Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 27. Me gustas, ¡mierda!

No era una persona agresiva y no le gustaba pegarse con los demás, pero ese chico había contratado a alumnos de Quevedo para que le diesen una paliza a su mejor amigo, así que por primera vez se dejó llevar por sus instintos. Caminó hacia Iván y le pegó un puñetazo en el rostro haciendo al chico caer al suelo, en cuanto se puso en pie Jose lo agarró del cuello de la camisa y lo empujó contra la pared.

—¡Tú!―exclamó Jose con furia agarrando con fuerza la camisa.―Contrataste a alumnos de Quevedo para que le pegaran una paliza a Evan.

—Esa es una acusación muy grave, ¿tienes pruebas de lo que has dicho? ―curioseó Iván mirando hacia Jose con rabia y apartando sus manos de un manotazo, Jose lo soltó y se separó varios centímetros de él.―Lo suponía.

Iván se limpió la sangre del labio y miró de forma desafiante a Jose; éste apretó los puños con fuerza. No, no tenía ninguna prueba que demostrase que él era el responsable de lo que le sucedió a Evan pero estaba completamente seguro que había sido cosa suya.

—Sé que fuiste tú, y da igual lo que tarde pero lo demostraré.―aseguró Jose, Iván se encogió de hombros como si el asunto no fuese con él.

—Buena suerte, la vas a necesitar ex-capitán del equipo de fútbol.―contestó Iván haciendo hincapié en las últimas palabras.―Por cierto, ¿qué tal está Evan?

Jose le lanzó una mirada asesina y no respondió.

—Oí que milagrosamente apareció Sonia y lo rescató, puede que la próxima vez no tenga tanta suerte.―soltó Iván como si nada; Jose apretó los puños con frustración hasta que los nudillos se le quedaron blancos.

—Te juro que como le pase algo a Evan iré a por ti.―indicó Jose señalándolo, Iván soltó una carcajada y Jose entrecerró los ojos con furia y se acercó al chico para volver a golpearlo, sin embargo, notó como alguien lo sujetaba del brazo derecho y tiraba de él hacia atrás.

—Déjalo.―murmuró Nora sin mirarlo y con la cara completamente roja, Jose asintió y ella lo soltó.

—Nunca me caíste bien, pero no pensé que pudieras caer tan bajo.―dijo Jose mirando inmutablemente a Iván, el aludido se limitó a mirarse las uñas y a hacer oídos sordos.―Pensaba que te gustaba Bel, ¿por qué eres tan cruel con ella? Haciendo que le lleguen mensajes con amenazas y ese horrible video, lleva días llorando por tu culpa.

Ante la mención de la pelinegra Iván frunció el ceño y examinó el rostro de Jose, el moreno se mantuvo firme; no sabía si había hecho bien al decirle que ya estaba al tanto de todo pero Evan iba a pasarse unos días sin salir así que no podían hacerle nada y Bel estaba escondida en su habitación. Las cosas no podían ir a peor.

—Nora, escuché que los alumnos de Quevedo andaban buscándote, ¿qué pasaría si te encuentran?―curioseó Iván con maldad mirando fijamente hacia Nora, inmediatamente Jose se colocó delante de la morena como si intentara protegerla con su cuerpo lo que hizo que Iván sonriera con satisfacción.

Jose frunció el ceño, no le había gustado para nada la mirada que Iván le había lanzado a Nora. La había mirado como un lobo mira a una oveja antes de comérsela, pero le había gustado mucho menos su sonrisa al verlo colocarse delante de ella...¿por qué tenía la sensación de que había algo que se le escapaba?

—No está tu querido Matt, ni Sonia, ni ninguno de los amigos que tanto te protegen...hoy eres un blanco fácil Nora.―continuó Iván mirando hacia la morena que había salido de detrás de Jose y miraba con indiferencia a Iván.―No deberías estar sola.

—¿La estás amenazando?―inquirió Jose apretando los puños dispuesto a ir a pegarle de nuevo, Iván se encogió de hombros.

—Sólo es un consejo.―habló Iván con voz inocente pero con malicia, el joven apartó la mirada de Nora y se centró en Jose que estaba usando toda su fuerza de voluntad para no saltar sobre Iván como un león y golpearlo hasta el agotamiento; ¡¿cómo se atrevía a amenazar a Nora?!―¿No querrás que le pase algo parecido a lo de Evan, verdad?

¡Se acabó! Lo iba a matar aquí y ahora, Jose caminó hacia Iván dispuesto a partirle la cara pero Nora lo agarró del brazo una vez más e impidió que caminase. La morena no lo miró en ningún momento ya que miraba hacia Iván; Jose se soltó de su agarre, ¿por qué lo detenía? Quería partirle la cara a ese imbécil que estaba amenazándola.

