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Capitulo 37. Las cosas claras

Se quedó unos segundos paralizado pero en enseguida comprendió que no era momento para auto compadecerse. Sin pensarlo dos veces e ignorando las quejas de Nora la abrazó por la fuerza, le costó bastante ya que el brazo derecho apenas podía usarlo pero tras soportar un agudo dolor la atrapó entre sus brazos.

―¿¡Qué crees qué haces?! ¡Suéltame! ¡No quiero que me toques!―bramó Nora con furia intentando separarse de él pero Jose se mantuvo firme pese al dolor tan intenso que sentía en el hombro derecho.―¡Te odio, quiero que te alejes de mí!

―Lo siento... todo es por mi culpa.―murmuró Jose hundiendo la cabeza en su cuello sintiendo como ella se estremecía al contacto.

—¡He dicho que me sueltes!―gritó Nora moviéndose de forma frenética estando a punto de separarse de él pero afortunadamente Jose se las ingenió para mantenerla pegada a él costándole tal logro una fuerte punzada de dolor en el hombro herido.―¡Suéltame, suéltame ahora mismo!

Jose negó con la cabeza y se mantuvo firme, tenía miedo de soltarla y que ella se desmayase o peor, que se marchase y no pudiese volver a abrazarla nunca. Escuchó como Nora le gritaba una y otra vez que lo odiaba hasta que poco a poco fue bajando la voz para terminar sollozando en silencio mientras lo abrazaba con fuerza.

 ―Tranquila, todo va a estar bien.―susurró Jose en su oído, Nora no dijo nada, solo asintió con lentitud.―No voy a permitir que te pase nada, ¿me oyes?

Aún sentía como Nora temblaba bajo sus brazos pero afortunadamente su respiración poco a poco se iba normalizando. Sin embargo, dejó de notar como Nora apretaba su camisa por lo que preocupado se separó lentamente de ella para encontrarla desmayada.

 ―¿Nora?―preguntó Matt entrando en la sala de audiovisuales acompañado de unos inquietos Dan y Sonia. ¿En qué momento Sonia había acudido a buscar ayuda?

El rubio al verlos corrió hacia ellos y los separó para luego tumbar a Nora bocarriba y tomarle el pulso.

 —¿Está bien?―preguntó Sonia con miedo, Matt asintió antes de tomarla en brazos y llevársela de allí.

Jose resopló y se incorporó como pudo, una vez en pie se llevó la mano al hombro dolorido y sintió un fuerte pinchazo. Tenía que ir a la enfermería cuanto antes para que le volvieran a colocar el hueso en su sitio o si no iría a peor.

 ―¿Soy yo o hay un montón de canarios volando alrededor de mi cabeza?―preguntó Evan incorporándose con ayuda de Dan, el pelinegro tenía una brecha en la cabeza que sangraba pero lejos de preocuparse se puso a mirarse el chaleco negro que estaba con manchas de sangre; hizo una mueca de desagrado antes de llevarse la mano a la cabeza y palparse la herida. Luego abrió los ojos de par en par y se puso a mirar con preocupación hacia los lados. ―¿Y Nora? Recuerdo entrar al aula y luego sentir un fuerte golpe en la cabeza, ¿qué pasó? ¿Y Nora? ¿Está bien? ¡¿Pero qué ha pasado?!

―Iván os atacó y os encerró.―explicó Jose con rapidez caminando hacia Evan con la mano sobre el hombro.

Ahora que la adrenalina comenzaba a desaparecer empezaba a sufrir las consecuencias de haberse pegado con Iván en su rostro, por no mencionar el dolor tan terrible procedente del hombro.

―Jose tienes una pinta horrible, ¿qué te ha pasado? ¿y qué le pasa a tu hombro? ―se interesó Evan sin poder ocultar su preocupación.

―Estoy bien, sólo me disloque el hombro intentando abrir la puñetera puerta.―dijo Jose saliendo del aula de audiovisuales seguido de un preocupado Evan y de Sonia y Dan.―Deberíamos ir a la enfermería, estás sangrando mucho tú también.

―¿Y qué vamos a hacer con éste? ―preguntó Dan señalando hacia Iván que seguía inconsciente en el suelo, Sonia se acercó a él y le pegó un par de patadas en las costillas hasta que Dan la agarró y la separó.

