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Capitulo 21. Nuevos problemas

 Jose se sobresaltó al sentir el abrazó de la chica y sin saber muy bien qué hacer se limitó a darle un par de palmaditas en la espalda para animarla. Al cabo de unos segundos la chica se separó de él pudiendo ver así que Bel tenía los ojos llorosos y la nariz un poco roja.

— ¿Ocurre algo? ―se interesó Jose, Bel hizo una pequeña mueca de disgusto antes de abrazarlo de nuevo y ponerse a llorar.

—Lo siento.―murmuró ella entre sollozos separándose de él, Jose se registró los bolsillos en busca de un pañuelo o algo con lo que la chica pudiese sonarse pero sólo tenía su cartera.

—No tengo pañuelos, lo siento. ―se disculpó el moreno tomando la chica por los hombros y obligándola a sentarse en el banco, Bel dio un respingo y sacó un paquete de clínex del bolso y se los ofreció. Jose levantó una ceja, él no quería pañuelos, eran para ella.

—No importa, yo tengo el bolso lleno.―contestó la pelinegra sollozando, Jose puso los ojos en blanco antes de coger un pañuelo del paquete y secarle las lágrimas. Esperaba que la chica dejase de llorar pronto y le contase de una vez que le pasaba; escucharon el móvil de la chica sonar y Bel miró con furia el teléfono para luego cortar la llamada. ―¡Ese imbécil! ¡No hace sino llamarme cada cinco minutos, parece un acosador!

— No quiero ser cotilla pero, ¿de quién hablas? ―se interesó Jose, Bel le quitó el pañuelo de la mano y se limpió las últimas lágrimas que le brotaban de los ojos.

—Iván, ¡está loco! Me llamó hace una hora para quedar y pedirme perdón por lo que había pasado hoy con Evan, pero no se disculpó. Él... bueno, él se me declaró y entonces yo le contesté que para mí era un buen amigo y entonces empezó a gritarme y a decirme que me quería y que cómo podía hacerle eso que era mala persona por jugar con sus sentimientos y entonces yo le grité y le dije que estaba loco, que entre nosotros no había nada, que era mi amigo y sólo eso, entonces me dijo que él no quería ser sólo mi amigo y que sabía que yo sentía lo mismo por él pero que estaba confusa. Luego yo le grité que no, que yo sabía muy bien quién me gustaba y le pegué un tortazo cuando intentó besarme, tras eso salí corriendo y lo dejé allí tirado.―explicó Bel apresuradamente con desesperación, Jose asintió intentando asimilar todo lo que la chica le contaba. ―Desde entonces no ha parado de llamarme pero yo no se lo he cogido ni una vez.

— Y ni se te ocurra cogérselo.―aconsejó Jose, le pasó el brazo por encima del hombro a Bel para tratar de consolarla y darle apoyo moral.

—¿Crees que a lo mejor me pasé un poco? ―preguntó Bel con dudas, Jose negó con la cabeza. ―Pero es que estaba tan furiosa, se portó fatal con Evan esta mañana y a mí no me gusta, a mi me gusta...eh,.. bueno a mí me gusta otra persona.

No hacía falta ser un genio para darse cuenta de que la persona que le gustaba a Bel era nada más y nada menos que Evan; pero entendía perfectamente porque no se lo había dicho, él era su amigo y seguramente Bel se encontraba cohibida.

—Hiciste lo mejor, incluso le pegaste cuando intentó besarte; deberías sentirte orgullosa. ―contestó Jose con una sonrisa intentando hacer sentir mejor a Bel.

— Tenía que haberle hecho caso a Nora, ella me avisó, me dijo que tenía algo raro pero yo me lo tomé a broma y mira... ¿¡por qué no le hice caso?! Si es que soy tonta. ―Jose abrió la boca para decirle algo pero el móvil de la chica comenzó a sonar de nuevo, ella lo sacó del bolso y se dispuso a pulsar el botón de colgar pero Jose le quitó el móvil de la mano y contestó él.

¡Bel! ¿Dónde estás? Me tienes preocupado, tenemos que hab...

—Soy Jose. ―interrumpió el moreno cortando a Iván. ―Ella está bien, pero creo que es mejor que la dejes en paz.

 ¡¿Y qué haces tú con ella?! Además, lo que pase entre nosotros no es asunto tuyo así que pásame a Bel. ―ordenó Iván con voz desagradable, Jose se apartó el teléfono de la oreja y puso los ojos en blanco.

—No te la voy a pasar, y claro que es asunto mío; Bel es mi amiga así que como la vuelvas a llamar te arrepentirás; y esto sí es una amenaza.―dijo Jose con voz agresiva colgando el teléfono, Bel a su lado lo miró con ojos brillantes y lo felicitó; Jose le entregó el móvil y la pelinegra lo guardó en su bolso.

