Capitulo 29. Llamadas teléfonicas
Jose se rascó la nuca con nerviosismo, ¿por qué precisamente Helena tuvo que darse cuenta? La rubia se estiró antes de mirarlo fijamente, Jose sonrió con nerviosismo y se revolvió el pelo percatándose de que aún tenía el libro de La princesa prometida; bueno ya se lo entregaría a Nora otro día.
— Te gusta Nora, ¿por qué no me lo dijiste?―curioseó Helena acercándose a él, Jose se encogió de hombros sin saber qué responder.―Eso explica porque no sucumbías a mis encantos, y yo que pensaba que el rito de amor había dejado de funcionar, Angy se pondrá feliz cuando le diga que hicimos el que no debíamos.
Jose la miró con espanto y Helena soltó una estruendosa carcajada.
—Era broma, bueno no todo.―aseguró la rubia sonriendo con maldad.―No tienes nada que hacer con ella, Nora es muy cerrada y bueno... Matt se pasa de sobreprotector; ¿no prefieres salir conmigo?
Jose negó con la cabeza y vio como Helena se encogía de hombros con tristeza.
—Tú te lo pierdes.―susurró la rubia echando su cabello hacia atrás con elegancia.
—Helena yo...
—No te disculpes. ―interrumpió la rubia depositando uno de sus dedos sobre sus labios.―Me dijiste que no te gustaba desde el principio, y yo fui la que decidió perseverar a pesar de que tú me rechazabas constantemente. Así que a partir de hoy me rindo, dejaré de perseguirte y abrazarte.
—¿Seguiremos siendo amigos?―preguntó el moreno casi con miedo, para una chica con la que se llevaba bien en Góngora no quería que dejase de ser su amiga.
—Claro; pero no pienso ayudarte con Nora; quiero ver como el chico que me rechazó fracasa estrepitosamente en su empeño por enrollarse con otra chica. ―dijo la rubia con simpatía.
—Jose la miró con miedo, esperaba que ahora no le lanzase una maldición o lo gafase con Nora. Helena se acercó a él y unió sus labios no más de una milésima de segundo, Jose parpadeó confuso y la rubia se puso en pie.
—Ya nos veremos.―se despidió dejándolo solo.
Jose se revolvió el pelo, y se quedó pensativo; esperaba que Helena no le contase su pequeño secreto a nadie. Se llevó la mano a los labios y se los frotó para que no le quedase rastro del pintalabios que llevaba la rubia (sino su padre lo interrogaría hasta el agotamiento) y pensó lo diferente que era besar a Nora y a Helena; besar a la rubia no le causaba emoción alguna, pero besar a Nora...uff... besar a Nora era como si cada célula de su cuerpo fuese fuego artificial que al contacto con la morena explotase dejándolo aturdido y a la vez lleno de felicidad.
* * * *
Se bajó del autobús y caminó hacia el instituto, pasó por los muros y vio como los tenistas se lanzaban la rueda de un coche hasta que llegó el profesor de educación física con un extintor y empezó a gritarles que le devolvieran la rueda a su coche. Subió las escaleras y entró en clase, Evan como iba siendo habitual estaba hablando con su ahora novia Bel.
¡Sí, sorpresa! Ellos dos decidieron hacerse novios después de que Bel se declarase cuando Evan fue a contarle que ya todo estaba solucionado. Al parecer Bel no tenía intención alguna de confesarse, fue algo que se le escapó y luego lo retiró sin darle tiempo a Evan a darle una respuesta; por lo que Evan el día de reyes se presentó en casa de la pelinegra y le colocó una diadema con un enorme lazo en la cabeza declarando que ella era el mejor regalo que podía recibir ese día. Jose sintió una arcada, si es que era pensar en esa escena tan cursi y darle ganas de vomitar.
Depositó la mochila sobre la mesa y se sentó en su silla, de reojo vio como Iván miraba con odio hacia Bel y Evan y luego le lanzaba una mirada de superioridad, por lo que Jose para hacerlo rabiar lo saludó con la mejor de sus sonrisas. El chico no había vuelto a hacer nada a parte de lanzarles miradas de odio y murmurar que iba a vengarse. Bah... tonterías.
—Buenos días.―saludaron Cris y Helena a la vez; la rubia hizo un ligero movimiento de cabeza y caminó hasta su sitio mientras Cris se sentaba al lado suyo.―Vi al profesor de educación física llorando, al parecer le han robado tres ruedas del coche.
