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Capitulo 25. Navidades en el hospital

Todavía se preguntaba cómo había llegado a esa situación, pero la respuesta era simple: su padre. Su incansable progenitor no había dejado de darle la lata con que cocinasen juntos algo a lo que se negó durante los dos primero días, pero hoy se había presentado en su habitación y lo había hecho salir de la cama diciéndole que se estaba incendiando la cocina, decir que se despertó de golpe y corrió apresurado a la cocina era quedarse corto; sin embargo, cuando llegó no encontró fuego, ni humo, ni nada...y antes de darse cuenta su padre le colocó un delantal rosa a juego con el suyo y lo obligó a ayudarlo a preparar dulces navideños.

Se habían pasado toda la mañana intentando elaborar un tronco de navidad de chocolate, pero sus intentos fracasaban estrepitosamente y casi se habían intoxicado los dos solos; por lo que tras almorzar decidieron que se dedicarían a hornear galletas con forma de árbol de navidad, muñecos de nieve y el hombre de jengibre. Así que en ello estaba, con un delantal rosa y las manos completamente sucias intentaba dibujarle una sonrisa al maldito muñeco de nieve mientras su padre se encargaba de hacer los árboles.

— ¿No crees que estamos haciendo demasiadas galletas?―preguntó Jose señalando la quinta bandeja que su padre iba a introducir dentro del horno.

—No creo, además siempre puedes llevarle a Evan unas cuantas... ¡oh! Y a Matt y Nora, ellos me dijeron que les encantan mis galletas.―indicó su padre cerrando el horno con felicidad para regresar a su tarea de hacer árboles con la masa de las galletas.

Jose puso los ojos en blanco, puede que llevase unas cuantas galletas a Evan pero a Matt y a Nora ¡no! ¿por qué tenía que llevarle galletas a ese par? Bueno si a las del rubio podía ponerle veneno se las llevaría con gusto, sonrió con maldad... lástima que no supiese dónde vivían ni tuviese forma de comunicarse con ellos.

—¿A qué es divertido cocinar? ―su padre le enseñó el árbol que había hecho y Jose rodó los ojos.

— Uy si, divertidísimo.―contestó con sarcasmo.

— Sabía que te gustaría.―dijo su padre poniendo su galleta en otra bandeja y cogiendo más masa para elaborar otra galleta. ―Ahora que estás de vacaciones deberíamos hacer más cosas padre-hijo.

¡Nooo! Él sólo quería vaguear, ¡¿es qué eran tan difícil de entender?! Cogió un cuchillo y asesino a su galleta con varias puñaladas en el pecho y luego le separó la cabeza del cuerpo. Suspiró pesadamente, si lo llega a saber hubiera aceptado ir a merendar con Helena cuando se lo propuso el día anterior, siempre era mejor soportar las insinuaciones de la chica a cocinar con su padre. Aunque al menos por ahora su progenitor no le había hecho preguntas privadas, pero él sabía que tarde o temprano lo sometería a un interrogatorio.

—Por cierto, ¿ya tienes novia? ―preguntó su padre, Jose asestó otro mortal golpe a su galleta, y ahí estaba la primera de una larga lista de preguntas a cada cual más embarazosa.―Porque si la tienes no sé a qué estás esperando para traerla y presentármela, no hagas como con tus anteriores novias que no conocí a ninguna; la chica con la que salgas tienes que traerla para que pruebe mis galletas.

—No papá, no tengo novia.―contestó con un largo suspiro, ya sabía cuál iba a ser la siguiente pregunta.

—¿Y tienes a alguna chica en el punto de mira? ―su padre lo miró y movió las cejas significativamente, Jose negó con la cabeza y su padre pareció decepcionado.―No te creo, seguro que me estás mintiendo para que no te pregunte cómo es ella, ¡nunca me cuentas nada!

—¡No me gusta nadie, papá! ―exclamó Jose para hacer callar a su padre.

— Con esa actitud seguro que te la roban.―aseguró su progenitor usando un palillo para hacer el contorno del árbol, Jose lanzó un pequeño grito de frustración y golpeó su cabeza contra el mueble de la cocina.

—No me la van a robar, porque ¡no me gusta nadie!.―respondió Jose elevando la voz, su padre lo miró de una forma que no pudo analizar y luego continuó amasando su galleta.

¿Qué había sido esa mirada? Asestó una nueva puñalada a la galleta y decidió que lo mejor que podía hacer era tirarla a la basura y tomar más masa para empezar de nuevo. Sin embargo, el sonido del teléfono de su casa llamó su atención, rápidamente se limpió las manos en el delantal y salió corriendo al salón.

—¿Sí? ―dijo descolgando el teléfono.

—¿Jose? Soy mamá, te llamó desde el hospital.―su madre se quedó unos segundos en silencio.―Evan está ingresado en urgencias, al parecer lo atracaron y le dieron una paliza.

— ¿Qué? ¿Pero está bien? ―preguntó Jose con preocupación.

