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Capitulo 12. Maldita Bel

—¿Nora, Jose? ―la voz de Bel los sobresaltó, la pelinegra estaba de pie al lado de la mesa con Iván a su lado observándolos.―Os vi desde fuera, pero no podía creer que vosotros dos estuvieseis juntos, así que entramos a comprobarlo. Y fíjate tú por dónde, sois vosotros, vosotros de verdad. No puedo creer que estéis aquí...¡juntos!

—Bel creo que deberíamos irnos.―recomendó Iván a la pelinegra.

Si ese chico alejaba a Bel de él y se la llevaba lejos quizás ya no le cayese tan mal.

—¿Por qué? ¿Acaso molestamos? ¿Estáis en una cita? ―preguntó Bel a Nora.

—¡No! ―gritaron ambos al unísono sobresaltando a Bel.

—Ya lo sé, era una broma, ¿no pensaríais que lo decía en serio? No os lo toméis a mal pero no pegáis para nada―Bel soltó una carcajada y se sentó al lado de Nora. —¿Qué hacéis aquí? 

—Él me secuestro. ―contestó Nora señalando hacia Jose

—Yo no te secuestre. ―Nora se cruzó de brazos y lo miró expectante ―Sólo te obligue a venir aquí en contra de tu voluntad, está bien, te secuestre.

—Nosotros estábamos mirando tiendas, quiero comprarme una falda nueva e Iván se ofreció a acompañarme, todavía nos quedan por recorrer unas cuantas. ¡Ay! no sabes lo difícil que es encontrar una bonita falda con la que no parezcas una furcia. Me pregunto dónde se las compra Helena, son tan bonitas todas sus faldas; en serio, un día voy a entrar a su casa y le robaré un par, ya le puesto el ojo encima a una negra de encaje.

Jose suspiró, ¿por qué de entre todas las personas tuvo que encontrarse con Bel? Esa chica hablaba y hablaba y no paraba.

—¿Sabes que Jose es todo un rompecorazones? Evan contó que todas las semanas se le declaraba una chica. ―contó Bel, Jose la miró horrorizado ¿por qué Evan tuvo que abrir su enorme bocaza? Fijó la mirada en Nora, pero la chica no mostró ningún tipo de emoción.

—¿Ah sí? ―inquirió Iván girándose hacia él y examinándolo de arriba abajo.―Pues no lo entiendo.

¡Pero qué coño! ¿Acaso hoy era el día de jodamos a Jose? ¿Y quién era él para opinar? Ni siquiera lo conocía. Jose le lanzó una mirada asesina al chico, pero éste lo ignoró.

—¿Están ricos los zumos? ―preguntó Bel por lo que Nora asintió y le entregó el menú. ―Que bien, me muero de sed. En serio estoy deshidratada, hemos caminado un montón.

Ya Bel, había captado la idea. Pídete un zumo y lárgate.

—Creo que me pediré un batido de plátano y fresa, ¿tú vas a tomar algo Iván? ―preguntó Bel entregándole el menú de los batidos y cogiendo ella el de la comida. ―Hay tarta, creo que me pediré un trocito también. ¿Quieres compartir el trozo Nora? Aunque si no es muy grande puedo comérmela yo sola, voy al servicio ahora vengo. Jose si viene la camarera dile que quiero un batido de fresa y plátano y un pedazo de tarta de chocolate.

Jose se llevó las manos a la sien y se hizo un masaje, esa chica hablaba tanto. Levantó la mano y le hizo una señal a la camarera que salió desde detrás de la barra y llegó hasta ellos, Jose abrió la boca para hablar pero antes de articular palabra Iván se le adelantó y pidió la comida de Bel y la suya propia. Miró hacia Nora y notó como ella no apartaba la mirada del joven, debía de estar buscando lo que no le gustaba de él, no sabía cómo explicarlo pero él sentía lo mismo. 

―Por cierto Iván me gustaron muchos los cd's que me grabaste la semana pasada. Eran una pasada. Tengo que prestártelos Nora para que los escuches y a ti también Jose.

—No creo que a ellos les gusten.―interrumpió Iván, Nora y Jose se lanzaron una mirada furtiva. ―Me sorprende que vosotros estéis juntos sin que hayan mandado un trabajo, ¿no os lleváis mal?