—¡Que sí! ―exclamó Sonia entrando en la clase seguida de Dan.
—¡Y yo te digo que no! ―gritó el chico dejando sus libretas sobre la mesa de la pelirroja.
Jose puso los ojos en blanco, ¿y por qué peleaban hoy? Ese par no se cansaba de discutir a todas horas, llevaban apenas dos semanas de clase y no había ni un solo día en el que no entrasen discutiendo verbalmente para acabar a golpes. Resultaba bastante entretenido eso sí, pero el que Sonia no matase nunca a Dan le quitaba emoción al asunto.
—Sonia, Kyle te llama.―anunció Matt entrando a clase cargando el bolso de Nora además de sus cosas.
— ¿Qué demonios quiere ese ahora de ti? ―preguntó Dan a Sonia ella se encogió de hombros y caminó hacia la puerta.
—¿Celoso? ―curioseó la pelirroja antes de salir.
—¿Por qué? Kyle está algo ido pero no lo suficiente como para fijarse en una pulga marimacho y plana.―dijo Dan burlándose de Sonia haciendo hincapié en su pecho, la pelirroja apretó los puños y caminó directa a golpearlo hasta la muerte pero por suerte para Dan, Nora entró y obligó a Sonia a salir.
—Hay que encerrarlos pero ya.―dijo Matt caminando con Nora hasta Dan que se había tirado en el suelo en mitad del pasillo.
Jose miró hacia Nora y Matt y suspiró; como odiaba a ese maldito rubio; desde que había vuelto no había parado de revolotear alrededor de Nora, se la llevaba en los recreos para que jugase con él a algún estúpido juego de rol y cuando no se iban Matt estaba siempre con ella abrazándola y lanzándole miradas de superioridad. ¡Y no, no eran cosas suyas! Evan decía que era un puto paranoico y que Matt no lo miraba pero ¡si que lo hacía! Se abrazaba a Nora o la hacía sonrojar con cualquier estupidez y lo miraba de reojo como para demostrarle algo. Un día de estos se hartaría y le partiría la cara a ese odioso rubio que iba de guay.
— Nora, ¿qué le pasó a tu mano?―preguntó Bel escandalizada por lo que Jose volteó hacia ellos y vio como Bel miraba con preocupación la mano vendada de la morena.
— No es nada.―aseguró la morena con una dulce sonrisa, pero Matt frunció el ceño y le apretó la muñeca haciendo que ella hiciese una mueca de dolor. ―¡Matt!
—I'm fine, yeees... of course.―habló Matt en perfecto inglés pero dejando denotar su enojo, Nora le enseñó la lengua y ayudó a Dan a incorporarse con su mano sana mientras el rubio depositaba las cosas de Nora sobre su mesa.
—Genial, le activaste el modo inglés; ahora tardará un rato en desactivarse―dijo Dan señalando hacia Matt que se había puesto a divagar en su idioma natal mientras miraba mal a Nora; aparentemente y por lo que podía entenderle se quejaba sobre algo que había hecho Nora.―¿Y qué tanto está hablando Sonia con Kyle?
Dan se sentó en el asiento de la pelirroja y colocó las piernas sobre la mesa, luego tomó uno de los cuadernos e intentó leerlo pero el chico no podía evitar dejar de mirar hacia la puerta. Por su parte, Nora comenzó a empujar a Matt hasta que lo sentó en su silla mientras el rubio seguía hablando cosas que nadie entendía; una vez sentado Nora tomó asiento sobre su mesa y apoyó la espalda contra la pared para poder leer cómodamente.
Jose miró fijamente hacia la morena, no hablaba con ella desde que ambos habían ido a la librería en navidad. Nora levantó la mirada de su libro y sus miradas se cruzaron por un segundo pero que a Jose le pareció una eternidad, ¡dios! Podría perderse en esos ojos para siempre, vio como las mejillas de la chica se sonrosaban ligeramente y ella apartaba la mirada y se centraba en el libro. Jose suspiró, ¡maldito Matt! Si no fuera por él y su maldita actitud sobreprotectora.
—¡Ya era hora!―exclamó Dan al ver a Sonia entrar, la pelirroja caminó hasta su asiento y se sentó sobre la mesa una vez que Dan apartó sus piernas de ella. ―¿Y bien? ¿Qué quería?