―¡Suéltame, voy a matarlo! ¡Encerró a Nora sabiendo que era claustrofóbica, debe morir!―proclamó Sonia librándose de Dan con facilidad para luego ponerse a retorcerle una pierna al inconsciente Iván hasta que Dan una vez más la separó de él.―¿¡Pero qué pasa contigo?! ¡Deberías ayudarme a matarlo!

―Cálmate.―ordenó Dan con voz seria y firme, algo muy poco común en él por lo que tanto Sonia como Evan y Jose lo miraron sorprendidos. La pelirroja se cruzó de brazos y con un gran enfado se marchó de allí; Dan soltó un largo suspiro y a continuación miró a Jose.―Ve a la enfermería, yo me encargo de todo.

Jose asintió y le hizo una señal a Evan, el pelinegro dio un respingo y caminó junto a él. De reojo vio como Evan lo observaba y abría la boca en varias ocasiones para luego cerrarla y mirar al frente; claramente el pelinegro estaba incómodo con algo pero Jose no estaba de humor para hablar, de hecho estaba teniendo una gran fuerza de voluntad para caminar a su lado cuando todo su cuerpo le enviaba señales de dolor y su mente no paraba de pensar en la morena. Llegaron a la planta baja y entraron en la enfermería para encontrarse a Sonia y a Matt observando una camilla donde Nora aún inconsciente estaba tumbada con una máscara de oxigeno.

 ―¿Está bien?―preguntó Jose en un susurro acercándose a ellos.

A continuación todo pasó muy rápido, Matt volteó hacia él y lo sujetó del cuello de la camisa hasta arrastrarlo contra la pared.

 ― ¡Esto es por tu culpa! ¡Te dije que te mantuvieras alejado!―gritó el rubio con los ojos en llamas.―¡Iván fue a por Nora porque estás enamorado de ella! ¡Por eso te dije que te alejarás, porque eres un inútil que no se da cuenta de nada! Si le pasa algo será culpa tuya.

Jose desvió la mirada hacia el suelo, desgraciadamente tenía razón.

 ―¡¿No vas a decir nada?! ―espetó Matt

―Yo...―murmuró Jose, ¿qué tenía que decir? ¿lo siento? No podía pedir perdón por estar enamorado de ella y él no era responsable de los actos de Iván. Matt apretó su camisa con fuerza y Jose vio autentica ira en sus brillantes ojos azules.

―¡No eres más que un...

―Matt no es su culpa, además se dislocó el hombro intentando abrir la puerta.―intervino Sonia separándolos, el rubio chasqueó la lengua con enfado y apartó la mirada de él. Sonia por su parte se acercó a Jose le sonrió con dulzura algo muy poco habitual en ella.―Noqueaste a Iván a pesar de ser un inútil, no está mal.

―¡Cielo santo! ¿Y a vosotros que os ha pasado?―exclamó la enfermera obligándolo a sentarse en una de camas para poder examinarlo bien, la mujer negó con la cabeza antes de mirarlo con seriedad.―Esto te va a doler.

Jose asintió y trató de aparentar que no le importaba; ella resopló y a continuación comenzó a moverle el brazo para volver a colocarle el hombro en su sitio. Jose sintió un fuerte dolor y gritó al sentir un crack que le devolvía el hombro a su lugar, ¡joder, cómo dolía! Estrujó las sábanas que estaban bajo su cuerpo y sintió sudor frío bajarle desde la nuca hasta la punta de los pies, de reojo vio como Evan estrujaba sus manos mientras lo observaba apenado.

 ―Ahora te voy a poner un cabestrillo para evitar que lo muevas.―indicó la enfermera, Jose asintió y la mujer se marchó unos segundos de allí para volver con vendas, desinfectantes e ibuprofenos.

Jose se mantuvo en silencio mientras la mujer le ponía el cabestrillo y le curaba las heridas de la cara.

 —¿Cómo está Nora?―preguntó Jose con timidez mirando hacia la cama de enfrente dónde la morena estaba tumbada.

―Está bien, es una chica muy fuerte; aunque no le queda de otra con la hermana que tiene.―dijo la enfermera acariciándole la cabeza antes de obligar a Evan a sentarse en la cama de al lado.

