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Capitulo 23. Conversaciones

—Creo que voy a mandarle un mensaje a Laura para decirle que no voy. ―dijo Matt, el rubio estaba sentado en el suelo con la espalda apoyada en la estantería mientras Nora estaba de pie frente a él examinando los libros.

—¿Qué dices? Si llevas toda la semana ilusionado porque por fin conseguiste que una universitaria saliese contigo.―comentó Nora dándose la vuelta y mirando hacia el rubio, éste se encogió de hombros y sacó el móvil de uno de los bolsillos del pantalón. Jose se acercó a la estantería de detrás de Matt y se escondió tras ella, al parecer ninguno de los dos jóvenes se había percatado de que estaba ahí, así que podría cotillear un poco.

—Debería quedarme aquí con vosotros por si pasa algo con Iván. ―Matt se puso a escribir en el teléfono pero Nora se lo arrebató de un manotazo.

—Están Sonia y Dan, creo que podremos apañárnoslas sin ti. ―indicó Nora.

Jose entornó los ojos, él también estaba ¿o es qué era invisible? Y Cris, bueno después de que fuera capturado por los indios su amigo debía de tener la imagen por los suelos, pero aún así era cinturón negro de kárate o al menos eso era lo que él decía.

—Pero puede aprovechar una de sus discusiones para raptar a Bel.―protestó el rubio, Nora enarcó una ceja y jugueteó con el teléfono del rubio.

—También están Cris y Jose. ―señaló Nora dándose la vuelta y poniéndose a examinar los libros.

—Definitivamente me quedo.―contestó Matt cruzándose de brazos y asintiendo con los ojos cerrados; Jose estuvo tentado de lanzarle un libro a la cabeza pero se abstuvo, no fuera a ser descubierto espiando. ―Dame el móvil, voy a mandarle un mensaje a Laura.

—No, ya te he dicho que te vas a tu cita.―indicó Nora guardando el teléfono en su bolsillo mientras Matt la miraba con enojo, la morena se dio la vuelta y se puso a examinar la estantería. ―Estamos Sonia, Dan y yo...Iván tendría que estar loco para hacer algo delante nuestra.

—Está bien, tú ganas.―dijo Matt no muy convencido recostándose hacia atrás, Nora sacó el móvil del bolsillo y se lo lanzó al pecho. ―Pero ten cuidado con Iván, y con Jose... sobretodo con él.

¿Qué? ¿Y por qué tenía que tener cuidado con él?. Ese odioso rubio, sabía que tenía algo en contra de él, si es que lo sabía y Evan diciéndole que eran imaginaciones suyas, ¿quién era el loco ahora? ¡Eh!

—¿Todavía sigues molesto porque te metió gol? ―preguntó Nora con diversión.

—¡Eso fue pura suerte!―exclamó Matt provocando que Nora estallase en carcajadas, la morena volteó hacia el rubio y Jose pudo ver su cara sonriente.

—Dos veces.―recordó Nora ampliando su sonrisa al ver la cara de indignación del rubio.

Jose apartó uno de los libros de su campo de visión para poder contemplar a la morena mejor, verla reír era extraño teniendo en cuenta que la mayor parte del tiempo estaba seria y oculta por un libro.

—Tuvo mucha, muchísima suerte.―dijo Matt con rencor haciendo que la chica riese más. Jose entornó los ojos, él no había tenido suerte, era mejor que Matt y punto.

—Claro, claro...―contestó Nora con sarcasmo dándose la vuelta y poniéndose a examinar de nuevo la estantería, Jose vio como Matt se rascaba la nuca y miraba hacia la chica con expectación.

—¿Por qué no nos dices de que lo conoces? ―preguntó Matt con seriedad, Jose se sorprendió ante el tono del chico, era la primera vez que lo escuchaba hablar tan solemnemente.

—Porque si os lo digo querríais matarlo, especialmente tú y Dafne.―contestó Nora poniéndose de puntillas para sacar un libro, la morena lo examinó y al no gustarle lo volvió a depositar junto con los demás. ―Además, él ya no es ese niño... puede que siga siendo un poco creído y prepotente pero no es mala persona y no quiero que lo juzguéis por lo que pasó conmigo.

