Capitulo 24. Los jefes de Quevedo
Tomó un sorbo de su coca-cola y miró hacia Evan. El muy desgraciado se había presentado en su casa a las cuatro de la tarde alegando que iban a celebrar el fin de los exámenes y lo había obligado a vestirse para luego ir al centro comercial Vistabella donde estuvieron media hora esperando a que Helena y Bel llegasen. Después de eso se metieron a ver otra horrible película de amor, por suerte Evan se ofreció a pagarle la entrada algo a lo que no se opuso. En cuanto salieron Bel sugirió entrar al McDonald's a comer y ahí estaban.
—Te cojo una patata.―comunicó Helena antes de atacar su comida.
Jose suspiró y tomó más coca-cola; desde hacía tres semanas Helena no había parado de reclamar su atención, le sonreía, lo acompañaba por el instituto y se había autoproclamado su profesora particular... bueno, eso último realmente no le había importado porque explicaba bastante bien, pero sí que le molestaba que le coquetease mientras le explicaba, ¡con ella sentada sobre sus rodillas no podía estudiar! Al parecer la rubia al ver que las tácticas pasivas no funcionaban había decidido ser más agresiva y ya de paso aprovechar y meterle mano; porque no olvidaba cuando le pegó una cachetada en el culo por acertar una pregunta de filosofía. Bel tenía razón, las chicas de ese instituto eran muy activas a la hora de ligar.
—Estás muy callado, ¿qué piensas?―preguntó Helena sacándolo de sus cavilaciones, Jose agitó la cabeza y la miró; la rubia llevaba un vestido de color violeta cubierto por una chaqueta, para su gusto iba demasiado veraniega, pero ella sabría.
— ¿No tienes frío? ―se interesó el castaño para que ella no siguiese insistiendo sobre en qué esta ba pensando.
—Siempre puedes darme tu chaqueta para que no pase frío.―contestó la rubia guiñándole un ojo, Jose puso los ojos en blanco; ¿dónde estaba esa rubia adorable que había conocido al principio? ―¿Me vas a acompañar a casa?
Jose iba a responder "no" cuando un numeroso grupo de chicas entraron al local gritando y suspirando, se revolvió en la silla y se puso de puntillas. Al parecer el centro de tanta hormona femenina revolucionada era un grupo de tres chicos.
Dos de ellos se sentaron en una de las mesas mientras un tercero seguía rodeado de chicas que suspiraban y le lanzaban piropos. Jose fijó su mirada en el chico que causaba tal alboroto, era alto y esbelto, con ojos verdes claros y cabello rubio y largo que llevaba atado en una media coleta alta, el chico iba vestido con unos vaqueros negros y una camisa blanca de manga larga en la que llevaba los tres primeros botones desabrochados además de que para hacerse el interesante llevaba una corbata. El chico hizo una señal y el grupo de chicas corrieron a la barra donde comenzaron a pelearse por ver quien pedía la comida.
—No los había visto nunca, pero son guapísimos.―dijo Bel animada mirando hacia la mesa de los tres chicos. La pelinegra suspiró y saludó al chico rubio que se dedicaba a lanzarle besos a todas las chicas del local, uno de sus amigos se levantó y lo obligó a sentarse.―Parecen dioses griegos que han bajado del Olimpo para que las vulgares mortales como nosotras podamos contemplarlos.
—Creo que hemos captado la idea Bel.―dijo Evan tapándole los ojos a la pelinegra pero ella se libró de su amigo y continuó mirando hacia los tres chicos.
—Me encanta el pelirrojo, es taaaan mono.
Bel hablaba de un chico pelirrojo de ojos ¿rojos?, debían ser lentillas; que estaba recostado en uno de los asientos con las manos metidas en los bolsillos y miraba hacia su amigo rubio, el ligón.
—¿Y Bel?―preguntó Helena, Jose y Evan miraron a su alrededor y se encontraron a la pelinegra dando grititos junto a las demás chicas, Helena suspiró y se puso en pie para arrastrar a su amiga de nuevo con ellos.
—Jo, Helena eres una aguafiestas.―protestó Bel sentándose y cruzándose de brazos, la rubia se llevó las manos a la cabeza.―No me ha dado tiempo de saber de qué instituto eran, ni cómo se llamaban, si tenían facebook, twitter, tuenti o si tenían novia.
—¿Qué eres?¿una acosadora?―preguntó Helena levantando las cejas significativamente, la pelinegra se sonrojó avergonzada y se escondió en su asiento pero sin apartar la mirada de los tres chicos. Helena suspiró consternada y se acercó a Jose. ―Creo que Bel está en celo.
