Capitulo 17. El trato
Se había tenido que disculpar un millón de veces con Evan y Bel antes de que esos dos aceptasen perdonarlo por dejarlos tirados la tarde anterior. La rubia se había sentado a su lado y le proporcionaba pañuelos ya que no paraba de estornudar.
—¿Quieres que te acompañe a la enfermería? ―le preguntó Helena.
—No gracias, estoy bien.―contestó con amabilidad, le dolía la cabeza y estaba cansado, si fuera por él se hubiera quedado en casa pero su madre le echó en cara que era un cuentista y prácticamente lo echó a patadas.
—Si te sientes mal avísame y te llevo a la enfermería.―se ofreció de nuevo Helena quitándose la bufanda y pasándosela a él por el cuello.
Sin lugar a dudas Helena era una de las chicas más amables que había conocido nunca, miró de reojo a dónde estaban Evan y Bel y vio a su amigo mirarlo con una sonrisa; ¿por qué seguía siendo su amigo? En cuanto estornudó la primera vez, se alejó de su lado haciéndole una cruz mientras le gritaba: "aléjate de mí portador de la muerte". Incluso le había pedido a Helena que le cambiase el sitio algo a lo que la rubia había aceptado porque decía que a ella no le importaba.
—¡Buenos días clase! ―gritó Dan entrando seguido de Sonia, el chico colocó sus cosas sobre la mesa de Nora y Sonia le quitó la silla justo cuando iba a sentarse. Miró hacia la puerta esperando a que Nora entrase con Matt, pero ninguno de ellos apareció. ―No hay problema, cogeré otra silla.
—Vete a tu clase Dan.―ordenó la pelirroja señalando la puerta, el chico cogió otra silla y se sentó en ella apoyando los pies sobre la mesa de Nora. ―Vete.
—No, como Nora no va a venir hoy, yo te haré compañía.―contestó Dan estirándose en la silla y colocando los brazos tras el cuello.
—Vete, si estás aquí no puedo flirtear con los chicos.―contestó Sonia saludando a Cris, Dan fulminó a su amigo con la mirada y bajó los pies de la mesa. ―Cris ¿por qué no te sientas hoy conmigo?.
—¡De eso nada! ―bramó Dan poniéndose en pie para luego sentarse. ―Parece buen tío, no voy a permitir que pase el peor día de su vida por estar sentado al lado tuyo.
—Eso es cosa suya, así que vete. ―gritó Sonia.
—Que no me voy.―se negó Dan cruzándose de brazos, Sonia suspiró irritada mientras Dan le hacía una señal a Cris para que se acercase a ellos. ―¿Saldrías con esto?
Le preguntó Dan a Cris refiriéndose a Sonia, su amigo se quedó callado.
— ¿Esto? ―preguntó Sonia irritada.
—Míralo, está tan traumatizado por imaginarse la idea de salir contigo que se ha quedado paralizado.―dijo Dan, Sonia le pegó una fuerte colleja antes de sentarse en su silla y cruzarse de brazos claramente enfadada.
Cris se alejó de ellos tan rápido como pudo y tomó asiento al lado de Jose.
—Empiezo a entender porque quieren encerrarlos en una habitación con un colchón. ―masculló Cris nervioso.
—Dan, ¿vas a venir o qué? ―preguntó Matt asomando la cabeza por la puerta.
—No, yo me quedo aquí a vigilar a Sonia.―contestó su amigo.
— ¡Llévatelo o lo mato! ―gritó Sonia dándole una patada a la silla de Dan, Matt entró a la clase y enganchó a su amiga del cuello de la camisa y lo arrastro; sin embargo cuando pasó por delante de Jose se detuvo.
—Felicita a tu padre por las galletas, estaban muy ricas.―dijo el rubio con una sonrisa malvada.
—¡Es verdad, estaban buenísimas! ¡Dile que nos haga más! ―exclamó Dan que le lanzó besos a Sonia antes de tener que salir corriendo con Matt.
¡¿Por qué ese par de glotones se habían comido las galletas de su padre?!
