Capitulo 31.Nuestro pasado en común
Por suerte antes de que pudiera hablar llegaron Dan y Matt discutiendo sobre cuál era la mejor estrategia para conquistar el castillo de Ascor. Dan, como había predicho Sonia, ya tenía el pelo tan rizado como siempre y usaba una especie de diadema para que los rizos no le cayeran sobre el rostro.
―Ohhh, tu pelo se volvió a rizar.―indicó Bel con desanimo, el chico asintió y agitó la cabeza.
—Fue bonito mientras duró, ¿y Sonia?―preguntó Dan quedándose con Matt en pie frente a ellos.
—Por ahí viene.―indicó Helena señalando a la pelirroja que atravesaba el campo de fútbol dando gritos a los jugadores y golpeando a un par de ellos por insubordinación. La pelirroja saludó a Dan golpeándolo en la espalda y a Matt chocándole la mano, se quedó en medio de ellos dos, lo que hacía resaltar la gran diferencia de estatura entre Dan y ella. Era curioso como una chica tan bajita y enclenque tenía tanta fuerza y mal humor.
—¿Y Nora? ―curioseó Matt quitándole el paquete de patatas a Dan.
—Vinieron los indios a buscarla para una reunión de no sé qué; desde que la nombraron miembro del Consejo Nuboso están llamándola cada dos por tres para que interceda con los tributos que le tienen que pagar a Dafne y Ann.―comentó Sonia.
—Dan, ¿quién fue tu primer amor? ―preguntó Bel apoyando las manos sobre las rodillas y mirando al chico con interés, Dan parpadeó un par de segundos antes de llevarse la mano derecha a la barbilla y poner pose de pensador.
—Creo que fue Angy, tu prima.―contestó Dan señalando a Helena.―Cuando teníamos ocho, ¿no Matt?
—Si, mira que te pusiste pesado; estabas todo el día suspirando y diciéndome lo guapa que era y que te ofrecías voluntario para que te sacrificase; hubo un momento que estuve tentado de atarte a un altar y llamarla para que te matase y me dejases en paz.―contó Matt ofreciéndole patatas a Sonia, la pelirroja cogió un puñado y luego le enseñó la lengua a Dan.
—Pues al menos yo no iba persiguiendo a una chica cinco años mayor, ¿hace falta que te recuerde la que liabas porque Diana no te hacía caso? ―recordó Dan con una risita burlona, Matt lo fulminó con la mirada pero Dan siguió burlándose de él. ―Me acuerdo que te inflaste a petit-sui para ver si crecías más rápido, pero lo único que conseguiste fue que te llevaran al hospital con dolor de estómago.
—Di lo que quieras, pero el año pasado conseguí liarme con ella.―respondió Matt con una gran sonrisa, Dan chasqueó la lengua y Matt colocó los brazos sobre las caderas para luego comenzar a reírse.
—Sonia, ¿y quién fue tu primer amor? ―se interesó Bel mirando hacia la pelirroja.
Si que estaba pesada Bel con eso del primer amor; suerte que a él lo interrumpieron. Hizo una bola con el papel que le sobró y lo dejó a su lado junto a la lata de fanta, tomó un sorbo y centró su mirada en la pelirroja.
—Fui yo.―canturreó Matt levantando la mano por lo que Dan volteó hacia él y lo señaló con sorpresa para luego mirar hacia Sonia.
—Mi mejor amigo y mi.. bueno y esto.―comentó Dan mirándolos alternativamente, Sonia dio un salto y le pegó un coscorrón ―¡Ay! ¿Cuándo fue? ¿Por qué nadie me había dicho nada? ¿Se te declaró?
—No me declaré, ¿y cómo es que tú lo sabes? ―interrogó Sonia subiéndose a la grada para poder mirar a Matt a los ojos, el rubio se rascó la nuca y le ofreció patatas a la pelirroja.―Será chivata.
—¿Pero qué viste en Matt? Es porque es rubio y de ojos azules, ¿a qué sí? ―divagó Dan poniéndose a dar vueltas pensativo, Sonia rodó los ojos. ―Al final a todas os gusta el mismo tipo de chico, soy todas unas superficiales.
—No era por eso, siempre me cayó bien porque defendía a Nora de los demás diciendo cosas como "No meterte con my friend" y se pasaba todo el día cantando "ice-cream, ice-cream" la verdad es que era muy mono.―recordó Sonia con melancolía.―Pero me enamoré de él cuando me consoló un día que me había peleado con Matti y me compró un helado porque decía que comiendo un helado los problemas desaparecían.