Jose sonrió divertido ante el comentario de la rubia pero no dijo nada ya que Bel los miraba enfadada.
—¿Esos no son Nora y Matt?―preguntó Evan señalando hacia la puerta de cristal, Jose se dio la vuelta y los vio.
La morena estaba en la puerta esperando a que el rubio entrase, ya que éste estaba por fuera hablando por un walkie-talkie. Se fijó en Nora, llevaba un chándal azul y en el pelo llevaba una pequeña diadema a juego con el chándal y dos pequeñas coletas. Matt como siempre iba vestido totalmente de negro, el rubio sacudió la cabeza y entró al local. Una vez que ambos estuvieron dentro se dirigieron al mostrador y tras dejar al camarero pálido Nora sacó un enorme tarro de plástico del bolso con monedas y se lo entregó al camarero que al verlo llamó enseguida al encargado.
—¡Nora, Matt!―gritó Bel captando la atención de ambos chicos que al verlos cogieron el ticket y se acercaron a ellos.―¿Qué le habéis dicho a los camareros?
—Que queremos ciento cincuenta hamburguesas de un euro, setenta y cinco con pepinillo y el resto sin pepinillo y les hemos pagado con un tarro lleno de monedas de cincuenta, veinte y diez céntimos.―explicó Matt con una sonrisa diabólica, Nora a su lado sacó un libro de su bolso y se puso a leer.
Jose no pudo evitar recordar el incidente del coche y un escalofrío le recorrió la espalda, desde entonces no había vuelto a tener contacto con la chica; pero claro ella había formado un grupo de estudio con su hermana, Matt, Ann, Sonia, Dan y Triz y desaparecían todos los recreos. ¿Cómo le habrá ido en los exámenes?
—Cuánto tiempo sin vernos mi preciosa Nora―el chico rubio ligón de la otra mesa abrazaba a Nora por las espalda, la morena completamente roja cerró el libro y se dio la vuelta para atizarle pero él se agachó rápidamente y la esquivó sin problemas.―Hieres mis sentimientos lo sabes, ¿no?
Jose arqueó una ceja, ¿de qué iba ese? ¿y de qué conocía a Nora? Vio como no sólo el rubio ligón estaba ahí, los otros dos chicos también se habían acercado hasta ellos e intercambiaban miradas con Matt y Nora. Jose observó al tercer chico, era asiático y tenía el pelo liso y largo sobresaliéndole por debajo de un gorro de color naranja que iba a juego con sus gafas cuadradas.
—Pensaba que teníais la entrada prohibida al centro comercial.―dijo el asiático mirando hacia Matt, el rubio se revolvió el pelo y sacó el walkie-talkie del bolsillo.
¿Por qué el ambiente era tan tenso? Por suerte, él no era el único que lo había notado ya que Helena también estaba observando la situación detenidamente sin mediar palabra; al contrario que Bel que sólo le faltaba lanzarse sobre el rubio ligón y desnudarlo allí mismo.
—Los demás tienen la entrada prohibida, nosotros dos no.―explicó Matt, el pelirrojo y el asiático intercambiaron miradas.
—¿No os han dicho que debéis huir rápido del lugar del crimen?―dijo el chico de pelo rojo con regodeo. ―Pero que se puede esperar de los alumnos de Góngora si sus jefes son chicas.
—Tengo que recordarte que Dafne y Ann te mandaron al hospital un mes.―dijo Matt con orgullo haciendo callar al chico, su amigo le dio un golpe en la espalda y se rió de él. ―Por no mencionar que Sonia le partió la pierna a Ren por tres sitios distintos.
—Eso fue porque me pilló desprevenido.―contestó rápidamente el chico asiático, que al parecer se llamaba Ren; Matt levantó una ceja incrédulo y se cruzó de brazos. ―¿Por cierto, eso es para comunicarte con la "oye, oye"?
El chico le arrebató el walkie y se puso a hablar por él con la que parecía ser Triz. Jose decidió ignorarlo y buscó a Nora con la mirada, frunció el ceño al ver como el maldito rubio ligón había colocado sus manos en la cintura de ella para luego ir subiéndolas poco a poco; ¿¡pero qué cojones hacía ese tío!? ¿Y ella porque no ponía el grito en el cielo y lo dejaba sin descendencia? Pero si a él por menos ya le hubiera estampado el libro en la cabeza.