—Mal no, fatal. Creo que en lo que llevamos de curso sólo se han hablado directamente unas cuatro veces y todo por temas de clase. Por lo que al veros a los dos aquí me entró una curiosidad enorme, ¿qué hacéis aquí?―comentaba Bel con emoción, la camarera trajo los batidos y la tarta. ―Como se enteren Matt, Sonia o su hermana de que te la llevaste por la fuerza te torturaran y a lo mejor luego te matan, eso si tienes suerte.

—Nos encontramos en la biblioteca, y bueno tenía que aprovechar que estaba sola para poder preguntarle sobre nuestro "asunto". Pero no le he hecho nada malo, lo juró. Sólo la invite a un batido. ―contestó Jose con rapidez, ¿por qué tenía que darle explicaciones a Bel? Aunque era mejor tener a la pelinegra de su lado en caso de emergencia.

Un fuerte sonido llamó su atención, se trataba de una melodía que cada vez se escuchaba más alta, trató de identificar la música pero sólo consiguió descubrir que debía de tratarse de alguna canción de rock.

—¿Matt te ha vuelto a cambiar el tono del móvil? ―preguntó Bel divertida, Nora rebuscó en su bolso y sacó un pequeño móvil blanco.

—Deja de cambiarme el tono de llamada.―pidió Nora nada más descolgar el teléfono por lo que supusieron sin temor a equivocarse de que la persona que estaba al otro lado de la línea era Matt. ―Vale sí, me gusta la canción, ¿no deberías estar estudiando?......¡Qué! Eso es trampa.... yo no hice lo mismo el año pasado....pero fue idea de Sonia...estoy en una cafetería con Bel....claro que voy, tardo media hora. ¡Hasta ahora!

— ¿Te vas? ―preguntó Bel haciendo pucheros, Nora asintió y se puso en pie. ―Dale saludos a Matt de mi parte.

Nora miró a Jose y él le entrego los libros que había cogido de rehenes además del libro que estuvo leyendo en la biblioteca; ella lo miró dudosa.

—Un trato es un trato.―respondió Jose antes de que ella dijese nada, la muchacha se mantuvo en silencio y cogió todos sus libros; se despidió de Bel y se marchó.

Estuvieron en la cafetería otra media hora más con Bel narrando aventuras de cuando era niña o al menos eso era lo último a lo que le había prestado atención.

—¿Te quieres venir con nosotros? ―preguntó Bel amablemente mirando hacia Jose, él la miró sorprendido. ―Vamos a seguir de tiendas, ya sabes quiero comprarme una falda. Por cierto, este sitio es genial hacen unos batidos riquísimos, deberíamos venir más a menudo. Entonces, ¿qué dices? ¿te vienes con nosotros?

No, ni loco. No iba a irse con ellos a comprar faldas, y hoy había soportado a Bel más horas de las necesarias así que se merecía un descanso. Declinó la oferta con amabilidad y pidieron la cuenta a la camarera, una vez que pagaron abandonaron el local y se despidieron.

Cuando llegó a su casa se encontró a su padre esperando ansioso a que sus primeras magdalenas caseras salieran del horno mientras su madre estaba tumbada en el salón viendo la televisión. Los saludó y se metió rápidamente en su habitación, no quería tener nada que ver con esos dos; sobre todo con su padre que desde que se había vuelto amo de casa había perdido toda su seriedad con ese delantal rosa.

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— ¿No huele raro? ―preguntó Cris una vez que el profesor abandonó la clase, Jose se encogió de hombros. Él no olía nada.

La siguiente clase comenzó enseguida aunque no le prestó demasiada atención pues empezó a notar un ligero olor a comida podrida aunque también podría ser algo similar a un animal muerto. Los alumnos comenzaron a mirarse unos a otros pero nadie dijo nada.

—¿Soy yo o huele como si hubiera un cadáver en el sistema de ventilación? ―susurró Evan, Jose no pudo evitar sonreír.

—Bueno alumnos, haced los ejercicios diez, once y quince. Nos vemos mañana si es que no hemos muerto debido a esta peste. ―dijo el profesor antes de hacer una mueca de asco y marcharse de la clase mientras se olía la camisa.

—    ¡Abrid las ventanas! ―gritó Sonia abriendo la ventana que estaba al lado de Nora mientras los demás abrían el resto de ventanas y asomaban las cabezas al grito de "aire puro".

—¿Por qué olerá tan mal? ―quiso saber Cris, él y Jose salieron al pasillo en busca de soluciones pero allí sólo se encontraron a varios alumnos tirados por el suelo abanicándose con hojas de papel que habían convertido en abanicos. El resto estaba en las aulas con la cabeza por la ventana.