—¿De qué galletas hablaban? ―le preguntó Helena.
—Es que ayer Nora estuvo en mi casa y mi padre le dio galletas caseras.―contestó cansado para después seguir tosiendo, si seguía así en uno de esos ataques de tos perdería un pulmón.
Afortunadamente Helena estuvo cuidándolo todo el día algo que le agradeció profundamente a la rubia, incluso se ofreció a acompañarlo a su casa cuando terminaron las clases; sin embargo tuvo que rechazar su oferta ya que no quería aprovecharse de ella. Cuando llegó a su casa se encontró con su padre horneando una ingente cantidad de galletas, eso era lo que pasaba cuando lo animaban.
* * * * *
Cuando llegó a clase al día siguiente se encontró a Evan hablando con Bel e Iván; saludó a Helena y se sentó en su sitio al lado de Cris, la rubia enseguida se puso en pie y fue a saludarlo.
—¿Cómo está hoy el enfermito? ―le preguntó Helena sentándose en la silla de Evan.
—Mucho mejor, gracias. ―Jose abrió su mochila y sacó la bufanda. ―Me la debí llevar sin querer, lo siento.
—No pasa nada, tú la necesitabas más que yo.―contestó la rubia cogiendo la bufanda entre sus manos; Jose sacó los libros de dentro de su mochila y miró el taper, maldijo una vez más a su padre por obligarlo a llevar galletas para Nora. ―Entonces, ¿hoy te sientes mejor?
Jose asintió con fuerza y le sonrió.
— ¿Vendrás mañana al cine? ―le preguntó Helena con ojos brillantes.
¡No! No pensaba ir a ver alguna estúpida película romántica de nuevo. ¿Por qué había dicho que estaba bien? Tenía que haber mentido y así podía haberse escaqueado sin quedar mal, miró hacia Helena, la rubia le había tendido una trampa.
—Esto...―trataba de pensar la mejor forma de rechazar la oferta pero la intensa mirada de Helena le hacía echarse hacia atrás. ―Sí, claro.
¡Maldita sea! ¡Joder! No quería ir, bien, pensaría alguna excusa de aquí a mañana.
—Decidido entonces, Dan se cambia contigo y así tú te vienes a mi clase, donde yo pueda vigilarte.―dijo Matt entrando a su clase siguiendo a Nora, la morena se cruzó de brazos y lo miró fijamente. ―Bueno pues Sonia se cambia conmigo.
—¡Yo no me cambio con nadie! ―gritó la pelirroja entrando en clase con Dan a su lado.
—Pues a mi si me gusta esa idea, o podríamos fugarnos todos e irnos al cine. ―propuso Dan.
—No, no y no.―dijo Nora a Dan y luego a Matt al ver cómo éste iba a abrir la boca para protestar. ―Estoy bien, ¿cuántas veces tengo que repetírtelo?
—No me fio de ti, tiendes a omitir cuando estás mal para no preocupar a los demás.―se quejó Matt; Jose tuvo que darle la razón.
— Tiene razón.―apoyó Dan
—Tú mejor cállate.―ordenó Sonia dándole un capón en la oreja; sin embargo Dan sonrió con maldad y se acercó a Nora, le colocó la mano en la frente y luego acercó su cara a la de ella por lo que la castaña se puso roja.
—Matt yo creo que tiene fiebre, mírala está muy roja.―comentó Dan divertido llamando al rubio, Matt se acercó a ella y entre los dos la arrinconaron contra la pared.
— ¡Queréis dejarla en paz!―bramó Sonia apartando a los dos chicos de Nora, la pelirroja agarró a la castaña y ambos se fueron a su sitio mientras los dos chicos las seguían entre risas.
—Nora, estás roja; ¿te encuentras bien? ―le preguntó Evan acercándose a la castaña y examinándola, lo que hizo que las mejillas de la chica se encendieran aún más.