— Tú y tu obsesión por los helados, no has cambiado nada.―indicó Dan mirando hacia Matt.
—Hablabas fatal español ¿recuerdas?, menos mal que Nora tenía una santa paciencia para explicártelo todo.―contó Sonia con una sonrisa burlona pero con voz melancólica.
—Menos mal, porque si es por Dan seguiría creyendo que para agradecer las cosas tenía que decir "mierda para todos".―apuntó el rubio mirando hacia Dan que comenzó a reírse a carcajadas.
— Fue tan divertido cuando viniste a mi casa a cenar y dijiste eso, a mi madre casi le da algo y mi padre no paró de llamarte niño maleducado.―dijo Dan entre risas, Matt le lanzó una mirada asesina pero el pelinegro siguió a lo suyo.
—Lo que tú digas, pero yo fui el primer amor de Sonia.―recordó Matt haciendo que Dan dejase de reírse.
—¿Y quién fue tu primer amor Bel?―se interesó la pelirroja.
Jose automáticamente desconecto, Bel hablaría de nuevo del chico ese que se parecía a un duende así que pasaba de escucharla de nuevo. Tras ella habló Evan y después Helena; la rubia contó que con ocho años estuvo enamorada de un niño pelirrojo hiperactivo que conocía porque sus padres eran amigos.
―¡Jose! ¿¡Hola?! ¿Hay alguien ahí? ―preguntó Sonia agarrándolo de los hombros y sacudiéndolo.
— ¿Qué pasa? ―preguntó Jose distraídamente, Sonia lo agitó de nuevo y él se soltó de ella como pudo.
— ¿Quién fue tu primer amor? ―preguntó Bel con curiosidad, Jose se rascó la nuca y se revolvió el pelo.
¿Quién fue su primer amor? Se quedó un rato en silencio meditando hasta que la imagen de una niña con el cuento de La Sirenita apareció en su mente.
—No me acuerdo como se llamaba.―contestó con sinceridad intentando hacer memoria, Bel infló las mejillas con disgusto.
— Pues dinos cómo la conociste, no creas que vas a librarte.―opinó Sonia alejándose de él para colocarse al lado de Dan al que empezó a pegarle puñetazos en las palmas de la mano.
—Pues...―Jose se quedó un rato en silencio intentando hacer memoria, su primer amor si no recordaba mal la conoció con siete años.―Cuando tenía siete años, jugando un partido de fútbol me hicieron la zancadilla y me raspé la rodilla y como sangraba mucho fui a la enfermería.
Se aclaró la garganta antes de continuar.
—Cuando llegué no estaba la enfermera, pero si había una niña de mi misma edad leyendo un cuento. La niña al escuchar mis quejas, se acercó a mí y comenzó a leerme "La sirenita" hasta que llegó la enfermera y me curó la rodilla mientras ella me tomaba de la mano porque decía que eso era lo que hacía con su hermana para que le dolieran menos las heridas. Y bueno pues... ella fue mi primer amor, supongo.―contó Jose sintiéndose algo cohibido al ser el centro de atención, Bel suspiró y Helena se llevó las manos a los ojos mientras murmuraba que era una historia muy tierna.
—¿Y cómo era la niña?―se interesó Matt mirándolo de forma que no supo identificar.
—Pues si no recuerdo mal, tenía el pelo largo y en trenzas y creo que llevaba gafas.―contestó después de varios minutos pensando, si era un poco extraña pero tenía una sonrisa muy dulce y bonita.
—¿Y qué pasó después? ¿No la volviste a ver? ―preguntó Bel esperanzada, Helena y Evan también lo miraban con ilusión.―¡Dime que volviste a verla! Es la historia más bonita que he escuchado jamás.
Jose miró hacia el suelo pensativo, si que la volvió a ver. Si no recordaba mal, resultó que iba a la clase de al lado pero sufría el acoso de sus compañeros debido a su físico y por ser algo rara. Al principio pensó en defenderla pero cuando intentó decirle a Enrique que le gustaba, se rió en su cara y comenzó a burlarse de él diciéndole que iba a casarse con la niña fea y rara y que tendrían monstruitos verdes como hijos. Por lo que al final se dejó llevar por la presión social y comenzó a meterse también con ella, incluso se inventó una canción que enseñó a los demás niños para que se la cantasen cada vez que la veían. Ahora que lo pensaba había sido un poco cruel; ¿qué habría pasado con esa niña?