—¿Por qué no nos vamos tú y yo a un lugar más intimo?―susurró el chico rubio a Nora en el oído, ella se separó de él e intentó pegarle otro librazo pero el chico la esquivó con suma facilidad para luego sujetarla de la mano y hacerla quedar entre sus brazos. ―Tan fría como siempre mi amada Nora.
—¿Qué no hay más chicas a las que puedas acosar sexualmente?―inquirió Nora, el rubio negó con la cabeza y acercó sus rostros por lo que la morena se puso aún más roja, si es que eso fuera posible.
¿Qué estaba haciendo el sobreprotector de Matt en esos momentos? ¿Por qué no acudía en la ayuda de Nora? ¿Y qué le pasaba a Nora con los rubios? ¿Por qué todos la acosaban? Buscó a Matt y lo encontró intercambiando miradas asesinas con el pelirrojo mientras Ren por el walkie se insultaba con Dan y Sonia.
—¡Ay! ¡Joder!―gritó el rubio separándose de Nora mientras la fulminaba con la mirada, ella sonreía victoriosa y lo apuntaba con la pistola eléctrica. Jose suspiró aliviado, olvidaba que ella podía defenderse solita.
Oye, oye... Sonia ¿a quién le gritas?
Se escuchó por el walkie-talkie, Matt dejó su intercambio de miradas con el pelirrojo para mirar hacia Ren que sonreía victorioso y le lanzaba el walkie al pelirrojo que lo atrapó al vuelo. ¿Qué pasaba?
—Aquí Damien, tú todopoderoso Dios.―dijo el chico apretando el botón para luego soltarlo y esperar por la contestación de Dafne.
¡¿Qué haces tú al otro lado?! Y te llamas Damián, no te cambies la "a" sólo para quedar más cool.
El grito de Dafne retumbó por todo el local. ¿Por qué se gritaban todos allí? ¡Esos chicos ni siquiera eran de su instituto! ¿A qué venían tantas hostilidades? Escuchó a Dafne ponerse a gritar como una loca mientras Damien repetía una y otra vez "oye, oye" burlándose de ella.
—¿Qué nos vas a hacer? Tenéis prohibido entrar al centro comercial.―se burló Damien. ―Y si vienes, ya sabes qué comisaria tiene jurisdicción en esta zona.
¡Serás cabrón! ¡En cuanto te pille te vas a enterar, te voy a mandar otro mes al hospital... que digo un mes... te voy a mandar dos años al hospital!
¿Qué más da que comisaria tiene jurisdicción? Pero el chico tenía razón, no podían hacer nada, tenían prohibido entrar ahí. Vio como el chico rubio volvía a arrinconar a Nora contra la pared, pero esta vez la situación era peor, la tenía sujeta por las muñecas y acercaba su rostro peligrosamente al de ella.
—¡¿Por qué no la dejas en paz?!―espetó Jose enfadado poniéndose en pie, el chico se separó lentamente de ella y le soltó una de las manos, ella lo observó sorprendida al igual que el resto de presentes.
¿Qué había hecho? Ni siquiera los conocía, podían ser miembros de una peligrosa banda o pertenecer a alguna mafia que traficara con órganos. ¡La culpa era de Matt! Si hubiese actuado como de costumbre él no hubiese tenido que defender a la morena y meterse en ese marrón. El chico rubio se echó el pelo hacia atrás con arrogancia y con Nora de la mano se acercó a él y lo miró con curiosidad.
— ¿Y tú eres? ―preguntó el chico rubio con voz seria, Jose tragó saliva nervioso.
— ¿Damien me pasas el walkie?―preguntó Nora con amabilidad, el pelirrojo entrecerró los ojos dudoso y apartó el walkie de la morena; sin embargo Matt aprovechó para arrebatarle el aparato y pasárselo a Nora que lo atrapó al vuelo.
El chico rubio trató de arrebatárselo pero ella usó la mano que él le tenía sujeta para subirse sobre su espalda de un salto.―Dafne, aquí Nora...Tienes prohibido entrar al centro comercial, al McDonald's puedes acceder sin necesidad de entrar a él por las escaleras mecánicas que hay en los laterales.
Recibido hermanita, dile a ¡Damián! que vamos para allá.
—Para vuestra información venimos de jugar al beisbol, así que tienen los bates a mano.―informó Matt cruzándose de brazos con chulería para luego acercarse a Nora y ayudarla a bajar de la espalda del otro rubio. ―¿Todo bien?
— Ajá...―respondió ella.
—Me encanta cuando te haces la dura.―dijo el chico rubio quitándose la corbata y colocándosela a Nora por encima. ―Eso me pone mucho más.