—¡Eso ha molado! ―exclamó Bel colocando las piernas sobre el banco y dándole un rápido abrazo, Jose suspiró y se puso en pie de un salto.

—¿No habías quedado con Evan? ―recordó Jose, Bel asintió.

—Si pero después de huir de Iván le mande un sms diciéndole que no podía ir. ―dijo la pelinegra bajando la cabeza y mirando al suelo con vergüenza.

— Pues yo tengo que ir a la calle Luanda a comprar, ¿vienes? ―Bel lo meditó unos segundos antes de ponerse en pie y seguirlo.

—¿Y qué tienes que comprar? ―se interesó la pelinegra colocando los brazos en la espalda como una niña buena.

Jose sacó la lista de la compra que su padre le había entregado y se la dio a Bel que tras examinarla se puso a hablar sobre los platos que podría elaborar con esos ingredientes. Jose se limitaba a asentir y a hacer pequeños comentarios con los que Bel parecía satisfecha; al moreno le sorprendió lo rápido que olvidaba Bel sus problemas pero le alegraba que la chica estuviese contenta. Era mejor soportar a una Bel contenta que a una deprimida. Tras entrar en el supermercado y comprar todos los productos que su padre le había indicado decidió acompañar a la pelinegra a su casa sólo por si Iván estaba esperándola por fuera, algo con lo que la chica estuvo completamente de acuerdo.

—Tu padre es muy gracioso. ―habló Bel con felicidad danzando a su alrededor.

Jose suspiró, claro que le caía bien. Le caía bien a todos, pero eso era porque ellos no tenían que probar sus experimentos culinarios, no lo veían gritándole a los protagonistas de las telenovelas cuando tomaban malas decisiones y tampoco tenían que soportar que les midiese el pecho para poder tejerles un suéter. Bel se puso a hablar sobre sus padres y lo estrictos que eran por lo que Jose la ignoró y siguió caminando en silencio hasta que una pequeña librería llamó su atención. El castaño se detuvo delante del escaparate y vio como varias pilas de libros amontonados formaban una especie de puente sobre el que había una barbie vestida de princesa que miraba hacia abajo dónde había un ken con los brazos estirados y una flor gigante de papel al lado suyo.

— ¡Qué bonito!―exclamó Bel poniéndose delante suya e impidiéndole seguir contemplando el escaparate. ―Creo que están imitando a Romeo y Julieta porque Rapunzel estaba en una torre.

Jose se apartó de Bel y miró hacia el interior de la librería, era completamente diferente a todas las tiendas que había visto, tenía grandes carteles a tamaño real de los personajes de los libros y las estanterías eran transparentes para que pareciera que los libros se sostenían en el aire como por arte de magia.

—Seguro que a Nora le encantaría, ¿por qué no la traes? ―le comentó Bel sacándolo de su ensimismamiento; Jose la miró con sorpresa. ―A lo mejor si la traes, es feliz y te cuenta de que os conocéis.

—No creo que voluntariamente venga conmigo hasta aquí.―dijo Jose apartándose del escaparate para continuar caminando

—Claro que sí, dile que encontraste una librería nueva y descríbele el escaparate y ya verás cómo es ella la que te ruega porque le enseñes dónde está.―dijo Bel dejando de mirar la librería para correr tras él, Jose la miró de reojo, realmente Bel y Evan se parecían mucho; los dos eran unos pesados.

—¿Por qué no la traes tú? ―curioseó Jose intentando no sonar malhumorado.

— Porque pienso que si pasáis tiempo juntos tú la recordaras o ella acabará por contarte qué le hiciste, y así todos amigos por fin.―explicó Bel con alegría guiñándole un ojo. ―Esto de que os llevéis mal es un fastidio, además de que estamos todos intrigados con saber qué pasó entre vosotros y mira que le he preguntado a Nora pero ella no dice nada, se pone a leer su libro y pasa de mí.

Jose suspiró tratando de ganar paciencia, en lo de pasar de Bel entendía perfectamente a Nora. ¿Cómo podía hablar tanto? Si llega a saber que se iba a poner tan pesada con el tema de Nora no se ofrece a acompañarla hasta su casa.

— Incluso Matt le ha preguntado un montón de veces, por no hablar de Sonia; me dijo que una vez le hizo un interrogatorio de tres horas y nada...¿y de verdad tú no te acuerdas de nada? ¿Ni siquiera te suena su nombre? ―indagó Bel dando varias zancadas para adelantarlo y así poder escrutarle el rostro, Jose negó con la cabeza.

—No la he visto en mi vida, la primera vez que la vi fue cuando choqué con ella en el instituto el primer día de clases. ―aclaró Jose con voz cansada; estaba ya hasta las narices del temita; Bel lo miró con interés y al comprobar que decía la verdad se dio la vuelta y siguió caminando.

—Pues yo creo que...―Jose rodó los ojos y una idea malvada cruzó su mente.