— ¡Dan, Matt a vuestra clase!―saludó la profesora entrando a la clase con una radiante sonrisa, los dos chicos se despidieron de Nora y Sonia y se marcharon entre aplausos como ya venía siendo habitual.
El resto de la mañana pasó con tranquilidad, bueno con toda la tranquilada que le era posible a Góngora. A la hora del recreo se puso a jugar a fútbol como ya iba siendo habitual, desde que había vuelto de las vacaciones se sentía muy frustrado y el fútbol lo ayudaba a relajarse. Y que Matt de vez en cuando jugase como portero en el equipo contrario era un aliciente, podría volver a marcarle gol y demostrarle que él era mucho mejor; desgraciadamente el rubio no había jugado ni una sola vez desde que las clases comenzaron. Corrió hacia el campo contrario y levantó la mano para indicarle a uno de los jugadores que le pasase el balón pero antes de que lo viese le habían arrebatado la posesión y Flash corría en dirección contraria para chutar fuera.
— ¡Matt a las tres en punto!―Jose volteó al escuchar a Flash mencionar al rubio y vio como Matt atrapaba el balón entre sus manos y luego se ponía a hacer toques alrededor de Nora mientras ella portaba unos enormes cascos de música que eran propiedad del rubio. Estúpido presumido.―¿Vas a jugar?
¡Sí! Juega para que pueda humillarte de nuevo y demostrar que no eres tan buen portero como todos piensan. Jose miró fijamente hacia Matt y el rubio siguió jugando con el balón hasta que aburrido le pegó una fuerte patada y lo envió al campo.
—¡Ya sabes que sólo juego cuando están Dan y Sonia, si no están ellos no es divertido!―exclamó el rubio caminando con Nora hasta las gradas dónde estaban Bel y los demás. Cobarde.
Jose no apartó la mirada ni un segundo de ellos, por lo que se ganó un grito de uno de sus compañeros de equipo. ¿Qué sólo jugaba cuando estaban Dan y Sonia? Tonterías... no jugaba porque no le daba la gana. Estúpido rubio, ¿por qué no jugaba? Así no iba a poder demostrarles a todos que él era mejor, sintió una fuerte palmada en la espalda y al voltear se encontró a Evan mirándolo con arrogancia.
—Deja de pensar en Nora y céntrate.―dijo Evan apartándose de él rápidamente para que no pudiera gritarle nada.
Jose entrecerró los ojos y tentado estuvo de darle un balonazo a su mejor amigo pero decidió que era mejor tirar a puerta. Al contrario de lo que había pensado, al hacerse novio de Bel no dejó de darle la tabarra con Nora... de hecho, ahora era incluso peor. Todavía recuerda como el domingo se presentaron Evan y Bel en su casa con un montón de dvd's de películas de amor para palabras de Evan "darle ideas de cómo conquistar a una chica" lo que fue aprovechado por Bel para comenzar a interrogarlo sobre sí estaba enamorado, su padre que pasaba por allí la escuchó y se unió al interrogatorio que terminó cuando los mandó a todos a la mierda y se encerró en su dormitorio.
Estuvo corriendo de un lado a otro sin parar hasta que sonó el timbre, momento en el que se tumbó en el suelo completamente exhausto, cerró los ojos y se secó el sudor con la camiseta, cuando los abrió se encontró a una sonriente Helena que le tendía su chaqueta. Jose la tomó y se puso en pie de un salto.
—Tengo un regalo para ti.―anunció la rubia con una sonrisa traviesa, Jose enarcó las cejas...que Helena le regalase algo no le gustaba nada, tenía miedo de que fuera un talismán con una sangrienta calavera o una comadreja muerta. Sin embargo, la rubia le entregó un pequeño trozo de papel doblado, Jose frunció el ceño y lo abrió encontrándose en su interior un número de teléfono.―Es el número de Nora.
—Pero tú dijiste...
— Sí, ya sé que dije que no iba a ayudarte pero llevas dos semanas con un humor horrible y eso no puede ser bueno para tu karma.―contestó Helena rápidamente, Jose frunció el ceño... no llevaba dos semanas con un humor horrible, bueno puede que si estuviese un poco enojado y antipático pero era por ese estúpido rubio, no era culpa suya.