Jose la observó detenidamente, al parecer la chica se sonrojaba con cualquier cosa, no sólo con la cercanía del odioso rubio. Sin embargo, recordó como él anteayer había hecho lo mismo que Dan y lo único que consiguió por parte de la morena fue una mirada de odio. Si había hecho lo mismo ¿por qué con él no se había sonrojado? Pensándolo bien con él nunca se había sonrojado y eso que habían tenido un gran número de encontronazos. Ni en la biblioteca, ni en el ascensor, ni en la cafetería, ni por fuera de la casa de Evan, ni siquiera cuando estuvo abrazado a ella para evitar que fuese golpeada se había sonrojado.
¿Eso quería decir que no lo reconocía como hombre? ¿O que su odio hacia él no le permitía sonrojarse? Cualquiera de las dos respuestas le horrorizaba y hundía completamente sus planes por no hablar de su orgullo masculino.
—¿Qué te pasa? ―le preguntó Evan, al parecer Helena había regresado a su sitio sin que él se diese cuenta.
— Nada.
—Tiene que ver con Nora, ¿a que sí? ―Jose se giró hacia él por lo que Evan supo que había dado en el clavo. ―Siempre que piensas en ella frunces el ceño y te sale una arruga justo entre las cejas.
—Eso no es cierto, y no pensaba en ella.―contradijo Jose malhumorado, agradeció que su profesora de Lengua entrase en la clase.
—Dan, Matt a vuestra clase. ―ordenó la profesora.
Al contrario que el día anterior, la mañana fue mucho más agitada ya que Matt no paraba de entrar en su clase en todos los descansos para asegurarse de que Nora estaba bien. Como siguiese así después del recreo tapiaría la puerta, estaba hasta las narices de que irrumpiera y se pusiera a abrazar a Nora. Sin embargo cada vez que hacía eso le lanzaba una mirada de regodeo, se lo dijo a Evan pero su amigo se empeñaba en decirle que eran imaginaciones suyas. ¡No eran imaginaciones suyas! ¡Ese tío tenía algo en contra de él!
En cuanto sonó el timbre sus compañeros de clase comenzaron a correr hacia la cafetería para conseguir comida, él cogió su mochila y la abrió. Suspiró al ver el taper de galletas que su padre le había dado para Nora, ¿y cómo se suponía que iba a entregárselas sin quedar en ridículo?
— ¿Ocurre algo? ―le preguntó Helena, la rubia se había acercado a él y estaba esperando a que saliera; al parecer todos los demás ya se habían ido y sólo quedaban ellos dos.
Jose negó con la cabeza y se echó la mochila a la espalda.
—¿Estás mejor?
—Si, gracias. Hoy no hace falta que hagas de mi enfermera.―comunicó Jose recordando como el día anterior la rubia lo había cuidado durante las clases.
— No me importaba, fue divertido. ―dijo Helena, ambos bajaron las escaleras y se dirigieron al patio, pudieron ver a sus amigos sentados en las gradas por lo que caminaron hacia ellos.
— Jose tú jugarás en mi equipo ―aseguró Sonia tirando de él antes de que pudiese sentarse en las gradas, sólo le dio tiempo de dejar la mochila al lado de Evan antes de que la pelirroja lo arrastrase al campo de fútbol.
Miró a su alrededor, al parecer iban a jugar un partido de fútbol; los que estaban en su mismo equipo llevaban un pañuelo rojo alrededor del cuello como Sonia y él, mientras que los del equipo contrario portaban pañuelos blancos en los bolsillos.
—Matt, ¿de verdad nos vas a abandonar? ―preguntó Dan mirando hacia las gradas, Jose hizo lo mismo encontrándose allí al rubio sentado al lado de Nora; Matt levantó la mano y señaló hacia Sonia y él.
—Sólo tenéis que bloquear a Sonia y vigilar bien a Jose, los demás no os darán muchos problemas.―gritó Matt, Dan levantó el dedo pulgar y ordenó a un chico bajito que se colocase bajo los postes de portería.―Que Héctor y Víctor se pongan de defensa, no dejéis que Jose se acerque; Dan tu de centrocampista bloquea a Sonia y Flash de delantero. Los demás ya sabéis que hacer.