Jose se tumbó en la cama y cerró los ojos. Estaba agotado, y las medicinas que la enfermera le había dado para el dolor le estaban dando sueño, pero él no pensaba dormirse hasta asegurarse que Nora estaba bien. Escuchó a la enfermera decirle a Evan que iban a tener que llamar a sus padres y Jose suspiró. En cuanto su padre lo viese le iba a caer una bronca monumental, por no hablar de la charlita que iba a tener que soportar de su madre con su consecuente castigo. Bah, da igual. Volvería a pegarle a Iván con tal de proteger a Nora. Ese maldito malnacido la había atacado durante todo este tiempo sólo porque él estaba enamorado de ella, el muy desgraciado se merecía morir lenta y dolorosamente.

 ―¿Jose, estás despierto?―preguntó Evan, el castaño abrió los ojos y giró la cabeza hacia Evan. El pelinegro estaba sentado en su cama con una venda cubriéndole parte de la cabeza.―Me han puesto tres puntos.

― Me alegro por ti.―murmuró Jose de mal humor por lo que Evan borró la sonrisa de inmediato.

― ¿Te duele mucho?―preguntó el pelinegro señalando hacia su brazo en cabestrillo.

―No, estoy bien.―contestó con lentitud y más antipático de lo que quería por lo que volvió a mirar al techo.

— Lo siento, es mi culpa por ser tan inútil.―murmuró Evan con pesadumbre, Jose lo miró de nuevo y vio como su amigo estaba completamente decaído y miraba al suelo con vergüenza. En todos sus años de amistad nunca había visto a Evan tan deprimido como ahora, ni cuando sus padres se divorciaron se mostró tan triste.―Entiendo que estés enfadado.

―No estoy enfadado y menos contigo, sólo estoy preocupado y puede que un poco drogado.―contestó Jose intentando parecer animado y sonando con mucha más simpatía, Evan levantó la mirada y lo miró a los ojos esperanzado.―Creo que el próximo día que veas películas de kung fu deberías avisarme.

―¡Claro que sí! Mañana mismo hacemos maratón de películas de Jackie Chan o... ya sé, podemos ver de Chuck Norris, por algo es un Dios en internet.―habló Evan con emoción, Jose rodó los ojos y se puso a mirar al techo de nuevo; sin embargo, su mejor amigo no tardó en levantarse de su cama y quitarle la almohada para según él ponérsela blandita.―Seré tu enfermera hasta que tu padre venga a buscarnos.

―¿No podemos llamar a tu padre? El mío me matará.―Evan se llevó la mano al pecho y abrió la boca para luego negar con la cabeza.

― Tu padre mola más, seguro que viene cargado de magdalenas o algún otro dulce.―contestó Evan con ojos brillantes, Jose bufó, precisamente por eso no quería que su padre fuese; ese hombre era capaz de aparecer con el delantal rosa y ponerse a repartir dulces a los alumnos.―Además, mi padre está de viaje de negocios hasta dentro de dos días.

―¡Ese tío va a morir! ¡Cómo se atrevió a meterse con mi hermana! ¡Va a morir, como que me llamo Dafne Castillo, ese cabrón va a morir entre terribles sufrimientos!―escuchó Jose gritar para a continuación ver a Dafne entrar acompañada de Ann, las dos chicas se acercaron a dónde se encontraban Matt y Sonia y los saludaron.―¡Nora no vayas hacia la luz, aún tenemos que patearle el trasero a Damián por arrástranos con él al fin de semana de pesca! ¡No vayas, luz mala!

―¡¿Quieres calmarte?! Nora está bien, ¡está bien!.―exclamó Ann tomando a la morena por los hombros y agitándola.

―¿Y Dan?―preguntó Sonia, las dos chicas dejaron de hablar entre ellas y miraron a la pelirroja.

―Ató a Iván a una cuerda para que los indios lo usaran como una piñata, dijo que iba al baño y ahora venía para acá.―contestó Ann sin poder impedir que Dafne atravesase las cortinas y viese a Nora.

Jose vio como Ann, Matt y Sonia se miraban los unos a los otros con preocupación hasta que escucharon un grito procedente de la cama de Nora que fue entonces cuando comenzaron a reírse.

 ―¡Dafne que me matas! ―exclamó Nora.

―¡Milagro! ―gritó Dafne.