—Gracias.―contestó Jose sin saber qué más decir, Helena sonrió con dulzura y él guardó el papel en su cartera.
* * * *
Estuvo toda la tarde cocinando con su padre, repitiendo la cena de fin de año para ver qué había salido mal aunque tras cuatro horas de arduo trabajo no tenían ni puñetera idea sobre qué había hecho mal en Nochevieja; eso sí, tenían comida para un regimiento por lo que invitaron a Evan a cenar y le dieron a su amigo gran parte de lo que sobró. Una vez que consiguió echar a Evan de su casa diciéndole que si no tenía una novia a la que incordiar subió las escaleras y se encerró en su dormitorio justo cuando su padre encendía la televisión y se ponía a ver Anatomía de Grey mientras tejía.
Sacó el papel dónde estaba el teléfono de Nora y lo contempló durante unos instantes hasta que se dio cuenta de que estaba haciendo el idiota y comportándose como un enamorado -cosa que no era-. Sacó su móvil y comenzó a escribirle un mensaje pero cuando iba por la mitad decidió que eso era una idiotez y que no tenía diez años, así que decidió marcar el número de la morena y llamarla directamente. Había pensado durante todo el día que iba a decirle y su genial plan era recordarle a la morena que aún tenía el libro de La princesa prometida y que si lo quería debía de salir con él; si chantaje otra vez, pero si no fuera por el chantaje no tendría forma de acercarse a ella.
Pulsó el botón de llamar y esperó, al tercer tono escuchó como descolgaban.
—¿Sí? ¿Quién es?―la voz de Nora se escuchaba alta y clara, Jose tragó saliva antes de comenzar a hablar.
—Hola, soy Jose.―respondió el moreno con nerviosismo, podía imaginarse perfectamente el ceño fruncido de la chica al otro lado.
—¿Quién te dio mi número? ―preguntó Nora enseguida.
—Tengo mis contactos.―dijo Jose con voz misteriosa, si le decía que había sido Helena, Nora la mataría y la rubia volvería de entre los muertos para arrastrarlo al infierno; así que era mejor hacerse el interesante.―Ese no es el caso...por cierto, ¿cómo está tu mano?
—Muy bien, ¿qué quieres?―preguntó Nora; Jose se sentó en la silla y dio una vuelta con diversión. ―¿Pasó algo con Evan? ¿Volvieron a pegarle?
—No, no... no pasó nada con Evan; él está bien, de hecho se acaba de ir de mi casa hace unos diez minutos.―contestó con rapidez, escuchó a Nora suspirar al otro lado y ambos se quedaron en silencio unos segundos.―Por cierto, ¿cómo te heriste la muñeca?
—No es asunto tuyo.―contestó la morena con su habitual simpatía, Jose puso los ojos en blanco y se recostó sobre la silla mirando hacia el techo; se quedaron en silencio hasta que escucharon las sirenas de los bomberos.―¿Otra vez? Ya es la quinta vez esta semana.
— ¿Qué ocurre? ―preguntó Jose con interés.
—Creo que ha vuelto a saltar la alarma anti-incendios del edificio de Kyle...¡oh, joder! ¡estaba leyendo!―exclamó la morena con frustración, Jose se mordió el labio y esperó a que ella siguiese hablando.
— ¿Qué pasa? ¿Estás bien? ―se preocupó Jose al escuchar ruido procedente del otro lado de la línea. ―¿Nora?
—Si, si... es sólo que se ha ido la luz...
—¡Oye, oye...Nora creo que el problema es en nuestro edificio! ¡Voy a tirarme al suelo y dejaré que un bombero buenorro me rescate!―Jose escuchó la fuerte voz de Dafne seguida de un estruendo.
—¿Nora? ¿Oye? ¿Estás bien? ―preguntó Jose poniéndose en pie y mirando con desesperación por la ventana.
—Nos vemos mañana en clase, adiós.―se despidió Nora con voz apresurada, Jose escuchó el vip de finalización de llamada y frustrado tiró el móvil contra la cama.
¿Por qué siempre tenía que pasarle algo?
* * * *
— Míralo, está tan preocupado.―murmuró Evan
—Sí, creo que hasta que no vea a Nora en persona no va a poder respirar con tranquilidad.―respondió Cris, Jose levantó la cabeza y se encontró a sus dos amigos frente a él con sonrisas burlonas y mirándolo con diversión.