— Bel, el chico que te gusta es Evan ¿verdad? ―curioseó el moreno con maldad, la pelinegra se detuvo de golpe y Jose la examinó de arriba abajo, estaba clarísimo que sí pero esperaba que al sacar el tema la chica se callase durante un rato.

— Esto...yo... ¡no digas tonterías! Evan es mi amigo, es muy simpático y me cae muy bien pero ¡sólo somos amigos! ―exclamó la chica casi a gritos, Bel se tapó la cara con vergüenza y caminó en silencio.

Jose sonrió, por fin la había hecho callar. Siguió a Bel y ambos giraron hacia la izquierda y luego a la derecha, se metieron por un callejón estrecho durante unos veinte metros antes de volver a girar hacia la derecha hasta quedar frente a un enorme edificio de puertas grises.

—¡Llegamos!―exclamó Bel enseñándole el edificio a Jose como si fuera una modelo que enseñaba el premio de un concurso de televisión. ―¿Quieres subir a beber agua? Caminamos un montón, yo estoy muerta de sed, seguro que tú estás igual.

—¿Bel? ―ambos se dieron la vuelta y se encontraron con Iván, Bel se escondió tras Jose y el moreno sacó pecho. ―¿Qué haces tú aquí?

—Acompañar a Bel a su casa, ¿algún problema? ―inquirió Jose en tono duro.

— ¡No quiero hablar contigo! ¡Vete! ―exclamó Bel sin salir de detrás de Jose.

—Ya has oído a la señorita.―indicó Jose, Iván entrecerró los ojos y caminó hacia ellos.

—Esto no es asunto tuyo.―masculló Iván intentando llegar hasta Bel pero Jose se colocó en medio y le pegó un empujón para que se alejase.

—Yo decido qué es asunto mío, y el que estés acosando a una amiga mía lo es. ―contestó Jose mirando fijamente al chico. ―Te lo diré sólo una vez, déjala en paz.

—Bel... siento lo de antes, pero no me arrepiento; me gustas mucho y sé que yo también te gusto.―dijo Iván caminando hacia ellos, Bel asomó la cabeza de detrás de Jose y negó con la cabeza.

— No le gustas, asúmelo y déjala en paz. ―contestó Jose de mal humor, ¿qué tan difícil podía ser aceptar que no le gustabas a una chica?

— ¡Tú no te metas! ―le gritó a Jose. ―Estoy harto de ti y de tus amiguitos, os creéis geniales y guapos y vais por ahí robándoles las chicas a los demás, pero esta vez no; no voy a dejar que me alejes de la única chica que me quiere y comprende.

— ¿Pero qué dices? Nosotros jamás le robamos la novia a nadie.―gritó Jose, ese tío empezaba a ponerlo de los nervios, notó como Bel se agarraba con fuerza a su chaqueta.

—Claro que sí, a tu querido amigo Evan le encantaba romper relaciones, ¿no lo sabías? ―Jose se libró de Bel y caminó con furia hacia Iván, lo agarró del cuello de la camisa y lo miró a los ojos.

—Retira eso ahora mismo.―dijo Jose con ira; Evan podía ser muchas cosas pero él no se liaba con chicas que tuviesen novio. ―No sé cuál es tu problema con Evan pero no voy a tolerarte ni una sola palabra en contra suya.

—¿Y qué vas a hacer? ¿pegarme? ―Iván colocó las manos sobre su camisa y se escapó del agarre de Jose, Bel se acercó al castaño y lo obligó a dar varios pasos hacia atrás. ―Lo suponía.

— Iván, vete. ―ordenó Bel; no obstante, el chico sólo se limitó a quitarse las gafas, limpiarlas y volver a ponérselas. ―No me obligues a llamar a la policía.

—Me voy, pero antes quiero preguntarle algo al antiguo capitán del equipo de fútbol, ¿qué se siente ahora al no ser más que un vulgar estudiante? ―inquirió Iván con soberbia, Jose entrecerró los ojos.

—No sé, dímelo tú.―contestó Jose con burla. ―No eras nadie allí y no eres nadie en Góngora.

Jose sintió un fuerte impacto sobre su mejilla izquierda y a continuación cayó al suelo, dolorido se llevó la mano a la mejilla antes de abalanzarse sobre Iván y hacerlo caer al suelo dónde comenzó a darle golpes mientras trataba de defenderse de los puñetazos del chico. Desvió un par de puñetazos a la cara y aprovechó para golpearle con fuerza el estómago, sin embargo sintió otro fuerte impacto cerca del ojo. Entre golpe y golpe escuchó a Bel gritar pidiendo ayuda hasta que de repente sintió como unas manos tiraban de él y lo separaban de Iván que seguía dando golpes al aire.