—Si fuera tú dejaría de preocuparme por la seguridad de los demás y empezaría a preocuparme por la mía.―aconsejó Nora con voz gélida, Iván la fulminó con la mirada pero la chica no perdió la compostura; Jose no pudo evitar sonreír, ella sí que sabía amenazar con estilo.

—¿Eso es una amenaza? ―inquirió Iván

—Es sólo un consejo.―respondió la morena repitiendo las palabras de Iván, Jose la miraba de reojo con orgullo, era bueno que al menos uno de los dos mantuviese la compostura porque si fuera por él lo hubiera reventado a golpes.

—Y ahora si nos disculpas, tenemos que ir a la biblioteca.―añadió Jose con descaro colocando su mano en la espalda de Nora animando a la chica a caminar.

—Esto no va a quedar así, ex-capitán.―susurró Iván en voz baja cuando Jose pasó a su lado, el moreno se detuvo y lo miró fijamente.

Tras decir eso, Iván se colocó las gafas y se marchó con paso firme y decidido; Jose agitó la cabeza, ese chico definitivamente había perdido el juicio. Se quedó un rato quieto dándole vueltas a lo que le había dicho, ¿qué iba a hacerle? ¿contratar otra vez más alumnos para pegarle a él también? Bah... lo mejor era no hacerle caso, estaba claro que había soltado lo primero que le había venido a la mente al sentirse acorralado. Dejó de mirar a la nada y fue entonces cuando se dio cuenta de que Nora ya se encontraba bastante lejos de él por lo que corrió hasta ella. No obstante, la morena lejos de recibirlo con felicidad se decantó por electrocutarlo.

—¡Ay! ¿A qué ha venido eso?―preguntó Jose con enojo mientras ella lo amenazaba con la pistola.

—¡Tú lo sabes bien! ¡Y ahora márchate, no quiero que estés cerca de mí! ―exclamó ella con furia y con el rostro parcialmente rojo; Jose suspiró, al parecer estaba enfadada porque había intentado besarla, de hecho si no llega a ser por Iván lo hubiera conseguido. Se revolvió el pelo con nerviosismo, y vio como ella se alejaba poco a poco.

—Lo siento, pero no voy a dejarte sola; Quevedo entero está buscándote e Iván acaba de amenazarte, ¡no voy a dejarte sola y me da igual que me electrocutes durante todo el camino!―dijo Jose caminando tras ella, Nora se volteó enfadada y le dio varios calambrazos, bueno.. quizás había exagerado con eso de que no le importaba que lo electrocutase todo el camino.―¿¡Quieres estarte quieta!? Vas a hacer que me dé un paro cardiaco.

—¡Mejor! ―gritó Nora golpeándolo con la pistola eléctrica una vez más.

—¡Está bien! ¿Quieres ir sola a la biblioteca? ¡Pues ve!―explotó Jose gritando a pleno pulmón en mitad de la calle, él sólo se preocupaba por ella y cómo se lo agradecía... ¡dándole descargas eléctricas y deseándole la muerte!―¡Estoy harto de preocuparme a todas horas por ti! ¡Eres una maldita desagradecida!

—¡Nadie te ha pedido que te preocupes por mi!―exclamó Nora levantando las manos al cielo; Jose le lanzó una mirada asesina y trató de arrebatarle la pistola eléctrica pero fracasó. ―¡Y no necesito ni quiero tu estúpida ayuda!

—¡Bien! ¡Entonces la próxima vez que estés en peligro simplemente me haré a un lado!―bramó furioso, ella asintió con energía y Jose se dio la vuelta comenzando a caminar en sentido contrario.

—¡Estupendo! ¡Y espero no volver a verte nunca!―proclamó ella a los cuatro vientos alejándose de él a paso rápido, Jose no volteó a verla y se limitó a pegarle una patada a la pared.

¿Por qué narices tenía que ser tan jodidamente irritante? Cualquier otra chica estaría encantada de que se preocupasen por ella, pero no Nora, para ella eso parecía una especie de ofensa. Y encima tenía la cara de decirle que ella no necesitaba su ayuda, ¡ja! Si no fuera por él hubiera visitado el hospital en numerosas ocasiones. ¿Cómo narices podía ser ella una de las jefas? Si dependía todo el tiempo de Matt y Sonia... Pateó una lata y comenzó a caminar por la calle sin mirar a nadie, hasta que su teléfono móvil comenzó a sonar, intrigado lo sacó del bolsillo y leyó Evan en la pantalla. ¡Mierda! Se había olvidado de decirle que no iba a ir hoy.

—¿Sí? ―contestó Jose intentando ocultar su enojo con la morena.

—¿Dónde estás? ¿Te pasó algo? Dijiste que ibas a venir pero ya se fueron Helena y Cris y tú ni siquiera apareciste, ¿va todo bien?―preguntó Evan a toda velocidad con cierto tono de preocupación; desde que le habían pegado se había vuelto una persona más cuidadosa y en seguida se preocupaba si alguien se retrasaba.