Jose no pudo evitar esbozar una sonrisa, ella creía que él era una buena persona a pesar de todos sus encontronazos y sus gritos. ¡Chúpate esa rubito! Luego cayó en la cuenta de que lo había llamado creído y prepotente... ¿Qué importa? Ella cree que es buena persona.

—¿No me digas que te conmovió su exagerado rescate? ―mencionó el rubio con burla; Jose entornó los ojos, pero que mal le caía ese chico.

Nora tomó otro libro entre sus manos y se dio la vuelta para mirar a Matt.

—No; pero me ayudó en la feria, me tranquilizó cuando nos quedamos encerrados en el ascensor, en la casa del terror impidió que Greg y Dan me llevasen, me curó la herida del brazo cuando hubo la explosión, es el único que me apoyó con lo de Iván y defendió a Bel el otro día; es una buena persona, Matt.―contestó Nora pasando con tranquilidad las hojas del libro.

Jose escondido tras la estantería amplió su sonrisa, a pesar de que ella fuera una terca que no le daba las "gracias" en nada de lo que hacía, realmente sí que tenía en cuenta sus acciones y eso lo reconfortaba.

— Sí y que no se te olvide que te secuestró en varias ocasiones y una de ella te pusiste enferma; por no mencionar que a veces le dan brotes psicóticos y empieza a gritarte.―recordó Matt

El castaño apretó el libro entre sus manos intentando detener el fuerte impulso que sentía de volcar la estantería sobre el rubio para acabar con su vida. Él no la secuestraba, ¿¡vale?! ¿Y qué demonios era eso de brotes psicóticos? Sólo le gritó un par de veces y porque ella lo había provocado.

—¿Por qué te cae tan mal de repente? ―curioseó Nora tendiéndole una mano a Matt para ayudarlo a incorporarse, el rubio la aceptó y tras ponerse en pie le arrebató el libro a la morena y se puso a pasar las páginas.

—Cosas mías. ―murmuró Matt.

El castaño volvió a colocar los libros que había sacado en la estantería, ya llevaba demasiado tiempo escuchando la conversación y prefería salir y enfrentarse al rubio cara a cara. Abandonó su escondite y se metió en el mismo pasillo dónde estaban Nora y Matt, al ver que ninguno se daba cuenta de que había llegado tosió para llamar su atención.

— Ya era hora.―dijo la morena mirándolo fijamente, Jose se llevó la mano al pelo y se lo revolvió.

—Si, lo siento...―masculló Jose acercándose a ellos, Nora se encogió de hombros y miró de nuevo hacia la estantería llena de libros momento que aprovechó el castaño para lanzarle una mirada asesina a Matt, luego volteó hacia Nora y vio cómo ella miraba fijamente a uno de los libros que estaba fuera de su alcance. ―¿Quieres que vaya por una escalera?

—No hace falta. ―indicó Matt entregándole el pesado libro a Jose y acercándose a la morena, Matt se agachó un poco y Nora se subió ágilmente sobre sus hombros, el chico sin problemas se puso en pie elevando así a la chica que se puso a examinar los libros. ―Eres tan livianita, deberías comer más.

—Sí, papá número dos...―contestó la morena con sarcasmo sacando uno de los libros del estante superior y entregándoselo a Jose; Matt volvió a agacharse y Nora se bajó de encima de sus hombros con soltura como si eso lo hubieran hecho en muchas ocasiones.

En silencio los tres regresaron a dónde estaban los demás y vieron como Sonia golpeaba a Dan con un libro haciéndolo caer de la silla, la pelirroja no satisfecha con eso había cogido la silla del chico y amenazaba con rompérsela encima por lo que Matt y Nora tuvieron que ir en su rescate. Jose por su parte tomó asiento en su lugar frente a Bel y se fijo en que la chica suspiraba y miraba hacia el cielo, a su lado Iván miraba hacia Sonia que estaba siendo calmada por Nora y Matt. Finalmente la pelirroja tomó asiento y siguió leyendo el libro que anteriormente había usado como arma contra Dan; Nora se sentó a su lado pero para su desgracia Matt se colocó frente a ellos.