—¡Nora!―gritó Matt agitando la mano para llamar la atención de la morena que caminaba por el centro del campo con una lanza. La morena llegó hasta ellos y se colocó al lado de Matt.―¿Qué tal te fue la reunión, Luna Resplandeciente?
—Bien, hao.―declaró Nora chocando la mano de Matt. Jose se quedó un rato observando a la morena, ¿podría ser? Sacudió la cabeza y se quedó pensativo, ¿Cómo era que llamaban a la niña? ¿Dientes de hierro? ¿sonrisa de hierro? ¿sonrisa de acero?.
—Sonrisa de hojalata.―murmuró Jose captando la atención de todos, Nora lo miró con furia y entonces lo supo. Ella era esa niña.―¡Serás rencorosa! ¡Eso pasó hace diez años!
— ¡¿Y qué?! Tengo derecho a estar enfadada el tiempo que me dé la gana. ―recriminó ella, Jose se llevó las manos a la cabeza y se puso en pie.
— ¡Sí, pero no diez años!―gritó Jose sacudiendo las manos con fuerza.―¡No puedes seguir odiándome por algo que pasó cuando teníamos siete años!
—¡Claro que puedo! ―chilló Nora con furia apretando la lanza con las manos.
—¿Se puede saber qué pasa? ―preguntó Bel desconcertada por tanto grito.
—Pasa que cuando teníamos siete años me metía con ella, bueno yo y todos sus compañeros de clase. ―explicó Jose a gritos mirando a Sonia pero señalando con la mano a Nora.―¡No puedo creer que todavía me tengas rencor por eso!
— ¡Inventaste una horrible canción sobre mí que enseñaste a los demás! ―replicó ella usando la lanza para señalarlo.
—¡Por el amor de Dios tenía siete años, no sabía lo que hacía! ―bramó Jose, aquello se les había ido de las manos; ambos se habían convertido en el centro de atención del patio y prácticamente todos los alumnos los miraban; por no hablar de la cara de Matt, Dan y Sonia; los tres estaban estupefactos y en cualquier momento cargarían contra él.
—¡No me vengas con excusas! ¡Sabías perfectamente lo que estabas haciendo! ―gritó ella con ira.―¡Me acorralabas en los recreos para cantarme la maldita canción mientras tu club de fans me tiraba de las trenzas y me gritaban fea!
—¡Te repito que teníamos siete años!―gritó una vez más, bajó un par de escalones para acercarse a ella pero la chica retrocedió. ―¡Pasó hace mucho tiempo, supéralo de una vez!
—¿¡Que lo supere?! ¡Soy claustrofóbica por tu culpa! ―acusó la morena
— ¡Qué! ―gritó Jose con sorpresa mirando a su alrededor.
La morena entrecerró los ojos con enfado antes de darse la vuelta y caminar hacia el instituto; Jose respiró hondo antes de dar un salto e ir tras ella. Necesitaba una explicación, lo que acababa de gritarle no podía ser cierto. Agarró a la chica del brazo y la obligó a darse la vuelta.
—Nora...―murmuró pero ella le pegó con la lanza en la cara y se separó de él.
—¡No! ¡Déjame en paz! ―le gritó ella golpeándolo de nuevo con la lanza pero esta vez en el hombro.
— ¡No! ¡Quiero una explicación, no puedes gritarme que eres claustrofóbica por mi culpa y luego irte como si nada pasase!―bramó llevándose la mano al hombro para acariciarse el lugar donde ella lo había golpeado.
—¡Me encerraste! ¡Tú me encerraste... me cantaste esa horrible canción y me empujaste al cuarto de la limpieza y me encerraste allí! ¡Estuve horas y horas llorando hasta que un profesor me escuchó y me sacó!.―narró Nora con voz temblorosa mirando fijamente al suelo.
—Yo... yo... no sé qué decir.―tartamudeó Jose en voz baja, la morena levantó la mirada y ambos se observaron mutuamente.
—No me lo puedo creer―comentó Sonia acercándose a la morena con Dan y Matt este último se acercó a Nora y colocó la mano en el hombro de la morena.―No me extraña que te pusieras así nada más verlo, yo le hubiera roto los dos brazos en tu lugar.