—Sí, sí... bueno ahora mismo le están haciendo unas radiografías, creo que tiene unas cuantas costillas rotas pero su vida no corre peligro.―explicó su madre con voz suave y tranquila para no preocuparlo, se aclaró la garganta y continuó. ―Te llamo porque su padre estaba en una reunión de negocios y todavía va a tardar un rato en llegar, y había pensado...

— Voy para allá. ―contestó Jose con voz firme sin dejar que su madre terminase la frase. ―Nos vemos en el hospital, hasta luego.

Jose colgó el teléfono y subió las escaleras corriendo, sacó unos vaqueros y una camiseta gris del armario y se vistió a toda prisa. Tomó el móvil de encima del escritorio y bajó las escaleras corriendo para encontrarse a su padre esperándolo con cara de preocupación.

— ¿Ha pasado algo? ―inquirió su padre

— Al parecer han atracado a Evan y le han dado una paliza; está ingresado en el hospital de mamá.―explicó Jose con rapidez dispuesto a salir por la puerta, pero su padre lo detuvo sujetándolo del hombro.

—Espera, yo te llevo.―su padre se quitó el delantal y entró en la cocina, dónde Jose supuso que apagó el horno; sin embargo, al verlo salir de la cocina entrecerró los ojos y se acarició la frente. ―¿Qué pasa? Seguro que le encantan nuestras galletas, además la comida del hospital es asquerosa.

Jose puso los ojos en blanco antes de abrir la puerta y meterle prisa a su padre. Su mejor amigo estaba en el hospital, no tenía tiempo para pensar si la comida del hospital era o no asquerosa. ¿Cómo podía ser que lo hubiesen atracado a plena luz del día? Conociendo a Evan seguro que les dio sus pertenencias en seguida, así que...¿por qué pegarle? No entendía nada, se mordió el labio con nerviosismo, su madre le había dicho que su vida no corría peligro pero eso no quería decir que estuviese bien.

Su padre aparcó en doble fila y Jose se bajó del coche mientras su progenitor arrancaba de nuevo y se iba a buscar aparcamiento. Corrió a la entrada del hospital y se encontró a su madre apoyada en el mostrador discutiendo con una de las enfermeras, su madre como era habitual llevaba su pelo rubio recogido en un moño y una bata blanca sobre ese horrible traje verde de cirujana.

—Mamá.―llamó Jose captando la atención de la mujer que dejó de discutir con la enfermera para voltearse hacia él y sonreírle con dulzura. ―¿Cómo está Evan? ¿Está bien? ¿Dónde está?

—Está bien, sólo tiene un par de costillas rotas y tres magulladas; bueno y también tiene dos dedos rotos por lo que hubo que escayolarle el brazo izquierdo y tiene la cara llena de moratones pero por lo demás está bien y gastando bromas como siempre.―anunció su madre caminando hacia el ascensor con Jose tras ella, una vez dentro pulsó el botón de la tercera planta. ―Ha tenido bastante suerte, al parecer dos chicos de tu instituto lo vieron y lo ayudaron; creo que los conoces... Sonia y Daniel, creo que se llaman.

Jose miró con sorpresa hacia su madre y ambos bajaron del ascensor, ¿Dan y Sonia? Vaya al final si que iba a ser una suerte ser amigo de Sonia, caminaron por el pasillo hasta llegar a una puerta con el letrero 302, su madre abrió la puerta sin tocar y ambos pasaron.

—¿Cómo te encuentras Evan?―preguntó su madre acercándose al pelinegro y examinándole los ojos con una luz.

—Como si me hubieran pegado una paliza.―contestó Evan con una sonrisa, la madre de Jose sonrió y se separó de él.

Jose miró hacia Evan con preocupación, su amigo estaba ligeramente tumbado sobre la cama por lo que Jose pudo ver su rostro a la perfección. Tenía el lado derecho de la cara morado y el ojo hinchado y rojo, mientras que en el otro lado tenía el labio partido; como le había dicho su madre, tenía el brazo izquierdo escayolado y la camisa abierta dejaba ver su pecho parcialmente vendado.

—Seguramente te dejemos en observación por unos días, intenta descansar. ―indicó su madre despidiéndose de él y abandonando la habitación; Jose se quedó en pie al lado de la puerta sin saber qué hacer.

— Tío, no te quedes ahí mirándome con pena, no me he muerto, ¿sabes? ―dijo Evan en tono jovial, Jose asintió y se sentó en una de las sillas que estaba cerca de la cama.

—Estás fatal.―indicó Jose con media sonrisa, Evan lo fulminó con la mirada pero luego se echó a reír. ―¿Se puede saber qué te ha pasado?

—Me atracaron y al parecer les caí mal o algo porque me obligaron a ir a un callejón y empezaron a pegarme, por suerte para mí Sonia y Dan pasaban por allí y los espantaron.―explicó Evan brevemente. ―¿Me firmarás la escayola? Es la primera vez que me ponen una de estas, me hace ilusión.

—Te dan una paliza y tu preocupación es si voy a firmarte la escayola, eres increíble.―dijo Jose más calmado al comprobar que su amigo no estaba tan mal como aparentaba, Evan se encogió de hombros.