—Dejadme en paz.―masculló Jose de mal humor mirando de nuevo hacia la puerta. Evan lo señaló y luego formó un corazón con sus manos.―Vete a la mierda.
—Me muero de sueño.―exclamó Sonia entrando a la clase dando un gran bostezo, tras ella entraron Matt y Nora con cara de haber dormido muy pocas horas y tras ellos Dan con unas gafas que tenían unos ojos abiertos dibujados. ―¿¡Es que no podemos pasar ni una maldita noche sin que nos evacuen?!
Jose examinó a Nora de arriba abajo, a parte de la venda en la muñeca derecha que tenía ayer la chica no sufría daño alguno. Jose respiró aliviado y de reojo vio como Evan levantaba el pulgar; iba a matarlo.
—Ya he perdido la cuenta de todos los bautizos y comuniones a las que me han invitado; pero lo mejor de anoche fue Dafne "Socorro, bomberos, soy una pobre chica desvalida" y luego se tiró al suelo para que uno de los bomberos la cargase en brazos.―contó Dan imitando la voz de Dafne y tirándose al suelo, Matt y Sonia rieron mientras Nora miraba la escena con diversión.
—¿Y qué me dices de cuándo la madre de Nora usó una de las mangueras para mojar a una vecina mientras gritaba "No a las pieles, asesina de animales"? ―recordó Sonia, Matt pasó el brazo por encima de Nora al ver como la morena se avergonzaba y comenzaba a ponerse roja algo que no pasó desapercibido para Jose que frunció el ceño.―Aunque esto empata con lo que hicieron Mario y Miguel, qué le robaron una de las hachas a los bomberos y se fueron a talar un árbol que decían que les molestaba cuando jugaban al fútbol.
—No, lo mejor de la noche fue cuando tu padre salió del restaurante con dos enormes cuchillos y exageró su acento italiano para decir que iba a acabar con tanta tontería al estilo siciliano.―comentó Matt mirando hacia Sonia, la pelirroja soltó una fuerte carcajada y los cuatro caminaron hacia los asientos de las dos chicas.―¿Alguien se enteró que fue lo que pasó?
—Triz me dijo que uno del séptimo metió la ropa en el microondas y eso se incendió, intentó arreglarlo y produjo un cortocircuito―explicó Nora haciendo que Matt, Dan y Sonia abrieran la boca.―De ahí que se fuera la luz en el edificio.
—¡Buenos días clase!―saludó el profesor de filosofía entrando a la clase y guiñándole el ojo a los alumnos.―¿Matt podrías pedirles a los de tercero que le devuelvan las ruedas del coche a Benito? Está en la sala de profesores llorando y diciendo que se va a marchar del instituto para siempre.
—Claro; ahora me paso por allí, ¿me presta a Sonia?―preguntó Matt con tono inocente, el profesor asintió.
— Sí, pero te cojo a Dan de rehén; no quiero que se pongan a discutir por el pasillo.―Matt asintió y sentó a Dan en el asiento de Sonia como si fuese un muñequito, después de eso Matt y Sonia abandonaron la clase mientras el profesor escribía en la pizarra.
Al rato regresaron y Sonia golpeó a Dan en la cabeza para luego prácticamente echarlo a patadas de allí mientras el profesor sonreía. Las clases pasaron con rapidez y antes de darse cuenta estaba en el patio jugando al fútbol, durante el recreo vio como el profesor de educación física abrazaba a varios alumnos mientras les decía que le encantaba la nueva imagen de su coche. Al regresar a clase se encontraron con su querida tutora mirando una lista, una vez que estuvieron todos dentro se aclaró la garganta.
—A partir de hoy tenéis algo nuevo que hacer.―Jose sonrió, ¡bien! Si les mandaba un trabajo tendría que quedar con Nora.―Para este trimestre os asignaré compañeros nuevos, empecemos.
¡Qué! ¡Noo! ¡Mierda, joder! ¿Por qué el universo estaba en su contra? ¿Qué le había hecho él al jodido universo para que lo odiase tanto? Estuvo tentado de darse un cabezazo contra la mesa pero decidió no hacerlo para no llamar la atención, en cambio él que si lo hizo fue Evan...al parecer a su amigo el universo tampoco le tenía mucho aprecio ya que volvía a ser la pareja de Angy. Bueno, si Evan repetía con la misma pareja a lo mejor él también, ¿no?