―Seguro que después de hoy Nora debe verte como a un héroe.―comentó Evan guiñándole el ojo, Jose asintió sin estar convencido, después de todas las veces que le había gritado que lo odiaba no creía que lo fuera a ver como un héroe, de hecho tenía suerte si ella seguía hablándole.

Evan empezó a balancearse en la cama sonriendo con felicidad y divagando sobre que luego podían salir los cuatro como en las películas. Jose suspiró con resignación y contuvo la respiración al ver como Ann apartaba la cortina y le permitía ver a Nora; la morena aún estaba con la máscara de oxigeno pero había recuperado el color y le sonreía abiertamente a Dafne que estaba sentado a su lado. 

 ―¡Nos tenías tan preocupados!―gritó Sonia abrazando con fuerza a Nora por lo que Matt y Ann tuvieron que intervenir y separar a la pelirroja por la fuerza.

Jose respiró aliviado, ella parecía que estaba bien. Se llevó la mano al pelo y se lo revolvió, fue entonces cuando vio a Nora observándolo, la morena al darse cuenta de que había sido descubierta dio un pequeño respingo antes de mirar hacia otro lado con vergüenza y algo sonrojada. Jose sintió un nudo en el estómago, ¿qué estaría pensando? ¿De verdad podría verlo como el héroe que casi la salva o por el contrario seguiría odiándolo por ser responsable de su claustrofobia?

                                                                                * * * * 

 Jose miró el bol de palomitas vacío que tenía sobre las piernas para luego intentar centrarse en la película, pero no podía. Moulin Rouge no era mala, es que a él eso de los musicales no le iban, bueno y el romance tampoco; además con Evan y con su padre quiénes comentaban absolutamente todo lo que pasaba no se podía centrar. Miró de reojo hacia Evan y lo vio abrazado al cojín mientras miraba fijamente la pantalla, rodó los ojos y suspiró. Gracias a Evan su padre no lo castigó al verle la cara descompuesta y el brazo en cabestrillo. El pelinegro se las apañó para narrar lo que había sucedido como si fuera una hazaña épica y al final su progenitor le dio una palmadita en la espalda seguida de un "bien hecho hijo" y un levantamiento de pulgar con orgullo. Aunque desgraciadamente su madre no se lo tomó tan bien cuando fueron a que los examinaran en el hospital; les echó una monumental bronca a los dos para luego castigarlos (si, a Evan también lo castigó; ella era así)

 ― Creo que voy a hacer más palomitas.―comentó el castaño poniéndose en pie, ni su padre ni Evan parecieron inmutarse así que se puso en pie y caminó hasta la cocina.

Se apoyó sobre el frigorífico y cerró los ojos, inmediatamente la imagen de una Nora aterrorizada le vino a la mente, si hubiera llegado un poco antes... Apretó los puños con frustración y golpeó el frigorífico con la mano izquierda. Todo había sido por su culpa, el que ella fuera claustrofóbica, el que Iván la atacase... todo era su culpa. Nora no iba a perdonarlo, él no se perdonaba...¿así que ella por qué iba a hacerlo?

 Escuchó el pitido del microondas pero justo cuando se disponía a sacar las palomitas sonó el timbre de su casa.

 ―¡Jose vete a abrir!―exclamó su padre desde el salón, el castaño resopló y caminó hacia la entrada con fastidio.

Abrió la puerta con la mano izquierda y se quedó helado al encontrarse con Matt al otro lado. ¿Qué demonios hacía el rubio ahí? Miró hacia los lados buscando a Nora o a Dan pero el rubio se encontraba solo.

 ―¿Qué haces aquí? ―preguntó Jose dejando denotar que no era bien recibido.

―No seas descortés con tus invitados.―habló Matt entrando sin permiso e internándose en el salón para saludar a su padre y a Evan.

Jose cerró con un portazo y siguió al rubio al interior de su casa.

 ―Matt que alegría verte, ¿no ha venido Nora contigo?―curioseó su progenitor poniéndose en pie rápidamente para darle la mano al rubio y saludarlo con felicidad.

―No, se quedó con Sonia y unos cuantos más en el parque preparando las cosas para poder jugar al beisbol.―contestó el rubio mirando de reojo a Jose para rápidamente sonreírle a su padre.

―¿Beisbol?―preguntó Evan, Matt asintió.

― ¿Y exactamente a qué has venido?―preguntó Jose de mal humor al ver como el rubio se sentaba al lado de Evan.