—Estoy bien, no me ha pasado nada; es sólo que me olvide avisarte que hoy no iba a ir.―contestó Jose apoyándose en la pared de un edificio y cerrando los ojos.

—¿Ha pasado algo?―volvió a preguntar Evan con interés; Jose se acarició la sien, había decidido no contarle nada acerca de la causa de su paliza y de Bel para no preocuparlo.

—No, no... claro que no...¿qué iba a pasar?―contestó Jose, al otro lado escuchó a su amigo carraspear, estaba claro que era malísimo mintiendo así que optó por contarle una verdad a medias; además necesitaba desahogarse con alguien. ―Es sólo que Nora es una idiota, me encontré con ella y resulta que el instituto entero de Quevedo anda buscándola por orden del rubio ligón ese y la muy terca no quiere que la acompañe a la biblioteca, de hecho terminamos gritándonos en mitad de la calle, como siempre.

Escuchó una fuerte carcajada al otro lado del teléfono y miró el móvil con enojo, ¿de qué se reía? Eso no tenía nada de gracioso, podían apresar a Nora y llevársela al rubio ligón para que abusase de ella.

-—¿De qué te ríes? No tiene gracia, podrían hacerle daño.―preguntó Jose dejando notar su enfado, al otro lado de la línea Evan tosió con fuerza para intentar dejar de reír.

—Si tan preocupado estás...¿Por qué no vas a la biblioteca y te aseguras de que está bien? ―propuso Evan con voz cantarina.

—No estoy tan preocupado como para ir a la maldita biblioteca.―aclaró Jose haciendo que Evan comenzase a reírse de nuevo.

—Lo que tú digas...―masculló Evan entre risas, Jose le lanzó una mirada asesina al teléfono.―Creo que en unos meses voy a ser ciento cincuenta euros más rico.

—¡Qué no me gusta! ―gritó Jose colgándole el teléfono y enrojeciendo al ver cómo varios transeúntes se habían parado y lo miraban con curiosidad.

Enfadado y muerto de vergüenza por ser una vez más el centro de atención comenzó a caminar a paso rápido para alejarse cuanto antes de allí. No iba a ir a la biblioteca, ¿por qué tenía que ir? Escuchó un pequeño vip en su móvil y vio que Evan le había mandado un sms "Vete a la biblioteca, si lo estás deseando".

Siguió caminando sin rumbo fijo hasta que por cosas del destino y de sus pies acabó frente al enorme edificio que era la biblioteca. Se quedó mirando al edificio y sus gigantescas columnas durante diez minutos hasta que por fin se decidió a entrar, no iba a hablar con ella; sólo iba a asegurarse de que estaba bien y ya está, luego se marcharía. Subió las escaleras y entró, se encontró a la bibliotecaria etiquetando libros y colocándolos en un carrito, al escucharlo la mujer se dio la vuelta y sonrió.

—Hoy le pedí que me sacara unos libros del depósito. Sigue recto por ese pasillo, no tiene perdida.―indicó la mujer señalando uno de los pasillos, Jose se revolvió el pelo y asintió.

La bibliotecaria siguió colocando etiquetas y Jose caminó en línea recta por el pasillo que le había indicado. Sinceramente no sabía por qué iba hacia allí, si la bibliotecaria la había visto estaba claro que la morena se encontraba en perfectas condiciones, Jose se detuvo y vio una sombra pasar a gran velocidad por el pasillo contiguo. Extrañado giró y miró pero no encontró a nadie por lo que continuó caminando por el largo pasillo hasta que llegó a una puerta de madera. Llamó a la puerta pero al no recibir respuesta la abrió, encontrándose con un pequeño y solitario pasillo en el que habían otras tres puertas más, una de ellas con una silla bloqueándola.

—¡Socorro! ¡Poppy!―exclamaba Nora golpeando la puerta y moviendo el manillar de forma frenética.

—¿Nora?―preguntó Jose acercándose a la puerta y escuchando los sollozos de la chica que pedía ayuda como podía; el moreno quitó la silla que bloqueaba el manillar e inmediatamente la puerta se abrió de golpe dejándole ver a la morena; ella lo miró con sorpresa antes de abalanzarse sobre él y abrazarlo.―Está bien, estoy aquí contigo; trata de calmarte.

Notó como ella asentía y Jose decidió rodearla con sus brazos para abrazarla con fuerza, como las anteriores veces colocó su barbilla sobre la cabeza de ella y se dejó llevar por su perfume. Si no llega a ir, ¿qué hubiera pasado con ella? De reojo miró hacia la silla que había bloqueado la puerta, eso había puesto ahí a propósito para encerrar a la morena dentro...¿quién sería capaz de hacer algo tan cruel? Todos sabían que ella era claustrofóbica, en seguida pensó en los alumnos de Quevedo pero ellos tenían orden de capturarla no de provocarle una crisis nerviosa. Pensó en la sombra que había visto, quizás esa persona había sido la responsable. Estrechó a Nora con fuerza, y pensó en Iván, al parecer su amenaza contra la morena no había que tomársela en broma.