—¿Pero ese poli qué se ha creído? ¿Es que por qué soy chica no puedo perseguir a unos ladrones? Tss.. llamarme imprudente por seguirlos y golpear a dos de ellos, ese no sabe con quién estaba hablando.―comentó Sonia de mal humor entrando en la habitación de Evan y sentándose en la silla para luego colocar las piernas sobre la cama, Dan entró tras ella y saludó a Jose con la mano. ―Pero sabes qué, le birle la cartera a uno de los agresores; y se la voy a dar a Fran para que investigue, no a ese policía inútil.

La pelirroja sacó una cartera de hombre del bolsillo y se puso a examinarla; Jose y Evan se miraron con preocupación pero ninguno dijo nada. A ver quién le decía que ocultar pruebas a un agente era delito.

—O dásela a Triz, ella puede localizarlo sin problemas.―agregó Dan sacando un rotulador de uno de los bolsillos y entregándoselo a Evan que lo miró con ojos brillantes, luego se lo dio a Jose y extendió el brazo escayolado.

— ¿De dónde lo sacaste? ―preguntó Jose mirando hacia Dan, el chico señaló hacia fuera.

—En la planta de abajo había una pizarra enorme con rotuladores.―explicó Dan sacando de la cartera un billete y guardándoselo en el bolsillo, Jose frunció el ceño, ¿una pizarra? ¡Habían robado uno de los rotuladores con los que apuntaban las operaciones! Terminó de escribir una dedicatoria a Evan y limpió el rotulador con la sábana, si buscaban huellas, al menos no encontrarían las suyas. ―¿Crees que sea alumno de Quevedo?

— No, los de Quevedo normalmente van a por nosotros siete; o hacen peleas de bandas pero no atacan a un estudiante porque si.―contestó Sonia pasándole la cartera a Dan que comenzó a examinarla concienzudamente, Jose los miró extrañado, era raro que llevaran tanto rato juntos y no hubiesen discutido.―Evan, nos diste un buen susto. Deberíamos enseñarte defensa personal o podríamos darte una pistola eléctrica.

— Eso molaría.―indicó Evan y Sonia asintió.

— ¿Se puede? ―Jose miró con espantó como su padre abría la puerta y entraba a la habitación con una cesta llena de galletas caseras.―Evan te traje galletas caseras porque sé que la comida del hospital es una basura.

—Gracias, pero no tenía por qué haberse molestado.―dijo Evan con felicidad mientras su padre le depositaba las galletas sobre el regazo, su progenitor miró a su alrededor y Evan señaló hacia Sonia y Dan. ―Ellos son Dan y Sonia, son compañeros nuestros de Góngora.

—¿Usted es el padre de Jose?―preguntó Dan, su padre asintió y Dan le estrechó la mano con fuerza mientras Sonia tomaba un puñado de galletas de la cesta. ―Es un placer conocerlo, sus galletas están riquísimas.

—¿Y cómo es que vosotros las habéis probado?―preguntó su padre con interés pero sin poder ocultar su felicidad, Jose bufó molesto, ahora sí que era verdad que se iba a pasar todas las navidades horneando galletas. ―¿Sois amigos de Nora?

Sonia y Dan asintieron y comenzaron a comer galletas al igual que Evan. Su padre simplemente los miraba con ojos brillantes, puede que no fuese un gran cocinero pero sus galletas triunfaban. Jose suspiró irritado, en cuanto llegaran a casa no iba a haber quién lo aguantase.

—En casa tengo más, puedo traeros más si queréis.―se ofreció su padre con cortesía, los dos chicos declinaron la oferta con amabilidad y su progenitor se acercó al cesto y tomo una galleta.

Su padre al igual que Sonia y Dan también le firmó la escayola a Evan y los cinco estuvieron hablando sobre escayolas y demás heridas de guerra; Jose se limitó a escuchar en silencio y a avergonzarse cuando su padre enseñó la cicatriz que tenía desde que le quitaron el apéndice pero lo sorprendente era que Dan tenía otra cicatriz por la misma razón y ambos se pusieron a hablar sobre lo dura que había sido la operación hasta que Sonia le pegó un coscorrón a Dan por ser tan exagerado.

—Sonia eres una bestia.―se quejó Dan rascándose la nuca, la pelirroja le enseñó la lengua.

— Yo no soy bestia, tú eres demasiado debilucho.―contestó la pelirroja con desdén; Jose los miró con preocupación, si empezaban una de sus peleas no había nadie que pudiera detenerlos.

—Seré debilucho, pero eres tú la que va a quedarse soltera de por vida por bestia. ―dijo el chico, Jose miró con espantó la cara de irritación que empezaba a poner Sonia; Dan cállate y no hables más.―Ningún chico en su sano juicio se liaría con una versión en miniatura de Rocky Balboa.

Jose vio con espanto como la vena en la frente de Sonia se hinchaba y la chica apretaba los nudillos, inmediatamente volteó hacia Evan y su amigo se limitó a encogerse de hombros mientras su padre miraba la pelea con diversión.