Correr tanto de un lado a otro le estaba destrozando los pulmones pero no pensaba rendirse, iba a conseguir que su equipo marcase y ganase fuese como fuese. Recibió el balón con el pecho y salió corriendo antes de que los dos que lo marcaban intentasen robársela, miró hacia adelante y vio a uno de sus compañeros dentro del área, hizo un regate a tres jugadores y le envió la pelota al chico que marcó gol.
— ¡Sí!―gritó Sonia corriendo a abrazarlo.
—¡Las manos donde pueda verlas! ―gritó Dan separando a la pelirroja de él, Jose se giró hacia las gradas y se encontró al rubio en pie gritándole a los que estaban en la defensa, a su lado Evan y Bel lo animaban efusivamente mientras Helena lo saludaba con la mano.
Corrió a su campo y se puso a mirar al equipo contrario, Dan estaba discutiendo con los dos defensas y el portero había salido de debajo de los postes y se había puesto a hablar con los delanteros. Sonia llegó corriendo hasta él y se le colgó del cuello, la pelirroja lo soltó de repente y se puso a saludar a Bel. Miró de nuevo hacia las gradas esperando cruzar la mirada con Nora, pero por desgracia la morena estaba ocupada hablando con Matt, se fijó en que ella negaba con la cabeza y se ponía en pie para a continuación darle un empujón al rubio y obligarlo a ir al campo de fútbol.
— Ay no.―masculló Sonia.
— ¿Qué pasa? ―preguntó mirando hacia la pelirroja, ella señaló hacia Matt, el rubio le hacía una señal al portero para que se marchase.
— Matt se va a poner de portero, ahora sí que no vamos a ganar.―le contestó la pelirroja, Jose vio como Dan se acercaba al rubio y le revolvía el pelo.―Es el mejor portero del mundo.
La pelirroja tenía razón, ahora el marcaje era menor pero todos sus tiros a puerta eran detenidos por el rubio. Estaba cansado, sudoroso y cada vez tosía más pero no iba a rendirse, marcaría un gol aunque fuese lo último que hiciese en su vida.
No iba a perder, no podía permitirse perder frente a aquel tipo. Le robó la pelota a Dan y corrió hacia la portería contraria, regateó a un par de jugadores y lanzó a puerta; sin embargo, Matt detuvo el tiro de nuevo. Apretó los puños frustrado y se puso a toser, le dolía el pecho con cada bocanada de aire y estaba muy cansado, además de que sudaba como un cerdo pero no pensaba rendirse.
—¿Te encuentras bien?―preguntó Sonia acercándose a él, Jose se echó el pelo hacia atrás y salió corriendo en busca de la pelota.
Persiguió a un chico, sin embargo, justo cuando iba a hacerse con la posesión del balón sintió como la vista se le nublaba. Se quedó quieto y sintió un escalofrío recorrerle toda la espalda, agitó la cabeza para intentar recuperar la normalidad y vio como Sonia le hacía señas con las manos por lo que corrió hacia la pelirroja. No obstante, a mitad de camino comenzó a toser con fuerza, también sintió como sus piernas le fallaban por lo que cayó al suelo de rodillas mientras seguía tosiendo.
—Jose, ¿estás bien?―preguntó Evan acercándose a él junto con Sonia, asintió como pudo y se puso en pie con ayuda de su amigo. Sin embargo, se le nubló la vista de nuevo y tuvo que apoyarse en Evan.―Pero si estás ardiendo.
Jose tosió y se llevó la mano a la cabeza antes de caer inconsciente.
.....
......
Escuchó voces a su alrededor y abrió los ojos con lentitud encontrándose con unos ojos marrones que lo miraban con preocupación. Nora. Pero no era la morena sino Helena, la rubia le sonrió con dulzura antes de girarse y llamar a Evan y Cris que corrieron hacia él.
—¿Qué ha pasado?―preguntó en voz baja, estaba acostado en una de las camas de la enfermería con un paño en la cabeza.