—¿Estás mejor? ―preguntó Jose con voz ronca mirando hacia Nora, ella asintió y se separó de él, luego miró hacia la silla.

—Tengo que salir.―murmuró la morena dándose la vuelta y yéndose.

Nora no le dio tiempo a decir y hacer nada, antes de darse cuenta estaba solo en el pasillo; se masajeó la sien y respiró hondo antes de salir tras ella. Cuando salió a la biblioteca se encontró con que la morena ya estaba más allá de la mitad del pasillo por lo que comenzó a caminar sin correr pero tampoco muy despacio. De reojo vio como la bibliotecaria le lanzaba una extraña mirada pero decidió ignorarla y salió a la calle encontrándose a la morena de pie en mitad de la escalera y mirando hacia el cielo.

—¿Dónde está tu chaqueta?―se interesó Jose al ver cómo la chica solo llevaba una camisa negra de manga larga, ella se quedó en silencio ignorándolo como era habitual.―Nora, ¿y tu chaqueta?

—Con mi bolso.―contestó ella sin apartar la mirada del cielo, Jose puso los ojos en blanco, se quitó su cazadora y se la colocó por encima de los hombros a la morena.―No tengo frío, puedes quedarte tu cazadora, no la quiero.

Jose se aguantó las ganas de gritarle que era obvio que sí tenía frío (ya que estaba tiritando) y se limitó a obligarla a ponerse su cazadora ya que al parecer no tenía intención alguna de decirle dónde estaba su chaqueta o volver dentro.

—Deberías darme las gracias por no hacerte caso y venir hasta aquí.―dijo Jose con algo de satisfacción, ella negó con la cabeza y metió las manos en los bolsillos de la cazadora.

Jose la miró, su cazadora negra le sentaba realmente bien, le iba un poco grande pero se veía realmente guapa con ella. Dio un pequeño salto y se frotó las manos; genial, él muriéndose de frío y en lo único que podía pensar era en lo bien que le sentaba su ropa a Nora, ¿qué demonios andaba mal en su cerebro?

—Ojalá Matt estuviese aquí.―susurró Nora con voz triste y melancólica; Jose la miró con enfado y sintió como un volcán explotaba en su interior.

—¡Matt siempre Matt! ¡¿Es que estás enamorada de él o qué?!―espetó con furia, Nora parpadeó confusa y lo miró perpleja, Jose por su parte se revolvió el pelo con nerviosismo y se despeinó por completo antes de encarar de nuevo a la morena.―¡Hay más personas que se preocupan por ti y pueden ayudarte a parte de ese estúpido rubio!

—¡Ese estúpido rubio es mi mejor amigo y la mejor persona que he conocido en mi vida, ya te gustaría parecerte aunque fuera un poco a él!―gritó Nora golpeando el pecho de Jose con el dedo, a Jose le brillaron los ojos, estaba tan furioso, frustrado e irritado que su cabeza iba a explotarle en cualquier momento.―¡No voy a permitir que digas una sola palabra en contra suya!

—¿¡Pero qué demonios pasa contigo?!―vociferó Jose, frunciendo el ceño y aguantándose las ganas de gritarle que dejara de defender a Matt y que él era mucho mejor que ese rubio creído.

—¿¡Cómo que qué pasa conmigo?! ¡Será qué te pasa a ti! ¡Tú fuiste el que empezó a gritar!―reclamó ella señalándolo, Jose le lanzó una mirada asesina y la señaló con el dedo.

—¡Tú... tú eres lo que me pasa! ―exclamó el castaño llevándose las manos a la cabeza para luego ponerse a dar vueltas sobre sí mismo.

Nora entrecerró los ojos y lo miró con enojo antes de quitarse la cazadora y lanzársela al pecho con fuerza, Jose ni se molesto en cogerla, sólo dejó que la prenda cayese al suelo. A continuación la morena se dio la vuelta y comenzó a subir las escaleras para entrar en la biblioteca, Jose apretó los puños con frustración y antes de darse cuenta había estirado la mano y la sujetaba del brazo con fuerza obligándola a detenerse y a girarse.

—¡¿Y ahora qué quie...―pero antes de que Nora pudiese gritarle apretó sus labios contra los de ella con desesperación.