—¿Qué dijiste? ―preguntó Sonia

—Dije que te quedarás sol...

—¡Deja de reírte!―exclamó Matt abriendo la puerta de golpe con Nora a su lado; Jose respiró aliviado al verlos pero enseguida se quedó mirándolos con intriga ¿qué hacían esos dos ahí? El rubio cargaba un pequeño jarrón con flores y Nora un paquete de bombones ―Nora, no es gracioso.

—Sí que lo es, si hubieras visto tu cara cuando te abrazó también te reirías.―contestó Nora con una brillante sonrisa, Matt entrecerró los ojos y ella amplió su sonrisa, Dan tosió y los dos se dieron cuenta de que eran el centro de todas las miradas por lo que la morena se sonrojó ligeramente. ―Hola.

—¿Y qué hacéis vosotros aquí? ¿No deberías estar haciendo la maleta? ―preguntó Evan con interés mirando hacia Matt, el rubio se acercó a Evan y ambos chocaron los puños, tras él Nora lo saludó y le entregó los bombones; luego ambos voltearon hacia su padre y le dieron la mano para saludarlo.

Los dos jóvenes se colocaron por el lado derecho de la cama quedando frente a Jose, Dan y Sonia.

—Sí, pero Dan nos llamó y bueno...no tenía muchas ganas de hacer la maleta, todo sea dicho.―contestó Matt mirando hacia el regazo de Evan y viendo la cesta de galletas, el rubio metió la mano en la cesta y sacó un puñado que repartió entre él y Nora. ―Las galletas están buenísimas, tiene que decirnos la receta.

Jose miró hacia su padre y vio como éste sonreía con orgullo. Por favor, que no dijese que las hicieron juntos, entonces sí que sería el hazme reír del instituto.

—En casa tengo más, si queréis podéis pasaros luego y os doy otra cesta con galletas.―dijo su padre con una enorme sonrisa de felicidad, luego miró hacia Jose y le colocó la mano en el hombro. ―Voy a buscar a tu madre, Evan te veo después.

—Hasta luego y gracias por las galletas.―contestó el pelinegro con felicidad y enseñándole el rotulador a Matt y Nora, al parecer también quería que ellos dos le firmasen la escayola.

—Dan me robaste la frase.―protestó Matt leyendo lo que le habían escrito a Evan, el rubio miró hacia el cielo en busca de inspiración para de repente comenzar a escribir.

—¿Y qué era eso tan divertido? ―curioseó Dan haciendo que Matt le lanzase una mirada asesina, Nora soltó una risita nerviosa antes de tomar el rotulador y sentarse en la cama al lado de Evan para poder escribir en la escayola.

— ¿Os acordáis del enfermero que ligaba con Matt la última vez que vino la ambulancia al parque? ―dijo Nora en voz baja, Dan soltó una fuerte carcajada y Sonia señaló a Matt para luego reírse. ―Pues resulta que trabaja aquí, y cuando nos vio corrió hacia él y lo abrazó por detrás.

La cara de Matt se puso completamente roja mientras Dan y Sonia se miraban entre ellos y se reían de forma escandalosa, la pelirroja incluso llegó a caerse de la silla pero ella siguió en el suelo riéndose a más no poder.

—Y tú qué clase de "novia" eres, tendrías que haber puesto el grito en el cielo y defender lo que es tuyo.―protestó Matt mirando hacia Nora lo que hizo incrementar las risas de Dan y Sonia, en esos momentos ambos chicos estaban por los suelos y llorando de la risa.―Finge estar celosa o algo, ¡estaban intentando ligar con tu hombre!

Jose abrió los ojos con confusión, había oído mal, ¡tenía que haber escuchado mal! Era imposible que Matt se hubiera referido a Nora como novia, eso era inaceptable. ¡Ella no podía ser su novia! ¡Ellos no eran novios! Pero si Matt hacía unas semanas había tenido una cita con una universitaria, y Nora le había dicho que el rubio no le gustaba ¡era imposible que ellos fueran novios! No, todo tenía que tener una muy buena explicación, Jose se sintió un poco mareado por lo que empezó a abanicarse con la mano.

—¿Sois novios? ―curioseó Evan con voz inocente, Nora negó con la cabeza y Matt asintió enérgicamente. ―¿Sí o no? ¿En qué quedamos?

Pero antes de que ninguno pudiera responder el móvil del rubio comenzó a sonar, lo sacó del bolsillo y miró la pantalla antes de descolgar.

—Hi, mom.―contestó Matt en inglés saliendo de la habitación; Jose miró entonces con preocupación a Nora, ¿ellos eran novios, de verdad?

—¿Te encuentras bien? Estás un poco pálido.―se interesó Nora mirándolo fijamente, Evan volteó hacia él y soltó una risita divertida por lo que Jose le lanzó una mirada asesina, ¡eso no era divertido! Si ellos dos eran novios, ya podría olvidarse de ganar la apuesta.