—¡Pero qué demonios pasa aquí! ―Jose miró hacia las manos que lo sostenían y parpadeó sorprendido al encontrarse con Triz y Nora sujetándolo mientras frente a él Sonia pisaba la mano izquierda de Iván haciendo que el chico se retorciese a causa del dolor.

—Menos mal que tomamos el camino largo.―comentó Triz a Nora, la morena asintió y ambas chicas lo liberaron de su agarre; Jose se colocó la chaqueta y se quedó entre ambas.

—Bel, ¿te importaría dejar de llorar y contarnos por qué narices estos dos se estaban peleando? ―preguntó Sonia dándose la vuelta y mirando hacia Bel que estaba al lado de Triz sollozando e hipando; no obstante, la pelirroja no liberó a Iván. ―¡Bel!

— ¡No me grites! ―chilló Bel histérica abrazándose a sí misma; Jose carraspeó y las tres chicas lo miraron esperando una explicación pero afortunadamente Bel se limpió las lágrimas. ―Es culpa de Iván, discutimos y yo salí corriendo y me encontré con Jose; él me acompañó hasta aquí y de repente apareció Iván y empezó a meterse con él y con Evan y antes de darme cuenta estaban pegándose.

—¡Hombres! Sólo saben solucionar los problemas a golpes. ―comentó Sonia apretando el pie contra la mano de Iván, Jose miró hacia Sonia.

¿Cómo podía decir eso precisamente ella? Si se liaba a guantazos por cualquier cosa. Vio como la pelirroja levantaba el pie de encima de la mano de Iván y permitía que el chico se pusiese en pie para luego ella hacerle la zancadilla y hacerlo caer al suelo de rodillas.

—¿Algo que decir? ―preguntó Sonia golpeando el puño derecho contra la palma de la mano frente a la cara de Iván.

—Esto no va a quedar así. ―dijo Iván mirando fijamente hacia Jose antes de ponerse en pie y limpiarse la sangre que le brotaba de la nariz, el chico miró hacia Bel pero ella se escondió tras Triz; Iván fulminó a Jose con la mirada antes de darse la vuelta y huir del lugar.

—¡Quieres dejar de llorar! ¡Llorando no se solucionan las cosas! ―gritó Sonia haciendo que Bel comenzase a llorar con más fuerza, la pelirroja le pegó una colleja y Bel se puso a hacer muecas para intentar dejar de llorar. ―¡Bel!

— Deja de gritarle. ―aconsejó Triz golpeando a Sonia en la cabeza, la peliblanca tomó a Bel de las manos y la miró con ilusión. ―¿Me dejas hacerte una entrevista?

— ¡Triz! ―chilló Sonia comenzando así ambas chicas una discusión.

Jose sonrió y miró su mano derecha, tenía los nudillos raspados pero podía mover la mano a la perfección como demostró abriéndola y cerrándola varias veces. Su rostro era otra historia, sentía el pómulo arder y le dolía un poco la mandíbula; la cara de su padre cuando lo viese sería épica.

—Deberías ponerte hielo.―Jose levantó la mirada y se encontró a Nora frente a él tendiéndole su bolsa de la compra, asintió en silencio sin saber qué decirle y cogió la bolsa.

La chica se quedó mirándolo unos segundos antes de marcharse de allí, Jose la miró extrañado antes de ponerse a revisar la compra, afortunadamente los envases de cristal no se habían roto y toda la comida parecía en buen estado. Jose se sentó en el portal del edificio y trató de relajarse, aún estaba nervioso y seguía con un subidón de adrenalina. Esa había sido su primera pelea de verdad con alguien, si había discutido con otros jugadores de fútbol en los partidos pero jamás había llegado a las manos con nadie.

—Necesito algo dulce, ¿tienes chocolate? ―preguntó Triz mirando hacia Bel, la pelinegra asintió y sacó las llaves del bolso, abrió la puerta del portal y Sonia entró apartándolo con una patada en el costado.

—Triz se te está poniendo un culo enorme con tanto chocolate. ―comentó Sonia riéndose de la peliblanca. ―Como sigas así Héctor no te va a querer.

Triz dio un salto para esquivar a Jose antes de perseguir a Sonia dentro del edificio.

—¿Subes? ―preguntó Bel agachándose frente a Jose.

—Mejor me voy a mi casa. ―contestó el chico encogiéndose de hombros, Bel se acercó a él y le dio un beso en la mejilla sana por lo que él la miró sorprendido.

—Muchas gracias por lo de hoy.―susurró la pelinegra sonriéndole con amabilidad antes de entrar y cerrar la puerta.

Jose estiró las manos hacia adelante y se dispuso a ponerse en pie; sin embargo y para su sorpresa Nora apareció de la nada y le indicó con la mano que permaneciese sentado. La morena caminó hasta él y se sentó a su lado, con cuidado le colocó sobre la mejilla una pequeña bolsita de plástico que contenía hielo. ¿Ella había ido a buscar hielo para sus heridas? ¿Por qué?