Besarla era una sensación increíble, con ninguna de sus novias había experimentado algo semejante. Su mente había olvidado por qué discutían y que estaba en las escaleras de la biblioteca dónde podían ser vistos por todos; ahora mismo sólo existía ella y nadie ni nada más. No liberó el brazo de Nora pero sí que disminuyó la fuerza que estaba empleando mientras con la otra mano acariciaba el cuello y la mejilla de la morena. Al principio Nora se había mostrado totalmente reacia y forcejeó con él pero al cabo de los segundos desistió y ahora ese beso que había comenzado un poco hosco se había convertido en un beso dulce y cálido que lo hacía sentir vivo y terriblemente feliz.

Nora comenzó a separarse poco a poco dejándolo con ganas de más, de hecho si hubiera sido por él hubieran permanecido así un par de días; cuando la morena consiguió separarse (muy a su pesar) Jose abrió los ojos y se encontró el rostro completamente rojo de ella por lo que no pudo evitar que una pequeña sonrisa se dibujase en su rostro; ella aún tenía los ojos cerrados y se mordía el labio inferior con nerviosismo algo que le pareció a Jose realmente adorable y tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para no lanzarse sobre los labios de la morena de nuevo. Nora abrió sus ojos y fijó sus brillantes ojos miel en él, fue entonces cuando Jose se dio cuenta de que estaba perdido... Evan tenía razón... ella le gustaba y más de lo que estaba dispuesto a reconocer.

—¡Tú! ¡Eres un... eres... eres...yo.. tú...¡te odio!! ¡No te acerques a mí, no te atrevas a acercarte a mí nunca!―gritó ella con furia golpeándolo en el estómago con fuerza por lo que Jose tuvo que soltarla para doblarse y tratar de recuperar el aliento, Nora le pegó otra fuerte patada en la espinilla lo que lo hizo caer al suelo de rodillas; ¿de dónde había sacado esa fuerza de repente? ―¡No vuelvas a acercarte a mí, ¿me escuchaste?!

Jose levantó la mirada dispuesto a protestar pero se encontró con que Nora ya se había marchado y lo había dejado allí tirado y dolorido. Suspiró y se quedó un rato sentado en la escalera mirando hacia el cielo, en cierto modo había tenido suerte; si ella llega a tener su bolso quien sabe lo que le hubiera hecho. Cerró los ojos y se quedó pensativo, Nora le gustaba, ¡maldita sea, Nora le gustaba! ¿¡Por qué el cabronazo de Evan tenía que tener razón?! Pero no iba a decírselo, ah no.. no iba a darle la enorme satisfacción de hacerle saber que estaba en lo cierto.

                                                                                * * * *

Jose llegó al portal de la casa de su amigo y tras tocar el timbre la puerta se abrió en seguida sin que nadie preguntase quién era. Se montó en el ascensor y suplicó porque Helena no estuviese y no fuese a ir, estaba harto de soportar sus insinuaciones y su flirteo; y ya no sabía cómo decirle que no estaba interesado en ella. Para colmo no había visto a Nora en los últimos días, al parecer la morena se las había ingeniado para visitar a Evan algunas mañanas y así no coincidir con él; suspiró irritado, al parecer lo de no querer tener contacto con él esta vez iba en serio.

Se bajó del ascensor y entró en la casa de Evan, saludó a la mujer que se encargaba de limpiar la casa y caminó hacia la habitación de su mejor amigo. Se quitó la bufanda y los aguantes mientras caminaba por el pasillo y cuando llegó al dormitorio de Evan se lo encontró peleando con el botón del pantalón.

—¿Qué haces?―saludó Jose, Evan se abrochó el pantalón con dificultad y le sonrió a modo de saludo.

El rostro del pelinegro ya estaba prácticamente libre de moratones a excepción de una pequeña magulladura bajo el ojo derecho y sus costillas estaban recuperadas, siendo el único rastro de la paliza el brazo enyesado.

—¿Vas a algún sitio?―inquirió Jose viendo la ropa que portaba Evan, unos pantalones negros, una camiseta de cuadros y un chaleco por encima, además de que encima de la cama había un enorme abrigo negro.

—Vamos a la reunión del equipo de fútbol, es hoy a las cinco en la cafetería esa dónde estaba la camarera pechugona que te quería violar.―indicó Evan, Jose abrió la boca con sorpresa y luego negó con la cabeza, esa mujer quería violar al equipo entero de fútbol no sólo a él.―Como supuse que no lo sabías porque no entras a tu facebook yo le dije a Enrique que si ibas a ir, así que vamos... que llevo todas las navidades aquí encerrado y estoy empezando a volverme loco.

—Pero, ¿y tus costillas?―protestó Jose señalando los costados del pelinegro, Evan hizo un movimiento con la mano indicando que estaba bien.

—Estoy genial, pero como no salga de esta habitación no te garantizo que no acabe tirándome por la ventana. ¡Si no salgo desde que fui a tu casa en noche buena!―exclamó Evan con pesadumbre tomando el abrigo de la cama y caminando hacia la salida.