—¿Entonces sois novios? ―volvió a preguntar Evan mirando de reojo hacia Jose, Nora se sonrojó y negó con la cabeza, por lo que Jose respiró con cierto alivio. ―¿Y por qué dice Matt que sí?

—Porque el enfermero ese lo acosaba, lo abrazaba y le metía mano y no tuvo más remedio que inventarse que Nora era su novia para que se cortara un poco. ―explicó Sonia recuperando poco a poco la compostura, la pelirroja sacudió sus pantalones con la mano y de nuevo tomó asiento en la silla que estaba al lado de Jose. ―Después de saber que ella era su novia se relajó pero dijo que en cuanto rompiesen él estaría ahí para consolarlo.

—Y la cara de horror de Matt en ese momento fue épica.―agregó Dan sentándose en el suelo y cruzándose de piernas como si fuera un indio, Sonia asintió y Jose miró hacia Nora, estaba tan aliviado de que no fueran novios que no sabría expresarlo con palabras. ―¿No te hizo prometerle que serías su novia ficticia para siempre?

—Algo así.―murmuró Nora con vergüenza.

— Tengo que irme.―comunicó Matt entrando en la habitación y mirando hacia sus tres amigos. ―Al parecer mi padre leyó mal la hora y el vuelo sale a las tres de la mañana no de la tarde.

Jose miró hacia Matt con interés, ¿vuelo? ¿qué vuelo? ¿se iba de viaje? ¡Yujuuu!

—Matt te vas a Inglaterra y me dejas solo toda la navidad, ¿qué voy a hacer sin ti? ―lloriqueó Dan; ¡Genial! No sólo se iba, sino que se marchaba durante todas las vacaciones de navidad, aprovecharía su ausencia para hacer que Nora se enamorase de él y ganar la apuesta. ¡Bye, bye rubito!

— ¿Y yo que soy? ¿Una piedra? ―preguntó Sonia con indignación apoyando los brazos en las caderas, Dan la miró y abrió la boca pero antes de que pudiera decir nada Sonia le pegó un puñetazo en la cabeza.―Le voy a decir a mi padre que este año también nos ayudas en el restaurante.

—Pero que no me ponga a fregar platos de nuevo. ―pidió el chico poniéndose en pie y chocando los puños con Evan. ―Bueno, nosotros nos vamos... cuídate.

Matt hizo lo mismo que Dan mientras que Sonia y Nora le dieron un beso en la mejilla y le pedían que se cuidara y que mejorara pronto; los tres últimos dijeron que regresarían a verlo y Evan sonrió agradecido. Una vez que estuvieron los dos solos, Evan se recostó con cuidado sobre la cama y Jose tomó la cesta de galletas y los bombones y los colocó sobre una mesa con ruedas que había al lado de la cama.

—Puedes irte tú también si quieres, no hace falta que te quedes toda la tarde aquí.―dijo Evan mirando a Jose con seriedad, el moreno sonrió y negó con la cabeza.

—¿Y volver a mi casa? Ni loco.―Jose sacó una de las galletas con forma de muñeco de nieve y se la enseñó a Evan.―Llevo todo el día haciendo galletas.

—¿En serio? ―preguntó Evan, Jose asintió y el pelinegro comenzó a reírse hasta que tuvo que detenerse con una mueca de dolor, Jose se levantó para llamar a una enfermera pero Evan se negó. ―Estoy bien, es que me duele al reírme; ¿y sólo habéis hecho galletas?

—Bueno, esta mañana intentamos hacer un tronco de navidad, pero al probarlo acabamos vomitando los dos y tuvimos que tomarnos un antiácido; sinceramente, no entiendo cómo mi padre consigue hacer unas galletas tan ricas con lo malo que le sale todo lo demás.―explicó Jose haciendo reír de nuevo a Evan que se llevó la mano al costado con dolor, el pelinegro cerró los ojos y ambos estuvieron unos minutos en silencio.

Jose se echó hacia atrás y se recostó en la silla, a pesar de que Evan se hiciese el duro tener dos costillas rotas dolían bastante y pese a que le hubieran puesto suero, también tenía dos dedos rotos y la cara debía de estar matándolo de dolor. Si él cuando se pegó con Iván tuvo mucho menos que eso y el rostro le dolía a horrores, no se quería ni imaginar por lo que estaba pasando Evan.

—Creo que lo mejor que has hecho en tu vida ha sido hacerte amigo de Sonia.―habló Jose rompiendo el silencio, Evan dejó de mirar al techo para mirarlo a él.

— Supongo que sí.―contestó Evan encogiéndose de hombros para luego mirar a Jose con ojos brillantes y una sonrisa traviesa, Jose respiró hondo, esa mirada sólo indicaba que iba a burlarse de él.―Te pusiste pálido cuando Matt se refirió a Nora como su novia, seguro que en tu cabeza gritabas "Nooooo, Nora es sólo mía, déjala en paz maldito rubio".

—No me puse pálido, sólo me preocupe un poco porque si ellos son novios ya no podría ganarte los cien euros.―aclaró Jose mientras Evan extendía la mano hacia el techo y gritaba el nombre de la morena imitándolo cuando en la casa del terror se llevaron a Nora; Jose se cruzó de brazos enfadado.―Ya deja de hacer eso.