—Jose con Bel.―anunció Belinda Blanco; ¡maldita sea! ¡Y encima con Bel, la única chica que conseguiría hablar bajo el agua! Irritado se puso a garabatear en un folio lo que la profesora decía pero sin prestarle mucha atención. Que se encargase Bel de los apuntes, él solo tenía ganas de gritarle al jodido universo lo cabrón que era.
* * * *
Estaba tirado sobre su cama sin saber qué hacer, su padre y su madre estaban en el salón viendo Los puentes de Madison, una película romanticona y un tanto vieja para su gusto. Tuvo que cenar viendo El diario de Noa, así que su cupo de películas románticas estaba más que lleno para los próximos tres meses. Miró el reloj y vio que apenas habían pasado diez minutos desde que subió al dormitorio, bostezó y miró hacia la mesa del ordenador dónde estaba el regalo aún envuelto de Nora. ¿Y si la llamaba? Antes de darse cuenta se encontró marcando el número de la morena y esperando a que respondiera.
—¿Sí? ¿Quién es? ―preguntó la morena al otro lado de la línea.
—¿No guardaste mi número? ―preguntó Jose un poco ofendido, pero luego se dio cuenta de que a lo mejor no tuvo tiempo con todo el jaleo de la evacuación. ―Soy Jose, ¿qué haces?
—¿Otra vez tú? Estoy leyendo, ¿qué quieres? ―preguntó Nora, al decirle que estaba leyendo Jose no pudo evitar imaginársela tumbada sobre su cama con las piernas apoyada en la pared y con el libro sobre el pecho.
—Mis padres están viendo Los puentes de Madison y me aburría...así que he decidido llamarte.―contestó Jose dándose golpecitos en el pecho al son de la música que tenía de fondo.―¿Cómo está tu muñeca?
—Muy bien, ¿por qué no llamaste a Evan? ¿o a Cris? ―preguntó Nora sin ser borde algo que lo alegro.
—Evan está cenando en casa de Bel y me colgó y creo que Cris está en kárate; ¿cómo te hiciste la herida en la muñeca?―continuó Jose con la ronda de preguntas.
—Ya te dije que no es asunto tuyo, ¿y porque no llamaste a Helena?
Jose sonrió, a lo mejor sí que estaba celosa y no eran imaginaciones suyas.
—Pensé que sería más divertido molestarte a ti.―dijo Jose sonriendo al imaginarse la cara de frustración de Nora, Jose esperó a que la chica contestase alguna bordería pero no dijo nada.―¿Nora? ¿Hola?
— .....
—¿Nora? ―volvió a preguntar Jose con cierta preocupación, después de lo de ayer podía esperarse cualquier cosa.―Nora, ¿estás bien? ¿pasó algo?
—¡Pero cómo puede ser que se muriera, si era mi principal sospechoso! ―escuchó exclamar a la morena por lo que no pudo hacer otra cosa que reírse con fuerza, al parecer mientras hablaba con él seguía leyendo.―Odio a este autor, nunca termino que cogerle el truco.
—¿Nunca dejas de leer? ―curioseó Jose, al otro lado del aparató escuchó una suave protesta. ―¡Nora!
—¿Qué? ―preguntó la morena con confusión por lo que Jose rió de nuevo, ella estaba siempre en las nubes.
—Si tenemos una cita el sábado, te doy el libro de La princesa prometida.―bien, ya lo había soltado; ahora sólo quedaba esperar que ella aceptase.
—¿Estás chantajeándome?―preguntó Nora, Jose asintió y se sintió idiota, ella no podía verlo.―Prefiero salir con Freddy Kruger antes que volver a salir contigo, y no quiero tú estúpido libro, ya encontraré otro ejemplar.
La morena colgó y Jose miró el móvil con furia; le había colgado. ¿Cómo se atrevía a colgarle? Si, vale que la estaba chantajeando pero esa no era razón para colgarle el teléfono, y decirle que prefería salir con Freddy Kruger. ¿Pero qué tenía de malo salir con él?
* * * *
Lo bueno de ser la pareja de Bel era que te enterabas de todos los chismes del instituto quisieses o no; lo malo... que no se callaba ni aunque su vida dependiese de ello.