—Te esforzaste demasiado por lo que te subió la fiebre. Evan ha llamado a tu padre y está de camino.―contestó Helena, ¿Qué su padre estaba de camino? ¡Ay, dios mío! Ese hombre era capaz de presentarse ahí con una tarta y dejarlo en ridículo, hablando de dulces ¿y su mochila? Miró hacia los lados impaciente pero no la vio.―¿Ocurre algo?
— ¿Y mi mochila?
—Creo que la tiene Sonia.―contestó Helena señalando hacia la entrada de la enfermería donde estaban Nora, Matt y Sonia hablando. Jose apoyó las manos en la cama y se sentó a pesar de las quejas de Helena.
—Nos diste un buen susto.―le dijo Cris mirándolo con pena, Evan a su lado le dio una palmada en la espalda.
Sus amigos se quedaron mirándose unos a otros cuando escucharon sonar el timbre para luego mirarlo a él.
— Yo me quedo con él.―se ofreció Helena pero Jose se negó.
—No hace falta, además no creo que mi padre tarde en llegar.―se opuso el castaño, Helena le tomó la temperatura antes de ponerse en pie y marcharse, Evan y Cris se despidieron de él pero primero llamaron a Sonia para que le devolviera su mochila. ―Esto... ¿puedes decirle a Nora que venga?
Sonia lo miró extrañada pero abandonó la enfermería en busca de la morena, Jose abrió la mochila y sacó el taper, si su padre iba a ir a buscarlo le preguntaría si había entregado las malditas galletas y si decía que no pondría el grito en el cielo. Jose vio a Nora entrar acompañada de Matt aunque por suerte el rubio se quedó bajo el marco de la puerta esperándola pero sin apartar la mirada de él.
—Toma.―dijo Jose entregándole el taper a Nora, ella cogió la caja sorprendida y la abrió.―Mi padre se empeñó en que te trajera las galletas, al parecer le caíste bien.
—Dale las gracias de mi parte.―contestó ella sorprendida sacando un puñado de galletas y ofreciéndoselas.―Será mejor que comas algo, te vendrá bien.
—Tú preocupándote por mi salud, eso es nuevo―habló Jose extendiendo las manos para que Nora dejase caer las galletas sobre ellas, la castaña no lo miró sólo se encogió de hombros.―¿Y tú cómo estás?
—Por ahora mejor que tú.―contestó ella cerrando el taper y girando la cabeza para estornudar; Jose sacó un pañuelo de la mochila y se lo tendió pero ella se negó. ―Será mejor que me vaya a clase.
Vio a Nora enseñarle las galletas a Matt y ambos abandonaron la enfermería.
—¡Galletas! ―exclamó Dan con felicidad en el pasillo.
Jose suspiró, seguramente las galletas las repartiría entre Matt, Sonia y Dan pero al menos él ya había cumplido con su misión. Se puso a comerse las galletas en silencio, la verdad es que estaban buenas pero no pensaba decírselo a su padre, ¿quién sabría qué pasaría si le decía que cocinaba bien?
* * * * *
Se revolvió en la cama y tosió con fuerza, no sabía cuántas horas había dormido pero seguía sintiéndose cansado. Notó algo frío sobre la frente por lo que estiró la mano para tocarse la cara, abrió los ojos y retiró la toallita húmeda que tenía; la miró dubitativo y se colocó de lado, fue entonces cuando la vio.
—¿Qué tal te encuentras?―preguntó Nora poniéndose en pie y acercándose a él.
—¿Qué haces aquí?―preguntó Jose sacando la mano derecha de debajo de la colcha y rozando con su mano el brazo de ella, al sentir el contacto con su piel supo que no era una alucinación y que ella verdaderamente estaba ahí. Nora le quitó la toallita de encima de la frente y la colocó sobre la mesa.
—Vine con Matt a devolverle el taper a tu padre y nos pidió por favor que nos quedáramos para vigilarte, me dio pena decirle que no.―respondió la morena sentándose sobre su cama, Jose miró hacia la puerta esperando encontrar al rubio pero no lo vio. ―Así que aquí estoy.