—¿Dónde están las chicas? ―preguntó Nora mirando a su alrededor y soltando la bolsa de hielo al ver cómo Jose la cogía.

—Subieron a casa de Bel. ―contestó Jose apoyando la espalda sobre la puerta y echando la cabeza hacia atrás; poco a poco fue sintiendo como se le enfriaba el pómulo y la hinchazón iba disminuyendo aunque lentamente; de reojo miró hacia la morena y vio como ella se abrazaba a sus rodillas y miraba hacia el frente. ―Gracias por el hielo, ¿de dónde lo sacaste?

— Hay un restaurante en la esquina. ―contestó ella con simpleza sin mirarlo.

Se quedaron unos minutos en silencio en los que Jose la observaba de reojo, Nora como ya era habitual había sacado un libro de su bolso y se había puesto a leer.

—¿No vas a subir? ―curioseó el castaño.

—No, Bel vive en la quinta planta y no tengo ganas de subir tantas escaleras; además, no creo que tarden mucho más en darse cuenta de que no estoy. ―contestó Nora sin apartar la mirada del libro.

Jose se fijó en ella, llevaba el pelo en dos trenzas como era normal pero esta vez tenía una pequeña diadema de color verde que hacía juego con su chaqueta. Siempre vestía de forma simple, con vaqueros, chaquetas y botas o zapatillas; incluso cuando tuvieron su "cita" el viernes ella había ido vestida de manera casual. Aunque casi todas las chicas de Góngora vestían de forma similar, seguramente era para poder correr y pelear mejor.

— ¿Ya sabes quién es el asesino? ―curioseó levantando la mirada e intentando ver la portada del libro, pero no lo consiguió.

— Ajá...  

— ¿Y? ¿Quién es? ―se interesó el moreno acercándose a ella, Nora cerró el libro y lo golpeó con él en la cabeza por lo que se alejó de ella. ―¡No me pegues!

—Pues no te acerques. ―contestó ella.

—Antipática.

—Secuestrador de chicas.

Jose puso los ojos en blanco, ¡él no secuestraba chicas! Además, sólo lo hizo una vez... bueno, dos como mucho. Pero no tenía porque llamarlo así y punto. Le lanzó una mirada asesina a la chica antes de recostarse sobre la puerta

—Eres desquiciante, ¿lo sabías? ―dijo Jose apretando el hielo contra su cara para relajarse; Nora rodó los ojos y siguió leyendo como si no hubiera dicho nada; Jose la miró de reojo y se acordó de la librería que había visto con Bel. ―No te mereces que te diga que encontré una librería nueva con el escaparate lleno de libros formando un balcón y con dos pequeños muñecos que imitaban a Romeo y Julieta.

—¿De verdad? ―preguntó ella con curiosidad apartando la mirada del libro; Jose esbozó una pequeña sonrisa, al parecer Bel tenía razón.

— Sí, una pequeña librería muy bonita y con muchos libros; ¿quieres que te diga dónde es? ―preguntó Jose sabiendo perfectamente que la respuesta iba a ser que sí; Nora entrecerró los ojos y lo miró de arriba abajo como si estuviese sopesando qué contestarle.

—No me lo vas a decir sin pedirme nada, ¿me equivoco? ―Jose sonrió abiertamente, y ella cerró su libro.

—Chica lista.―contestó Jose apartando la bolsa de hielo de su rostro y echándose hacia adelante. ―Que te parece si yo te llevó a la librería y tú me invitas luego a un batido.

— No.

— ¿Cómo que no? ―preguntó con asombro, Bel le había dicho que si le hablaba de la librería Nora no podía negarse a ir con él, que incluso le suplicaría porque la llevase; ¿es qué tan mal le caía?. ―¡Pero qué pasa contigo!

—¿¡Cómo que qué pasa conmigo?! ¡Tú eres el que pretende chantajearme! ―exclamó ella tomando el libro entre sus manos y agitándolo frenéticamente.

—¿Qué? Eso no es chantaje, eso es... es... un intercambio ¡sí! Es un intercambio, yo te digo dónde está la librería y tu a cambio y como agradecimiento me invitas a un batido.―contestó Jose rápidamente intentando no parecer desesperado, Nora arqueó una ceja y lo miró con escepticismo.

—Llámalo como quieras, pero no voy a invitarte a nada.―declaró la morena abriendo el libro y apoyándose sobre la puerta para leer, Jose le lanzó una mirada asesina y se recostó sobre la puerta, se colocó el hielo sobre la mejilla y se quedó mirando hacia el frente.