Durante la hora que el rubio estuvo sentado frente a él, sentía su mirada clavarse en él por lo que no podía evitar levantar la mirada de vez en cuando para lanzarle una mirada asesina demostrándole que él tampoco era de su agrado. Al final aquello terminó por convertirse en una batalla visual en la que ninguno de los dos parpadeaba y que finalizó cuando Nora cerró el libro de golpe y los llamó idiotas.

— Matt, tu cita.―recordó Nora sin apartar la mirada del libro, el rubio hizo una mueca de disgusto y sacó el móvil.

—Es verdad, hoy tienes una cita con una universitaria.―dijo Dan desde el otro lado de la mesa dónde jugaba con una nintendo. ―A ver si consigues el número de alguna amiga suy... ¡ay!

Sonia golpeó con fuerza a Dan con una enciclopedia en la cara.

—¿Decías algo Dan? ―inquirió la pelirroja mirando hacia el chico que se había llevado las manos a la cara y se quejaba del dolor.

— Creo que debería quedarme. ―murmuró Matt; Jose rodó los ojos, ellos podían arreglárselas perfectamente sin él, Nora podía mediar entre ese par y él y Cris eran capaces de encargarse de Iván si llegaba a suceder algo.

—Vete de una vez o llegarás tarde. ―indicó Nora, el rubio se levantó a regañadientes y se sentó sobre la mesa al lado de ella.

— Si no te conociera diría que estás tratando de deshacerte de mí. ―dijo el rubio revolviéndole el pelo a Nora y dejándola completamente despeinada, la morena con un falso enojo trató de darle un librazo pero el rubio se apartó con un ágil movimiento de su lado. ―Luego me paso por tu casa.

Jose vio de reojo como ella asentía y por fin Matt se marchaba, no sin antes despedirse de Dan y Sonia y lanzarle una última mirada condescendiente. Como odiaba a ese chico, siempre dándoselas de tipo genial y rondando alrededor de Nora sin dejarla a sol ni a sombra. Y luego se iba a una cita con una chica universitaria como si eso fuera un gran logro, bah... él también podría conseguirlo si se lo propusiera. Garabateó con furia el papel sobre el que estaba escribiendo hasta que consiguió relajarse y centrarse de nuevo en la lectura.

¿Por qué les había tenido que tocar Francia? Francia casi que era el centro de toda la maldita guerra, no terminarían el dichoso trabajo ni en un millón de años... cansado y harto de leer se estiró hacia adelante y apoyó la cabeza sobre el enorme libro que Nora le había dado. Miró hacia su compañera de trabajo y se quedó observándola, Nora leía el libro que había tomado cuando se había subido sobre los hombros de Matt, leía y leía y de vez en cuando apuntaba datos en una libreta que había a su lado; la morena había depositado la chaqueta que traía en el respaldar del asiento y usaba una camiseta de manga de tres cuartos, lo que permitía que se le viese parte del brazo aún vendado. Ya habían pasado varios días desde la explosión pero aún así la chica seguía teniendo el brazo vendado, lo que le hacía pensar que quizás la herida había sido más grave de lo que pensó. Se movió en su asiento con incomodidad, después de la explosión no pudo volver a preguntarle cómo estaba y estos días prácticamente había desaparecido ya que tenía que arreglar todo el papeleo del tratado de paz.

Suspiró con resignación y se recostó aún más sobre sus brazos, Nora a su lado pasaba de página y luego se apartaba un mechón de pelo del rostro; al contrario que los otros días hoy llevaba el pelo suelto a excepción de por una diadema de color azul; se veía bien con el pelo suelto pero tenía que reconocer que le encantaba verla con sus habituales trencitas. De repente sintió una mirada sobre él y volteó hacia Bel, pero no era la chica quien lo miraba sino su acompañante; Iván lo miraba con superioridad como si se hubiese percatado de algo, el chico sonrió con malicia y retomó su lectura. Jose sintió como un escalofrío le recorría la espalda, ese chico le daba mala espina y más después de la amenaza que le había hecho a Evan; decidió olvidarse de él y se estiró un poco, ya llevaban horas ahí sentados leyendo libros sin parar, necesitaba un buen descanso.