— ¿Y dónde está Matt?―curioseó Jose, ella abrió la boca y estornudó un par de veces.
—Tuvo que irse, pero volverá dentro de un rato para no tener que regresar sola.―explicó Nora sacando un pañuelo del bolsillo y sonándose la nariz. Jose se levantó y se sentó sobre la cama, aún se sentía un poco mal pero prefería sentarse para mirar a Nora a la cara. ―Tu padre me dijo que cuando te despertases tenías que tomarte la medicina.
La morena se puso en pie y cogió un vaso de agua y una pastilla que había sobre el escritorio y se lo entrego a Jose, él se metió la pastilla en la boca y se la tragó acompañada de un buen trago de agua a continuación se lo devolvió a ella que lo depositó de nuevo en el escritorio. Entonces, ¿ella iba a ser su enfermera?
—No me encuentro bien.―susurró con voz melosa y acostándose de nuevo en la cama, ella cogió la toallita de encima de la mesa y desapareció de la habitación para volver minutos después y colocarle la toalla sobre la frente. Jose entrecerró los ojos molesto cuando vio que ella se sentaba de nuevo en la silla y se ponía a leer el libro, ¿es que no iba a cuidarlo? ―Nora, me encuentro mal.
—Duérmete ya verás como mejoras.―dijo Nora sin apartar la mirada del libro.
—Creo que tengo fiebre.―dijo Jose provocándose la tos y mirando hacia ella como si fuera un perrito abandonado. ―Nora...creo que me muero.
—No exageres.―contestó ella sin mirarlo y pasando la página. ¿Por qué lo ignoraba?
Apartó la sábana de encima suya y se levantó, se sorprendió al verse en calzoncillos por lo que abrió el armario y se puso rápidamente una camiseta. Nora seguía sentada en la silla metida en su mundo, se acercó a ella y le quitó el libro de las manos.
— ¡Oye! ―protestó la morena, él se puso de puntillas y colocó el libro en lo alto de una estantería lejos de su alcance. ―¿No estabas muriéndote?
—Lo estoy, es por eso que necesito que me prestes toda tu atención.―dijo él sentándose en la cama, Nora lo fulminó con la mirada y acercó la silla a la estantería. Vio como la chica se subía sobre la silla y mantenía el equilibrio como podía hasta que cogía el libro, Jose la observó preocupado poniéndose en pie antes de darse cuenta para cogerla en brazos e impedir que se hiciese daño. ―Eso ha sido muy imprudente por tu parte, podrías haberte hecho daño.
—Como ves estoy perfectamente.―contestó ella, Jose enarcó una ceja y la miró; la morena estaba revisando las páginas del libro tratando de encontrar la página exacta por dónde se había quedado. Jose suspiró y caminó hacia su cama, era extraño que ella aún no se hubiese puesto a gritar como una loca que la soltase.
—Estas bien porque te he cogido antes de que te pasase algo.―respondió con seriedad, Nora miró a los lados dándose cuenta por fin de que la estaba llevando en brazos por lo que le pegó con el libro en la cara; enfadado la dejó caer sobre su cama.―Deja de pegarme, ¿¡quieres?! Estoy enfermo.
Jose se sentó en la cama justo en el momento en que Nora se levantaba y se sentaba sobre el escritorio donde se puso a leer.
—¿Cómo terminó el partido?―se interesó Jose, ella depositó el libro sobre la mesa y lo miró fijamente.
—Se canceló en cuanto te desmayaste.―contestó ella con simpleza abriendo el libro y poniéndose a leer de nuevo. ―De todas formas no hubierais ganado.
— Te equivocas.―dijo él con determinación mirando hacia la pared.
— No lo creo, Matt estaba empeñado en ganar. Es increíblemente bueno cuando se lo propone, no hubieras podido marcar.―Jose apretó los puños enfadado ante las palabras de ella, claro que hubiera podido marcar. Da igual lo bueno que fuese Matt, él era mucho mejor.