Ambos se despidieron de la mujer que limpiaba y se montaron en el ascensor. Jose notó a Evan algo triste y que lo miraba de vez en cuando como si tratara de decirle algo pero cada vez que abría la boca la volvía a cerrar como si no estuviese seguro de preguntarle.

—Oye...―llamó Evan con timidez, Jose siguió caminando y le indicó con la cabeza que hablase.―Tú...¿sabes por qué Bel no ha venido a verme? ¿Hice algo para que se enfadase conmigo? Porque bueno, el otro día le mande un mensaje y todavía no me ha contestado.

¿Y ahora que le decía? Evan, Bel no te habla porque tiene miedo de que vuelvan a pegarte, porque sabes, eso no fue un robo...Iván contrató a una banda muy peligrosa de Quevedo para que te pegase una paliza porque te odia. Si le contaba todo eso, ya podía ir llamando a su madre porque a Evan le iba a dar un infarto.

—Pues no sé, a lo mejor perdió el móvil y por eso no te ha contestado.―mintió como un bellaco.

—¿Y por qué no ha venido a verme? Helena me dijo que estaba muy rara y con Cris tampoco ha hablado en estos días, ¿crees que le pasó algo?―preguntó Evan de nuevo, Jose negó con la cabeza.

— Bel es Bel, ya sabes que es muy rara...a lo mejor se hizo gótica y ahora está con Angy invocando algún demonio.―inventó Jose, Evan lo pensó por unos segundos antes de negar con la cabeza.

—Jose, ¿hay algo que no me estás contando?―preguntó Evan con seriedad y clavando su mirada verde en Jose, el moreno negó con la cabeza y continúo caminando.―Sí que hay algo, ¿verdad? Cuando mientes tiendes a mirar hacia la izquierda, y lo acabas de hacer...¿qué me estas escondiendo? ¿ha pasado algo con Bel? ¿Iván le hizo algo? ¿Es por eso que no ha venido a verme?

—¡Jose, Evan! ¡Aquí! ―gritaron un par de chicos desde la acera de enfrente, Jose respiró aliviado y saludó a ambos chicos antes de correr hacia ellos y saludarlos con emoción mientras sentía la dura mirada de Evan clavarse en su nuca. En cuanto terminase la reunión iba a tener que contarle a Evan lo que estaba sucediendo quisiese o no.

Dentro del local los esperaban otros cinco compañeros más, habían unido dos mesas y todos los saludaron con efusividad al verlos aunque se preocuparon al ver a Evan con el brazo escayolado pero en seguida su amigo comenzó a hablar sobre lo sucedido y contando bromas sobre ello. Se pasaron las siguientes dos horas hablando sobre los institutos dónde estaban ahora y la gente nueva que habían conocido, aunque el centro de la conversación estaban siendo Evan y él por estar en Góngora; y Enrique, Lucas y Roberto por estar en Quevedo.

Gracias a Enrique había descubierto que Quevedo no era muy distinto a Góngora a excepción de que era un instituto sólo para chicos. Quevedo contaba con varias bandas que peleaban por obtener el poder, y los de primero de la E.S.O iban disfrazados de la caballería americana e iban por allí con pistolas de juguete y trompetas en busca de indios (curioso, ¿no?)

— Ahora que lo pienso, vosotros debéis conocer al amor platónico de Will y a la pesadilla de Damien.―indicó Enrique chasqueando los dedos mirando con interés hacia Evan y Jose, el muchacho colocó los codos sobre la mesa y miró con expectación hacia ambos jóvenes.―Me han dicho que son dos hermanas, y una de ellas siempre va con un chico rubio de ojos azules.

—¿Qué mierda de sitio es este Ren?―inmediatamente toda la mesa volteó hacia la puerta de cristal encontrándose con Ren, Will y Damien en la puerta. El pelirrojo miraba hacia el asiático que en esos momentos examinaba el i-pad que tenía en la mano.

—Un lugar neutral, de los pocos en los que aún nos dejan entrar.―indicó Ren sin levantar la mirada de la pantalla, Damien chasqueó la lengua con irritación antes de caminar hacia una de las mesas y sentarse de mala gana.

—No seas tan quejica, mira que camarera más guapa tenemos.―dijo Will saludando a la camarera pechugona y guiñándole un ojo antes de ir a sentarse junto con Damien seguido de Ren.

—Ellos tres son los jefes―dijo Enrique en voz baja mirando a todos sus compañeros.―Me pregunto qué estarán haciendo aquí los tres.

—Podemos preguntárselo, ¡eh! ¡Will! ―exclamó Roberto levantando la mano y saludando al rubio que en esos momentos ligaba descaradamente con la camarera, al verlo levantó la mano y los saludó; luego tras darle un beso a la camarera en la mano caminó hasta ellos.―Él está en mi clase, es un tío muy majo; Damien y Ren son menores que nosotros, creo que tienen quince o dieciséis.