— ¿Por qué no descansamos un rato? ―preguntó Jose mirando a Nora, ella como era habitual lo ignoró y pasó de página. ―Nora, hablo contigo.

—¡Oh, mierda! ¡Dan porque no me dijiste que hora era!―exclamó Sonia mirando hacia su amigo que dormía en la silla de al lado con un libro sobre la cabeza; la pelirroja al verlo se levantó agitó la silla y tiró al chico al suelo.

— ¡Joder, por qué eres tan bestia! ―protestó el chico entre bostezos poniéndose en pie, la pelirroja lo ignoró y se puso a recoger todas sus pertenencias a gran velocidad. ―¿A qué viene tanta prisa? ¿Has quedado con alguien?

— Prometí a mis padres que los ayudaría esta noche en el restaurante, ya que tienen una celebración de no sé qué...―contestó la pelirroja, volteando hacia Bel y pidiéndole perdón con la mirada; Dan bostezó un par de veces más y se estiró para luego recoger sus cosas y caminar hacia la salida. ―Dan espérame.

—Eres una lenta. ―protestó el chico volteando hacia ella, la pelirroja corrió hacia él y le pegó un fuerte pisotón.

— ¡Hasta mañana! ―se despidió Sonia con una sonrisa mientras Dan a su lado se quejaba de lo bruta que era.

Jose pudo ver a la perfección como el rostro de Bel se ensombrecía, acababan de marcharse los dos grandes pilares de su defensa contra Iván pero él y Cris aún estaban allí, no tenía por qué preocuparse. La pelinegra cerró el libro lentamente y miró hacia el cielo, se mordió el labio con nerviosismo hasta que finalmente adquirió el valor suficiente para mirar a Iván.

—Creo que podríamos dejarlo por hoy. ―indicó Bel con un leve murmullo lo suficientemente alto como para que Iván la escuchase, el chico asintió y comenzó a recoger sus cosas.

Jose le lanzó una mirada a Cris e inmediatamente ambos comenzaron a recoger también, si Bel decía que se marchaba ellos también lo harían. Carraspeó un poco para llamar la atención de la morena pero ella lo ignoró por lo que tuvo que arrebatarle el libro de las manos.

— ¡Oye!―reclamó ella con enojo, Jose se limitó a golpearla con el libro en la cabeza.

—Recoge tus cosas, nos vamos.―ordenó el castaño; Nora lo miró con sorpresa antes de comenzar a recoger sus pertenencias.

Jose tosió avergonzado y se puso a recoger sus cosas también, era la primera vez que le ordenaba algo a la chica y ella le obedecía sin quejarse. ¿Sería que por fin iba a cambiar su actitud con él? Ella ya pensaba que era buena persona, ¿por qué no iba a cambiar su forma de comportarse? Además no podía odiarlo para toda la vida por algo que había pasado hacía años, aunque no sabía que le había hecho seguramente no era como para odiarlo por siempre ¿o sí? Agitó la cabeza y se colocó la mochila sobre el hombro, Nora a su lado ya había terminado de recoger y miraba hacia Bel que en esos momentos hablaba con Cris aunque no parecía tan animada cómo cuando lo hacía con Evan.

Los cinco abandonaron la biblioteca y salieron a la calle dónde los esperaba el frío y un cielo muy gris. Jose se abrochó el abrigo y metió las manos en los bolsillos, Iván se despidió de Bel en susurros y le lanzó una mirada de odio antes de marcharse. Jose resopló, empezaba a hartarse de ese chico.

—Bel sólo te puedo acompañar hasta la mitad del camino, hoy tengo kárate. ―apuntó Cris rascándose la nuca con nerviosismo, la pelinegra abrió la boca pero no dijo nada, simplemente asintió.

—No importa, yo puedo acompañarte.―se ofreció Nora mirando a Bel con una sonrisa cálida; Jose levantó una ceja ¿qué ella la iba a acompañar? ¿y que iba a hacer si aparecía Iván? Además luego tendría que volver sola a su casa y ya muy era tarde, seguramente se les haría de noche antes de llegar a casa de Bel.