Jose miró hacia Cris y vio que su amigo leía un libro mientras Helena escribía en una libreta; al otro lado de la mesa estaba Evan con Angy, su amigo tenía la cara verde y en breve huiría al baño a vomitar, ya que al parecer Angy le estaba contando algún ritual de invocación. En un principio sólo habían quedado Bel y él pero luego Evan dijo que por favor no lo dejaran solo así que se unió a ellos, cuando llegaron a la biblioteca se encontraron a Cris y Helena en la mesa ya sentados.
—Jose.―llamó Bel captando su atención, Jose dejó de mirar a la nada y miró hacia la pelinegra que lo miraba con una seriedad poco habitual en ella.―Nunca te agradecí que le contarás a Sonia y Nora lo sucedido, en parte es gracias a ti que Evan y yo seamos novios.
—No tienes que agradecerme nada, hice lo que tenía que hacer.―dijo Jose con voz amable, puede que Bel fuera una parlanchina sin remedio pero le había cogido cariño; además ella y Evan eran tal para cual y hacían una linda pareja.
—De todas formas, siento haberte metido en ese problema; me siento fatal y no quiero que te pase nada; sé que Iván dijo que iba a vengarse y como te pase algo por mi culpa...―Bel hizo un puchero y se llevó las manos a los ojos para limpiarse las lágrimas que querían salir.―No quiero que te pase nada, me caes bien...prométeme que vas a cuidarte, ¿sí?
—No va a pasarme nada, no seas tonta.―habló Jose en tono alegre para tratar de animar a la pelinegra, Bel asintió con tristeza y se limpió un par de lágrimas de la cara con un pañuelo.
—Sé que es egoísta pero...¿podrías cuidar de Evan también? No quiero que vuelva a pasarle nada parecido, si le pasa algo yo me muero.―susurró Bel ya sin poder contener las lágrimas, Jose asintió y vio como la chica sacaba un paquete de pañuelos del bolso.―Si le hubiera hecho caso a Nora desde el principio nada de esto hubiera pasado....¡oh, no! ¡Nora! Tengo que pedirle a Matt que la vigile por lo que pueda pasar, no quiero que le pase nada.
Jose se revolvió en el asiento, es verdad, Iván también había amenazado a la morena y lo de ella sí que iba muy en serio. El muy desgraciado la había encerrado en el depósito de la biblioteca, no tenía pruebas pero sabía que había sido él. Matt se encargaría de cuidarla pero él tampoco iba a perderla de vista por lo que pudiera pasar. Vieron como Evan se levantaba y salía corriendo hacia el baño con la mano en la boca mientras Angy se encogía de hombros y se ponía a leer un libro. Jose no pudo hacer otra cosa que reírse mientras que Bel preocupada siguió a su novio.
Una hora después abandonaron la biblioteca, al final no habían avanzado mucho pero por suerte aún les quedaban unas cuantas semanas hasta la fecha de entrega del trabajo. Cuando llegó a casa se encontró a su padre en la cocina intentando hacer pizzas caseras mientras hablaba por teléfono con el que supuso que sería su abuelo. Lo saludó y subió a su habitación, dejó la mochila en una esquina y se tiró sobre la cama, su progenitor aún tardaría un buen rato en llamarlo a cenar así que sacó el móvil del bolsillo e hizo lo que venía haciendo desde hace más de una semana, llamar a Nora.
Sus conversaciones nunca duraban mucho, y ella siempre preguntaba quién era nada más descolgar lo que en más de una ocasión lo había irritado y había acabado gritándole por el teléfono y ella colgándole. ¿Pero por qué no guardaba su número? Al final había llegado a la conclusión de que si tenía su número guardado pero que le preguntaba quién era para cabrearlo. Aún así, había desarrollado una especie de adicción a llamarla por teléfono por las noches.
Jose contó los tonos y al sexto colgó. Miró hacia el techo y dejó el móvil sobre su pecho; normalmente siempre descolgaba al tercero, bueno a lo mejor estaba cenando o duchándose o tenía el móvil en silencio.
Probó suerte diez minutos más tarde, pero nadie contestó. Frunció el ceño, ¿le habría pasado algo? Volvió a llamar dos veces más, sin suerte. Sin embargo, a la quinta llamada descolgaron.