Pidió Jose con voz sombría haciendo que Evan lo mirase y comenzase a reírse para luego hacer una mueca de dolor.

—Te gustaaaa y muuucho.―canturreó el pelinegro, Jose puso los ojos en blanco y se recostó hacia atrás o ignoraba a Evan o le rompía otras dos costillas, miró hacia Evan cuando él soltaba una risita retorcida.

—¿Y ahora qué? ―inquirió Jose con enojo.

— No lo has negado.―contestó Evan con diversión, Jose entrecerró los ojos y respiró hondo.

—¿Sabes qué? Que te den.―murmuró Jose entre dientes de mal humor, estaba hartito de escucharlo decir a todas horas que Nora le gustaba, cuando le contó la cita no paró de dibujarle corazones en los folios con su nombre y el de Nora dentro y eso que ni siquiera le había dicho que se besaron (dos veces) porque entonces seguro que les habría reservado hasta una iglesia. ―Y como no dejes de decir que Nora me gusta –cosa que no es cierta- te asfixiaré con la almohada.

—Está bien, está bien...―dijo Evan levantando las manos en señal de rendición, el pelinegro miró hacia el techo y Jose respiró hondo. ―Por cierto, ¿ya viste el video de tu caída?

—¿Qué? ¿Qué video de mi caída? ―preguntó con confusión el castaño, esta vez fue Evan el que suspiró aunque luego sonrió de medio lado.

—Deberías entrar más a menudo en tu facebook, resulta que hay un video tuyo en el youtube patinando y luego cayendo al suelo. La verdad es que el video está bien montado y editado, tiene hasta música... mola un montón y ya tiene más de dos millones de visitas, ¡eres famoso! ―felicitó Evan con voz alegre.

Esos malditos gemelos hijos de Satán, al final le habían pasado el video a Matt para que lo colgara en internet. ¡Ese desgraciado! Ya podría quedarse en Inglaterra para siempre y no volver jamás, apretó los puños con frustración y miró hacia Evan.

—¿Y desde cuándo sabes lo del video? ―curioseó Jose, Evan miró hacia el techo.

—Desde hace unos días, Bel me lo pasó y yo te lo envié rápidamente; no es mi culpa que pases de las redes sociales.―respondió Evan apresuradamente; Jose bufó molesto y se cruzó de brazos; lo que le faltaba, un video de su vergonzosa caída y además con dos millones de visitas ya...¡maldita gente! ¡¿Es que no tenían otra cosa que hacer que verlo a él cayéndose al suelo?! ―Pues cuando vuelvas a tu casa entra en el facebook, ya verás que divertido es el video.

Jose le lanzó una mirada asesina a Evan y el pelinegro apartó la mirada de él y se puso a contemplar el techo.

—Jose, tu madre dice que se acabó el horario de visitas.―indicó su padre entrando en la habitación y mirando a su alrededor al comprobar que sólo estaban ellos dos. ―¿Ya se fueron los demás? Lástima, quería despedirme de ellos.

—¿Tenemos que irnos ya? Pero aún no ha venido su padre.―protestó Jose ignorando el hecho de que su padre quisiese entablar amistad con los líderes de Góngora.

—No pasa nada, seguro que está al llegar.―habló Evan con voz alegre, Jose lo miró con pena pero su mejor amigo levantó el dedo pulgar en señal de que todo iba bien. ―Además, tienes que entrar al facebook.

—Sí, pero...―iba a protestar Jose cuando Evan se puso a imitarlo gritando en silencio el nombre de Nora, inmediatamente Jose se levantó y caminó hacia la puerta arrastrando a su padre con él. ―Ya te veré mañana.

Escuchó a Evan reírse y a su padre despedirse pero él ya había abandonado la habitación, fuera estaba su madre que tras decirles que ella sólo se marcharía cuando llegase el padre de Evan entró en la habitación para examinar al pelinegro. Por su parte, Jose y su padre regresaron a casa y mientras que su padre siguió horneando galletas y metiéndolas en cestas Jose subió las escaleras y se atrincheró en su dormitorio antes de que su progenitor lo obligase a ayudarlo.

Encendió el ordenador y entró a su facebook, nada más cargarse la página de inicio buscó como un loco en los videos que su amigo le ponía en el tablón aunque el video de su caída no lo encontró ahí; Evan por una vez en su vida había tenido la decencia de mandarle el video por mensaje privado. Con una mezcla de enfado y miedo clicó en el link y fue mandado al youtube dónde pudo ver con horror como el video superaba los dos millones y medio de visitas. 

Bien, tenía que reconocer que si no fuera el protagonista el video resultaría divertido, pero verse tropezar para luego caerse de espaldas sobre el frío hielo no resultaba nada agradable, para colmo habían puesto una repetición acompañada de música de cristales rompiéndose. Era tan vergonzoso y humillante, sobre todo humillante; y seguro que todos los alumnos de Góngora lo habían visto, no volvería a ese instituto nunca...jamás. A partir de ahora estudiaría desde casa, estaba decidido.