—Ahora creo que la que exagera eres tú, ya le marqué un gol una vez puedo volver a hacerlo.―dijo Jose con seriedad mirando fijamente a Nora, ella apartó el libro y lo miró a los ojos.
— Eso fue suerte.―contestó ella, ¿cómo? No había sido suerte, él era bueno, muy bueno... ¡no había sido cuestión de suerte!
—No fue suerte, puedo volver a marcarle y te lo demostraré.―Jose se recostó sobre la cama. ―Te demostraré que soy mejor que él, ya verás.
—Lo que tú digas.―respondió la morena poniéndose a estornudar, Jose se sentó de nuevo y miró con interés hacia ella.
—Estás convencida de que no voy a conseguirlo, ¿verdad?―Nora asintió y él entrecerró los ojos.―Pues hagamos un trato, si no consigo marcar te dejaré en paz en lo que queda de curso pero si marco, tendrás una cita conmigo.
Nora dejó caer el libro sobre su regazo, Jose la miró expectante y con una sonrisa pícara en el rostro. Podía molestarla hasta que aceptase y si marcaba mataría dos pájaros de un tiro, demostraría que él era mejor que Matt y conseguiría una cita con la morena. Un plan perfecto.
—¿Me dejarías en paz para siempre?―preguntó ella, Jose asintió y Nora se puso a meditar con los ojos cerrados, a los cinco segundos los abrió y lo miró fijamente. ―Está bien, acepto.
El castaño la miró incrédulo, no se esperaba que aceptase tan rápido. Se sintió un poco dolido, sabía que ella lo detestaba pero...agitó la cabeza y la miró con los ojos brillantes. Iba a marcar y ella saldría con él.
— Entonces, tenemos un trato.―Jose levantó la mano para que ella la estrechase y cerrar así el trato, como era de esperarse Nora dio un salto de la mesa y unió su mano con la suya.―Vete pensando qué vamos a hacer en nuestra cita.
Jose sonrió y movió sus manos de arriba abajo, sin embargo le llamó la atención lo caliente que estaba su mano, demasiado cálida cuando se suponía que era él el que tenía fiebre. Preocupado tiró de ella con fuerza y la obligó a sentarse sobre sus piernas quedando sus rostros muy cerca el uno del otro.
—¿¡Pero qué haces!?―espetó ella enfadada e intentando levantarse pero él la sujetó con fuerza y colocó la mano que tenía libre sobre la frente.
— Creo que tienes un poco de fiebre.―dijo Jose apartando la mano de su rostro y mirándola con seriedad, ella le dio un manotazo y trató de ponerse en pie pero la rodeó con sus brazos y la obligó a tumbarse a su lado.
— Estoy bien.―aseguró ella golpeándolo en el brazo para intentar librarse de él, Jose no sólo no la soltó sino que se colocó sobre ella para impedir que se moviese. Nora empezó a patalear y a golpearlo en el pecho para apartarlo por lo que él se limitó a sujetarla de las muñecas para detenerla, ella lo insultó y lo miró con odio por lo que no pudo evitar sonreír victorioso.
—Mentirosa.―Jose la liberó del agarre y dio un salto para acercarse al escritorio y coger la toalla mojada, Nora se había sentado sobre la cama dispuesta a ponerse en pie y marcharse por lo que tuvo que obligarla a permanecer sobre la cama. ―Eres la persona más terca que he conocido jamás.
—Ya te he dicho que estoy bien.―le gritó ella enfadada poniéndose a estornudar; Jose la miró con los ojos entrecerrados, estaba clarísimo que estaba mala. La morena se puso en pie muy a su pesar por lo que se sentó en la cama irritado, esa chica lo ponía de los nervios.
Vio como Nora cogía su libro de encima del escritorio y lo metía dentro del bolso antes de salir de la habitación, se echó hacia atrás en la cama antes de dar un salto y ponerse en pie, agarró la colcha de su cama y bajó las escaleras. Cuando llegó abajo se encontró a la morena dentro de la cocina vertiendo leche en dos tazas, la envolvió con la colcha y la cogió en brazos.