—Al habla el contestador automático de Nora, ella en estos momentos no puede ponerse, así que deje su recado después del vip...¡Vip!―Jose se quedó en silencio, reconocería esa voz en cualquier lado, ¡odioso rubio! ¿Qué hacia él con el móvil de Nora? ¡¿Y con qué derecho descolgaba?! ―¿Hola? ¿Hay alguien? ¿Hello?
— ¿Quién es? ―Jose escuchó la voz de Nora más lejana.
—No sé, no se oye nada; creo que se han equivocado.―habló Matt antes de colgar.
Jose se quedó un rato con el móvil en el oído, ¿qué hacían esos dos juntos a las...(mira la hora)... a las nueve y media de la noche? Vale, que fueran super mejores amigos, pero esas horas eran para estar cada uno ya en su casa. Pero lo más preocupante era que no había escuchado los gritos de Dan y Sonia de fondo, ¡eso quería decir que estaban solos!
— ¡Jose a comer! ―le gritó su padre desde abajo; el moreno dejó el móvil sobre la cama y bajó las escaleras de mal humor. Cuando llegó a la cocina se encontró una enorme pizza deforme con los bordes quemados, Jose miró la pizza unos segundos antes de acercarse al mueble y sacar un antiácido.―Muy gracioso.
—Es mejor prevenir, que con tu comida nunca se sabe.―dijo sentándose en una de las sillas viendo como su padre partía un trozo y se lo ponía en un plato; miró la pizza con miedo y le pegó un bocado, fue entonces cuando se dio cuenta de que además de estar los bordes quemados el interior estaba sin hacer.―Puag, pero qué... ¿por qué pedimos comida a una pizzería de verdad?
—Tonterías, esto se arregla con unos cuantos minutos más en el horno.―dijo su padre con felicidad metiendo su trozo y el resto de la pizza en el horno, Jose enarcó una ceja y ambos esperaron.
Tres cuartos de hora después estaban sentados en el salón frente a la televisión viendo Crónicas Vampíricas mientras comían una pizza de verdad. Jose miró a su padre, el día que se fuese con Evan y Cris a matar patitos también se lo llevaría a él, entre la cocina, las series de chicas y el tejer había perdido toda su hombría. Debía de planear cuánto antes esa salida o sino esa extraña enfermedad empezaría a afectarlo a él también y ya había sufrido bastante horneando galletas durante la navidad.
—¿No oyes música? ―inquirió su padre mirando hacia los lados y bajando el volumen de la televisión, Jose escuchó entonces Hero de Nickelback, la canción que tenía de tono en el móvil. Soltó el trozo de pizza y subió corriendo las escaleras, tomó el móvil y miró la pantalla. Nora.
— ¿Nora? ―preguntó descolgando con ilusión, sí, estaba emocionado, era la primera vez que ella lo llamaba.
—Así que eras tú....―Jose se quedó helado al escuchar la voz de Matt al otro lado, ¿por qué lo llamaba desde el móvil de la morena? ―¿Cómo conseguiste su número?
— No es asunto tuyo.―contestó Jose de mal humor sonando como la morena cuando decía esa misma frase.―¿Y qué haces llamándome desde su teléfono? ¿Dónde está Nora?
—Está en la cocina.―contestó Matt, Jose resopló molesto.―Te lo dije antes, déjala en paz.
—¿Y si no quiero?―preguntó Jose con voz desafiante. Bien desafiar a uno de los jefes de Góngora no era lo más inteligente que podía hacer, de hecho era lo más estúpido del mundo; pero no iba a dejar a Nora en paz.
—Entonces tú y yo vamos a tener un problema, porque Nora es mi amiga, sólo mía y no voy a tolerar que alguien debilucho e impulsivo como tú se acerque a ella.―dijo Matt con soberbia, Jose sintió como se le erizaba el pelo de rabia, ¡¿pero qué se creía ese?! ¡Nora no era de su propiedad!
—Escúchame bien rubito, me da igual el problema de sobreprotección que tengas con ella pero Nora no es de tu propiedad, ella es libre de hacer lo que quiera y con quién quiera.―aseguró Jose con seriedad, ese tío realmente conseguía desquiciarlo.―Y puedes amenazarme lo que te dé la gana, pero no voy a dejarla en paz, es más, te la voy a robar.
—Eso ya lo veremos.―sentenció Matt colgando.
Jose cortó la llamada y lanzó el móvil contra la cama, ¿qué había hecho?
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