Después de ver su humillación pública cerró la ventana del youtube y volvió al facebook, 

                                                                        * * * *

Los siguientes días se los pasó yendo al hospital para visitar a Evan hasta que finalmente al quinto día le dieron el alta, por lo que hoy se encontraba en la habitación de su mejor amigo escuchando a Helena contar que su querida prima Angy estaba invocando un demonio para que protegiera a Evan en un futuro.

Jose puso los ojos en blanco y salió de la habitación diciendo que iba a buscar agua, Helena había llegado hacía dos horas y desde entonces no había parado de abrazarlo y meterle mano por lo que necesitaba respirar y recuperar su espacio personal. ¡Esa chica no paraba ni un minuto! Seguía siendo adorable y dulce pero se había convertido en un pulpo que no lo dejaba respirar, entró en la cocina y cogió uno de los vasos que estaban secos en el fregadero, luego se dirigió a la nevera y vació parte del contenido de la botella de agua en el vaso.

Jugueteó un rato con el vaso antes de ponerlo en el fregadero y regresar al dormitorio, cuando lo hizo ambos jóvenes lo miraron y le sonrieron.

—Me voy ya, ¿me acompañas? ―preguntó Helena con ojitos de niña buena y agarrándolo del brazo para que no pudiera escapar.

—Yo...esto... voy a quedarme con Evan un rato más.―respondió Jose intentando separar con suavidad a la rubia de él.

—Por mí no te preocupes, vete con ella.―contestó Evan en tono alegre y guiñándole un ojo por lo que Jose le lanzó una mirada asesina, Helena dio un pequeño salto de alegría antes de abrazar a Evan y darle un beso en la mejilla, luego volvió a agarrarse a su brazo. ―¿Venís mañana?

—Claro. ―respondió Helena rápidamente y Jose asintió.

— Cris dijo que también venía, ya sabes que hoy no podía por el kárate.―dijo Jose recordando que Cris se disculpó ayer por no poder ir de nuevo hoy, Evan asintió y se acomodó en la cama para despedirse de ellos con la mano con una sonrisa pero con una mirada triste.

Jose suspiró, le devolvió el saludo y con Helena sujeta a su brazo salieron del dormitorio y de la casa del pelinegro. Helena apretó el botón del ascensor y tras esperar unos segundos subieron en él. Jose intentó liberarse de la rubia, pero ella se limitó a pegar su cara contra su brazo.

—Pobre Evan, aún no puedo creer que le hayan dado una paliza.―habló Helena captando su atención, Jose negó con la cabeza. ―Es una suerte que Sonia y Dan pasaran por allí.

—Si...―masculló Jose; la verdad era que desde que se enteró no había parado de darle vueltas al asunto, ¿por qué le pegaron? Según Evan, él les entregó el móvil y la cartera sin oponer resistencia, entonces...¿por qué? Además, creía que no era el único que sospechaba algo, ya que había pillado a Nora y a Sonia lanzarse miradas extrañas cuando hablaban sobre lo sucedido.

Ambos bajaron del ascensor y comenzaron a caminar en dirección a la casa de Helena, intentó dirigir a la rubia hacia la parada de autobús para llegar antes pero ella se negó en rotundo. Jose suspiró irritado y caminó con la chica a su lado, por suerte para él Nora no había ido ninguno de los días que Helena si lo había hecho, por lo que ambas chicas no habían coincidido. Tenía que librarse de la rubia cuanto antes si quería seguir con la apuesta, pero ¿cómo? Ya le había dicho que no le gustaba, pero eso a la rubia parecía importarle muy poco.

—Por cierto, ¿sabes por qué Bel aún no ha ido a ver a Evan? ―curioseó Jose interrumpiendo a Helena, la rubia negó con la cabeza y se separó (al fin) de su brazo.

—No lo sé, y lleva unos días muy extraña.―contestó Helena con sinceridad, Jose la miró para ver si decía algo más pero la rubia se quedó en silencio.

Evan no había comentado nada sobre Bel pero conocía a su amigo y estaba convencido de que extrañaba a la pelinegra más de lo que quería admitir, y esa mirada triste en sus ojos cada vez que Helena llegaba sola lo delataba. Incluso Cris le había dicho ayer que se veía triste, pero Evan enseguida sonrió y le contestó que estaba cansado; aunque él sabía la verdad, por mucho que Evan tratase de negarlo y de decir que eran sólo amigos él sabía que ahí había algo más que amistad y el que la chica no hubiese ido a visitarlo en cinco días sabía que había hundido la moral de Evan.

—Llegamos.―dijo Helena pasando sus brazos por el cuello de Jose y dándole un rápido beso en los labios sin dejarle tiempo al castaño para esquivarla. ―¡Nos vemos mañana!