—Tú, que eres una bruta. ―murmuró Dan por lo que Sonia le dio un puñetazo en el brazo. ―¡Ves!
—¿Dónde vas? ―preguntó la pelirroja al ver como Nora se daba la vuelta y caminaba hacia el instituto.
—A buscar a mi hermana, antes de que se entere de todo y quiera convocar un Consejo de Guerra.―explicó la morena, Matt soltó una carcajada antes de correr tras ella; Dan y Sonia se miraron entre ellos para luego sonreír e ir tras ellos.
—¡Esto parece una telenovela!―exclamó Bel poniéndose en pie y acercándose a Jose seguida de Evan, Cris y Helena―¡No estaba tan emocionada con algo desde veía Pasión de Gavilanes! ¿Y ahora qué vas a hacer? ¿Vas a disculparte? Si quieres disculparte lo mejor que puedes hacer es comprarle un libro, o un helado, bueno no, los helados son cosa de Matt. ¡Tienes que disculparte como sea!
Jose rodó los ojos e ignoró los delirios de Bel. Se acarició la sien y se puso a pensar; no recordaba con exactitud todo lo que había sucedido diez años atrás pero sí que tenía pequeños flashes de algunas cosas. Recordaba haber inventado la canción y luego perseguirla junto con otros niños para cantársela, también recordaba haberle tirado de las trenzas y quitarle las gafas mientras ella lloraba y le pedía por favor que se las devolviera mientras a su alrededor los demás niños se burlaban de ella llamándola "sonrisa de hojalata"; también recordó como una vez había cogido un cubo lleno de agua sucia y se lo había lanzado desde el piso de arriba mojándola completamente. Dejó de pensar, con cada recuerdo nuevo se sentía cada vez peor.
—Bueno, al menos ya sabes que le hiciste.―indicó Evan dándole una fuerte palmada en la espalda, Jose entrecerró los ojos enfadado; casi que preferiría no haberlo descubierto nunca.
Al llegar a la clase sintió todas las miradas de sus compañeros sobre él, si que se difundían rápido las noticias.
Para colmo Iván se había puesto a tararear la canción que él inventó años atrás para Nora, le había lanzado varias miradas asesinas pero el chico se limitaba a sonreír con prepotencia y a seguir tarareando.
―Te juro que lo voy a matar como no pare.―murmuró partiendo el lápiz debido a la ira, Evan le entregó un portaminas y le dio una palmada en la espalda.
―Trata de calmarte, lo está haciendo para hacerte rabiar.―susurró Evan intentando parecer tranquilo pero Jose vio como sus ojos mostraban ira. ―Me sorprende que él se sepa la canción, eso quiere decir que coincidió con Nora y contigo en esa época.
―Sí, pero si hasta ahora no dijo ni hizo nada; significa que no la había reconocido.―dijo Cris metiéndose en la conversación también.
Los tres se quedaron pensativos, lo que decía Cris tenía sentido. De hecho, él no la hubiera reconocido nunca de no ser por la conversación anterior, sintió como sus mejillas ardían. Dios mío, todo el mundo tuvo que darse cuenta de que Nora había sido su primer amor; que vergüenza. Y seguro que se preguntaban cómo pasó de estar enamorado de ella a torturarla psicológicamente de esa forma, y eso era algo que él ni siquiera sabía.
Nora era claustrofóbica, y lo era por su culpa. ¿Pero qué clase de niño trastornado era con siete años? Su padre le había dicho que era travieso, pero lo que hacía era de persona mal de la cabeza. Sintió un fuerte dolor en el estómago, joder se sentía tan mal... y encima el tarareo de Iván lo estaba volviendo loco.
―¡Deja de tararear esa maldita canción!―gritó Jose poniéndose en pie y mirando hacia Iván, inmediatamente se dio cuenta de que había gritado y que todos lo miraban con curiosidad; Jose volteó hacia el profesor de matemáticas y se percató de que lo miraba con confusión.―Lo siento.
―Y después de este extraño arrebato del señor Medina, continuamos con la clase.―indicó el profesor, Jose se sentó y se llevó las manos a la cabeza.
Ojalá pudiera desaparecer ahora mismo.