La cara de Nora enrojeció hasta niveles desconocidos hasta ahora por lo que el rubio comenzó a reírse y Matt lo asesinó con la mirada.
—Ya deja tus estúpidas bromitas Will.―dijo Matt de mal humor.
¡Genial! Otro inglés, ¿acaso para sonrojar a Nora había que ser de origen anglosajón? ¡Putos guiris! Lo tenían hasta los cojones.
—Si "oye, oye" nos hace algo a tomar por saco la tregua.―dijo Ren colocándose las gafas y cogiendo una de las bandejas entre sus manos para darle vueltas. ―Y este año habíamos batido el record, dos semanas sin conflictos.
—Pues a tomar por culo, no voy a dejarme intimidar por un instituto gobernado por mujeres, es de pena.―añadió Damien. ―Nosotros como jefes de Quevedo debemos hacernos respetar.
Jose parpadeó sorprendido. ¿¡Cómo!? ¿¡Qué ellos eran los jefes de Quevedo?! Si Góngora era famoso por tener un coche de antidisturbios fijo en la puerta, Quevedo no era para menos; ellos también contaban con dos coches patrulla además de que eran famosos por haber conseguido el record del mayor número de alumnos detenidos pertenecientes al mismo instituto. Entonces, el tal Will al que había gritado era uno de los mandamás de Quevedo. Sería mejor que avisara a su padre de que fuera comprándole un ataúd, puesto que ahora a su lista de enemigos había que añadir un líder de Quevedo, como si no tuviera suficiente con llevarse mal con dos de Góngora y que un loco lo odiase. Definitivamente no iba a llegar a la universidad.
Jose vio como la puerta de cristal de la entrada se abría y entraba Dafne con un bate de beisbol dispuesta a golpear a Damien, por suerte el chico le arrebató la bandeja a su amigo con una increíble velocidad y bloqueó el golpe de la chica.
—Siempre es un placer verte "Oye, oye" ―saludó Damien con una sonrisa.
¡Ese tío estaba loco! ¿Cómo se le ocurría burlarse así de Dafne? ¿Es que no le tenía aprecio a su vida? La morena retiró el bate para dar una vuelta sobre sí misma y lanzar un golpe a los pies, pero el chico saltó y volvió a bloquear con la bandeja el bate de la chica. Jose observó detenidamente a los dos jóvenes, ambos lanzaban ataques y se bloqueaban mutuamente, ¡era como ver una película de Jackie Chan en directo!
—Como mola.―murmuró Evan a su lado, al ver como el chico se subía sobre una mesa y comenzaba a saltar mientras Dafne trataba de golpearlo.
—Estas perdiendo facultades "Oye, oye".―comentó Damien lanzando la bandeja al aire para dando una voltereta en el aire caer en el suelo y coger la bandeja. No obstante, Dafne sonrió al ver a Ann y ver como ella le golpeaba la cabeza con el bate a Damien. ―Por eso en Góngora sois siete jefes, las chicas no saben apañárselas ellas solas, siempre necesitan ayuda de otras personas.
—Esto se llama trabajo en equipo Damián, no te confundas.―indicó Ann haciendo girar el bate como si fuese una animadora.
—A cada minuto te vuelves más sexy.―dijo Will caminando hacia Sonia que acababa de entrar acompañada de Dan y Triz, Will la tomó de la mano y le plantó un dulce beso en la mano mientras estaba de rodillas en el suelo.
Sonia se sonrojó y Will aprovechó para guiñarle un ojo mientras se ponía en pie. Vale, Will no era que le tirase los trastos a Nora, es que lanzaba sus feromonas contra todo ser viviente que fuera del sexo contrario.
— ¿Qué te parece si esta noche tú y yo...―pero Will no pudo seguir ya que Dan trató de pegarle un puñetazo en el estómago pero el rubio estuvo más ágil y lo esquivó sin problemas.
Jose miró de un lado a otro, aquello se había convertido en un autentico caos, por un lado Dafne y Ann trataban de golpear a Damien mientras éste saltaba de mesa en mesa, Dan y Will empezaron a pegarse y ambos estaban tirados por el suelo dando vueltas con Sonia tratando de separarlos, a todo eso Triz se había puesto a discutir con Ren y le echaba en cara que por culpa de su virus de ordenador había perdido no sé cuantos datos. Matt silbó e inmediatamente todos lo miraron.
— Todos fuera pero ya.―ordenó Matt señalando la puerta, Dafne y Ann engancharon a Damien del cuello de la camisa y lo arrastraron fuera, tras ellas salieron Triz y Ren sin parar de discutir. Algo más les costó sacar a Dan y Will ya que también tuvo que intervenir Matt para ayudar a Sonia a separarlos.