― ¿Quieres algo para comer? Hice flan, ¿quieres uno? Claro que sí, voy por uno. ―comentó su padre con alegría levantándose y yéndose a la cocina; Jose respiró hondo y se acarició la sien. ¡Ese hombre! Él intentado ponerse serio y demostrarle quién mandaba ahí y su padre ofreciendo dulces.―¡¿Jose dónde pusiste el flan que sobró?!... ¡No dije nada, ya lo encontré!

Su padre apareció segundos después con un pequeño plato con flan y nata que entregó a Matt con alegría.

― Espero que te guste; voy a buscar en internet recetas nuevas que quiero hacer algo con coco.―comentó su progenitor para desaparecer escaleras arriba, Jose rodó los ojos y suspiró, su padre acababa con su energía.

―Esto me recuerda, no le des más galletas a Dafne; Ann les está poniendo tabasco y las reparte cerca de un colegio mientras Dafne en un puestecito vende botellas de agua por el doble de su precio.―habló Matt antes de comer una cucharada de flan, Jose parpadeó estupefacto... ¡esas dos eran unos demonios! No sólo usaban sus galletas para torturar niños sino que además sacaban beneficio económico, estaba tan sorprendido como aterrado.―Está muy rico, tu padre es un gran repostero.

Jose frunció el ceño, su padre no era un buen cocinero ni por casualidad... ese era el noveno flan que hacía.

―¿Vas a decirme de una vez que haces aquí? Porque sinceramente no creo que hayas venido únicamente a saludar.―preguntó Jose una vez más pero esta vez tomando asiento en el sofá. Si el rubio venía a decirle que se alejase de Nora, lo echaría de su casa; ahora que por fin se había dado cuenta de que estaba locamente enamorado de ella no iba a rendirse.

―Cierto.―Matt depositó el plato sobre la mesa y lo miró con seriedad.―Vine a disculparme por haberte pegado esta mañana y por haberte gritado esas cosas, por muy mal que me caigas tú no tienes la culpa de que Iván sea así.

¿¡Qué?! ¿¡Él había ido a disculparse?! ¡Venga ya! ¿Dónde estaba la cámara oculta? Que Matt le estuviera pidiendo perdón era algo totalmente fuera de lugar, el rubio debía de estar tramando algo. Entrecerró los ojos y analizó la cara del rubito, aunque no pudo encontrar nada que lo hiciese dudar de que sus disculpas fuesen sinceras.

 ―Por cierto, ¿qué ocurrió con Iván? ―preguntó Evan con interés al ver que él no hablaba; Matt se acomodó en el sofá con estilo y sonrió con malicia.

―No creo que tengamos que preocuparnos por él nunca más.―contestó el rubio tomando el plato del flan y partiendo un enorme pedazo; Evan y Jose se miraron mutuamente con algo de miedo, ¿lo habrían matado? Escucharon a Matt reírse con fuerza y ambos lo miraron.―No lo hemos matado si es lo que estáis pensando, además la muerte era un castigo demasiado suave para él.

Jose y Evan volvieron a mirarse entre ellos con cierto temor, ¿qué podría ser peor que la muerte?

―¿Y has venido sólo a eso?―preguntó Jose con desconfianza, era imposible que Matt hubiese ido a su casa sólo para disculparse cuando eso podía hacerlo mañana en el instituto.―No me trago que hayas venido únicamente a disculparte, ¿qué es lo qué quieres de verdad?

―Hablar contigo sobre Nora.―contestó Matt con sinceridad.

― ¿Ella está bien?―preguntó Jose preocupado, Matt asintió.

―Físicamente sí, mentalmente no creo que esté tan bien como ella quiere hacernos creer, prácticamente ha revivido lo sucedido hace diez años y eso no puede ser bueno.―contó Matt, Jose se revolvió el pelo con nerviosismo.

―Te dijo que me odiaba ¿verdad? Que no quiere volver a verme nunca más, estás aquí por eso ¿cierto? Para decirme que no me vuelva a acercar a ella nunca porque soy una persona horrible.―preguntó con miedo pero afortunadamente Matt negó con la cabeza por lo que Jose no pudo evitar suspirar con alivio.

―Escuchaste la conversación de esta mañana sobre Will ¿verdad?―curioseó Matt con media sonrisa, él dio un respingo y asintió lentamente.