—Voy contigo.―contestó Jose inmediatamente haciendo que Cris soltara un risita a lo que Jose respondió con una mirada nada amigable.

—Como quieras.―contestó Nora encogiéndose de hombros y comenzando a bajar las escaleras seguida de Bel, la pelinegra se colocó al lado de Nora y comenzó a hablarle sobre lo difícil que era encontrar información para su trabajo.

Jose y Cris las siguieron a una distancia prudencial, no era cuestión que Bel los introdujese en su conversación; no obstante y para su desgracia personal la pelinegra se unió a ellos ya que Nora había decidido sacar un libro y ponerse a leer mientras andaba. Bel les contaba algunas anécdotas que había averiguado sobre Suecia, pero no estaba del todo seguro de que fueran verdad, todo sonaba demasiado extravagante y a Bel le encantaba exagerarlo todo.

Escuchar a Bel durante tanto rato le daba dolor de cabeza, ¿cómo podía aguantarla Evan durante tantas horas? ¿y Helena? Definitivamente Dios les había otorgado una paciencia infinita, no como a él. Miró hacia el frente y se encontró a Nora concentrada en su lectura, la chica caminaba unos pasos por delante de ellos con la mirada fija en el libro pero irónicamente no se había chocado con nadie ni con nada. Sin embargo, vio con preocupación cómo se acercaba a un cruce y un coche iba a toda velocidad hacia ella, miró de nuevo a Nora al parecer la chica no se había percatado del peligro y seguía caminando sin preocupación acercándose cada vez más a la carretera. Miró de nuevo a la carretera y sintió auténtico miedo al ver que el coche no disminuía su velocidad, ¡si no hacía algo la iba a atropellar!

— ¡Nora!―llamó Jose corriendo hacia ella para tomarla de la cintura y jalarla hacia atrás justo cuando el coche pasaba a su lado a gran velocidad; Jose suspiró aliviado y colocó la barbilla sobre la cabeza de la chica que en esos momentos estaba tensa y muy pegada a él.

—¡Cielo santo! ¿Nora estás bien? Si Jose no llega a hacer nada, ese coche te hubiera... ¡no quiero ni pensarlo! ¿Estás bien? ¡Nora di algo!―exclamó Bel colocándose a su lado y mirándolos con ojos brillantes; Cris lo observaba con media sonrisa y lo felicitaba dándole palmadas en la espalda aunque Jose no lo escuchaba, sólo oía los latidos acelerados de su corazón mientras su mente divagaba una y otra vez sobre lo que hubiera pasado si no llega a actuar con tal rapidez por lo que estrechó con fuerza a Nora entre sus brazos.

—Estoy bien, estoy bien... no ha sido para tanto.―habló finalmente la morena separándose lentamente de él; en cuanto estuvieron separados Bel saltó sobre la morena y le dio un fuerte abrazo.

—¿Qué no ha sido para tanto? ―preguntó Jose sobresaltando a ambas chicas; había usado un tono más duro de lo que había esperado pero estaba realmente molesto con Nora, ¿cómo podía ser tan despistada? Si él no llega a estar ahí, ella... ella...―¡¿Cómo puedes ser tan idiota?! ¡Casi te atropella un coche por ir leyendo ese estúpido libro!

—No seas exagerado, además no ha pasado nada; estoy bien.―contestó Nora con tranquilidad separándose de Bel que lo observaba con confusión; Jose al escuchar a la chica tan calmada se enfureció aún más, ¿cómo podía estar tan serena cuando él estaba tan nervioso? Apretó los puños con frustración y miró a Nora.

— ¡Claro que estás bien, tuve que correr hacia ti para evitar que nada te sucediese! ―gritó Jose en mitad de la calle captando la atención de más gente, ahora no sólo los observaban sus dos amigos sino que varios transeúntes se habían parado y los miraban con curiosidad. ―¿¡En qué estabas pensando?! ¡No puedes cruzar sin mirar, podían haberte atropellado!

¿Por qué estaba gritando? Sin pensarlo tomó a Nora de la mano y después de asegurarse que no pasaba ningún coche comenzó a caminar arrastrando a la chica con él. Enseguida notó como la morena trataba de liberarse de su mano pero él sólo se limitó a apretarla aún más.