Jose y Evan se escondieron un poco, no era cuestión de que el chico los viese y los identificase como alumnos de Góngora, además la última vez le había dicho que dejase en paz a Nora y seguramente se acordaría de él.

—Rober, ¿qué haces aquí?―preguntó Will con desparpajo, el rubio llevaba el pelo recogido en una coleta y vestía unos vaqueros rasgados acompañado de una chaqueta gris abierta por el pecho haciéndolo parecer bastante sexy.

—Recordando viejos tiempos con mis antiguos compañeros de equipo, ¿y tú qué haces aquí?―curioseó Roberto, Will se apartó elegantemente un mechón de pelo de los ojos y sonrió de medio lado con picardía.

—Tenemos reunión con los jefes de Góngora, al parecer un chico de Góngora contrato a un par de alumnos de Quevedo para que le pegaran una paliza a un amigo suyo fingiendo un robo.―explicó Will, Jose miró de reojo hacia Evan y vio como su amigo se revolvía en su asiento y su mirada se ensombrecía.―Por suerte para ellos conseguimos recuperar el móvil del chico y su cartera y... ¡¿Sonia te hiciste algo en el pelo?!

—¡Ves como él si se dio cuenta!―gritó la pelirroja entrando al local y pegándole un codazo a Dan; el rubio ni se despidió de ellos y corrió al encuentro de la pelirroja a la que besó en la mano mientras Dan lo asesinaba con la mirada.―Si, me lo puse más rojo y me lo corté un poco. Qué bueno que todavía hay chicos como tú que se dan cuenta de estas cosas.

—¿Esos son jefes de Góngora? ―preguntó Enrique mirando hacia Dan y Sonia con interés, Jose asintió.

Will se quedó un rato mirando hacia la puerta, esperando por alguien pero al rato se aburrió y fue a molestar a Dan. Jose y los demás dejaron de hablar y miraron con expectación hacia la mesa de Damien y los demás, sin embargo Jose dejó de observarlos para centrarse en Evan, su amigo estaba muy serio y miraba hacia su brazo escayolado. Al parecer las palabras de Will le habían hecho entender la dura realidad, el robo no había sido casualidad y ahora seguramente estaba dándole vueltas al por qué real de que Bel no fuese a visitarlo. Evan levantó la mirada y Jose asintió, en cuanto salieran de allí iban a tener una larga conversación.

—Llegas tarde "Oye, oye"―saludó Damien cuando la puerta se abrió y Dafne apareció por ella.

—¡Hijo de puta!―gritó la muchacha corriendo hacia él con claras intenciones asesinas; por suerte para el chico, Dan, Sonia, Will y Ren se pusieron en pie e intervinieron. Dan y Sonia sujetaban a Dafne mientras Will y Ren se habían puesto en posición de defensa mientras Damien seguía sentado en su silla bebiendo fanta con una cañita.―¡Soltadme que lo mato!

—"Oye, oye" te recuerdo que estamos en terreno neutral, no puedes hacerme nada; además, fuisteis vosotros los que pedisteis nuestra ayuda.―dijo Damien con voz tranquila lo que exasperó aún más a Dafne, Damien sonrió y dejó el refresco sobre la mesa, luego se levantó y se colocó frente a ella con una sonrisa burlona.―Deberías estar besando el suelo que piso, pero me basta con que digas "Lo siento Damien, oh todo poderoso dios"

—¡Y una mierda! ¡Y te llamas Damián! ―protestó Dafne intentando soltarse de Sonia y de Dan pero sin conseguirlo, Damien apartó a Ren y Will y se acercó lo suficiente a Dafne como para darle un capirote en la frente. ―¡Te juro que hoy no sales vivo de aquí, rata traidora!

- ¿Y qué vas a hacerme? No eres más que una insignificante chica y hoy ni siquiera está tú compinche―indicó Damien con burla, Dafne relajó los músculos y se liberó de Sonia y de Dan, la morena lo miró con superioridad y sonrió con maldad.

—Te recuerdo que esta insignificante chica te ha mandado más veces al hospital que cualquier otra persona, Damián―habló Dafne con soberbia, mientras Damien le lanzaba una mirada asesina.―Y has hecho enfadar a Nora.

—Nora, ¿para cuándo la noche de sexo desenfrenado?―preguntó Will cuando la morena entró en el local, ella no dijo nada; sólo caminó con paso firme y con un paraguas en la mano señalando hacia Damien mientras Will se acercaba a ella.

—Dafne―gritó Nora lanzándole el paraguas a su hermana.