No sabía ni porque lo había intentado, ¿por qué iba a ir voluntariamente con él a algún sitio? Las otras veces que habían ido a tomar algo era porque él la había obligado a ir; si quería ganar la apuesta iba a tener que cambiar de estrategia, si quería gustarle tendría que dejar de obligarla a hacer cosas que no quería. Apretó el hielo contra su cara y sintió como éste le congelaba la zona irritada

Se quedaron en silencio un largo rato, pero al contrario de lo que le pasaba con los demás con ella el silencio no era incómodo. Jose se apartó la bolsa de hielo y se palpó la mejilla, se le había hinchado tanto que parecía que tenía paperas. Carraspeó para llamar la atención de Nora pero ella siguió ignorándolo por lo que molesto le tiró la bolsa de hielo sobre el regazo.

—¿Qué quieres ahora? ―preguntó Nora cerrando el libro y colocándolo sobre sus rodillas; la morena tomó la bolsa de hielo y lo miró.

—Dime que no se ve tan mal como yo creo. ―pidió Jose con miedo señalando hacia su cara, Nora rodó los ojos y se acercó a él, con cuidado le palpó el rostro y apretó el dedo contra su mejilla. ―¡Ay! ¡Eso duele!

—Ahora estás un poco hinchado pero ya se te bajará; te van a salir un par de moratones, pero por suerte eres alumno de Góngora así que mañana todos te felicitaran.―dijo ella golpeando de nuevo su mejilla con el dedo como si estuviera explotando burbujas de plástico; Jose le lanzó una mirada asesina y ella le volvió a colocar el hielo sobre el rostro.

Nora se estiró y de un ágil movimiento se puso en pie, se acercó al portal y pulsó uno de los botones.

—¿Si? ―se escuchó al otro lado la voz de Triz.

—Soy Nora, me olvidasteis abajo. ―dijo la morena con gracia.

—¡Sonia te dije que nos olvidábamos de algo! ¡Ya bajamos! ―exclamó la peliblanca a gritos para luego colgar el interfono.

Nora suspiró, recogió su libro del suelo y lo metió dentro de su bolso, Jose que aún estaba sentado en el portal estiró el brazo esperando a que la chica lo ayudase a incorporarse, ella dudó unos minutos antes de tenderle la mano; Jose la aceptó y se puso en pie, sin embargo una vez en pie no soltó su mano sino que la usó para tirar de ella y atraer a la morena hacia él.

—¿¡Qué haces?! ―recriminó la morena con furia intentando soltar su mano, Nora sacudió sus manos y al ver que Jose no la soltaba lo miró enfurecida; Jose ante la frustración de la chica no pudo hacer otra cosa que sonreír con malicia.

Es que era tan divertido hacerla enojar que no podía resistirse, ella sacudió sus manos una vez más y él para contrarrestarlo entrelazó sus dedos y apretó su mano contra la de ella.

—Hacerte enojar.―contestó él con simpleza, Nora entrecerró los ojos y lo golpeó en la mejilla herida. ―¡Oye! Eso duele.

—Parece que no lo suficiente. ―dijo ella volviéndole a pegar en la mejilla por lo que Jose tuvo que soltar la bolsa de hielo para tomarla de la otra mano también y evitar que siguiera golpeándolo.

Esa situación le recordaba demasiado a lo que había sucedido el viernes antes de besarla por segunda vez, y al parecer no era el único que lo pensaba ya que Nora había dejado de mirarlo a la cara y su rostro había comenzado a sonrojarse lentamente. Jose tosió avergonzado y poco a poco la soltó, ella le pegó un puñetazo en el brazo y Jose se llevó la mano al lugar del golpe.

—¿Y eso a qué ha venido? ―preguntó

—Tú sabes bien el por qué. ―dijo ella con rabia intentando golpearlo de nuevo, pero Jose se alejó de ella para evitar que le pegase.

—¿Estás pensando en el beso del viernes? ―curioseó el moreno no pudiendo evitar sonreír, ella le lanzó una mirada que lo hubiera mandado directo al cementerio; Jose se agachó y recogió la bolsa de hielo del suelo.

—No pensaba en eso, y no vuelvas a recordarlo, nunca.―masculló ella resoplando y apoyándose en la pared de al lado del portal.

—Entonces, ¿por qué estás roja? ―Jose le señaló las mejillas y ella apartó su dedo de un manotazo para luego lanzarle una mirada asesina, el castaño no pudo hacer otra cosa que reírse más fuerte al ver cómo las mejillas de la chica iban poniéndose cada vez más rojas. Puede que antes no estuviese pensando en su beso pero estaba claro que ahora sí que lo hacía. ―Te ves muy graciosa cuando estás sonrojada.

Ella lo miró con sorpresa y él se quedó un momento parado, ¿acababa de hacerle un cumplido? Uno muy cutre pero sí, eso había sido un cumplido.

— Cállate.―murmuró ella de mal humor cruzándose de brazos; Jose se acercó a ella y le colocó la bolsa de hielo sobre la cabeza para llamar su atención algo que consiguió puesto que  levantó la mirada y fijó sus ojos miel en él.