Volvieron a entrar en la clase y vieron a Helena esparciendo perfume por encima de las mesas aunque más que solucionar el problema lo empeoraba puesto que el olor se mezclaba y daba como resultado un olor aún más vomitivo. La profesora de Lengua entró en clase con una máscara de papel igual a los que llevaban los cirujanos; depositó los libros sobre la mesa y se giró hacia ellos.

—¿De dónde sacó eso profe?―preguntó Bel sacando la nariz de dentro de su suéter.

—De la enfermería; Maribel los estaba repartiendo entre los profesores hasta que el director localizase el origen de esta peste.―explicó la profesora, sin embargo antes de que pudiese abrir el libro la alarma de incendios comenzó a sonar. ―Por qué será que no me sorprende. ¡Muy bien, ya sabéis que hacer!

Poco a poco se fueron poniendo en pie y en fila caminaron hacia la puerta. Era realmente curioso que salieran todos en fila y tan ordenadamente teniendo en cuenta que a la hora de la salida corrían como si no existiese un mañana. 

—Qué raro, normalmente es los viernes.―dijo Helena apartándose un mechón de cabello y colocándoselo tras la oreja, Jose asintió y siguió caminando.

—Las que hacen esto son Dafne y Ann, ¿verdad?―preguntó Jose, Helena se puso nerviosa y enredó un mechón de pelo en su dedo.―El primer día dijisteis que eran chicas y no se me ocurre nadie que no sean ellas que puedan ingeniárselas para hacer esto.

— Pero yo no te he dicho nada.―susurró Helena guiñándole un ojo.

Llegaron al patio y allí se encontraron varias clases con los alumnos repartidos por el suelo jugando a las cartas, hablando, durmiendo y apostando sobre que animal estaría muerto dentro del sistema de ventilación. Sintió a Helena sentarse a su lado y al poco tiempo Bel, Evan y Cris tomaron asiento formando un pequeño círculo. En cambio Nora y Sonia se quedaron en pie buscando a alguien con la mirada (Jose supuso que estarían buscando a Matt); al no encontrarlo Sonia obligó a la morena a sentarse.

—¿Qué creéis que provoca el olor? ―inquirió Evan mirándolos a todos.

—Yo creo que son ratas muertas. ―propuso Bel―¡No! Una ardilla muerta, ¡no! ¡espera! Un hurón.

— Yo creo que es un hámster. ―opinó Helena― ¿Tú qué piensas Jose?

— No sé. ―murmuró Jose mirando hacia Nora, la chica había sacado el libro del bolso y se había puesto a leer, apenas le quedarían unas veinte páginas para terminarse el libro. ―¿Tenías razón? ¿El asesino era quién tú pensabas?

Las miradas de sus amigos se centraron en él y luego pasaron a Nora esperando ansiosos por su reacción.

— Ajá.―contestó Nora sin levantar la mirada del libro.

—Creo que se te ha olvidado contarme un par de cosas.―susurró Evan con interés a Jose. ―Yo voto por los hámster muertos.

Jose agradeció el rápido cambio de tema, no quería seguir siendo el centro de atención y mucho menos que Bel contase que los pilló a él y a Nora juntos en una cafetería. Prefería contarle todo eso a Evan en privado.

—Yo voto por hámster.―dijo Cris chocando la mano con Evan. ―Son más fáciles de conseguir.

—¿Y tú que dices? ―le volvió a preguntar Helena, él se encogió de hombros.

—Me inclino más por las ratas.―contestó Jose viendo como Matt se acercaba de puntillas a Nora con Dan.

—¡Aquí estas! ―exclamó Matt abrazando por sorpresa a Nora por la espalda, ella lanzó un pequeño grito antes de ponerse completamente roja. Matt ladeó la cabeza para mirarle la cara a Nora, al notar el efecto que había tenido se echó a reír. ―Siempre te sonrojas en seguida. ¡Es tan divertido!

— Yo no le veo la gracia.―protestó Nora entre dientes cerrando el libro e intentando golpearlo con él pero Dan se acercó a ella y se lo quitó de la mano. ―¡Oye!

Matt la abrazó con más fuerza y la balanceó de un lado a otro mientras Dan se sentaba al lado de Sonia, ella lo fulminó con la mirada y se apartó de él un par de centímetros.

—¿Qué tal vuestro examen? ―se interesó Bel, Matt dejó de balancear a Nora y apoyó su barbilla sobre el hombro de ella.