—¿Pero qué crees qué haces? ¡Suéltame ahora mismo!―exigió la morena alzando la voz y pegándole con el libro en la cabeza.

— ¡No voy a soltarte! ¿¡Y ya podrías demostrar un poco más de agradecimiento maldita chica ingrata!? ―contestó Jose con furia volteando hacia ella, a lo lejos pudo ver cómo Cris y Bel cruzaban la calle corriendo hasta llegar hasta ellos.

— ¡Suéltame! ―ordenó Nora moviendo sus manos

—¡Te soltaré cuando aprendas a caminar con precaución!―exclamó Jose, la chica lo miró molesta y le golpeó la cabeza con el libro. ―¡Y ya deja de pegarme, estúpida chica desagradecida!

Nora volvió a golpearlo con el libro en la cabeza por lo que harto se lo quitó de un manotazo y siguió caminando hacia la casa de Bel. De vez en cuando miraba de reojo hacia atrás para asegurarse de que Bel y Cris los seguían, esos dos parecían bastante divertidos por la situación y murmuraban entre ellos aunque por los ruidos de la calle no era capaz de saber de qué hablaban. Nora por su parte caminaba en silencio, por lo que Jose no podía descartar que estuviera pensando alguna forma de golpearlo hasta dejarlo inconsciente. Esa maldita chica, por su culpa siempre acababan siendo el foco de las miradas; suspiró irritado, aunque esta vez tenía que reconocer que gran parte del alboroto había sido culpa suya. No debió gritarle así, pero es que se había puesto realmente nervioso y por un segundo tuvo miedo, ¡sí, miedo! de que le pasará algo a Nora...Respiró hondo, su corazón todavía latía con fuerza y debía relajarse cuanto antes.

—Gracias por acompañarme.―murmuró Bel colocándose a su lado y sacándolo de sus pensamientos; Jose se puso a mirar a su alrededor buscando a Cris pero no encontró a su amigo por ningún sitio. ―Cris se marchó hace un rato, hasta se despidió de ti...¿no lo escuchaste?

—No.―susurró Jose con vergüenza provocando que la pelinegra riese con fuerza.

—Eres un poco despistado, ¿lo sabías? Pero supongo que eso es parte de tu encanto, aunque no lo creas eres bastante popular en nuestro instituto sobre todo después del partido de fútbol en el que le metiste gol a Matt; pero eso no es nuevo para ti, ¿verdad? Ya nos dijo Evan que en tu viejo instituto también eras muy popular entre las chicas. ―felicitó Bel, Jose se encogió de hombros, si bien estaba orgulloso de haberle metido gol al odioso rubio; no se sentía cómodo al recordar lo famoso que era. ―De todas formas no esperes que te manden cartas de amor ni nada de eso, aquí las chicas son más de acción y ten cuidado con a quién y cómo rechazas que hace unos años un chico de mi clase rechazó a una chica dos años menor de muy mala forma y resultó que la chica era aficionaba al vudú y el chico tuvo una serie de catastróficas desdichas que casi acaban con su vida.

Jose tragó saliva con nerviosismo. Genial, él tenía que rechazar a Helena que para colmo había sido practicante de magia negra y cuya prima era Angy, capaz que entre las dos le mandaban un demonio que lo martirizase durante siglos. Y todo por culpa de Evan y de la personita que llevaba de la mano como si fuese una cría de cinco años.

—¡Llegamos! ―exclamó Bel con felicidad abriendo una de las enormes verjas grises, la pelinegra caminó hasta su portal, abrió la puerta y volteó hacia ellos con una sonrisa. ―¿Vais a subir?

— No, es mejor que regrese antes de que se haga muy tarde. ―contestó Nora con simpatía, la pelinegra miró hacia Jose pero como ella esperaba el joven negó con la cabeza.

—Pues muchas gracias a los dos por acompañarme.―se despidió la pelinegra cerrando la puerta y desapareciendo de su vista.

— Bueno, ¿vas a soltarme ahora o tengo que golpearte? ―preguntó Nora, Jose puso los ojos en blanco y la soltó, le devolvió el libro y se separó varios metros de ella, era mejor prevenir. La morena le lanzó una mirada furiosa antes de guardar el libro en el bolso y darse la vuelta.