―¿Eso de que Nora noqueó a Will cuando él intentó besarla?―indagó Evan pero ninguno se movió.

―Sí, ella y Dafne son cinturón negro en varias artes marciales por lo que están más que preparadas para patear traseros y dejar inconscientes a todos los que ellas consideren peligrosos.―dijo Matt mirándolo con las cejas levantadas, Jose se revolvió incómodo ¿a dónde quería llegar exactamente el rubio?―Y aunque Nora la mayor parte del tiempo sea pacifista, puede llegar a hacerte mucho daño si intentas besarla contra su voluntad.

Matt volvió a mirar significativamente a Jose y él arrugó la frente. ¿Qué se suponía que trataba de decirle?

 ¡Vale! A Will que era como una especie de Dios griego lo noqueó cuando intentó besarla pero él lo ha conseguido varias veces ¿por qué él podía? ¿por qué ella se dejaba besar si era una experta en artes marciales? La única razón para dejarte besar por alguien era... Jose abrió los ojos sorprendido ¡A ella le gustaba! ¡A Nora le gustaba aunque sea un poco, por eso se deja besar! Sonrió con felicidad y Matt rodó los ojos.

 ―Mi teoría es que poco a poco ha ido acostumbrándose a ti y ha ido superando el pasado gracias a tu particular forma de actuar.―habló Matt mirándolo fijamente, Jose se movió incómodo y sintió un poco de calor en las mejillas avergonzado; el rubio se refería a su manía de no pensar, decir idioteces, rescatar y besar a Nora.―Sin embargo, sigues siendo la causa de su claustrofobia es por eso que te aconsejo que te alejes de ella....

―¿Qué? ¡No! ¡Deja de entrometerte entre nosotros rubito de las narices! ¡A ella le gusto, supéralo y déjanos en paz!―reclamó Jose a gritos, Matt rodó los ojos y suspiró.

―Nora aún no ha afirmado que sienta algo por ti, por lo tanto tengo carta blanca para entrometerme; además si me dejaras explicarme niño impulsivo sabrías por qué te digo esto.―contestó Matt de mal humor, Evan le colocó a Jose el brazo sobre el hombro para que se relajase.―Como iba diciendo, vas a tener que alejarte de ella una temporada, como te he dicho varias veces estar cerca de ti le recuerda todo lo que pasó y aunque poco a poco parece que fue superándolo, gracias a Iván creo que volvió a sentirse como esa niña de siete años con la que todos se metían.

―Y quieres que me mantenga alejado porque todo eso fue por mi culpa.―murmuró Jose con malestar, Matt asintió.

―Necesita tiempo para respirar, pensar y contigo alrededor no puede hacerlo.―indicó Matt

―¿Crees que volverá a gritarme y decirme que me aleje y que no la toque?―preguntó Jose recordando lo mal que lo pasó hoy cuando ella le gritó que lo odiaba. 

―Seguramente.―contestó Matt, Jose bufó con fastidio.

En cuanto avanzaba un poco con Nora, pasaba algo y volvía al maldito punto de inicio. ¡Era tan jodidamente frustrante!

 ―Jose, creo que es lo mejor; tienes que dejarla que aclare sus ideas.―opinó Evan con gravedad algo que lo sorprendió.

No quería alejarse de ella, no quería que ella recordase todo y volviese a cómo era a principio de curso; pero si incluso Evan le decía que alejarse era lo correcto...

 ―Está bien.―contestó a regañadientes.―Me mantendré una temporada alejado de ella, ¡pero deja de sobarla cuando estoy delante, sé que lo haces sólo para fastidiarme!

El rubio soltó una estruendosa carcajada.

 ―Claro que sí, es muy divertido ver cómo te pones celoso cuando la hago sonrojar.―contestó Matt con diversión metiendo las manos en los bolsillos y balanceándose ligeramente; Jose miró hacia Evan, ¿¡quién era el loco que imaginaba cosas ahora, eh?!―Y más divertido es cuando alguien dice que hacemos buena pareja, ahí parece que vas a lanzar rayos por la mirada y asesinarlos a todos.

―No hacéis buena pareja.―masculló Jose molesto cruzándose de brazos.

