confabulando en su contra todos estos meses!
―Venga Jose, no te enfades. Lo hicimos por tu bien.―declaró Evan en tono amistoso, el castaño le lanzó una mirada asesina y Evan cerró la boca.―No tenía que habértelo dicho.
Siguió dando vueltas por su habitación tratando de relajarse para no decirle algo de lo que pudiera arrepentirse. Evan suspiró y se tumbó de lado sobre su cama, el pelinegro se mantuvo todo el rato en silencio hasta que Jose se detuvo de repente.
―Nadie debe enterarse de esto nunca, Matt y los demás me mataran y Nora, Evan si Nora se entera de que empecé a acercarme a ella por una apuesta me odiará todavía más y quiero que me quiera, no que me odie. Esa apuesta no ha existido nunca.―dijo Jose con seriedad.
―¿Apuesta? ¿Qué apuesta? ¿De qué hablas?―preguntó Evan con diversión por lo que Jose lo fulminó con la mirada.―Relájate, sólo lo sabemos tú, yo y Cris y ninguno va a decir nada, esto no es una película estadounidense, aunque si lo fuera yo sería el amigo guay del prota estoy completamente seguro de eso.
El castaño rodó los ojos y siguió dando vueltas por la habitación con nerviosismo.
―Jose, Nora no va a enterarse nunca, lo juro―dijo Evan con voz tranquila.―Nunca pensé en esto como en una apuesta de verdad, sólo era una forma de motivarte.
―¿Cómo estás tan seguro de que no va a enterarse? Se te puede escapar a ti o a Cris, y si ella se entera... Dios no quiero ni pensar qué pasará si ella se entera.―dijo Jose totalmente histérico.
―No va a enterarse, y si lo hace la perseguiré hasta el fin del mundo de rodillas mientras le suplico que te perdone porque como Nora diga que no quiere saber nada de ti nunca -jamás- no va a haber persona, animal u objeto inanimado que te soporte. Y yo como tu mejor amigo debo velar por tu bienestar.―contestó Evan guiñándole el ojo, por lo que Jose no pudo evitar sonreír ante la locura del pelinegro.
―Eres un amigo pésimo. ―dijo Jose deteniéndose para mirar a Evan fijamente.
―Pero no puedes vivir sin mí y lo sabes―contestó Evan con una radiante sonrisa por lo que Jose no pudo hacer otra cosa que reír.
Si, sus dos amigos lo habían engañado pero gracias a eso se había acercado a Nora y se había dado cuenta de lo importante e indispensable que era ella en su vida, de hecho ahora no podía imaginarse su vida sin verla todos los días. Es por eso que no podía enfadarse con ese par y menos cuando Evan lo miraba con ojitos de corderito a punto de ser degollado.
―Dios como odio que tengas razón.―dijo Jose mirando al pelinegro que se rio al escucharlo.
―¿Quién es tu mejor amigo del mundo mundial?―Evan lo tomó de los hombros e intentó darle un abrazo mientras se señalaba a sí mismo, Jose rodó los ojos pero no pudo evitar sonreír.¿Qué iba a hacer sin ese loco que se autoproclamaba su mejor amigo?―¿Crees que tu padre me enseñaría a hacer tartas de manzana como las de las pelis?
―¿Sabes? Antes de acabar el curso tú, Cris, mi padre y yo deberíamos ir a matar patitos, lo necesitamos urgentemente.―declaró Jose, Evan le lanzó una mirada de espanto y él sonrió con burla antes de abandonar su dormitorio seguido del pelinegro.
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