Puede que fuesen sólo amigos pero tanta confianza empezaba a irritarlo. 

—Justo cuando íbamos a empezar sonó la alarma de incendios, una lástima.―comentó Matt con tono despreocupado.

—Bueno pero podéis hacerlo en cuanto volvamos a clase. ―añadió Jose con desdén, en serio ese chico le caía fatal ―Tenéis la hora del recreo para compensar el tiempo perdido.

—No lo creo, algo me dice que hoy tenemos una hora y media de receso.―contestó Matt con soberbia; Jose chasqueó la lengua y apartó la mirada del rubio.

No era tonto, el que Dafne y Ann fueran las cabecillas sumado a que Matt tuviese examen justo a la hora en la que los evacuaron sólo daba una solución posible. El rubio había instado a su hermana y a Dafne a delinquir. Por eso él sabía que seguramente no volverían a clase, además estaba la llamada que le había hecho a Nora ayer dónde le decía que dejaba de estudiar. 

Un pitido procedente de los altavoces lo sacó de sus pensamientos e hizo callar a todos los alumnos que miraron expectantes hacia el instituto.

Aquí Triz, informando por orden de nuestro querido y respetado director desde su despacho con una pinza en la nariz. Las clases se cancelan hasta después del recreo debido a la incapacidad de nuestro personal docente de encontrar el origen del tufo que pringaos

Triz, cíñete a lo que está escrito. (Se escuchó la voz de un hombre de mediana edad)

Si profesor Gutiérrez. Pues lo dicho mis queridos compañeros de instituto, que hay que ventilar el edificio, recordad este glorioso día como aquel en el que tuvimos ¡una hora y media de recreo! Y ahora ¡las noticias! ¡Tata....

¡Se acabó! (se escuchó un forcejeó hasta que la emisión terminó)

 Nada más finalizar el comunicado de Triz los alumnos comenzaron a gritar eufóricos y a ponerse en pie mientras los profesores se iban juntando a la entrada del edificio. Vio como muchos estudiantes corrían a la cafetería mientras otros asaltaban la sala del material deportivo y salían de ella con balones de fútbol y baloncesto, unos cuantos sacaron raquetas de tenis aunque no estaba seguro de que fueran para jugar al tenis.

—¿Echamos un partido? ―preguntó Dan mirando hacia Matt, el rubio se encogió de hombros y se puso en pie de un salto.

—Quizás más tarde, primero tengo que ir a ver si el troll que hay bajo el puente de la ciudadela me ha conseguido la espada mágica que necesito.―dijo Matt metiendo las manos en los bolsillos y comenzando a caminar hacia el instituto.

— ¡Espera voy contigo! Así aprovecho y vengo la muerte de mi maestro a manos de una horda de orcos. ―comentó Dan yendo tras Matt, sin embargo el chico tuvo que dar la vuelta para devolverle el libro a Nora. ―Sonia cruza las piernas que se te ven hasta los pensamientos.

—    ¡No se me ve nada, maldito degenerado! ¿¡Y a dónde mirabas!? ―chilló Sonia buscando algún objeto para lanzarle pero como no encontró nada sólo levantó el puño al aire, Dan salió corriendo mientras le enseñaba la lengua y le hacía burlas. 

Sonia tomó asiento cruzada de brazos y con un gran enfado mientras Nora a su lado se había puesto a leer el libro. Bel por su parte no tardó en entablar conversación, se puso a contarles algo que le había pasado en verano así que desconectó. Se puso en pie y se sentó al lado de Nora aprovechando que Sonia se había puesto a insultar al que hacía de árbitro en el partido de fútbol. 

—Ya casi acabas.―dijo Jose en voz baja, Nora se sobresaltó debido a su cercanía por lo que cerró el libro y le dio con él en la cara. ―¡Joder! ¿¡Por qué me golpeas tan fuerte?!

—No me asustes y no te pegaré.―contestó Nora como si fuera lo más obvio del mundo, Jose entrecerró los ojos pero no se alejó de ella.― ¿Qué quieres hoy? ¿Vas a volver a secuestrarme?

—Sólo si tú quieres que lo haga. ―murmuró Jose con voz seductora, ella abrió el libro y se puso a leer no sin antes alejarse de él. Jose le escrutó el rostro en busca de algún signo de emoción o sonrojo pero ella permaneció impasible. ―Está bien, no diré ninguna tontería más y prometo no secuestrarte.