―Si que la hacen.―apuntó Evan por lo que le lanzó una mirada asesina y Matt comenzó a reírse.―Pero tú haces una mejor pareja con ella, ¡por supuesto! ¡Eso ni se duda! ¡Nora y Jose forever! ¡El team Jose ganará!

― Cállate Evan.―dijo Jose entre dientes, Evan asintió pero luego miró hacia Matt.

― ¿Qué hay entre tú y Nora de todas maneras?―preguntó Evan por lo que Jose se tensó y se puso a rezar porque Matt no saliese ahora con que él quería a Nora.

―¡Oh la gran pregunta! Por mucho que todos os empeñéis en que hacemos buena pareja (algo con lo que por cierto, estoy de acuerdo).  Sólo somos mejores amigos, yo fui la primera persona que la aceptó como era y ella fue la primera amiga que hice en España; no podemos evitar preocuparnos el uno por el otro. Además ella casi muere una vez por mi culpa....mmm... creo que eso ya os lo contó Sonia, ¿cierto?―contestó Matt con sinceridad, Jose asintió, de ese incidente era de donde venía toda su odiosa sobreprotección hacia Nora.

―Y tú preocupado por nada.―dijo Evan dándole un codazo en el costado con ilusión.

Jose bufó pero no dijo nada. Puede que Matt dijese que ellos eran amigos, ¡pero eso no cambiaba que en el futuro el rubito pudiera enamorarse de Nora! Al fin y al cabo ella era tan adorable, guapa, dulce y era tan tremendamente sexy cuando se sonrojaba y sus labios... ¡Alto Jose! No puedes pensar en besar a Nora cuando no tienes permitido acercarte a ella.

―Debería preocuparse, Nora no saldrá con alguien a quién yo no le haya dado el visto bueno.―habló Matt mirando a Jose con malicia, el castaño frunció el ceño y Matt rio divertido y señaló su brazo en cabestrillo.―Tu acto heroico no me ha conmovido para nada, no conseguiste abrir la puerta, no puedes protegerla por lo que no pienso darte mi apoyo, de hecho seguiré haciendo campaña en tu contra hasta que ella tome una decisión.

¿¡Qué?! ¡Pero si se había dislocado un hombro intentando sacarla de ahí? ¿¡Qué más tenía que hacer para demostrarle a ese tío que quería a Nora y que la protegería pasase lo que pasase!? 

 ― ¡Me disloqué el maldito hombro intentando sacarla!―exclamó el castaño poniéndose en pie y dando varias vueltas alrededor de la mesa.

― Eso es porque eres un debilucho, Sonia la abrió sin problemas.―apuntó Matt, Jose le lanzó una mirada asesina.

―¿Y por qué no dices que tiene que hacer para que le des tu apoyo con Nora? ―indicó Evan interviniendo en la conversación, Jose fulminó con la mirada a su amigo y Matt se quedó un rato pensativo.

¿¡Pero por qué le daba ideas?! ¡Este tío era capaz de pedirle que encontrase las siete bolas de dragón! Miró a Evan y vio como él levantaba el dedo pulgar en señal de ánimo, Jose rodó los ojos y tentado estuvo de tirarle el jarrón de la mesa a la cabeza pero se contuvo.

―Tengo que consultarlo con Ann, a ella se le da mejor eso de torturar a personas, pero sería divertido que corrieses desnudo por el instituto por ejemplo.―comentó Matt con los ojos brillantes, Jose le lanzó una mirada asesina a Evan que sonrió con nerviosismo. ¿¡Por qué tenía que darle ideas al rubio?! ¿¡Es que no era su mejor amigo?! Escucharon una canción que Jose identificó de Metallica y vieron como el rubio sacaba el móvil del bolsillo del pantalón; el chico miró a Jose y sonrió de medio lado.―¡Nora!....¿ya está todo listo?....ok, ya voy para allá, ¿estamos en el mismo equipo?.... ¡Genial!.... ¡Te veo ahora!

El rubio cortó la llamada y volvió a guardar el móvil en el bolsillo, luego con un ligero movimiento de cabeza se despidió de él y de Evan para luego dirigirse a la salida y abandonar su casa. Una vez que escuchó la puerta cerrarse, Jose se dejó caer sobre el sofá y se tapó los ojos con el brazo izquierdo. ¡Estúpido, estúpido y odioso rubio! Agg, como lo odiaba.