Jose vio como sus ojos brillaban con intensidad debido a la ira, pero le era difícil tomarla en serio cuando su cara estaba tan roja. Le quitó el hielo de la cabeza y apoyó el brazo derecho sobre la pared que estaba al lado de la cabeza de Nora, miró hacia los labios de la morena y sintió un pinchazo en el estómago; ¿no podía estar planteándose besarla de nuevo, verdad? Eso era una locura y una tremenda estupidez por no mencionar que Sonia y Triz estaban por llegar y la pelirroja le metería la paliza del siglo. Involuntariamente se inclinó más hacia ella y se quedó a una distancia prudencial de su rostro, estaba cerca sí, pero no demasiado. Sin embargo, eso no impidió que su corazón diese un vuelco y  que su cuerpo le reclamase acercarse más, algo que empezó a hacer lentamente.

—¡¿Por qué tardaste tanto en tocar el timbre?! ―gritó Sonia sobresaltándolos y haciendo que Jose se separase bruscamente de ella y empezase a despeinarse de manera frenética, Sonia caminó hasta Nora y comenzó a gritarle ―¿¡Qué pasa si vuelve a venir el tarado de Iván y te hace algo!? Hubiera tenido que soportar horas y horas de quejas de Matt por no vigilarte, ¿es que no piensas en los demás?

—Eso, eres una desconsiderada.―añadió Triz con sarcasmo saliendo a la calle con Bel. ―¿Por qué estás tan roja?

—No estoy roja.―negó la morena, Triz le señaló las mejillas y sonrió con maldad.

—Sí que lo estás, vosotros... ¿estabais haciendo algo?―curioseó Triz mirando alternativamente a Nora y a Jose, el castañoo si hubiera podido huir como en los dibujos animados lo hubiera hecho pero desgraciadamente eso era la vida real.

—Triz no seas ridícula, seguro que está roja porque se acordó de alguna de las tonterías que Matt suele decirle para que se sonroje. ―aseguró Sonia por lo que Nora rápidamente asintió, escucharon un pitido y Triz sacó el móvil del bolsillo.

—Y hablando de ellos, Dan dice que están todos en el parque montando un "cine de verano".―anunció de manera solemne enseñándole el sms a Nora y a Sonia.

—¿No crees que hace un poco de frío para un "cine de verano"? ―preguntó Nora separándose de la pared, Triz se encogió de hombros.

— Si, por eso nosotras tenemos que conseguir todas las mantas que podamos; de hecho Dafne y Ann ya empezaron la recolecta.―contó Triz enseñando una imagen de las dos chicas cargadas de mantas haciendo la señal de la victoria.

—En vez de parque Lorca debería llamarse Parque de Locos, ¿nos vamos? ―preguntó la pelirroja tomando un brazo de cada amiga y comenzando a tirar de ella. ―¡Hasta mañana Bel!

— ¡Adiós! ―exclamó la pelinegra saludando a las tres chicas, luego volteó hacia Jose que con la bolsa de hielo en la mano veía como las tres chicas se marchaban. ―¿No te ibas?

—Si, si... ya me voy. ―indicó Jose comenzando a caminar.

Esta vez no tenía ganas de caminar hasta su casa así que caminó hasta la parada más cercana de autobús y esperó en silencio con la bolsa de hielo en su mano, al darse cuenta que ya era más agua que hielo tiró la bolsa en una de las papeleras que había al lado de la parada. Por suerte no tuvo que esperar mucho a que el siguiente autobús llegase, sacó el bono de la cartera y tras pagar tomó asiento al fondo. Se recostó sobre la ventana para enfriar la mejilla y se puso a mirar a la calle para ver a la gente caminar.

En cuanto llegase a su casa su padre entraría en pánico al verle el rostro y cuando su madre volviese del trabajo le daría una charla que duraría años sobre qué clase de chico iba por ahí golpeándose con los demás. Suspiró irritado, realmente eso ahora le daba igual; lo que más le preocupaba era que si Sonia y Triz no llegan a aparecer hubiera besado de nuevo a Nora, pero lo que realmente le aterraba era que la idea de volver a besarla no le desagradaba.

Se puso en pie al llegar a su parada y se bajó del autobús, ¿y si Nora había empezado a gustarle? Un escalofrío recorrió su cuerpo, eso era imposible... había tenido varias novias pero con ninguna de ella había sentido lo mismo que cuando estaba con la morena, así que el que le gustase estaba descartado. Tenía que ser cosa de la apuesta, estaba tan concentrado en ganar la apuesta con Evan que hasta empezaba a sufrir alucinaciones o lo que fuera que le estaba pasando. Sacó las llaves del bolsillo y abrió la puerta.

— Regresé. ―dijo en voz alta cerrando la puerta y depositando las llaves en el cuenco.