— Siempre igual.―murmuró Nora recogiendo la pistola eléctrica del suelo y saliendo a la calle.
—No puedo creer que ellos sean los jefes, son tan guapos.―lloriqueaba Bel saliendo por la puerta mientras Evan la consolaba. ―¿Por qué? ¿Por qué son nuestros enemigos?
—No entiendo porque salimos, esta pelea no es cosa nuestra.―se quejó Jose saliendo fuera con Helena agarrada a su brazo.
Cuando salieron fuera se encontraron a Dafne y Ann intentando golpear a Damien con los bates pero el chico saltaba de un lado a otro y trepaba por las paredes para esquivarlo, ¿era pariente de spiderman o qué? Alrededor de ellos había un montón de alumnos de Góngora que animaban a las dos chicas. Sonia y Dan para no variar se habían puesto a discutir entre ellos mientras Will le lanzaba besos a la pelirroja y le guiñaba el ojo a Triz; la peliblanca seguía discutiendo con Ren hasta que al final harta cogió el gorro del chico y lo jaló hacia abajo para taparle la cara y tratar de asfixiarlo. Matt y Nora por su parte estaban admirando la escena sin intervenir en ninguno de los conflictos.
—Es muy bueno.―indicó Evan señalando hacia Damien al ver cómo subía hasta el tejado y se quedaba allí sentado mientras Dafne le gritaba que bajase. El chico se puso a silbar y ella le lanzó el bate, él lo atrapó sin problemas y de un salto llegó al suelo. ―Tiene pinta de hacer parkour.
—¿Ahora cómo te vas a defender "Oye, oye"? ―Damien examinó el bate y fue a pegarle a Dafne pero Ann interceptó el golpe y ambos se pusieron a pelear como si tuvieran espadas en vez de bates.
—¡Dafne!―uno de los chicos que estaba de espectador le lanzó un bate a la chica que nada más cogerlo fue hacia Damien con claras intenciones asesinas.
Jose miró hacia Matt y Nora, ambos estaban tranquilos y al parecer no pensaban intervenir. ¿Cómo demonios eran ellos los jefes si nunca hacían nada?
—¿Y las hamburguesas? ―preguntó Matt mirando a Nora.
—Mandé a Diego y a unos cuantos más a por ellas―contestó Nora rápidamente. ―Vete a ayudar a Triz.
Jose miró a la peliblanca, al parecer Ren se había enfadado y le había robado el teléfono móvil a Triz; la chica al intentar recuperarlo se había lanzado a por él pero Ren la había esquivado y tirado al suelo. Por lo que Triz estaba tumbada en el suelo bocabajo pataleando con Ren sentado sobre su espalda.
—Así que entras directamente al facebook desde aquí, esto va a ser divertido.―mascullaba Ren apretando un montón de teclas del móvil mientras se reía a carcajadas.
Por lo que ahora mismo todos peleaban a excepción de Nora, sin embargo vio con espanto como Will se acercaba a ella, el chico llevaba la camisa totalmente desabrochada y mostraba sus pectorales, además de que debido a la pelea con Dan su pelo estaba suelto. Bel tenía razón, parecía un jodido Dios griego.
—Tengo frío, ¿por qué no me haces entrar en calor?―le preguntó Will a Nora con voz seductora, a su lado vio como Helena se mordía el labio inferior envidiosa y Bel suspiraba, aunque la pelinegra no fue la única que suspiro ya que el club de fans del chico los había seguido y lo miraban con ojos lujuriosos.
—Cómprate una muñeca hinchable y déjame en paz.―respondió Nora con desdén, Jose sonrió orgulloso.
—Cuanto más dura eres más te deseo.―susurró Will haciendo que varias chicas se desmayasen, Jose rodó los ojos; le estaban dando unas ganas de ir y partirle la cara a ese maldito acosador, y ya le empezaba a dar igual que fuese uno de los jefes de Quevedo.
—Will en cuanto acabe aquí iré a partirte las piernas como no te alejes de Nora; y vosotros dos, ¡queréis dejar de discutir!―gritó Matt a Sonia y Dan que dejaron de discutir avergonzados.
—¡Ay! ―protestó Will agitando la mano y fulminando a Nora con la mirada, al parecer la morena había vuelto a electrocutarlo, ella sonrió victoriosa pero el chico le hizo morritos. ―Tenemos tanta tensión entre nosotros que hasta saltan chispas.