—¿Y hoy tampoco vas a darme las gracias? ―preguntó Jose corriendo tras ella, ahora que estaba más calmado, la haría rabiar un poquito. Nora aceleró el paso para dejarlo atrás pero él colocó las manos tras la nuca y caminó tranquilamente.―Bueno, al menos sé qué piensas que soy buena persona aunque te cueste reconocerlo.

Nora se detuvo de repente y Jose se maldijo mentalmente, él y su enorme bocota...¿por qué tuvo que decir eso? Ahora ella sabía que había estado espiando su conversación con Matt.

—Estuviste espiándonos.―afirmó la chica volteando hacia él y señalándolo con el dedo índice, Jose rió con nerviosismo y Nora se acercó a él hasta quedar muy cerca suya. ―¿Qué mas escuchaste?

—No mucho...―contestó con franqueza pero con cierto temor, la chica entrecerró los ojos y lo analizó como si tratara de descifrar si decía la verdad. ―Y tengo que admitir que me sorprendió bastante que me defendieras.

— Yo no te defendía, no saques conclusiones extrañas.―masculló Nora girando sobre sí misma y comenzando a alejarse de él, el castaño sonrió... lo había visto, ella se había sonrojado ligeramente cuando le había dicho que lo había defendido. Corrió tras ella y la volvió a tomar de la mano. ―Deja de tomarme de la mano, no soy una niña pequeña.

—Tienes razón, porque hasta las niñas pequeñas saben que deben asegurarse de que no vienen coches antes de cruzar.―dijo Jose con voz seria recordando cómo ella estuvo a punto de ser atropellada por lo que involuntariamente entrelazó sus dedos para asegurarse de que no iba a separarse de él.

—Si, si... tendré cuidado, ahora suéltame.―exigió la morena.

—¿Nora? ¿Jose? ―ambos se encontraron a una sonriente Helena saliendo de una tienda que estaba en la acera de enfrente, la rubia al asegurarse de que eran ellos comenzó a saludarlos efusivamente y a indicarles que permanecieran allí.

Jose soltó la mano de Nora en cuanto la rubia comenzó a cruzar la calle, no era cuestión de que los viese tomado de las manos y empezara a interrogarlos sobre porque estaban así. Helena se acercó a ellos y les dio a cada uno dos besos a modo de saludo.

 —¿Y qué hacéis aquí? ―curioseó la rubia.

 —Acompañamos a Bel a su casa porque Cris tenía kárate, ya nos marchábamos. ―explicó Jose con timidez, aunque más que timidez tenía auténtico terror por la situación en la que se encontraba, era la primera vez que estaba a solas con ambas chicas y tenía miedo de que Helena dijese algo que le hiciese quedar mal con Nora y toda la apuesta se fuese al traste.

Miró de reojo a Nora y la encontró mirando la mano que hasta hace unos segundos le tenía sujeta, a continuación la morena miró hacia Helena como si no pasase nada y ambas chicas intercambiaron miradas que no supo identificar.

—Que caballeroso eres, ¿y ya que estás aquí porque no me acompañas a mi también?―se interesó Helena enredándose un mechón de pelo en el dedo mientras lo observaba con curiosidad, Jose miró de reojo hacia Nora, no quería hacerlo, quería irse con Nora, quería acompañarla a ella no a Helena. No quería tener que rechazar a Helena y que ésta le azuzase un demonio.―¿No te importa, verdad Nora?

 "Di que sí, di que sí te importa. No me dejes con ella a solas."

 Helena miró hacia Nora fijamente y la morena negó lentamente con la cabeza.

 —Genial.―exclamó la rubia sujetandose al brazo de Jose.

 —Pero... ―trató de protestar Jose

—Será mejor que me vaya antes de que se haga más tarde.―anunció Nora despidiéndose con la mano de ellos antes de salir corriendo

—¡Nora! ¡Oye! ―reclamó Jose viendo como la chica se iba y esquivaba con bastante agilidad a las personas que caminaban por la calle. Jose suspiró y miró a Helena que lo observaba con una sonrisa digna de cualquier anuncio de pasta de dientes.