* * * *
El camino a su casa se le hizo largo y doloroso. Si antes no podía recordar nada, ahora no podía parar; se veía una y otra vez empujando a una pequeña Nora al interior de un cuarto y cerrando la puerta mientras ella lloraba. Había sido tan cruel, que no habían palabras en el mundo para describir lo despreciable que era.
Jose suspiró y le pegó una patada a una piedra que encontró en su camino, Nora ni lo había mirado cuando se marchó de la clase una hora antes alegando que se encontraba mal; y eso lo había hecho sentir aún más miserable. Evan y Cris trataron de animarlo y decirle que habían pasado diez años y que eso eran cosas de niños, pero ninguna de sus palabras amables lo harían sentir mejor. Ella era claustrofóbica por su culpa, suya y de nadie más.
Entró en su casa y se encontró a su padre esperándolo con los brazos abiertos y un ramo de rosas, al verlo su progenitor se cruzó de brazos y depositó el ramo sobre la mesa.
―Pensé que eras tu madre, ya debería estar aquí; ¿crees que está en la sala de descanso con algún residente? ―preguntó su padre con preocupación, Jose negó con la cabeza y subió las escaleras con pesadumbre.
Tiró la mochila en el suelo y se tumbó bocarriba sobre la cama.
―¿Te ocurre algo? Te ves deprimido.―investigó su padre caminando hasta él y sentándose en la cama. ―¿Te pasó algo en el instituto?
―No, estoy bien.―contestó sin ganas dándole la espalda a su padre.
―¿Qué quieres comer hoy? ―preguntó su padre con clara preocupación, el moreno se encogió de hombros.―Entonces te haré tu comida favorita.
Jose sintió como su padre se ponía en pie y se marchaba de la habitación dejándolo completamente solo algo que agradeció. Volvió a tumbarse bocarriba y se colocó el brazo sobre los ojos, ahora que sabía que había pasado entre ellos entendía en cierto modo la postura de Nora; ¿cómo iba a decirle que él era el chico que le hacía bullying y que por su culpa era claustrofóbica? No, eso no era fácil de decir. Además supuso que la morena tampoco quería rememorar esos recuerdos.
Sonrisa de hojalata era Nora, ¡Nora! Aún no podía creérselo, estaba tan diferente. Tomó la almohada y la apretó contra su rostro para ahogar un grito de frustración, cuando terminó de gritar apartó la almohada y se quedó mirando hacia el techo. Tenía que disculparse, debía disculparse... ¿pero cómo le pides perdón a alguien a quien le destrozaste la vida? Joder, ojalá tuviese una máquina del tiempo para volver a cuando tenía siete años y pegarse dos guantazos a sí mismo por imbécil.
* * * *
―Toc, toc.―Jose miró hacia la puerta y se encontró a Evan mirándolo desde el umbral con una sonrisa triste.
―¿Qué haces aquí? ―preguntó Jose de mal humor escondiendo el móvil bajo la almohada.
―Vine porque pensé que estarías deprimido y efectivamente ahí estás, tumbado como un alma en pena. Tu padre está abajo preocupado intentando hacer cupcakes para animarte.―habló Evan sentándose en su silla giratoria y poniéndose a dar vueltas, Jose rodó los ojos... su padre lo solucionaba todo con dulces.
―Estoy bien.―dijo Jose intentando sonar convincente pero Evan enarcó las cejas y lo miró fijamente.
―¿Cómo vas a estar bien? Acabas de enterarte que traumatizaste de por vida a la chica que te gusta, es imposible que estés bien.―Evan dio una vuelta sobre la silla y luego colocó las piernas sobre su cama, Jose frunció el ceño.
―Ella no me gusta.―Evan sonrió con malicia y señaló sus ojos.
―Estás mirando a la izquierda.―soltó Evan como si con esa afirmación fuese suficiente, Jose chasqueó la lengua con irritación y el pelinegro se reclinó un poco hacia atrás y colocó las manos tras la nuca.―¿Qué piensas?
―Que ojalá tuviese una máquina del tiempo para pegarle a mi yo de siete años. ―murmuró Jose de mal humor, Evan soltó una fuerte carcajada antes de darse la vuelta y encender el ordenador.
Ambos se quedaron en silencio, sinceramente no tenía ganas de hablar pero le gustaba que Evan estuviese allí haciéndole compañía.
―Jose tienes que ver esto; Enrique te mandó esto al correo anteayer.―dijo Evan con emoción, Jose gruñó antes de sentarse sobre la cama y posteriormente ponerse en pie.