—Will, creo que todavía tenemos cosas que discutir.―Dan hizo crujir sus puños y caminó hacia el rubio que tuvo que ponerse serio para esquivar los dos primeros golpes que Dan lanzaba hacia él.
—Sigues siendo un flojo, vas a tener que hacerlo mejor para conseguir golpearme. ―se burló Will pegándole una patada a Dan y haciéndolo retroceder.
—Hombres, no los dejes resolver conflictos que puedes solucionar tú misma.―dijo Sonia poniéndose a estirar; sin embargo, Dan le indicó que se estuviese quieta.
—Ya tenemos las hamburguesas.―comunicó el ¿jefe indio? saliendo del McDonald's con una enorme bolsa de papel al igual que el chico que iba con él. ―¡Vamos Matt! ¡Demuéstrale quién manda!
Sonia se puso a silbar para llamar la atención de todos como había hecho Matt dentro del local pero todos la ignoraron y siguieron pegándose unos a otros.
—Ays, Kyle pásame un par de bolas.―pidió la pelirroja a un chico que llevaba una capucha gris por lo que Jose no pudo verlo como la última vez, el chico le lanzó un par de bolas de beisbol a Sonia, la pelirroja sonrió y se las entregó a Nora.―Diez euros a que no le das a Damien.
Nora sonrió y comenzó a balancearse. La morena lanzó la bola justo cuando Damien golpeaba a Ann en la pierna con el bate, por lo que no pudo esquivar la pelota que lo golpeó en la cabeza haciéndolo caer al suelo. ¿Nora acababa de noquear a un chico de un pelotazo? Se estaba empezando a hacer una idea de por qué ella era jefa, sólo que al parecer estaba especializada en larga distancia. Dafne le empezó a dar con el bate como si fuera una mosca muerta para comprobar si seguía vivo.
—¡Nora quería mandarlo yo al hospital!―protestó Dafne viendo como Damien se levantaba poco a poco.
—¡Joder, me cago en todo! ¡Tenias que distraerla para que no lanzara! ―gritó Damien a Will, el rubio se encogió de hombros y caminó hacia su amigo al que ayudo a incorporarse.
Nora extendió la mano hacia Sonia y la pelirroja le entregó de mala gana dos billetes.
— ¡Están llamando a la pasma! ¡Huyamos! ―gritó uno de los alumnos por lo que todos empezaron a correr en diferentes direcciones.
Jose miró a su alrededor y vio como todos los alumnos corrían de un lado a otro, técnicamente no tenía porque huir ya que no había hecho nada, pero era un estudiante de Góngora y eso era suficiente para ser arrestado. ¿Y a dónde iba? Era la primera vez en su vida que tenía que huir, ¿qué se hacía en esos casos? ¿debía de correr a un lugar en concreto o podía huir despavorido a donde le daba la gana? Sus compañeros de instituto que estaban más experimentados en el arte de la escapada se habían dividido en varios grupos y mientras unos se habían marchado por dónde habían venido, otros habían entrado al centro comercial y corrían al grito de "Viva Góngora". Sintió una mano alrededor de su brazo que tiró de él hacia el interior del centro comercial.
—Corre.―dijo Helena tirando de él con fuerza, Jose asintió y apresuró el paso. ―Cuidado.
Ambos se detuvieron y se escondieron tras una esquina al ver a uno de los guardias de seguridad increpando a varios alumnos de su instituto. Echó la vista hacia atrás buscando a Evan pero no había ni rastro de él ni de Bel, asomó la cabeza y vio como sus compañeros de instituto le tomaban el pelo al guardia y le robaban la porra para luego salir corriendo.
—¡Quietos ahí! ―Jose escuchó una voz grave tras él y sintió un golpe en la espalda. ¡Oh, no! Los habían descubierto, ahora los entregarían a la policía y los encerrarían en la cárcel con un tío gordo y sudado lleno de tatuajes que intentaría violarlo.
—Nosotros no hemos hecho nada.―contestó Jose dándose la vuelta con las manos levantadas como si fuera un criminal, al voltearse bajó las manos inmediatamente para ver como Matt lo apuntaba con un plátano y mostraba una sonrisa burlona. Jose fulminó al chico con la mirada y se cruzó de brazos molesto.
—¿Es tu primera huida, a que sí?―preguntó el rubio, aunque más que preguntarlo lo aseguraba. Pues claro que era su primera huida, no era un criminal como ellos que estuviese habituado a escapar de los agentes de la ley.
—¿Sabes por dónde fueron Bel y Evan? ―se interesó Helena, Matt se rascó la barbilla con el plátano y se quedó pensando un rato.