Jose habló en tono jovial y volvió a acercarse a Nora, ella suspiró irritada pero no dijo nada. Se quedó en silencio sentado a su lado, viendo como jugaban a fútbol aunque de vez en cuando le lanzaba miradas furtivas a Nora pero ella ajena a todo seguía leyendo.

—Voy a comprarme una lata de refresco, ¿vienes? ―Evan le había colocado la mano en el hombro y le indicaba con la mirada que lo siguiese.

Se puso en pie y acompañó a su amigo hasta la máquina de refrescos que había a la entrada del instituto.

—¿Y bien? Creo que tenías que contarme un par de cosas. ―dijo Evan tras dar un sorbo de la lata.

Le contó todo lo sucedido durante la tarde de ayer mientras Evan lo escuchó con atención con una gran sonrisa pícara en el rostro. Una vez que terminó el relato metió una moneda de un euro dentro de la máquina expendedora y sacó una coca-cola, Evan se apoyó en la pared mirando hacia las canchas.

—Cada vez estoy más seguro de que te gusta.―murmuró Evan con diversión, Jose enarcó la ceja e hizo un esfuerzo monumental por no abalanzarse sobre él y ahorcarlo. ―Nora me cae bastante bien, ¿sabes?

— ¿Cómo te puede caer bien? Está todo el día leyendo libros, apenas habla con los demás y cuando lo hace no dice más de dos palabras, y cada vez que intento hablar con ella me pega con un libro, además de que se niega a decirme de que nos conocemos; es tan... tan... tan irritante.―se quejó Jose malhumorado, Evan soltó una carcajada por lo que el moreno lo fulminó con la mirada.

—    Solamente es tímida.―sentenció Evan caminando hacia el patio seguido de Jose. ― ¿Así que quiere saber si has cambiado?

Evan se detuvo y se quedó pensativo, Jose a su lado bebió de su refresco.

—Yo te conozco desde los once años y siempre has sido igual.―opinó Evan, Jose lo miró sin entender por lo que el pelinegro continúo hablando. ―Eso quiere decir que ella tuvo que conocerte mucho antes, a lo mejor fuisteis amigos de la infancia.

—Ya miré todas las fotos de cuando era pequeño, ella no sale en ninguna.―aseguró el moreno andando de nuevo.

—Puede que fuera una niña con la que jugabas en el parque, yo que sé. ―Evan saludó con la mano a Bel que agitaba las manos a modo de saludo, cuando regresaron a las gradas sólo se encontraron con ella y con Helena. ―¿Y los demás?

— Fueron a la cafetería a comprar bocadillos para todos. ―explicó Helena, Jose asintió y se sentó a su lado.

Unos diez minutos más tarde regresaron Cris, Sonia y Nora y les entregaron la comida. A su lado Helena trató de entablar conversación con él pero estaba demasiado interesado en el partido, habían algunos jugadores realmente buenos.

—¿Por qué no les preguntas si puedes jugar? ―propuso Helena, Jose la miró sorprendido debido a la sugerencia que acababa de hacer. ―Eres muy bueno, seguro que no les importa dejarte jugar.

—No, no pasa nada. ―dijo Jose algo avergonzado por el cumplido de la chica, ella le sonrió con sinceridad.

—Me hubiera gustado verte jugar en tu antiguo instituto, según nos ha contado Evan eras increíble y por lo que pude ver la otra vez tenía razón.―prosiguió Helena, la chica apoyó las manos sobre sus rodillas y miró hacia el frente, Jose al contrario apartó la mirada del campo y se centró en ella. ―Lucías muy bien jugando, te veías distinto.

—Vaya gracias.―contestó Jose con nerviosismo y apartando la mirada de la rubia, sin embargo la miró de reojo; ella volteó hacia él y le sonrió.

Helena era tan dulce, guapa y delicada, además de que hablar con ella era muy fácil y se sentía bien estando a su lado. Si no hubiera hecho la apuesta con Evan seguramente hubiera intentado ligar con ella.

—¡Nora! ―Jose buscó con la mirada al dueño de la voz, Matt corríacon Dan y Triz hacia ellos. 

Una vez que llegaron hasta ellos Triz le lanzó una camiseta de color verde a la morena mientras que a Sonia le lanzó una de color azul. 

—No hay canchas. ―dijo Nora, Triz sonrió y se dio la vuelta.

—Nuestras hermanas ya se están encargando del problema.―comunicó Matt señalando hacia el campo de fútbol dónde Dafne y Ann se había puesto a perseguir a los jugadores con una pequeña pistola que soltaba descargas eléctricas, después de perseguir y electrocutar a unos cuantos el resto salió despavorido y se fueron sentando en las gradas.