— ¿¡Qué crees que haces!? ―preguntó Nora a gritos, él suspiró y caminó al salón.
—Cuidar de una enferma muy testaruda.―regañó Jose depositándola sobre el sofá con cuidado, acercó su cara a la de ella y sonrió.―Quédate aquí quietecita que voy a hacer chocolate caliente.
Jose se metió dentro de la cocina e introdujo las dos tazas dentro del microondas, era curioso cómo había variado la situación, había pasado de ser el enfermo al enfermero. Miró de reojo hacia la puerta y se encontró a Nora tapada con la colcha, no pudo evitar reírse y caminar hacia ella, la morena se alejó de él pero no fue lo suficientemente rápida como para evitar que la cogiese en brazos otra vez y la llevase al salón.
—Voy a empezar a pensar que te gusta estar entre mis brazos.―dijo Jose divertido al ver la mueca de horror que se había formado en su rostro. La dejó caer sobre el sofá esta vez con menos delicadeza por lo que ella lo fulminó con la mirada; Jose soltó una pequeña risita antes de regresar a la cocina y sacar las tazas del microondas, como no encontró chocolate les echó dos cucharadas de cola-cao a ambas tazas. ―No encontré el chocolate, ¿te gusta el cola-cao?
Jose le entregó la taza a la morena que comenzó a soplar para enfriar la bebida, colocó su taza sobre la mesa para poder tirar de la colcha que tapaba a Nora, quedando ahora ambos cubiertos por la colcha. Se quedaron en silencio un rato hasta que escucharon abrirse la puerta.
—Estáis ahí.―dijo su padre saludándolos, tras él apareció Matt que saludó a Nora y corrió hacia ella.
—¿Cómo estás? ―preguntó Matt poniendo la mano sobre la frente de la morena, el rubio frunció el ceño y ella se sonrojó; Jose chasqueó la lengua irritado. ―Creo que tienes fiebre, será mejor que te lleve a tu casa.
—¿Queréis que os lleve?―se ofreció su padre, Nora se negó enseguida y le entregó la taza a Matt que comenzó a beber, ¿por qué le daba el chocolate a ese? Él lo había hecho para ella, tomó un sorbo sin apartar la mirada del rubio. ―Hijo, ¿y tú como te encuentras?
—Bien―contestó de mala gana al ver como Matt se metía bajo la colcha al lado de Nora.
—Por cierto, Bel me dijo que mañana van al cine.―contó Matt, Nora lo miró esperando a que siguiese hablando.―Le dije que no podíamos y que tampoco contase con Dan y Sonia, que iban a estar encerrados en una habitación acolchada todo el fin de semana.
¿Pero por qué querían encerrar a esos dos? ¿Acaso querían que Dan muriese? Miró hacia Nora y vio como ella negaba con la cabeza mientras Matt reía divertido al ver su cara roja. Apretó la taza entre sus manos, odiaba la presencia del rubio, lo odiaba con todas sus fuerzas.
—Que te mejores.―se despidió Matt cogiendo a Nora de la mano, Jose frunció el ceño y vio como ellos caminaban hacia la puerta.
—¿Ya os vais?―preguntó su padre saliendo de la cocina, los dos jóvenes asintieron y su padre volvió a entrar dentro de la cocina para salir a los cinco segundos con una bandeja de una pastelería. ―Tomad, en agradecimiento por cuidar de Jose.
—No hace falta.―contestó Nora con timidez pero su padre obligó a Matt a coger los dulces.―Gracias.
—De nada, volved cuando queráis.―se despidió su padre abriéndoles la puerta y diciéndoles adiós con la mano, luego fue al salón y examinó a Jose. El castaño estaba sentado mirando fijamente su taza vacía.―Es un chico muy agradable, me cae bien, invítalo más a casa.
Jose golpeó la mesa con la taza para luego coger la colcha y subir las escaleras de mal humor por lo que no pudo ver como su padre sonreía divertido mientras recogía las tazas.
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