—Ni idea, yo enganché a Nora y salimos corriendo al interior del centro comercial.―contestó Matt abriendo el plátano y poniéndose a comer, ¿de dónde carajos había sacado la fruta? Pero en verdad lo que le preocupaba era el paradero de la morena, si había entrado con Matt en el centro comercial ¿dónde estaba ahora?. ―¿Por qué no llamas a Bel? No creo que anden muy lejos.
Helena asintió pero no sacó el móvil sino que se quedó agarrada a Jose, el castaño intentó deshacerse de ella pero al no conseguirlo se puso a mirar a los alrededores en busca de Nora. La localizó no muy lejos de allí, justamente estaba en la librería de enfrente con dos libros en la manos tratando de decidir cuál comprar; no pudo evitar sonreír divertido, Nora siempre estaba dónde estuviesen los libros.
—Entonces, ¿esos son los líderes de Quevedo? ―curioseó Helena liberando al fin a Jose, el moreno movió el brazo y miró hacia Matt que asentía.―Los imaginaba más... más... no sé... más fuertes y con cara de enfadados, son demasiado...
—¿Guapos? ¿Y con pinta de no haber roto un plato en su vida? ―inquirió Matt con cierta amargura, Helena se sonrojó levemente y asintió. ―Pero que no te engañe su apariencia, son capaces de enviar a un chico al hospital con tan solo tres movimientos.
Jose abrió la boca con asombro, la verdad era que esos tres debían de ser bastante buenos considerando que en Góngora eran siete y los otros sólo tres, debían de ser increíblemente fuertes para poder mandar en su instituto. Pensó en el rubio ligón, ¿quién se creía que era abrazando a Nora así? Aunque con Sonia también intento ligar a ella ni siquiera llegó a tocarla mientras que a Nora no había parado de meterle mano. Frunció el ceño y miró hacia la tienda dónde estaba la morena pagando, ¿y por qué no le había gritado? Si en cuanto él la tomaba de la mano comenzaba a chillar de lo lindo. Tss.. esa mujer. Nora salió de la tienda con una bolsa y una enorme sonrisa de felicidad en el rostro y caminó hasta ellos.
—Veo que conseguiste el libro que querías.―comentó Matt caminando hasta Nora, la morena asintió y saludó a Helena y a Jose con la mano.
Matt se colocó al lado de Nora y ambos comenzaron a caminar hacia la salida seguidos de Jose y Helena. Sin embargo, escucharon pasos rápidos dirigirse hacia ellos.
— ¡Vosotros, quietos ahí! ―Jose miró horrorizado hacia atrás y se encontró con varios guardias de seguridad y dos agentes de policía corriendo hacia ellos.
—Maldita sea.―murmuró Matt corriendo hacia la salida.
Jose apuró el paso al igual que los demás y ya prácticamente los cuatro corrían desesperados hacia la salida. Esquivó a varias personas en su huída y a punto estuvo de caerse al girar en una de las esquinas ya que el suelo escurría, pero por fortuna los cuatro consiguieron abandonar el centro comercial aunque seguían siendo perseguidos por las autoridades. ¿Hasta cuando iban a seguirlos? Apuró el paso y cruzó un par de calles siguiendo en todo momento a Helena y Nora que eran las que estaban justo delante de él, aprovecharon que uno de los semáforos estaba en rojo y cruzaron, sin embargo a Nora se rompió la bolsa y el libro cayó al suelo por lo que cuando se dio cuenta tuvo que dar media vuelta para recogerlo. Jose como iba más atrasado, frenó y cruzó la carretera de nuevo para llegar hasta Nora.
— Vamos.―indicó Jose ayudándola a incorporarse y cogiéndola del brazo, sin embargo el semáforo se puso en verde y los coches comenzaron a circular impidiéndoles continuar. ―Mierda.
—¡Allí están! ¡Que no escapen!―Jose se dio la vuelta y se encontró a los dos policías señalándolos y corriendo hacia ellos, apurado y sin saber qué hacer corrió calle abajo chocando irremediablemente con un chico que iba en monopatín lo que los hizo caer al suelo a los dos.
— ¿Qué pasa contigo? ¿¡Estás loco?! ―le recriminó el chico desde el suelo.
—Lo siento.―murmuró Jose con vergüenza, Nora le tendió la mano y lo ayudo a incorporarse.