Ann le hizo una señal a varios alumnos que estaban por fuera vestidos con las camisetas que los identificaba como parte de uno de los dos equipos. Jose se fijó en ellos, si no se equivocaba eran los mismos que el sábado estaban jugando allí.

— ¡Listo! ―gritó Ann acercándose junto a Dafne hasta ellos.

— ¿De dónde sacaste eso? ―preguntó Nora señalando a la pequeña pistola negra que llevaba su hermana en la mano.

—Se lo mangue a los antidisturbios, no es culpa mía que no lo tuvieran a buen recaudo. ―se defendió Dafne, Nora suspiró y se colocó la camiseta verde para después hacerse una coleta.

— Ven hermanito, tengo que pintarte para la guerra. ―Ann se acercó a Matt y le dibujó cuatro rayas a cada lado.

—Oye, oye... ¿y si apostamos algo? ―propuso Dafne con los ojos brillantes, le entregó la pistola a Nora y ésta la depositó sobre su bolso antes de bajar de las gradas y colocarse junto a Triz y Dan que ya habían dejado de dar vueltas.

—Los que ganen pueden elegir a un miembro del equipo contario para que sea su esclavo durante una semana. ―dijo Ann con ilusión mirando hacia Dafne que asintió con felicidad y ambas se estrecharon las manos dando por válida la apuesta.

— ¡Escuchaste eso Sonia! ¡Serás mi esclava durante una semana! ―exclamó Dan caminando con Triz a su espalda hacia su campo seguidos de Nora. ―Ya estoy pensando a que bellas torturas te someteré.

—¡De eso nada, tú serás mi esclavo! ¡Y lo primero que harás será raparte esos ridículos rizos! ―amenazó Sonia que comenzó a reírse a carcajadas al ver la cara de horror de Dan que bajo a Triz de su espalda y se puso a hacer estiramientos.

—Tranquila Nora, yo no te obligaré a hacer nada horrible. ―consoló Matt mirando hacia la morena, ella le enseño la lengua y le hizo burlas. ―Mira que te obligo a jugar conmigo al WoW.

—Ya lo haces.―recordó Nora, Triz soltó una carcajada y ambas chicas se colocaron por detrás de Dan.

Jose miró a su alrededor, todo el instituto estaba allí esperando a que el partido empezase; algunos sentados en las gradas, otros sentados en las canchas de baloncesto pero todos estaban allí; a lo lejos divisó a los indios de primero de la E.S.O sentados con las piernas cruzadas, pero no eran los únicos, los miembros de varias bandas también estaban sentados en las gradas, incluso los profesores con sus tazas de café en la mano estaban pendientes de lo que ocurría.

— ¿Por qué está todo el mundo aquí? ―preguntó Cris en voz baja a Bel.

Vaya, alguien tenía la misma duda que él; menos mal.

—¿Estás de coña? ―dijo Bel atónita luego señaló hacia el campo de fútbol. ―Van a jugar Dafne, Ann, Nora, Matt, Sonia, Dan y Triz; son los jefazos de Góngora. ¿Y ves aquellos chicos con pañuelos en la cabeza?

Respiró hondo, suponía que Nora era importante allí ya que su hermana era una de las jefas, lo que no esperaba era que la chica fuese oficialmente una de las mandamás. 

Agitó la cabeza y decidió buscar a los chicos de los que hablaba Bel, habían dos chicos con pañuelos rojos en la cabeza pero cada uno en un equipo distinto.

—Pertenecen a la banda de La Gorra y son de los altos cargos, además de que el que está en el equipo azul está hablando con un chico que es el jefe de la banda rival y aún no se han pegado. ¿Y ves a aquel niño que habla con Dafne? Es uno de los tres jefes indios.

Jose parpadeó y examinó el campo de fútbol de nuevo asimilando la información que Bel les había comunicado. No le extrañaba que estuviese allí todo el instituto, la mayoría de los que iban a jugar eran los jefes del instituto, así que no era de extrañar que estuviesen todos allí por si pasaba algo y tenían que defender a sus líderes. Miró de reojo hacia el instituto, al parecer tenían nuevos espectadores. Nada más y nada menos que los antidisturbios con las porras en mano se habían alineado en la puerta del instituto por si tenían que intervenir.

—¡Que comience el juego! ―gritó Triz dando comienzo al partido de rugby. 

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