—¡Bienvenido! ―saludó Evan saliendo de la cocina con un delantal beige que tenía un osito en el pecho, Jose parpadeó confuso unos instantes y se frotó los ojos para asegurarse de que lo que estaba viendo era real.

—¿Qué haces aquí? ―preguntó Jose viendo la mueca de horror que ponía su mejor amigo al verlo.

—¿Qué te ha pasado en la cara? ¿Con quién te has pegado? ―investigó Evan, Jose respiró hondo y entró a la cocina seguido de Evan, allí encontró a su padre mezclando varios ingredientes en un bol, su progenitor al verlo dejó caer la cuchara y lo miró con espanto. ―¡Jose!

—Hijo, ¿qué te ha pasado en el rostro? ―su padre dejó el bol sobre la encimera y lo obligó a sentarse en uno de los taburetes para examinarlo mejor.

—Me pegué con un chico...―dijo Jose haciendo que ambos lo mirasen mal. ―Bueno el otro quedó peor yo, o al menos eso espero.

—Esta noche cuando venga tu madre vamos a tener una charla los tres jovencito, las cosas no se solucionan a golpes.―habló su padre con voz firme y mirándolo con enojo.

—Bueno, en Góngora sí.―contestó intentando sonar gracioso pero tanto Evan como su padre la lanzaron una mirada reprobatoria. Su padre abrió el congelador y colocó varios cubitos de hielo en un paño y luego se lo colocó sobre el rostro. ―¿Y tú qué haces aquí?

—Bel me mando un mensaje diciendo que no podía venir conmigo y como no iba a ir solo decidí pasarme por tu casa, pero tú ya te habías ido así que estaba ayudando a tu padre a hacer galletas con forma de árboles de navidad. ―explicó Evan con orgullo.

¡Oh no! Su padre había conseguido captar a Evan en su secta pastelera, ahora seguro que entre los dos intentarían unirlo al grupo y que los tres cocinasen durante las navidades. Ya se los estaba imaginando a los tres vestiditos con delantales rosas y gorritos de cocineros a juegos; dios, estaba empezando a marearse nada más de pensarlo.

—No intentes cambiar de tema, ¿con quién te pegaste?―inquirió su padre amenazándolo con una cuchara de madera llena de crema.

—Es un poco complicado y largo de explicar. ―contestó Jose con desgana.

—Ninguno de los dos tiene prisa. ―respondió su padre sin pestañear y tomando otro taburete para sentarse frente a él.

Jose les explicó todo lo sucedido con Bel, la llamada de teléfono con Iván y el posterior encuentro con el joven frente al edificio de Bel; a cada palabra Evan se iba tensando cada vez más y apretaba los puños con fuerza mientras su padre murmuraba insultos hacia el joven y le daba pequeñas palmadas de ánimo. Terminó su relato contándoles que llegaron Triz, Nora y Sonia y los separaron, tras eso el silencio inundó la cocina.

—Es una suerte que llegaran Nora y las demás.―opinó su padre poniéndose en pie y dirigiéndose al mueble de dónde sacó varios platos y ollas. ―Se que la culpa fue del otro chico, pero la próxima vez evita el pelearte.

—Sí, lo sé... ―contestó Jose con cansancio, si pudiese volver en el tiempo le pegaría de nuevo, de hecho mañana si lo provocaba le volvería a pegar.

— No me lo puedo creer, ¿y por qué Bel no me lo dijo? ―preguntó Evan con indignación, Jose se encogió de hombros.

Seguramente Bel no quería preocupar a Evan tras lo sucedido por la mañana y teniendo en cuenta sus sentimientos hacia Evan era lógico que no lo hubiese llamado.

—Primero que usé el divorcio de mis padres y ahora que rompo parejas; no sé que tiene ese chico conmigo. ―aseguró Evan con frustración. ―Si yo no le he hecho nada, ¡está loco!

— El amor mi querido amigo, el amor nos lleva a hacer cosas de lo más extrañas. ―explicó su padre, Jose y Evan intercambiaron miradas, ¿qué se suponía que les estaba diciendo? Su padre al percatarse de que no le habían entendido se aclaró la garganta. ―Ese chico esta celoso de ti, porque seguramente esa chica, Bel, le gustas.

—¿Qué dice? Nosotros sólo somos amigos.―se defendió Evan, Jose no pudo evitar sonreír, eso era justamente lo que Bel había contestado, incluso con el mismo tono.

—Lo que tú digas.―contestó su padre guiñándole un ojo a Jose sin que Evan los viese, Jose sonrió y su padre se puso a lavar lechugas. ―¿Te quedas a cenar?

—Si, ¿por qué no? Jose todavía tiene que contarme lo que hizo el viernes y el sábado. ―indicó Evan sonriendo con maldad y dándole una palmada en la espalda.

Jose suspiró con resignación, iba a ser una tarde muy larga.

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