―¿Estás seguro? ¿Crees que podrás alejarte de Nora una temporada?―preguntó Evan, Jose lo miró de reojo; ¡claro que podía! ¡llevaba diez años sin verla, unos días sin tener contacto con ella no iban a matarlo!

                                                                                * * * * 

 Dos semanas, un día, diez horas, cuarenta y dos minutos y seis segundos, ese era el tiempo que llevaba sin acercarse a Nora, ¿cómo era posible que la echase tanto de menos? ¡Joder, se había pasado diez años sin verla ni saber de ella sin problemas! Y ahora no podía pasar ni un puto segundo sin pensar en ella, definitivamente el amor era un asco.

 Pero debía mantenerse fuerte y seguir lejos de ella por su bien. La morena ni lo había mirado en estos días y prácticamente huía en la hora del recreo. Jose suspiró y se acarició el cuello, desgraciadamente la teoría de Matt había quedado claramente confirmada el miércoles cuando por un despiste chocó con ella; Nora lo miró con una mezcla de miedo y odio y se marchó de allí murmurando que no la tocase.

 Evan le había dicho que debía de tener paciencia... ¡pero eso era muy fácil de decir! Él no tenía que soportar cómo la chica de la que estaba locamente enamorado lo ignoraba por completo y para colmo Matt pasó deliberadamente su petición de no sobar a Nora delante de él. ¡Joder! ¡Ver al rubio abrazando a Nora a todas horas era insoportable! Pero se iba a enterar, en su desesperación había ideado un plan perfecto dónde lo mataba y secuestraba a Nora a la que se llevaba muy lejos de todos los rubios del mundo.

 Ok, ya estaba empezando a desvariar demasiado pero es que estar tan cerca de ella sin poder tocarla ni besarla lo estaba volviendo loco.

 Empujó el carrito de la compra y buscó a su padre con la mirada pero no lo vio por ningún lado, frunció el ceño...¿y ahora dónde se había metido ese hombre? Lo había obligado a ir con él al centro comercial Vistabella para comprar comida, ya que Evan y su padre iban a ir a cenar esta noche y pasarían una noche de hombres, supuestamente. Siguió empujando el carrito hasta que entró en la sección de congelados pero su padre tampoco estaba ahí, bufó con irritación y siguió recorriendo los diferentes pasillos. En uno de ellos encontró a un grupo de cinco chicos menores que él, al parecer discutían sobre algo hasta que el que parecía el jefe silbó.

―¿El blanco sigue en el mismo sitio?―preguntó el que Jose supuso que sería el jefe, era un chico alto y fornido de cabeza cuadrada y ojos pequeños.

―Sí, señor.―indicó otro chico que estaba al final del pasillo y usaba un espejo para ver lo que sucedía en el pasillo de al lado.

―Bien, tenemos hombres en las tres entradas del centro comercial... y hemos bloqueado el baño de esta planta por lo que no podrá encerrarse ahí y salir por la ventana. Los demás baños están muy altos y no creo que salte por ellos, aunque nunca se sabe, vosotros dos quiero que bloquéis aquí y aquí por si intentase llegar hasta ellos.―volvió a hablar el líder, Jose pasó al lado de ellos con el carrito y los vio mirando un plano del centro comercial lleno de pequeñas equis y círculos para indicar las posiciones.―Creo que lo tenemos todo listo, sólo nos falta esperar el momento adecuado. ¿Unidades preparadas?

―Todo listo jefe.―habló otro chico que tenía un walkie-talkie en la mano.

―Excelente.―murmuró el jefe frotándose las manos como el señor Burns de Los Simpsons.

Jose abandonó el pasillo sin dejar de mirar de forma extraña al grupo de chicos, ¿a quién se suponía que iban a capturar esos locos? Bah, que le importaba a él.

 ―¡Jose, estás ahí! ¿Dónde te habías metido?

Eso tenía que preguntarlo él. Vio a su padre al final del pasillo dónde se encontraba la harina, empujó el carrito hasta allí y se quedó helado al ver que su progenitor no se encontraba solo.

―¡Mira a quién me encontré buscando ingredientes para hacer una tarta de cumpleaños!―exclamó su padre señalando a la chica a la que había pasado las dos últimas semanas esquivando y al probable objetivo de los alumnos de Quevedo.

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