Evan el muy cotilla había entrado en su correo sin permiso, bueno le echaría la bronca más adelante, miró la pantalla y vio que Enrique le había mandado un email con una foto adjunta.
¡Te dije que me sonaba esa chica! He tardado un montón en averiguar porque me era tan familiar... ¡vas a flipar! ¿Te acuerdas de cuando éramos pequeños y nos metíamos con una niña que llevaba gafas y aparato dental? ¡Pues es ella! Creo que le decíamos sonrisa de metal o algo así y tú te inventaste una canción bastante cruel sobre ella; pobrecilla, ahora que lo pienso fuimos unos auténticos cabrones con ella, pero tú el peor, jamás entendí porque eras tan malo con ella (así que no me extraña que te odie, de hecho no sé cómo no te ha partido la cara siendo una de las jefas de Góngora).
No me extraña que no la recuerdes, ha cambiado un montón (ahora está buenísima, le echaría un buen polvo.. xD) yo la reconocí por pura suerte. Como te dije era compañera mía de clase es por eso que tu no la tenías en ninguna foto. Pero tampoco estuvo mucho tiempo en nuestro colegio, que yo sepa estuvo un año y poco más... lo último que supe de ella era que después de que la encerraran en un armario abandonó el colegio. Lo sé, porque se armó un buen revuelo... algún idiota la encerró y se olvidó de sacarla y cuando los profesores la encontraron tenía una crisis nerviosa y tuvieron que llamar una ambulancia y todo.
Bueno te envío la foto dónde la vi, casualmente está al lado mío... creo que es por eso que la reconocí. ¡Ya nos veremos!
P.D. vi un video tuyo dónde te metes la ostia del siglo xD
Nada más terminar de leer llevó el ratón sobre la foto y clicó sobre ella para que se ampliase. Buscó como un loco a Nora, y tal y como Enrique había escrito, la morena estaba a su lado. Nora era tal y como la recordaba, tenía el pelo muy largo y lo llevaba en trenzas, además portaba unas enormes gafas blancas que le tapaban gran parte de su pequeño rostro, pero Jose pudo ver a la perfección sus preciosos ojos miel.
―¿Esa es Nora? ―preguntó Evan con sorpresa, Jose asintió y se tumbó de nuevo en la cama.―¡Vaya! Está tan rara...
―¿Cómo pude no acordarme de ella? ¡Soy tan idiota! ―Jose se acostó bocabajo y escondió la cabeza bajo la almohada.
―Está muy cambiada, además de que ha crecido y el corte de pelo la hace verse distinta.―explicó Evan tratando de consolarlo, Jose sacó la cabeza y le lanzó una mirada asesina.
― Ella me reconoció nada más verme.―recordó el moreno.
―Bueno, tú apenas has cambiado.―Jose entrecerró los ojos, esa mentira no se la creía ni él; Evan se dio la vuelta y siguió examinando la foto hasta que el regalo que había sobre la mesa llamó su atención.―¿Y ese regalo para quién es?
Jose sintió un horrible calor subirles desde la punta de los pies hasta las mejillas, el pelinegro lo tomó en las manos y se puso a juguetear con él tratando de averiguar qué era. Jose harto, se lo arrebató de un manotazo y lo colocó sobre la cama junto al móvil.
― No te incumbe.―dijo Jose con vergüenza ante la mirada inquisidora de su amigo, Evan negó con la cabeza y volteó hacia el ordenador.
― Llámala, dale el regalo y pídele perdón.―aconsejó Evan con una seriedad impropia de él, Jose miró hacia su teléfono y el libro.―Quedándote aquí lamentándote no vas a conseguir nada, así que llámala de una vez.
Jose se tumbó una vez más, Evan tenía razón... ahí sentado no iba a conseguir nada, ya no podía hacer nada para cambiar el pasado. Además Nora había dicho que él ahora era una buena persona... quizás ya no lo odiaba por lo sucedido. Iba a llamarla, la llamaría y quedarían para hablar, le entregaría su regalo y le compraría un ramo de flores si hacía falta, pero ella iba a perdonarlo y las cosas volverían a estar bien en el mundo.
Con ánimo se sentó sobre la cama y tomó el móvil entre sus manos, Evan lo miró de reojo y le guiñó el ojo.