Jose abrió la boca para protestar y decirle que dejara de besarlo pero antes de que pudiera decir algo la chica había abierto la puerta de su portal y había desaparecido de su vista. Apretó los puños con enfado y metió las manos en los bolsillos, mañana le dejaría las cosas claras, ¡no le gusta y no puede besarlo! ¿Qué pasaría si Nora lo viese? Entonces ella creería que estaba saliendo con Helena y seguro que ya no tendría ninguna oportunidad con la morena. Caminó con paso firme en dirección a su casa pero se detuvo súbitamente, ya que estaba ahí podía ir a visitar a Bel y preguntarle por qué no iba a visitar a Evan.

Dio la vuelta rápidamente y caminó calle abajo hasta llegar a un enorme edificio con verjas grises, se acercó a los timbres y los contempló, ¡mierda! No sabía en qué piso o planta vivía Bel, suspiró y trató de recordar si alguna vez Evan había mencionado algo sobre la casa de la pelinegra pero por mucho que estrujaba su cerebro no recordaba nada. Fastidiado le pegó una patada a la puerta y se sentó en el suelo. De repente, la imagen de Nora quejándose de que no le apetecía subir hasta la quinta planta llegó a su mente. ¡Quinta planta! Ahí era dónde vivía Bel, de un salto se puso en pie y con alegría vio que sólo había dos pisos por planta, ahora la cuestión era ¿la casa de Bel era el 5ºA o el 5ºB? Apretó el primer botón que vio y esperó.

—¿Sí? ―se escuchó al otro lado.

—Hola, ¿está Bel en casa? ―preguntó Jose con dudas, al otro lado se escuchó un leve "Sí" antes de que abrieran la puerta.

Jose empujó la puerta y entró en el edificio, aún no podía creer que tuviera tanta suerte. Se subió en el ascensor y se bajó en la quinta planta quedando frente a una puerta abierta, tocó la puerta con timidez y una mujer muy parecida a Bel apareció de la nada.

—¿Eres amigo de Bel? ―preguntó la mujer, era un poco más alta que Bel pero poseía los mismos ojos azules oscuros y una larga melena negra; no obstante, su mirada y su cara era más refinada. Jose asintió y la mujer sonrió débilmente. ―Pues mira a ver si puedes hacer que salga de su habitación, lleva unos días que apenas sale ni come ni habla y no hace sino llorar, pero cuando le pregunto qué le pasa me dice que nada, ¡no se puede llorar por nada! ¡no sé qué hacer con ella! Estuve a punto de llamar a Sonia por teléfono para que la abofeteara pero luego pensé que mejor que no, que podría emocionarse y dejarme sin hija; tendrías que ver lo que le hace al pobre Dan. ¿Pero qué haces todavía aquí? Vete a hablar con Bel, ¡rápido! Y no salgas hasta que no me devuelvas a la alegre de mi hija.

La mujer le dio un fuerte empujón y Jose miró de reojo a la madre de Bel... madre e hija eran igual de habladoras. Caminó por el largo pasillo hasta que llegó hasta una puerta cerrada que supuso que sería la habitación de Bel, miró hacia los lados y atrás por lo que pudo ver a la madre de Bel dándole animo. Jose rodó los ojos, definitivamente Bel era igualita a su madre, tocó la puerta y esperó unos segundos para abrirla, una vez dentro se encontró a Bel sentada sobre su cama envuelta en una manta y sonándose la nariz con un pañuelo mientras miraba hacia la pared.

—    ¿Bel? ¿Estás bien? ―preguntó tratando de sonar amable, la pelinegra se asustó pero al cabo de unos segundos salió corriendo hacia él y lo abrazó.

Por segunda vez, Jose se encontraba a Bel llorando y al igual que la primera vez se limitó a darle un par de palmaditas en la espalda para animarla; la chica comenzó a llorar desconsoladamente sobre su pecho y Jose siguió dándole palmaditas intentando que dejase de llorar. Finalmente y tras un buen rato de lloros, la pelinegra se separó de él y se puso a hacer muecas para dejar de llorar.

— ¿Pero qué te pasa? ―se interesó Jose, ya que le había llenado la chaqueta de lágrimas y babas quería saber el por qué.

—No puedo decírtelo...si lo hago... entonces...―dijo Bel entre sollozos para luego comenzar a llorar con fuerza; Jose la obligó a sentarse y esperó a que la chica se tranquilizase.

— Bel puedes contarme lo que sea que está pasando, trataré de ayudarte lo mejor que pueda.―habló Jose con voz tranquila pero firme, la pelinegra dio un respingo y asintió lentamente.

—Prométeme que no se lo dirás a nadie, ¡promételo!―suplicó Bel casi sin voz, Jose asintió y ella se levantó y tomó su móvil de encima de la mesa, luego se puso a examinarlo y se lo entregó a Jose. ―Esto me llegó hace seis días.

Jose miró el móvil y abrió un archivo que al parecer le había mandado Evan, cuando lo abrió quedó horrorizado al encontrarse con un video en el que se podía ver cómo varios chicos golpeaban al pelinegro. ¡Era un vídeo de la paliza que le habían dado a Evan! ¿Por qué le habían mandado a Bel un vídeo desde el móvil de Evan en el que le mostraban cómo le pegaban?

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