Sorprendentemente, Nora tiró de él y lo obligó a correr calle abajo, Jose miró sus manos, por primera vez era ella la que tiraba de él y no al contrario. Estuvieron corriendo un buen rato, hasta que agotados se detuvieron en un parque infantil y se escondieron tras un árbol para asegurarse de que nadie los seguía.
—Creo que los hemos despistado.―murmuró la morena tomando grandes bocanadas de aire entre las palabras; Jose asintió, se apoyó sobre el árbol y respiró profundamente para tratar de recuperar el aliento.
— Pensaba que no nos íbamos a librar de ellos nunca.―dijo Jose cerrando los ojos mientras trataba de respirar normalmente, no sólo estaba cansado sino que le dolía toda la mitad izquierda del cuerpo por el golpe que se había llevado al chocar con el chico del monopatín.
Sintió como Nora soltaba su mano por lo que abrió los ojos y se la encontró frente a él usando la manga de la chaqueta para secarse el sudor de la frente.
— Tú y tu afición por los libros van a acabar conmigo.―comentó el castaño captando la atención de la morena que lo miró sin comprender nada; Jose suspiró con resignación y se apoyó sobre el árbol de nuevo. Nora se quedó frente a él y sacó el móvil del bolso, Jose chasqueó la lengua con irritación, seguramente iba a comunicarse con el rubio. ―¿Qué haces?
—Mandarle un mensaje a Matt para decirle que nos vemos en la parada del metro que está a unas calles de aquí.―indicó Nora sin apartar la mirada de la pantalla del teléfono, Jose hizo una mueca de disgusto y miró hacia los lados buscando alguna fuente pero no encontró nada con lo que calmar su sed así que tomó asiento bajo el árbol, estuvo observando a los niños del parque jugar hasta que el sonido del móvil de Nora llamó su atención.
—¿Qué dice? ―preguntó Jose levantando la mirada hacia ella.
— Que Helena está con él y que nos espera allí... y que dejes de secuestrarme.―contó Nora guardando el teléfono en el bolso, Jose puso los ojos en blanco, ¿cuántas veces tenía que repetir que él NO la secuestraba? Se cruzó de brazos con enojo, estaba harto del rubito ese... iría hacia allí, pero cuando él quisiese, dentro de un par de horas.―¿Cuánto tiempo vas a quedarte ahí sentado?
— El que me de la gana.―declaró con enfado, Nora rodó los ojos y estuvo un rato mirándolo. ―¡Y yo no te secuestro!
— Lo que tú digas.―murmuró la morena dándose la vuelta y comenzando a caminar, Jose alzó la mirada y a lo lejos escondido entre los arbustos le pareció ver una figura conocida, entornó los ojos y le pareció que aquella persona se le asemejaba a Iván.
— Espérame, no te vayas sola.―dijo Jose poniéndose en pie de un salto y caminando hacia ella con decisión, se colocó a su lado y volvió a mirar hacia los arbustos, pero allí no había nadie. ¿Se lo habría imaginado?
—¿Ocurre algo? ―inquirió Nora mirando hacia los arbustos, al no ver nada extraño volteó hacia él, Jose se llevó la mano al pelo y se lo revolvió con nerviosismo.
—Me pareció ver... no importa, creo que me lo he imaginado.―dijo Jose colocando la mano sobre la espalda de Nora para que ella caminase, la chica lo miró con dudas pero no dijo nada y siguió caminando con Jose a su lado.
El moreno lanzó una última mirada hacia los arbustos pero tal y cómo esperó allí no había nada, además ¿por qué iba a estar Iván espiándolo? Eso era ridículo; debía de ser cosa del cansancio. Aún así tenía una horrible sensación en el cuerpo, como si estuviese en peligro.
— Por cierto, gracias por evitar que me atropellasen.―susurró Nora sacándolo de sus pensamientos, la miró de reojo y se dio cuenta de que ella no lo miraba y tenía la mirada fija en el horizonte seguramente para evitar sonrojarse; Jose sonrió divertido.
—¿Así que admites que te salve la vida? ―curioseó Jose, ella negó con la cabeza. ―Chica testaruda.
Jose le dio un empujón a Nora y ella trató de pegarle con el bolso pero él huyó mientras se reía. Ambos dejaron atrás aquel parque infantil de dónde salió Iván de detrás de un enorme árbol que le había servido para ocultarse al percatarse de que Jose lo había visto, el chico sonrió con maldad; quería que Evan sufriese, siempre le había tenido envidia por ser tan extrovertido y que las chicas lo quisieran con tanta facilidad, pero tenía que admitir que fastidiar al ex-capitán de fútbol también era algo que lo tentaba y más ahora que había encontrado su punto débil.
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