—¿Vamos? ―preguntó la chica comenzando a caminar, Jose asintió y caminó a su lado en silencio tratando de buscar la mejor forma de rechazarla sin hacerle daño.

Helena le preguntó por el trabajo aunque realmente le interesaba más cómo les había ido con Iván así que en cuanto le contó que no dio problemas la rubia suspiró aliviada. Luego comenzó a contarle que a partir de mañana iban a reunirse en la biblioteca del instituto para estudiar en grupo de cara a los exámenes, algo que acepto en seguida ya que el examen de Lengua lo había aprobado por los pelos.

—Llegamos.―comunicó Helena; Jose asintió y empezó a sudar, tenía que decírselo y tenía que hacerlo ahora.

—Helena yo... bueno... es que yo... verás...―Jose respiró hondo tratando de buscar las palabras adecuadas. ―Tú eres una chica increíble, muy simpática y bonita... pero...no me gustas.

— ¿¡Cómo que no te gusto?! Te voy a lanzar una maldición, invocaré un demonio con Angy para que te arrastre al infierno... nadie me rechaza, y cuando digo nadie es ¡nadie!―bramó la rubia con ira, Jose dio un par de pasos hacia atrás asustado por eso era que había retrasado tanto la conversación.

—Lo siento.―murmuró Jose con miedo y rezando para que la chica entrase en razón; Helena lo miró con furia y caminó hacia él.

— Era broma, ¿te asuste? ―curioseó la rubia, Jose asintió con lentitud y apartó la mano del pecho, ¿¡qué clase de broma era esa?! Casi lo mata del susto. Helena sonrió satisfecha y se sentó en un banco.―¿Sabes? Eres el primer chico que me rechaza. ¿Es por qué te gusta otra chica?

Jose tragó saliva, no le gustaba nadie pero no podía decirle que la estaba rechazando porque había hecho una apuesta con Evan...y bueno también era cierto que no le gustaba, no de esa forma.

—No. ―murmuró Jose sentándose en el banco con ella; Helena abrió los ojos de forma desmesurada y se acercó a él por lo que Jose se separó de ella disimuladamente.

—¿De verdad? A mi puedes decírmelo, yo no se lo contaré a nadie y puedo ayudarte.―continuó la rubia arrinconándolo aún más en el banco; ¿por qué narices se había sentado? ¿Y no debería estar llorando por el suelo por haber sido rechazada?, ¡mujeres! ¡quién las comprendía!

— No me gusta nadie. ―volvió a repetir en voz baja.

—¿Es de tu antiguo instituto?―Helena prácticamente se había sentado a horcajadas sobre él y lo observaba con expectación.

—No me gusta nadie. ―repitió con cansancio aunque un poco nervioso, Helena apoyó sus codos sobre su pecho y lo miró a los ojos, aquella situación le estaba empezando a recordar lo sucedido con Nora en el banco aunque la sensación de aquella vez era bastante diferente. ―Y bájate de encima, por favor.

—¿Es de Góngora? ―continuó Helena con su interrogatorio.

—Que no me gusta nadie.―repitió con aburrimiento, Helena se cruzó de brazos y lo miró fijamente hasta que se de repente se separó de él y sonrió con felicidad.

—Parece que dices la verdad. ―la rubia se acercó a él y le dibujo un corazón en el pecho con el dedo. ―Y eso quiere decir que aún tengo posibilidades.

Jose parpadeó confuso, ¿¡qué?! ¡Nooo! Se insultó mentalmente por no haberse inventado un falso enamoramiento, ¡cielos! Tenía que haberle dicho que le gustaba Nora y a lo mejor lo ayudaba a conquistarla... pero ¿y si era una estrategia para que le dijera quién le gustaba y así poder usar magia negra para deshacerse de ella? La muerte de Nora pesaría sobre él, bueno también podría haberle dicho el nombre de alguna chica del otro instituto y así se aseguraría de que no la conocía y no podía hacerle nada. ¡Maldita sea!

 Helena le dio un rápido beso en los labios aprovechando su desconcierto y se marchó dejándolo por segunda vez abatido y confuso.

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