― Voy a llamarla y le pediré perdón, le diré que tenemos que quedar y que le daré su libro, y no acepto un no por respuesta.―dijo Jose en voz alta para darse confianza a sí mismo, Evan levantó el pulgar en señal de aprobación.
—Y ya que estás dile que te gusta mucho y no puedes vivir sin ella.―añadió el pelinegro con malicia, Jose tomó la almohada y le golpeó con ella.
―¡Que no me gusta!
―Si se te ilumina el rostro cada vez que la ves, por no hablar de la cara de gilipollas que pones cuando estás muy cerca de ella... ¡ay! ―protestó el pelinegro cuando Jose le dio otro almohadazo pero usando mucha más fuerza. ―Puedes pegarme todo lo que quieras, pero eso no cambiará el hecho de que te gustaaaaa.
―¡Cállate que voy a llamar! ―exclamó Jose con enfado, Evan formó un corazón con sus manos y Jose a punto estuvo de tirarle el libro pero decidió pegarle una patada a la silla para enviar a su amigo a la otra punta de la habitación.
Buscó en el registro de llamadas el nombre de Nora y pulsó el botón de llamada, escuchó los tonos y cuando sintió que descolgaban empezó a hablar con rapidez.
―Soy Jose, escúchame, no me cuelgues por favor. Yo... siento lo que pasó hace diez años, te juro que si tuviera una máquina del tiempo me pegaría un buen azote a mí mismo por imbécil y te protegería de los demás niños, joder... no puedo creer que seas claustrofóbica por mi culpa....lo siento, de verdad. Lo siento mucho y me gustaría que me perdonases....y bueno... a ver...
―¿Y crees que con sentirlo basta? ―Jose se quedó de piedra al escuchar la voz de Matt al otro lado, pero su sorpresa se vio rápidamente interrumpida por el enfado y la ira.―Gracias a ti, es insegura, desconfiada, su autoestima está por los suelos y tiene problemas para relacionarse con las personas... no sólo la hiciste claustrofóbica, también la destruiste con esa canción. No voy a dejar que le hagas más daño, así que aléjate de ella.
―¡No pienso alejarme de ella! Y me da igual lo que tú digas, ahora pásame a Nora rubito de las narices.―exigió Jose a gritos.
―No.
―¡Pásamela!.
―Si ella fue tu primer amor, ¿por qué le hiciste eso? ¿cómo tratas tan mal a la persona que te gusta? ―preguntó Matt con soberbia, Jose sintió como si el rubio le pegase un puñetazo en el estómago y se quedó unos segundos sin respiración, ¿qué iba contestarle? ¿qué lo hizo por qué no quería parecer idiota por gustarle la chica rara? No, ni loco.
―No lo sé, supongo que me dejé llevar por lo que hacían los demás. Soy despreciable por ello y lo sé, ¿contento? Ahora pásame con Nora, quiero hablar con ella.―habló Jose entre dientes mientras Evan lo observaba con curiosidad; Jose se rascó la sien, ese maldito rubio conseguía sacarlo de sus casillas.
―No, Nora es mi mejor amiga y no voy a dejar que el imbécil culpable de su claustrofobia se acerque a ella, me da igual lo mucho que te guste, no te la mereces...así que búscate otra chica; como por ejemplo Helena, se que le gustas aunque no entiendo que ve en ti.―dijo Matt con tranquilidad, Jose estrujó el móvil en su mano e hizo chirriar sus dientes, lo iba a matar, iba a matar a ese odioso rubio.
―¡Tú maldito rubio, voy a robarte a Nora, ¿me escuchaste?! ¡Y no vas a poder impedirlo! ―gritó Jose colgando el teléfono, luego se dirigió al armario y sacó una cazadora que se puso, tomó el libro de encima de la cama y la cartera de encima de la mesa.
― ¿A dónde vas? ―preguntó Evan mirándolo con diversión.
―A casa de Nora,... ¿¡pero que se ha creído ese tío?!.―masculló Jose abandonando la habitación y cerrando de un portazo olvidándose de que Evan estaba allí riéndose a más no poder.
― Hijo, ¿dónde vas? ―preguntó su padre asomando la cabeza por el umbral de la cocina.
―A demostrarle a ese rubio con problemas de sobreprotección que no le tengo miedo.―aseguró Jose con convencimiento cerrando la puerta con un fuerte golpe.
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