Jose y Evan observaron sin apenas parpadear cómo Nora le hacía una llave a Will y lo tiraba al suelo para a continuación sentarse sobre su espalda y retorcerle el brazo, además lanzó el paraguas contra Ren al que golpeó en la cabeza y cuyo rebote cogió Dafne que iba dispuesta a golpear a Damien, sin embargo el pelirrojo gozaba de maravillosos reflejos y detuvo el paraguas con las manos. No obstante, no pudo esquivar la goma de borrar que Nora le lanzaba y que le golpeó la frente momento que aprovechó Dafne para tirarlo al suelo y amenazarlo con el paraguas en el cuello.

Jose abrió la boca estupefacto, ellas dos solas...ellas dos solas habían ganado a los tres jefes de Quevedo; miró hacia Nora y la vio sentada sobre la espalda de Will hablando con Sonia y Dan que se habían sentado y pedían a la camarera bebidas, cómo si eso que acababan de ver fuese normal.

—¿Qué demonios? ―murmuró Evan sin cerrar la boca por la sorpresa.

—¡Esto es intolerable! ¡Habéis pisoteado el acuerdo de no agresión en las reuniones en zona neutral! ―protestaba Damien en el suelo, Dafne se acercó y clavó el paraguas en su cuello. ―¡Esto no va a quedar así "Oye, oye"!

—¡Le dijiste a todos los alumnos de Quevedo que veníamos hacia aquí, hemos estado media hora intentando darles esquinazo maldito malnacido!―reclamó Dafne, por lo que Ren puso los ojos en blanco.―Y tienes suerte de que hayamos venido desarmadas, porque sino te juro que te tragas el spray de pimienta.

—Te dije que era mala idea.―apuntó el asiático por lo que Nora le lanzó otra goma de borrar a la cabeza sin soltar a Will.

—Nora, me hace ilusión que estés sobre mí pero ya no noto los dedos.―indicó Will con una sonrisa ladina haciendo que la morena pusiese los ojos en blanco.

—En serio Will, cómprate una muñeca hinchable.―dijo la morena resoplando con cansancio, luego volteó hacia su hermana y la vio pegándole paraguazos a Damien en los costados hasta que el chico enganchó el paraguas y comenzaron a forcejear mientras se insultaban y amenazaban de muerte.―Dan ¿puedes coger a Dafne antes de que acabe clavándole un cuchillo a Damien?

—¡Suéltame, que tengo que librar al mundo de este desgraciado!―reclamó Dafne cuando Dan la agarró de la cintura y se la colocó en su hombro. ―¡Bájame o le digo a mi padre que intentaste aprovecharte de mí!

—Mátalo.―dijo Dan poniendo rápidamente a Dafne en el suelo y alejándose de ella, Nora bufó y soltó a Will para luego interponerse en la pelea de Dafne y Damien y arrebatarles el paraguas con el que los golpeó a los dos en la cabeza.

—¡Basta ya! Que no tenéis diez años, tú (miró a Dafne) siéntate allí y tú (miró a Damien) diles a los alumnos de Quevedo que dejen de intentar capturarnos, que llevo tres días sin poder ir a la biblioteca porque han hecho su campamento base allí.―ordenó Nora señalando a Damien con el paraguas.

—Yo no recibo órdenes de mujeres.―se negó Damien cruzándose de brazos.

—¡Tú harás lo que mi hermana diga, niñato petulante!―exclamó Dafne cogiendo una lata de fanta y lanzándosela a Damien que la esquivó por los pelos. ―¡Llevo toda la navidad esquivando y pateando traseros de alumnos de Quevedo, estoy más que harta!

—¡Te jodes! ¡No eres jefa, pues asume las consecuencias "Oye, oye"!―alegó Damien mirando burlonamente a Dafne, la chica se puso en pie sobre la silla y puso un pie en la mesa antes de tomar otra silla y lanzársela a Damien que se apartó de la trayectoria con un ágil movimiento y luego se puso a bostezar. ―¿Eso es todo lo que puedes hacer? Me aburres.

Nora se llevó las manos a la cabeza momento que aprovechó Will para ponerse a darle un masaje a la morena. Jose le lanzó una mirada asesina, se movió en el asiento y se incorporó un poco, no quería perderse detalle de lo que estaba sucediendo y más ahora que el maldito rubio ligón había puesto sus asquerosas manos sobre su Nora. ¡Eh, eh las manos fuera de su cuello! ¿Y por qué Nora no lo noqueaba de nuevo? Si eso seguía así iba a tener que darle el mismo su merecido a ese picha floja.

—¿Jose, estás bien? Pareces muy molesto por algo―preguntó Roberto con simpatía, Jose dejó de mirar hacia Nora y vio como Evan soltaba una risita y lo miraba con diversión.

— La morena de pelo corto me resulta conocida, ¿a vosotros no?―inquirió Enrique sin apartar la mirada de Nora, Jose volteó hacia él y lo miró con interés.

Por fin alguien podría decirle de una jodida vez de que narices se conocían.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro